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En venta por Sapphire69

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Notas del fanfic:

Esta es mi primera vez subiendo una historia de creación propia. Espero que les guste. 

Notas del capitulo:

Hola a todos. 

Gracias de antemano por leer esta historia. Espero les agrade, aunque no sé si será una historia muy larga. Solo espero que lo disfruten. 

 

 

Caminando por las calles grises en la ciudad huachafa, trataba de ganarse la vida. Pasarse la vida en medio de libros, responsabilidades académicas y compañeros hipócritas no era lo suyo. Tampoco lo era el pensar seriamente en el futuro. Solo quería vivir y ya. Pero no es como si fuese tan frívolo. No es como si apartara la vista de los problemas que tenía en casa. Su madre enferma, los gastos de los servicios de la casa, la pensión del colegio, y así continuaba la lista.

-Si tan solo el hijo de puta no se hubiese escapado. –apretó los dientes. ¿De qué valía recordar a un hombre que los dejó por una mujer más joven y con algo de dinero? Después se le ocurrió una idea. –O si tan solo hubiese sido hijo de algún narco. –Soltó una carcajada. –Cómo si eso fuera posible.

Sintió que vibraba su celular en el pantalón trasero.

-Diga.

-Hola. –una voz femenina, un tanto melosa respondió. –Te estoy esperando en el bar de siempre. Vendrás, ¿no?

-Por supuesto que iré. Ya habíamos acordado. Solo espera unos diez minutos.

-Ohhh… -la mujer dejó salir un gemido. –Espero con ansias tus servicios.

-Yo también espero verte. –el chico fingió una voz alegre. En realidad, se estaba cansando de esta cliente ya que cada vez que estaban en plena faena, ella solía hablar de su esposo. Y como si no bastara, lo comparaba. –Entonces, nos vemos ahí.

Cortó.

-Si vuelve a hablar de su esposo, definitivamente rechazaré tomarla la próxima vez. –metió las manos en los bolsillos del pantalón. Se aseguró de que traía preservativos y algunos sobres de lubricantes. –Muy bien.

 

Llegó al bar e ingresó. El ambiente estaba tranquilo y al fondo se escuchaba una suave melodía de jazz. Miró su ropa. Tal vez no era la adecuada para el lugar, pero no es como si se fuera a quedar por mucho tiempo. Tenía que encontrarla, llevarla al hotel, satisfacer lo que el esposo no podía y recibiría una buena suma de dinero.

Sintió lástima por el hombre engañado. Sin embargo, él no tenía la culpa de que su mujer pareciera insatisfecha y buscase atención en otra parte.

-Hola. Estás preciosa. ¿Llevas mucho tiempo aquí? –le dijo a la mujer que estaba de espaldas y miraba su bebida mientras golpeteaba su dedo en la barra.

La mujer abrió ampliamente los ojos. Estaba emocionada como una niña a la que le dan un caramelo. Traía mucho maquillaje. Con un rápido movimiento se levantó de la silla.

-No, no he esperado mucho. Apenas tome un Martini.

-¿Nos vamos?

-¡Por supuesto!

Mientras ofrecía su brazo para que la mujer se apoyara en él, golpeó con su codo, de casualidad, al hombre que estaba sentado al costado de la mujer.

-¡Oh! Lo siento. –se disculpó.

-…

El hombre no se inmutó. Continuó bebiendo. Este estaba demacrado y llevaba el pelo rubio desordenado.

-Ay no. –la mujer se escuchaba nerviosa. –No puede ser.

Él reincorporó la mirada. En la entrada del bar, un hombre con gabardina negra y una mirada siniestra buscaba con la mirada en todas las direcciones.

-Mierda. –apartó su brazo rápidamente. -Es tu esposo, ¿no?

-S-sí… pero se supone que él estaría de viaje y no vendría hasta la próxima semana. –susurró.

-¡Anna! ¡¡ANNA!! –el hombre se dirigió hasta ella. -¡MALDITA PERRA!

-¡Cariño, no es lo que piensas! –la mujer lucia ahora aterrorizada. -¡Por favor, no armes un escándalo aquí!

El hombre se lanzó encima. La mujer, Anna, trató de contenerlo. Pero no impidió que gritara groserías ni tampoco que le diera un puñetazo a su acompañante.

-¡Imbécil de mierda! –se dirigió a la mujer. –¡¿Crees que nunca me enteraría de lo que hacías, Anna?! ¡¿Crees que soy estúpido?!

-¡No! ¡No! ¡No es así!

“Genial. Tenía que aparecer el esposo furibundo y armar un escándalo. Como si no fuera todo, recibir un golpe en la noche. ¿Cómo le explicaría esto a su madre?”

Los camareros se acercaron y sacaron a la pareja. Los comensales murmuraron y apuntaban con el dedo a la pareja.

 “Ahora pase a ser el centro de atención.”

-Tsk. Que mierda este día. –ignoró las miradas acusatorias de los comensales y se sentó en la barra de atención.

-Señor, no debería estar aquí. –le dijo un camarero. -¿Puede retirarse del establecimiento?

-¿Qué?

-Yo pago lo que el consuma. –intervino el tipo demacrado de hace un rato. –Anda pide algo.

No respondió, solo se sentó.

-¿Eres un gigoló? –preguntó el tipo en voz baja.

-¿Mmm?

-Te pregunte si eres un gigoló.

-Creo que has bebido demasiado.

El tipo volvió a preguntar. –¿Eres un gigoló?

-Sí y ¿qué? ¿Ahora me darás clase de moral?

-No, para nada. No soy quien para hacerlo.

-Entonces, ¿simple curiosidad?

-Algo así.

El tipo parecía nervioso. –Sabes, ¿podemos ir a otro lugar?

-Creo que sabes que soy gigoló. Así que lo siento, yo no pateo para ese lado. Solo lo hago con mujeres.

-Podría pagarte el doble de lo que te daba esa mujer.

-Ella me pagaba muy bien. No creo que tú puedas pagar tanto.

-Puedo. –el tipo le mostró un fajo de dinero. –Creo que hasta más.

Los ojos del chico brillaron interesados en el fajo. Tosió un poco.

-Mi nombre es Óscar. ¿Cuál es el tuyo?

-Michael.

-Un gusto conocerte, Michael.

 

No hubo tiempo para más palabras esa noche. Simplemente se entregaron al placer. El chico gigoló que nunca pensó en vender su cuerpo a un hombre, estaba gimiendo bajo la potencia de los deseos del hombre rubio.

Al principio, fue un poco doloroso. Su cuerpo no estaba acostumbrado a esa invasión, pero se las arregló para no sentirse incómodo. Al parecer, Michael tenía algo de experiencia ya que se encargó de dilatarlo. Ni que decir cuando fue estimulado en la próstata.

-¡Ahh! ¡Ahhn! –Óscar estaba incrédulo ante su voz. No creía que sería capaz de gemir como una chica. Trató de contenerse. –¡Nnnghg!

Michael se lamió los labios al escuchar sus gemidos y su vano intento de

-Te gustará más esto. –rozó con su miembro la entrada palpitante de Óscar.

Sus entrañas se sentían cálidas ante la invasión.

“No lo pienses mucho.”

Michael tomó las piernas del chico y se acomodó, empezando el vaivén de sus cuerpos.

“No importará cuando amanezca. Al menos, no lo volveré a ver”

En esos momentos llovía copiosamente. Como si quisiera amortiguar los sonidos del encuentro de los amantes o para tratar de borrar algunos recuerdos de esa noche. 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer. 

Nos leemos pronto. 

PD: Cualquier consejo o recomendación estaré feliz de leerlo.


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