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Maybe Someday por Marimo52

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Notas del capitulo:

Los personajes mencionados pertenecen a Eiichiro Oda 

Debo estar en estado de shock. ¿Cómo demonios resultó el día de esta manera? ¿Cómo una chico pasa de tener un mejor amigo, una novia, una cartera y un techo sobre su cabeza a estar con el corazón roto y desnudo, de pie congelado en una ducha extraña, mirando a la pared durante media hora seguida? Juro por Dios, si esta es alguna gran broma de cumpleaños elaborada a mis expensas, no le voy hablar nunca a nadie. Nunca más. Jamás.

Sin embargo, sé que no es una broma. Una broma es sólo hacerme ilusiones. Supe en el momento en que entré por la puerta principal y me dirigí directamente hacia Nami que todo lo que Zoro había dicho era verdad. Evidentemente le pregunté a Nami si se acostaba con Usopp, y la mirada en los rostros de ambos habría sido cómica si no hubieran aplastado mi corazón completamente y agotado mi confianza de un solo golpe. Quería hundirme en el suelo y llorar cuando no lo pudieron negar. En su lugar, caminé calmadamente hacia mi habitación y comencé a empacar mis cosas.

Usopp entró en la habitación. Intentó decirme que no significaba nada, que el sexo siempre había sido una cosa casual entre ellos, incluso antes de que me conocieran. Escucharlo decir que no significaba nada para ellos dolía más que cualquier otra cosa. Si significara algo para alguno de ellos, al menos podría entender remotamente su traición. Pero el hecho de que afirmara que no significaba nada, y sin embargo aun así sucedía, me dolía más que cualquier otra cosa que posiblemente pudiera haber dicho en ese momento. Estoy bastante seguro de que fue entonces cuando le di el puñetazo.

No facilita las cosas que perdí mi trabajo minutos después de que Zoro me dijera lo de Nami y Usopp. Creo que está mal visto en la mayoría de las cocinas que los estudiantes trabajadores comiencen a llorar y a lanzar vasos contra la pared a mitad de su turno.

Cierro el agua de la ducha de Zoro y salgo, luego me visto.
Me siento mejor físicamente después de que finalmente me pongo ropa seca, pero mi corazón se vuelve cada vez más pesado con cada minuto que pasa. Cuanto más tiempo pasa, más comienzo a asimilar mi realidad. En el transcurso de sólo dos horas, he perdido los dos últimos años de mi vida completamente.
Eso es mucho tiempo para invertir en dos personas que se suponía que eran las personas de más confianza en mi vida. No estoy seguro de sí habría terminado casándome con Nami o si ella habría sido la madre de mis futuros hijos, pero duele saber que confié en ella lo suficiente como para posiblemente llenar esos roles, y ella terminó siendo lo opuesto de lo que creí que era.

Creo que el hecho de que la estimé erróneamente me molesta más que el hecho de que me engañó. Si ni siquiera puedo conocer con precisión a las personas más cercanas a mí, entonces no puedo confiar en nadie. Jamás. Los odio por quitarme eso. Ahora, no importa quien entre en mi vida después de esto, siempre seré escéptico.
Camino de regreso a la sala de estar, y todas las luces están apagadas excepto por una lámpara que hay al lado del sofá. Miro hacia mi teléfono, y son apenas un poco después de las nueve. Muchos mensajes de texto entraron mientras estuve en la ducha, así que tomo asiento en el sofá y los reviso.

Nami: Por favor, llámame. Tenemos que hablar.


r32;Usopp: No estoy molesto contigo por golpearme. Por favor, llámame.

Nami: Estoy preocupada por ti. ¿Dónde estás?

r32;Zoro: Lo siento por no habértelo dicho antes. ¿Estás bien?

Nami: Te llevaré tu billetera. Sólo dime dónde estás.

Dejo caer el teléfono sobre la mesa de centro y me hundo de nuevo en el sofá. No tengo ni idea de lo que voy hacer. Por supuesto, no quiero volver a hablar con ninguno de ellos, ¿pero dónde me deja eso? No puedo pagarme mi propio apartamento en estos momentos, ya que la ayuda financiera no llega hasta dentro de un mes. No tengo suficiente dinero guardado para hacer un depósito y además activar todos los servicios públicos hasta entonces. La mayoría de los amigos que he hecho desde que voy a la universidad, todavía viven en los dormitorios, así que quedarme con ellos está fuera de cuestión. Básicamente me quedan dos opciones: llamar al viejo o entrar en algún tipo de relación plural y extraña, con Nami y Usopp con el fin de ahorrar dinero.

No estoy dispuesto a considerar ninguna de estas opciones esta noche. Simplemente agradezco que Zoro me permitiera quedarme en su casa. Al menos me estoy ahorrando el dinero de una habitación de hotel. No tengo ni idea de a dónde iré cuando me despierte en la mañana, pero para eso todavía faltan unas buenas doce horas. Hasta entonces, sólo continuaré odiando al universo entero mientras siento lástima de mí mismo.

¿Y qué mejor manera de sentir lástima de mí que mientras me emborracho?
Necesito alcohol. Desesperadamente.
Camino hacia la cocina y comienzo a buscar en los armarios. Escucho la puerta de la habitación de Zoro abrirse. Miro por encima de mi hombro hacia él mientras sale de su habitación. Su cabello es definitivamente verde. Toma eso, Usopp. Tiene puesta una camiseta descolorida y unos pantalones vaqueros, y está descalzo, mirándome inquisitivamente mientras camina hacia la cocina. Me siento un poco avergonzado por ser atrapado hurgando por sus armarios, así que me alejo antes de que me vea sonrojarme.

—Necesito un trago —le digo—. ¿Tienes algo de alcohol?
Está mirando a su teléfono, mandando mensajes de nuevo. O no puede hacer dos cosas a la vez, o está molesto porque tuve una mala actitud con él hoy.

—Lo siento si fui un perro contigo, Zoro, pero tienes que admitir que mi respuesta fue un poco justificada teniendo en cuenta el día que he tenido.
Casualmente desliza su teléfono en su bolsillo y me mira desde el otro lado de la barra, pero elige no responder a mi disculpa medio tonta. Frunce los labios y alza una ceja.
Me gustaría devolver esa ceja arrogante a donde pertenece de un golpe. ¿Cuál es su problema? Lo peor que le hice fue sacarle el dedo medio.

Ruedo los ojos y cierro el último armario, luego camino de regreso al sofá. Está siendo un idiota, considerando mi situación. Por el poco tiempo que lo he conocido, tenía la impresión de que en realidad era un chico agradable, pero casi preferiría regresar a mi propio apartamento con Usopp y Nami. Recojo mi teléfono, esperando otro mensaje de Nami, pero es de Zoro.

Zoro: Si no me vas a mirar mientras hablas, es posible que quieras seguir mandando mensajes.

Leo el mensaje varias veces, tratando de darle sentido, pero no importa cuántas veces lo lea, no lo entiendo. Comienza a preocuparme que tal vez sea un poco raro y necesite irme. Lo miro, y me está observando. Puede ver la confusión en mi rostro, pero todavía no se explica. En cambio, continúa mandando mensajes. Cuando mi teléfono recibe otro mensaje, miro la pantalla.

Zoro: Soy sordo, Sanji.

¿Sordo?
r32;Oh.
r32;Espera. ¿Sordo?

¿Pero cómo? Hemos tenido tantas conversaciones.

Las últimas semanas de conocerlo y hablar con él parpadearon por mi memoria, y no puedo recordar una sola vez en la que lo haya escuchado hablar de verdad.
¿Es por eso que Law pensó que yo era sordo?

Me quedo mirando mi teléfono, hundiéndome en un montón de vergüenza. No estoy seguro de cómo sentirme respecto a esto. Estoy seguro de que sentirme traicionado no es una respuesta justa, pero no puedo evitarlo. Siento que necesito agregar esto a la lista de “Formas en las que el mundo puede traicionar a Sanji en su cumpleaños.” ¿No sólo no me dijo que sabía que mi novia estaba siendo follada por otro, sino que también olvidó mencionar que es sordo?

No es que ser sordo sea algo que debería sentirse obligado a decirme. Yo sólo... no lo sé. Me siento un poquito dolido porque no compartió ese asunto conmigo.

Yo: ¿Por qué no me dijiste que eras sordo?

Zoro: ¿Por qué no me dijiste que podías oír?

Inclino la cabeza mientras leo su mensaje y me inundo con más humillación. Tiene un muy buen punto. Oh, bueno. Al menos no me escuchará llorar hasta quedarme dormido está noche.

Yo: ¿Tienes algo de alcohol?

Zoro lee mi mensaje y se ríe, luego asiente. Camina hacia el armario debajo del lavabo y saca un recipiente de Pine-Sol. Saca dos vasos del armario, luego procede a llenarlos con... ¿líquido para limpiar?

—¿Qué demonios estás haciendo? —le pregunto.
Cuando no se voltea, me golpeo en la frente, recordando que no puede escucharme. Me llevará algo de tiempo acostumbrarme a esto.
Camino hacia donde está parado. Cuando deja el Pine-Sol en la encimera y recoge ambos vasos, agarro el frasco de la solución de limpieza y lo leo, luego alzo una ceja. Se ríe y me da un vaso. Huele su bebida, luego me hace señas para que haga lo mismo. Con vacilación lo llevo hacia mi nariz y me encuentro con el ardiente olor a whisky. Levanta el vaso, lo choca con el mío, y ambos bebemos nuestros tragos. Todavía me estoy recuperando del horrible sabor cuando recoge su teléfono y me manda un mensaje de nuevo.

Zoro: Nuestro otro compañero de cuarto tiene un problema con el alcohol, así que tenemos que esconderlo de él.

Yo: ¿Su problema es que lo odia?

r32;Zoro: Su problema es que no le gusta pagar por ello y se bebe el de los demás.

Asiento, bajo mi teléfono, agarro el recipiente y vierto otro trago para cada uno. Repetimos los movimientos, tomándonos el segundo. Hago una mueca mientras el ardor se esparce hacia abajo por mi garganta y por mi pecho. Sacudo la cabeza, luego abro los ojos.

—¿Puedes leer los labios? —le pregunto.
Se encoge de hombros, luego agarra un pedazo de papel y un bolígrafo convenientemente colocado en el mostrador junto a él. Depende de los labios.
Supongo que eso tiene sentido. —¿Puedes leer los míos?

Asiente y luego toma el bolígrafo de nuevo. Casi. He aprendido a anticipar lo que las personas van a decir más que nada. Tomo la mayoría de mis pistas por el lenguaje corporal y las situaciones en las que me encuentro.
—¿A qué te refieres? —le pregunto, empujando en la encimera con mis manos y saltando sobre la barra. Nunca he conocido a nadie que no pudiera oír. No me di cuenta de que tenía tantas preguntas. Podría ser que ya estoy sintiendo un mareo, o simplemente que todavía no quiero que regrese a su habitación. No quiero quedarme solo para pensar en Nami y en Usopp.

Zoro deja el bloc de notas y recoge mi teléfono, luego me lo tira. Saca uno de los taburetes de la barra y se sienta en él al lado de donde estoy sentado en el mostrador.

Zoro: Si estoy en una tienda y un cajero me habla, prácticamente puedo adivinar lo que me están preguntando. Lo mismo con una camarera en un restaurante. Es bastante sencillo reunir lo que las personas están diciendo cuando es una conversación rutinaria.

Yo: Pero, ¿qué hay de ahora mismo? Esta no es rutinaria. Dudo que tengas muchas visitas sin casa que pasan la noche en tu sofá. Así que, ¿cómo sabes lo que estoy diciendo?

Zoro: Porque básicamente me estás haciendo las mismas preguntas que cualquier otra persona al principio de que descubre que no puedo oír. Es la misma conversación, sólo diferentes personas.

Este comentario me molesta, porque no quiero parecerme a ese tipo de personas en absoluto. Tiene que ser aburrido tener que responder las mismas preguntas una y otra vez.

Yo: Bueno, entonces en verdad no quiero saber sobre ello. Cambiemos el tema.

Zoro levanta la mirada y me sonríe. Maldición. No sé si es el whisky o el hecho de que he estado soltero por dos horas, pero esa sonrisa hace algo serio con mi estómago.

Zoro: Hablemos de música.

—De acuerdo —le digo asintiendo.

Zoro: Quería hablarte sobre esto está noche. Ya sabes, antes de arruinar tu vida y todo eso. Quiero que escribas las letras de las canciones para mi banda. Para las canciones que he escrito y quizá para algunas canciones futuras si estás dispuesto.

Hago una pausa antes de responderle. Mi respuesta inicial es preguntarle sobre su banda, porque me he estado muriendo por verlo actuar. Mi segunda respuesta es preguntarle cómo demonios puede tocar la guitarra si no puede escuchar, pero de nuevo, no quiero ser una de “esas personas.” Mi tercera respuesta es decir automáticamente que no, porque aceptar darle letras de canciones a alguien es mucha presión. Presión que en realidad no quiero en este momento, ya que mi vida ha caído en picado hoy.

Niego con la cabeza. —No. No creo que quiera hacer eso.

Zoro: Te pagaríamos.
r32;Eso obtiene mi atención. Repentinamente siento la opción tres entrar en el panorama.

Yo: ¿De qué clase de pago estamos hablando? Aún creo que estás loco por querer que te ayude a escribir canciones, pero podrías haberme atrapado en un momento muy desesperado y desamparado, ya que soy un indigente y podría necesitar algo de dinero extra.

Zoro: ¿Por qué sigues refiriéndote a ti mismo como una indigente? ¿No tienes un lugar en el que quedarte?

Yo: Bueno, podría decir que con el viejo, pero eso significaría que tendría que transferirme de escuela en mi tercer año, y me atrasaría dos semestres. También podría quedarme con mi compañero de habitación, pero no sé cuánto me gustaría escucharlo follándose a mi novia de dos años en las noches mientras trato de dormir.

Zoro: Eres listo.

Yo: Si, supongo que lo soy.

Zoro: Puedes quedarte aquí. Estamos buscando un cuarto compañero. Si eso significa que nos ayudarás con las canciones, puedes quedarte gratis hasta que te recuperes.

Leo el mensaje de texto dos veces, lentamente. Y niego con la cabeza.

Zoro: Sólo hasta que puedas conseguir tu propio lugar.

Yo: No. Ni siquiera te conozco. Además, tu novio chillon ya me odia.

Zoro se ríe ante ese comentario.

Zoro: Law no es mi novio. Y casi nunca está aquí, así que no tienes que preocuparte por el.

Yo: Esto es demasiado raro.

r32;Zoro: ¿Qué otra opción tienes? Vi que antes ni siquiera tenías para pagar el taxi. Dependes de mi misericordia.

Yo: Tengo para pagar el taxi. Deje mi billetera en mi departamento y no quería regresar a conseguirla, así que no tenía como pagarle al taxista.

Zoro frunce el ceño cuando lee mi mensaje de texto.

Zoro: Iré contigo a recuperarlo si quieres.
r32;Lo miro. —¿Estás seguro? —pregunto.r32;Sonríe y camina hacia la puerta principal, así que lo sigo.

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Aún está lloviendo, y sé que acaba de ponerse ropa seca después de bañarse, así que una vez que llegamos al final de las escaleras, saco mi teléfono para mandarle un mensaje.

Yo: Espera aquí, así no te mojas otra vez. Iré a traerlo.
r32;Lee el mensaje y niega con la cabeza, después me mira de vuelta. — No. Voy contigo.
No puedo evitar apreciar el hecho de que no responde al que sea sordo de la manera en que esperaba que lo hiciera. La mayoría de las personas pasan a sentirse incomodas cuando no están seguras de cómo comunicarse conmigo. La mayoría elevan sus voces y hablan lentamente, como Law. Creo que piensan que el hablar fuerte, de alguna manera milagrosa, me hará oír otra vez. Sin embargo, no hace nada más que forzarme al reprimir mi risa mientras me hablan como si fuera un idiota.

Asumo que las personas no lo hacen para ser irrespetuosas. Es simple ignorancia, y eso está bien. Estoy tan acostumbrado a ello que ya no me doy cuenta.
Sin embargo, si noté la reacción de Sanji... porque no hubo realmente ninguna. Tan pronto como se enteró, simplemente se alzó sobre la encimera y continuó hablándome, aunque pasó de hablar a mandar mensajes de texto. Y ayuda que sea una escritor de mensajes rápido.
Corremos a través del patio hasta que llegamos a la base de las escaleras que conducen a su apartamento. Comienzo a subir y me doy cuenta de que está congelado al final de las escaleras. La mirada en sus ojos es nerviosa, e inmediatamente me siento mal por no darme cuenta de lo difícil que esto debe ser para el. Sé que está más herido de lo que deja ver. Saber que tu mejor amigo y tu novia te han traicionado debe de ser difícil, y ni siquiera ha pasado un día desde que se enteró. Camino de vuelta hasta la punta de las escaleras y tomo su mano, después le sonrío de modo tranquilizador. Tiro de su mano; toma una respiración profunda y sube conmigo las escaleras. Me da un golpecito en el hombro cuando llegamos a su puerta y me doy la vuelta.

—¿Puedo esperar aquí? —dice—. No quiero verlos.r32;Asiento, aliviado de que sus labios sean fáciles de leer. —¿Pero vaca bien tu trasero por lo tanto mi pájaro? —dice.

O creo que eso es lo que dijo. Río, sabiendo que es más probable que haya leído mal sus labios. Lo dice otra vez cuando ve la confusión en mi cara, pero aún no lo entiendo. Levanto mi teléfono, así me puede mandar un mensaje.

Sanji: ¿Pero cómo les pedirás mi billetera?
Sí. Estaba un poco desconcertado por eso.

Yo: Traeré tu billetera, Sanji. Espera aquí.

Asiente. Escribo un mensaje mientras camino hacia la puerta principal y toco. Pasa un minuto, y nadie viene a la puerta, así que toco otra vez, con más fuerza, pensando que a lo mejor mi primer golpe fue demasiado suave para oírse. El pestillo gira, y el amigo de Sanji aparece en la entrada. Me dedica una mirada curiosa por un segundo, después mira detrás de el. La puerta se abre ampliamente, y Nami aparece, mirándome sospechosamente. Dice algo que parece como—: ¿Puedo ayudarte? —
Levanto el mensaje de texto que dice que estoy aquí por la billetera de Sanji, y baja la mirada y lo lee, después niega con la cabeza.

—¿Quién demonios eres tú? —dice, aparentemente no gustándole que estoy aquí por una pertenencia de Sanji. El chico desaparece de la entrada, y ella abre la puerta aún más, después cruza los brazos sobre su pecho y me mira. Hago señas hacia mi oído y niego con la cabeza, dejándola saber que no puedo oír lo que está diciendo.

Hace una pausa, después echa su cabeza hacia atrás y ríe, y desaparece de la entrada. Miro a Sanji, que está parado nerviosamente en la parte alta de las escaleras, mirándome. Su cara está pálida, y le doy un guiño, dejándole saber que todo está bien. Nami vuelve, golpea una pieza de papel contra la puerta, y escribe en ella. Levanta el papel para que lo lea.

¿Te lo estás follando?

Jesús, que idiota. Le hago señas hacia la pluma y el papel, y me los entrega. Escribo mi respuesta y se lo devuelvo. Mira al papel, y su mandíbula se aprieta. Arruga el papel, lo tira al suelo, y después, antes de que pueda reaccionar, su puño viene hacia a mí.

Acepto el golpe, sabiendo que debí de haber estado preparado para ello. El chico reaparece, y puedo darme cuenta de que está gritando, aunque no tengo ni idea de a quién le grita o qué dice. Tan pronto como retrocedo un paso de la entrada, Sanji aparece enfrente de mí, entrando apresuradamente en el apartamento, y sale apretando su billetera. El chico se para enfrente de el y coloca su mano en el hombro de Sanji, pero Sanji quita su brazo, hace un puño, y golpea al chico en la cara.
Nami trata de pararse enfrente de Sanji para evitar que se vaya, así que le doy una palmada en el hombro, cuando se gira, la empujo y se tambalea hacia atrás. Los ojos de Sanji se amplían, y me mira de vuelta. Tomo su mano y tiro de el para sacarlo de su apartamento, hacia las escaleras.

Afortunadamente, la lluvia finalmente ha parado, así que ambos corremos de vuelta a mi apartamento. Miro detrás de mí unas cuantas veces para asegurarme de que ninguno de ellos nos está siguiendo. Una vez que pasamos por el patio y subimos las escaleras, abro la puerta y me hago a un lado, así puede pasarme corriendo. Cierro la puerta detrás de nosotros y me inclino, agarrando mis rodillas con las manos para recuperar el aliento. Qué idiota. No estoy seguro de qué le vio Sanji, pero el hecho de que saliera con ella me hace cuestionar un poco su juicio. Lo miro, esperando verlo en lágrimas, pero en vez de eso, se está riendo. Está sentado en el piso, tratando de recuperar el aliento, riéndose histéricamente. No puedo evitar sonreír viendo su reacción. ¿Y el hecho de que golpeó a ese chico justo en la cara sin dudarlo? Tengo que concedérselo, es más fuerte de lo que pensé al principio.

Me mira e inhala una respiración calmada, después articula la palabra “gracias”, mientras sostiene su billetera. Se levanta y quita el cabello mojado de su cara, después camina hacia la cocina y abre unos cuantos cajones hasta que encuentra una toalla de cocina y la saca. La moja debajo del grifo, se gira, y me hace señas para que vaya. Cuando lo alcanzo, me apoyo contra la encimera mientras toma mi barbilla y mueve mi cara hacia la izquierda. Presiona la toalla en mi labio, y hago una mueca. No me di cuenta de que estaba herido hasta que lo tocó. Quita el trapo y hay sangre, así que lo pone debajo del grifo y de vuelta en mi boca. Me doy cuenta de que su propia mano está roja. La tomo y la inspecciono. Ya se está inflamando.

Le quito el trapo de la mano y limpio el resto de sangre de mi cara, después saco una bolsa de cremallera del armario, voy al congelador y la lleno con hielo. Tomo su mano y presiono el hielo en ella, dejándole saber que necesita dejarla ahí. Me reclino contra la encimera a su lado y saco mi teléfono.

Yo: Lo golpeaste bien. Tu mano ya está inflamada.
r32;Me manda un mensaje con una mano, manteniendo el hielo encima de la otra mientras la descansa en la encimera.

Sanji: Podría ser porque no era la primera vez que lo golpeaba hoy.

Yo: Vaya. Estoy impresionado. O petrificado. ¿Son tres golpes tu promedio al día?

Sanji: Tres golpes es ahora mi promedio de vida.

Me río.

Se encoje de hombros y baja su teléfono, después quita el hielo de su mano y lo pone en mi boca. —Tu labio se está hinchando —dice.

Mis manos aprietan la encimera detrás de mí. Me pone cada vez más incómodo ver lo cómoda que está con todo esto. Pensamientos de Ace aparecen en mi cabeza, y no puedo evitar preguntarme si estaría bien con este escenario si entrara por la puerta principal en este momento. Necesito una distracción.

Yo: ¿Quieres un pastel de cumpleaños?
Sonríe y asiente.

Yo: Probablemente no debería conducir, ya que me has convertido en un alcohólico furioso esta noche, pero si tienes ganas de caminar, Park l9;s Dinner hace un muy buen postre, y está a menos de un kilómetro y medio de aquí. Es bastante seguro que la lluvia se acabó.

—Deja que me cambio —dice, haciendo señas hacia su ropa. Saca ropa de sus maletas, después se dirige al baño. Pongo el tapón en la botella de Pine-Sol y la escondo de nuevo debajo del gabinete.

Notas finales:

Espero que les guste 


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