Ya ha pasado un mes desde que estoy en esta maldita escuela. Desde que golpee a Christopher, ese pelirrojo o Kyle, como le digo para molestarlo por hacer referencia a "South Park", todos creen que soy el problemático, además de ser un chico callado, yo no hago nada más. Mi meta se cumplió, hice que Chris ya no golpee más personas para quitarles su dinero o por diversión, en cambio nos divertimos de otra manera. Mi madre se alegró cuando los lleve a casa para almorzar, hasta hizo un banquete para nosotros.
Hoy nos toca educación física, eso quiere decir full fútbol para los varones. Desde que deje mi otra escuela no he tocado el balón, no quiero volver a jugar, aunque eso signifique que pueda ganar una beca completa deportiva por aquel deporte.
—Sebas, vamos a jugar—me jala del brazo Chris para llevarme a la cancha, donde estaban los demás jugando con el balón.
—No deseo—suspiré—No soy bueno jugando—mentí..
Christofer me comenzó a mirar con un puchero muy tierno. Antes se comportaba como un maleante y ahora parece un cachorrito mansito, me alegro haberlo hecho cambiar de actitud. Y es que, el me contó, al día siguiente de que lo golpeara, todo lo que realmente le sucedía. Vivía con su padre, el cual era alcohólico y lo paraba golpeando, hasta el punto de que si no obedecía le quemaba con cigarrillos. Me sorprendí al escuchar eso y a la vez la ira me consumió, le aconseje que lo denunciara, pero él sollozando me confesó que no lo hacía por su hermano pequeño. No sabía cómo ayudarlo así que le pedí a mi padre que me aconsejara. Ese mismo día, pero más tarde, mi padre se comunicó con unos amigos suyos que no tenían hijos y que buscaban adoptar desde ya hace mucho, que dos muchachos necesitan un hogar donde se les brindara amor y protección ante todo, ellos lloraron y se alegraron por aquella noticia. Luego de eso, mi padre, juntos a esos amigos, fueron a la casa de Chris, el cual por una gran suma de dinero, firmó los papeles de adopción sin objeción alguna, mi padre me dijo, que hasta este hombre se alegraba por darlos en adopción y deshacerse de ellos. Christofer, al principio no estaba de acuerdo, hasta se había molestado conmigo por estar de lengua suelta, pero luego se dio cuenta que era lo mejor para él y su pequeño hermano, terminó agradeciendo por todo y nos volvimos más unidos.
— ¡Hey! —me sacudió Chris.
— ¿Qué pasó? —le pregunté.
—Te perdiste en tu mundo, otra vez—sonrió.
Era lindo ver a mi nuevo mejor amigo sonreír. Sone muy gay.
—Otra vez te perdiste en tus pensamientos—achina los ojos, viéndose muy gracioso haciendo aquel gesto—Ven a jugar—intenta otra vez.
—No deseo, ya te dije—me siento recostandome en la pared.
—Nos falta un delantero—lo miro desde abajo, pero no le veo bien el rostro porque los rayos del sol me caen directamente a los ojos.
— ¡Hey tu! —Me grita el entrenador— ¡Juegas porque juegas, este es tu examen final!
Me paro de donde estaba, veo como se le dibuja una sonrisa a Christofer, me da ganas de borrarla..
—Ya Sebas, con el pie derecho pateas, pero si eres zurdo, lo haces con ese pie, tienes que correr, no le pases la pelota a los que tienen chaleco anaranjado, no están en tu equipo y por favor, no patees a nuestro arco—Me explica Christopher, lo cual provoca que me cabree más.
—Si sé jugar, pelirrojo estúpido—le digo molesto por la explicación más idiota del mundo.
Empezamos a jugar, Chris me pasa la pelota cuando se ve acorralado, comienzo a jugar en serio, odio que la gente me tomen por estúpido. Estoy cerca del arco contrario, la defensa trata de evitar que llegue al arco, pero logró saltar junto a la pelota, esquivo al segundo jugador que también es defensa, pasando la pelota encima suyo, hago un movimiento en zigzag para confundir al arquero y pateo.
— ¡Gooooooooooool! —gritan las chicas eufóricas.
Miro a Christofer con una sonrisa prepotente, el cual aún sigue anonadado por lo que acababa de hacer.
***
— ¡No sabía que podías hacer ese tipo de cosas! —grita emocionado Christofer.
—Cállate, que estamos en la calle—me adelanto, para no estar junto a él.
Estábamos camino a la tienda de videojuegos, en el centro comercial de Javier Prado, los dos habíamos ahorrado para un videojuego y lo íbamos a comprar a medias para jugarlo en mi casa. Chris, no dejaba de hablar de lo emocionado que estaba de comprar este juego, que nunca había jugado y que esta era su primera vez compartiendo algo con un amigo.
— ¿Sebastian?—se me acerca una chica de tez clara, ojos verdes claros, cabello castaño rojizo, alta y esbelta figura. Se queda mirando al pelirrojo de que está parado a mi lado.
—Rosse, hola—miro a mi ex novia con indiferencia, aquella chica que me abandonó, cuando se enteró que mi padre fue despedido y que se había ido a la quiebra.
—Hace tiempo que no te veo—me abraza por la cintura.
Miro a Christofer, quien mira con enfado a Rosse.
Christofer contrólate, por favor.
—Rosse, con que aquí estabas—observo al chico que se acerca.
—Xavier—observo al chico azabache, de ojos color gris, tez clara, hombros anchos, cintura angosta, alto y con musculatura. Mi ex mejor amigo, que por la misma razón hueca que Rosse se alejó de mí, por ya no estar en la alta sociedad.
—Sebastian—me mira con asco mi ex mejor amigo—Mi amor, vámonos—le agarra de la mano a Rosse.
—Fue un gusto verte de nuevo Sebis—me sonríe la castaña.
Suspiro con pesar, despeinándome, tratando de calmarme.
— ¿Qué fue eso Sebis? —Chris trató de imitar la voz de Rosse.
Comienzo a reír por la ocurrencia de mi amigo.
—Eran mi ex y mi ex mejor amigo—sonrió melancólicamente.
— ¿Tu ex el chico fortachón y tu ex mejor amigo es la chica, se cambió de sexo? —Dijo el pelirrojo mirando a la dirección por la que se habían ido mis ex amigos.
Comencé a reír escandalosamente, la ocurrencia de Christofer era única.
—Gracias—me sequé las lágrimas que habían salido por mis ojos por tanta risa.
Él solo me dedico una sonrisa y nos dirigimos a la tienda de videojuegos.
***
—Chris, nunca te pregunté quién era ese chico que tiene el cabello pintado de turqueza—señalé al chico discretamente.
—Se llama Marlon Ruiz, es muy kawai, inteligente, escucha buena música, parece hipster, pero no lo es—susurró Christofer, estábamos en clase y él había salido a resolver un ejercicio.
—Ya veo—sonrió al cruzarse nuestras miradas—Tiene un bonito color de ojos.
Christofer se le queda viendo un rato más y se recuesta en la carpeta, para luego sonreír.
***
Estábamos jugando el nuevo "Sesos destruidos dos", Christofer se había vuelto muy unido a mí y mi mamá se había encariñado con él. Bueno, no era un mal chico. Además ahora se ve diferente, se quitó los aros de la boca y se las colocó en sus orejas, viéndose así más mono.
—Me gusta alguien—soltó de repente.
Puse pausa el juego y lo miré.
— ¿Quién? —lo observé curioso, esperando su respuesta.
—Está en tercer año, es muy lindo, ojos negros, cabello del mismo color, piel de porcelana y muy tierno—se sonrojó al notar que lo dijo sin pensar.
— ¡Eres gay!—lo miré sorprendido.
—Si—me miro tímidamente—eso no es un inconveniente ¿no?
— ¿Por qué lo sería?, ni que estemos en el siglo XIX—sonreí.
—Gracias por ser mi amigo—se secó algunas lágrimas.
—No hay de qué pelirrojo tonto.
Ambos empezamos a reír.