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“Enamorado.” por Nakamura Yuuki

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Notas del fanfic:

Los personajes, obviamente, no.son de mi pertenencia pero la historia sí. Cualquier adaptación o secuela deberá ser consultada conmigo antes de la creación y/o publicación de la misma. De otro modo, sera denunciada inmediatamente


→Contenido Homosexual. Si no es de tu agrado, puedes abandonar inmediatamente la historia, gracias.

→Debido a esta historia podrías llegar a odiar Rin; y si ya la odias, la vas a odiar aun más de lo humanamente posible.

 

 

Sin más que decir, disfruten de su lectura. Muchas gracias.

 

Notas del capitulo:

No tento absolutamente nada que decir...(? ;-;.

Emm, quizás, disfruten de su lectura y...

¡Nos vemos al final! :3

Era el primer día de primavera y, desgraciadamente, se debia levantar temprano para ir a arreglar los temas referentes a su nueva canción.

Bajo rápidamente las escaleras, ya estando vestido, y se encaminó a la cocina.

Saco un envase pequeño de jugo y lo destapó.

Se lo sirvió en un vaso y comenzó a hacerse unas tostadas, dos huevos estrellados y un poco de tocino.

Tarareaba tranquilamente la melodía de una de las canciones de Miku. Le resultaba bastante pegadiza.

Cuando su desayuno estuvo listo, lo llevo todo a la mesa y se sento,  listo para degustar sus alimentos matutinos.

Desgraciadamente la vida lo quería joder y apareció su hermana, lo saludo y le robo una tostada, un huevo, un tocino y su vaso de jugo.

Len la maldijo bajito y se dispuso a comer lo que restaba, pero nuevamente algo lo interrumpió. La bocina del auto que lo venía a recoger sonó.

El rubio, bastante molesto, agarró solamente la tostada y salió a toda prisa de la casa. Subió al auto y partió.

Ya en la oficina principal, comenzó la reunión para preparar absolutamente todo lo referente a la escenografía, coreografía, vestimenta, audio, utilería, etc. etc.

Pasadas las 2 de la tarde se termino la reunión y se dispuso a ir a almorzar. Lastimosamente, hubo otro inconveniente para Len.

No había traído dinero consigo. Bufando y al borde de ponerse a llorar del hambre que sentía, se dirigió a la salida del lugar. Solo quería volver a casa y almorzar.

Como le daba pereza bajar tantas escaleras, se fue hacia el ascensor. Tocó el botón con flecha hacia arriba y espero a que llegase.

Comenzó a tararear nuevamente una melodía inventada, por simple aburrimiento.

—¿Qué canción es esa?—indagó una voz a sus espaldas.

Aquella voz que siempre que la oia lo hacia estremecerse desde las puntas de sus dedos hasta su coronilla.

—N-n-no e-es...—carraspeó—No es una canción, es solo una melodía que acabo de inventar.—respondió finalmente, comenzando a tocar varias veces seguidas el botón de la flecha hacia arriba, estar mucho tiempo con ese chico era peligroso para su salud.

—Humm~—musitó el otro rubio, sin dejar de mirarlo fijamente, esperando alguna acción del más bajo.

El estomago de Len sonó, haciendo que un sonrojo apareciera en sus mejillas.

—¿Hambre?

—¡No, solo me estoy autodigiriendo!—exclamó sarcástico, no estaba de humor para responder obviedades.

Append desvío la mirada y no volvió a hablar, Len comprendió que la había cagado.

—P-perdón Ap...—en medio de su disculpa una Miku salvaje apareció de la mismísima nada y se llevó a rastras a Append, sin darle tiempo a disculparse correctamente.—¿Pero que demo...?—susurró confundido mirando hacia donde habían desaparecido sus dos amigos.—Oh, bueno. Para la próxima me disculpo—murmuró un tanto desanimado, él quería pasar más tiempo con Append.

Rápidamente se golpeó la cabeza, esperando que así ese estúpido pensamiento desaparezca de una jodida vez.

Por fin el ascensor abrió sus puertas y el rubio se adentro a este, toco rápidamente el cero.

El ascensor bajo sin mucho retraso y Len pudo dirigirse al auto que lo devolvería a casa.

***

Ya estando en su casa, almorzó un sabroso sándwich de pollo junto con un jugo de manzana.

Después se fue hasta su cuarto y se lanzó sin más a la cama. Abrazó una almohada y se dejó llevar por Morfeo.

A las horas se despertó, confundido. Nuevamente había soñado con Append y ya se le estaba colmando la paciencia, era realmente molesto despertar todos los malditos días con un problema entre las piernas. Esta vez tampoco fue la excepción.

Como alma que lleva al diablo corrió hacia su baño, debía encargarse rápidamente de su problemilla o comenzaría a doler.

...

Al terminar, se dirigió al cuarto de su hermana, ya no había más opciones. Pediría un consejo.

Tocó tres veces la puerta y un suave "adelante" se escucho. El rubio abrió puerta y para su mala suerte, su hermana estaba a medio "vestir", por no decir que solo estaba en ropa interior.

—¿Podemos hablar...?—murmuró cerrando la puerta detrás de sí.

—Si, claro. ¿Qué puede ofrecerle esta divina obra de arte a un joven como tú?—preguntó mientras agarraba un short minúsculo y se lo ponía.

El chico bufo—Necesito un consejo.—murmuró, sus mejillas poco a poco iban tomando color.

—¿Mm?—volteó a verlo sin comprender.—¿Un consejo? ¿Sobre qué?—se pusó una remera violeta y se sentó en su cama—¿De belleza, de vestimenta, de amor...?—preguntó sentandose como un indio.

—Si... sobre amor...—susurró sentandose a su lado, manteniendo su mirada fija en el suelo.

—Con que amor... eh—dijo en tono burlón mientras golpeaba con el codo a su hermano—Así que ya superaste a Kaito—rió fuerte mientras se apoyaba en sus manos—¿Ahora de quién te enamoraste? ¿De Gumi, de Miku de nuevo?

Len resopló con fastidio—No, no.—pusó sus ojos en blanco—De ninguna de ellas y sí. Ya lo superé.—se cruzó de brazos—¿Tu ya superaste a Gaku?—indagó con sorna.

Rin lo miró fulminante.—Si, como sea.—suspiró—¿Quién es la o él afortunado?—inquirió cambiando de tema.

Len sonrió—...Append...—nuevamente el rosa pálido se instalo en sus mejillas.

—¿¡Append!?—exclamó sorprendida.—Que... raro.—se puso en pose pensativa, mirando al techo.

—Sisi, Append.—su sonrisa se torno nerviosa—Quiero que me ayudes a confesarme...

La rubia lo volvió a mirar, incrédula. Luego de unos minutos asintió.

Len, ya más tranquilo, la abrazo y luego se marcho. Dejaría que su hermana pensase en un buen plan.

Tal vez, si el rubio lo rechazaba directamente, el pequeño Len lo olvidaría más fácil. Así como pasó con Kaito.

Dos días más tarde.

Len estaba volviendo, a pie, de la discográfica. Si todo era aprobado por el director empezarían a grabar el videoclip.

Una leve sonrisa se escapó de entre sus labios, hoy se confesaria a Append. Ya lo tenia decidido y solo tenia que llegar a casa para preparar todo.

Con entusiasmo apuró el paso, mientras más rápido arreglara todo, más rápido podría llamar al chico y así, confesar sus sentimientos.

Abrió la puerta, sin anunciar su llegada, según tenía entendido, su hermana estaba en la casa de Miku haciendo cosas de chicas o algo así.

Se sacó en chaleco y se encaminó al living... jamás imagino que se iba a encontrar eso al llegar.

Estaba su linda hermana sentada sobre el chico que le gusta... besandolo.

Desde su ángulo no podía decir si Append le correspondia o no... pero poco le importo.

—¡Wow!—exclamó, intentando que su voz no se quebracé en medio de la oración.—No creí que ustedes llevaran ese tipo de relacion.—rió sin gracia mientras se dirigía al comedor, sacó un jugo de la heladera.

—¡N-no es lo que crees!—exclamó rápidamente Rin, levantándose de donde estaba.

Append seguía en shock, sentado en el sofa, "mirando" la ventana, con los ojos muy, muy abiertos.

—¿Mm?—Len la miró con desprecio—¿Ah no? ¿Entonces?—sonrió mientras caminaba hacia las escaleras, el pecho le dolía como el infierno pero no derramaria una sola lágrima frente a ella.

—Y-yo... bueno...

—Te estabas besando con Append, eso es todo.—se encogió de hombros y subió las escaleras, llegó a su cuarto y se encerró con llave. Cerró las cortinas, dejo el jugo en la mesita de luz y se tiró a la cama a llorar.

Append tardó unos segundos más en reaccionar. Miró a Rin y esta le sonrió.

—Te lo dije, no le gustas.—se encogió de hombros y se fue a la cocina.

El rubio se levantó de forma mecánica mientras suves lagrimás descendían por sus mejillas. Se enteró de la peor forma posible que el chico que le gustaba le era indiferente.

Caminó hasta la puerta y se fue. Se fue de esa casa para no volver nunca más. Francamente, se quería ir hasta del país.

Mismo día, horas después.

Horas habían pasado desde que se había encerrado. No bajo a almorzar, no bajo a merendar y no bajaría a cenar. Rin le había gritado que bajase de una vez, parecía que no entendía el maldito mensaje: "No te quiero ni ver, así que dejame en paz"

Una y otra vez le contestaba lo mismo, pero su hermana no captaba.

La opresión en su pecho no desaparecía, saber que tu gemela es la persona que le gusta al chico que te gusta no es muy agradable, pero el sentimiento empeoraba al saber que tu maldita hermana, aun sabiendo de tus sebtimientos, lo besara en TU JODIDA CASA.

Ya no sabia que era peor. Ni siquiera quería hacerse la idea de que a Append le gustase el beso. Simplemente no quería.

Los segundos, los minutos, las horas, incluso los días habían pasado y el pequeños rubito no salia de su habitación. Ni siquiera se levantaba de su cama a menos que fuese estrictamente necesario.

Ya no tenía lágrimas que derramar. Sus ojos ardían y su pecho largaba punzadas a cada momento, no podía olvidar ese maldito beso.

En cierto punto, le tenia envidia a su hermana. Él también quería probar esos pedazos de carne y dejar que estos los llevasen al paraíso.

Por otro lado, Rin estaba recibiendo el sermón de su vida. Miku se había enterado de todo y en ese preciso momento le estaba diciendo hasta de que se iba a morir.

Blue Moon estaba a su lado, maldiciendo de mil y un formas a la rubia, sinceramente no entendía como era que esa... cosa, por no insultarla -aun más-, era hermana de Len.

Moon, cansado de las lágrimas fingidas, se fue arriba y busco con la mirada el cuarto del chico.

—Len...—susurró tocando la puerta—...Len, soy yo. Blue Moon... abreme—pidió amablemente y aunque tardó un poco, consiguió que le abrieran la puerta.

El cuarto en si, estaba bien... la cama estaba toda desarreglada... y el pequeño Len, estaba completamente diferente.

El niño que tenia luz propia ahora parecía que estaba por desaparecer, estaba tan... apagado.

Moon no lo resistió y lo abrazo, como abrazaria a su hermanito. Lo acunó en sus brazos, dirigiéndose a la cama.

Los sollozos del rubio no se hicieron esperar, hacia tanto que necitaba ese abrazo.

Lloró. Lloró aun más de lo que había llorado en los días anteriores, se desahogo por completo en los brazos de su amigo.

Cuando ya se pudo calmar, Blue le explicó brevemente la situación.

—¿¡Qué!?—el rubio estaba exaltado, no podía creer lo que su hermana había hecho.

Tampoco entendía  muy bien que quería probarle exactamente a Append... pero según Blue le explico, lo habia logrado.

Como sea que haya sido la cosa, ahora se encontraban en una "discusión" un poco más... interesante, por así decirlo.

—Oh, vamos...—exclamó con desesperación Moon—Solo ve y confiesate.

—No puedo—le dijo el rubio al chico frente a él—¡No puedo!


—¿Seguro?—me preguntó Blue Moon.

—Si...—susurré—, nada me gustaría más que poder sentarme frente a él y decirle lo que siento... pero sé que no puedo.

Moon se sentó a lo indio, en un puff que había en el cuarto, sonrió, lo miró a los ojos y bajando la voz, le dijo:

—¿Me dejas que te cuente algo?

Y el silencio del chico fue una respuesta más que suficiente.

Moon empezó a contar:

—Hace unos años, el maestro me contó sus momentos de infancia más "sobresalientes"—doblo sus dedos en el aire—una de ellas, fue bastante interesante a mi parecer y quizás te sirva.

«Cuando el maestro era niño lo habían llevado a un circo, lo que más le gusto del circo fueron los animales. También a él como a otros niños le llamaba la a tención el elefante. Durante toda la función la enorme bestia, realizo trucos que necesitaban un tamaño y una fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un tiempo antes de volver a escena, el animal quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Y como sabras, la estaca es solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centimetros en el suelo, era más que obvio que el elefante, sin mucho esfuerzo, podría haberse liberado en innumerables ocasiones... pero no lo hacia. Eso era lo que le extrañaba y como a esa edad, según él, aun confiaba en la sabiduria de los adultos, les preguntó el porqué de esto. Le dieron innumerables respuestas que no parecían muy satisfactorias para su mente infantil. En fin, al pasar los años, olvidó el tema... hasta que, hablando con un colega suyo, por fin tuvo una respuesta concreta—hizó una pausa, miró a Len y sonrió nuevamente—el elefante no escapa porque ha estado estacado desde muy, muy pequeño. En ese momento, el pequeño elefante, con tan solo unos días de vida, lucho por zafarse... pero no lo logro, con el pasar de los días siguió intentando con todas sus fuerzas para poder soltarse. Hasta que un día el animal aceptó su impotencia y se resigno a su destino. El elefante, grande y poderoso, que vemos en el circo no escapa porque cree que NO PUEDE. Tiene registro de la impotencia que tuvo a pocos días de nacer... lo peor es que nunca más volvió a intentarlo por miedo a fallar nuevamente.—suspiró—Así es la cosa, Len. Todos somos un poco como ese elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que "no podemos" solo por que en cierto momento de nuestra vida, probamos y no pudimos. Grabamos en nuestros recuerdos: "No puedo... No puedo y nunca podré" . Hemos crecido con ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar...»

Blue Moon hizo una larga pausa; luego se acercó, se sentó en el piso frente al más bajo y siguió sin dejar de sonreirle con cariño:

—Esto es lo que pasa, Len, vives condicionado a un recuerdo en el que otro Len, que ya no es, no pudo. La única manera que tenes de liberarte, es intentar de nuevo, poniendo todo tu empeño y corazón en ello... pero escuchá bien... TODO tu corazón.—cuando termino, se levanto, despeino al chico y se fue.*

Kagamine ya no sabia que pensar y mucho menos que hacer. Solo se decidió a olvidar por un momento el rechazó que recibió por parte de Kaito años atrás. Se levanto de su cama y en menos de lo que canta un gallo ya se encontraba en el baño, tomaría una ducha rápida y luego correría hasta el apartamento de Append. Necesitaba hablar con él urgentemente.

***

Hace media hora había salido de su casa y aun corría con todas sus fuerzas –o las que le quedaban— por la ciudad.

Joder, enserio estaba lejos.

Doblo en una esquina y por fin dió con el gran edificio. A paso apresurado se dirigió a la recepción y preguntó por el rubio.

Luego de persuadir a la chica con su enorme ternura se dirigió al ascensor, tocó el botón que lo llevaba al ante último piso.

Cuando el ascensor llegó buscó la puerta 220. Tardó unos cuantos minutos hasta que por fin la encontró. Toco la puerta y espero a que hubiese algun ruido.

—¿...quién?—preguntó un voz ronca desde el otro lado de la puerta.

Len se estremecio—Yo.—contestó simplemente.

—¿Quién es?—repitió aquella voz tras la puerta.

—Soy yo—suspiró—Len.

La puerta se abrió levemente.—¿Que quieres o que vienes a buscar, Len?—murmuró Append sin sacar ni la mitad de su rostro.

—Vengo a buscarte a ti—empujo la puerta y solo así pudo ver a la persona que cautivo su corazón.

Un peso se instalo en su pecho. Verlo así era doloroso. Tenia ojeras, marcas de lágrimas y se notaba a más de 10 kilómetros a la redonda lo pálido que estaba. Daba la impresión de que se desmayaria en cualquier momento.

Len mordió su labio.—¿Por qué...?—preguntó entrando mientras cerraba la puerta tras sí. Lo tomó de los hombros—¿Por qué estas así?

Append rió sin gracia. Le parecía comico y a la vez doloroso ver a Len frente a él, preguntadole el porqué de su estado.

—Porque la persona de la cual estoy enamorado me es indiferente.

Len sintió una punzada al oírlo. Lo comprendía pero le dolia.

—¿Quién... es?—el rubio más bajo tenia claro que no era su hermana.

Append se quedo varios segundos en silencio. Como buscando en sus recuerdos la imagen de la persona que le gusta.

De pronto, Append se separó y guío a Len hasta su habitación, lo sentó en la cama e ingreso al baño.

El rubio menor no comprendía porque hacia eso, pero se dejo llevar y espero hasta que el chico saliera del baño.

Y cuando lo hizo a Len casi le da un infarto. El chico por el que babeaba –y se masturbaba– estaba frente a él, usando tan solo unos pantalones.

Append le sonrió y Len se derritio. Ambos se sumieron en un silencio, sin apartar la mirada del otro.

—Querias saber quien es, ¿no?—murmuró Append sentandose junto a Len, dejo caer su cabeza en el hombro del chico y respiro profundo, esperaba no estar cometiendo un error.

—...si—susurró llevando su mano a las hebras doradas del chico.

—Prometeme...—tomó aire—prometeme que no te enojaras ni me dejaras de lado...—pidió bajito, tomando la otra mano de Len y entrelazando con facilidad sus dedos.

—Dimelo...

—No, no.—negó rotundamente—Primero, prometemelo...

—Esta bien. Te lo prometo.

—…me gustas tu…—susurró, sintiendo un leve calor en sus mejillas.

Len se quedo en silencio, mirando a Append con los ojos extremadamente abiertos, no cabia en su sorpresa... ni es su felicidad.

—¡…lo sabia, te enojaste!—exclamó cual niño pequeño mientras se apartaba de Len—…seguramente te doy asco, ¿verdad?—murmuró dolido mirando sus pies—Perdón…

Len seguia en shock cada palabra dicha por Append era procesado lentamente por su cerebro, para no hacerse falsas esperanzas.

Pero no…

…Joder que no…

¡No había escuchado mal!

Y rápidamente entendió que habían tres cosas que debía hacer urgentemente: volver a respirar, contestar y besar a Append.

—¿Yo... te gusto?—susurró mirando al chico a su lado.

El rubio asintió, mirandolo a los ojos con amor.

Y ahí a Len le valió madres todo. Se tiró sobre Append y lo beso, lo beso como tantas veces había soñado. Con desesperación, con hambre, con cariño... con amor.

El beso fue correspondido. Se besaban demostrando todos los sentimientos guardados.

Lentamente, el beso fue subiendo de tono. Sus lenguas danzaban unos con la otra, explorando la humeda cavidad del contrario.

El rubio mas alto metió su mano por debajo de la remera blanca de Len. Proporcionándole leves caricias.

Len jadeo contra sus labios y Append supo que debian parar. Se separó levemente de Len y le sonrió.

—¿También me quieres?—indagó posando su mano en la mejilla del rubio, acariciandola.

Len sonrió y le dio un leve beso—Si...—se sentó en las caderas del mayor.

—Esto es demasiado peligroso, Len...—rió entre dientes y beso los lebios de su rubio.—Detengamonos...

Len hizo puchero, el quería seguir besando a Append.

—Amor, por favor ¿si?—le susurró al oído mordiendo el lóbulo en el proceso.

Len no tuvo más opción que asentir y bajarse de encima del chico.

Append lo beso, lento y con calma. Quería demostrarle todo el amor que le tenia con un solo beso.

—Vamos. Tengo hambre—murmuró el más alto encaminandose a la cocina.

Len espero a que saliese de la habitación para murmurar:

—Me hubieras comido a mi...—y se fue tras él

Notas finales:

*:texto perteneciente al libro “Recuentos para Demián” de Jorge Bucay. De la Página 11 a la 14. (Les recomiendo el libro uwu)

UuU no pos... lesto (?

*huye*

 

 


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