Y sabe que es amor… Esta seguro que es amor.
Porque por él lo ha dejado todo. Dejó a su mujer, a quien había amado por poco más de doce años, hizo oídos sordos ante las quejas de su única hija, sobre cómo era posible que de la noche a la mañana se atreviera a hacer eso —aunque en realidad aquello llevaba gestándose poco más de dos años—, e incluso se negó a darle muchas explicaciones a quien fue —en su momento—, su mejor amigo.
Y Brendan estaba seguro que aquello era amor, porque decidió dejar lo que le había costado casi una vida en tener por otra persona que insistentemente había terminado por arrebatarlo de aquel cómodo lugar. Alguien que le juraba que jamás se cansaría de su persona y que por siempre iba a estar a su lado.
Y tenía que ser amor, porque no tenía pensado —ni podía darse el lujo—, de desperdiciar todo aquello que tanto trabajo le había costado obtener. Aquello que con tanto esfuerzo finalmente había obtenido. Que por el simple hecho de pensarlo le hacía sonreír, ocasionando también que su corazón latiera mucho más rápido de lo que normalmente lo hacía.
—Te amo.
Diría una de muchas veces, mientras se acomodaba en el pecho de Norman para dormir, acurrucado y disfrutando del olor que despedía el adulto, aquel que tanto le tenía fascinado.
—Yo tambien lo hago.
Y sabe que sus palabras son verdad, porque es imposible que no lo hiciera tras todos los problemas que sabía, les iba a ocasionar el estar juntos.
—¿Te arrepientes?
Preguntaria con curiosidad aquellas noche que —a la distancia—, parece dar la sensación de ambos sufriendo de insomnio hasta bien entrada la madrugada.
—¿Esta mal si lo hago? —Norman sabía que Brendan no era la persona más madura en el mundo como para tratar ese tema, ni siquiera se sentía a gusto por tener que mencionarlo, pero en ocasiones era inevitable soltar algo de ese estilo—. Olvidalo, tu no te mortifiques por eso.
Sería entonces cuando el silencio se situaría una vez más entre ellos, tal vez años más después podría pensar sobre el tema desde otro punto de vista y, tal vez, sentir alguna clase de remordimiento por lo que había hecho —pero oh que cosas, llegaría a los veinticinco solo para darse cuenta de que ser feliz era lo que más le importaba—. Pero mientras esperaba el dia donde madurará por fin, y pensará más claramente en lo que había hecho, se mantendrá al lado de Norman, con una sonrisa y asegurando que todo estaba bien, por la imperiosa necesidad de hacerlo feliz.
Porque así como Norman dejó a su esposa, e hizo caso omiso a todas las voces que le decían que no hiciera aquella estupidez.
De igual forma, le dio la espalda a su padre, las súplicas de su mejor amiga le entraron por un oído y le salieron por el otro. Y los insultos de la ex-mujer de Norman simplemente los pasaba por alto, algo que hacía enojar mucho más a la mujer, que ya ni debía saber cómo seguir insultandolo.
—¿Tu lo haces? —preguntó Norman, principalmente al aire, pues a estas alturas tenía la creencia de que Brendan ya debía de haberse quedado dormido desde varios minutos atrás.
Y aunque siente al menor removerse entre sus brazos —tal vez dispuesto a contestar—, se da cuenta de que ni siquiera tenía porque preguntar algo tan obvio.
Porque la respuesta, obviamente, es no.
Y es entonces cuando cae en cuenta… De que es amor.