"¿Quién es?"
"Es uno de los guardias de seguridad del restaurante"
"¿Pero qué dice en su muñeca?"
El de cabello dorado lo miró fastidiado.
"No sé pero no me importa. Lo conozco desde hace años. No sé quien seas pero llegaste tarde. Te daré un poco de sopa"
"¿Sabes? He esperado toda mi vida para hallarte. Estaba muy preocupado por ti"
El de ojos azules también podía sentir las letras de su muñeca latir. Sin embargo, las ignoraba. Le daba lástima aquel pelirrojo. Pero se había enamorado de su amigo de la infancia.
"¿Al menos puedo quedarme aquí? Puedo trabajar. Si no quieres no te hablaré. Solo quiero sentir que estas cerca. Por favor"
"Bueno si sabes lavar platos puedes hacerlo. Pero no te entrometas entre él y yo"
El más alto solo asintió. Las cosas no habían salido como había planeado. Le dolía que el menor no sintiese nada por él. No obstante, no se iría. Si había soportado tanto para dar con Sanji. Ahora que lo había hallado no se iba a alejar.
'Te tengo tan cerca y no puedo abrazarte'-pensó con amargura.
En silencio terminó la sopa. Era deliciosa y cálida pero en esos momentos, su corazón se sentía helado.
"Sígueme si quieres hablar con el jefe"-le dijo el menor tomando el cuenco. Fueron a una oficina donde estaba un señor mayor que se veía muy rudo
"¿Qué quieres pequeña berenjena?"
"Yo nada maldito viejo. Este sujeto quiere un puesto. Yo volveré a mis labores" –Y sin mirar atrás atravesó el umbral.
"Buenas tardes por favor déjeme trabajar aquí"-le rogó con una reverencia.
Le contó de donde venía, el porque estaba allí y las razones por las que no podía irse.
"Bien, pero con esa apariencia serás un camarero estoy seguro que ese cabello rojo atraerá muchos clientes"
Le entregó un traje como el del rubio.
"Bienvenido al Baratie"
Fue a la habitación donde había estado antes. Tomó una rápida ducha y se colocó el atuendo. A continuación caminó hasta encontrar la cocina. Donde le entregaron una bandeja con un plato y bebidas
Estuvo trabajando sin descanso, para evitar distraerse con sus sentimientos, hasta avanzada la noche cuando el jefe le indicó que era suficiente. Y le entregó su cena.
Después de comer decidió ir a ver las estrellas. Salió a la proa y subió una pequeña escalera encima de una cabina desde la cual contemplo las hermosas constelaciones que adornaban el firmamento.
Miles de veces las había observado y se había preguntado si el dueño de aquel nombre las estaba mirando también sintiendo el mismo anhelo que él por encontrarse.
De pronto escuchó pasos.
Era Sanji pero no estaba solo un muchacho alto de cabellos esmeralda lo acompañaba. Y no apartaba la vista de el.
“Entonces Zoro que querías decirme?"-susurró el menor con una sonrisa tímida.
El espadachín guardo silencio por un momento al parecer buscando las palabras correctas.
"....tu me gustas. Desde hace mucho tiempo"
"Pues yo también siento lo mismo por ti"
Aquel peliverde rodeo con sus brazos la cintura del rubio y lo atrajo hacía el .Junto la su frente con la suya y le sonrió. El más bajo pronto cerro la distancia.
Mientras observaba a escondidas aquella escena el pelirrojo pudo notar que el de cabello oro se había colocado una venda sobre la muñeca donde tenía las letras.
¿Y que tal si lo que estaba ahí escrito era el nombre de Zoro?
Talvez había habido un error con él. O él era un error.
.Intentó ignorar cualquier sentimiento. No quería interferir con la felicidad de su alma gemela.
"A esta hora ya no hay nadie en la cocina.
Ven conmigo te prepararé un delicioso postre y te serviré sake"
El más bajo tomó la mano del mayor en la suya y lo condujo escaleras abajo.
Mientras tanto el de cabello carmesí se hallaba aún tendido sobre esa cabina. Con los brazos detrás de la cabeza. Permaneció unos instantes así.
"¿Y quién es ese nuevo camarero?"
"Alguien que el maldito viejo contrató"
"Cuando lo vi noté que se parece a ti. ¿Lo conoces?"
"En lo absoluto. Y no vuelvas a decir que me parezco a el"
"Tranquilo solo tengo ojos para ti"
"Me alegra tanto haberte conocido"
De pronto gotas de agua comenzaron a mojar su rostro. Pronto la lluvia cubrió la proa.
"Rayos el agua está entrando"-exclamó el más joven desenredándose un momento de los fuertes brazos del de cabello verde para subir a toda prisa los escalones y cerrar la puerta.
"Creo que lo mejor será volver a nuestras habitaciones hace mucho frío y no quiero que te enfermes"
"Creo que…me sentiría más cálido si durmieras conmigo"
"Eh? P-pero...si tu padre se entera me despedirá"-respondió el de mirada más oscura sonrojándose.
"No tiene por qué saber...Y además no quiero separarme de tu lado esta noche"
Nunca se había sentido tan desamparado. Pero no era el frio de la lluvia que lo había empapado por completo lo que calaba sus huesos y lo hacía temblar.
Incluso a lo largo de su viaje había enfrentado situaciones de elevada adversidad pero nunca se había dado por vencido porque pensaba que su alma gemela lo esperaba ansioso de conocerlo. Con los brazos abiertos, que una dulce sonrisa bastaría para hacerle olvidar los obstáculos que había sorteado y reconfortaría su corazón.
Aun así Sanji sonreía...no con él pero lo hacía. Zoro podía darle la felicidad que el no.
Se forzó a sí mismo a curvear un poco sus labios en una débil sonrisa.
¿No sería más fácil si el no estuviera? ¿Y si se lanzase al mar y terminase todo de una vez?
De pronto la puerta se abrió