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On fire por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

Hola, ¿qué hace? ¿mirando porno, o qué hace? Sólo diré que estoy agradecida con sus comentarios, muchas gracias por el buen recibimiento del fic, espero que eso no cambie con el segundo capítulo.

Gracias, Libertad por la edición del capítulo

ENJOY ;)

On fire.

Capítulo dos.

 

Sasuke tenía en sus manos los resultados de los laboratorios; temblaban nerviosas. No sabía si estaba preparado para verificar la información, después de todo, Naruto negaba que estuviera en cinta. Huyendo mil veces de su presencia ¡lo trataba como la misma peste! Sin olvidar los síntomas que hasta la fecha seguían acosándolo.

 

Cerró los ojos mientras abría lentamente el sobre. Se había encerrado en el despacho de su padre para poder tener la privacidad necesaria, además, necesitaba un momento a solas. Suspiró mientras sacaba la hoja y leía lentamente la palabra «positivo» en letras mayúsculas. Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza mientras una extraña sonrisa surcaba su rostro.

 

¡Pero qué diablos! ¡Iba a ser papá! ¡De verdad lo iba a ser! Tal vez no en la mejor de las circunstancias, pero una dicha lo embargó, la decepción que había sentido por el rechazo de Naruto desapareció, se sentía eufórico al saber que le había mentido ¿por qué? no lo sabía, pero le llenaba, le motivaba y su corazón latía exaltado. Todo un sin fin de emociones positivas lo dominaban a pesar de que su rostro sólo demostrara una sonrisa de medio lado.

 

—Aquí estás, padre nos está... — Itachi estaba enfrente de él con una ceja hacia arriba —. ¿Pasa algo? — preguntó sin dejar de mostrar duda en su rostro. Fugaku los estaba llamando para cenar, les iba a dar una noticia sobre un asunto que tenía para ellos dos, sin embargo, al encontrarlo en la oficina de su padre algo le había sorprendido demasiado; Sasuke rara vez sonreía.

 

—¿Por qué lo preguntas?

 

—Te vez maléfico sonriendo de esa forma — susurró con burla.

 

—Idiota como si...

 

—Me alegro que estés feliz, ototo baka~— añadió alargando la última «a» del insulto. A pesar de que lo había interrumpido, Sasuke sólo fue capaz de extender un poco más su torcida sonrisa. De verdad estaba feliz, no era el momento, pero sus mejillas se habían puesto rozadas al pensar en la reacción de su familia al saber de la noticia.

 

Itachi hubiera seguido molestando a su hermano si no fuera sido porque su celular comenzó a sonar. No necesitaba mirar la pantalla del aparato para saber quién era. A veces, sólo a veces, se enfadaba de la exclusividad que estaba teniendo con su novio, todo ese secretismo con el que tenían que vivir para estar juntos. Suspiró observando como su progenitor entraba al despacho mientras él salía.

 

—Sasuke, ¿podrías explicarme el asunto de los análisis en la oficina de compras? — preguntó Fugaku con autoridad y el ceño fruncido. No le gustaba para nada el rumbo que tomaban las acciones de su hijo menor, estaba lejos de comprender a que se debió todo el ajetreo de esa mañana. Le habían llegado quejas de Recursos Humanos por falta de lógica.

 

—Vas a ser abuelo... — susurró afrontando la mirada del mayor.

 

—No deberías gastarme este tipo de bromas.

 

—Aquí está la prueba de ello — le contestó mientras le pasaba la hoja con los análisis. Su padre deseaba un nieto desde hace unos años atrás, sin embargo, sus esperanzas habían muerto el mismo día en que Itachi se había negado a tener una pareja, siempre había alegado que no la necesitaba. Su hermano era una alguien sumamente pacifista, sin embargo, cuando se tocaba ese tema parecía convertirse en otra persona.

 

Fugaku miró sorprendido dos cosas: el nombre de la pareja de su hijo y el resultado positivo. Tenía ligeras sospechas de Sasuke con Naruto, pero había creído lo suficientemente maduro al menor para no relacionarse con nadie en la oficina. Aunque eso explicaba muchísimas cosas.

 

El rubio era un muy buen partido, lo reconocía. Uzumaki había demostrado que sabía sobrellevar los costos al momento de realizar las compras, tenía un excelente trabajo en equipo y no encontraba mejor candidato para ser su nuero, sin embargo, detrás del espléndido curriculum del rubio había un pasado un tanto tormentoso que no sabía si Sasuke conocía del todo.

 

—¿Cuándo será la boda?

 

 

 

 

Se levantó sobresaltado. Seguía teniendo las terribles pesadillas de siempre, como si no fuera suficiente lo que le estaba pasando para que su subconsciente todavía le pusiera más trabas. Se puso de pie y lavó su rostro sobre el lavamanos del baño, tratando de calmar sus nervios. En ocasiones como esa, lamentaba haberse dejado guiar por la pasión que siempre lo dominaba cuando estaba en los brazos de Sasuke.

 

Cerró los ojos escuchando a lo lejos los ladridos de Kurama, su viejo perro de casi diez años. Era sorprendente que al pasar el tiempo el canino seguía teniendo la misma energía de siempre. Caminó hasta aproximarse a él, había estado arañando la puerta para salir al exterior. Naruto sonrió acariciándole la quijada y girando la chapa, sin embargo, deseó no haberlo hecho.

 

Sobre la entrada de su umbral estaba su ex jefe con una clara sonrisa de superioridad.

 

Estaba vestido de una forma casual, con la playera negra que se le moldeaba al cuerpo y unos jeans obscuros. Nada fuera de lo cotidiano, claro, si no se trataba de ese maldito adonis con aires de Narciso. Pensó en fingir demencia, pero Kurama ya había comenzado a ladrar fastidiado del nuevo inquilino. Lo sostuvo del collar intentando que no agrediera a Uchiha, aunque con esa sonrisa prepotente no estaba tan seguro de no querer que el canino lo atacara.

 

— Tenemos que hablar, dobe — afirmó sin molestarse por los ladridos del perro, estaba acostumbrado a ellos.

 

— ¿Qué diablos haces aquí, teme? — preguntó tratando de fingir que todo estaba bien, era sábado; su día de descaso —. ¡Basta Kurama! — regañó a su mascota mientras este daba un aullido lastimero y procedía a volver a meterse a la casa. Naruto aprovechó para salir y cerrar la puerta, evidentemente, para mostrar su poca disposición para hablar en ese momento.

 

— Pasemos dentro.

 

—Eso quisieras, bastardo. Lo que tengas que decir dilo ya, tengo cosas que hacer — renegó sin mucho ánimo y desviando su mirada. Estaba cansado, su cuerpo le pedía descansar más y sus pies todo el tiempo le pinchaban.

 

—¿Por qué estás tan a la defensiva, usuratonkachi? — cuestionó sin poder creer el drama que se montaba su amante por nada. Estaba embarazado, iba a tener un bebé de ambos, fruto de una relación que, si bien no estaba basada en amor, apreciaba lo suficiente a Naruto para que fuera su pareja formal y su hijo creciera en una familia.

 

—¡No lo estoy, ttebayo! — chilló apretando los puños con fuerza. No era realmente como si le molestara su presencia, pero después del encuentro en el hotel lo había estado esquivando. Además, sabía que Sasuke había estado ocupado con su nuevo cargo en el departamento de calidad, a pesar de que lo llamaba todos los días, evitaba contestarle, ¡cuántas veces en la semana no se había ocultado debajo de algún escritorio para que no lo encontrara!

 

—No lo parece — contrarrestó mientras afilaba la mirada —. Sé que probablemente estás asustado con todo esto, Naruto — inició ese monologo que había estado preparando toda la semana ante la dicha de haber podido tomar una decisión tan grande como esa. Metió la mano sobre su pantalón dándose ánimos mientras rozaba con la punta de sus yemas el terciopelo de la pequeña caja que se encontraba ahí.

 

—¡Te he dicho que no estoy embarazado! — rugió con más furia de la que creía tener. Era una vil mentira, pero necesitaba tiempo para pensar lo que realmente quería hacer con su vida, un bebé era un cambio total a todo lo que alguna vez había planeado.

 

—¡¿Por qué me mientes?! — vociferó dando un paso hacía enfrente. El rubio intentó retroceder, pero se topó con la misma puerta que había cerrado hace unos segundos atrás.

 

—¡No sé de qué me hablas! — de nuevo estaba tratando de fingir que no pasaba nada, porque realmente quería que fuera así. No entendía ni siquiera como fue que les pasó, se había estado cuidando con las pastillas anticonceptivas todo ese tiempo, sin embargo, unas semanas atrás cuando visitó al doctor le aclaró la pequeña duda «Sólo son 99% efectivas, aun con ellas existía el riesgo», simplemente fue mala suerte.

 

—¡Voy a hacerme cargo, ¿entiendes eso?! — gritó. Ni siquiera había notado que los dos se estaban alterando y comenzado a gritar. Era como si la situación a los dos se les saliera de las manos por no tener la suficiente madures para afrontarlo, pero Sasuke estaba seguro de querer a ese bebé. Todo ese tiempo reflexionando rindió fruto, no iba a dejar que escapara.

 

—¡No necesito que te hagas cargo, ttebayo! — ya no podía dejar de gritar, sólo quería más tiempo para sentir los pies sobre la tierra —. No te necesito, teme... — susurró tratando de que sus palabras mostraran la omnipotencia de su determinación.

 

—Vamos a casarnos... — musitó con veracidad, aunque sus palabras salieron en un bello murmuro, a Naruto le asustaron como la misma pesadilla que había tenido hace unos minutos. Sus ojos se habían abierto como platos y sus manos temblaron ligeramente ¡Él no se quería casar!

 

—¡No pienso casarme contigo sólo porque tendremos un bebé! — el gritó retumbó en su cabeza varias veces. Ya no importaba cuanto lo negara, había admitido abiertamente que estaba esperando un hijo de Sasuke y a pesar de sabía que sus palabras le habían dolido a su amante, este sólo sonrió con altivez, orgullo de que al fin lo hubiera admitido.

 

—¡Ya te dije que no te necesito, maldito teme! — alegó tratando de sobrellevar la situación.

 

—¡Mi hijo no será un bastardo! — contraatacó furioso, ¡Al diablo con la argolla que había en su bolsillo! Naruto actuaba como si le hubiera leído una sentencia de muerte cuando mencionó la palabra matrimonio. ¡Joder, que así no quería hacer las cosas!

 

—¡Mira que tú lo eres y tus padres estaban casados! — soltó con odio mientras apretaba con fuerza las manos. La poca paciencia que le quedaba se estaba evaporando de sí. Sasuke simplemente era un idiota, un zopenco que creía que con un matrimonio se solucionaría todo, cuando estaba lejos de.

 

—¡Por qué tienes que ser tan usuratonkachi! — debatió en una pregunta retórica que sólo había logrado ofender más al rubio. Sí las miraras mataran en ese preciso momento el azabache estaría más que muerto.

 

— ¡No cambiaré de opinión! — dijo cruzándose de brazos mostrando su inconformidad —. ¡Lárgate ahora, teme! Antes de que decida de verdad asesinarte...

 

—¡He dicho que te casarás conmigo! — Eran unos obstinados egoístas. Lo sabían, pero los dos tenían miedo a sus consecuencias. Sasuke jamás pensó en tener niños ¡ni quiera le gustaban! Pero las cosas se habían dado así, sin más; estaba dispuesto a dar el ancho de su papel como padre, no iba a permitir que el rubio le prohibiera estar a su lado ¡se había ganado ese lugar! — ¡Ese niño es mi hijo!

 

—¡No es verdad! — debatió nervioso. No tenía la mejor idea de cómo quitárselo de encima, le estaba colmando la paciencia y una jaqueca le estaba agobiando la cabeza ¡No tenía ganas de pelear!, ¡ni de nada! Solo quería privacidad para ordenar sus prioridades, para que el pasado no lo persiguiera hasta ahí —. ¡No es tuyo!

 

—¡Cállate, dobe! Ese niño es más mi hijo que tuyo — tiró con desdén. Conocía al rubio desde hace un año atrás, y a pesar de que jamás había proclamado un contrato de fidelidad o exclusividad, sabía que el rubio era incapaz de engañarlo porque el mismo no había tenido la necesidad de hacerlo. Ese niño era cien por ciento suyo.

 

—¡Eres imposible, teme! — decía asqueado de la conversación ¡estaba harto! Sasuke tenía menos de cinco minutos para salir de ahí o de verdad iba a atacarlo, no quería seguir soportándolo con su comportamiento hostil y obligándolo a hacer cosas que no quería.

 

—Y tu un cabeza hueca — declaró soltando un suspiro. Si el rubio quería jugar sucio también sabía hacerlo, porque, aunque quería formar una familia con él, si las cosas se llegaban a poner turbias no dudaría en tomar a su hijo sólo para sí —. Si no aceptas casarte conmigo, te demandaré, Naruto. Te lo quitaré y será solo mío, dobe — tiró su última carta esperando que el trigueño razonara un poco mejor las cosas, pero su ceño fruncido no indicó nada bueno.

 

—Te equivocaste de persona, bastardo — murmuró el rubio mientras afilaba la mirada. Con su mano a sus espaldas había girado la perilla para abrir la puerta, totalmente furioso. Su mascota había salido moviendo su cola con alegría para después gruñir al ver de nuevo al azabache —. ¡Ataca, Kurama! — gritó dándole permiso al can para derribar al Uchiha.

 

Por tres segundos Sasuke pensó que el rubio bromeaba, de verdad que lo creyó. Pero cuando Naruto cerró la puerta sin importarle que el can hubiera quedado fuera supo que lo había estropeado todo. Retrocedió dos pasos observando como el pastor alemán se acercaba más a él sin dejar de mostrar los dientes, trató de hacerle frente, pero Kurama no era alguien que se dejara intimidar.

 

Cinco minutos después el azabache subía apresurado a su vehículo. Prendió el auto y arrancó sin importarle nada más, ¡el estúpido perro le había mordido la pierna!, ¡maldito Naruto y su necesidad de complicarlo todo!

 

 

 

 

 

Cuando Sasuke entró con una ligera cojera en su pie izquierdo lo que menos pensó encontrar fue a Itachi recostado sobre el sillón de la sala. Murmuraba impropios, algo demasiado fuera de su carácter. O su padre había comenzado a tirarle una chorrada sobre lo importante del matrimonio o algo andaba muy mal.

 

—Oe, ¿qué pasa? — preguntó el menor sentándose en brazo del sofá.

 

Itachi no respondió, se sorprendió un poco de encontrarlo ahí. Se había encimado tanto sus problemas que no recordó que seguía en la mansión de su casa. Estaba realmente frustrado por todo, pero el ver el rostro preocupado de su hermano le reconfortaba de cierta forma.

 

—Será la próxima vez, ototo~— susurró acercándose lentamente a él y sin poder evitar darle un ligero golpe con los dedos en la frente. Una acción que se venía repitiendo desde que ambos tenían memoria.

 

Sasuke se sobó la frente mientras soltaba un suspiro cansado. Si el mayor no quería hablar de ello, no le presionaría, pero era sumamente extraño que fuera fin de semana y se encontrara ahí. Itachi no contestaba si quiera el teléfono en sábado y domingo, desaparecía como si la misma tierra se lo hubiera tragado…

 

—¿Tienes planes para hoy? — murmuró el futuro padre indiferente, esa noche trataría de nuevo de volverse a acercar a Naruto y que mejor que Itachi para estar a su lado.

 

 

 

 

Era un bar, Sasuke e Itachi solían visitarlos, pero ese tenía una finta muy diferente a la que acostumbraban. Era un lugar grupero, norteño y agropecuario. La música de banda sonaba mientras al fondo se podía apreciar el karaoke. Los dos pensaron en salir, pero no se atrevieron a decir nada.

 

El lugar era de dos pisos, subieron las escaleras buscando alguna mesa libre. Eran alrededor de las nueve de la noche, apenas comenzaba la fiesta. Eran pocas las personas las que se encontraban en el lugar, no fue difícil situarse. Ninguno decía nada, ordenaron sus bebidas y permanecieron en silencio.

 

Sasuke estaba nervioso, Sakura le había dicho dos días atrás que festejarían el ascenso de Naruto en ese bar con los demás compañeros de trabajo, lo había invitado, pero declinó la oferta. Sólo estaba ahí para cuidar un poco del rubio sin que este se diera cuenta. Todavía seguía molesto por lo del perro, pero se preocupaba por él.

 

Itachi había creído ingenuamente que su hermano lo había llevado a ese lugar para quererle levantar el ánimo. Incluso, que se había compadecido de su estado melancólico y desearía ayudarlo, pero Sasuke en ocasiones le recordaba que seguía siendo el chiquillo inmaduro que adoraba golpear en la frente.

 

Los minutos habían pasado y desde hace menos de una hora, la mitad de la oficina de compras había entrado al bar. Tenían una torre de seis litros de cerveza entre en medio de la mesa y bebían entre bromas. Tal vez todo le hubiera pasado desapercibido pero su pequeño tonto hermano menor no dejaba de ver con énfasis al delirio rubio de muchos. Naruto no había bebido, pero bromeaba como si lo estuviera, le estaban festejando su ascenso.

 

Hace dos meses atrás había sospechado de las intenciones de su hermano con el chico, sin embargo, Naruto seguía tan enfrascado en su pasado que dudaba seriamente que Sasuke pudiera hacer algo al respecto. A pesar de que el rubio actuaba con normalidad, el brillo incandescente que alguna vez miro en su retina, todavía no volvía a aparecer. Sonrió con nostalgia y golpeó levemente la espalda del menor.

 

- Olvídalo, ototo... Naruto está fuera de tu alcance.

 

Debería de estar bromeando Itachi en ese momento. No iba a rendirse, simplemente ya no podía retroceder a nada, la evidencia de que el rubio y él habían traspasado la línea entre empleado y jefe estaba presente, en unos meses sería más que evidente y no quería pensar que una futura familia estaba fuera de sus manos. Iba a luchar por ese trigueño, aun, si tenía que jugar sucio. Estaba por contestarle a su hermano, cuando el susodicho se paró de la mesa y subió al pequeño escenario que había. El mesero le había pasado un micrófono y como si fuera arte de magia, las luces bajaron un poco y la audiencia se concentró en su futuro esposo.

 

—¡Vamos, Naruto! — gritó Sakura abrazando por los hombros a Ino, las dos tenían las mejillas sonrojadas y reían entre ellas. Era obvio ya su latente estado de ebriedad.

 

 

 

Miro tus ojos y ya no eres feliz~ —. Sasuke quedó sorprendido de la que la voz saliera del rubio. Naruto había cerrado los ojos perdiéndose en la melodía del fondo y dejando que la letra dominara sus palabras — y tú mirada no sabe mentir, no tiene caso continuar así… Si no me amas es mejor partir — terminó la estrofa alargando un poco las vocales.

 

 

 

—Esa canción… — susurró, la había escuchado anteriormente en la radio, pero no era nada que llamara su atención, lo que lo tenía estoico era la veracidad de las palabras de Naruto.

 

 

 

Desde hace tiempo ya nada es igual, no eres el mismo y me tratas mal~ —. El rubio ni siquiera había levantado la mirada a su pequeña audiencia. No podía hacerlo, no cuando sentía la canción tan suya, tan verídica y peligrosa como su pasado, aquel que le provocaba esas arduas pesadillas por las noches —, y ante mi Dios te podría jugar cuanto te quise y te quiero… todavía~

 

 

 

—Déjalo, Sasuke — soltó el mayor sonriendo con pesadez. Cuando escuchaba cantar al rubio, hacía que su corazón se encogiera un poco, le provocaba empatía en el dolor que cargaba. — Naruto todavía no olvida a su ex novio… y el que todavía cante esa canción es una prueba de ello.

 

Por un momento creyó que estaban hablando de diferentes personas, Naruto era su pareja, su casi novio, su futuro prometido y próximamente su esposo, es decir, tenían un año de conocerse y el rubio jamás le había mencionado a un ex novio.

 

Nunca.

 

Y ahora resultaba que estaba perdidamente enamorado de él ¿qué diablos? ¿Era por eso que no quería casarse con él? Su mirada se encendió en fuego mientras los celos creaban varios escenarios atroces en su cabeza.

 

Oh, no, nadie iba a quitarle al trigueño, absolutamente nadie.

 

 

 

Adiós amor, — hizo énfasis en la nota, alargando el “os” mostrando la gran dominancia que tenía para cantar. — Me voy de ti, y esta vez para siempre, me iré sin marcha atrás porque sería fatal~ — dolía todavía su pasado. Sentía que abrasaba su garganta con cada nota que tiraba. Era difícil, muchísimo, porque la historia se estaba repitiendo en su cabeza una y otra vez. Todos esos momentos perdidos que jamás iba a poder recuperar. Sentir como el amor de su vida se le había escapado de las manos por culpa de sus errores.

 

 

 

—¿Cómo es qué sabes eso? — preguntó sin dejar de mirar a su pareja en el escenario. Naruto no sonreía como solía hacerlo, tenía los ojos cerrados y alargaba las notas lo más que podía. Fruncía el ceño y dejaba que las palabras lo envolvieran, era como si la canción saliera de sí, como si las estrofas fueran lo único que tuviera que contar.

 

—No lo mal intérpretes, ototo baka~ — dijo mientras le daba un ligero trago a su bebida. —Su novio lo dejó cuando tenían veinte, pero tenían saliendo desde los quince… — recordaba muy bien la sonrisa del rubio por aquellos días, lo había conocido porque tenían un amigo en común, alguien especial por ambos que figuraba demasiado en su vida.

 

 

 

Adiós, mi amor, — de nuevo esa voz, esa voz tan abrasadora que le quemaba la garganta. A veces se odiaba tanto por extrañar esos rojizos cabellos perderse entre sus dedos, ¿cuántos años habían pasado ya? —, yo fui de ti el amor de tu vida… — su mente se sumergió en los recuerdos de su ex novio, aquel chico por el cual lo había dado todo, pero los errores los pagaron, tanto que alguien más había sufrido por ello. — lo dijiste una vez, me lo hiciste creer.

 

 

 

Esa noche estaba recibiendo demasiada información, era como si estuviera conociendo otra parte del rubio que tenía escondida. Ni siquiera había mirado a Naruto triste, o melancólico. Lo conocía vivaras, sonriente y cálido, siempre lleno de energía, era como si en ese momento lo quisieran timar.

 

—¿Por qué lo terminó su ex novio? — preguntó sin dejar de observar el escenario, le atrapaba aquella nueva faceta del rubio, era como si algo estuviera a punto de romperse sin que pudiera evitarlo.

 

—Es complicado — soltó para después suspirar, no le gustaba ni siquiera recordar aquello, mucho menos porque no era algo que debería estar divulgando, pero creía a su hermano lo suficientemente prudente para aplacar sus intentos de conquista con ello. — Naruto perdió un hijo…

 

 

 

Como me duele perderte, me resignare a olvidarte… — las heridas todavía no sanaban, a pesar de que seis años habían transcurrido, su pecho todavía latía furioso y adolorido de los golpes del destino, — porque me fallaste…

 

 

 

Sasuke se quedó sin palabras, mudo, temeroso. Su mundo se había desestabilizado por las incógnitas que comenzaban a revelarse un tras una, jamás se había puesto a pensar en el pasado, sólo en el presente y el futuro que miraba junto con Naruto, una familia. Lo deseaba, deseaba sanar sus heridas, protegerlo y poderlo tener consigo, y por primera vez en mucho tiempo, comprendió el dolor enterrado del rubio.

 

Por eso había querido ocultar el embarazado, por eso se negaba a casarse con él…

 

 

 

 

Naruto había jurado no dejar que las hormonas lo alteraran, pero en ocasiones como esas se dejaba llevar por lo que realmente sentía. Cuando pensaba en su ex, sus pensamientos se emancipaban, se adormecían, los anestesiaba un extraño dolor de culpa que con los años no había desaparecido. Que seguían golpeándolo cada día más fuerte.

 

Pensar en que nuevamente crecía vida en su interior le daba pavor, tenía muchísimo miedo, a pesar de que el médico le había dicho que todo iba de maravilla, sentía pesar. Ni siquiera se sentía tan fuerte como para hacerle frente a Sasuke, por eso escapaba cada vez que tenía oportunidad, sabía que no podría evitarlo la mayoría del tiempo, pero no lograba asimilarlo del todo.

 

Se bajó del escenario entre el bullido de su audiencia. Antes de comenzar a salir con Uchiha frecuentaba muchísimo ese lugar, solía ir con Kiba y Hinata especialmente. Casi no bebía porque era malo haciéndolo, pero disfrutaba subir al pequeño estrado y cantar, perderse por un momento del mundo y dejar que una pasión casi extinta lo dominara.

 

Sakura e Ino lo tomaron de los hombros mientras le sonreían. Habían hecho una pequeña apuesta entre las dos con los tragos, por eso eran las más ambientadas. Kiba le sonreía mientras Hinata evitaba que se sirviera otro trago, Shikamaru y Temari conversaban entre ellos sin prestarle mucha atención a los demás.

 

Suspiró sin muchos ánimos y se sentó con las chicas, se sentía un poco asfixiado por la atmosfera, pero trató de evitarlo tomando un poco más de su vaso de limonada rosa. Tenía la ligera idea que sus compañeros sabían de su estado de salud porque ninguno había comentado nada cuando rechazó la idea de tomar alcohol.

 

—Saldré a tomar un poco de aire ´tteba… — susurró mientras Ino no dejaba de reírse de un mal chiste de Kiba.

 

Caminó entre en medio de las mesas sin importarle dejar a sus compañeros atrás, desde que comenzó a salir con Sasuke había evitado ir a ese bar cuando antes le gustaba mucho. La razón era sencilla, cada vez que se subía al escenario cantaba la misma melodía, dejaba que la letra se envolviera en su paladar y el dolor lo embargaba como un castigo a sí mismo.

 

A pesar de los años todavía sufría por la pérdida… Había estado tan sumido a sus pensamientos que hasta que el aire puro le pegó de frente fue capaz de escuchar algo que no fueran sus propios pensamientos.

 

—Hermanito, comienzo a creer que estás embarazado… — le susurró Itachi a Sasuke mientras este se dedicaba a vomitar lo poco que había bebido esa noche. El mayor le daba palmaditas en la espalda en señal de consolación.

 

—¿Hermano? — fueron las primeras palabras que salieron de sus labios.

 

Estaban en el callejón trasero del bar, el ambiente se había puesto tenso en un parpadear, sin mencionar que Sasuke había vuelto a vomitar sin poder articular palabra alguna que le evitara el berrinche que su futuro esposo haría a continuación. El rubio entrecerró los ojos mientras la furia lo dominaba, ¡se sentía timado por esos dos! Conocía a Itachi desde hace mucho más tiempo que el otro, incluso, sabía que tenía un hermano, pero jamás pensó que pudiera ser él.

 

Sasuke no salía de su asombro, justo cuando las náuseas le habían ganado Naruto tenía que aparecer, es decir, toda la noche pudo habérsela pasado mirándolo desde el segundo piso y estaba seguro que no sería descubierto, pero su maldito malestar le había ganado y terminó vomitando el único trago que había bebido en la noche. Lo peor de todo es que Itachi lo había delatado sin la verdadera intención de hacerlo.

 

—¡Eres un bastardo, Sasuke! — vociferó apretando fuertemente los puños. —¡Pudiste haberlo dicho desde un comienzo, maldito teme!

 

—Oe, dobe, no es algo que deba tener importancia — comentó tratando de reponerse, sin embargo, las náuseas seguían ahí, aferradas a hacerlo sentir desfallecer. Un ligero mareo lo tomó desprevenido e Itachi lo sostuvo.

 

—¡¿Qué no tiene importancia?! ¡Maldito bastardo! — gritó colérico, sin dejar de matar con la mirada al par de hermanos. — ¡Eres hijo de los dueños de la empresa en la que trabajo ´ttebayo! ¡Maldita sea!

 

Cuando habían comenzado su relación clandestina no le importó mucho que el menor fuera su jefe, le atraía demasiado y los podían notar la química tan fuerte que los atraía, sin embargo, el que fuera uno de los hijos directos de Fugaku era otra cosa. Se sentía engañado, no solo por su ex pareja (porque desde ese momento lo era), sino también por Itachi, a una persona que consideraba su amigo. 

 

—Esto se acabó, Sasuke… —musitó despacio, con furia, pero sutil. — No quiero que me vuelvas a buscar más…

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¡Otra vez! ¡Ya te ibas sin dejar comentario! ¡No te vayas, te invito a que me dejes uno! ¡Recuerda que es gratis! Jajajajaja <3

Dejen comentarios, me ayudan a escribir más rápido <3

Saludos ;)


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