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On fire por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

Bueno, vamos festejando que me convertí en administradora o moderadora de un grupo en Facebook que me gusta realmente: https://www.facebook.com/groups/824144584299407/ (Shhh... SasuNaruSasu), les invito a unirse, se divertiran mucho.

Megumi ¡qué la juerga siga! Espero que te siga gustando preciosa <3

Midori, gracias por apoyarme en todo esto, a veces siento que no te doy todo el amor que mereces xDDD

Un saludo para Danny, mi wife xDDDD <3 ~

ENJOY ;)

Fire.

Capítulo uno.

 

Sasuke no se sentía bien, tenía alrededor de dos semanas con un humor de perros y las náuseas habían acabado con él. Por las mañanas solía vomitar lo que tuviera su estómago, sin olvidar que había aprendido a odiar muchos de sus platillos favoritos. No entendía lo que le pasaba a su cuerpo, apenas tres días atrás había ido al médico; le mandó a hacer análisis, pero aun así no asimilaba lo débil que su cuerpo se sentía.

 

Bostezó mientras se acomodaba mejor en su silla de cuero. Giró su cuello a los lados mientras este tronaba, provocándole placer. Ni siquiera podía dormir bien por las noches, no sabía que le estaba afectando más, sí su enfermedad o su falta de sexo. Naruto se había comunicado a principio de la semana para reportar un problema familiar a recursos humanos y no daba señales de vida. Cuando había tratado de comunicarse con él, siempre le decía que estaba ocupado que lo llamaría después, pero no lo hacía y lo maldecía. Se sentía furioso al tener que llamarlo, no podía ser que le estuviera rogando por un poco de atención, pero sabía que se las cobraría con creces al volver.

 

Miró la pantalla de su laptop y suspiró, tenía trabajo acumulado que había dejado pasar por los malestares matutinos. Itachi se había burlado de él esa mañana por vaciar una vez más su estómago; su hermano sólo servía para hacerle la vida más miserable. Aunque no debía de descuidar su trabajo, estaba a punto de dejar la vacante libre para Naruto.

 

La empresa en la que trabajaban era de su patrimonio. Fugaku era el presidente e Itachi el vicepresidente, el primogénito se quedaría con el puesto máximo a la pronta  jubilación de su padre; sin embargo, antes de poder tomar el lugar de su hermano tenía que pasar por los departamentos más importantes de la empresa para conocer su entorno. Era su prueba, pero nadie debía conocer su verdadero origen.

 

Cuando conoció a Uzumaki, este se había puesto furioso. Su puesto era el de Naruto, todos sabían que cuando Iruka ascendiera, el rubio se quedaría en su lugar, pero eso no había pasado. Sasuke había tomado su lugar temporalmente por seis meses, pero cegado por la pasión que había nacido entre ellos, había aplazado el tiempo. Alegó con su padre sobre las decisiones que se tomaban ahí y queriendo aprender un poco más de la logística del departamento le había pedido otros seis meses más. Reconocía que el área era muy demandante, pero Naruto lo había atrapado entre el deseo y su erotismo que al final había decidido quedarse un poco más disfrutando de los placeres que podían adquirir entre los dos.

 

No se había equivocado, seis meses ahí le había hecho darse cuenta que el rubio valía la pena.

 

 

Fugaku se lo concedió sin protestas, sin embargo, iniciando el año presente, le había aclarado que el puesto era de Uzumaki. Tenía que tomar el siguiente eslabón en el departamento de calidad. Ya había desperdiciado mucho tiempo en compras para seguir ahí, además le preocupaba que el rubio cambiara de empleo por no conseguir un ascenso, era un empleado muy capacitado que su padre valoraba.

 

 

Su relación era pasional, meramente ocasional.

 

El rubio le había aclarado desde el principio que no estaba interesado en nada serio y que, aunque su moral le prohibía meterse con su jefe, por esa ocasión lo pasaría por alto, porque valía la pena. Sasuke se había alzado el pecho orgulloso de hacer flaquear las decisiones del doncel; no había, hasta la fecha, quien se resistiera a él.

 

Estaba haciendo uno de los presupuestos cuando de nuevo sintió su garganta arder ¡Joder! Como odiaba a su maldito estómago, se puso de pie lo más rápido que pudo. Si tenía suerte alcanzaría llegar hasta el sanitario, caminó entre los pasillos desiertos que conducían directo al baño de empleados. Ni siquiera le importó en cuál entró, su mente estaba concentrada en no hacer un desastre entre en medio de un pasillo.

 

Entró y corrió al retrete más cercano. Aspiró un poco de aire y dejó que su desayuno saliera de su cuerpo. Hizo sus mechones de cabello hacia atrás mientras el vómito salía, la garganta le quemaba y su estómago gruñía devastado por la falta de alimento. Cuando terminó, tomó un poco de papel y limpio su barbilla maldiciendo internamente. Bajó la tapa del retrete y se sentó sobre ella, bajó la palanca y volvió a suspirar con pesadez.

 

No podía creer que le estuviera pasando eso precisamente a él. Era un joven saludable de 29 años y parecía que su cuerpo sufría de resacas todas las mañanas. Incluso, el olor a alcohol le asqueaba, había tenido que dejar de ingerir vino justo en fechas decembrinas, su Navidad y Año Nuevo habían sido un fiasco con todos sus síntomas.

 

Descansó unos minutos pensando en todo y en nada cuando unas voces en el pasillo le sacaron de su mente. Las voces se habían hecho más cercanas y si no se equivocaba eran de féminas. Bonita había sido la hora en que se había equivocado de baño, esperaría hasta que las mujeres se retiraran para salir del lugar.

 

— ¿Escuchaste eso, cerda? —  preguntó una voz que conocía demasiado bien, era Sakura la que hablaba, una chica más del departamento de compras.

 

— Hasta la siguiente oficina se escuchó, frentuda — respondió alguien más. También conocía esa chillona voz, sino se equivocaba era, la amiga inseparable de la otra chica, Yamanaka.

 

Por un momento pensó en lo irreal de la situación, sólo esperaba que nadie lo hubiera mirado entrar al baño de mujeres. Esas dos eran un par de periódicos de espectáculos andantes. Conocía lo suficiente de ellas para saber que sí se llegaran a enterar hasta los oídos de su padre llegaría la información. Era por eso que aprendió a ser discreto de su relación con Naruto en la oficina, para evitar charada barata.

 

— Lo que faltaba, un embarazo más…

 

— Oye, todavía no estás segura de ello.

 

— ¡Claro que sí! Escuche como Kiba se lo decía por celular a Hinata.

 

Sasuke quiso reír de las palabras de Sakura. Como se alegraba que Inuzuka estuviera esperando un hijo con su novia, porque a pesar de que el dialogo no cuadraba, esperaba quitarse de en medio al castaño con eso. Ese perro faldero siempre estaba sobre Naruto, demasiado cerca de su espacio personal y con esas extrañas muestras de afecto que realizaban, el rubio siempre le había debatido que no era su tipo y lo entendió cuando conoció a Hinata, su novia.

 

Mostró su sonrisa tenebrosa y esperó a que las chicas salieran del baño, llamaría a Itachi para que las distrajera y pudiera regresar a su oficina sin que lo estuvieran esperando afuera. Sí, sus planes hubieran dado resultado si las féminas no hubieran seguido hablando.

 

— ¡Es por eso que no ha regresado de Kioto! Ha decir verdad estoy preocupada por él.

 

— Estará bien, frentuda, es Naruto después de todo.

 

— ¡¿Quién lo diría?! ¡El número uno en sorprender a la gente!

 

— Pero la sorpresa se la debió llevar él.

 

— Ni que lo digas, sólo espero que las cosas con Kushina hayan salido bien, ya conoces el temperamento de su madre.

 

Ino fuera del baño asintió nostálgica. Recordaba la primera vez que había conocido a la pelirroja y no le habían quedado ganas de volverla hacer enojar. Había sido entre una comedia de terror, donde la rubia moría primero. Negó con la cabeza y decidió cambiar el tema de conversación, esperarían la llegada del rubio para saber la verdad. No era un hecho confirmado por ellas, sólo habían escuchado una conversación de Kiba con Hinata acerca de que no sabía quién era el padre del bebé.

 

Sí Sasuke se sentía desfallecer antes de llegar ahí, ahora, sentía que moría ¿cómo era eso posible? Naruto tomaba la pastilla, estaba seguro de ello, los dos había hablado de eso y el rubio había sido el primero en aceptar los anticonceptivos. Debía de ser una broma de mal gusto, sí, saldría del baño y todos le dirían “sorpresa, caíste”. Pero el ruido de los tacones de las chicas alejarse le aclararon que el baño se encontraba vacío.

 

Su respiración se entrecortó y su cabeza comenzó a palpitar con intensidad, no podía asimilar la información. Meció sus dedos entre sus cabellos negros y agitó su melena consternado. Trató de pensar con claridad, pero antes de que eso pasara, su garganta volvió a arder y en menos de cinco segundos se encontraba vomitando sobre el retrete. Eso no debía de estarle pasando a él, ambos eran jóvenes para ser padres, Naruto era un año más pequeño, pero aun así no se sentía listo para ello.

 

Dejó que sus cabellos cayeran cubriendo sus ojos, quiso dejar de pensar por unos segundos, pero no podía. Su mente le recordaba las palabras “bebé  y padre” haciendo eco en su malestar. Esas dos palabras lo estaban bofeteando una y otra vez, sin embargo, por un segundo dejó de pensar en él. Unos ojos azules aparecieron en sus pensamientos y en lo egoísta que estaba siendo por sólo pensar en sí mismo.

 

— Naruto… — susurró asustado.

 

 

 

 

 

Esa misma tarde Sasuke había salido de consulta mucho más enojado que de costumbre. La inepta doctora le había dicho que su estado de salud era perfecto. No tenía ningún problema, ¡¿cómo era eso posible?! Una mierda, se la había pasado vomitando todas esas semanas y la muy imbécil no había encontrado nada ¡como si lo estuviera fingiendo! Incluso, le había recomendado ir con un psicólogo si necesitaba ayuda por algún trastorno alimenticio.

 

Cuando llegó a su casa no hizo más que gruñir a todo al que se le acercara. Hasta el imbécil de su hermano había huido de su presencia cuando lo miró entrar por la puerta principal. A pesar de que ya no vivía en la mansión, Itachi siempre rondaba por allí, a excepción de los fines de semana en los que desaparecía sin dejar rastro alguno.

 

Fugaku lo había mirado refunfuñar, pero lo había ignorado mientras Mikoto prefería no molestar a su hijo con sus cuestionamientos. Sasuke siempre que terminaba explotando soltaba sus problemas por sí solo. Había pasado de la cena temeroso de tener que devolverla toda mientras se encerraba en uno de los despachos que tenía su padre.

 

No pensaba con claridad. Había decidido buscar a Naruto, pero no había sido lo suficientemente valiente para hacerlo; tenía sus propios problemas existenciales, no comprendía a donde quería llegar con el rubio. Es decir, sabía que había una fuerte química entre ellos, una atracción física que los unía, pero fuera de ello ¿qué había?

 

Cuando se conocieron la primera vez, Naruto había actuado lo más maduro que había podido al ver que le arrebataban el puesto por el cual había luchado mucho. La actitud infantil que demostraba cuando estaban a solas la había conocido después, al principio los dos habían sido ariscos y agresivos sin importarles mucho su alrededor. Sólo cuando comenzó a tener problemas con las cuentas acudió a su ayuda.

 

El rubio había entrado a su oficina sin llamar, o eso creía. Se enfrascó en los estados de resultados que tenía y que no cuadraban con los números del balance general, pensó en que tal vez lo estuvieran timando, pero descartó la idea al pensar en Iruka. Era un empleado muy fiel a la empresa. Suspiró y volvió a repasar los números.

 

— Es un poco extraño ´ttebayo — le asustó el rubio a su espalda. Dio un pequeño salto mientras su acompañante reía —. ¡Lo siento, Hatake-san! No pensé que fuera tan quisquilloso.

 

Hatake era el apellido de soltera de su madre que nadie conocía y que utilizaba para mantener su verdadero origen en anonimato.

 

— Cállate, dobe — respingó con ese apodo con el cual lo había llamado desde su segundo día de conocerse. — Sólo estaba concentrado en esto.

 

— Eso veo, teme — contestó con el mote que cariñosamente le había puesto. — Creo que he encontrado el error, sólo déjame ver la balanza.

 

¡Era imposible! Tenía dos horas tratando de resolver la incógnita y en un abrir de cerrar los ojos el rubio lo encontró. Entrecerró los ojos pensando en que lo estaba engañando, pero puso en el monitor lo que pedía. Naruto enfocó sus ojos mientras su mente comparaba números, ninguno notó la cercanía tan próxima que tenían. Sasuke estaba sentado con la pantalla delante y sentía la respiración pausada del rubio sobre su cuello.

 

— Aquí está teme, ¿tienes la base de datos sobre costos indirectos? Creo que he encontrado el problema.

 

Uchiha parpadeó no creyendo lo que ese idiota decía. Acercó su vista un poco más al frente, los números eran parecidos mas no iguales. Naruto no era tan imbécil después de todo.

 

— No.

 

— ¿Cómo es posible que no los tengas si eres el coordinador de aquí?

 

— Esto es compras, no contabilidad, usuratonkachi.

 

Uzumaki hizo un puchero mientras se cruzaba de brazos demostrando su molestia. Sabía que Sasuke era un idiota sin escrúpulos, pero le tenía cierto respeto (qué había mandado al diablo hace tiempo), ni siquiera le caía bien, pero le molestaba en demasía que tomara ese tema tan a la ligera.

 

— ¡Todo está relacionado ´ttebayo! Nuestro departamento es un complementario de contabilidad y finanzas, así como calidad de ventas. No creí que fueras tan idiota — le atacó con el ceño fruncido. Le había lazado la voz con claridad sin importarle que fuera su jefe —. Seguro estás aquí por tener contactos con alguien más…

 

— No tengas pensamientos tan mediocres, idiota.

 

— ¡No soy ningún mediocre! ¡Tú eres quien no encontraba el error! — vociferó mientras lo señalaba con el dedo, acusándole con claridad de su descuido.

 

— ¡¿Quién ha pedido tu ayuda, perdedor?!

 

— ¡Eres imposible, bastardo!

 

— Sólo cállate… — concluyó mientras giraba su vista avergonzado. Naruto tenía mucha más experiencia en el departamento, era por eso que estaba ahí, para aprender, sin embargo, no todo lo tenía tan claro como quería. Era consiente que en esos seis meses tendría que entregarle a su padre un presupuesto para el nuevo proyecto en que estaban a punto de abrir, pero se le estaba complicando la manera de dividir las ramas de la contabilidad —. ¡Ahora dime donde está el archivo! — exigió mientras Naruto lo miraba sorprendido.

 

Por un momento pensó que su jefe lo mandaría al diablo, incluso, que lo regañaría por ser tan altanero, pero nada de eso pasó. Sasuke le estaba dando la oportunidad de trabajar a su lado, sonrió ampliamente mientras le cedían el asiento y el azabache traía otro para sentarse a su espalda. Al rubio se le había olvidado que sus amigos lo esperaban en recepción en la espera de la contestación de una invitación a comer con ellos a su jefe.

 

Desde ese momento los dos se habían unido, ignorando la fuerte atracción que crecía entre ambos.

 

¿Sasuke? — le llamó su padre desde el marco de la puerta. Su hijo había estado lo suficiente sumido en sus pensamientos que había ignorado tres veces su llamado, sólo la última vez giró la vista hasta él. Se extrañó un poco del comportamiento inusual, pero decidió pasarlo por alto en esa ocasión.

 

— ¿Qué sucede, padre? — preguntó tocándose la sien. Estaba cansado, eso era todo, no podía ponerles orden a sus pensamientos apresurados.

 

Fugaku avanzó hasta tomar asiento delante de su hijo menor. No estaba tan seguro de cómo se encontraba, pero el lapso de tiempo había concluido referente al puesto de trabajo de Sasuke y era momento de avanzar. Estaba preocupado por Naruto, era uno de sus más fieles empleados y un muy buen muchacho.

 

— Quiero hablarte de Uzumaki.

 

Los nervios del azabache menor se crisparon al instante, ¿acaso su padre sabría algo de ello? ¡No! Los dos habían sido lo suficientemente discretos para que nadie se enterara de ello, sin mencionar, que no quería que su padre perdiera la imagen que tenía del doncel.  Sin darse cuenta de que se había puesto pálido, prosiguió con la conversación.

 

— ¿Qué sucede con él?

 

— Mañana pasaré a informarle sobre su ascenso, espero que estés listo para el siguiente departamento.

 

Sasuke asintió sin rechistar. Era verdad que no quería dejar el puesto, no quería alejarse de Naruto, no ahora que su vista comenzaba a despejarse. Sólo habían pasado unas horas de que se enteró que sería padre, pero el pequeño que venía en camino era el menos culpable en esa situación.

 

— Uzumaki es un excelente candidato para tomar el puesto, según Itachi, te ha ayudado mucho en el departamento.

 

— Así es, padre.

 

— Excelente.

 

Si hubiera una palabra para describir a Naruto en el trabajo sería esa, la “excelencia”, era un buen empleado, estaba consciente de ello. Era honesto, trabajador, entregado, cumplido, apasionado, rebelde, impulsivo, atrayente, fresco, versátil… y de nuevo se vio suspirando por el rubio. Su corazón se había disparado impulsado al pensar en cada uno de sus atributos.

 

Pensó en ese bebé, y en la situación en la que se encontraban. Sí el rubio se enteraba que era hijo del dueño de la empresa lo mandaría a volar en un abrir y cerrar de ojos, pero dada la circunstancia tendría que aceptarlo, o eso quería creer.

 

— Pasaré a su oficina mañana.

 

Sin más que decir su padre se marchó para dejarlo solo con sus pesares.

 

 

 

 

 

 

Sasuke traía ojeras de lo mal que se sentía. Ni siquiera tenía el ánimo de presentarse a trabajar, no había podido dormir nada pensando en su situación mientras las arcadas le espantaban el poco sueño que se colaba en su cama. Debió de haber hecho algo muy malo en su vida pasada, para estar pagando todo ese extraño castigo, sin embargo, había hecho una cita con un especialista para atenderse, quería una segunda opinión.

 

El departamento se dividía en oficinas. Para poder llegar a la suya pasaba por un pasillo con vista a las demás, las paredes de frente de cada una eran de vidrio. Sabía que había llegado tarde y su madre se lo había recriminado por la mañana, pero como todo buen hijo fingió no escucharla mientras apuraba sus pasos. Su oficina estaba al final del pasillo y contaba con cortinas de rejillas evitando la vista para los curiosos.

 

Avanzó con la cabeza mareada. Sakura le saludaba entusiasmada desde su oficina, Sasuke solo asintió devolviendo el saludo y siguió directo a su oficina, tomaría unas pastillas y rezaría porque es esa ocasión hicieran efecto. Sin embargo, antes de poder llegar una cabellera rubia paso por delante, interrumpiendo cada uno de sus pensamientos y malestares.

 

— Naruto… — lo llamó. No podía creer que lo tuviera delante, el chico se miraba despreocupado, ligero y, como siempre, radiante. Le sonrió como solía hacerlo exclusivamente a él.

 

— ¿Pasa algo, teme? — pregunto dudoso.

 

— Tú y yo necesitamos hablar — exigió mientras lo tomaba bruscamente del brazo y lo jalaba directo a su oficina, pero antes de que pudieran llegar el rubio se soltó de su agarre. Su ceño se había fruncido y le recriminaba su actitud con la mirada.

 

— ¿Qué diablos pasa contigo, Sasuke? — le cuestionó enojado. Tenían alrededor de un mes que no se miraban y el azabache ya comenzaba actuar como el bastardo que era. Por unos segundos sintió sus piernas flaquear y pensó en la verdad latente que se ocultaba dentro de su cuerpo, pero no había forma de que él lo supiera ¿o sí?

 

— He dicho que necesitamos hablar, dobe, ahora — exigió mientras la furia también comenzaba a hacer estragos en él. No quería alterarse, pero se sentía colérico y ni siquiera se debía a Naruto. No lo sabía, lo miró y era como si hubiera perdido el control de sus propias emociones, incluso, en ese tenso momento, su cabeza le recordaba lo bueno que era el rubio besando. Sin embargo, era momento de mostrarle quien tenía el control de la situación.

 

— ¿Hay algún problema? — preguntó una voz a sus espaldas alertándolos a ambos. Sasuke giró para toparse con la cara molesta de su padre, mientras Naruto agachaba la cabeza, avergonzado. Fingió que no pasaba nada, sería lo mejor por el momento.

 

— No, Uchiha-san — contestó evitando el contacto con la vista de su progenitor, estaba claro que entre ellos dos habría una charla después de eso.

 

— Me alegra que haya podido regresar, Uzumaki — cortó el ambiente tenso que el mismo había generado y caminó hacia la oficina de su hijo menor —. Acompáñeme un momento, por favor — soltó, esperando que el rubio le siguiera. Naruto rio apenado mientras rascaba detrás de su cabeza y respondió al llamado de su jefe superior. Sin embargo, antes de encerrarse, el menor giró su vista a Sasuke mientras este negaba con cabeza aclarando que tenían una charla pendiente.

 

Probablemente la conversación se alargaría por unas horas y siendo desplazado de su oficina, prefirió caminar directo al ascensor; iría a recostarse un rato con el pesado de su hermano. Subió dos pisos más, y entró en su oficina sin llamar mientras Itachi solo lo miraba situarse sobre la primera silla cómoda que encontró.

 

— Compre esto ayer para ti — comentó el azabache mayor mientras sacaba de su abrigo un paquete y lo tiraba a las manos del menor —. Deberías ir con especialista, no puedes seguir así —ciertamente estaba preocupado por su hermano, ya tenía bastante con su problema de salud y no parecía mejorar. Las pastillas no habían sido sus mejores aliadas, sin embargo, cuando pregunto en la farmacia, la chica le había recomendado ese medicamento, sólo que no le aclararía con que descripción se la receto.

 

— Tengo cita por la… — tal vez Sasuke hubiera terminado de aclararlo de no ser por la arcada que sintió. Tomó lo más próximo que tenía (el bote de basura) y vomitó el pobre desayuno que consumió por la mañana.

 

Itachi se puso de pie y golpeó suavemente la espalda del menor como apoyo. Cogió un pañuelo dentro su gaveta y se lo ofreció mientras Sasuke tenía los ojos cerrados y tomaba aire con la boca. Estaba seguro de que su hermano había bajado de peso en esas tres semanas; podía mirar en su rostro cansado que ni siquiera podía dormir, por unos segundos pensó lo peor.

 

— Estaré bien, idiota — resopló al ver el rostro de preocupación del mayor.

 

— No parece que…

 

Sasuke hubiera preferido no vomitar en ese momento para no contradecir sus palabras, pero había sido imposible retenerlo. Se dejó caer sobre la silla después de ello, mientras trataba de regular su respiración, sentía su boca ser un asco. Puso una mano sobre sus ojos e Itachi volvía a darle palmadas, pero sobre la cabeza.

 

— Vamos, tonto hermanito, tengo un poco de pasta de dientes en mi escritorio, lava esos dientes y tómate la pastilla, puedes dormir un rato sobre el sillón de allá. Tengo que ir a ver una información con el nuevo proveedor, puedes quedarte aquí hasta que te sientas mejor.

 

— ¿No preferirías que vaya a casa?

 

— Prefiero que madre no te mire en ese estado, haz sido bueno ocultándote de ella; no quiero preocuparla.

 

Itachi lo acompañó hasta el baño más cercano mientras ordenaba que limpiaran su oficina. A nadie le extraño la cercanía de ambos chicos, siempre habían mostrado una solemne amistad. Después de asearse unos minutos regresaron y Sasuke cayó rendido sobre el sillón de lujo de su hermano.

 

Cuando abrió los ojos no supo cuánto tiempo había pasado. Solo que el pasillo estaba silencioso, sacó su celular del pantalón de vestir, era la hora de comida. Resopló sintiéndose mejor después de las pastillas y se dirigió a su oficina. Lo único que su mente llegaba a pensar era en su comida, sentía que moriría por unas chuletas ahumadas.

 

Negó con la cabeza mientras entraba por el pasillo de compras y como si su mañana se repitiera, Naruto hizo su aparición, estaba tomando las cosas de su propia oficina. Lo observó por unos momentos, el chico se miraba exactamente igual de cómo lo había dejado, aunque, no sabía que tanto podía afectar a un doncel un embarazo, sin mencionar, que no sabía cuantos meses tenia de gestión.

 

— ¿Se te perdió algo, bastardo? — le llamó sin voltearlo a ver. No entendía el mal humor que cargaba Naruto, debería estar feliz con la noticia que le había dado su padre, sin embargo, parecía más mal humorado que el mismo.

 

— Sí, tú — le contestó con arrogancia, mientras el rubio fruncía más el ceño. Si algo odiaba, era que lo trataran como si fuera un objeto y eso lo tenía claramente señalado.

 

— Púdrete, Sasuke. No estoy para tus juegos — agregó molesto. Seguía guardando sus cosas en una caja ante la mirada de su amante, el azabache no tenía la culpa de sus errores, probablemente de la mitad, pero no tenía por qué culparlo, las cosas se habían salido de sus manos.

 

— Hablemos claro, entonces, Naruto — soltó sin más. No estaba tan molesto como el rubio, pero, la duda lo carcomía todavía. El saber que iba a ser padre lo tenía asumido, pero necesitaba comprobarlo por la boca de su amante, necesitaba que el rubio se lo corroborara—. ¿Estás embarazado, sí o no?

 

— No.

 

Sasuke bufó enojado. Por extraño que sonara, sentía que no estaba siendo sincero, un vacío se había instalado en su pecho desilusionado por la negativa ¡¿Qué diablos pasaba con él?! Negó con la cabeza, asustado, temeroso porque ni siquiera sabía que pensar de todo eso. Estaba confundido y por alguna extraña razón, dolido.

 

Y como si Naruto leyera la duda en la cara de Sasuke, lo empujó. Lo sacó de su oficina mientras deslizaba la puesta y atracaba con seguro. Uchiha no creía lo que había pasado, el rubio actuó presa del pánico, ni siquiera le dejo replicar, se escondió de él.

 

— ¡Idiota, abre la puerta ahora mismo! — exigió exaltado, el rubio solo lograba confundirlo más, nunca sabía que esperar de él.

 

— Lárgate de aquí, Sasuke — pidió recargado en la puerta de cristal, ambos se miraban el rostro separados por una pared. Ojos azules contra azabaches peleaban sin saber por qué, mientras Uchiha sentía que iba a volverse loco.

 

— ¡¿Es verdad?! — Vociferó con furia—. ¡¿Estas esperando un hijo mío?! — ya no sólo era el embarazo, se trata de su hijo, de algo suyo, alguien que tendría su sangre, sus mismos rasgos y aunque sonara estúpido, en medio de aquella pelea se sintió feliz. Feliz de saber que había hecho algo bueno con una persona excelente.

 

Estaban montando un pequeño escándalo, pero no le importaba del todo. La oficina se encontraba vacía porque era la hora de comida. Además, que el equipo de compras abarcaba todo un piso del departamento, nadie los escucharía, incluso, si terminaban matándose uno al otro.

 

— ¡Te he dicho que no, maldito bastardo! — exclamó negándole todo. Se giró, incapaz de seguir mirándole a los ojos. Le había dado la espalda, ocultando su rostro mientras Sasuke entre cerraba los ojos, furioso de sus evasivas.

 

— ¡Dime la verdad, dobe! — exigió mientras golpeaba la puerta de la estancia con el puño. Estaba colérico de las mentiras de su amante, se sentía perdido en un mar de incertidumbre, porque a pesar de que sabía que era verídico, no lo quería creer si no lo escuchaba de la propia voz del rubio ¿inocente hasta que se demostrara lo contrario?

 

— ¡Te he dicho que no! ¡Maldita sea, Sasuke, déjame en paz, ttebayo! — gruñó alargando la ultimo “o” de la oración. Estaba nervioso y las cosas se le estaban escapando de las manos antes de lo que creyó posible.

 

Uchiha seguía enfurecido detrás de la puerta, como odiaba esa faceta del rubio. Aquella donde se ocultaba y fingía demencia de los problemas. Trató de abrir de nuevo la puerta, pero le era imposible, solo le quedaba romperla, sin embargo, antes de tomar medidas drásticas se tomó la molestia de tratar de resolver el conflicto sin provocar daños mayores.

 

— Escucha, dobe. No estás solo en esto, Naruto yo… — trató de bajar su tono de voz, de suavizarlo, sin embargo, ya debía de saber que el rubio era más testarudo que él.

 

— No me importa, no te necesito — aclaró en medio del monólogo sin dejar de sonar alterado. Sus nervios estaban a flor de piel, pero su tono de voz había bajado, temeroso de sus propias acciones.

 

— Me necesitas… — le susurró lo suficientemente fuerte para que lo escuchara a pesar del cristal. Su voz había sonado frágil, estaba manipulando el momento para hacer flaquear la fuerza de voluntad de Naruto, sólo así sería capaz de llegar a él.

 

— Largo, teme… — murmuró más para sí que para su amante. Estaba confundido, estaba vacilando de sus acciones y tenía pánico de caer en el juego de su verdugo.

 

— Abre la puerta, dobe. Aclaremos esto…

 

Supo que había ganado la batalla cuando Naruto se giró y abrió la puerta con lentitud. Estaba celebrando con una sonrisa arrogante su victoria, sin embargo, Sasuke había perdido en su propio juego seducción. El rubio cazó sus labios y lo devoró hambriento de calor, y él era tan idiota como para dejarse llevar por la pasión que se había perdido esas últimas semanas.

 

En medio de su desbordante deseo a Sasuke se le vino el motivo de la pelea, pero estaba tan ocupado desvistiendo al rubio que podía esperar un momento, necesitaba sentirlo suyo, saber que esos carnosos labios eran de su propiedad y los sentimientos ambiguos que salían de su pecho podrían ser correspondidos.

 

— Sólo cállate y disfruta el momento —  le ordenó el rubio desabrochando su camisa blanca. Sus manos vagaban peligrosamente por el borde de su pantalón mientras callaba la boca de su amante con un ardiente beso.

 

Por unas horas podía esperar. La opresión de su pecho se apagó mientras devoraba el cuello acanelado y sus manos se deslizaban por la espalda de su amante hasta donde perdía su nombre. Sasuke estaba perdiendo el control, pero no se lo entregó al rubio, sino a la pasión que los abrasaba a ambos.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando Sasuke despertó desnudo por la tarde en un hotel solo, frunció el ceño. Naruto y el habían saciado la pasión que los corrompía en la privacidad del hotel más cerca que encontraron. Sin embargo, después de semanas sin dormir bien, cayó preso del sueño dándole la oportunidad perfecta a su amante de escapar.

 

Y pensó que tal vez ese era el plan desde el principio, pero si quería jugar sucio, le demostraría quien era el mejor.

 

Buscó su celular esparcido por la habitación. Lo encontró dentro de su pantalón de bajo de la cama. Tenía dos llamadas perdidas de su hermano y un mensaje de Naruto con una escueta disculpa, las ignoró a ambas y marcó un número que conocía bien.

 

En la pantalla se apreciaba con claridad “Llamando a Orochimaru…”.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando Naruto entró en su nueva oficina suspiró cansado. Le dolían los pies, los tenía hinchados y le pulsaban; maldita sea la hora en que su vida se había alterado de esa forma. El día anterior había sido un cobarde al huir así de Sasuke, pero no estaba preparado para afrontarlo, agradecía a los Dioses el favor de cambiarlo de área para no tenerlo que ver.

 

Aunque era cuestión de tiempo para que volviera a afrontarlo, no podía huir, por lo menos no mientras trabajan en el mismo lugar. Se dejó caer en su silla reconfortante y pensó en ignorar todo de nuevo. No quería enfocarse en su poca estabilidad, por lo menos ese día quería sentirse feliz, pero por su puesto de trabajo.

 

Estaba radiante del progreso que tenía, nadie podría quitarle esa dicha.

 

Lástima que Naruto no contaba con los planes de su amante.

 

— Buenos días, Uzumaki-san — llamó alguien a su puerta mientras de adentraba a su oficina.

 

— Buenos días — contestó formalmente enfocando su vista en el sujeto que tenía delante. Era un hombre de cabellos negros y ojos afilados. Tenía una bata blanca y en su mano traía un pequeño maletín parecido a una hielera.

 

— Es un placer conocerlo, mi nombre es Orochimaru.

 

No era el nombre, pero el escucharlo le causó un extraño escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Lo siguió observando temeroso de esos ojos verdes con pupila contraída. Podía jugar que jamás había sido testigo de alguien con sus mismos ojos, dejó que el sujeto se sentara frente a su escritorio mientras tenía una macabra sonrisa en los labios.

 

— Los señores Uchiha me han contratado temporalmente para hacer un chequeo médico a los colaboradores de la empresa. Empezaremos por su departamento, si no le molesta, claro.

 

Naruto se quedó callado, mientras miraba sospechosamente al hombre delante de sí. Tenía un mal presentimiento de todo eso.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

A ver, a ver ¿ya te ibas? ¿sin comentar? really? ¿por qué eres así? Jajajajajaa, dejen comentarios :O ¡Alimentan a mi alma! Jajajajaa, además, son gratis, ok, no xDDD


Muchas gracias por el apoyo. Aquí seguimos ;)


Saludos.


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