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Chico Problema por Ahiezer

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“Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida.
No es el fin del mundo. Es el inicio de uno nuevo.”

—x—x—x—

Sin contar los terribles primeros meses, los insultos y los intentos de abusos. Estos últimos meses no parecían tan malos; la comida ya no le parecía tan desagradable, ya no peleaba tanto con Jean o con cualquier otro y las charlas con Levi eran mucho más sencillas. Esto último hizo que los rumores resurgieran con fuerza.

Eren negó pocas veces las habladurías, pues cuando lo intentaba los hombres querían comprobarlo por sí mismos. Las palabras eran menos dañinas que los toqueteos y los verdaderos intentos para aprovecharse de él, por ello, Eren no luchó más por aquellos comentarios. Simplemente daba la mirada más fea que pudiera reunir y los ignoraba con una paciencia que no sabía que tenía.

Sus acciones solo alentaron a que siguieran comentándolo.

No dejaban de mencionarlo como ‘la novia del capitán’ a dónde fuera, y recordarle que en el momento que Eren quisiera a un hombre de verdad había un montón de hombres dispuestos a darle el placer que no recibía.

Eso lo molestaba tanto, si no fuera porque Thomas estaba ahí, siempre con su sonrisa apacible y un apretón de hombros que lo alejaban de la situación calmadamente.   También, Thomas no dejaba de recordarle porque era buena idea mantener la farsa, y en parte tenía razón porque ya no lo acorralaban en los pasillos, o intentaban encerrarlo en la zona de limpieza, o toquetearlo indebidamente. No obstante, los comentarios le disgustaban, Eren no quería sobrevivir por el hecho de que los demás creyeran que se acostaba con un guardia, o que creyeran que Eren se vendería a cualquiera por seguridad. Pero ¿qué otra opción tenía?

Curiosamente, Jean no lo molestaba con el tema, es como si para Jean no existiera. A Connie parecía tampoco importarle mucho, solo una vez había comentado: “Ahora entiendo porque nunca te molesta en la hora de trabajo”. Y, “Sabes Eren, deberías decirle que no sea tan duro conmigo”. A diferencia de Reiner y Bertolt que no parecía agradarles la idea.

Reiner no quería que ese tema se mencionara en su presencia, Eren entendía un poco dada su rivalidad con Dimo. Fue Reiner quien le había dicho que Dimo estaba vigilando sus pasos muy posiblemente por Levi, aparentemente, el guardia y prisionero tenían algún acuerdo. Eren había estado enojado con el comentario en su momento, y aunque lo reclamó aquella vez en la discusión con Levi, no había vuelto a mencionarlo. Levi tampoco había vuelto a tocar el tema, y Dimo no hacía nada que hiciera a Eren sospechar. Sin embargo, Reiner era otra historia. 

— ¿Está abusando de ti? —había preguntado Reiner, seriamente, un día en los patios cuando estuvieron solos mientras los demás hacían su trabajo.

—No, no lo hace y no pasa nada entre él y yo—aclaró.

— ¿Entonces, porqué dejas que hablen de eso? Estuviste enojado cuando se insinuó que había algo entre nosotros y dejas que hablen de ti como una puta por…

—No soy una puta—había dicho Eren un poco demasiado fuerte de lo normal, atrayendo miradas. Tuvo que tranquilizarse y hablar más suavemente después de eso—. Pero no tengo otra opción, incluso aunque diga que no pasa nada, no me creen.  Y tenía derecho de estar enojado cuando no sabía que hablabas de mí de esa manera a mis espaldas, quizás sí me hubieras contado hubiera sido diferente.

Probablemente no sí Eren era honesto consigo mismo, porque antes era más ingenuo, antes creía que podía con quien sea. Ahora, aunque guardaba el pensamiento, las experiencias que había recibido le hacían ver que tenía que ser más cauteloso.

Reiner lo escrutó con la mirada, con una atención que no le gustaba a Eren—. Sabes, sí de verdad quisieras te escucharían—murmuró el rubio—. ¿Qué lo hace tan diferente para que te mantengas tan tranquilo sin luchar por los derechos que tanto reclamas?  

Eren no había respondido en ese momento, y se mantuvo más distanciado de Reiner desde entonces. Reiner había sido claro que no quería hablar más de eso, y tampoco escucharlo. El castaño tampoco tenía motivos para mencionarlo.

Sin embargo, con el tiempo el tema empezaba a inquietarlo.

No había hablado con Levi sobre las habladurías, no por falta de intentos, si no que Eren no quería discutir con Levi.

Cuando Levi había tratado de disculparse esa vez, había sonado sincero, había sido sorpresivo, pero, sobre todo, hizo sentir a Eren como una persona. No un trozo de carne, no algo para intercambiar o poseer, solo él, Eren. Y todos los días, a pesar de la diferencia de autoridad, Levi no hacía nada inapropiado como a todos les gustaba pensar. Sí era un poco insultante, a veces la forma en la que veía la vida era un poco oscura y no tenía gran variedad de conversación. Pero cuando Eren necesitaba su espacio, Levi se lo daba; Cuando Eren divagaba sobre cualquier cosa, Levi lo escuchaba. Pero, sobre todo, Eren no tenía que estar a la defensiva cuando estaba alrededor de Levi.

Sí, los rumores lo molestaban, quería enojarse con Levi por ellos, porque el hombre siempre estaba imperturbable, como sí no escuchará lo que dijeran, como si no le importara. Siempre parecía un día cualquiera con el guardia peculiar que jamás mencionaba el tema, tampoco intentaba aprovecharse de él y hacer todas esas cosas sucias que los demás creían que Levi le hacía. A pesar de pasar la mayor parte del tiempo solos, a pesar de las bromas, a pesar de los chismes, Levi jamás intentaba hacer algo más.

Así que no, no podía estar enojado con Levi, aunque quisiera, o no por mucho tiempo por lo menos.

Sin embargo, un día no pudo soportarlo más y se desahogó en la zona segura, dónde solo era escuchado por Levi: Biblioteca.

—No le molesta esto— se quejó, tratando un poco duramente a los libros que acomodaba.

Levi en su posición usual con un libro que Eren había visto en sus manos más de una vez preguntó: — ¿Molestarme qué?, ¿La rutina?

—Lo que dicen de nosotros… y estoy seguro de que sabe de qué hablo.

Levi dejó su libro sobre la mesa y pareció pensarlo unos segundos—. Sinceramente no, he tenido peor.  ¿Te molestan a ti?

—Por supuesto que lo hacen porque piensan que soy una… hablan de mí como si fuera una puta— farfulló lo último con gran desagrado. Lo había escuchado tanto, y de una manera tan ofensiva y degradante que calentaba sus venas con tan solo pensarlo. 

Sin embargo, el silencio de Levi perduraba y era extraño. Normalmente el capitán ya tenía algo que decir, pero cuando Eren lo miró, Levi parecía divertido. Eren creyó entenderlo una vez que repitió para sí mismo lo que había dicho en voz alta. Había implicado que estaba más disgustado por ser insultado que por el hecho de que lo involucraran con él.

Eren quería que se lo tragara la tierra, podía sentir que el calor de sus venas antes por ofensa se dirigía a su rostro en la vergüenza—. No es eso lo que quería decir, quiero decir, yo, usted sabe lo que trataba de decir… —intentó defenderse en un lío de tartamudez.

—No he dicho nada.

—Pero lo estaba pensando.

—No, no lo hacía— replicó Levi, pero por la ligera contracción de sus labios lo delataban.

—Agh, es igual que los otros ya no le diré nada—se quejó Eren, incapaz de seguir mirando.

Hubo un sonido vago, como si se hubiera contenido una risita. Levi se estaba riendo, se estaba riendo de él, pero Eren no se sentía ofendido, ya no, no por él por lo menos. Levi era muy serio, raramente mostraba emoción. Pero cuando lo hacía, era tan momentáneo, tan rápido, tan desconcertante. Que provocarlo lo hacían sentir bien, hacía que cualquier mal momento o pensamiento que tuviera se desvanecerían con estos simples sonidos, con estas ligeras burlas momentáneas.

—“No lo estaba pensando”, sí claro— murmuró Eren, sin una pizca de veneno, soltando su propia media sonrisa, y centrándose plenamente a hacer su trabajo en silencio. Levi chistó, y resopló divertido mientras tomaba de nuevo su libro.

Hubo un silenció cómodo, hasta que Levi no tardó en hablar: —Son solo palabras, no los tomes demasiado enserio. Los chismes es lo único que tienen aquí para entretenerse.

—Lo sé.

—Si de verdad te molestan, podemos buscar la forma para que dejen de hablar sobre ello.

Eren recordó las palabras de Thomas, y los posibles sucesos inevitables que vendrían cuando la farsa terminara. Como si Levi leyera sus pensamientos, lo miró y dijo: —Deberías simplemente dejar las cosas como están, es mejor que sigan hablando para que puedas llegar de una pieza cuando salgas de aquí.

Eren guardó el libro con cuidado, sin saber cómo sentirse al respecto con esas palabras. Enfocó toda su atención en cualquier cosa menos en Levi. Por la forma en la que Levi lo dijo, parecía muy seguro de que Eren saldría de ahí pronto. ¿Qué acaso no había leído sus archivos?

—No sé si ya lo sepa, pero por el cargo que tengo, tendrá mi presencia aquí por un tiempo—sonó malhumorado, cuando Eren quería aparentar falsa frivolidad.

—Sobre eso…

El castaño lo interrumpió palmeando sus manos exageradamente para desempolvarse del polvo dejado por los libros. No quería hablar de eso, entonces palmó su uniforme y habló ruidosamente: —Creo que he terminado, ¿Usted qué dice?

Levi se calló, miró alrededor y luego detuvo su mirada en Eren, cómo si intentara ver a través de él. Sus ojos de acero casi hacen que Eren desvié la mirada, pero la sostuvo.

—Sigue mirando de esa manera y algún día te meterás en verdaderos problemas—dijo Levi.

—Bueno, tal vez tampoco deberían mirarme a los ojos—comentó Eren engreídamente—, ¿Y bien?

Parecía que Levi quería decir muchas cosas, pero finalmente suspiró—. Todo en orden, puedes retirarte si quieres.

Eren quería retirarse, probablemente Levi quería charlar sobre su encarcelamiento. No sabía por qué a Levi le importaba tanto. Sin embargo, Eren se quedó. Tomó el libro sobre aventuras que había encontrado disfrutable y fue a sentarse.

Levi no dijo nada y retomó su lectura. A veces era mejor ignorar los temas de los cuales no querían hablar. Esta vez, Eren consideró que era mejor hablarlo de una vez por todas. Después de todo, él también tenía muchas preguntas sobre Levi que no había tenido el valor ni la oportunidad de preguntar.

— ¿Por qué le interesa tanto? ¿Conocía a ese hombre? —preguntó Eren tan indiferentemente como pudo, mientras fingía concentración en su lectura.

—A Gross, no, no personalmente. Me pidieron matarlo una vez—respondió Levi, casualmente, sin perder el ritmo. Él era mucho mejor que Eren para la indiferencia. 

Eren no pudo ocultarlo más, la respuesta había sido como agua fría—. ¿Qué? — exclamó sorprendido. Levi lo ignoró.

—Gross siempre estaba acompañado, siempre en grupo. Las pocas veces que lo vi sin gran compañía era con alguna amante o un compañero del trabajo. Nunca se le veía totalmente solo. Parecía un trabajo complicado por eso.

— ¿Qué?, ¿Por, porqué iba a matarlo?    

Levi cambió la hoja del libro—Nunca pregunté, y no me interesaba—dijo—. Al final, cuando ya estaba todo planeado, llamaron para cancelarlo. Pagaron por las molestias, pero por lo que sé no era la primera vez que querían matarlo. Por eso no entiendo cómo un mocoso pudo haberlo hecho por un asalto mal elaborado.

Eren quedó en blanco por la nueva información, ahora tenía más preguntas sobre Levi que quería saber, no obstante, no las mencionó al sentir la pesada mirada del ‘capitán’. Levi lo miraba de reojo buscando respuestas, esperando alguna reacción.  

—No quería asaltarlo—confesó Eren.

— ¿No? Eso no es lo que viene en los archivos.

—Por qué no quisieron creerlo, nadie me creyó. Yo no quería asaltarlo.

Levi bajó el libro, miró de nuevo a Eren con escepticismo—. ¿Entonces por qué lo mataste?

—Yo…yo no quería hacerlo—suspiró el castaño. No había querido pensar mucho en eso, pero fue inevitable. Había estado bloqueando el suceso desde hace tiempo, pero cuando pensó en ello, los recuerdos vinieron a él. Breves y borrosos, pero insistentes. Levi estaba expectante, quería escucharlo, y Eren no pudo contenerse más.

Comenzó a hablar contando lo que recordaba.

Contó cómo había logrado estar a solas descansando de la presencia de sus inseparables amigos para buscar trabajo con el Sr. Shadis, y que había salido un poco más tarde de lo planeado del lugar. Contó que rechazó la llamada de Hannes para recogerlo porque había sonado un poco borracho y el hombre estaba alegremente en un convivio que Eren no quiso estropear. Contó cómo decidió tomar un atajo para poder tomar un autobús menos lleno para volver a casa, como se había sentido tan afortunado de no encontrar a la pandilla callejera que habituaba la calle. Contó cómo lo vio, a aquel hombre solitario que se tambaleaba por la oscura calle. Fácilmente pudo haber pasado por un borracho empedernido deambulando, pero Eren había convivido con uno, sabía que sus caminados no eran normales, parecía más herido que alcoholizado.  

Podría haber contado todo y como recordaba, pero el tiempo había pasado volando y cuando menos acordaron los demás prisioneros comenzaron a llegar, dándoles esas miradas raras y picaras. Levi frunció el ceño, pero Eren no necesitaba que el custodio dijera nada, Eren entendía por lo que volvió a su libro.

No pudo prestarles atención a las palabras, no importaba cuánto lo intentó. Cuando miraba a Levi, Levi también lo observaba. A pesar de los murmullos y la hojeada de libros habitual, Eren no lo sentía como cualquier día.

Estaba de nuevo ahí en esa calle con el hombre tambaleante. Gross, cómo Eren había ignorado su nombre. Como lamentaba haber caminado tan lentamente a su alrededor por la curiosidad de saber sí el hombre de verdad estaba herido, para saber si necesitaba ayuda. Pero Eren jamás imaginó que el hombre se volvería tan violento al verlo, cómo si lo conociera o a alguien muy parecido a él. No recordaba todas las maldiciones o amenazas que Gross había soltado mientras lo sostenía tan rudamente de la camisa y los miraba con esos ojos claros y desorbitados.

Todo pasó tan rápido en su mente; la lucha, el forcejeo y la adrenalina para evitar el arma punzocortante. Eren había soltado algunos golpes, había sostenido la navaja para evitar ser atravesado y quitársela de las manos. Recordaba haber pateado y empujado con todas sus fuerzas hasta que finalmente logró quitárselo de encima con el hombre tropezando, cayéndose y golpeándose contra el borde del suelo. Nada de eso lo había matado por lo que Eren recordaba, el hombre había seguido amenazándolo desde el suelo hasta que Eren se alejó y corrió sin mirar atrás.

No avisó a la policía porque no encontró a nadie en su camino, no le dijo a su familia en su momento porque no quería preocuparlos; Era de las pocas veces que había salido sin Armin y Mikasa y no quería hacerlos sentir culpables. Simplemente pareció un encuentro desafortunado y aterrador con un drogadicto violento, pero las cosas empeoraron horas después cuando llegó la policía a la mañana siguiente. Fue ahí cuando todo se desmoronó.

Todo se volvió borroso cuando Eren sintió que alguien lo agitaba del brazo, debería estar alerta, pero no lo hizo. Parpadeó, y miró a su posible atacante.

Eran esos ojos grises que lo miraban—-en, Eren, ¿Te encuentras bien? —preguntó Levi.

Eren parpadeó un par de veces más mirando su entorno. Estaban solos de nuevo con algunos libros abandonados en algunas mesas. También, debió haberse ido por un buen rato para que el capitán le llamara por su nombre. 

—Creo que no recuerdo todo—murmuró el castaño. 

—¿Estás bien? —preguntó Levi, seriamente.

Eren asintió. Ambos se quedaron en silencio hasta que Levi miró su reloj.

—Llegarás tarde a limpieza—dijo.

Eren lo había olvidado—. Entonces creo que tengo que irme.

—Debes de, pero… tienes suerte de tener ese pedazo de cartón contigo, tienes la ventaja de unas cuantas cosas. Entre ellas puedes quedarte una hora extra en biblioteca. Lo necesitas.

“Estoy bien”, quería decir Eren, pero… sería bueno tener un rato a solas sin los chicos. No es que no los quisiera, pero a veces le gustaría estar solo… o tal vez no del todo solo—. ¿Qué hará usted? —preguntó, recordando que hoy no era el turno de Levi para estar siendo el guardia de limpieza.

—Lo de siempre. No creas que pienso quedarme aquí para…

—No, no es por eso—Eren cortó. No desconfiaba de Levi, no tenía motivos, y cuando Levi creía que Eren lo hacía, le aseguraba que no era como los “cerdos pervertidos” —. Confío en usted—aclaró el castaño.

—Oh—murmuró Levi. Por primera vez desde que Eren lo conocía, el capitán parecía inseguro, como si Eren le hubiera dado un golpe bajo.

—Es solo que jamás me respondió—continuó Eren.

—Y tú ni siquiera terminaste de contarme cómo terminaste aquí—dijo Levi, con el ceño levemente fruncido.

—Bueno, terminaré de contar mi historia sí usted responde mi pregunta.

—Eso me suena a chantaje.

Eren se encogió de hombros—Quizás lo sea.

La pequeña contracción en sus labios estaba de vuelta junto a algunas murmuraciones e insultos hacía el castaño. Eren simplemente se divirtió con los comentarios.

—Está bien— dijo Levi y lo pensó por unos segundos—. Sí quieres terminar tu historia me quedaré. Supongo que sobrevivirán sin mí por el día de hoy. 

Eren no había pensado si Levi estaba dejando cosas importantes, probablemente tenía otro trabajo que de verdad requería su atención en vez de quedarse aquí, quería preguntar, pero se le vino a la mente algo peor.

—Oh no, los rumores serán peores por esto—se quejó.

Levi no parecía preocupado, pero de todos modos habló: —Sí eso te preocupa, puedo irme, hablaremos mañana.

—No, no, está bien—contestó Eren tan pronto como pudo—. Son solo palabras, ¿no?

—Solo palabras—afirmó Levi.

Con eso dicho, Levi retomó su asiento y Eren comenzó a trabajar con los libros por puro instinto. Parecía una hora regular cualquiera, pero un trato era un trato así que Eren continuó con su historia. 

Levi escuchó cada palabra, no lo juzgó, no hizo preguntas precipitadas ni acusaciones. Ojalá hubiera sido tan fácil cuando estaba en el juzgado.

— ¿Qué pasó con la mujer? —preguntó Levi, cuando Eren terminó tanto de contar su historia como de guardar los libros restantes.

—Yo no vi a ninguna mujer, pero cuando estaba en el juicio ella insistió en que yo quería asaltarlo. Nunca la había visto en mi vida, y, sin embargo, ella se empeñó en acusarme. Los vecinos tampoco ayudaron, todos sabían que teníamos problemas de dinero, era por eso por lo que quería trabajar, pero jamás robaría.

—Nunca mencionaste que lo apuñalaste. Gross murió por dos apuñalamientos y una contusión cerebral.

Eren no necesitaba el recordatorio—. No recuerdo haberlo apuñalado, pero los abogados dijeron que tal vez lo hice y no me di cuenta por la adrenalina del momento— declaró con pesar. De nuevo, intentando pensar con exactitud aquel momento era borroso, no creía haberlo hecho, pero era muy posible que accidentalmente lo hiciera. 

Levi se recargó en el asiento mientras miraba el techo pensativo.

—No soy tan inocente como pensaba, ¿verdad?

—En realidad, eres más estúpido de lo que creía. No explica por qué Gross se puso tan violento, o porque estaba solo, ni cómo esa mujer declaraba algo con tanta insistencia y luego desapareció... —luego Levi calló cualquier pensamiento o palabra. Y cuando lo miró, Eren notó de nuevo esa extrañeza en su mirada.

—Oh, no, no sienta lástima por mí de nuevo—reprochó Eren.

—No lo estaba, y bien, creo que es mi momento de responder tu pregunta. —dijo Levi.

—Uh, bueno, entonces, nunca me dijo; ¿Por qué quería matar a Gross?   

—Era mi trabajo—respondió Levi con simpleza, como si fuera un trabajo normal matar personas simplemente porque sí.

—Matar personas no debería considerarse un trabajo, eso está mal.

Levi se mostró indiferente—. Mocoso, hay muchas cosas mal. Y nunca dije que estaba orgulloso, hacía lo que tenía que hacer.  Pero tampoco es como si fuera lo único que hiciera.

— ¿Qué otra cosa hacía?, ¿robar? —preguntó Eren, no estaba decepcionado, ya había escuchado diversas cosas del pasado de Levi que no podía creer… hasta ahora. 

—A veces—respondió Levi.

—Era… ¿Era cómo un mercenario?... —Sí eso era así, era probable que Levi haya hecho todas esas cosas por las cuales algunos presos le tenían pavor. Y confirmaba la estancia en prisión que tanto había escuchado.

Levi se encogió de hombros, mirando su reloj—Todavía quedan diez minutos para que acabe la hora y tengo que quedarme para cerrar el área. Deberías de salir y volver a tu celda, no tardará en empezar la comida.

Pero a Eren no le importaba la hora, o si la comida empezaría pronto, él quería saber.

—Entonces estuvo en prisión… ¿En la prisión de los subterráneos? —comentó el castaño.

Levi se quedó callado, pensativo, por un segundo Eren pensó que no le respondería, que quizás se estaba entrometiendo demasiado.

—Lo hice—respondió Levi, segundos después.

—… ¿Fue malo?

—Muy malo—dijo, su voz era tranquila, pero cuando Eren miró esos ojos grises, a pesar del rostro inexpresivo, entendió que había más en ellos de lo que quería saber.

—Lo siento—murmuró Eren sin pensar.

Levi frunció el ceño, aparentemente sin entender—. ¿Para qué?

—Por lo que sea que tuvo que pasar estando ahí.

Levi resopló—. Bueno, yo mismo me lo busqué.

—Quizás, pero, creo que no lo merecía. Es un buen hombre—dijo Eren, honestamente. Por lo que sabía, la prisión del subterráneo era de las cárceles más terribles, no podría pensar en algo peor que en el infierno en el que estaba. Y sí, Levi lo sorprendió con sus menciones de asesinato y robo, o con todas esas cosas que se decía de él. Pero Eren se encontraba incapaz de desearle mal.

—No me conoces—murmuró Levi, mirándolo con ese gélido ceño fruncido.

—Sé lo suficiente.

Y luego, Eren casi podía reír por la expresión que Levi le dio. No fue tan drástica, pero de pronto lo miraba como si Eren le hubiera salido un tercer ojo en la frente o tuviera un mono en la cara. 

—Eres realmente estúpido, mocoso—farfulló Levi, mientras se levantaba, acomodaba la silla y se estiraba.

—Y aquí pensado que era un buen hombre—se quejó Eren, juguetonamente, acomodando su propia silla.

Todavía Levi seguía siendo un misterio para él, pero, así como Levi era paciente para escucharlo, Eren lo sería para Levi cuándo llegará el momento.

Terminaron los últimos detalles, era muy posible que Eren no tendría nada que hacer mañana, pero fue agradable.

—Sabe después de esto, el rumor jamás se detendrá—comentó Eren, cuando todo parecía en orden— ¿De verdad a usted no le importa?

—Ya te lo dije, he recibido peor. Y honestamente, mocoso, me vale una mierda lo que digan los demás. 

Eren envidiaba eso, pero recordó que Levi ya no tenía que convivir obligadamente con un montón de pervertidos las 24 horas del día—. Tal vez sea porque usted no tiene que oírlo todos los días.

Levi negó con la cabeza— Créeme, yo también los escuchó, simplemente me vale una mierda.

—Me gustaría eso—resopló Eren.

— ¿Te gustaría qué?

—Que todo me valiera una mierda, sería más fácil.

El rostro de Levi, usualmente carente de emoción se suavizó—. Sí, imagino que sí. Quizás algún día lo hagas, mocoso—dijo.

—Eso espero… y Levi...Gracias… por escucharme—agradeció tímidamente, sin sentirse capaz del mirar al capitán.

—No me las des, es lo mínimo que puedo hacer. Ahora sal de aquí que tengo que cerrar.

Eren sonrió, agradecido que Levi no hiciera el momento incómodo—. Hasta luego, capitán. 

—Adiós, mocoso—murmuró Levi, dándole la espalda y guardando el pequeño libro que regularmente tomaba.

Levi era extraño, de las personas más extrañas que hasta ahora había conocido, una extrañeza que no podía explicar. No sabía que había hecho Eren para merecerlo, no sabía porque Levi hacía lo que hacía. Pero estaba agradecido, no podría sobrevivir solo.

Fue agradable la sensación que sintió al salir de biblioteca, no por salir del lugar, no, era por otra cosa. Se sentía aliviado de una forma que había necesitado.

El hombre, Gross, estaba muerto, sin intención o no, Eren lo había hecho. Eren no había querido pensar en porqué estaba ahí, ni en todos los motivos estúpidos que había cometido en su vida que lo habían llevado a este infierno. Pero fue bueno hablarlo, como haberse quitado un peso sobre sus hombros. Todavía se sentía pesado, todavía había mucho que tenía que aguantar, pero ahora se sentía levemente más ligero.

 Quizás con el tiempo, ya no se sentiría así.

El invierno fue duró, pero navidad fue aun peor. Extrañó varías cosas de esa época en su hogar: la comida navideña preparada por Armin, regalos pequeños pero afectuosos de Hannes, las sonrisas cálidas de Mikasa, o las hamburguesas especiales que Shadis siempre preparaba y adornaba en esa fecha especial. Y año nuevo, no, Eren no quería recordar año nuevo, fue tan amargo. Los chicos intentaron tranquilizarlo y le explicaron que el nuevo año sería mejor con el tiempo. Eren seriamente lo dudaba. 

Por primera vez desde su juicio, se dio cuenta de la magnitud de su nueva realidad, porque no solo eran las primeras festividades que viviría en prisión, serían de las muchas festividades por venir. Y no lo quería. Sí las primeras fueron duras, no quería imaginar las demás, aunque Connie tuvo la “delicadeza” de explicarle que la primera vez siempre eran las peores. Jean y Thomas no dudaron en estar de acuerdo.

Sin embargo, cuando llegó su cumpleaños número dieciocho, no fue sorpresa ver que todo se mantuviera igual. O que alguien lo supiera.  No hubo ninguna diferencia.

Fue un día normal, de una semana normal.

Eren tampoco se sentía diferente y seguía siendo tratado como el amante del capitán y considerado como el recluso más joven. Todavía era molestado por algunos, más por costumbre para verlo malhumorado que por cualquier otra cosa. Y se estaba acostumbrando, aunque no debería.

No obstante, no pudo evitar pensar en Armin y Mikasa, y cómo se despertaría con un pequeño cupcake de chocolate. Con suerte en dos días los vería por el día de visita.

Como los extraño, pensó, mirando a sus compañeros reclusos con amargura; Reiner estaba ideando que otra cosa vender, Connie y Bertolt oyéndolo con atención, Thomas comiendo calladamente y Jean picoteando su comida con aburrimiento. Mientras tanto, los demás solo eran ruidosos entre discusiones sin sentido, risas burlonas, ruidosa masticación y siendo totalmente aburridos y despreciables.

Y seguiría de esa manera por el resto de los días porque esta era su vida ahora.

—Oye, Eren— habló Reiner, sacándolo de sus pensamientos.

— ¿Qué pasa? —preguntó, volviendo a su realidad y comenzando a comer un trozo de papa mal cocinado.

— ¿Saldrás esta vez o irás a biblioteca? —cuestionó Reiner.

—Iré a biblioteca—respondió, como todos los días de mi nueva e infeliz existencia, pensó malhumoradamente. Hoy era de esos días en los que Eren se sentía tan amargo y negativo, que lo único que podría hacerlo feliz sería que el día terminara.

 —Bien, necesito que me hagas un favor—susurró Reiner, ignorante de las emociones de Eren.

— ¿Otro préstamo?

—No, necesito que hagas un trabajo, algo importante.

Eren se sintió atraído de inmediato por la idea.

Reiner no confiaba en él para los trabajos, solo esa vez del dinero que de vez en cuando Eren aportaba y que semanas después recibiría tal cantidad en efectivo. El efectivo era bueno para poder comprar cosas por dentro; frituras, dulces, chocolates, apostar en los juegos o comprar otras cosas que Eren jamás quería probar ni tener.

Pero este era un trabajo, no un préstamo y aunque la hazaña podría ser ilegal, ya estaba en prisión, no temía por ello. Al contrario, sentía la leve emoción de lo ilícito. Estaba mal, pero en prisión todo estaba mal y que mejor que demostrar su valía.

— ¿Qué puede hacer Jaeger que no podamos hacer alguno de nosotros? —se quejó Jean burlonamente, viéndolos con atención. No sabía cómo Jean se las arreglaba para convertir los malos días de Eren, en terribles días.

Reiner iba a responder, pero Eren no pudo evitar contestar: — ¿Qué estas insinuando, cara larga?

— ¿Qué dijiste, bastardo? —farfulló Jean con ira. Claramente Jean no quería hacer un espectáculo para los demás, lamentablemente a Eren no le importaba, no cuando estaba cegado por una pequeña discusión sin sentido.

—Lo que oíste, o qué, tu estúpida cara larga no te deja oír. 

Jean apretó los puños, su mirada no era más que ira justa, su intensidad era tal que dejaba en claro su mensaje: Quería reventar la cara de Eren a puñetazos. Eren no tenía problemas de que lo intentará, es más, estaría gustoso de hacerle un favor a Jean y arreglarle la estúpida cara de caballo.

—Es suficiente—Reiner murmuró, casi como un regaño. Pero ni Jean o Eren bajaron guardia. 

Los demás cansados de esperar algún movimiento, comenzaron a gritar “Pelea” una y otra vez como estudiantes de secundaria. Incluso unos empezaron a dar sus apuestas a excepción de Thomas, Connie y Bertolt. Sin embargo, tan pronto como todo se dio, guardaron silencio. Eren comenzó a intuir porqué hasta que Jean reveló sus sospechas.

—Sabes, no porque este el puto de tu novio va a hacer que detenga de darte tu merecido—murmuró Jean.

Y eso fue suficiente, Eren tenía demasiado de las charlas y se abalanzó contra Jean. Fue refrescante quitar el cosquilleo de sus nudillos, aunque recibió su parte de golpes duros.

La pelea no duró más que quince segundos, un tiempo muy lamentable para los espectadores. Y ambos alborotadores fueron llevados ante Baden, era como el jefe de guardia o algo así. Eren lo odiaba desde el día de su llave.

La oficina era pequeña, tenía algunos diplomas aquí y allá, su tapiz era un café aburrido y todo era tan simple como una oficina cualquiera. Tanto Eren como Jean fueron obligados a tomar asiento frente al oficial, como dos niños a la espera de su castigo con el director.

El anciano los miró sin sorprenderse— ¿Me preguntaba cuanto tardarían en estar aquí? —puso toda su atención en Eren—. Hace tiempo que no te veía causando problemas—dijo, y luego volvió a Jean—. Y tú Kirschtein, eras casi mi recluso modelo hasta que este llegó.

—Señor—Jean murmuró, sin verlo realmente.

Notando el ambiente tenso, el anciano tomó una decisión rápida—. Vamos al grano, llévense a Kirschtein a aislamiento, y a Jaeger llévenlo a la celda en solitario. Ya ha demostrado que no puede convivir con los demás.

¿Aislamiento y solitario eran diferentes?, ¿Solitario era incluso peor que aislamiento? ¿Era algo permanente?... todo pasó tan rápido en la mente de Eren, a pesar de que no quería alarmarse.

Los guardias los levantaron bruscamente y casi los empujaron a la salida hasta que se detuvieron por la resistencia de Jean.

—Yo inicie la pelea—dijo Jean.

Eren no entendía que es lo que estaba haciendo Jean.

—Sé lo que intentas hacer—murmuró Baden de inmediato—Y está bien, si tanto se aprecian, señoritas. Ambos a aislamiento tres días. Pero sí vuelve a pasar, irán a solitario y va para ambos.

Nuevamente, los guardias los empujaron, pero Eren no quería salir, forcejeó para seguir en la oficina.

—No, no, no, pronto va a ser visita—dijo Eren, sonando angustiado. No había esperado tantas semanas por nada. 

—Eso lo debió de haber pensado antes de hacer un escándalo—declaró el oficial, con un veneno que Eren no sabía porque merecía.

—Pero…

—Sin peros, niñito, o te daré una semana más—regañó Baden, interrumpiendo las quejas de Eren.

Eren apretó los puños y pudo sentir esa impotencia que picaba en sus ojos.

—Guárdate el berrinche, niño—burló el anciano e hizo un ademán con sus manos. Los guardias volvieron a empujarlos, y esta vez ninguno mostró resistencia. 

Fueron llevados a aislamiento, empujaron a Jean a una de las celdas sin ceremonias y lo mismo fue para Eren.

El lugar era mucho más sombrío de lo que recordaba.

Lamentó tanto haber peleado con Jean por nada, y fue a recostarse en la esquina, intentando no soltar las lágrimas impotentes.

Y fue así como su día malo, se convirtió en uno mucho peor.

—x—x—x—

En su mayor parte, todo era tranquilo y la vida seguía normalmente. Con la diferencia de que ahora regresaba todas las noches a su departamento para alimentar al gato que había adquirido por ser tan estúpido de haber seguido los consejos del mocoso. 

Empezó con un poco de alimento, después asilo en una noche lluviosa hasta que el gato ya no salió del departamento y Levi no encontró la forma de sacarlo. Levi lo odiaba, no podía imaginar la cantidad de gérmenes y suciedad que el gato traía consigo y estaba esparciendo por todo el lugar.

A Erwin le agradaba el gato y Hange ya lo amaba, no se diga del mocoso que se entusiasmó con todo lo que el gato hacía y que Levi le llegaba contar. Pero Levi no lo quería conservar, así que junto a Erwin intentaron llevárselo a un refugio de animales. Fue un trabajo imposible, el gato se escondía en todos lados y estaba obstinado a no salir del departamento. No fue hasta que llegó Hange que lograron engañarlo y pudieron llevarlo en una transportadora al refugio.

El refugio se convirtió en un lugar que Levi odió de inmediato, con ese olor de animal y muchas miradas tristes y un montón de historias trágicas que contaban las cuidadoras. Hange no pudo evitar llorar y querer llevarse a todos a casa, y Erwin comenzó a pensar en adoptar en algún futuro.

Lo único que Levi quería era salir pronto de ahí y no volver jamás.

Pareció una eternidad estar en el refugio, pero finalmente salieron... con el mismo gato que se suponía iban a dejar. Sin embargo, esta vez el gato regresó bañado, vacunado, desparasitado y con una futura cita para la castración.  

Cuando llegaron y abrieron la jaula, el gato bufó horriblemente, meneó su muñón de cola de un lado hacia a otro amenazadoramente y los miró con esos ojos amarillos enojados. Los animales no hablaban, pero el gato había dejado en claro su mensaje: Los odiaba. Pero Levi sentía lo mismo, así que era un trato justo.

Después de mostrar su ira, el gato huyó hacía algún lugar del departamento.

—Felicidades, Levi. Tienes un adorable gato bajo tu cuidado—felicitó Erwin, dejando en el suelo la cantidad ridícula de accesorios para gatos que Hange y Erwin habían apadrinado. 

—Aw, enano, tienes a otro ser a quien cuidar. Estoy tan orgullosa, eres la mejor persona que he conocido; Y honestamente no sé cómo te cabe un corazón tan grande en un cuerpo tan pequeño.

Levi pudo haber matado a la cuatro ojos en ese momento si no fuera por las bolsas de comida para gato que tenía en sus manos y la presencia de Erwin.

No vio de otra más que suspirar.                                           

Cuando el mocoso contó cómo terminó en prisión. Levi sintió que no podía quedarse ahí y ver como el chico desperdiciaba sus años en un lugar que no merecía. Nada de lo que había dicho tenía sentido, y los tuvo aún menos cuando repasó los documentos.

La mujer, Helena Marley, era un total misterio. Buscó en los archivos, en internet en todo lo que pudo, pero no encontró nada. Como si la mujer jamás hubiera existido; Levi no sabía cómo era, pero estaba muy seguro de que la odiaba.

Hange le ayudó con los documentos médicos. La forma en la que Gross había reaccionado tan violentamente sin razón, según las palabras de Eren, daba mucho para teorizar. Sin embargo, encontraron pocas respuestas y cosas inexactas en los papeles, y no tenían un cuerpo que investigar. Todo eso fueron malas noticias.

El fracasó era inminente, el mocoso tendría que pudrirse ahí en prisión.

Levi nunca había odiado tanta la injusticia como ahora. Si no hubiera conocido al mocoso ni se hubiera involucrado tanto, le hubiera dado igual. Pero ya no lo era, no cuando había visto la forma en la que Eren sonreía cuando escuchaba cualquier mala broma que saliera de la boca de Levi, o como brillaban sus ojos azules mayormente verdosos a la luz de los focos opacos de prisión, o simplemente cómo Eren podía hablar de prácticamente cualquier cosa.

Y mierda, cuando el mocoso habló de Levi como si fuera una maldita buena persona, Levi sabía que no lo merecía; Pero ahí estaba el mocoso diciendo que lo conocía lo suficiente. No entendía cómo podía existir alguien que fuera tan estúpido para su propio bien. Pero ahí estaba la prueba ante sus ojos, un maldito chico que parecía un rayo de sol en los días buenos, y un mar tumultuoso en los días malos.

Levi iba a lamentar ver esa luz extinguirse entre tanta inmundicia.

Era tan decepcionante que era la primera vez después de Furlan e Isabel que quería hacer algo bueno en su vida, hacer algo correcto y no iba a lograrlo. 

 — ¿Qué pasa? —preguntó Erwin, una vez, cuando Levi había entrado a su oficina para pasar el rato. Todo había estado tan tranquilo.

—La vida es una mierda es eso—se quejó Levi, tomando asiento en esa lujosa y cómoda silla que tanto le gustaba.

—Oh, ¿esto tiene algo que ver con el gato… o alguien más? —cuestionó el rubio, archivando algunos documentos en uno de los cajones del escritorio.

— ¿Acaso es importante?

—Lo es.

—Gato está bien—respondió Levi simplemente.

—Ya veo… te lo he dicho, no debes preocuparte. La justicia llegara—dijo Erwin.

— ¿Y cuándo llegará?, ¿cuándo de repente tengamos que sacarlo de aquí en una bolsa de cadáveres o esperar a que vengan a mandarlo al centro psiquiátrico?

—No seas tan pesimista, Levi.  

—Sí tuviera motivos no lo sería.

Erwin suspiró—. Bueno, quizás tengas un motivo.

Levi frunció el ceño con escepticismo, Erwin de pronto se veía muy confiado.

—No quería decir nada hasta que tuviera algo sólido, pero creo que sí se puede hacer algo—dijo Erwin, abriendo uno de los cajones y sacando un montón de papelería.

—No voy a leer todo eso—habló Levi. Eran como tres carpetas con un montón de hojas cada una.

—No tienes que hacerlo si no quieres, de todos modos, te lo iba a decir—comentó Erwin con una media sonrisa—. Aquí hay algunos casos que se conectan, entre ellos está el del chico. Todos tienen algo irregular o una pena muy elevada, pero, sobre todo, fueron tratados por el mismo juez: Rod Reiss.

Levi se sintió intrigado, y abrió un par de archivos. Había nombres, fechas, motivos de encarcelamiento. Entre ellos estaba Eren, el esclavo de Xavi, Wagner… entre muchos otros. Había una pena de 8 años a una persona que había robado comida, una pena de 6 años a uno que tenía 100 gr de cocaína bajo su cama… casos similares podían seguir. 

Las personas no eran unas santas, algunos estaban haciendo algo ilícito, pero la pena que se les daba parecía un poco ridícula. Y luego estaban los casos de homicidios inexactos, los que carecían de información importante.

—No todos los casos son de aquí, Pixis me ha estado ayudando a encontrar a posibles víctimas—mencionó Erwin.

—Si tiene todo este historial, ¿Cómo es que sigue ejerciendo?

—La mayoría de ellos no tienen familia, no tienen dinero, no tienen a nadie quien les de voz.

—Tienes muchos nombres, ¿Por qué esto sigue guardado en tu escritorio? Debería ya estar en juicio o algo así.

—Levi, no es tan fácil. No hay abogado que quiera enfrentar a la prestigiosa familia Reiss, y los pocos que lo han hecho lo han dejado o padecido un “accidente”. Nadie va a querer hacerse cargo de esa manera.

—Entonces eso es todo, esta gente morirá en la cárcel. Pasaran sus años pagando por algo que no merecían. 

—No, sé que alguien va a intentar reabrir un caso de uno de los reclusos que está en esa lista. Y cuando lo haga, podremos sacar a la luz todos estos nombres.

— ¿Y luego qué?

—Sólo queda esperar.

—Esperar—murmuró Levi, no estaba muy seguro de esto. No debería de ser tan fácil ni tan eterno.

—Créeme, Levi, las cosas saldrán bien.

Levi odiaba esperar, no tenía ninguna fe tan poco, pero creía en Erwin, y quería que todo saliera bien. 

Esperaba que eso fuera suficiente.

Levi se adaptó al gato. Y él gato se adaptó a él.

Todavía creía que la bola de pelos grisácea y rayada eran gérmenes andantes, pero eran gérmenes tolerables. El gato había buscado su cariño semanas después que se le pasó el enojo, y cuando Levi decidió tocarlo, se sorprendió de lo sorprendentemente suave que era su pelaje. El gato parecía disfrutarlo porque daba tranquilos ronroneos.

Y con eso, Levi descubrió que le gustaban los ronroneos del gato.

La presencia del gato hizo que el departamento se sintiera menos solo, y Levi volviera cada noche para alimentarlo y descansar. También, hacía que tuviera cosas que contarle al mocoso. Eren parecía fascinado con escuchar las historias sobre el gato, sí el chico tenía mal humor, gato era un buen tema de conversación. 

Las cosas se veían mejor, tanto en la prisión cómo en su vida diaria.

Los pensamientos malignos que invadían su mente eran cada vez menos frecuentes, al igual que las pesadillas, o cualquier preocupación que tuviera. Siempre había algo más para distraerlo, y sus horas de sueño se habían vuelto más aceptables en opinión de Erwin y Hange. De tres horas, había pasado a cuatro y de cuatro a cinco sin que lo hubiera notado. Y era más de lo que había dormido en años.

Después de su plática con Erwin, de tener la compañía de un gato y de ver al mocoso sin ninguna marca o cicatriz, y siempre con algún comentario tonto que decir. Era esperanzador.

Sin embargo, no todo era perfecto.

Los rumores habían crecido mucho, se habían vuelto mucho peor desde aquella vez que se quedó una hora extra con el mocoso en biblioteca. Aunque tenía que admitir que eran mucho más creativos que los torpes rumores que lo emparejaban con Erwin o incluso con Hange.

Su trato con Dimo todavía seguía en pie, y el anciano no dejaba de meterle ideas en la cabeza. No era el único, había escuchado comentarios por aquí y por allá, y le valían una mierda como le había dicho al mocoso. Sin embargo, se encontró con el problema que inconscientemente comenzaba a notar cosas en el mocoso que había ignorado antes.

El cabello del chico había crecido un poco, su rostro ya no se veía tan infantilmente redondeando. Se estaba volviendo ligeramente afilado en los bordes, tomando un aspecto mucho más adulto. Incluso había crecido un par de centímetros. Sin embargo, su voz seguía siendo tan molesta como siempre.  Pero esos no fueron los aspectos en los que Levi se había fijado, eran otros que prometió no notar.

La simple idea lo hizo sentir culpable, el mocoso no dejaba de ser un chiquillo estúpido y merecía mucho más.

Culpó a tanta palabrería que tenía que oír de tales pensamientos.

No obstante, eso no quietaba el hecho de que Eren era de las pocas personas con las que Levi podía hablar sin sentirse mal juzgado.

Y Levi no iba a arruinar eso por un simple capricho o tontería.

Los días eran regulares, tranquilos y pacíficos… hasta que ya no lo fueron.

El día inició con el mocoso peleando después de tanto de no hacerlo con su jodido compañero de siempre, Kirschtein. Sus peleas parecían y eran de las más infantiles de prisión y a lo mucho a lo que llegaban era a uno que otro moretón que desaparecería en unos días. 

Aislamiento era el castigo más seguro que les darían, esperaba que solo fuera de un día o a lo mucho dos porque el mocoso no había dejado de hablar del día de visita.

No pasó ni una hora cuando había visto que se llevaron a Eren y a Kirschtein a aislamiento cuando recibió una llamada por intento de homicidio en el bloque C.

Fue directamente hacía allá. Y al entrar todos los reclusos estaban en sus celdas, murmurando y mirando con ojos atentos.

—Es una lástima que le pasara eso a tu chico, Xavi, él era tan bueno— murmuró uno de los hombres de la celda continua a Xavi, sin ninguna pizca de pesar.

— Ni que lo menciones, espero que vuelva, la soledad no me sienta bien.  Y Kyklo es un compañero tan complaciente—dijo Xavi, con una falsa tristeza.

Ese comentario hizo que Levi cerrará sus manos en puños, como quería darle lo que se merecía. Levi no había tenido verdaderos problemas con Xavi hasta ahora, y luego el rubio engreído lo miró sin pena, no lamentaba nada. Pero también había algo oscuro detrás, como si Levi lo hubiera ofendido de alguna manera. Al parecer era lo único que tenían en común; El odio mutuo.

—Capitán, ¿cómo está?, ¿Vino a investigar? —saludó Gunther, sus palabras hicieron que Levi desviará su atención de los penetrantes y oscuros ojos azules. Con ello, Levi notó lo lamentable y culpable que se veía el moreno.

—He estado mejor, ¿Qué ocurrió? —preguntó Levi.

Gunther suspiró miserablemente—Estaba deteniendo una pelea de Bolkov y Ritter, no me di cuenta de que alguien faltaba hasta el conteo. Dios, el pobre estuvo ahí un buen tiempo, y no lo noté, no me di cuenta.

—Los accidentes pasan—Levi intentó tranquilizar.

—Accidentes que siempre cuestan la vida de alguien—murmuró Gunther—. Yo… lo siento, capitán, es solo, lo lamento—se disculpó, acomodándose el uniforme y tratando de tomar su aspecto profesional.

—Entiendo, a nadie le gusta que sucedan estas mierdas. ¿Dónde está Erwin?

—Está interrogando a Hoffman y Pechstein en los baños. Ellos estaban conmigo en el conteo, pero no los recuerdo en la pelea. Creo que pudieron ver algo.

Levi asintió y cuando entró a los baños, Pechstein, Hoffman y Erwin estaban ahí. También había otros oficiales más, especializados en la criminología. Cuando Pechstein lo vio, desvió su mirada rápidamente, dijo lo que tenía que decir a Erwin apresuradamente y tanto Hoffman como Pechstein salieron apurados.

Levi los ignoró cuando pasaron junto a él y se dedicó a observar la escena. Era mucha sangre la que se veía en el piso, era evidente que a alguien le habían dado una terrible paliza en este lugar.

— ¿Has ido a ver a la víctima? —cuestionó Erwin, seriamente. El rubio se veía preocupado y muy, muy serio.

 —No, vine tan pronto escuché el llamado.

Erwin suspiró—Es malo, Levi. Kyklo es nuestro hombre.

Levi iba a preguntar a qué se refería, pero no fue necesario. Él entendió. Ese era el chico el cual había conseguido al abogado dispuesto a tratar los casos contra Reiss. Si el chico moría, el caso estaba perdido.

—…Mierda.


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