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Chico Problema por Ahiezer

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“Es sorprendente cuán rápido puede cambiar tu estado de ánimo, qué tan profundo puede hundirse tu corazón y cuánto puede afectarte una persona.”

—x—x—x—

Levi estaba dispuesto a seguir su rutina ya conocida después de que Hange y Mike se quedaran haciendo guardia en enfermería. Lo primero que hizo Levi fue asegurarse que todo estuviera en orden y luego fue a refugiarse a biblioteca como usualmente hacía.

Biblioteca era tan tranquila y silenciosa como siempre, pero sabía que el gusto no le duraría mucho porque el mocoso había salido de aislamiento y era muy probable que volviera a su trabajo. Sabía que el chico estaría molesto por no ver a su familia y que sería un montón de quejas andante cuando lo viera. Así que Levi estaba preparado, tenía una foto de Gato y eso le serviría para que el humor del castaño fuera tolerable. Eren ya había mostrado interés en conocer al minino por imágenes, pero Levi nunca había tenido oportunidad de hacerlo; Cuando lo intentó, el felino solo era una mancha borrosa, o la imagen era tan oscura que ni si quiera se notaba. Y tampoco había tenido suerte con los videos.

Pero ahora tenía una buena foto; Gato estaba ahí quieto, sentado en el sillón y mirando fijamente a la cámara. Era horrible, pero era muy probable que al mocoso le gustara.

Levi tomó un libro de bolsillo y se sentó a leer. Se quedó ahí leyendo ‘El extranjero’ por lo que resultaron horas, pero no había señales del mocoso, lo cual era extraño; Eren nunca tardaba en llegar. Cuando Levi comprobó su reloj, notó que ya habían pasado cincuenta minutos. Supuso que el mocoso no llegaría, que quizás lo vería a la hora de limpieza después de la hora libre. Después de todo, Eren acababa de salir de aislamiento, le era lógico que quisiera estar en los patios que estar encerrado de nuevo. 

Con eso en mente, a Levi le quedaba todavía una hora y diez minutos de “paz” antes de enfrentar su turno con Eren y el grupo de mocosos.

—x—x—x—

A estas alturas Eren debería estar acostumbrado al dolor, había entrado a varias peleas en su vida como para conocerlo. Pero este dolor era diferente, todo fue muy diferente y lo odiaba.

Eren no sabía cuánto tiempo duró, pero pareció una eternidad. Y le dolía, todo dolía.

Sus ojos le picaban y le dolía en lugares que jamás imaginó que le dolería, incluso estaba sangrando y no sabía cómo detenerlo.

El rubio seguía ahí con esa sonrisa engreída a pesar de haber recibido su parte justa de maltrato; con su barbilla magullada, uno de sus ojos rojos por el detergente y sosteniendo su torso por la dura patada que Eren le había dado y que en su momento lo dejó sin aire. Desgraciadamente para Eren, nada de eso lo detuvo.

—Nunca nadie me había peleado tanto… fue divertido—dijo el rubio, limpiándose la sangre de sus labios y ajustando su vestimenta—…pero la próxima vez que lo vuelvas a hacer, o se te ocurra cualquier otra tontería, juro que no te dejaré caminar en semanas.

Y luego, el rubio le lanzó a Eren aquella droga por la que originalmente el castaño había venido.

—Dile a Reiner que obtendrá lo demás como se acordó— dijo Xavi, aflojando un poco la tela que había usado como cuerda improvisada en las muñecas del castaño, y dándole unas palmadas burlonas en la cabeza—. Podrías ser perfecto en esto con la práctica. Espero y nos veamos de nuevo, Eren— Cuando lo dijo, el rubio se marchó por la otra puerta, desbloqueándola con facilidad, como si nada hubiera ocurrido.

Eren pudo haber luchado, pero no tenía fuerzas. Sus piernas le temblaban, sus brazos dolían y su zona inferior estaba tan afligida que no sabía cómo sobrellevarlo. Se sentía tan humillado, enojado y asustado, se quitó de inmediato las telas que aprisionaban sus muñecas y se arrastró hacía una esquina de la habitación porque su parte inferior ardía. Se quedó ahí, escondido en una esquina como si eso pudiera hacerlo desaparecer por el resto de la condena. Todo a su alrededor estaba hecho un desastre; La ropa sucia y limpia estaban dispersas en el suelo, los carritos de ropa tirados a un lado, el detergente en polvo vaciado y si las mesas no estuvieran unidas al suelo Eren sabía que estarían derrumbadas.

Todo ello eran evidencias de que Eren luchó, que trató de evitarlo con todas sus fuerzas. Era increíble que a pesar de todo lo que hizo no tuvo éxito, ni tampoco nunca fue escuchado… y si lo hicieron, a nadie le importó. Saber que esto último era una posibilidad era decepcionante, y molesto e injusto para Eren.

Algunas lágrimas furiosas y rebeldes resbalaron por sus mejillas que Eren secó con prontitud duramente con el dorso de su mano, podía sentir que había llorado muchas más lágrimas que ni siquiera recordaba haber derramado. Eren no sabía cómo asimilar lo ocurrido, ni que sentir al respecto. Una parte de él se sentía terriblemente avergonzado, por otro lado, también estaba furioso y por último solo quería llorar y olvidarse de todo.

Se sentía tan estúpido por haber creído en Reiner, en haber venido en primer lugar cuando había tenido tantas advertencias en su cabeza.  Odiaba a Xavi como nunca había odiado a alguien más en su vida, y también odiaba a Reiner… Eren había confiado en él, y él simplemente lo cambió como si no fuera nada. El pensamiento sólo hizo que más lágrimas amargas se derramaran.

Pocos segundos después se escuchó un clic de cerradura de la puerta de dónde Eren había llegado. Por fin, la puerta había sido desbloqueada, Eren ya podía salir. Pero se sentía incapaz de hacerlo.

Eren sabía que quedarse ahí y sentirse miserable no le ayudarían, pero tampoco quería levantarse, salir y escuchar las murmuraciones de los otros, porque lo sabrían, sabía que lo ocurrido iba a saberse tan pronto. Además, tampoco sabía a dónde podía ir y refugiarse para estar solo, no había ningún lugar que fuera libre de los ojos chismosos.

Sus pensamientos tuvieron que detenerse cuando escuchó el sonido de la puerta contraría abrirse. Contuvo el aliento, temeroso de que otro más viniera y quisiera hacerle daño o que Xavi regresara por más, Eren estaba demasiado adolorido para pelear correctamente. Se vistió prontamente con dificultad, aunque su ropa estuviera mal ajustada, hecha jirones y mostrando evidencias de donde estaba herido. Pero si tenía que luchar, tenía que luchar así que ya estaba listo con un puño de detergente en polvo para lanzar, de pie y tenso para correr en la menor oportunidad.

La puerta se abrió completamente, revelando a un hombre rubio, su cabello mucho más rubio que Xavi; El cabello le llegaba a unos centímetros por encima de los hombros en un lío despeinado. Poseía una barba pequeña y espesa, y portaba unos anteojos. Era alto y medianamente fornido. Y era otro recluso, lo que sirvió para que Eren quisiera atacarlo. Pero no lo hizo. 

— ¡Qué dia…-! —maldijo el hombre, pero se detuvo cuando miró a Eren, su sorpresa e inconformidad inicial cambiaron a la lástima—… Otro, no puedo creerlo. Ya les he dicho que odio que hagan eso aquí, hacen puro desastre—murmuró cansadamente, recogiendo algunas ropas del suelo.

Pero eso no fue lo que hizo detener a Eren, no, él parecía, él se veía como… sus ojos eran de un grisáceo verdoso, como los de Grisha, como los de su padre. Era como ver a un fantasma. Era imposible e improbable, su padre era un rostro borroso en estos días, pero cuando esos ojos volvieron a mirarlo, lucían igual que él.

— ¿Por qué…? Oh, ya entiendo, primera vez, ¿eh? —preguntó el hombre, con un montón de uniformes entre sus brazos. 

Eren no dijo nada, demasiado perdido en esos ojos, y tampoco había entendido. Hasta que esos ojos miraron hacía su pantalón, la vergüenza y el recordatorio quemaron en Eren en una ira y miedo no reconocidas. Eren se tensó y apretó sus puños duramente.

— Primera vez, entonces. Eres nuevo, ¿no? Nunca te he visto por aquí—continuó el hombre, arrojando la ropa sobre la mesa y levantando los carritos de ropa.

Eren siguió sin palabras, simplemente alejándose hacia atrás en cada movimiento que realizaba el desconocido.

—No pienso hacerte daño, yo, yo no comparto el mismo gusto que algunos de aquí, si sabes a lo que me refiero—aclaró el extraño. 

Eso no eliminó la desconfianza de Eren, pero creyó entender.

El hombre suspiró pesadamente y miró a su alrededor—. Es un desastre lo que hicieron aquí, y esta es mi hora de trabajo, cuando se termine un guardia vendrá a comprobar que todo esté en orden y si ve esto, bueno, las cosas no terminaran bien para mí. Así que te propongo esto, ayúdame a arreglarlo.

—No lo quería—dijo Eren, tan rápido. No era justo que tuviera que quedarse más tiempo en una habitación dónde lo habían lastimado.

El hombre lo miró con simpatía—Imagino que no, pero también imagino que no querrás salir de esa manera, ¿o sí?

Eren ya estaba contra la pared y se apegó más allá cómo si pueda desaparecer. Negó con la cabeza derrotadamente, sintiéndose tan diferente; Cansado, débil, sucio y enfermo. Con el dolor en su cuerpo, el fantasma de su padre en la habitación y con la miseria de no tener el peso familiar de su llave sobre su cuello.

—Si eso es un sí, terminemos con esto y después te ayudaré.

— ¿Qué te hace pensar que confiare en ti? —preguntó Eren con la voz ronca y a la defensiva. Había demasiadas razones para no volver a creer. 

—No tengo motivos para mentirte, pero si tanto desconfías solo sal y déjame trabajar en paz. No tengo mucho tiempo para limpiar todo esto yo solo—dijo el hombre volviendo a lo suyo tranquilamente.

Y Eren no dijo nada, porque no encontró palabras. Ya no tenía mucho más que perder.

Eren empezó a recoger la ropa, levantar los carritos restantes y separar lo limpio de los sucio. El rubio y el castaño trabajaron juntos, pero muy separados, sin decir nada. Limpiar fue relajante para Eren, le hizo no pensar tanto, aunque dolía cada vez que se tenía que agachar. También, Eren no podía dejar de mirar al rubio, dándole una mirada de reojo cada vez que podía para estar listo para cualquier peligro y por esos ojos desconocidos, pero extrañamente familiares. Para su sorpresa, esos ojos verdes grisáceos tampoco dejaban de observarlo.

—Te me haces familiar, ¿cuál es tu nombre? —habló el hombre al fin, desviando su atención del castaño hacia cualquier otra parte.

—Que mierda te importa—respondió Eren, rápidamente, malhumorado. Todo comenzaba con un nombre, y después a querer utilizarlo de maneras indebidas. Eren no lo volvería a permitir. 

El rubio lo miró detenidamente unos segundos y después siguió con lo suyo sin decir nada.

Lograron terminar en silencio; Todo estaba en su lugar y no había muestras de nada. 

—Bien, es mi turno de cumplir—murmuró el hombre, se acercó a uno de los estantes con candado, sacó una llave y lo abrió sin problemas. El estante tenía dentro un montón de uniformes de distintos tamaños, había trapos y más bolsas de detergente. El rubio sacó uno de los uniformes—. Supongo que esto te quedará bien—dijo, y también sacó unos trapos extra.

El rubio se acercó a uno de los lavabos y puso la ropa nueva cerca de ahí.

—Sé que será incómodo, pero trata de lavarte aquí como puedas. Cuando termines simplemente tira ese uniforme y lo que usaste para limpiarte en esa bolsa de ahí—dijo el rubio, señalando la bolsa negra—. Trataré de ganarte tiempo en lo que llega el guardia, y de verdad espero no volverte a ver en una situación similar ‘Quemierdateimporta’.

Ese no es mi nombre, Eren quiso decir, pero no lo dijo. No era de su incumbencia, pero Eren sí quería saber el nombre del extraño—. Gracias…

—Zeke… casi lo olvido—El hombre, Zeke, hurgó en los bolsillos de sus pantalones revelando aquella cosa que lo inició todo; la desagradable bolsita blanca—. Lo dejaste en el suelo, supongo que sacrificaste mucho para olvidarla por ahí.

—No la quiero—gruñó Eren, sin dejar de mirar el ofensivo polvo blanco—No es mío.

—Peor aún, pero si ya está aquí tómala. Puedes venderla, intercambiarla o lo que quieras. Pero valdrá algo.

Eren no lo quería, todo empezó por eso, pero terminó aceptándolo a regañadientes, evitando el contacto. Zeke lo miró un poco más, haciendo a Eren incómodo, el hombre notando esto dejó de hacerlo, asintió y antes de salir dijo: —No tardes mucho— y con eso, Eren se quedó solo.

Fue tan extraño para Eren, parecía una broma cruel ver algo familiar en su momento de necesidad y recibir ayuda inesperada cuando había deseado tenerla mucho antes, pero negó con la cabeza rápidamente para eliminar pensamientos. Le urgía salir de ahí.

Se limpió tan rápido como pudo, aunque sentía que no podía quitarse las malas sensaciones, no podía eliminar los recuerdos tampoco. Pero Eren no podía permitirse pensar en ello, así que se vistió con el nuevo uniforme que no era perfecto, pero le quedaba bien; Las mangas largas le ayudaban a cubrir las marcas rojas de las muñecas que se ocasionó por forcejear con la tela y los desagradables moretones que Xavi le había hecho por sus rudos toques.

Cuando todo terminó, Eren salió tan pronto le fue posible, casi parecía que corría si no fuera por sus heridas y de que no podía apoyarse bien sin sentirse adolorido. El guardia que lo había visto en un inicio al entrar, lo volvió a mirar al salir. No había simpatía o disculpa, al contrario, el hombre levantó su labio superior como burla mal intencionada y se alejó del pasillo. No había duda de que ese hombre sabía lo que le esperó a Eren, si fuera otra situación Eren le daría su merecido, pero lo que más quería el castaño era ir a su lugar seguro: Biblioteca.

El castaño corrió cojamente sin prestarle atención a nada, hasta llegar a la librería. Al entrar, biblioteca se encontraba tan silenciosa, se veía tan vacía de vida, pero tan conocida y segura. Fue un alivio, pero cuando la puerta se cerró detrás de él, todo lo ocurrido hace unos momentos vino a su mente, los momentos con el rubio de ojos azules inundaron sus pensamientos.

No los quería, y sin embargo estaban ahí; Las sensaciones fantasmas de las manos errantes que le erizaban la piel, los insultos y burlas crueles sobre su oído, la respiración pesada contra su cuello… todo estaba reviviéndose. Era aterrador, tan humillante, tan irreal e imposible.

Se abrazó a sí mismo como si eso pudiera evitar el mal suceso, cualquier gramo de fortaleza se había perdido. No había nadie, estaba completamente solo, ya no tenía nada que demostrar por lo que fue mucho más sencillo que se hundiera en la pena. 

Pero como Eren conocía, nunca nada le era tan fácil, no tuvo la oportunidad de desahogarse correctamente cuando la puerta detrás de él se abrió y escuchó la voz familiar.

— ¿Dónde mierda estabas? Ya iba a empezar a… ¿Estás bien? —La voz al principio ruda y gruñona, cambio drásticamente a una genuina preocupación.

Eren resopló, se alejó de la puerta caminando a uno de los estantes para empezar a trabajar mientras secaba rudamente las humillantes lágrimas—. Estoy bien—respondió Eren, cortantemente.

Levi no le creyó, frunció el ceño y preguntó: — ¿Qué sucedió?

—No es de su puta incumbencia—gruñó Eren, apretando los dientes en la ira y tomando bruscamente los libros mientras intentaba trabajar.

—Lo es—dijo Levi—. Soy un guardia, me importa lo que pase aquí, y no porque seamos amigos quie-… 

—No somos amigos—Eren le interrumpió—, no somos nada— recordó. Sinceramente Eren sí creía que eran amigos, o estaban llegando a eso, pero en estos momentos quería estar solo y también quería desquitarse; Levi era el único que estaba ahí.

—Tienes razón—habló Levi, tranquilamente, a punto de decir más, pero Eren le interrumpió.

—Y no sé por qué le interesaría saber, si no va a hacer nada. Nadie hace nada, sólo quiere saber para que en su jodida hora del almuerzo tenga algo de qué hablar. Sabe algo, váyase a la mierda, usted y todos los malditos jodidos guardias que estén aquí— se quejó Eren.

No recibió respuesta y eso fue suficiente para incitar más la ira de Eren. El castaño soltó los libros y miró a Levi. El hombre estaba ahí con los brazos cruzados, el ceño fruncido y mirándolo como si pudiera ver a través de él.

— ¿Terminaste? —cuestionó Levi.

— ¡No! —respondió Eren, con toda la intención de despotricar. Recordó las insinuaciones de Xavi, dónde se burlaba de él y Levi, implicando más de una vez que tenían una relación más íntima como todos los demás creían. No debería enojarse con Levi por eso, no debería enojarlo en primer lugar, ya que esas habladurías no eran ciertas. Ya había aclarado eso con Levi hace tiempo, pero no pudo evitarlo. Cualquier pequeñez lo hacía enfurecer—. Y sabe que más, no sé por qué siempre está molestándome.

— ¿Molestándote? —resopló Levi, casi divertido.

—Hay como un montón de reclusos y sin embargo siempre está en dónde estoy yo.

—Creí que ya habíamos pasado de ese tema—mencionó Levi, malhumoradamente, su ceño volviéndose enojado.

—Sí, también lo creía yo, pero ya no puedo soportarlo. Lo odio, odio escuchar sobre eso todos los días. Odio las implicaciones que hacen, porque realmente usted sería la última persona con la que quisiera estar. Me desagrada…—y Eren siguió y siguió insultando. Quejándose de todo, pero sobre todo de Levi. La mayoría de las cosas que decía no eran ciertas, sobre todo las que iban dirigidas al guardia, Eren sólo quería herir, como si eso aplacara la devastación que sentía por dentro. No lo hizo, pero con cada palabra era como si estuviera drenando toda emoción, lo hacía sentir indiferente. Y no sentir era mucho mejor que sentir ahora.

Levi perdió el ceño fruncido en algún momento, su rostro se volvió serio, pero jamás perdió el contacto visual.

Cuando Eren perdió el aliento y las palabras se negaban a salir, se quedó callado. Ya no sentía nada, estaba vació, y, sin embargo, su cuerpo se estremecía como si tuviera mucho frío.

— ¿Ya terminaste? —preguntó Levi, seriamente sin emoción.

 Eren asintió.

— ¿Seguro?

—Sí— respondió Eren, en un susurro.

—Bien. Si no necesitas ir a enfermería, y no vas a ir a tu turno de limpieza de baños, deberías terminar con biblioteca—Levi miró su reloj—. Tienes treinta y ocho minutos para acabar de ordenar esto, ya sabes lo que tienes que hacer. No salgas de aquí hasta que se acabe la hora, te darás cuenta cuando empieza la hora de comida por la multitud de afuera o mira ese maldito reloj, va atrasado veinte minutos así que haz las cuentas—dijo. Levi no volvió a mirar a Eren, hizo un ademan hacía el antiguo y sucio reloj que colgaba en la pared y salió sin dar un vistazo atrás ni despedirse.  Sin insultos, ni burlas, nada, solo se fue.

Al fin, Eren estaba solo.

El desahogó con Levi evitó a Eren sentir, o recordar, olvidó lo que había dicho y toda su atención se basó en acomodar los libros. Eso no quiso decir que las lágrimas habían desaparecido, no, el llanto de vez en cuando venía inevitablemente. Sin embargo, le fue indiferente.

Los problemas volvieron cuando su tiempo restante de soledad terminó y era hora de salir. Eren no tenía hambre, pero no podía huir para siempre. Con su cabeza en alto, ignorando todo lo ocurrido, salió de biblioteca.

Sus caminados eran torpes, seguía sin poder apoyarse bien, y se sentía cada minuto más cansado. La poca fortaleza que había reunido fue intimidada por la cantidad de ojos que lo observaban.

Eren fingió no verlos y caminó con falsa seguridad hacía el depósito de bandejas y haciendo fila para recibir comida. Nadie pudo evitar acercársele y molestarlo.

—Auch, niño, ¿Qué mierda hizo el capitán contigo?

—Oh no, parece ser que a alguien lo trataron rudamente.

Eren hizo oídos sordos, ignorando la mayor parte de tonterías que decían los demás. Burlándose, compadeciéndose y cuestionando. Pero no pudo soportar cuando Ruslan posó uno de sus brazos sobre sus hombros y se burlaba con tonterías. Eren se agitó bruscamente, alejándose del contacto.

—Vuelve a tocarme y juro que te matare—gruñó Eren, con dientes apretados. No obstante, no sonaba con su calor natural. 

Los hombres se rieron, pero no rieron tanto como cuando Eren realmente se quejaba e insultaba, esta vez el castaño no tenía la emoción de siempre y los desanimó.

—Wow, está bien, gatito, no hace falta arañar—apaciguó Ruslan con tono juguetón.

—Hoy no estamos de humor, ¿eh? —murmuró uno de los hombres que siempre andaba con Ruslan.

—Que aburrido—se escuchó por ahí.

A Eren no le importó y siguió con lo suyo. Recibió su comida, con el cocinero mirándolo fijamente. La comida fue lo de menos, Eren ni siquiera miró lo que le sirvieron, y se dirigió a la mesa usual con los demás. No quería sentarse con ellos, no quería hablar con ellos, no quería sentarse con Reiner, no quería ver a Reiner, odiaba a Reiner con cada pizca de su ser. Eren se sentía terriblemente traicionado y humillado. Y como si los chicos sintieran toda esa incomodidad, no iniciaron conversación. Lo miraban preocupados y extraños, pero no le dirigieron la palabra, Eren ni siquiera se molestó en mirarlos.

No obstante, Reiner todavía tuvo el descaro de parecer avergonzado y culpable.

Los chicos murmuraron incómodamente de cosas irrelevantes, el aura tensa e incómoda que los invadía era palpable. Eren no los reconoció, haciendo una perfecta imitación como si no estuviera ahí; Sentado en la misma mesa, pero alejado de ellos, picoteando su comida y masticando lentamente y en silencio. 

El turno desagradable terminó, y cuando estaban haciendo las filas para entrar a sus respectivas celdas, Reiner se acercó a Eren.

—Lo siento— fue lo primero que Reiner murmuró—. Era para protegernos.

—Era para protegerte—Eren corrigió, tirando despistadamente la “mercancía” al suelo—ahí está tu estúpida mierda— farfulló con molestia mal disimulada. Fue todo lo que Eren pudo decir sin romper su fachada, a pesar de que tenía muchas palabras atrapadas en su garganta y en la punta de su lengua. Se alejó lo más rápido posible de Reiner, solo queriendo entrar en su celda y dormir.

Jean fue el único que se atrevió a hablarle cuando Eren estaba solo en la celda, acostado sobre la cama y leyendo uno de los libros de Armin.

—Te lo dije— dijo Jean, sin malicia, apoyándose cerca de la puerta con brazos cruzados.

— ¿Vienes a regodearte?, creí que estarías feliz—Eren comentó, sin perder la vista del libro.

—Te dije que no quería desearte mal, es solo…

—No me interesa Jean—Eren cortó hoscamente—. No me importa lo que tengas que decir, lo que pensabas, o lo que sea. Solo déjame solo— dijo, mirando el libro y aferrándose a él como si de ello dependiera su cordura. 

Eren por centrar toda su atención en el libro, no pudo visualizar las expresiones de Jean, sólo escuchó un suave y decepcionado: —Sí eso es lo que quieres.

Y algo tuvo que haberle dicho Jean a los demás porque nadie volvió a comentarle nada a Eren. Thomas ni Connie se esforzaron en hablarle, aunque lo miraron mucho. 

A la hora de la cena, Eren fue a una mesa propia y solitaria. Las miradas y murmuraciones le seguían, los reclusos seguían intrigados y haciendo sus propias conclusiones de lo que le había pasado y desanimado tanto.

Para cuando llegó la noche, todo el desdén se había ido de Eren. Los sucesos del día volvieron frescos a su mente, y cuando los sonidos nocturnos se dieron a conocer. Empeoraron todo.

Desobedeciendo aquella regla de no dormir dando la espalda, Eren se acobijó con la sabana, apretó su rostro contra la almohada y realmente esperaba que los sollozos silenciosos que no pudo evitar no fueran oídos.

Nada mejoró al día siguiente; Empezando por la falta de sueño, sus ojos rojos, el dolor en sus extremidades y el hecho de que Eren ya no quería hablar con nadie. Tampoco mejoró al día siguiente, ni al siguiente.

Pronto, las habladurías sobre que Levi le había hecho daño cambiaron de nombre por el verdadero culpable. Eso fue aún peor.

Y por ello, Eren se encontró la mayor parte de los días solo. Ya no podía volver a ser herido si no confiaba en nadie.

Eren siguió refugiándose en biblioteca tan pronto tuviera oportunidad, ya que era mucho mejor que enfrentar a los demás en los patios o quedarse limpiando baños en un silencio infame con sus compañeros.

No era de sorprenderse que Levi siguiera en biblioteca, aunque ya no se quedaba tanto tiempo como antes; Llegaba tarde, tan solo una diferencia de pequeños minutos antes de que los otros reclusos llegaran a su hora libre, y se iba de inmediato ese turno terminaba.

Levi no le dirigía palabra, no lo miraba, ni siquiera lo saludaba. Eren tampoco lo hacía, simplemente trabajando con los libros y tomando su distancia cuando podía leer.

Tampoco se atrevió hablarle por teléfono a Armin, Mikasa o Hannes a pesar de que moría por una voz familiar. Pero no quería preocuparlos. Ni siquiera quería que el día de visita llegara, porque cuando lo vieran, ellos lo sabrían. Eren no quería que lo supieran.

Eren quería estar solo, tenía que estar solo, pero con los días comenzó a volverse cada vez más difícil. Nunca había sido un solitario, jamás imaginó serlo, pero también había cosas que no había imaginado y había pasado. Sí sobrevivió a eso, podría soportar la soledad.

Sin embargo… no lo hizo.

Eren quería que las cosas volvieran a cómo eran antes de haber aceptado esa estúpida propuesta, antes de haber sido mezquino con Levi, antes de las pesadillas y antes de estar solo.

Quería volver a ser él.


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