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Chico Problema por Ahiezer

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Notas del capitulo:

Espero no sea muy tarde escribir por aquí. 
Todos los comentarios han sido respondidos y son muy bien apreciados. 

La depresión es una prisión en la que eres tanto el prisionero como el cruel carcelero.

Dorthy Rowe

—x—x—x—

 

 

Fue difícil verlos ahí del otro lado del panel de plástico. Mikasa prácticamente se había lanzado al verlo y Armin elaborado un montón de preguntas que fue complicado seguirlo. Un guardia tuvo que intervenir y darles una suave llamada de atención para evitar que Mikasa atravesara la barrera.

Eren tuvo un lío con sus emociones al tener a sus dos mejores amigos frente a él; Deseaba abrazarlos, y si estuviera en mejores condiciones incluso él reprendería a Mikasa por su exagerado cuidado, sin embargo, le gustaba la atención recibida.  Quería estar cerca de ellos más que nada, sin tener esa cosa de impedimento para tocarlos. 

Mikasa lucía mal, se veía desesperada y angustiada, hacía tantas preguntas como una madre preocupada, y aquellos ojos usualmente carentes de emoción se volvieron tan parecidos como a los de la niña de 9 años que Eren conoció años atrás. Armin daba el aspecto como si llevara años estudiando para un examen imposible, su mirada triste y cansada, su expresión preocupada. Si ellos se veían de esa manera, Eren no quería imaginar cómo lucía él mismo. Agradecía no tener un espejo para verse, aunque podía sentir el picor en sus ojos.

“¿Estás bien?”, “¿Ten han hecho daño?”, “¿Qué es ese moretón de ahí?” “¿Por qué no has llamado?” ... eran algunas de las muchas preguntas que ambos preguntaban a través del telefonillo. Oír sus voces empalmadas, complicándole a quien responderle, le remolinó sus sentimientos, y no por las preguntas, simplemente porque oírlos le era tan emotivo.

Las paredes que le separaban de los otros reclusos le daban un pequeño aire de intimidad, intimidad que por mucho que quisiera usar para poder expresarse, no podía. Tenía que mantenerse fuerte por Armin y Mikasa.

Tomó unas cuantas respiraciones para calmarse y con una seguridad fingida, agarró con firmeza el teléfono.

—No me he metido en problemas—se excusó de inmediato. Pero las sonrisas ni alivio se veían en los rostros de Armin y Mikasa. Tuvo que utilizar el plan b: les distrajo contándoles sobre la desagradable comida, sobre que las noches eran tan oscuras y aburridas que se veía obligado a dormir -omitió el tema de los griteríos y gemidos nocturnos-, que no había mucho que hacer. También habló de cómo eran sus compañeros de celda; lo que explicó ciertos moretones en su rostro. Sólo les contó eso, no más ni menos, eso era lo suficiente que necesitaban saber.

Eso fue lo único que podía decirles si quería protegerlos.

Armin y Mikasa no estuvieron muy convencidos, trataron de leer entre líneas para averiguar si existía algo más, pero no tuvieron suerte. Sea lo que sea que Eren ocultaba lo estaba haciendo bien y eso los preocupaba.

Antes de que alguno de ellos continuara interrogándolo, Eren hizo una mueca de fastidio —. Basta de hablar de mí, ¿Qué hay de ustedes? —preguntó.

Ellos no querían incomodarlo, por lo tanto, con mucha fuerza de voluntad por parte de Mikasa para no ir y darle un merecido a todo aquel que le tocó un pelo a Eren. Cambiaron de conversación.

Ambos chicos se dieron una sutil mirada, como si trataran de averiguar por dónde comenzar. Armin fue el primero en hablar, aunque nerviosamente, porque no sabía muy bien cómo empezar después de poco más de un mes de la ausencia de Eren: Platicó de los días de estudio, el nuevo trabajo que Mikasa y él tenían de meseros en el restaurante del Sr. Shadis, el concurso académico en el que Armin participó y la competencia deportiva en la que Mikasa asistió.

Eren estaba muy feliz por ellos, verdaderamente feliz escucharlos. Pero a la vez, sentía un gran sentimiento de pesar por ver todo lo que se estaba perdiendo.  Trató de no difuminar la alegría, por lo que siguió con toda la mejor actitud que pudiera ofrecerles.

La visita duró 45 minutos de bromas, charlas sin sentido, risas tranquilas y silencios vergonzosos.  Un oficial se acercó a Armin y Mikasa, y les dijo que su tiempo había terminado.

La miseria volvió a todos ellos. 

Mikasa se aferró más a la bufanda, cubriéndose parte de su rostro con ella. Armin agarró tan fuerte el teléfono que sus nudillos se volvieron blancos. No querían dejarlo ir, y Eren tampoco.

—Volverán el próximo mes, ¿verdad? —la voz de Eren se volvió suave, demasiado tranquila.

—Por supuesto—Armin habló de inmediato, horrorizado al pensar que Eren creía que no volverían.

—… Estaré bien—Eren aseguró, para evitarse todo el drama que conllevaban las despedidas. Ninguno quería decirse adiós, por lo que todo se convirtió en un: “Nos veremos pronto”.

Mikasa fue reacia en dejarlo, pero no había nada que hacer.

Con cada paso que Armin y Mikasa daban hacía la salida, más difícil era para Eren contenerse. Finalmente, ellos salieron no sin dar una última mirada atrás; cuando se fueron, se llevaron una parte de Eren también.

Sin sus amigos, sin su llave, ya no tenía nada. El pensamiento hizo calentar sus ojos, quería llorar. No estaba nada bien, el lugar era horrible, no podía dormir bien, la comida era mala, siempre lo molestaban y detestaba toda la injusticia que veía.

Sus lágrimas se hicieron más difíciles, cuando alguna de ellas escapaba, las secaba rápidamente con el dorso de su mano. Esperaba impacientemente la llegada del guardia para poder irse.

El uniformado no llegó, en cambio, escuchó un golpetear en el panel. Al levantar sus ojos lo vio: Hannes.

Eren sonrió, se olvidó de sus problemas un rato y trató de no preocupar a Hannes en todo lo que duró la visita. A diferencia de Armin y Mikasa, sólo tuvo 5 minutos con el hombre mayor.

5 minutos que le fueron suficiente para recordarse que no quería ser nada, y que todavía tenía por lo que luchar.

Eren se sintió desecho cuando terminó su ansiada visita, quería simplemente esconderse y llorar. Pero no lo haría, no con tantos ojos mirándolo y que esperaban cualquier momento de debilidad para abalanzársele.  Sin fuerzas para luchar contra las burlas o los intentos de toqueteos “juguetones” e inofensivos como ellos decían, Eren fue a la cama sin mencionar palabra. Tomó un libro, se cubrió con la sabana y dio la espalda sin interesarse por el que dirán.

Jean quien era el único que no fue a la visita, se quedó en silencio leyendo un comic. Eventualmente Connie y Thomas llegaron. Ninguno de ellos dijo nada y si lo hicieron Eren no escuchó, lo único que sonó lo suficientemente fuerte para llamar su atención fue la cerradura de las puertas. Les encerraron en la celda por el resto del día. 

No hubo salida al comedor, al patio, a las labores o a las salas de entretenimiento. Para Eren el cambio de rutina fue drástico, pero después se enteró que el encierro duraba todo el día de visita. Fue un pequeño consuelo, Eren estaba cansado, tan cansado de todo. A tal punto que se quedó dormido sin notarlo, perdiéndose la cena y sin tener alguna de sus pesadillas recientes.

—x—x—x—

Los días pasaban tortuosamente lentos, la ausencia de su llave comenzaba a hundirlo en la desesperación. No es que no intentará ir por ella, al contrario; Simplemente la suerte no estaba de su lado… y no tenía un plan si se le daba la oportunidad. Si Armin estuviera con él, probablemente el chico ya hubiera hecho un plan maestro jugando con el 99% a su favor, o si estuviera Mikasa podrían solucionar todo con una pelea. Lamentablemente, no tenía ni la habilidad estratégica de su amigo, ni la habilidad física de su hermana adoptiva.

Aparte, cuando tenía la impulsividad de tomar lo que era suyo por derecho, Reiner lo detenía. El rubio tendía a vigilarlo y detenerlo de sus arrebatos en todo momento. En parte estaba bien, nadie se atrevía a molestarlo ni siquiera en bromear sobre él en la presencia de Reiner, pero por el otro le parecía sofocante. Si se quejaba al respecto, Reiner simplemente se reía y le despeinaba el pelo juguetonamente. Eso le desesperaba aún más, pero admiraba lo suficiente a Reiner como para enfadarse realmente con él.

Era frustrante ver como pasaban aquellos desagradables tipos con una gran sonrisa del gato de Cheshire, pavoneándose frente a él con uno de ellos girando la llave entre sus manos muy sutilmente y esperando que en cualquier momento Eren se sometiera. Eren jamás lo haría ni por muy desesperado que estuviera… o quizás sí, la llave era lo único que tenía de su padre. Pero cuando se recordaba lo que pedían a cambio, la idea de “favorecerlos” rápidamente se eliminaba de su mente.

El único consuelo de su amarga situación era que lo había acercado más a sus compañeros. Reiner creía que Eren estaba enojado por ser mantenido en la oscuridad, lo que hizo que un día en el patio le confesara todo.

No fue sorpresa para Eren que sus “amigos” vendieran droga, él ya había imaginado algunas cosas. Simplemente que saberlo lo hacía real, estaba conviviendo con traficantes. Estaba seguro de que, Hannes, Armin y Mikasa no lo aprobarían.

Bertolt dijo que las drogas no eran lo único, también podían vender revistas o algo semejante que los reos ocuparan. ¿Cómo los conseguían?, era un misterio. 

Admitieron que Connie trabajaba con ellos, efectivamente era el que entregaba la mercancía, Bertolt y Reiner se involucraban cuando era la entrega del pago o alguien se ponía especialmente difícil. Dijeron que Connie era fácil por su estatura pequeña y agilidad, aparte de que ningún guardia sospechaba de él.

Tenía cierto sentido, pues Connie no podía ser fácilmente visto por la estatura de los demás, aparte se veía algo idiota pasando de un lado a otro. Pero bueno eso era Connie de todos modos.

— ¿Qué hay de Thomas y Jean? —preguntó.

—No puedo hablar por ellos. Sólo diré que Jean tiene sus métodos y Thomas… bueno, él todavía tiene que pagar sus tratos.

— ¿Con ustedes?

—… Me temo que no, Eren. Pero como te digo, pregúntales a ellos.

Eren lo haría.

No esperó mucho, al anochecer en la soledad y silencio de las celdas preguntó.

Connie estaba nervioso y fue evasivo: —Pregúntale a Reiner— argumentó.

—Ya lo hice.

—Oh, en ese caso…

Connie fue el primero en hablar de todo lo que hacía, incluso habló de como los conoció.

Eren se enteró que la prisión era un caos más infernal antes de que él llegara. No había estatus de peligrosidad, todos estaban revueltos con todos en los distintos módulos. Aquellos hombres de delitos graves se convirtieron en el terror de los hombres con delitos menores.

Connie confesó que en esos momentos tenía un compañero raro, en ese entonces creyó que aquel hombre era su amigo, pero no fue así. Fue cuestión de tiempo antes de que el hombre le aterrara, extrañamente fue ayudado por Reiner del tipo grande, no supo el motivo, pero que desde entonces se hicieron amigos. Al punto que Reiner, Bertolt y Connie compartieron celda por unos meses, antes de que el nuevo Alcaide llegara y cambiara el orden.

Con el nuevo estatus, Connie cambió de celda y modulo, con Jean y Thomas como sus nuevos compañeros. De vez en cuando compartían con un cuarto compañero, pero desgraciadamente el cuarto tipo nunca duraba demasiado.

—Espero que dures más Eren—mencionó Connie alegremente.

—Connie, idiota… eso no es tranquilizador—comentó Jean.

Connie rió—. Tú sabes lo que quiero decir, Eren.

Jean tenía razón, no era tranquilizador en lo absoluto.

—… ¿Qué sucedió con sus otros compañeros? —Eren se animó a preguntar.

—Uh… bueno, ellos… eh…

Thomas que se había mantenido como una estatua rígida durante toda la explicación, suspiró —.  Lo de siempre; Son cambiados de módulos, van a la enfermería, cosas así.

¿Cambiados de módulos?, ¿Enfermería?, si sólo iban a la enfermería, ¿no estaba Eren usurpando su lugar?

Eren vaciló para preguntar, pero Jean lo detuvo:

—Ni te molestes, la mayoría de ellos ya no están. Ahora cállate, tengo sueño.  Ya sabes todo lo que tienes que saber, Jaeger. Así que deja de molestar.

Jean se acostó en la cama, se cubrió con las mantas y dio la espalda para ver la pared. Eren recordó que Levi dijo que no debían dormir de esa manera, al parecer Jean estaba enterado de ello, pues de inmediato cambió de posición, acostándose recto como un tronco, con su cabeza ladeada hacía la pared.

Thomas y Connie también tomaron sus respectivas posiciones para dormir. Eren subió a la cama y se acorrucó entre las sabanas, por supuesto sin dar la espalda. Estaba satisfecho de saber, aunque aún no admitiría su problema. No por falta de confianza, sino por su propio orgullo de resolverlo solo.

A pesar de tener algo de información que tanto quería, esto lo dejó con otras dudas: ¿Cuánto tiempo llevaban ellos aquí?, ¿Qué eran esos otros métodos de Jean?, ¿A quién le debía Thomas?, ¿Qué los llevó a este lugar?...

Tantas preguntas y sin ningún medio de resolverlas. Tampoco había nada para detener sus pensamientos.

La celda estaba completamente oscura, de vez en cuando solo se escuchaban los pasos de los guardias por ahí, los ronquidos de uno que otro recluso y las suaves respiraciones de sus compañeros al dormir. Eren estaba aliviado porque fueran los únicos sonidos.

Lamentablemente, no duró mucho.

Eren gruñó y se cubrió hasta arriba como si eso fuera amortiguar el ruido.

¿Por qué diablos tienen que ser tan malditamente ruidosos?

Para la mañana siguiente, las manchas oscuras debajo de los ojos de Eren era una fuerte señal de que no pudo dormir mucho.

No estaba en el mejor de los humores, como si cada minuto, hora y día que pasaba en el lugar consumiera parte de su alma. Pero claro, se aseguraría de no mostrar estas señales.

En el comedor, Eren se sintió tan apático a su entorno que realizó los deberes mecánicamente.

—x—x—x—

Los intendentes eran tan descuidados. Se suponía que sólo iría por una taza de té, no que iba a limpiar. Tendría que hablar seriamente con Erwin sobre los intendentes y sus estándares de limpieza.

Terminó de higienizar con minuciosidad todo rastro de polvo de cafeína, y preparó el té que tanto necesitaba.

Se sentó en una banca junto a una mesita que ya había asegurado que estuviera fuera de residuos y bebió con cuidado.

La cafetería poseía una paz y tranquilidad cuando no había nadie. Lo que Levi aprovechó, relajándose en la apacibilidad de la sala. Escuchó el acercamiento de unos jóvenes y torpes guardias.

—Joder, Mike se llevó una fortuna. Quiero decir, todos apostamos en contra, él fue el único a favor.

—Sí, lo detesto, nunca se mete en las apuestas porque el Sr. Smith lo odia, incluso pensé que iría a decirle. Pero no, apostó a favor y ganó.

—Como lo envidio… con ese dinero pude haber invitado a mi novia a ese restaurante caro que tanto desea.

—Es que ese recluso no tenía ninguna posibilidad no sé cómo…Ca-capitán.

El cuarteto calló cuando abrieron la puerta de la cafetería y lo vieron ahí sentado.

—Buenos días, capitán, señor—respondieron los chicos al unisonó. 

Levi dio un pequeño asentimiento y siguió en lo suyo.

Los chicos de inmediato fueron a sentarse muy lejos del capitán, tomando sus propios almuerzos y cambiaron radicalmente de tema.

Levi ya no escuchó lo que los chicos decían, hablaban más quedito y eran temas aburridos. Sólo se quedó con la información inicial:

Así que la apuesta terminó y la ganó Mike. Que sorpresa, pensó.

Levi se levantó después de un tiempo, ya que no estaba disfrutando la tranquilidad como lo había hecho desde un principio.   

Pensó en el mocoso por culpa de la conversación de los otros. Por lo que recordaba el chico estaba bien, aunque de las pocas veces que llegó a verlo realmente, el niño no estaba igual de animado que los primeros días. Incluso cuando le tocó vigilarlos en la lavandería, el mocoso se veía más gruñón y silencioso de lo usual. Cambios normales que se veían por este lugar, eran un precio que pagar por la estadía tras las rejas, un precio bajo si se consideraba que había más cosas que se te podían arrebatar.

Levi chistó, no debería de pensar en él. Sea lo que sea que le pasará no era de su incumbencia, no sé podía evitar para siempre de todos modos. Por lo que se dedicó a pensar en otras cosas como, por ejemplo: Su monótono y aburrido trabajo.

Por los pasillos vio a Erwin que parecía buscar a alguien, y comenzaba a juguetear con el móvil de su mano. Pero cuando miró a Levi, sonrió.

—Levi, te estaba buscando. Mike compró el almuerzo, están en mi oficina.

— ¿Están?

—Hange, Mike y Nanaba.

Levi lo siguió, no desaprovecharía el almuerzo gratis.

— ¿A qué se debe el honor? —preguntó en el camino.

—Mike dice que ganó la lotería o algo así—Erwin soltó una pequeña risa—. Cree que no lo sé, pero es mejor así, no se puede evitar de todos modos.

Apenas entró a la oficina, y ya estaban todos acomodados con diferentes platillos para escoger.

—E-enano viniste—dijo Hange, con toda la boca llena en lo que parecía ser comida china—. ¿Quieres? —ofreció, mostrando su plato.

Levi hizo una mueca de disgusto y resopló ante el apodo—No habían dicho que en esa comida encontraron una rata alguna vez.

—Sí, pero sabe muy bien.

— ¿Qué pensaran tus asquerosas ratas? —preguntó Levi, acercándose a buscar su propio asiento, lo que no fue difícil ya que Erwin tenía un lugar junto a él.

—Saben que es parte de la cadena alimenticia, no se enojaran.

—Toma te pedí Ravioli—Mike dijo, empujando un plato con la comida frente a Levi. Vio una pequeña risa burlona en el hombre que Levi ignoró.

Se mantuvieron charlando tranquilamente, o animadamente en caso exclusivo de Hange, que no dejaba de parlotear sobre cualquier cosa.

Levi no pudo evitar mirar cuando caía un arroz, algún líquido de la comida o cualquier cosa que provocara la suciedad. Sus compañeros no comían suciamente como los que llegó a tener, simplemente fue algo que no pudo evitar.

Erwin lo notó—. Tranquilo, le diré a los intendentes que limpien después—le susurró calmadamente.

Eso le recordó a Levi que los intendentes no precisamente iban a dejar limpio y que todo lo esconderían debajo de la alfombra o algo así.

Cuando la comida se terminó, Mike y Nanaba fueron a sus respectivas labores, al igual que Hange que mencionó que tenía que ayudar a Moblit. Dejando solos a Levi y a Erwin.

Levi rápidamente puso manos a la obra y se aseguró que todo estuviera aseado, no fue mucho trabajo en realidad, pero eso le distraía; era una excelente distracción como para evitarle volver a deambular por los pasillos y módulos sin nada interesante que hacer. En la prisión siempre hay suciedad, hay algo que realizar. Lamentablemente con los trabajadores reales de limpieza y con sus nuevos deberes únicos, aquel entretenimiento era de lo último en lo que pensar.

—No tenías que hacerlo—comentó Erwin, quien le ayudó, poco, pero lo hizo.

Levi se encogió de hombros—Me gusta limpiar después de comer.

Se quedaron juntos, compartiendo bromas y ayudándose en uno que otro informe.

Después de varias horas de compañerismo, Erwin decidió terminarlo, aunque aún poseía una pequeña media sonrisa de aquellos comentarios ácidos por parte de Levi. 

—Deberías ir a casa y dormir un poco—comentó el rubio.

—Y perderme tu sufrimiento, todavía no logras terminar esa estúpida cosa.

Erwin rió —. Para tu desgracia sí. Necesitas descansar y dios sabe que las sillas no tienen comparación a la comodidad de una cama.

Levi frunció el ceño —No, hice un juramento que velaría por la seguridad o una mierda así…

—No recuerdo que la palabra “mierda” viniera en el juramento, pero tampoco hay que ser extremistas. Me estas ayudando y ese era el trato, tengo que señalar que lo cumples con creces. Pero también tengo que cumplir parte del mío, te dije que tendrías libertad y no la estas usando.

—Es mi decisión—Levi cortó, disgustado hacía la dirección a la que iba la conversación.

—Y sabes que la respeto. Pero no saliste de prisión sólo para verla por fuera.  ¿Desde cuándo no vas a casa?

—Eso no tiene nada que ver. Desde cuando eres tú el que habla de estas cosas, tampoco te veo salir mucho.

Erwin no perdió su solemnidad—Sé que no soy uno para hablar, pero…

—Olvídalo me voy—Levi se levantó abruptamente de la silla y salió de la oficina, sin escuchar las demás cosas que Erwin tenía por decir.

Odiaba la preocupación de Erwin, confiaba en el hombre, pero preocuparse era una debilidad. Esas no eran debilidades que debían mostrarse, qué bueno que el rubio había terminado esa estúpida misión, porque si seguía tras las rejas probablemente ya estaría bajo tierra en alguna área verde de la fortaleza carcelaria. Y seguramente Levi con él por haberlo apoyado desde un principio. Si Erwin no hubiera cumplido la parte del trato, las cosas no hubieran sido muy agradables para Levi. 

Levi fue maldiciendo y a regañadientes a cualquier lugar donde sus pies lo guiaran.

Todo estaba tan silencioso, simplemente los guardias pasando a su alrededor con sus aires de superioridad y solemnidad, saludándolo respetuosamente en el camino. A estas alturas debería estar acostumbrado a la tranquilidad, pero no podía. Siempre tenía esa mala sensación, como si algo estuviera mal, como si fuera un crimen que la prisión fuera demasiado tranquila. Levi se aseguraba de revisar personalmente cada pasillo, cada módulo y trataba de estar presente en cada inspección, no podía estar en todos lados lo sabía, pero lo intentaba para ver que todo estuviera en orden; Que no hubiera un guardia corrupto tratando de amenazar a un recluso o viceversa.

Las cosas parecían bien, probablemente las reformas de Erwin estaban funcionando y consiguieron la paz, o tal vez los reclusos estaban planeando algo, o…

Debo dormir, pensó Levi, alejando los pensamientos malintencionados.

Fue a su oficina, porque no tenía ninguna intención de manejar la gran distancia a su departamento, y cerró la puerta con llave. Así crearía la ilusión de que se fue y Erwin no lo molestaría más al respecto. También apagó la radio para no ser molestado y finalmente se acomodó en la silla.     

se acomodó en la silla.     

Notas finales:

No dudes en comentar si sientes que tienes que hacerlo. 


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