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Chico Problema por Ahiezer

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Notas del capitulo:

Despues de tanto tiempo olvide lo que tenía planeado, así que todo esto son puras tonterías incoherentes tratando de ser coherentes y formar una historia ;) 

Como dato, tambien puedes encontrar esta histroria en Wattpad bajo el mismo nombre, pero con diferente nombre de usuario donde soy A-ahiezer. 

La oposición es una parte natural de la vida. Al igual que desarrollamos nuestros músculos levantando pesas, desarrollamos nuestro carácter superando desafíos y adversidades.

Stephen R. Covey.

—x—x—x—

 

Eren desconocía su estancia en prisión, podría estar por cumplir los cuatro meses o incluso apenas pasar por los tres meses y medio. No recordaba cuanto tiempo había pasado desde que vio a Armin y Mikasa, pero lo sentía como un siglo. Ya ansiaba la próxima visita como nunca había ansiado algo en su vida.

La prisión se estaba volviendo claustrofóbica e insoportable. Tenía que ver las mismas cien caras todos los días, seguir una rutina fastidiosa, soportar las burlas de los reos, ver la impunidad frecuentemente y lidiar con algunos guardias detestables.

Eren no podía imaginarse estar atrapado ahí los próximos 25 años de condena, o los 20 por buen comportamiento. Sí Eren sobrevivía para el año sería extraordinario porque ni siquiera podía con el poco tiempo que tenía. 

Eren estaba tan cansado. Físicamente no tanto, Eren raramente luchaba por la supervivencia en compañía de Reiner, pero emocionalmente estaba agotado.

Estaba cayendo en un hoyo depresivo que desconocía. Sin embargo, todavía tenía la suficiente fuerza para reclamar cuando algo le parecía mal, para intentar pelear si un reo quería pasarse de listo, para defender a Gordon de Bigmouth, para discutir con Jean y hacer las labores de rutina lo suficientemente bien para evitarse los regaños de Levi. 

Todos los días los prisioneros merodeaban a su alrededor como pirañas, esperando que tuviera un momento de soledad para abordarlo. Reiner era un impedimento para que lo hicieran, pero cuando estaba solo no había ni un solo segundo que no tuviera un montón de tipos desagradables. Lo único que lo salvaba de aquellas infames situaciones era la presencia de un guardia al azar o el instinto de lucha de Eren. 

Eren se preguntaba qué clase de poder tenía Reiner que él no.

Fue una tarde en el receso cuando descubrió el motivo.

Estaban en el patio; Jean desapareció como de costumbre, Thomas también, Connie hacía los recados, Bertolt fue a negociar, y Eren, Gordon y Reiner se quedaron juntos en las bancas.

März y los otros ya no tenían tanto interés en mostrar la llave tan descaradamente, pero seguían haciendo sutiles señales para que Eren supiera que aún la poseían. Todo eso lo malhumoraba.

— ¿Quieres hacer un poco de ejercicio, Eren? —Reiner preguntó, distrayendo a Eren de sus pensamientos.

Eren miró las máquinas de ejercicio, ya lo había intentado y falló miserablemente. El peso de las máquinas era monstruoso. Eventualmente consiguió levantarlo después de tres días de intentos, pero recibió una fuerte reprimenda de todo su cuerpo y las burlas de los reclusos.

—No, estoy cansado— Eren respondió después de unos segundos.

— ¿Gordon?

Gordon asintió sin reproche—. No sé si pueda seguir el ritmo, pero puedo ayudarte con lo que necesites.

—Si eso es lo que quieres—dijo Reiner y posó su vista en Eren—. Quédate donde pueda verte y por favor, trata de no meterte en problemas. 

Eren puso los ojos en blanco—Puedo cuidarme solo.

Reiner se burló y despeinó el cabello de Eren—. Bien— dijo, y se fue a unas de las máquinas de pesas.

—Adiós, Eren—se despidió Gordon nerviosamente, y corrió detrás de Reiner.

Eren odiaba cuando Reiner le hacía eso. Se peinó de nuevo con malhumor y observó con aburrimiento a su alrededor. De vez en cuando miraba a Reiner. El rubio era tan fuerte, cargaba las pesas como si fueran nada. En cuanto a Gordon, el chico estaba dócilmente sosteniendo una toalla, charlando de lo que sea con Reiner.

Gordon era un buen chico, y no se les había despegado desde la cafetería hace semanas. Si tan solo no fuera tan cobarde, sería más del agrado de Eren.

— ¿Qué haces tan solo, bebé?

Eren se tensó y gruñó—No conoces otro estúpido apodo.

Lou se sentó junto a él, tan cerca que Eren podía oler el alcohol.

— ¿Qué haces tan solo, perra?, ¿Eso te suena mejor?

Eren se levantó del asiento, no iba a lidiar con eso ahora, pero Lou lo agarró duramente del brazo.

—Oye estamos charlando, no te vayas.

Lou era uno de los reclusos pequeños; Medía un par de centímetros más que Eren, delgado, también era joven, tal vez no tan mayor que Reiner. Era un drogadicto consumado, y a causa de ello su apariencia se había deteriorado, dándole un aspecto demente con dientes faltantes y cabello descuidado. Eren fácilmente podría limpiar el suelo con él.

—Déjalo solo Lou—dijo otra voz detrás de Eren.

Eren apartó su mano con fuerza—Déjenme solo o juro que…

—Vamos Wald, necesito atención—interrumpió Lou, ignorando deliberadamente a Eren.

Wald era un hombre mayor, alto, esbelto, con un ojo artificial de color rojo y una dura barbilla marcada. Tenía un aire de mafioso italiano. Su cabello era blanco, siempre estaba pulcramente peinado hacía atrás con tan solo un flequillo que caía por su frente. Tal vez era líder de alguna mafia o algo así, Eren no sabía, poco interés le tomaba a la vida de los otros.

—No, Lou, déjalo.

Eren apretó sus puños en una furia contenida. Hablaban de él como si no estuviera presente. Su atención se centró en Wald, el anciano ni siquiera tenía la decencia de mirar a Eren, solo mirando a Lou como si fuera un niño berrinchudo. Lou no alejándose de aquel papel volvió a tomar duramente a Eren.

Antes de que Eren soltara un fuerte puñetazo, Reiner apareció para detenerlo. De inmediato Lou lo soltó como si Eren quemara.

—Reiner, que sorpresa—exclamó Lou.

—Largo Lou—Dijo Reiner, con esa voz que a Eren asustaba un poco. Era como si fuera otro Reiner por completo—. Wald.

Wald sacó un cigarrillo—Por supuesto, ya nos íbamos. No queremos problemas, de esa manera no funcionan las asociaciones.

—Claro que no—acordó Reiner.

Lou hizo un puchero—. Reiner eres un maldito codicioso. Te estás quedando con lo mejor, no es justo, debes prestarlo.

¿Prestarlo?, Eren no entendía.

—Largo, Lou—Reiner habló mucho más fuerte y duramente, atrayendo la atención indeseada.

Wald tomó a Lou por los hombros, y empezó a empujarlo a otro lugar. El joven hombre comenzó a despotricar sobre Eren, hablando vulgaridades.

Eren no podía quedarse callado—. ¡No soy una propiedad!

—Claro, di lo que quieras si eso te hace sentir mejor en las noches cuando te cogen, perra.

Reiner visualizando lo inevitable, agarró a Eren del brazo para llevarlo fuera de la vista de ojos chismosos. Pero fue tarde.

— ¡Deja de llamarme de esa manera, no soy una perra y no estoy haciendo eso con nadie!

Wald y Lou se detuvieron. Los reos más cercanos empezaron a mirar con interés.

— ¿No? —preguntó Lou.

— ¡No! —Eren respondió furiosamente.

Reiner estaba mortificado, apretó más fuerte el agarre hacía Eren—. Cállate, Eren—murmuró.

Eren hizo oídos sordos, queriendo dar un merecido a esa horrible sonrisa de Lou.

— ¿Con nadie? —Lou volvió a preguntar divertidamente.

—Con nadie—recalcó Eren.

Lou dio una sonrisa tan grande que dejaba ver sus dientes faltantes, Wald dejó caer su cigarrillo y los demás miraban como si santa les trajera el mayor regalo de todos.

El agarre de Reiner se volvió tan doloroso que Eren tuvo que olvidarse de Lou para centrarse en Reiner. Odiaba la forma en la que Reiner no decía nada, como si aceptara aquellas palabras.

—Suficiente—Reiner gruñó con dientes apretados, mirándolo tan furiosamente que desconcertó a Eren.

—Eso quiere decir que Reiner no se está ocupando de ti adecuadamente, déjame hacerlo entonces—Lou comentó, alejándose de Wald y acercándose pomposamente hacía el rubio y el castaño. 

—Oh no, yo lo vi primero—alguien dijo, pero Eren no supo quién, ya que más voces se escucharon. Burlas, comentarios tontos y amenazas se comenzaron a oír.

—Vámonos—Reiner declaró, sin perder el doloroso agarre.

Eren quería reprochar, luchar y aclararle a todos sus ideas estúpidas. Pero Gordon también se acercó, deteniéndole el otro brazo—. Vámonos—repitió, aunque a diferencia del tono mandón y gruñón de Reiner, Gordon sonaba aterrorizado. 

Reiner de pronto se detuvo, lo que hizo detener a los otros dos.

—No, Reiner, se quedan. Tenemos que negociar ya sabes. Te apreciamos y todo, pero dejar pasar una oportunidad como esta es un pecado—Dijo März delante de ellos, con su pandilla impidiéndoles el paso—. Aparte tengo que reclamar lo que legítimamente es mío.

—Nadie se acercará y eso es todo. Quítense de mi camino. 

Eren estaba cansado de que Reiner se entrometiera en todo, Eren podía cuidarse y tenía que demostrarlo. Cuando apartó sus brazos bruscamente del titánico agarre de Reiner y el tembloroso agarre de Gordon, el rubio se distrajo para volver a tomarlo que no tomó en cuenta que April se le abalanzó.

Eren no creía justo que Reiner resultara herido por sus problemas—. Déjalo en paz—gritó y contratacó al gigante.

Entonces, el infierno se desató.

—x—x—x—

Levi estaba tranquilamente de guardia junto a Erd en el módulo D cuando las alarmas sonaron y la radio avisaba que había problemas en el patio. Tuvieron que encerrar a todo prisionero del D en su hora de comida, ningún recluso estaba contento. 

Erd se adelantó mientras Levi se aseguró que todo estuviera bien cerrado y luego fue a hacer lo mismo en el módulo C, aquellos reos estaban en su momento de recreación en el pabellón. Tampoco estaban contentos.

Levi finalmente llegó al lugar después de minutos, y todavía estaban las señales de guerra. La mitad de los guardias tanto novatos como veteranos estaban ahí. Algunos guardias estaban mostrando fuerza bruta, Levi tendría que recordar sus números para más tarde, mientras que algunos novatos estaban temerosos de su primera batalla campal; Levi también debía recordar sus números para educarlos más tarde.

Era un jodido desastre, ningún prisionero mostraba signos de detenerse, a excepción de unos cuantos que se metieron humildemente a las celdas huyendo de los problemas. De todos modos, todavía quedaban demasiados reos fuera para ser contenidos. Luchaban entre sí y otros forcejeaban contra los guardias.

Tenían que ser contenidos pronto, si los otros pabellones se enteraban de la batalla podían provocar su propio motín a falta de guardias para vigilarlos.

No había de otra que lanzar gas lacrimógeno. Cuando los guardias más cercanos al conflicto se alistaron para el gas, la granada fue lanzada.

Toda lucha se detuvo.

Los reclusos conflictivos terminaron en el suelo, lloriqueando, quejándose y tosiendo. Los guardias rápidamente se encargaron de ellos para encerrarlos en las celdas.

— ¿Qué sucedió? —Levi preguntó al guardia más cercano.

—Todo empezó por un par de reclusos, se amontonaron y empezaron a pelear y gritar, después otros se unieron, y cuando menos lo esperábamos los demás aprovecharon para hacer un motín …y al parecer también para cobrar cuentas pendientes—el joven guardia miró hacía un lugar fijo.

Levi también lo hizo; Había dos cuerpos ensangrentados, aparentemente sin vida.  Una lástima.

—Capitán—su título fue llamado en forma de saludo, con cierto disgusto en aquella voz. 

Levi la conocía —Baden, ¿Qué quieres? — Dijo.

El joven guardia saludó al oficial y se despidió respetuosamente de ambos.

— ¿Qué hay con oficial Baden?, pero que puedo decir, es el superior, tiene derecho a ser informal—comentó el anciano tan falsamente que Levi decidió ignorarlo.

Baden se posó junto a Levi con una sonrisa petulante, Levi lo odiaba. El hombre mayor era un hombre alto, tan alto como Erwin…

A veces Levi deseaba ser alto también.

—Una lástima, ¿No le parece? —preguntó el anciano al mirar los cuerpos moribundos.

—Lo es.

—No debe ser sencillo verlo, aunque usted ya debe estar acostumbrado, el índice de muertes en la prisión de los subterráneos es más salvaje que cualquier otra prisión—Baden comentó.

Baden era uno de los oficiales que siempre le recordaba a Levi de donde vino, Levi sabía y no negaría el hecho. Pero era molesto tenerlos constantemente parloteando sobre el asunto.

Antes de que Levi pudiera responder su radio sonó.

—1, 2, 3 probando, probando. ¿Levi, estás ahí? ¿Me escuchas?...

— ¿Qué quieres, Hange? —Levi contestó.

—Oye, Hola, ¿Podrías venir?, voy a tener mucho trabajo y Moblit, Nifa y yo no podemos solos.

—Vaya, capitán—Baden dijo—, Yo me encargaré, después de todo soy el oficial del pabellón. Es mi trabajo. 

—Sí, y un trabajo que estás haciendo mal—. Levi tomó la radio y contestó: —Voy para allá.

Baden simplemente sonrió, pero era claro que el comentario no le pareció.

A Levi no le importó.

…           

Levi ayudó en lo que pudo, no era un buen médico, en realidad, no era médico en absoluto, pero sabía lo suficiente como para vendar y limpiar las heridas.

Hubo huesos rotos, dedos y dientes perdidos, hematomas, heridas de diferente consideración e incluso quemaduras de primer grado. Dos reclusos resultaron heridos de gravedad, uno falleció antes de ser atendido y dos fueron encontrados muertos en medio del conflicto. Fueron asesinados con tal saña que fue difícil reconocerlos al principio: Fukushi Watannabe y Wayne Eisner. Ninguno de los dos tenía más de 25, y sus delitos no eran tan agravantes como para ser asesinados de tal modo; Un ladrón de autos y un contrabandista de poca monta.  No importaba lo que habían hecho, no merecían tal muerte.

El resto del día se la pasó atendiendo a heridos.

Baden hizo su trabajo, elaboró todos los informes, papelería y ordenó a los novatos que hacer en los módulos. 

Cuando el último herido dejó la sala, Hange se permitió recostarse en el sofá.

—Estoy tan cansada. Ya no puedo atender ni un alma más.

— ¿Cómo puedes decir esas cosas, cuatro ojos? Es la primera vez que te veo trabajar—habló Levi mientras tomaba asiento en una de las sillas cercanas.

—Jaja, muy gracioso, enano. Pero enserio, no puedo más. Iré a casa y no sabré de nadie hasta mañana en la tarde—. Hange se estiró perezosamente—. No quieres que te dé un aventón por los viejos tiempos. 

 —No subiría a un auto de nuevo contigo ni aunque mi vida dependiera de ello. Me quedaré.

Hange tomó asiento y miró a Levi de la misma forma que hacía Erwin cuando iba a dar uno de sus preocupados discursos de la salud, pero en cambio dijo: —Bien, bien, haz lo que quieras. Y ya que te quedarás, si ves a Sawney y Bean diles que estoy preocupada por ellos.

—Son unas ratas.

—Y son las mejores ratas que puedan existir—dijo Hange, levantándose del sofá y estirándose de nuevo mientras bostezaba. Caminó hacía la salida y al tocar la perilla de la puerta se detuvo —Oh, casi lo olvido. Deberías descansar, tus ojeras comienzan a darme miedo—con ese último comentario, la mujer salió tan rápido como una bala y con unas risas que dejaban cuestionándose a Levi como seguía aguantando a la insoportable mujer. 

Los módulos A y B fueron castigados con 72 horas sin salir. La comida se les llevó hasta sus celdas, no se les permitió ir a las duchas ni acceso a los suministros de limpieza para la celda y si algún recluso necesitaba medicina era llamado para que estuviera frente a la puerta y entregarle el medicamento solicitado. El recluso tenía que quedarse ahí siendo examinado por un guardia hasta que hubiera evidencia de que sí tomó la medicina. 

Para Levi todo el castigo fue excesivo. Había reclusos que no merecían eso, sin embargo, no podía hacer nada más que vigilar. Erwin no estaba para quejarse, salió la misma noche que sucedió el motín por emergencia familiar y Baden quedó temporalmente a cargo en su ausencia. Levi no tenía la suficiente autoridad real como para hacer algo, después de todo estaba ahí por Erwin y nada más.

Aquellos malos pensamientos que Levi estuvo manteniendo desde hace semanas, comenzaron a hacerse realidad. Los reos de los módulos A y B estaban ansiosos, sobrecargados de energía y hambrientos por recuperar su estatus que cuando terminó el castigo salieron haciendo líos.  El mocoso entre ellos.

No había ni un solo día que no fuera mencionado entre los guardias; El chico entraba en peleas frecuentemente, era problemático, agresivo y tan amenazador como un cachorro de león.

A tan sólo un par de días de que los días de visita llegaran, el mocoso terminó de nuevo en solitario.

Levi no estuvo presente cuando sucedió la acción, pero los demás guardias no dejaban de hablar de ello: El chico entró en una pelea con Bigmouth y su pandilla. Y por lo que decían, fue la cosa más risible y sorprendente que se vio. 

Baden siendo el oficial superior se encargó de toda la papelería y la salud de los reos involucrados, por lo tanto, Levi no fue necesario.

Sin embargo, horas después, de todas las cosas que Levi pudiera hacer, terminó visitando las celdas de confinamiento solitario. Odiaba ese lugar. Olía mal, estaba sucio, oscuro y frio. De vez en cuando era asquerosamente ruidoso, aunque hoy de todos los días estaba silencioso o lo más silencioso que se podía. Sólo había uno que otro lamento y ojos mirando entre las ventanillas.

 No obstante, Levi no encontró a nadie de la pandilla de Bigmouth o el mismo Bigmouth, pero si encontró la celda del mocoso; Estaba en la última celda al final del pasillo.

Levi no se molestó en tocar cuando encontró la puerta correcta, simplemente abrió las rendijas que se encontraban cerradas imaginando lo asfixiantemente oscuro que debía de estar ahí adentro. Cuando lo hizo escuchó un leve quejido y el sonido de pasos sobre el duro concreto. Los sonidos y maldiciones bajas duraron solo unos segundos. Lo suficiente para que Levi tuviera curiosidad por mirar; Levi no había visto al mocoso desde antes del motín de los patios, y sus turnos ya no coincidían para nada cerca de los módulos A y B.

Abrió la puerta con expectativas muy bajas, y lo que encontró no estuvo muy lejos de sus pensamientos. La opaca luz de la celda no iluminaba nada, pero gracias a la puerta abierta la luz exterior iluminó gran parte de la desagradable habitación. Dejaba ver al mocoso acorrucado en la esquina sobre el colchón, con los brazos cruzados, la rodilla izquierda contra su pecho y la derecha descansado sobre el jergón.

Era deprimente.

El chico estaba tan tenso y asustado como un animal en los faros. El cabello del mocoso estaba revuelto, su cabeza estaba ligeramente levantada por lo que se podía ver un labio roto, un moretón purpura en su mejilla izquierda, la nariz se veía levemente hinchada con una venda nasal sobre ella y un moretón debajo del ojo derecho.

El castaño entrecerró los ojos y cuando lo reconoció, ocultó media parte de su rostro entre sus brazos y murmuró:

—Capitán— La voz era tan pequeña, ronca y sin emoción. No era nada similar al tono escandaloso, duro y torpe que Levi estaba acostumbrado a oírle. Era triste.

—Mocoso— saludó Levi, y eso fue todo. Ninguno de los dos habló más.

El castaño ni siquiera se esforzó, mirando a Levi con ojos brillantes esperando lo peor.

Mierda, fue en lo único en lo que Levi pudo pensar.  El mocoso era odioso, pero no dejaba de ser un jodido niño.

—Haz hecho todo lo que te dije que no hicieras—mencionó—. ¿Quieres ir al médico?

El chico se negó, — ¿Gordon y Thomas están bien? —preguntó.

Levi no había escuchado nada sobre ellos —. ¿Te metiste en una pelea para defenderlos?

—Nadie más iba a hacerlo—respondió el mocoso, duramente.

Levi no podía creerlo, el chico realmente era estúpido—. Hay reglas…—dijo, intentando explicar, pero fue interrumpido por el niño.

— ¿Sí?, pues esas reglas son una mierda. Cómo pueden quedarse ahí sin hacer nada. Mirando ese estúpido reloj y dejando que esos bastardos abusen de esa manera. Eso no está bien—Eren alzó la voz, sonando realmente enojado. 

No era la primera vez que escuchaba al mocoso quejándose sobre el asunto—. Y tú cómo sabes lo que está bien o mal. Si lo supieras no estarías aquí.

El niño apretó su mandíbula, sus puños tan duros y sus ojos brillando furiosos como pequeñas esmeraldas.

—Yo no…—alegó el chico, pero no terminó, siendo cortado por la ruidosa radio y la alarma que sonó. Otra pelea.

—Mierda— Levi murmuró.

Miles de malas situaciones pasaron por la cabeza de Levi, con una última mirada al castaño salió de la celda dejando las rendijas abiertas.

 —x—x—x—

Eren se quedó solo con una muy tenue luz y el insoportable sonido de la alarma. Era exasperante. Afortunadamente, minutos después de que el capitán desapareciera la alarma dejó de resonar dejando un silencio mortal, incluso los llantos lejanos se habían detenido.

Por primera vez, Eren no se preocupó por lo que pasara afuera. Todo le dolía y comenzaba a odiar a todos: Odiaba a Bigmouth y su pandilla por ser unos jodidos bastardos abusadores, odiaba a los demás reclusos por ser unos cerdos pervertidos, odiaba a Reiner por hacerle creer a todos que era de su propiedad, odiaba a März y compañía por robarle su llave, odiaba a Thomas y a Gordon por dejarse hacer lo que los otros decían y no defenderse, odiaba a Connie y Bertolt por ser tan indiferentes, odiaba a Jean por siempre mirar  y comentar pero nunca actuar, odiaba a los guardias porque no hacían su maldito trabajo, odiaba al Alcaide por permitir que todo sucediera, y odiaba a Levi porque fingía ser diferente pero terminaba siendo igual que el montón.

Eren se abrazó más así mismo, con las lágrimas de impotencia resbalando por sus mejillas. Odiaba tanto la prisión en general con una pasión ardiente. No tenía a nadie, estaba completamente solo. Sin Mikasa, sin Armin y sin Hannes. Peor aún, ni siquiera tenía su llave. 

Pensar en aquellos bastardos que se la arrebataron le hacía hervir la sangre, pero no tenía fuerzas para luchar por ella; Hematomas en sus hombros y brazos donde reos lo habían sostenido fuerte para detenerlo, sus nudillos tomaron una coloración rojiza por todos los puñetazos que lanzó a diestra y siniestra, y no podía apoyarse bien de su tobillo derecho sin que le doliera.

Eren se cuestionó si llegaría a ver el mar o, por lo menos, si sobreviviría a su condena; Aunque Baden le aseguró que por cada pelea que Eren “provocaba” eran más años a la condena.  En todo caso, probablemente se quedaría encerrado por toda una eternidad.

Las horas pasaban y Eren seguía ahí en la misma posición en la que estaba. Los gritos de los otros se volvieron a escuchar a veces demasiado fuerte, a veces demasiado lejanas, pero a Eren poco le importaban.

Eren recordaba haber limpiado y mantenido limpia la celda cuando había sido encerrado la primera vez, sin embargo, le habían encerrado en otra mucho más aprensiva y sucia.

Todo era oscuro y enervante. El olor era repugnante, como aquel callejón horrible que evitaba cuando iba a la secundaría. Pensar en ello le hacía recordar a Mikasa y Armin, lo cual lo entristecía, pero también lo motivaba a no dejarse hundir en la pena.

Suspiró y movió lentamente sus miembros que comenzaban a adormecerse. Su tobillo derecho le dolía a cualquier movimiento, pero Baden le dijo que no era nada serio, que se le pasaría cuando menos lo notara. Eren esperaba que fuera pronto.

De pronto, unos duros pasos comenzaron a sonar. Los gritos de los otros reos se intensificaron, pero fueron acortados rápidamente con el chasquido de metal. Al parecer, estaban cerrando las rendijas.  Eren no quería estar en la oscuridad total, era suficientemente malo lo que ya tenía.

Una gran sombra se paró frente a su puerta, pero no cubrió la rendija de arriba por completo. Sea quien fuera, no era tan grande para cubrirla, pero era imposible que fuera el capitán Levi ya que la rendija inferior se cubrió por completo. O aquella persona estaba demasiado cerca de la puerta, tenía la complexión de Dimo o sostenía una bandeja.

Tres firmes golpes a la puerta lo sobresaltaron.

— ¿Recluso 10057? —llamaron.

— ¿Sí? —murmuró.

Las rendijas se cerraron abruptamente.

— ¡Hora de dormir! —gritaron.

Y toda luz se apagó.

Eren se pegó más a la gélida pared y se abrazó más a si mismo viendo a la nada. Le fue claro entonces que no soportaría toda una eternidad.

—x—x—x—

.

Notas finales:

Deja un comentario para saber si te gusta o alguna idea que quieras aportar, si no tambien puedes dejar un comentario diciendo lo malo que es. Prometo que no me enfadaré solo se destruira mi autoestima. :) 


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