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Lindos, tiernos y esponjosos... por Masterred

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Notas del capitulo:

Holassss!!!!

Voy a advertirles que este no es un fic muy serio. Es un regalo que le hize a una amiga que ya todos deben conocer bien ^.^(María Dolores). Pero Sonya Chan me sugirió publicarlo porque le gustó el argumento. Espero que lo disfruten!!!

Hiei llegó saltando hasta la habitación e intentó subirse a la cama.

 

Dolores, la dueña del pequeño conejo, retiró la mirada del libro que estaba leyendo y sonrió al ver a su mascota dar saltos y más saltos sin obtener ningún resultado. La cama era demasiado alta para el, ya que Hiei no superaba el tamaño de un nomo de jardín.

 

Por fin, Hiei se cansó de tantos intentos y se paró en sus dos patas traseras, apoyando sus manitas sobre el borde de la cama y miró a dueña con cara de “¿no me vas a ayudar a subir?”. Movió un poco su esponjada y blanca colita esperando una respuesta.

 

Dolores puso cara de madrastra mala y lo tomó por debajo de los brazos para levantarlo sin mucho esfuerzo, ya que no pesaba más que un niño pequeño.

 

Arrimó su cara a la de Hiei y lo miró con cara de ofendida;

 

_ Claro, claro… Cuando yo te llamo nunca vienes… Pero si ese olfato que tienes te dice que estoy comiendo algo enseguida te apareces ¿no?...

 

Hiei miró el plato lleno de galletas que descansaba arriba de la cama y luego miró la cara enojada de su dueña y bajó un poco sus orejas de conejo.

 

_ ¿Y bien? ¿Qué tienes que decirme?

 

Hiei movió un poco su esponjada colita y le dio una lambida a la mejilla izquierda de su dueña con su pequeña lengua. Dolores quiso mantener el ceño fruncido pero no pudo evitar sonreír.

 

Bajó a Hiei a la cama, sentándolo sobre las sábanas y le puso una galleta entre las manos;

 

_ ¿Sabes algo? No es justo que hagas eso para evitar que te regañen, _se apoyó sobre un codo en la almohada y miró como Hiei se disponía a comer la galleta_ solo porque sabes que no puedo resistirlo, ¿verdad?

 

Hiei miró la sonrisa de su dueña Dolores, solo para confirmar que ya no estaba enojada, y luego mordió la galleta que se había ganado. Dolores se quedó mirando como Hiei se comía unas cuantas galletas de su plato. Hiei tomaba las galletas con las dos manos porque eran más grandes que su cabeza, y las molía con sus pequeños dientes.

 

La dueña del pequeño conejo sonreía con ternura. Su pequeña mascota era tan tierna y adorable… definitivamente era el mejor regalo que le habían echo.

 

Hiei terminó su galleta, se relamió las manos y los dedos y tomó otra del plato. Dolores le acarició su cabello negro, rozando sus orejas de conejo y luego se recostó nuevamente sobre la almohada de su cama para seguir estudiando.

 

Hiei comió galletas hasta quedar satisfecho y recostó su pequeño cuerpo sobre la almohada en la que estaba acostada su dueña. Movió sus esponjados pies de conejo y la miró, leía muy calladita y seria a su lado. Se paró sobre sus patas traseras y apoyó las manos en uno de los hombros de Dolores, olisqueando el libro y mirándolo con curiosidad.

 

Dolores dejó el libro sobre la mesilla de luz y se sentó en la cama, para sentar a Hiei en su regazo;

 

_ ¿Qué te sucede Hiei? Creí que solo querías comer galletas… _se burló_ No pienses que te ignoro porque estoy enojada contigo, es solo que…

 

Dolores abrazó a su mascota y la apretó contra su pecho como si fuera un muñeco;

 

_ Mis calificaciones están algo bajas últimamente… y mi mamá quiere que las mejore…

 

Acarició una de las peludas y largas orejas de Hiei;

 

_ Pero te prometo que mañana tendré tiempo de llevarte a dar un paseo por el parque… _se quitó los zapatos y abrió la cama_ Ahora debemos descansar un poco… Mañana tengo clases y debo levantarme temprano…

 

Metió a Hiei a la cama y se acostó a su lado; tal como una niña que se va a dormir con su muñeca favorita. Y la verdad era que Hiei se parecía mucho a un muñeco, pero a uno de verdad jeje…

 

Cada vez que tenía pesadillas sacaba a Hiei de su cama, un canasto de mimbre lleno de almohadas ubicado en el piso de la habitación, y lo llevaba a dormir con ella. O viceversa, Hiei era el que no podía dormir y al otro día cuando despertaba Dolores lo encontraba muy acurrucadito a su lado.

 

Apagó la luz y le dio un beso en la frente a su mascota antes de dormirse.

 

 

 

###############################################

 

 

 

Dos días después…

 

 

 

_ ¡Hiei! _chilló Dolores cuando su mascota la salpicó con agua_ ¡No me estás facilitando las cosas! ¡Quédate quieto o tendré que jalarte las orejas!

 

Hiei no se molestó en escucharla y prosiguió con los intentos por escaparse de la bañera, por cierto, llena de agua y espuma.

 

Dolores cumplió con la amenaza y le sujetó las orejas. Le derramó el champú sobre las orejas y consiguió hacer que hiciera espuma para jabonarle la cabeza.

 

_ ¿Es que nunca se te acaba la energía? _Dolores abrió la ducha y le enjuagó la cabeza_ Es sábado y tengo que estar trabajando por culpa tuya… Ya está…

 

Sacó a Hiei de la bañera y lo envolvió en una toalla. Lo secó lo mejor que pudo y lo dejó arriba de la mesada de mosaicos del baño, delante del espejo.

 

Encendió el secador de cabellos;

 

_ Si quisieras… Podrías transformar este asunto de bañarte en una experiencia un poco más tranquila para los dos…

 

Una bola de pelos completamente inflada y erizada salió saltando del baño. Dolores la atrapó antes de que se metiera bajo la cama. La subió sobre esta y tomó un cepillo. La cepilló y peinó hasta darle forma de Hiei nuevamente.

 

Hiei, sentado en el borde de la cama y envuelto en una toalla amarilla patito, ni siquiera le dirigía la mirada a su dueña. Dolores suspiró y se arrodilló en el suelo, haciendo que su rostro y el de Hiei quedaran al mismo nivel.

 

Dejó el cepillo sobre la cama;

 

_ Hiei… se que te estás comportando así porque estás enojado conmigo, pero entiende… no puedo llevarte…

 

Dolores se estaba refiriendo al viaje de estudiantes que organizaba su escuela. Se había encontrado en el parque con sus amigas el día anterior y ellas le habían dado la noticia; y Hiei, que viajaba adentro de la mochila que Dolores llevaba en la espalda, había escuchado todo.

 

_ Entiende que no nos dejan llevar a nuestras mascotas… Te puedes perder, extraviar o cualquier cosa… _Hiei no estaba comprendiendo, así que Dolores intentó otra cosa_ Además te necesito aquí en la casa, para que te quedes con mis padres y los ayudes a cuidar a mis otras mascotas ¿sí?

 

Hiei le dio la espalda. Dolores suspiró tristemente al no conseguir nada;

 

_ Muy bien, veo que prefieres hacerte el testarudo… Aquí tienes tu ropa, vístete y luego has lo que quieras…

 

A continuación salió del cuarto; dejando a Hiei solo.

 

Este se vistió y se bajó de la cama. Empezó a saltar por la habitación, eso era lo que hacía cuando tenía que tomar una decisión difícil. Saltó a una silla que había por ahí y la usó de escalera para subir hasta el escritorio donde su dueña hacía sus tareas. Se estaba aburriendo, necesitaba hacer algo…

 

Olfateó un cuaderno abierto que había sobre la mesa y tiró un portalápices al engancharlo con su esponjada cola. Algunos lápices cayeron y rodaron por el suelo además de por todo el escritorio. “Oh, oh…” pensó y miró un portarretratos que había sobre el escritorio “Dolores me va a regañar…”.

 

En la foto aparecía su dueña arrodillada junto a un árbol navideño, sacándolo de una extraña caja envuelta en papeles brillantes. Recordaba muy bien esa noche; el había estado horas en esa caja que apenas tenía algunos agujeros para respirar, llena hasta el tope de papeles y demasiado pequeña para el, sus orejitas se doblaban sobre su cara porque daban contra el techo de la caja.

 

Recordaba que estaba aburrido y triste allí encerrado, cuando su dueña abrió la caja, liberándolo de su pequeña prisión y tomándolo en sus brazos. El verse repentinamente rodeado de gente y el barullo de copas chocando sumado a los gritos de “¡feliz navidad!” se había asustado mucho y se había echado a llorar.

 

Su actual dueña lo había tomado en brazos y lo había besado y abrazado hasta calmarlo. Desde ese día era la persona en la que más confiaba. Se bajó del escritorio.

 

De un salto alcanzó la ventana y salió al jardín. Empezó a caminar (saltar) por el jardín.

 

Pensaba ir a consultarlo con los canarios y los loros; ellos eran sus mejores consejeros pero…

 

Los dos gatos de Dolores estaban molestando a los canarios, dando zarpazos contra la jaula y muriéndose de risa al ver a los asustados canarios chocarse unos a otros en un revoloteo desesperado.

 

Hiei se acercó y tomó por sorpresa a uno de los gatos, empujándolo con sus pequeñas manos;

 

_ ¡Fuera! Ya les dijeron que no se acercaran a la jaula ¡fuera, no molesten!

 

El gato que Hiei empujó se levantó del suelo y miró a Hiei con expresión de fastidio;

 

_ Vaya, vaya, vaya… Pero si es la pequeña bola de lana de Dolores…

 

Hiei se subió a la jaula, poniéndose fuera del alcance del gato al ver que se acercaba…

 

_ ¡Detente! ¡No te me acerques malvado gato!

 

_ ¿Malvado? Pero si solo estaba jugando con los canarios, con mi buen amigo… ¿No es cierto?

 

Hiei sintió que unas patas peludas lo empujaban de la jaula. Aterrizó sentado sobre su cola esponjada después de rodar un poco por el pasto.

 

El primer gato se le acercó y le dio un zarpazo en la espalda; haciendo que Hiei aterrizara de bruces en el suelo.

 

_ Oye, ¿no te vas a bajar de ahí, para ayudarme con la bola de lana? _miró malvadamente a Hiei_ A los gatos nos encanta jugar con bolas de lana…

 

_ Ni loco… _el segundo gato lamió una de sus patas y se peinó las orejas con elegancia_ No me voy a molestar en desafilar mis garras en esa cosa lanuda…

 

_ Como quieras… _levantó una de sus patas nuevamente preparando otro zarpazo, esta vez a la cabeza de Hiei_ Tu te lo pierdes…

 

Hiei se tapó la cabeza con las manos esperando el golpe de las garras del gato. Pero en vez de eso escuchó una voz familiar;

 

_ ¡Oigan ustedes dos! ¡Dejen de molestar a Hiei o se las verán conmigo!

 

Hiei levantó la cabeza y miró al animal que se acercaba con paso decidido a enfrentar a los gatos;

 

_ Pero mira quién llegó… el lagarto de Dolores viene a amenazarnos…

 

_ Uhhh… Pero que miedo tengo, me está amenazando un lagarto… _dijo sarcásticamente el otro gato_ Estoy temblando…

 

_ ¡Que soy una iguana! ¬.¬

 

_ ¿Y ahora eres una mujer? No eres una lagartija muy atractiva, me parece que te quedarás soltera para toda tu vida…

 

_ Es verdad… _le dio la razón el otro gato, echándose sobre la jaula y estirando las patas.

 

_ ¬.¬ Uy… Pero miren quiénes me están prediciendo el futuro… _dijo la lagartija bastante ofendida y dispuesta a vengarse_ Los “machos” más machos del vecindario…

 

_ O.ó ¿Qué estás queriendo decir con eso? _preguntó el primer gato temiéndose algo malo por parte de la iguana.

 

_ O.o ¿Cómo? ¿No saben? _la iguana se hizo la desentendida_ Yo ya los descubrí… a los dos… Los vi haciendo de las suyas detrás de aquel árbol…

 

_ O#O ¡Estás inventado! _dijo el gato que estaba arriba de la jaula_ ¡Son mentiras!

 

_ No hace falta que finjan que no saben lo que les digo… Y ahora váyanse a otra parte a molestar o les diré lo que vi a los loros para que lo repitan y le cuenten a todo el vecindario…

 

Los dos gatos salieron corriendo.

 

La, ejem…, el iguano se acercó a Hiei;

 

_ ¿Estás bien Hiei?

 

_ Creo que sí, _Hiei se sentó y se arregló las orejas_ Estoy bien lagartija…

 

_ ¡No soy una lagartija! ¿¡Me has visto alguna vez sacándole la lengua a alguien?!

 

_ No pero… En fin, yo quise decir iguana… jejeje…

 

_ ¡Que soy iguano! ¬.¬

 

_ Uh… ^#^ Bien, pero los “iguanos” no existen…

 

_ Pues yo soy un iguano digan lo que digan… ¬.¬ Cambiando de tema _dijo el iguano_ ¿Por qué te estabas buscando problemas con esos dos gatos?

 

_ Yo no me estaba buscando problemas…

 

_ ¿Y qué hacías?

 

_ Yo quería defender a los canarios… Oye, me enteré de que van a tener pichoncitos…

 

_ Ya nacieron.

 

_ ¡¿En serio?!

 

_ Sí, pero aún no pueden conversar entre ellos porque no tienen nombre jejeje…

 

_ ¿Dolores aún no acaba de ponerles nombre? ¿Es que son muchos?

 

_ No son muchos, lo que pasa es que Dolores no los ha visto, acaban de nacer.

 

_ ¡De veras! Voy a decírselo ahora mism… _Hiei se acordó de que su dueña estaba molesta con el_ Ehhh… Mejor no le digo nada… que se entere sola…

 

_ ¿Qué le pasa a Dolores?

 

_ Nada…

 

_ Mmm… esa cara no me convence y además no te creo nada…

 

_ Es que…

 

_ ¿Qué…?

 

_ Que está molesta conmigo porque no quiere llevarme a su viaje de escuela…

 

_ ¿En serio? ¬.¬

 

_ Bueno, bueno… Lo admito… yo fui el que empezó… Pero es que no quiero que me deje solito y se valla…

 

_ ¿Por qué?

 

_ Porque voy a extrañarla, por supuesto… Y solito me aburro…

 

_ Pero eso no es problema… ^_^ Te vienes de vez en cuando a jugar con nosotros y asunto arreglado. Además puedes estar seguro de que Dolores también te va extrañar…

 

_ ¿Eso piensas? Entonces que no valla…

 

_ Bueno, tampoco puedes ser tan egoísta como para pedirle eso… Dolores va a divertirse con sus amigos un par de días y nada más… ¿No sabes cuantos días se irá?

 

_ No…

 

_ ¿Lo ves? A lo mejor estás haciendo un escándalo por nada…

 

_ Tal vez tengas razón… Si supiera cuantos días se va… Supongo que ahora debo ir a disculparme, ¿no?

 

_ Exactamente…

 

_ ¿Y cómo lo haré? Dolores no entiende el lenguaje de los animales, no puedo ir y decirle “hola Dolores, ¿como estuvo tu día? ¿Ya me perdonaste por enfadarme contigo?”

 

_ Bueno… Ese es tu problema… yo ya te ayudé lo suficiente… _dijo el iguano en ademán de despedirse.

 

_ ¬.¬ Gracias, eso me ayuda mucho… _protestó Hiei.

 

_ ^__^ Por nada…

 

_ Oye, ¡estaba siendo sarcást…! Oh, mejor ni me molesto, ya se fue… ¿Y ahora, como me disculpo con mi dueña?

 

 

 

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Dolores entró en su cuarto luego de un día de paseo con sus amigos y encontró a Hiei sentado en la cama. Lo ignoró y continuó caminando rumbo al armario para guardar su mochila. Era la mochila en la viajaba Hiei pero ahora la había usado para llevar galletas y dulces.

 

Hiei se bajó de la cama y se le puso en el medio del paso. Dolores quiso esquivarlo corriéndose hacia un costado, pero Hiei saltó hacia el mismo lugar, impidiéndole pasar repetidas veces;

 

_ ¿Qué es lo que quieres Hiei? ¿Por qué no me dejas pasar?

 

Hiei levantó las manitos hacia ella;

 

_ ¿Quieres que te cargue? O.ó ¿No era que estabas ofendido?

 

Hiei se aferró a la pierna de su dueña y la miró con ojitos tiernos;

 

_ ¬.¬ ¿Acaso es un pedido de disculpas?

 

Hiei asintió con la cabeza y se aferró más la pierna de Dolores;

 

_ Oh, Hiei… _Dolores se olvidó de su enojo para tomar a Hiei y levantarlo en sus brazos_ ¡Claro que acepto tus disculpas! ¡Chuik! ¡Chuik!  ¡Chuik!  ¡Chuik! (besos en las mejillas)

 

Dolores se dejó caer de espaldas en la cama con Hiei sobre su estómago;

 

_ Yo también debo pedirte disculpas. Lamento no haberte llevado al paseo de hoy conmigo… te extrañé tanto…

 

Besó a Hiei en la frente y lo abrazó con toda la fuerza que pudo. Y Hiei hizo lo mismo con el cuello de su dueña.

 

Finalmente, ambos se quedaron dormidos muy juntitos y abrazados, recuperando el tiempo que perdieron de estar juntos por haber estado enojados.

 

 

 

Continuará…

 


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