Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Estoy de vuelta por Iazumayaoi12

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No se acostumbren a las actualizacione semanales, por favor Dx Le estoy mucha prioridad innecesaria a este fanfic, siendo que debería actualizar mis otros trabajos x-x ¿Por qué? Ni yo lo sé :v Pero mi cabeza parece sólo crear diálogos con feelings para Osito :'v

En un hotel de aparente mala muerte, se hallaban dos personas manteniendo una discusión bastante acalorada, siendo un tipo ya mayor quien parecía el que se exaltó más por el rumbo que se tomaba. Centrándonos, el hombre, se veía bien conservado para su edad, no más de cincuenta. Él parecía tener algún tipo de relación con el rubio que Choromatsu vio en el camarín de Nyaa-chan, hasta se le veía muy mandón y controlador con el chico rubio. Sí, discutían ambos, el viejo y el rubio.

 

- ¡Maldito mocoso! – El hombre dio un fuerte manotazo a la pared. - ¡Dime qué hora es y a qué hora te llame!

 

- Son las ocho y media de la noche. – El joven miró su reloj. – Me llamaste hace aproximadamente unas tres horas. – A pesar de todo el griterío, se le veía tranquilo.

 

- ¿A qué hora debes llegar cuando recibes una llamada mía?

 

- Cuando recibo una llamada debo volver en treinta minutos o menos.

 

- Entonces… ¿Dónde anduviste metido?

 

- Por ningún lado. – Y volteó su mirada hacia el lado, en señal de su desinterés.

 

El hombre no aguantaría esas faltas de respeto. Su enojo lo llevó a darle un puñetazo en la cara al chico, quien al no estar preparado para el impacto del golpe, cayó de espaldas y sólo de suerte su cabeza no dio de lleno con la pared que tenía detrás. El golpe no le aturdió, quizás ya se había acostumbrado a ese tipo de violencia. Ni si quiera se dio a la tarea de responder al reciente golpazo dado, supuso que más violencia terminaría perjudicándole a él, así que decidió que lo mejor era tratar de controlar el enojo de su tutor.

 

- Lo siento. – Bajó la mirada, pero no era miedo o resignación, era para no recibir otro golpe. – Me pasee por la ciudad después de que finalicé mi tarea de buscar a Nao-chan.

 

- No toleraré esas insolencias de nuevo, Osomatsu. – El viejo salió de la habitación, aún se le notaba furioso.

 

- Sí… Tougo-san. – Respondió Osomatsu, al mismo tiempo que se tocaba el rostro, lugar donde recibió el puñetazo. – Si no lo trato se pondrá peor.

 

El rubio se levantó a buscar hielo a la nevera, abriendo la parte superior, donde se encontraba todo el hielo. Buscó una bolsa vacía, vertió un par de cubos de hielo dentro y se lo colocó en la mejilla donde le fue dado el duro topetazo.

 

- En ese momento… ¿Debí arrepentirme?

 

De lo que Osomatsu habla es sobre el pasado. Aquel momento donde todo se volvió un infierno para él, pero se volvió un milagro para su familia, sin que ellos conocieran o se hicieran una idea de cómo crecería el primer hijo, Matsuno Osomatsu.

 

Haciendo una ligera retrospectiva, la situación de Osomatsu se volvió turbia cuando Tougo lo llevó consigo antes de que partiera el tren que se iría de la ciudad. Su actual tutor le dio dos opciones: La primera consistía en irse con él, cambiar de aspecto y no volver a tener contacto con su familia; la segunda le dejaba quedarse con su familia, pero a costa de ello, Tougo continuaría atormentándolos. Obviamente, ambas opciones se oían igual de malas frente a la mentalidad de un pequeño que apenas llegaba a los diez años, ¿Cómo era capaz de hacerle elegir entre alejarse de su familia o quedarse para hacerlos miserables?

 

- No quiero que mi familia sufra. – Un pequeño Osomatsu hablaba sin titubear a pesar del miedo. – No quiero que nadie sufra por mi culpa, mucho menos mis hermanos menores, a ellos realmente los aprecio mucho. – Su mirada cambió a una de seguridad y confianza. – Me iré contigo, Tougo-san, pero no quiero que te vuelvas a acercar nunca más a mi familia. – Dio su típica sonrisa confianzuda y finalizó con – Si le haces daño a mi familia, te mataré.

 

Impactado por el carácter seguro del chico, Tougo-san sólo asintió a su propuesta y fue lo último que se supo de un tal “Matsuno Osomatsu”.

 

- Si Tougo-san se acerca a mi familia… Realmente lo mataré. – El actual Osomatsu no ha olvidado esa promesa. – No sé qué planea volviendo a esta ciudad, pero no le permitiré tocar ni si quiera un pelo de mis hermanos menores. – Apretando la bolsa con fuerza, hizo que los hielos se trizaran. Ese nivel de ira no lo demostraba frente a Tougo porque de cierta manera sabía que no tenía muchas oportunidades de ir contra él de frente.

 

Volviendo con la familia Matsuno: Choromatsu regresó a casa muy contento, haciendo que sus hermanos se preocuparan, porque ver Pajamatsu contento y no deprimido por no tener a Nyaa-chan, pues digamos que es algo inusual.

 

- ¡Conseguí el número personal de Nyaa-chan! – Dijo el de verde mostrando triunfante su mano con el teléfono de la chica escrito en él.

 

- ¿¡Choromatsu-nii-san consiguió el número de una chica!? ¡¡Karamatsu-nii-san, Ichimatsu-nii-san, Jyushimatsu-nii-san!! ¡Rápido, al búnker en caso del fin del mundo! – Todomatsu no bromeaba, de verdad irían al búnker que ni poseían.

 

- ¡Oye! – Claramente le molestó el comentario.

 

- Oh, my little brother! – Karamatsu tratando de ser amable por el logro de su hermano menor. – Es increíble que en este mundo también existan las “Choromatsu Girls”. – No puede ser más doloroso. – I’m happy for your lucky, brother!  

 

- Por favor, detente. Haces que los pelos de mi trasero ardan. – Sí, demasiado dolor para un solo momento.

 

- ¡¡BIEN POR TI, CHOROMATSU-NIISAN!! – Esa animosa felicitación fue dada por el hiperactivo Jyushimatsu. - ¡¡CHOROMATSU-NII-SAN TENDRÁ SECROSS!!

 

- Jyushimatsu, estás tomando conclusiones apresuradas. – Conclusiones que él mismo estaba tomando de camino a casa, hasta se despedía de su virginidad.

 

- Yo tampoco puedo creer que Choromatsu-nii-san haya logrado conseguir el número de una chica, después de todo, nosotros somos unos ninis buenos para nada. Somos escoria. – Pareciera que si Ichimatsu no es feliz, nadie lo es, a veces, sus palabras deprimen.

 

- Ichimatsu, no seas así. – Ya no quería seguir escuchando a sus hermanos, sus comentarios eran demasiado para él, especialmente por ser tan estúpidos, incoherentes y algunos (Todomatsu) crueles. – Ah… - Choromatsu sintió algo en su pecho, como un pequeño latido más fuerte que el común, fue debido al recordar a Nyaa-chan junto con aquel rubio. – Oigan chicos…

 

- ¿Sucede algo, brother?

 

- Nosotros… ¿Siempre hemos sido cinco hermanos?

 

- ¿A qué viene esa pregunta tan rara, Choromatsu-nii-san? – Todomatsu soltó su celular y miró detenidamente a su hermano. – Por supuesto que siempre hemos sido cinco, nosotros nacimos como quintillizos, todos lo saben.

 

- ¿Estás seguro de eso, Todomatsu? – Esa respuesta no era suficiente, después de todo, el sentimiento de “vacío” por ser quintillizos persiste en todos, aunque lo ignoren, está presente en todo momento. - ¿Dónde están los álbumes familiares?

 

- La última vez que vi a mamá leyéndolos, los guardo en el ático. – Como Ichimatsu suele quedarse en casa para esperar a gatos visitantes, a veces Matsuyo le hace compañía.

 

- Jyushimatsu, ve a buscarlos. – Ordenó el “segundo” al “cuarto” hermano.

 

- ¡SI!

 

Corriendo a toda velocidad, el chico de suéter amarillo pegó un salto para llegar al ático, rompiendo parte del techo, pero volviendo rápidamente para hacer entrega a sus hermanos de los álbumes encontrados, todos en una caja.

 

Los quintillizos se dispusieron a buscar álbum tras álbum, revisando minuciosamente fotografía tras fotografía, evitando en lo posible pasar por alto una página, foto o álbum. Así es, todos cooperaban, porque de algún modo, Choromatsu había tocado el tema que nadie quería aceptar, el hecho de sentirse “solos” al escuchar o decir que son “quintillizos”. Ese vacío que fue creciendo con el paso del tiempo, al fin rebasó su límite y obligó a los Matsuno a buscar la razón de sus inquietudes frente a ese extraño pesar en sus corazones.

 

- Brothers, he descubierto algo. – Karamatsu fue el primero en percatarse. – Todas estas fotos y álbumes… Son de los once años en adelante… ¿Dónde están las fotos de anteriores a esos años?

 

- ¡Karamatsu-nii-san tiene razón! – El más pequeño de los hermanos también se dio cuenta. – No hay nada sobre nosotros antes de los once años. ¿Qué significa esto?

 

- Jyushimatsu, ¿Sólo hallaste estos? – Ichimatsu se dirigió a su hermano menor.

 

- Sí, es la única caja que decía “Fotos familiares”. – Respondió cubriéndose la boca y tratando de hacer memoria.

 

Las piezas del rompecabezas se unían lentamente, pero se acercaban las unas a las otras muy despacio aún. La razón de sus memorias fallando debe significar que ellos mismos tratan de pasar por alto todo este dilema que, al mismo tiempo, tratan de resolver sin mucho éxito. ¿Por qué no pueden recordar? ¿Es acaso un recuerdo reprimido?

 

- Jyushimatsu, Ichimatsu – Choromatsu no quería continuar sintiendo el resquemor del pasado y tampoco sus hermanos, por ello, ha decidido ubicar de dónde viene todo esta incógnita sobre “El sexto hermano”. – Vayan donde Dekapan y pregúntenle si por un casual posee una máquina o artilugio que nos ayude.

 

- Vamos, Jyushimatsu.

 

- ¡SÍ!

 

Ambos bajaron las escaleras y salieron de la casa, rumbo al laboratorio del hombre que sólo usa pantalones.

 

- Karamatsu, Todomatsu, quédense en casa a esperar a mamá y papá. –Choromatsu miró el reloj de la pared. – Son las seis en punto. Papá dijo que volverían a las siete. Necesitamos saber el lugar donde se encuentran las fotografías más antiguas.

 

- ¿Qué harás tú, Choromatsu? – La voz del mayor se notaba preocupada.

 

“Soy alguien que nunca debiste conocer”

 

- Debo encontrarlo… - Susurró.

 

- ¿Qué?

 

- ¿Ah? No, no es nada. – Desvió la mirada. – Yo debo buscar a una persona que quizás nos pueda sacar de toda duda.

 

- Bien. Nos aferraremos a tu plan, Choromatsu, pero ten cuidado. – Como el hermano mayor actual, su primera prioridad es velar por la seguridad de los demás.

 

Antes de salir de casa, Choromatsu anotó el número de Nyaa-chan en una libreta y se cambió de ropa. Prefiere usar su suéter verde a la camisa a cuadros, debe de ser porque vio al chico rubio llevando un atuendo similar en negro, llevando casualmente el logo de un trébol rojo en el centro, exactamente el logo que usan los quintillizos.

 

- ¡Volveré pronto! – Y corrió escaleras abajo para salir en busca de ese rubio.

 

- Ten cuidado. – Dijeron los dos que quedaron en casa.

 

Entre más se alejaba de su hogar, más cuenta se daba de lo mal planeado que estaba su plan, en el sentido de buscar a alguien que sólo ha visto una vez en su vida, además de ser una persona que sólo pudo ver durante unos instantes y otra cosa importante a recalcar, fue un chico que al conocerlo, le dio un puñetazo junto a una amenaza; se notaba lo fugaz de esa idea al encontrar todos los fallos que tenía.

 

- ¿Dónde lo voy a encontrar?

 

Sin darse cuenta, Choromatsu llegó a un lugar asazmente concurrido. Era complicado moverse entre tantas personas, eso le pasó por no ir prestando atención en su entorno, poniendo por delante sus pensamientos sobre un desconocido.

 

- Debo salir de aquí.

 

Tratando de escapar de la multitud, el chico se percató de un rostro conocido a la distancia, pero no era el rubio que tanto buscaba, al contrario, era un hombre adulto quien se veía a la distancia. ¿De dónde lo conoce Choromatsu? ¿Será prudente acercarse a él? En todo caso, el gentío empujaba al de verde más y más en la dirección de ese hombre, que al verlo mejor, se veía molesto e irritado; como si el primero que se le cruzara y le mirara a los ojos fuese a recibir toda su furia.

 

- ¿Debería preguntarle?

 

Antes de acercarse más a ese extraño, alguien jaló de la manga de Choromatsu, llevándolo a un callejón muy bien escondido. Era el rubio que conoció en el concierto de Nyaa-chan, quien justo ahora le acorralaba contra la pared, tapándole la boca y esperando a que ese hombre pasara de largo entre la muchedumbre, esperando no los detectara.

 

- Maldición. – El rubio vio pasar al hombre enojado y bajo la mano que tenía sobre la boca del de suéter verde. – No mandes a la mierda más de una década de esfuerzo, idiota. – Vio que la expresión del chico era de sorpresa, quizás porque acaba de ser emboscado por alguien que le golpeó. – Lo siento por el suceso del concierto.

 

- No… - Quiere hacerles tantas preguntas, que ni si quiera sabe con qué comenzar. – En el concierto… Me dijiste que eras alguien que nunca debí conocer, pero qui- No. Necesito saber quién eres.

 

- ¿Por qué? – Si revelaba su identidad, sería lo mismo que condenar a sus hermanitos que tanto tiempo ha protegido en silencio. - ¿Por qué “necesitar”? Yo no soy más que un extraño con el cual te topaste en un concierto de una idol casual. No estamos unidos por el destino. Los planetas no se alinearon para nuestro encuentro. No hubo ninguna fuerza mágica o poderosa que decidiera nuestra unión, por tanto, no “necesitas” nada de mí.

 

- Es cierto, tienes razón, sin embargo… ¡No me importa que nuestro encuentro sólo haya sido una casualidad! ¡Tú eres la razón por la cual mis hermanos y yo estamos buscando nuestro pasado!

 

- ¿Nues- Su pasado? ¿Qué demonios tengo que ver yo con ustedes? – Por favor, sólo deja indagar en el pasado… No me recuerden, bórrenme de sus vidas.

 

- ¡No lo sé! ¡Pero por una u otra razón tú me haces sentir como que algo nos falta a mí y a mis hermanos! – Se le notaba decidido. - Llevamos muchos años sintiendo ese sentimiento de soledad, un vacío en la familia, algo que nos falta continuamente. El día de hoy te conocí y apenas llegué a casa ese “vacío” regresó a mí cuando te recordé. Mis hermanos también lo sintieron cuando lo comenté.

 

- No tengo nada que ver contigo y ustedes no tienen nada que ver conmigo. Aléjate de mí o lo lamentarás. – Esa no fue una amenaza, fue una advertencia.

 

Dando la media vuelta con la intención de desaparecer entre las personas, el rubio no tenía deseos de continuar manteniendo la conversación con Choromatsu, prefería no revelarle nada y que así siguieran con sus tranquilas vidas… Tranquilas y vacías vidas por su propia ausencia.

 

- ¡Espera! – Lo agarró de la muñeca, sosteniéndolo con ambas manos. - ¡No dejaré que te vayas! ¡Dime tu nombre!

 

- ¿Estás consciente de que puedo partirte la cara de un puñetazo si no me sueltas, cierto? Después de todo, mi habilidad física y fuerza han de sobrepasar por mucho a la tuya. – No quiero involucrarlos de nuevo, por favor, ya déjame.

 

- Estoy consciente de ello. Me lo dejaste claro hace rato cuando te presentaste, no obstante, tengo la necesidad de saber tu nombre. – Cerró los ojos, como preparado para recibir un puñetazo en la cara que le costaría unos dos o tres dientes, o hasta una nariz rota. – Dime tu nombre por favor.

 

- Tu perseverancia me molesta.

 

Osomatsu hizo un movimiento brusco con su brazo, logrando zafarse del agarre de Choromatsu y también hizo que el chico cayera debido a la fuerza empleada, dejándolo en el suelo, mirando hacia arriba a aquel que lo tiró al piso, pero eso no lo haría darse por vencido; tomó de las piernas a Osomatsu, dejarle ir no era una opción. Quería la respuesta a su pregunta.

 

- ¡Dime tu nombre!

 

- ¡Me rehúso a decírtelo! – Osomatsu se negaba a usar violencia directa, la razón principal era su arrepentimiento por haber golpeado a Choromatsu en el concierto. Después de todo, sigue siendo su hermano menor. Su deber es protegerlo, no herirlo. Así que lo mejor era forcejear, tratando de no dañar a quien lo tenía sujetado. - ¡Déjame de una vez!

 

- ¡Puedes golpearme, patearme y hasta lanzarme cosas! ¡Pero no te dejaré ir hasta que me digas tu nombre!

 

- ¿¡Qué ganarás con eso!?

 

- ¡¡Dejar de sentirme vacío!!

 

Al escuchar eso, Osomatsu dejó de forcejear en seco, miró abajo, notando a su hermano un poco sucio debido a la resistencia que opuso mientras se arrastraba por el suelo entre medio de la disputa. Suspiró un poco al discernir que Choromatsu no le dejaría en paz hasta responderle, mas no podía confesar su pasado, si lo hacía, menoscabaría la actual vida pacífica de su familia, a quienes ha cuidado con arduo sacrificio tanto tiempo. Cierto, es una situación que sólo a él lo deja mal parado, especialmente por no poder tener contacto con su familia, no poder regresar con ellos es doloroso, que lo olviden es lo mejor que desea para ellos, no obstante, comprende que muy en el fondo, quiere volver a sonreír una vez más en compañía de aquellos que ama y anhela. Quiere volver a sentir esa calidez familiar arrebatada por Tougo, acurrucarse en la cama, sintiendo la respiración de todos sus hermanos durmiendo, pelear por la comida a la hora del desayuno, almuerzo y cena.

 

- Yo también. – El rubio se sentó en el suelo, apoyó su espalda contra la pared y esperó a que Choromatsu le soltase para estirar las piernas. – Ese agujero persiste en nuestros corazones: A veces no nos deja dormir, otras veces nos impide comer. Ese espacio sin nada nos obstaculiza, convirtiéndonos en personas vacías, cuerpos andantes sin motivaciones. – Está delirando otra vez, este tipo de monólogos largos también son partes de sus desvaríos. Olvida que Choromatsu lo escucha. – Simples muñecos caminantes por la vida, los cuales no sienten nada, no necesitan nada y no aportan nada a la sociedad. A veces esos muñecos terminan siendo controlados por otros. Ocasionalmente tenemos el infortunio de servir a aquellos tiranos que nos lastiman y se aprovechan de nosotros, convirtiéndonos en herramientas fácilmente reemplazables o juguetes humanos. – Se remangó el brazo derecho, mostrándole a su hermanito todas las heridas que poseía sólo en esa extremidad: Moretones, cortes,  quemaduras de cigarrillo, algunas heridas eran claramente hechas con cuchillos, pero otras parecían hechas con otro tipo de objetos. – No soy más que un mero objeto, una marioneta, alguien que en cualquier momento puede morir y nadie me recordará… Mucho menos mi familia.

 

Choromatsu trató de hallar las palabras adecuadas para esta situación, pero parecía inútil. Una mentalidad como esa se formó por culpa del sufrimiento, unas meras palabras de aliento no servirían de nada, sólo resbalarían o serían sencillamente puestas en duda con algún otro monólogo deprimente… Si las palabras no pueden hacer nada en un momento como este, ¿Las acciones podrán tocarlo?

 

Sin pensarlo mucho, Choromatsu se abalanzó sobre el rubio y le dio un abrazo, ya no interesa que sea un desconocido, no importa que sólo le haya conocido un par de minutos, no es trascendental el golpe que le dio en el concierto de Nyaa-chan. Ahora mismo, Choromatsu sólo puede pensar en tratar de levantar el ánimo de ese rubio cuya familia no lo recuerda.

 

Osomatsu abrió sus ojos, atónito. ¿Cuándo fue la última vez que recibió una muestra de cariño? ¿Un abrazo? ¿Una caricia? Tougo es un hombre frío, de él exclusivamente recibe odio, golpes y dolor. Pensar que bastó un único abrazo para sanar parte de sus heridas psicológicas, le hace creer que todavía hay esperanzas para él.

 

Le devolvió el abrazo, apretándolo ligeramente, quería quedarse así para siempre, sintiendo el calor de su hermano menor, a quien por fin pudo demostrarle una muestra de amor, siendo que no supo nada de él en años.

 

- Quédate así conmigo un rato, Choromatsu. – Independiente le haya dicho su nombre o no, el chico no respondió y continuó abrazado al rubio.

Fin del Capítulo 2

 

 

 

Notas finales:

Bien, espero les haya gustado. 

 

Creánme, es muy fácil pensar que Osomatsu está fuera de personaje, pero hay que tener en cuenta el AU donde Tougo se lo lleva y cómo se siente en los capítulos 2 y 24 de la serie original cuando es dejado de lado por sus hermanos. Básicamente, estoy esforzándome por recrear un Osomatsu fielmente adaptado a un universo donde es separado por sus hermanos. No es tarea fácil, sigue siendo Osomatsu, le he puesto su típica personalidad, pero en serio, es difícil y no hay mucha info oficial de cómo podría ser un posible Osomatsu separado de su familia.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).