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Estoy de vuelta por Iazumayaoi12

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Notas del capitulo:

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene violencia. (Mal narrada, pero sigue siendo violencia :v)

Han pasado dos días desde el concierto realizado por Nyaa-chan. Su mánager le ha dado unas vacaciones inesperadas que ella aceptó sin hacer preguntas, porque sabía que un tercero había metido mano en sus horarios y por ello no tendría conciertos u eventos hasta dentro de dos semanas. El mánager también estaba desconcertado, pero después de hablar con Nyaa-chan, permitió esas vacaciones, además de que pudo notar su estrés por los acontecimientos que ella misma le comentó.

 

Lo que Nyaa-chan hará en su primer día libre, será llamar al número que Osomatsu dejó sobre el mueble. Después de todo, no tenía nada mejor que hacer y salir a vacacionar fuera de la ciudad no es muy divertido para ella, prefiere quedarse en su casa disfrutando de la tranquilidad, pero a veces eso aburre cuando se hace todos los días.

 

- Esto no es tan malo. – Dijo mientras marcaba el número. – Sólo será un trabajo. – Está dándose un poco de confianza. – Tougo-san no puede dañarme. – Los pitidos al otro lado del teléfono se sentían como una tortura para Nyaa-chan, sin embargo, seguía atenta al sonido. – Temerle no es una opción, él ya no pue-

 

- Así que finalmente llamaste, Nao-chan.

 

Esa no era la joven de Osomatsu, esa era la voz que torturó a Nyaa-chan durante años. Una voz fría y profunda, capaz de estremecer todo el cuerpo de la chica al teléfono, dejándola casi congelada, sin poder continuar hablando. El miedo la tenía controlada, Tougo tenía completo sobre la muchacha, siendo que sólo hablaban por teléfono.

 

- ¿Tougo-san? – Tougo percibió temor en la voz de Nyaa-chan. Planeó aprovecharse de ello.

 

- Ha pasado mucho tiempo, Nao-chan. ¿Te va bien en tu trabajo? ¿Cómo se hacen llamar? I- … ¿Son como zorras que no se tocan, verdad? – Sólo lo hace para incomodarla.

 

- Po-por supuesto que no… - No es capaz de levantar la voz, mas eso no le impide defenderse. – Las idols podemos cumplir distintos roles, en mi caso, canto y bailo en stages. 

 

- Tengo entendido que tampoco pueden tener novio, ¿De verdad no son zorras caras?

 

Nao se mantuvo en calma, lo último que deseaba era discutir con un hombre como Tougo. Preferible es cambiar el tema a estar alturas de su broma.

 

- Si sólo me contactó para molestarme, entonces cortaré. – Y ella fue quien llamó primero.

 

- Está bien, está bien. No tienes por qué molestarte tanto. – Las bromas terminaron, junto con el “buen” Tougo. – Escúchame: Detrás de la tarjeta que Osomatsu te dio hay una dirección. Ve hacia allá sin que alguien te siga. ¿De acuerdo?

 

- Pri-primero quiero hablar con Osomatsu.

 

- ¡Ja! – Lanzó una carcajada. – No confías en mí, bueno, veremos cómo puede hablarte un medio muerto. Aquí tienes, Osomatsu.

 

“Medio-muerto”, Nyaa-chan se imaginó lo peor, especialmente debido al silencio del otro lado de la llamada. Escuchando un ligero suspiro, seguido de un tartamudeo y finalmente un débil “Nao-chan”, la chica cortó el teléfono, dirigiéndose rápido a la dirección marcada en la tarjeta.

 

A pesar de estar asustada, temía por la vida de uno de sus primeros amigos, Nyaa-chan y Osomatsu se conocen desde los doce años. Ellos tienen una larga historia juntos.

 

Cuando Osomatsu tenía diez años, su vida comenzó desde cero con Tougo. Siendo alejado de su familia y amigos, despreciando a quien se volvió su tutor legal de una forma horrible, soportando palizas, golpes, patadas y mucha violencia tanto física como psicológica. Se podría decir que durante el tiempo que Nao-chan llegó a vivir con ellos, se volvió su salvavidas, su ángel, su amiga.

 

Ambos se conocieron a los doce años. En aquel entonces, Nao-chan vivía una vida agridulce junto a su madre, quien se había separado hace no mucho de su padre, pero eso no le era impedimento para ser feliz junto a ella. La madre y la hija se sentían bien la una con la otra. Aunque a veces el dinero escaseara o no tener para darse lujos, no evitaba que sus días fueran divertidos, tranquilos y alegres… Hasta el día en el que llegó Tougo.

 

Un día cualquiera, Tougo llegó a la puerta de la casa de Nao. La madre de esta le recibió humildemente en su casa, sin conocer las consecuencias que eso tendría. El hombre entró a la casa, mirando cada pequeño detalle del lugar. Contó una triste y falsa historia de cómo perdió a su hijo, fingiendo que lo había estado buscando durante semanas, finalizando sus engañosas palabras con un “Hace poco vieron a mi hijo rondando por este trecho de la ciudad.

 

- Lamento mucho lo de su hijo, Tougo-san. – Inocentemente, cayó en la treta. – Si algo le pasase a mi hija, yo… No podría seguir adelante.

 

- Gracias por entender. – Tougo sonrío a la dama. – Disculpe el haberle quitado tanto tiempo. – Nyaa-chan estuvo escuchando la conversación desde un rincón. – Su hija parece tener la edad de mi pequeño. En una de esas habrá jugado con él en un parque cercano.

 

- Posiblemente, pero Nao es mala para recordar rostros. – La madre río por su propio comentario.

 

- ¡Mamá! – Y la pequeña se sintió mínimamente ofendida.

 

- Oh, lo siento, Nao. – Ella se volteó a ver a su hija.

 

El rostro de su madre la apaciguó.

 

- No… No importa.

 

- Volviendo al tema de su hijo. – Dijo la señora regresando con Tougo. – Si llego a verlo le avisaré cuanto antes. ¿Qué le parece?

 

- ¡Se lo agradecería mucho! – Alzó su teatro de padre feliz y se retiró con suma dicha de esa casa.

 

Ambas mujeres volvieron a quedarse solas en casa. Nao salió de su rincón para ir a abrazar a su madre, lo hizo con la intención calmarse, ya que, ese extraño hombre le daba muy mala espina. Algo en ella le decía que ese tal “Tougo” es un tipo de persona peligrosa de esas que se deben evitar por sobre todas las cosas. Si Nao tuviese que comparar lo que notó en Tougo, sería con su propio padre, él despedía peligro por todo su cuerpo. Sobre todo maldad y sed de sangre.

 

- Mamá.

 

- ¿Qué sucede, Nao? – Ella le devolvió el abrazo.

 

- Si encontramos al niño. No llames a ese hombre.

 

- ¿Qué? – La mujer mayor se sorprendió. – Nao, ese hombre sólo quiere hallar a su hijo. ¿Sabes que yo haría lo mismo por ti, no? – Acariciando su cabeza mientras aún la abrazaba con un brazo, la madre de Nyaa-chan continuó hablando. – Si te perdiera, no me quedaría nada. Tú eres lo más importante para mí. – Le dio un beso en la frente. – Te amo tanto que pondría tu vida por encima de la mía sin dudarlo. Eres mi hija, Nao. Nunca lo olvides.

 

El resto del día fue normal. La noche cayó, las luces de la casa se apagaron y en una habitación de la casa, Nao y su madre dormían juntas en la misma habitación, sus futones estaban cerca el uno del otro, porque Nao es propensa a tener pesadillas, así que los latidos de su madre suelen tranquilizarla. Cuando Nao abraza a su madre y posa su cabeza sobre su pecho, puede escuchar los latidos que la hacen recuperar el sueño, haciéndola dormir más sosegada.

 

Alrededor de las dos de la madrugada, la madre de Nao escuchó el timbre, cosa extraña, o sea, son las dos de la mañana, ¿Quién iría a verlas a tales horas de la noche? A pesar de sus dudas, la mujer se levantó, despertando por accidente a su hija, quien de todas maneras la acompañó hasta la entrada principal de la casa.

 

- Mamá… - Dijo la pequeña asustada.

 

- No te preocupes. – Su madre intentó tranquilizarla.

 

Abriendo de a poco la puerta, la silueta que la luz de la casa proyectaba hacia afuera tomó la forma de un niño. La mujer se pasmó al ver que un indefenso pequeño era el causante del sonido del timbre. No lo pensó mucho y dejó entrar al niño. Lo llevó a la cocina para prepararle algo caliente, además de las preguntas que le haría.

 

- ¿Cómo un nene como tú está hasta tan tarde en la calle? ¿Y tus padres?

 

El niño no respondía.

 

- Vamos, no seas tímido. – Gracias a la luz más intensa de la cocina, la mujer pegó un grito de sorpresa. - ¡Ah! ¡Eres tú! – Dijo aún atónita. - ¡El hijo de ese hombre! ¡Oh! ¡Que coincidencia! – Acarició su cabello. – Tu papá anduvo buscándote por este sector, hasta me dijo que visitó cada casa del vecindario para ubicarte. Me dejo su número por si tenía noticias sobre ti. Iré a llamarlo. – Cuando la madre salió de la cocina, Nao aprovechó para entrar.

 

Sus ojos se posaron directamente en el niño frente a ella, en cambio, él no alzaba la mirada, sólo se mantenía con la cabeza gacha. Esto impaciento a la pequeña Nao, ella no quería que ese hombre volviese a casa. Se acercó al chico y lo tomó por los hombros para zarandearlo, quería respuestas.

 

- ¿¡Por qué no hablas!? ¡Habla! – Su desesperado deseo de saber las razones de su extravío la llevaron a comportarse de una manera poco apropiada para una niña. - ¡Contéstame! ¡Si ese hombre es tu papá, vete con él! ¡No tiene que venir! – Él no le respondía. - ¡Ya! ¡Di algo! – Ella detuvo su agresión injustificada. - ¿No vas a decir nada? – Un empujón que hizo caer al chico fue lo último que hizo. - ¡DI ALGO!

 

El estruendo de la cocina hizo que la señora del hogar regresara, igual ya había terminado la llamada. Obviamente se molestó cuando vio al muchacho en el piso, estuvo todo el rato escuchando los berrinches de Nao, algo que no toleraría.

 

- ¡Eso no se hace, Nao! – Alzó su mano para propinarle una bofetada. - ¡Largo de aquí! ¡Ve a la habitación y reflexiona lo que haz hecho!

 

Sin disponerse a llorar frente a su madre y el niño, Nao se fue corriendo a la habitación, subiendo las escaleras. Llegó a la pieza para encerrarse ahí dentro, así podría lloriquear todo lo que quisiera, su madre no la escucharía y ese extraño chico tampoco. La pequeña prefirió la soledad, el hecho de que su madre esté ayudando al niño la hace sentirse desplazada.

 

- Mamá… Hic… Mamá. – Llamaba a su progenitora entre sollozos. – Todo es culpa de ellos… Hic… - Refiriéndose a Tougo y su supuesto hijo. – Mamá…

 

Unos minutos más tarde, el agotamiento de su incesante llanto hizo dormir a Nao. En su profundo sueño, Nao encentó una horrible pesadilla, la cual la ponía cada vez de lo que ya estaba. Su pesadilla era sobre una sobra oscura que tenía un cuchillo, ella estaba en el rincón donde escuchó a su madre hablar con Tougo horas atrás. No podía distinguir aquella sombra, pero percibía que era una persona recientemente vista, sí, esa era la sombra de Tougo.

 

Aterrada, trataba de salir de su rincón, no obstante, una fuerza se lo impedía, así que sólo pudo ver el cuchillo apuñalando una vez, y otra vez, e innumerables a su madre.

 

- ¡¡MAMÁ!! – Nao se despertó horrorizada, salió de su cuarto pensando que su madre estaría en peligro, sin embargo, ella había logrado entablar una conversación con Osomatsu.

 

- ¿Nao? – Fue hacia ella. - ¿Estás bien, dulzura? Te ves agitada. ¿Pesadillas otra vez? – Nao asintió. – Ven aquí, cariño. – La niña posó su cabeza sobre el pecho de su madre, sintiendo los latidos de su corazón. – Ya pasó. – Ella le sobaba gentilmente su mejilla. – Nao-chan, discúlpame haberte tratado mal.

 

- No. Yo me tengo que disculpa con él. – Apuntó al chico que yacía sentado en la silla cercana a la mesa.

 

- ¿Vas a pedirle disculpas?

 

- Sí.

 

Respiró profundo para llenarse de valor, pedirle disculpas a un extraño es difícil, sobre todo si comenzaste a agredirle por nada en particular.

 

- Amh…

 

- Su nombre es Osomatsu. – Expresó la mujer.

 

- Osomatsu-kun, yo… Ah… - Cerró sus ojos. - ¡Di-disculpa por haberte empujado! – Se tapó el rostro con su largo cabello color ocre. - ¡E-eso!

 

Él se bajó de la silla y caminó en dirección a la chica que cubría su cara. Posó su mano sobre su cabeza, la acarició un poco para que esta le tuviera un poco más de seguridad.

 

- Descuida, Nao-chan. – Se alegró mucho por sus disculpas. – Yo también tengo la culpa. No te respondí cuando te veías tan asustada.

 

- ¿¡A-asustada!? ¡No!

 

Se veían bien juntos. Parecían verse como buenos amigos, unos niños tiernos intercambiando diálogo siempre será tierno de ver para una madre. Hablando de madres, la de Nao-chan contemplaba a los pequeños, no podía dejar de hacerlo, después de todo, su hija no suele llevar muchos amigos a casa.

 

- Lindo hubiese que se conocieran en un parque, porque a estas horas de la noche no podrán disfrutar mucho. – Se aproximó a los menores. – Tu papá llegará pronto, Osomatsu.

 

La felicidad del chico se fue a pique. Su expresión cambió a una de sumo pánico, tanto así que tomó fuertemente la mano de la nena a su lado. Temía lo peor, conocía a la perfección los planes que su supuesto padre tenía en mente. Osomatsu sentía el deber de proteger a la madre y su hija, no permitiría que Tougo destrozara otra familia.

 

- ¡Escapen! ¡Váyanse de aquí! – Exclamó Osomatsu. - ¡Ese hombre no debe pisar esta casa otra vez!

 

- ¿Osomatsu-kun? – El miedo del chico también absorbió a la muchacha. – Lo sabía… ¡Un hombre malo! ¡Tougo-san es un hombre malo!

 

- Osomatsu, no deberías decir eso de tu padre. Nao-chan, no lo estimules.

 

- ¡Se equivoca! ¡Él no es mi-!

 

Siendo interrumpido por el sonido del timbre, la mujer dedujo que el padre de Osomatsu había llegado con la intención de recuperar a su hijo. Salió de la cocina y fue a la puerta, la abrió muy confiada, por supuesto, el buen Tougo sólo anhelaba volver junto a su pequeño. No hay ningún tipo de mala intención en alguien así.

 

- ¡Mamá! ¡No!

 

- Bienvenido, Tou- ¿Ah?

 

Un arma filosa atravesó fácilmente su abdomen, Tougo-san conoce mucho del cuerpo humano, así que poco le costó penetrar el lugar donde se hallaba el hígado. Lo último que la mujer vio fue el rostro sonriente de Tougo retirando el cuchillo de su ya herido cuerpo. Él la dejaría ahí desangrándose y la mujer, inundada por el pánico, no podía articular si quiera un alarido.

 

- ¡Nao…! - Soltó la inmóvil mujer que yacía en el suelo. – ¡Corre, Nao…!

 

- ¿Todavía estás hablando? – El hombre le pisó la mano, rompiéndole un par de dedos. - ¿Quieres salvar a tu pequeña? ¡Hilarante! – Examinando a la desamparada, localizó el próximo lugar donde la heriría. – Bien, eso bastará.

 

Usando el cuchillo con gran habilidad, Tougo introdujo el arma directamente en el muslo de la mujer, cortando la vena femoral, de esta forma ella terminaría por desangrarse.

 

- Le falta algo. – Tougo no parecía satisfecho. – Quizás otro corte por aquí.

 

El filo del cuchillo nuevamente se adentró en el cuerpo de esa señora, quien ya no parecía sentir dolor alguno, ya no parecía seguir consciente. Eso hacía más divertido y sencillo el trabajo, un estorbo menos en el camino.

 

- La que sigue es…

 

- ¡Nao-chan! ¡Ven! – Osomatsu, aún sin solar la mano de la pequeña, la llevó al segundo piso, ahí se encerrarían en el cuarto. – Nunca creí… Que fuera a hacer eso.

 

- ¿“Hacer eso”? ¿Acaso sabías sobre esto? ¿¡Estabas ayudándolo!?

 

- ¡No!

 

- ¡Estás mintiendo! ¡¡Estás mintiendo!!

 

La pesadilla de Nao se hizo realidad: Perdió a su madre de la misma forma en la cual la soñó, siendo apuñalada por un hombre malo, Tougo. Sus razones para seguir adelante se extinguieron, ahora estaba sola en el mundo, no le queda nada. Esperar que Osomatsu también acabe con ella es una opción viable.

 

- Llévame donde mamá… - El pesar de Nao se sentía en su tono de voz. – Osomatsu… - Sus ojos, inundados en lágrimas. Su mirada, rogante.

 

- ¡No! ¡No! ¡No! – ¿Cuántas vidas destruiría? - ¡La ventana! ¡Sal por la ventana!

 

- Es un segundo piso. – Habló desde el rincón al cual se fue a instalar para esperar el mismo destino de su madre. – Si tú no me vas a matar, él lo hará.

 

- ¡No permitiré que te haga daño! – Exclamó mientras abría la ventana. – ¡Debes ir a la policía! ¡Le diré que no pude detenerte!

 

- Ni que valiese la pena…

 

- ¡NAO!

 

- ¿Me perdí de algo? – No por nada Tougo es un ladrón, si es capaz de abrir cerraduras, nada le cuesta echar abajo un miserable seguro. - ¿Oh? ¿Tratando de ayudar a una nenita de luto? Eso es tan tierno por tu parte, Osomatsu. ¿Debería de “premiarte” luego de tu increíble hazaña incompleta?

 

Osomatsu, siendo sólo uno niño, no tendría ninguna oportunidad contra un hombre mayor portador de un arma blanca, sin embargo; harto ya de todas sus atrocidades, esta sería la primera vez que Osomatsu confrontaría a Tougo. El primero de muchos futuros conflictos, fueron creados gracias a la voluntad de Osomatsu por proteger a Nyaa-chan.

 

Colocándose delante de la muchacha, Osomatsu desafío a su tutor. Consciente de su debilidad y de sus carencias, la paliza que recibiría será horrible, dolorosa, pero lo vale si es por salvarla.

 

- Sobre mi cadáver… ¡TENDRÁS QUE PASAR POR SOBRE MI CADÁVER SI QUIERES TOCARLE UN PELO A NAO-CHAN!

 

- Por mí no hay problema, mocoso insolente.

 

Nao-chan no salió de la protección de su rincón, no obstante, presenciar un acto de suma violencia contra un menor le revolvía el estómago. Más que el trauma que sufrió al ver a su madre ser apuñalada, Nao se veía reflejada en el propio Osomatsu, quien recibía golpes, patadas y hasta cortes. Tougo no tenía compasión, es un hombre de sangre fría. Sobra decir que los cortes los hacía en lugares fáciles de ocultar. La chica lo soportó, aunque algo la obligaba a levantarse, gritándole: “Ayúdalo”. Su debilidad y miedo la tenían petrificada, ni si quiera esa voz en su cabeza dándole ánimo la influía. Todos sus esfuerzos serían en vano. Ser espectadora es todo lo que puede hacer.

 

El cuchillo de Tougo era un pincel que dibujaba tajo a tajo heridas al cuerpo de Osomatsu. No fue hasta que el mayor, aburrido ya de perder el tiempo, dejó al moribundo chico tirado para terminar el trabajo: Matar a Nao.

 

- Muy bien, pequeña. Se terminaron los juegos. – El cuchillo aún tenía la sangre de las víctimas anteriores, más de la madre de Nao. - ¿Unas últimas palabras, señorita? – ¿Acaso nada detendría a Tougo? – Lástima saber que una pequeña tan linda como tú morirá virgen. ¿No te gustaría cambiar eso? – Una broma macabra para la ocasión.

 

- Alguien… Quien sea… Mamá… - Nao rogaba.

 

Tougo sintió un apretón en su tobillo, una pequeña mano todavía le impide ejecutar a la menor. Osomatsu, a pesar de la gravedad de sus heridas, no se rendía. Su exhausto estado no retendría a ese asesino, pero tampoco eran razones para rendirse.

 

- Yo protegeré a Nao-chan. – Probablemente esté al borde de desmayarse. – Reona-san, me dio esa misión.

 

- ¿Reona? ¿Era el nombre de esa patética mujer?

 

- ¡Ella no es patética! – Se abalanzó sobre Tougo queriendo propinarle una golpiza, pero claro, la diferencia de fuerzas quedó clara cuando este sólo necesito una mano para alzarla del brazo. - ¡Ah! ¡Duele! – Nao forcejeaba. - ¡Suéltame!

 

- Te has puesto enérgica. – La azotó contra el suelo. – Dame una buena razón para dejarte con vida. Si es que la tienes.

 

- ¡La tengo! – Ella no pararía de luchar. - ¡Algún día acabaré contigo!

 

Tougo no pudo aguantar sus carcajadas, Osomatsu le dijo eso unos pocos meses después de haber sido secuestrado.

 

- ¡Jajaja! ¡Nunca podrás vencerme! – El hombre se apartó. – Jamás cumplirás ese deseo, pero puedes unirte a nosotros. Tendrás comida, un techo donde dormir y un trabajo de tiempo completo.

 

- Si acepto… ¿Me dejarás llevar a Osomatsu a un hospital?

 

- Claro, mientras no revelen nada de lo que pasó aquí, yo los dejaré vivir a ambos. Hasta entonces… – Él le hizo un corte menor en el brazo. – Sus vidas me pertenecen.

 

Fin del Capítulo 4

Notas finales:

Quiero que sepan que el capítulo es todo un GRAN HEADCANNON. Prácticamente se escribió sólo, ya que, no hay explicaciones directas de por qué Nyaa-chan es participe de este AU, decidí hacer mi propia versión de su situación. Muy triste e innecesariamente trágica y dolorosa (Para Nyaa-chan x'D)

 

Bueno, eso. Nos leemos otro día ;)


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