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Ojala Algún Día Crea en el Amor por Sieben7

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Notas del capitulo:

Pff! Al fin aqui estoy jeje es que mis obligaciones me abosorben mucho, al menos encuentro tiempo para actualizar, no pienso abandonar la escritura y dejarlos a medias xD no saben como agradezco su apoyo al leerme, es lo maximo para mi.

Ok, les dejo el captulo de hoy, ojala que les guste, esto ya se va acercando al final y no se imaginan como terminara esto :O mucho depende de sus reviews, asi que haganlo, igual todo lo que comenten yo lo respondere con gusto n.n

Vale, a leer, disfruten:

 

 

 

Tom termino de ducharse y se vistió lentamente, como temiendo ver al otro chico nuevamente porque no pretendía volver a derramar sus lagrimas ese día por él. Cuando al fin salió de la habitación del rubio lo vio sentado frente al televisor viendo una película, quería observarlo en silencio pero Bill sintió su presencia y lo llamo.

 

-       ¡Hey Tom! ¿Piensas quedarte parado ahí? Ven acá- exclamo Bill sonriente mirándolo, mas luego reparó en su condición y cambio su expresión- ¿Estás bien? Parece como si hubieras visto un fantasma- comento preocupado.

-       Si, estoy bien- murmuro Tom acercándose y sacudiendo levemente la cabeza- ¿Y luego? ¿Qué más me cuentas? ¿Te ha pasado algo interesante por aquí?- cuestiono tratando de animarse.

-       No, nada relevante que contar, solo el trabajo que me deja agotado. Días como estos los aprovecho para descansar- respondió Bill sereno.

-       Vi… vi una fotografía en tu habitación- insinuó Tom en voz baja y Bill suspiro, sospechó que tal vez el pelinegro por su actitud había leído el reverso de la misma.

-       Laura- expreso el rubio sonriendo de lado- Ella es una gran amiga que hice aquí en Múnich. Lamentablemente acaba de mudarse hace un par de días a Paris- indico serio- Es de esas personas especiales con las que haces “clic” instantáneamente cuando las conoces, ella me ayudo a conseguir este departamento- narro volviendo a alegrarse.

-       Comprendo- susurro el pelinegro sentándose junto a Bill.

-       Nos tomamos esa fotografía en un evento hace un mes, ella me hizo revelarla y la firmo para mí la noche antes de irse. Fue tan apresurado todo lo que vivimos juntos, que ella me propuso tener  una relación al poco tiempo de conocernos pero yo me negué- explico Bill agachando la mirada.

-       ¿Por qué?- indago necesitado Tom.

-       Le dije exactamente: “Eres muy linda, una gran amiga, pero no puedo corresponderte. Me gusta alguien más, alguien que ahora está lejos de mi pero que no pierdo la esperanza de volver a ver”- contesto el rubio mirando fijamente al otro chico.

-       ¿Y quién es ese alguien?

-       Eso no importa ahora. Tengo hambre, conozco un buen restaurante donde podemos ir a cenar. ¿Vamos?

-       Ok. Vamos.

 

Bill condujo llevándolo a un lugar en las orillas de la ciudad. Durante el trayecto el abogado pelinegro ya se sentía un poco mas aliviado y a la vez un poco triste, no quiso replicar más acerca de su charla anterior porque vio al fotógrafo algo incomodo al tocar ese tema, mas tenía que conseguir que el rubio le dijera de quien estaba enamorado. Esa duda rondaba por su mente insistentemente y no pararía hasta saber de quién se trataba.

 

Cenaron y charlaron entre risas, recordando viejos tiempos, ambos lucían tranquilos e intercambiaban miradas cada que podían. Tom dedujo en ese momento que tal vez Bill no estaba enamorado como decía, tal vez solo fue una forma de librarse de la chica, él había aplicado esa misma táctica varias veces, cuando iba a un bar y alguna mujer se le ofrecía constantemente terminaba por deshacerse de ella diciendo que tenia novia y le era fiel; el pensar en eso lo hizo sentirse mejor.

 

Un rato más tarde volvieron al apartamento, estaban algo cansados y decidieron ir a descansar, Tom siguió a su amigo hasta su habitación para que le indicara donde iba a dormir.

 

-       ¿De qué lado quieres dormir?- cuestiono Bill despojándose de su ropa quedándose en bóxer para estar cómodo, Tom se puso nervioso.

-       ¿Va-vamos a dormir juntos? Creí que me enviarías al sofá- cuestiono Tom sonrojado sintiéndose confundido.

-       ¡Cómo crees! Eres mi invitado y tienes que dormir adecuadamente, además ese sofá no es nada grato para dormir. Te recuerdo que ya habíamos dormido juntos antes, somos hombres, y muy buenos amigos- dijo Bill despreocupado mirándolo astuto mientras acomodaba las cobijas sobre la cama.

-       Vale, entonces pido el lado derecho- menciono Tom inquieto, Bill asintió acostándose y cubriéndose con las cobijas dejándole su espacio al pelinegro.

 

Al día siguiente, Tom se despertó sintiendo un calor muy agradable que le impedía abrir los ojos, quiso moverse un poco pero sintió algo de resistencia y entreabrió despacio los ojos curioso, notando que los brazos de Bill lo abrazaban. Primero se paralizo, y luego turbado se removió varias veces tratando de liberarse del agarre del rubio.

 

Escabulléndose ligeramente Tom se levanto de la cama y entro al baño para terminar de quitarse lo adormilado echándose un poco de agua en la cara para lavarla, la verdad no podía negar que se había sentido muy bien amanecer entre los brazos del otro joven, pudo percibir el latido sereno de su corazón, su calor, su respirar pausado, todo eso le provoco un vuelco placentero en el estomago y no pudo evitar suspirar, no había notado eso la ocasión anterior ya que el miedo y la preocupación por los truenos lo distrajo.

 

Salió del baño y le pareció una vista adorable la de Bill durmiendo, sonrió ampliamente mientras volvía a suspirar acercándosele a paso lento como no queriendo molestarlo y, con algo de temor, rozo su mejilla acariciándola. Sentía su piel tan suave al tacto, iluminada por el sol que entraba por la ventana de la recamara dando directo en el rostro del fotógrafo pero este ni se inmutaba, así que no dudo en aproximarse más a él dejando sus rostros a escasos centímetros de distancia, escucho nuevamente su respiración y chocaba contra sus labios un ligero aliento del contrario que lo provocaba. Tom estaba sufriendo, tan cerca y tan lejos de esa dulce boca que con gusto ya había probado, y que tenía gran anhelo de hacerla suya de nuevo.

 

Un leve movimiento del chico rubio lo puso alerta y reacciono alejándose rápidamente, volteo caminando hacia la ventana y contemplo el calmado paisaje matutino de Múnich.

 

-       Buenos días- escucho Tom a sus espaldas.

-       Hola, buenos días- dijo el pelinegro al ver despierto a Bill-¿Qué tal dormiste?- preguntó casual.

-       Muy bien. Me siento muy descansado, ¿y tú qué tal?- inquirió Bill.

-       Excelente. Como hace mucho no dormía, debo decirlo- respondió juicioso Tom.

-       Eso es bueno. ¿Qué te apetece de desayunar? Tú decide, yo siempre me despierto con mucha hambre y como lo que sea- menciono Bill curioso incorporándose un poco y Tom sonrió tímido.

-       No sé, mi cerebro aun duerme, tal vez me de apetito después- expreso cohibido el de cabello azabache.

-       Ok. Entonces me doy una ducha y luego yo preparo el desayuno- indico amable el joven fotógrafo levantándose de la cama.

-       Está bien- susurro Tom volviendo la vista brevemente a la ventana, el otro chico suspiro caminando hacia el baño y entro- Bill- lo llamo antes de que cerrara la puerta- No sabes cómo te extrañe.

 

El rubio escucho atento asintiendo sutilmente y luego sin decir palabra cerró la puerta del baño separándolos, Tom bufo, había pasado tiempo pero él no se rendiría. Aun tenía la esperanza de poder enamorar a Bill algún día.

 

Paso una hora y ambos ya se encontraban desayunando plácidamente y con una amena charla trivial, tal como había dicho, el rubio preparo el desayuno y Tom se sorprendió al ver esa faceta de él, no sabía que cocinaba tan bien. El más joven de los chicos no quería hacerse ilusiones, pero momentos como ese quisiera que se repitieran muchas veces, despertar al lado de Bill, desayunar juntos todos los días, platicar tranquilamente sin que nada mas les preocupara. Se sentía más seguro que nunca de los sentimientos que tenia por el fotógrafo, nunca nadie lo había hecho sentir tan vulnerable, tan sosegado, tan entregado, el amor le había llegado bastante fuerte de manera inesperada.

 

-       ¿Hoy no vas a trabajar o qué?- pregunto extrañado Tom al ver la hora.

-       Si, ya casi me voy, tú no te preocupes. Puedes aprovechar para ir a dar la vuelta y nos vemos en la tarde para ir al partido- propuso Bill alegre.

-       Buena sugerencia. Me llamas cuando salgas del trabajo- dijo el otro joven entusiasta.

-       Ok. Tú pasea a gusto, yo paso por ti después.

-       Vale, esperare tu llamada entonces.

 

Ambos muchachos se observaron un instante sin decir nada, después Tom agacho un poco la mirada nervioso, la forma en que Bill lo veía era muy intensa, tanto que lo intimidaba.

 

Cada uno emprendió su camino, Bill se fue a su trabajo y Tom decidió dar un recorrido por los lugares que conocía de esa ciudad. Ya por la tarde, el pelinegro caminaba parsimonioso por las calles cuando su teléfono empezó a sonar, lo saco de su bolsillo y sonrió respondiendo.

 

-       ¡Geo! ¿Qué pasa?- dijo Tom alegre.

-       ¡Hey hombre! ¿Cómo te va? Que buen ánimo te cargas hoy- expreso su amigo indiscreto.

-       Me la he pasado bien acá- manifestó el abogado aun contento.

-       Se nota. Me da gusto, ¿es por Bill, verdad?- inquirió el castaño.

-       Algo hay de eso. Me hizo bien el ambiente de Múnich, cambiar de aire siempre es bueno- se explico Tom sincero.

-       Pues que bueno. Solo te llamaba para saber si todo estaba bien- expreso Georg complacido.

-       Por el momento lo está, espero que pronto este mejor.

-       ¿A qué te refieres?

-       Acuérdate, la sorpresa.

-       ¡Ah, si! Ya recuerdo. Éxito con eso.

-       Gracias. Sera esta noche, después del partido.

-       Ojala el Bayern gane, será una buena motivación.

-       Y que lo digas, esta vez voy por todo o nada con Bill.

-       Ok. Te dejo entonces. Luego me llamas para saber cómo salió todo, ¿vale?

-       Serás el primero en saberlo. Adiós.

 

Pasaron un par de horas más, para gusto de Tom, muy rápido, y para Bill, lo suficiente para no salir agotado. Los dos chicos se reunieron, fueron a comer algo rápido y luego se dirigieron al estadio de futbol.

 

-       ¡Wooow! Que buenos lugares- exclamo Tom cuando llegaron a sus asientos.

-       Lo sé, conozco a alguien- menciono Bill pícaro- Vale, uno de los proveedores de la agencia es socio del equipo. Solo lo contactamos y listo, él nos da entradas- aclaro calmado.

-       Eso es genial. Es la tercera vez que vengo aquí a un partido, pero la primera en que tengo buena compañía- insinuó astuto el pelinegro.

-       Es la segunda vez que vengo yo, y en esta ocasión será más divertido. La otra vez que vine se la pasaron hablando de negocios al lado mío y no me dejaron disfrutar el partido- declaro el joven fotógrafo.

 

El partido empezó, cada acción era emocionante, Tom festejo eufórico los goles de su equipo predilecto y el chico rubio también gritaba contento. Al finalizar el encuentro deportivo los dos salieron sonriendo y platicando muy alegres por la victoria del Bayern Múnich, la gente inundaba los pasillos para abandonar el recinto y empujaron a Bill en una ocasión casi llevándoselo entre la multitud pero Tom lo sujeto a tiempo para evitarlo, él otro le agradeció y se tomaron de las manos orillándose para resguardarse un momento. En cuanto pudieron caminar más libremente prosiguieron su andar buscando la salida más cercana, no se soltaron hasta que estuvieron afuera del estadio y llegaron al estacionamiento.

 

Bill iba a abrir la puerta de su automóvil pero Tom lo detuvo, este lo miro confuso mas después se relajo al ver el semblante misterioso del pelinegro.

 

-       Bill, yo… la verdad sufrí mucho cuando te fuiste. No quiero volver a separarme de ti, ante todo eres mi amigo y la distancia me sirvió para darme cuenta que eres más importante para mí que cualquier otra cosa- confeso Tom mirándolo fijo y luego suspiro poniendo una rodilla en el piso y sacando un estuche de su chaqueta- Tu sabes lo que siento… y me gustaría que lo que tenemos sea más que una relación falsa ante nuestros padres. De verdad quiero estar contigo- finalizo abriendo el estuche que mostraba un dije dorado que el fotógrafo observo fascinado.

-       Tom, esto es tan inesperado- murmuro apenas anonadado el rubio- Sube al auto, hablaremos en casa- sentencio moderándose.

-       Pero…

-       Espera, al menos hasta que lleguemos al departamento.

 

 

 

Notas finales:

O.O y ahi va Tom de nuevo, ya van dos intentos. ¿Sera este el definitivo? ¿Bill al fin le dara una respuesta directa? Comentenme sus opiniones, e igual pueden darme sugerencias para saber que pasara ahora.

Muchas gracias por leer, nos seguimos leyendo. Cuidense, salu2.


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