🐼 P A N D A 🐼
-¿Y por qué no quieres que te bese? Eres mi novio, tengo derecho a hacerlo.
-Jimin, no me hagas esto, por favor -musité cansado.
-¡Jimin ni mi higis isti pir fivir! ¡Te odio! -mi novio se fue de mi habitación, zapateando por último su zapato en berrinche.
Suspiré, echando mi cabeza hacia atrás.
Él no entendía que tenía que hacer tarea y que no le podía poner tanta atención. Era mi nota final, no podía pasármela por los testículos tan a la ligera. Claro, pero Park Jimin era una joya que si no le tenía el ojo encima todo el día me la robaban.
Pero no me preocupé mucho, claramente no se había ido: escuchaba su voz en la planta baja de mi casa, tal vez ayudando a mi mamá a preparar la cena.
Era un infantil de primera, pero era mi novio, mío, al fin y al cabo.
Acomodándome de nuevo en la silla para reanudar el escrito en mi hoja tipo carta, se escuchó un aporreo en mi puerta, y segundos después la cabellera castaña de mi novio se dejó ver y parecía que el cabreo aún no se le había pasado.
-¿Necesitas algo, Florecita? -pregunté en tono suave para apaciguarlo.
Se ve como un panda; a veces es tierno, y toda una fiera cuando se enojaba.
-No. Tu madre dice que bajes a comer -me respondió con brusquedad -. Ya.
Contuve mis ganas de soltar un frase burlona, no se movía de la entrada y su entrecejo fruncido le hacía ver como un lindo panda adorable.
¿A que sí?
-Vale, pues, ya voy.
-Bien -gruñó y antes de que se diera la vuelta para salirse, fui lo bastante rápido y lo cogí entre mis brazos, haciendo que chillara-. ¡Jungkook! ¿Qué haces? ¡Bájame ahora mismo! -se agarró de mi cuello en cuanto estuvo firme en mi agarre, y puro por instinto sus piernas habían rodeado mi cintura con miedo a caer.
-¿Aún sigues molesto, mi Florecita?
-Sí y mucho -contestó mirándome con molestia y luego se comenzó a remover-. No estoy jugando, Jeon Jungkook. Bájame en este mismo instante.
-Nop. No lo haré hasta que me beses y me digas que no estás enojado.
-¡No haré tal cosa! Me haces el favor de dejarte de tonterías, tu mamá nos espera abajo.
-Si no lo haces, no hay trato -le sonreí lobunamente.
-Pues te irás a quedar sin comer, imbécil.
Tomé entre mis manos tus esponjosas nalgas y él pegó un grito.
-¡Ya, Jungkook, por favor! En serio, no estoy jugando.
-Yo tampoco, Florecita -le dejé un beso en su cuello y para picarle, comencé a moverme, haciendo rozar nuestras entrepiernas.
–J-jungkook, está tu madre allá abajo... d-déjame -pidió jadeante, sosteniéndose más fuerte a mi cuello.
-Dilo, y te soltaré -continúe con mis movimientos, acelerándolos un poco.
Me valía un pepino si mi mamá venía, ahora sólo quería que mi Jimin no estuviera enojado.
–S-serás... -di una embestida fuerte, cortándole de una al provocarle un gemido- ¡B-basta! Lo haré, lo haré pero detente -sus ojitos marrones me miraban suplicantes y sus cachetes rechonchos estaban pintados de rosa.
-No me detendré... -se me escapó un gruñido-, dilo, anda, te quiero escuchar primero.
-N-no estoy e-eno-enojado. Hmmm -aproximó su rostro al mío. Su nariz respingada chocaba con la mía cuando su cuerpo daba leves saltitos, casi invisibles.
-Sí, Florecita, ahora bésame -y nada perezoso ni mucho menos lento, sus labios ya estaban estrellándose con los míos de manera feroz y descontrolada. No tardé mucho en adentrar mi lengua y acariciar la suya.
Paralizando cualquier movimiento en mi cuerpo, lo único que se movían eran mis labios junto a los de él. Creando chasquidos, abriendo y cerrando su boquita para recibirme y hacerme perder un poco la cordura. Aún no se me olvidaba que estábamos en la puerta de mi habitación, mamá podría venir en cualquier instante, pero bah.
Momentos como estos estaban hechos para disfrutarlos.
Sin importarme qué, me eché hacia atrás con Jimin en mis brazos, con el pie cerré la puerta que casi ni hizo ruido, y con prisa pegué a Jimin a la pared y seguí abusando de sus labios, mordiéndolos hasta dejarlo rojos y muy hinchados.
-Ay, Jungkook, tampoco seas tan bruto -se quejó y aún así me siguió besando.
Su cabeza se movía de un lado a otro, llevando el ritmo al tiempo en el que sus dedos acariciaban ligeramente el pelo de mi nuca. Su lengua ésta vez se dio paso a mi boca y un gemido salió de ella. No era un secreto que Jimin me volvía loco.
–K-ko-kookie –le planté húmedamente varios besos en su boquita antes de separarnos para mirarnos a los ojos y como la primera vez que le vi, mi pulso se aceleró y mi corazón cabalgó de forma incesante dentro de mi pecho hasta el punto de doler.
Lo amaba demasiado.
-¿Qué miras? -hizo un puchero, ruborizándose.
-Lo lindo y especial que eres, mi Florecita -confesé sin filtro, besándole seguidamente la nariz con dulzura.
-Empalagoso -rió y cogió mis mejillas entre sus dedos para estirarlas-. Eres el novio más, más y más empalagoso del planeta.
-Pero me quieres, ¿verdad?
-Hmmm, déjame pensarlo... -pellizqué sus nalgas con el ceño fruncido- ¡Ay! Sí, sí te quiero, te quiero mucho.
-Más te vale, florecita -lo bajé de mí y ambos salimos de mi habitación.
-¿Qué tanto hacían, pilluelos? Si no estuviera aquí, las moscas comerían primero que ustedes -nos regañó mi mamá.
Jimin se sonrojó y murmuró un lo siento.
-Sólo hablábamos, mamá -dije con un encogimiento de hombros.
Nos sentamos en la mesa, oliendo el exquisito olor de los platos que mamá había hecho para éste día.
-Já, si claro. A ésta edad, yo con tu padre nos echábamos unos...
-¡NO, NO, MAMÁ, NI SI TE OCURRA SEGUIR DICIENDO ESO DELANTE DE JIMIN!
-Pero sí...
-Ahora no, mujer.
Escuché a mi lado su risa encantadora y no pude evitar pensar que quizás me había enamorado de él un poquito más.
FIN.