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Sentimientos por contrato por AcidRain9

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Capítulo 13: Robocop

And if you were my little girl
I'd do whatever I could do
I'd run away and hide with you
I love that you got daddy issues
And I do too -daddy issues-the neighbourhood.

Para adentrarse en el rascacielos escalonado, Katakuri no tenía por qué mostrar ninguna tarjeta de presentación como era de esperarse con las demás personas que buscaban acceso en la empresa, y por ende, el nuevo miembro de los Charlotte tampoco. Ichiji había contemplado en silencio la estructura de lo que era la sede principal de Whole Cake; rodeada de vidrio pintado de un tono violáceo que se volvía anaranjado por los reflejos del sol, y era sumamente vistoso cuando la negruzca noche se asentaba. Se sintió indudablemente pasmado por la fachada y su diseño; la identidad corporal era la percepción principal de una sede y definitivamente la firma de Linlin contemplada desde afuera, lograba transmitir todo su poderío.

Ichiji camino a lado de Katakuri ocultando sus ojos detrás de sus enormes gafas, sentía una especie de lentitud mental y ganas de seguir arropado entre las sábanas y dormir durante al menos los siguientes cien millones de años, o por lo menos hasta que el hombre colonizara Marte, o Saturno, o Neptuno, o la cafeína fuera considerada patrimonio de la humanidad.

Pero lamentablemente siendo el adulto responsable que entre comillas era, aquello ya no era ni remotamente opcional. Era increíble como solo unas semanas de descanso lo habían malacostumbrado tanto.

Su relación con Katakuri había tenido un avance significativo, y aun así, su vínculo seguía sin estar totalmente claro; se habían dedicado a conocerse, sentarse durante la noche hombro con hombro (hombro rozando brazo) con los pies sumergidos en el lago, mirando la franja central en el sendero y las titilantes luces de la ciudad, bebían té negro y dejaban que el aire húmedo les revolviera las melenas. Ninguno era muy demostrativo, pero disfrutaban de los prolongados silencios, rara vez hablaban de sus ambiciones. Seguramente de haberse conocido en otras circunstancias y en otro año todo sería muy diferente. Pero lo mejor era dejar el futuro abierto.

Katakuri solía desaparecer por largos ratos, y fue muy pronto cuando Ichiji descubrió que su esposo no era la clase de hombre que permanecía tranquilo solamente perdiendo el tiempo, revisaba formularios y carpetas llenas de estadísticos de su empresa, también recibía constantemente llamadas de Smoothie. Incluso Linlin buscaba tener contacto con él a pesar de la notoria apatía que el moreno tenía con ella.

Ichiji nunca había sido gran fanático de compartir sus pertenencias, pero evitar fisgonear en lo ajeno era una regla que podía romperse cuando no se trataba de él. Y por eso, mientras Katakuri se dedicaba al análisis del papeleo, el pelirrojo miraba su colección de libros con interés, haciendo pequeños fruncimientos de ceño hasta que Katakuri tenía que ponerse de pie y acercarle los libros de las repisas más altas.

—Descuida, no falta tanto para que te gradúes—Katakuri bufo adivinando sus pensamientos, ganándose un resoplido como respuesta.

A pesar de que Ichiji no tuviera un ojo de la providencia como Katakuri, ya podía ver el siguiente resto de su vida académica transcurrir llenando scantrones, en conferencias opcionalmente obligatorias, pruebas, y con Vito respirando sobre su nuca. 

De su familia la única persona con la que había tenido contacto real en todo este tiempo era Niji, que aunque no lo admitía siempre estaba al tanto por si algo pudiera hacer peligrar su bienestar; Niji era cínico y un bastardo a tiempo completo, pero si le tenías, y él sabía que también te tenia, entonces guardarías en tu bolso a una persona malditamente honesta y entregada. Algo así como la fidelidad de prisión.

Levantó el rostro hacia Katakuri, llevaba puesta una camisa negra con los primeros botones desabotonados y pantalones de traje gris acero, comprendió que después de la boda aquel atuendo sería de cerca lo más formal que volvería a ver en Katakuri, pues el hombre tenía una alergia imaginaria hacia los sacos y las corbatas.

La presencia de ambos juntos fue suficiente para derivar en un silencio total, las miradas sobre ellos no eran del tipo disimulado, y no era solamente una porción de los trabajadores, sino, todos.

—Parecen demasiado alegres de tenerte de regreso—Ichiji admiro sinceramente mientras le daba un pequeño sorbo al café que una de las asistentes le había ofrecido. —No dejan de mirarte.

—Están mirándote a ti...—La electrizante voz de Katakuri acariciando el lóbulo de su oreja hizo al pelirrojo estremecerse. —Deberían de tener un poco de respeto, ahora eres un hombre casado— se rio disimuladamente e Ichiji abrió los ojos con fuerza y apretó las mejillas llenas de líquido para no escupir a causa de su ocurrencia.

Atravesaron el área principal hasta que dos siluetas demasiado conocidas les recibieron, detrás de uno de los mostradores un hombre tecleaba desesperadamente en su ordenador, aunque de igual forma desviaba los ojos hacia el montoncillo de carpetas y engargolados a sus costados; Perospero y Stussy estaban parados enfrente de él, ejerciendo presión.

La preciosa rubia llevaba un ceñido mono azul marino sin mangas, su cabello estaba recogido en un nudo sencillo y tenía menos maquillaje del que traía las primeras veces en que Ichiji y ella habían coincidido, sus brazos estaban cruzados sobre sus voluminosos pechos y el tacón de sus botines golpeaba con impaciencia el suelo.

En el preciso instante en que su visión periférica capto el rostro moreno de Katakuri, giro el cuerpo y caminó hacia él.

— ¡Al fin!, la persona indicada para tener al ganado bajo control. —coloco un rulo detrás de su oreja y sonrió felinamente, contorneando con sensualidad las caderas a la par en que avanzaba.

—Me ofendes querida—Perospero dramatizo falsamente, acomodándose el turbante.

Stussy se acercó a Katakuri y le dio un fuerte abrazo mientras cerraba los ojos y suspiraba como si hubieran pasado décadas desde la última vez que lo había visto.

—Estoy muy contenta de verte—prolongó la oración, finalizándola con un tono aterciopelado, después carraspeó la garganta y profundizó su voz. —Al parecer hay un error con el procesamiento de mi información, Perospero está tratando de revisarlo pero me siento mucho más segura contigo aquí.

— ¿Qué clase de error?—Katakuri levantó una ceja, volteando la cara hacia su hermano.

—Nada de otro mundo, simplemente no puede acceder a su cuenta de usuario desde plataforma para finalizar con los formularios que le restan.

—Mí tiempo es tan valioso como el tuyo Perospero, así que no lo minimices—rezongo la rubia enterrando la cara en el pecho de Katakuri, frunció la frente cuando el exagerado sonido de una cuchara agitándose contra los bordes de una taza se volvieron demasiado irritantes como para ser soportables.

Miro en la dirección de Ichiji y aleteo las pestañas. —Ah, así que Ichigo también está aquí, es un placer verte cariño.

—Para mí es un disgusto, señora—. Encogió los hombros.

—Veo que sigues tan humorístico como siempre—sonrió apretando las comisuras, y trato de envolver las manos alrededor de los hombros del Charlotte, sin embargo Katakuri la apartó de él suavemente y en su lugar tiro de Ichiji, ciñendo su enorme mano sobre el hueso de su cadera.

Ichiji levantó los ojos hacia Katakuri, parpadeando múltiples veces como un búho, Perospero cubrió disimuladamente su boca para acallar su risa y el pelirrojo evitó la necesidad de mostrarle el dedo medio y en su lugar se regocijo con el cosquilleo de victoria que trepaba por su garganta.

La sonrisa de la mujer fue falsa y tensa.

—Me encargaré personalmente de cualquier inconveniente y te haré saber cuándo todo esté dentro de las normas, Stussy. —El tono de Katakuri fue tranquilo. —No tienes que preocuparte.

—Podemos resolverlo juntos—ella sugirió, sus rasgos no se habían suavizado. —Así será más rápido.

Ichiji la miró aburrido, y solo se recargo más cómodamente contra su esposo.

—Preferiría que te concentres en otros asuntos, en realidad.

—Por supuesto—Stussy sonó encantadora, pero no era una risa de humor. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras se atoraron, en su lugar hizo un asentimiento de cabeza y se despidió.

El reciente matrimonio también continúo su caminata, dejando atrás reducidos cubículos y oficinas centrales, el mayor a veces tenía que detenerse para diplomáticamente estrechar la mano de los trabajadores veteranos y responder a sus incógnitas.

Llegaron a las puertas de acceso del grupo de elevadores y cuando estas se cerraron, los ojos rojos cayeron sobre el pelirrojo, a pesar de que Ichiji tenía la mayor parte del rostro oculto entre sus cabellos, el atisbo de una pequeña sonrisa presumida alcanzaba a ser visible.

—Luces como un pavorreal feliz.

Ichiji sacudió la cabeza, su boca apenas se abrió un poco y las palabras sonaron como un deforme No seas arrogante y deja de juzgarme, dicho con tanta rapidez que apenas y se podía distinguir qué idioma había sido.

Permanecieron en silencio, hasta que la penetrante mirada de Ichiji no pudo ser ignorada por más tiempo.

— ¿Sucede algo? —Katakuri cuestiono.

— ¿Algo?

— ¿Qué es lo que quieres preguntar?

—No quiero preguntar nada—Ichiji respondió.

—Entonces deja de atravesarme el cráneo con los ojos.

—No estoy haciendo eso—ajusto la cinta de su maletín en el hombro hasta que dos segundos después, despegó la boca de la línea recta en que la tenía. En realidad si quería hacer preguntas. — ¿Qué hacía ella aquí?

No estaba seguro si su tono era de reclamo o no, tampoco si Katakuri lo había tomado como tal. Apenas estaban conociendo los límites, hallando qué cosas podían reclamar  y cuáles no.

—Cubrirá un puesto en el departamento de planificación y análisis, Perospero la invitó hace mucho tiempo, pero al fin aceptó su propuesta, su presencia es sumamente valiosa para nosotros. Es una mujer muy inteligente.

—Oh—Ichiji recargó la espalda en la pared, escucho a Katakuri suspirar.

—Es una decisión totalmente laboral. —explico.

—Lo entiendo—Ichiji posó el maletín hacia el frente, pegándolo a su vientre. —Solo creo que es una mujer sumamente petulante.

—Tú también eres petulante.

—La diferencia es que yo tengo razones para serlo. — miró sus uñas.  — ¿Qué clase de relación tenían?

—Nos conocimos hace un par de años, no solo era amiga de mi madre, también mi mentora durante la universidad.

La expresión de Ichiji se volvió curiosa. — ¿Cuántos años tiene entonces?

—Probablemente muchos más de los que te imaginaste. —Katakuri se apoyó contra la pared del ascensor sin darle importancia a sus palabras.

Ichiji entrecerró los ojos, imitando la posición del hombre mayor. — ¿Quieres decir que dormiste con tu maestra?

Katakuri encogió sus musculosos hombros, sin responder, e Ichiji frunció el ceño preguntándose cuantas historias tendría ese hombre deambulando en alguna parte. No solo de sus ex amantes, quería decir historias, esa clase de historia que de ser contadas lo harían preguntarse si sus diecinueve años vividos solo habían sido de desperdicio. De pronto se sintió como si fuera un neonato.

—Eres una desagradable caja de sorpresas.

—Eres tú quien está haciendo todas esas preguntas.

— ¿La quisiste?

—La aprecie y la sigo apreciando. —"Me gustaba el calor de su cuerpo, y me gustaba su serenidad".

Si tenía que ser completamente sincero, había algo en esa mujer que estuvo buscando, pero solo el tiempo fue suficiente para hacerlo entender que Stussy podía incomodarlo mucho. Era en las madrugadas y en las tardes, cuando ya no había hambre y tampoco quedaba la lujuria que él lo sabía. Esa esencia maternal que había en ella lo repelió por completo.

Ichiji mantuvo la mirada en las puertas de espejo que relejaban su rostro.

— ¿Crees que podrías volver a quererla?

—No de la forma en que ella merece.

"¿Crees poder quererme de la forma en que ella se merece? ¿O es muy pronto?"—formuló la pregunta en su mente, y aunque era su rincón más privado el que tenía el poder, aun así indagaba por un ella merece y no un yo merezco. Ichiji resaltaba por muchas cosas, su pseudo impasibilidad y estoicismo, pero nunca por ser un aventurero, así que no pudo hacer la pregunta.

—Creo que puedo comprender un poco de lo que viste en Stussy—su ojo caído le miró de soslayo. —Es exitosa, independiente y atractiva, simplemente podían estar juntos sin que las cosas terminaran mal, pero hubo algo que no tuviste en cuenta, y es que cuando la gente inteligente se enamora se vuelve la peor, te los comes desde adentro.

Aunque nos guste tanto ser comidos.

Katakuri cambio de postura, colocándose en frente de su pareja, con una mirada perforadora. No estaba seguro si compartía su visión —algo dramática —pero sí podía entender el punto.

—Entonces en realidad no eran tan inteligentes. —Katakuri no podía, ni por asomo imaginarse como amar a otro podía convertirse en desearla excesivamente, con locura e irracionalidad. Aquel sentimiento estaba muy lejos de poder ser experimentado por él. —Cada persona es responsable de lo que siente.  

—Touchè.

El ascensor se detuvo, y ambos hombres recorrieron un nuevo pasillo, sin embargo algo no estaba bien, esta vez las miradas lejos de contener admiración tenían ansiedad y alivio. El semblante de Katakuri se oscureció, por lo tanto el mal presentimiento era mutuo.

Un conjunto de risas y susurros comenzaron a alzarse en el aire, Ichiji miro a Katakuri, estaban parados afuera de lo que se suponía era la oficina principal, y el moreno abrió la puerta sin necesidad de tocar, causándole una enorme sorpresa a las personas que estaban adentro.

Una mujer castaña se subió rápidamente sus medias y se abotonó la blusa, se agacho para agarrar sus zapatillas y tratando de que el flequillo o los anteojos le cubrieran el rostro, salió pronunciando una serie de ahogadas disculpas.

En cambio el hombre no estaba avergonzado, empino una botella sobre sus labios y bebió directamente del pico. Su sonrisa se alzó llena de orgullo.

— ¡Hermano Katakuri! Es bueno verte por aquí y además con tu flamante esposo comprado, ¿Cómo han estado las vacaciones?, disfruta ahora del matrimonio, los inicios suelen ser rosas.

Si algo compartían la mayor parte de los miembros Charlotte que Ichiji había conocido eran sus fisionomías, bastante corpulentos y muy altos; el cabello del hermano de su esposo era anaranjado y su barba era desordenada, la nariz ancha del tipo aguileña y los ojos muy azules. Sin ninguna pizca de pudor se cerró los pantalones y se acomodó el cinturón.

Se levantó tan toscamente que seguro se había mareado, pero si eso sucedió, ni siquiera lo pareció. Ichiji miro con detenimiento sus pasos, un pie por delante, después el otro, avanzo de nuevo y se detuvo. Estaba tan distraído que dio un pequeño salto cuando el hombre sostuvo su mano y la levantó, plantándole un beso sobre la palma.

—Disculpa por no haber estado presente en la boda, sin embargo es algo que me importaba un carajo.

Katakuri se colocó en frente de él, lo cubrió con su enorme marco, ocultándolo protectoramente, su posición era defensiva.

—Es mejor que salgas de aquí, Ichiji. —su voz fue gruesa.

Ichiji negó con la cabeza, clavando los ojos en la atractiva botella de color oro; el aire olía a pera, a madera, a sudor y a perfume dulce, tuvo que parpadear cuando sus ojos picaron.

Glenfiddich...—Leyó en voz alta, familiarizado con las letras en la etiqueta.

—Me gustan los escoceses, ¿quieres un poco? —Oven capto su interés.

—No, no quiere Oven. —Katakuri tomo a Ichiji de la muñeca, sus ojos estaban agudizados. No quería que estuviera ni un milímetro cerca de su hermano.

—Le he preguntado a él. —el tono de Oven salió locuaz mientras su sonrisa se extendía.

—Esto no es un encuentro social —Katakuri respondió mordazmente.

Oven hizo una mueca y regresó a su escritorio, se sentó con lentitud y colocó una mano sobre su barbilla, mirando a Ichiji con el mismo interés y cierto morbo con el que se mira a la rana que se está a punto de diseccionar en clase de biología.

—Sé que madre limitó mucho tus opciones en cuanto a la elección de uno de los Vinsmoke, la mujer era fantástica, sin embargo no tienes que estar molesto con la suerte. — Empino la botella contra sus labios de nuevo. —Este chico no es alguien que personalmente elegiría para algo serio, pero tampoco está mal.

—No esperas que te de las gracias por eso, ¿verdad?—Ichiji levantó una ceja.

Si le dieran un billete por cada vez que había escuchado a alguien hacer una jerarquización de sus atributos y siempre colocar a Reiju en la cima, él solo y sin ayuda de nadie habría podido levantar a Germa.

Katakuri le dedicó al otro Charlotte una mirada plana y sin expresión mientras agarraba unas hojas del escritorio y las sostenía. Los ojos de Oven le siguieron, y se sintió con la obligación de dar una explicación antes de que el de cabellera grana la pidiera.

—De ahora en adelante Umit dejará de ser uno de nuestros asociados. Es lo mejor para Whole Cake. Estoy buscando nuevas alternativas, compañías de transporte terrestre y aerolíneas muchísimo más baratas.

— ¿Sugieres arriesgar décadas de estabilidad y óptimos resultados por "alternativas muchísimo más baratas"? Si quieres que analicemos tu opinión, puedo hacerlo cuando estés sobrio, no ahora. Además, esta es mi oficina.

Oven dio otro trago y se limpió las comisuras con la manga de su camisa. —Admiro tu dedicación, Katakuri, pero no pretendas devorarte tú solo el pastel.

— ¿Entonces prefieres desperdiciarlo?

—Saborearlo.

—Oven, tienes que irte de aquí —su voz era aguda, su mandíbula estaba apretada, sus músculos estaban tensos y sus ojos poseían un filo umbroso, Ichiji se mordió los labios y sutilmente rozó la mano con la de Katakuri, apenas y moviendo los dedos contra su piel de forma suave.

Pero aunque fue discreto Oven se percató de ello y gruñó, levantando un dedo doblado en su dirección.

—No hay nada peor que las rameras profesionales y sus mentiras. La realidad es que nunca están contentas con nada. —negó con la cabeza. —Casi nada, solo con sexo y con dinero, más dinero si me lo preguntas. Pero aun así no todas son iguales. ¿De qué clase es él?

—Mide tus palabras, Oven. —Katakuri lo traspaso con los ojos—Y abstente de meterlo en esto.

 — ¿Por qué? —cuestiono atrevidamente.

—No te gustara averiguarlo.

Ichiji parpadeo, ajeno a las palabras de Oven, en su lugar prefería concentrarse en la forma en que fruncía los labios, o sonreía, o encorvaba los hombros y arrastraba las palabras; "Mr. Hyde", Oven era del tipo Mr. Hyde cuando estaba bebido, del club de ebrios que se caracterizaban por ser conflictivos, altaneros y violentos.

—No creo que a él le importe —musito levantando una ceja y tronando los dedos en frente del pelirrojo. —Chico, te estoy llamando ramera, ¿no tienes nada que contestar?—suspiro fastidiado, y se masajeo las sienes. —Hermano, ¿acaso te casaste con robocop?

Un sonido sordo hizo a Ichiji abrir gigantescamente los ojos y despabilarse.

Katakuri había jalado por la corbata a Oven, provocando que su barbilla se estrellara abruptamente contra la base del escritorio, la botella de alcohol se tambaleó y cayó al suelo rompiéndose en miles de pedazos por el impacto.

—Si estuvieras sobrio te golpearía tan fuerte que no tendrías ganas de volver a pronunciar la palabra ramera en frente de mí de nuevo. —lo soltó. —Pídele a Daifuku que venga por ti, porque si te niegas te voy a echar a la calle en este estado sin ninguna clase de contemplación.

—No nos engañemos, sabes que no te atreverías a hacerlo Katakuri, eres incapaz de darle la espalda a tu familia, hasta tú tienes un talón de Aquiles.

—No intentes probarme porque no te va a gustar el resultado.

—Se de lo que hablo, sino ya lo hubieras hecho hace mucho tiempo.  —Los ojos azules relampaguearon, y Oven sonrió de manera cínica. —Estoy trabajando, ahora que tus estás jugando al esposo con ese chico, ¿no crees que alguien debería de poner las prioridades de la empresa por delante?

Katakuri arrastró su palma sobre el líquido derramado, y con los dedos mojados agarró fuertemente el mentón de Oven, obligándolo a mantener el contacto visual. — ¿Te parece esta la mejor forma de hacerlo?

Oven no contestó y Katakuri presiono su mentón con más vigor. No estaba conteniendo su fuerza, la carne del hombre estaba poniéndose roja y su cara delataba que no eran precisamente cosquillas lo que estaba sintiendo.

— ¿Cuántas botellas llevas?

—No empieces Katakuri, relájate, ve a comer algún postre, tomate más días o simplemente follate a tu chico pero déjame a mí encargarme de lo que realmente importa, ¿podrías?

—Dije, ¿Cuántas botellas llevas? —presiono más fuerte, y bajó su tono a uno muchísimo más peligroso. Ichiji se estremeció. —Escúchame bien Oven, veme a los ojos, no te lo preguntare de nuevo y créeme, voy a saber si me estas mintiendo.

Su rostro era iracundo, su voz filosa, el pelirrojo se quedó en silencio, tal vez de verdad había tenido que irse de la habitación y dejado que los hermanos resolvieran sus conflictos solos.

—Tres...

—Largo de aquí —Katakuri estampo su gruesa mano en el cuello del traje mal abotonado y con una facilidad tremenda le levantó jalándolo hasta llevarlo afuera, la misma secretaria que había salido de la oficina miro la escena con pavor y sostuvo al hombre.

—Llama a Daifuku ahora mismo. —le ordenó a la mujer, quien miro a todos lados, menos a la cara del Charlotte.

—El señor Daifuku ha estado ausente desde hace tres días. No ha dado reporte de su estado, si lo llamo no vendrá personalmente y dirá que está ocupado, usted lo conoce.

—Hazlo ahora. —repitió por última vez, su voz fue más alta.

Ichiji se puso tenso cuando su esposo regreso a la habitación. Ninguno pronuncio palabra mientras Katakuri se limpiaba las manos con una pañoleta que había sacado de uno de los cajones.

—Olvide decirte que mi hermano es un alcohólico funcional incapaz de poner un límite entre su vida profesional y personal, ¿eh?

—No tienes que preocuparte, ahora me siento más como en casa, los alcohólicos son divertidos balbuceando sus penas y avergonzándose a sí mismos. Puedes pasar momentos muy interesantes a costa de la salud de sus hígados.

La mueca en el rostro de Katakuri cayó todavía más.

— ¿Tienes helio en la cabeza?

—Son torpes y tontos, y aun así piensan en sí mismos como los mejores del mundo. Es todo un espectáculo.

Decían que los humanos recordaban solo lo que querían recordar, cuando su madre murió su padre vio la solución en el alcohol, bebía Glenfiddich como si fuera agua y escupía monólogos sobre lo desgraciada que era la vida para unos cuantos; adquirió conductas que a la larga terminaron influenciando el futuro de Germa, y su abuelo, aun con todo y su duelo por haber perdido a su única hija había terminado mudándose en su casa por unos meses solo para mantener un ojo encima de ellos y evitar que Judge pudiera hacer alguna locura que los afectara. Había sido una época negra de la que nadie hablaba.

Pero Judge no había tenido a alguien que le colocara los pies en el suelo como Katakuri buscaba hacer con Oven.

Vio a Reiju, Niji, Sanji y Yonji concentrándose en sus propias cosas, fingiendo que podían dormir aun con el sonido de las botellas rotas o las carcajadas compradas de una que otra prostituta, y se vio a sí mismo, a su yo infantil, observando a una distancia prudente para no ser notado (era un niño, pero no un tonto) como Judge se peleaba con sus enemigos imaginarios. Su estómago se revolvió.

—Los alcohólicos son mierda...—Papápapápapá.

—Cierra la boca. — jadeo con sorpresa cuando Katakuri lo acorralo contra el escritorio, su cadera se golpeó con uno de los bordes, entrecerró los ojos. De verdad había dolido, la respiración de Ichiji se aceleró, y su pecho comenzó a subir y bajar rápidamente, las brasas rojas en la mirada de Katakuri quemaban. —Simplemente solo cierra la boca.

—Solo trataba de hacerte sentir mejor, no pensé que te ofenderías.

—Oh vamos, que te jodan—pronunció lentamente.

El rostro de Ichiji se desestabilizó, una esquina temblorosa de su sonrisa se torció, el olor de la botella rota comenzaba a hacerse cada vez más fuerte, y en su cabeza bailoteaban las risas y los sollozos. Su gafas se resbalaron de su rostro y cayeron al suelo, y solo fue al mirar fijamente los ojos azules y afectados que Katakuri sintió su propia expresión suavizarse.

Levanto la mano derecha y la acerco al rostro del menor, pero apenas estando a nada de tocarlo Ichiji retrocedió como si él fuera a hacerle daño.

Katakuri sintió acido subiendo por su esófago; no era consciente de que no era él a quien el otro le temía, pero lo había desmoronado por completo con esa expresión, apretó firmemente los dedos de sus nudillos contra el escritorio, sus brazos estaban extendidos de par en par, se flexiono agachando la cabeza y dejo escapar el aire de sus labios. Ichiji lo convertía en impulso puro, en solo instinto bruto.

Abrió los ojos cuando sintió el mentón del pelirrojo sobre su cabeza, y todo su peso (que para alguien con la proporción de Katakuri resultaba insignificante) recargado, con sus delgados brazos le rodeo los hombros, Katakuri podía oler las sales de su cuerpo y el café, la temperatura fría de Ichiji colisiono con su calor; sus manos cepillaron la cintura de Ichiji de arriba abajo, no era un toque sexual, Katakuri separo los labios ligeramente, pero de ellos no salió nada.

—Igual eres el único que lo hace, el único que me jode en todos los sentidos de la palabra—su voz fue serena, tenía un humor muy malo y como confortador era pésimo.

—No es gracioso. No debí...—la oración quedo inconclusa, pero Ichiji entendía lo que el Charlotte quería decir.

Katakuri se alejó lo suficiente, apartando al chico, y pasó una mano sobre sus cortos cabellos, pasando los dedos entre las hebras, el sonido que emitió se parecía mucho a un gruñido. Su cara estaba tensa, sus ojos anchos y su boca apretada en una línea rígida, los pequeños caninos le lastimaban la piel.

Le dio la espalda cuando Ichiji vacilo en tocarlo.

—El abogado vendrá en cualquier momento, aunque quería que estuvieras presente no es un buen momento, no estoy de humor. Pídele a la secretaria que te consiga un auto, esta tarde hablaré con los analistas sobre Germa. —se escuchó cortante, casi apático.

Ichiji asintió, respondiendo un simple vale, tenía la mano sobre el picaporte y se negó a mirarlo, pero cuando el moreno volvió a llamar a su nombre, esta vez usando un tono diferente, tuvo la necesidad de voltear.

—Ichiji

— ¿Si?

—No debí hablarte así, no quiero ser agresivo ni desquitarme contigo. —una emoción se movió en sus ojos oscuros. Ichiji murió un poco.

—Oven tiene razón, eres incapaz de darle la espalda a los tuyos, lo entiendo.

—No, no lo entiendes, yo-

Quiso decirle que de verdad lo entendía, que sinceramente lo hacía, una vez alguien había llamado tonto a Yonji cuando eran niños y Reiju había pateado los testículos de aquel chico. Y aunque no era el mismo sentimiento, era parecido. Katakuri era condescendiente, era comprometido. Y también tantas cosas, pero desleal no era una de ellas. Solo esperaba que un día tal vez pudiera ser considerado como uno de los suyos.

—No soy débil, Katakuri. —hizo énfasis, tal vez era joven y estaba compuesto de inmadurez mental. Y todo lo que salía de su boca era una proyección de todo aquello que no podía subyugar, de una infancia trastornada que lo iba a perseguir toda la vida, pero se había aferrado como sanguijuela a Katakuri, y quería beber su dulce sangre así tuviera que sufrir para conseguir una probada.

La longitud de su rostro se aflojo, y el mayor asintió. —Sé que eres fuerte. —había cierto orgullo en sus palabras, capaz de hacer el corazón del pelirrojo cabalgar eufórico.

Pasó la lengua por sus labios y tragó saliva, cambiando su peso a la pierna contraria, esperando como un niño ansioso por más palabras que al no llegar, decidió tomarlo como una invitación de retirada. —...Debo de irme, después de todo tengo que regresar a la universidad.

Katakuri asintió, vio a Ichiji abrir la boca y después sacudir la cabeza, y otra vez la misma agobiante necesidad de proteger estuvo sobre él.

Ichiji era kryptonita.

—Podría recogerte después para comer juntos, ¿te parece?

—Estoy de acuerdo. —Ichiji sonrió y cerró la puerta, pero una vez afuera suspiro recargando la espalda en la misma, se deslizó lentamente hasta caer al suelo y puso las manos sobre su rostro. 

Afortunadamente ni Oven ni la secretaria estaban en el pasillo.

Pensó en que si bebía insecticida las mariposas en su estómago se morirían, pero los componentes químicos también lo envenenarían a él, y él no quería morir.

Pero Katakuri ya le gustaba demasiado para su propio bien. Lo queria.

— ¿Estás...bien?, ¿Ichigo?

Esa era la voz de Stussy, la mujer estaba mirándolo con un rostro confundido.

El pelirrojo hurgo en su maletín y saco una bolsa arrugada de su interior, la miro. Era un muffin de cereza que le había aceptado a la misma empleada que le ofreció el café, solo que ahora estaba aplastado por sus libros, la sostuvo con fuerza, empeorando su estado, se puso de pie y cuidadosamente abrió la puerta de la oficina otra vez y asomo la cabeza.

Katakuri estaba sentado, frotando el hueso de su entrecejo, el único halo de luz filtrándose por las gruesas cortinas estaba sobre su cara, él era Apolo; Dios de la belleza masculina, el perfeccionismo tomado de la mano con la destrucción.

Sus ojos se levantaron.

—Es un muffin, no una dona, pero puedes quedártelo—Ichiji le arrojó la bolsa y cerró de inmediato la puerta, avanzando con rapidez. Stussy seguía ahí, sin entender absolutamente nada.

Ichiji pasó a su lado.

—Tal vez tú y yo no somos tan inteligentes como pensábamos. —le susurro.

.

.

.

Perospero levanto una ceja entrando en el auto cuando este estaba a punto de avanzar. Ichiji lo miro y frunció el entrecejo, pero al hombre no lo incomodo ni un poco.

—Uh, si puedes conseguir que alguien maneje por ti aprovéchalo todo el tiempo, es uno de los pequeños placeres de la vida—busco en su bolso y sacó un cigarro delgado y ultra largo. — ¿Fumas?

Negó con la cabeza, observando a un range rover platino aparcar justo antes de que ellos avanzaran, un hombre alto y de cabello azabache salió del vehículoabsolutamente pulcro y atractivo, en las placas había alcanzado a leer Baroque Works. Tenía que ser el abogado.

— ¿Entonces quieres una paleta?

—No soy demasiado aficionado a las cosas dulces. —pego el rostro contra el cristal.

—Oven realmente hizo enojar a Katakuri, tengo que admitir que me alivia que estuvieras aquí, mi hermano se ha contenido por ti, Katakuri da miedo cuando se enfada, ¿eh? Y aun así sé que no quería atemorizarte, pero por cómo te ves parece que no lo logró. —Perospero sonrió, e Ichiji suspiro exasperado.

—No te hagas ideas tontas.

—Oven está sobrepasando los límites de su paciencia, siempre ha sido difícil, pero desde su divorcio ha empeorado, lo mismo está sucediendo con Daifuku, sus actitudes últimamente van de mal en peor.  —chasqueo la lengua. —Es como un reloj de arena, la arena cae lentamente del receptáculo, pero no quiero saber qué sucederá cuando esta termine de hacerlo.

 — ¿A qué te refieres con mal en peor?

Perospero sonrió sardónicamente

—Esta familia esconde muchas cosas, cosas serias niño, no como ustedes los Vinsmoke, y sus preocupaciones estúpidas, sus problemas hormonales, o su mortificación sobre si Britney Spears y Justin Timberlake siguen juntos.

Ichiji hizo una mueca de asco, los estaba comparando con adolescentes promedio. Bajo su ventanilla y bufo, apretando los labios.

—Estas una década desactualizado.

Perospero agito las cenizas de su cigarrillo.

—De todos modos nunca me importo ese dúo. —dio una calada. — ¿Quieres conversar sobre lo que sucedió?

—No soy un buen conversador.

Perospero sonrió, entrecerrando los ojos, no hizo presión, pero la suave voz del menor salió minutos después.

—Solo déjame decirte algo, no tengo interés en Linlin, en Oven o en ti. Solamente me interesa Katakuri. —su tono fue monocorde, haciendo contraste con la plétora de sensaciones a las que se estaba enfrentando.

El mayor se carcajeo y sus comisuras fueron extendiéndose hasta formar una sonrisa abierta, casi espeluznante. — ¿Sabes? Puede que me agrades un poco más.

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El sol se había ocultado cuando Zoro regreso a su casa, se estaciono frente al complejo, salió del auto poniendo la mano en su cuello y masajeándolo, la televisión estaba encendida y transmitía un episodio de Grey's Anatomy que ya había visto dos veces. Atravesó el vestíbulo y llego al comedor, olfateando el aire.

Leche, mantequilla, queso, aceite y carne.

Su hogar podría haber sido secuestrado por ratatouille (o Remy, como Ace siempre insistía en que se llamaba la rata de la película), y no le importaría siempre y cuando negociaran por comida, arrastro los pies, se sentó sobre la silla y puso los codos sobre la mesa. Alzo la mirada y un ojo azul lo miro directamente.

— ¿Ha sido un día duro?

—He colocado una fotografía en un archivador—dijo tranquilo, y Sanji frunció el ceño.

Seguramente la historia era muchísimo más interesante, la frente sucia y los pantalones con raspaduras grises delatando que el trasero del hombre había tocado la acera más de una vez, le daban esa idea.

—Entonces mereces tu ofrenda por salvar el día— le acercó un plato de quenelle, la carne había sido dividida en trozos que bien podrían asimilarse a dedos de queso bañados de salsa, habían macarrones con jamón como extra también.

Zoro asintió, enterró el tenedor en un macarrón y levantó una ceja después de dar la primera mordida. —Así que no alardeabas, caracol andante.

Sanji suspiro metiendo en un recipiente de vidrio semillas calabaza y guardándolo en una de las divisiones del gabinete.

—Por supuesto que no, no tengo que presumir que soy genial cocinando, porque en verdad soy genial cocinando—sonrió mirando de soslayo al moreno, el policía trataba de robar de forma discreta pequeñas porciones del plato que le pertenecía al rubio.

La respuesta de Zoro fue un gruñido.

Sanji se había quedado en su casa el día anterior, y el anterior al anterior, veía películas de vaqueros, ordenaba pizza de pepperoni y se encargaba de que sus plantas no murieran, solo volvía a su propio hogar para reportar que seguía estando vivo.

A Zoro no le molestaba su compañía, porque en general la pasaban bien haciendo cosas tan simples como ir de compras, o rondar el vecindario, era su amigo; pero Zoro sabía que no del mismo tipo de amigo del que era Ace o Jyabra, también tenían sexo, buen sexo.

Se sentía libre con Sanji, más relajado de lo que había estado en mucho tiempo.

La playera que Sanji llevaba puesta era suya, de los Foo Fighters y lo suficientemente grande para que pareciera que nadaba dentro de ella; el rubio seguía creyendo que de verdad había sido firmada por Taylor Hawkins cuando la realidad era que Ace había imitado la firma solo para compensar haber olvidado el cumpleaños de Marco hace algunos años. Y Zoro había salvado la prenda antes de que Phoenix la convirtiera en una franela para grasa y aceite mientras reparaba el regulador de su motocicleta. ¡Solo le había costado una lata de cerveza quedársela!

—Nunca mencionaste lo que hacías, o si estudias.  —preguntó con interés, alzando una ceja.

Los labios de Sanji se contrajeron. —Bueno...un amigo de mi padre me colocó en la facultad de leyes de Enies Lobby.  —carraspeo su garganta. —Err, estaba cursando una carrera en derecho mercantil, no dure mucho en realidad.

Zoro silbo, Enies era una escuela privada en el norte de la que solamente escuchaba hablar en televisión o los educadores usaban como motivación para decirle a los estudiantes del nivel publico cosas como:

"Si te esfuerzas demasiado podrías conseguir una beca en un lugar como...no sé, Enies Lobby, Impel Down, Alabasta ò..."  —a veces tenía que recordarse que Sanji vivía una vida diferente a la que la mayoría, era perteneciente a esa pequeña minoría llamada sociedad elite.

—Pero decidí desertar, y ahora ayudo de vez en cuando en el restaurante  de mi abuelo, el año que viene voy a postular en una escuela pública de gastronomía, así que adelante, di que soy un tonto por haber desperdiciado la oportunidad que tuve.

Zoro negó con la cabeza y lo apuntó con el tenedor. —Consideraría tonto que siguieras estudiando una carrera que no te gusta, puede que lo que estoy diciendo suene a bazofias idealistas, sin embargo creo que todas las personas tienen un talento en el fondo. Y el tuyo es esto. Puedes decir que soy iluso, igual te mandaré a la mierda si lo haces.

—Como si pudieras—Sanji sonrió sentándose sobre la silla que estaba en frente del moreno, sus mejillas se pusieron rojas y una sonrisa encantadora se formó en su boca, intentó reprimir el indicio de una pequeña risa, pero terminó volviéndose un resoplido gracioso.

— ¿Qué es lo divertido?—Zoro levantó una ceja.

Sanji negó, su risa no había sido de gracia, pero el policía era un neandertal entendiendo las señales. Así que no le explico la razón, su boca se volvió una perfecta "o".

—Esta mañana ha venido Mihawk, ha traído una caja con CD's a guardar, parece que ya no hay espacio en las repisas de Shanks y él se desespera con su desorden.

Zoro pestañeo varias veces.

— ¿Mi padre estuvo aquí?

—Sip. —Meneo los cabellos. —Incluso se ha quedado a ver una película conmigo, es un buen hombre.

Zoro tosió ruidosamente y se pellizco el espacio entre las cejas, incrédulo. —Estas de broma, Sanji, Mihawk detesta las películas, también a la gente. 

El rubio sonrió presumidamente y se encogió de hombros. —Bueno, la compañía perfecta hace a la gente debatir su propia opinión.

Estaba funcionando; hacían cosas de pareja sin considerarse una pareja oficial. Sanji había tenido la oportunidad de inmiscuirse un poco más en su vida y conocer a la gente que conformaba la de Zoro. Y aunque no todos eran agradables como la señora Hina quien estaba visiblemente incomoda con su presencia, o su esposo Smoker, que prefería fingir ceguera y sordera cuando se trataba de él, Sanji había decidido que estaba bien y que no le importaba. Le gustaba Zoro y le gustaba estar con Zoro.

La sorpresa en el rostro del moreno se diluyo lentamente y una pequeña sonrisa se formó en sus comisuras, y Sanji sintió que su corazón se derretía.

— ¿Puedo confesarte algo?  —Zoro asintió. —Después de lo que sucedió entre nosotros y cuando apostaste que no teníamos futuro, por un momento lograste hacerme sentir realmente de esa forma, sin futuro.

La sonrisa de Sanji se volvió apretada.

—Cuando conocí al esposo de mi hermano pensé en cómo hubiera sido haber estado en su lugar, él parecía tan increíble que por un momento me dije que si hubiera sido yo en vez de Ichiji... ¿sabes? ni siquiera tiene caso, porque aun así, un segundo después seguía pensando en ti, estando triste por ti y tan enojado por ti.

La quijada de Zoro se endureció. —Y ahora, después de conocerme, ¿Realmente sigues pensando en que esto valdrá la pena? 

El rubio se perdió en sus ojos nítidos.

Sanji arrimo la silla y se sentó encima de sus piernas, mirándolo con determinación. Zoro le regreso la misma mirada. —Ahora más que nunca.

Pero las comisuras del moreno se descompusieron en una sonrisa torcida que le otorgaba un cierto aire salvaje. —Yo no soy el idealista Sanji, eres tú, que tienes ese lado conmiserar tan arraigado a ti, y no sé si aplaudir que te aferres tan apasionadamente a algo, o considerarlo estúpido.

Los ojos del menor se abrieron enormemente y Zoro bufo, subiendo una mano hacia su rostro, jugando con un mechón de liso cabello. —No malinterpretes mis palabras, me gustas, es solo que me impresionas. —le levantó el mentón con su dedo. —Y no sé si considerarlo bueno o malo.

—Ah, quién sabe—respondió Sanji agarrando con su propia mano la de Zoro, y bajándola hasta que la yema de sus dedos estaba entre sus labios húmedos, mordisqueó levemente mientras que una sonrisa se iba formando en su rostro. —El mundo es una aglomeración de cosas buenas y cosas malas.

—Lo puedes decir solamente porque ahora no duele—acercó su cara a Sanji, colisionando la boca con la suya, fue un choque masivo.

El rubio gimió despacio, subiendo y bajando sus manos por la fuerte espalda del hombre mayor, se apretó contra él poniendo los ojos en blanco cuando sintió la erección moliéndose debajo de sus piernas, empujando por instinto.

Sus bocas se unieron, las lenguas a la deriva y las manos rebeldes apretando toda la carne que les era posible. Zoro tomó posesión de la cintura de Sanji con fuerza, presionándolo contra él, lo miró con los párpados entrecerrados, buscando cínicamente todas las zonas erógenas que podían ser capaces de hacer al otro gritar, recargó la frente en el pecho de Sanji y suspiro repitiendo la misma oración. Cosas buenas y cosas malas.

 

 

 

Notas finales:

Notas: Uy, que horror con esas autoras que tardan meses en actuali....ok, perdón, perdón, he tenido la historia muy abandonada, y realmente tengo ganas de acabarla, eso es seguro. Estoy a nada de tener vacaciones, lo que me da tiempo de dedicarme a escribir los capítulos y no tardarme las eternidades que me tardo, por lo pronto les comparto este nuevo capitulo que sinceramente espero les haya gustado un piquín. Que miedo, aun no reviso completamente los errores, y quiero publicar a esta hora a pesar de que tengo sueño, asi que si ven algo por ahí no se espanten.


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