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Sentimientos por contrato por AcidRain9

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Capítulo 21: Estos cimientos son de más que carne y hueso

Well, since my baby left me
Well, I found a new place to dwell
Well, it's down at the end of Lonely Street
At Heartbreak Hotel
Where I'll be where I get so lonely, baby
Well, I'm so lonely
I get so lonely, I could die

Although it's always crowded
You still can find some room
For broken-hearted lovers
To cry there in the gloom
And be so, where they'll be so lonely, baby
Well, they're so lonely
They'll be so lonely, they could die

Elvis Presley; Heartbreak Hotel

Visito el autoservicio, se cambió la ropa de trabajo por vaqueros de mezclilla y una delgada chaqueta para cubrirse de la humedad que había en el aire. Estaciono el auto en una esquina de la 205 y cerró la puerta maldiciendo al haberle dado un fuerte azotón.

Y todo lo que podía pensar era: «Jodete Sanji, tú y tu renuencia a dejarme explicarte algo que ni siquiera es explicable. Y también me jodo yo, mis justificaciones baratas, mi afecto ambivalente, y tú, tú de nuevo.»

El cielo nocturno era solo una masa, esta vez no había estrellas. Dio la mitad de un paso y estuvo cara a cara con un hombre joven que era mucho más alto que él. Uno de los hermanos de Sanji.

—Deberíamos de sentirnos demasiado seguros, la policía rondando un restaurante de clase media-baja no es algo que se vea todos los días. —mostró una sonrisa sesgada y enterró las manos en las bolsas de su sudadera.

—En realidad si, los establecimientos de alta categoría tienen guardias que costean por propio bolsillo. Y zonas como estas son las que suelen asignarnos por la tasa de delincuencia. Y de nada, nadie va a acechar tus territorios. —dijo sarcásticamente, pero el chico no lo dejo avanzar. — ¿Qué es lo que quieres?

—Oh, gracias sheriff— ironizo acercándose más e interceptándolo. —Y no quiero nada más que hablar, mis hermanos tienen esa fijación— trono los dedos y después bufo. — aunque yo lo llamaría masoquismo, por acercarse a los bastardos y botar a los "buenos". Tal vez sea la chispa lo que incentiva el peligro. —se lamió los labios y río. —Dios, ¿Quién soy yo para culparlos? Me gustan las difíciles.

— ¿Qué carajos quieres? —repitió, incrementando la fuerza de su voz.

—Yonji. —se presentó haciendo una exagerada reverencia, sus movimientos eran bastante forzados, su tono aflautado y medidamente cantarín. —Y simplemente hablarte, estas en mi restaurante, tu viniste aquí por propia cuenta. Solo quería decirte que somos hombres—puso la mano en su mentón. — ¿Es muy exclusivo decir eso, cierto? También se de mujeres terribles. Bien, no le des importancia, me entiendes, el punto es que tomamos y después nos vamos, nos saciamos y desaparecemos. Prometemos el mundo, claro que no lo damos.

—No soy de ese tipo— Zoro frunció el ceño. —Si es lo que tú haces eres un hijo de puta. —se movió, pero Yonji volvió a frustrar su avance. —¿Acaso eres el casamentero de la familia o qué? —preguntó retóricamente.

—No me interesa lo que hagas. No voy a impedirte nada, ni siquiera sé quién eres, pero sea cual sea la cosa que quieras con Sanji, piénsalo de nuevo y si no estás seguro de que es lo que vas a darle, entonces déjaselo claro. No te comprometas a algo si estas dudando. Y si vas a romperle el corazón rómpeselo, si es que puedes, eventualmente se recuperara.

—Gracias por el consejo. — alzo la palma, avanzando hacia el andador donde se localizaba la puerta trasera del restaurante, pero el otro hombre de cabello verde lo detuvo con brusquedad.

— ¿Crees que eres especial? Ha habido otros hombres, hombres geniales, tipos increíbles. Luego estas tú que lo empujas al borde, y él ama sentir la libertad de pararse en el acantilado, pero nadie, nadie —enfatizo. —Gusta de la caída.

—Piérdete y déjame. —se quitó uno a uno los dedos que lo retenían. —Te lo recomiendo. —el chico, contrario a lo que pensó que podría hacer, solo se carcajeo ruidosamente, así que le dedico una mirada apreciativa hasta poder soltar una afirmación. —Estas drogado.

—No. Pero si entrecierro los ojos, podría comenzar a creer que tú eres Beyonce. 

                                                         ;u;

 

Zeff encontró a Niji recostado en el diván, sus gafas de lectura estaban tiradas al igual que un montón de palomitas de maíz, envolturas de chocolates y de chetos, lanzo uno de los cojines en su estómago y lo hizo despertarse.

— ¿Qué te pasa anciano? Mi turno ya termino, no me molestes.

—Recoge toda tu porquería, no quiero animales en mi restaurante.

— ¿Lo dices por mí? — alzo una ceja, luchando con una sonrisa bribona. —Desciendo de un mono, creo, podríamos tener un debate muy interesante sobre eso con peces y anfibios.

—No te hagas el graciosito, y no, aunque debería considerarte un animal, me refiero a que, si tu tiradero atrae una plaga, tú pagaras para deshacernos de ella.

— ¡Que exagerado son ustedes los ancianos, viejo! ¡No son de cristal! —Zeff le lanzo una mirada estranguladora y Niji levanto las palmas. —No voy a arriesgarme a que te quites la pierna y me golpees con ella.

Se encorvo bostezando, ya no estaba Star Wars en la televisión, limpió sus lagañas y miro aburrido.

—"Te creías muy rápido, ¿eh, Morgan? Bang!"

—Oookay, detesto el western, estúpidos vaqueritos o lo que sean. — apago el televisor, recogió los controles, con movimientos flojos e indolentes y los dejo en la repisa, restregó la mano en su frente y dejo salir un suspiro de letargo, empujo las palomitas debajo del sillón y se rasco el vientre, arrastrando los pies de vuelta a su celda.

—Tengo algunas cosas que podrían interesarte. —la voz carrasposa de Zeff lo hizo girar y seguirlo, silbo cuando vio el póster de Janis Joplin saludándolo, se dejó caer en el colchón y miro al viejo sacar de las compuertas de su ropero una pequeña caja de cartón.

Al ver un álbum de fotos, y retratos sueltos de los que una bonita sonrisa rosa y finos tirabuzones dorados asomaban, la garganta se le seco.

—Abuelo, no, no a mí, Sanji y Reiju las querrían, incluso Yonji y hasta Ichiji.

El de cabellos canos recogió una imagen en su mano y la contemplo con calma, Zeff no era un hombre dulce o blando, pero al ver a su hija la mirada le cambiaba; en algunas fotos ella tenía el cabello corto igual a Reiju, pero manteniéndolo en un ondulado bob y no en puntas sobresalientes, la vio sonriente en esa época en que lentamente amueblaban el restaurante, con uniforme de mesera, o del colegio, con la boca abierta recitando una canción con su timbre de tenor suave y delicado.

—Paso sus últimos días preguntando por todos. —la voz le salió cansada, como una guitarra raída por el uso. —Le pidió a Judge que los llevara por lo menos una vez, pero por políticas del hospital ni siquiera Reiju podía entrar.

— ¿A dónde quieres llegar? —Niji sintió terror incluso en las uñas, paso los dedos por sus labios secos. —¿Vas a contarme una historia triste? —estaba hiperventilando. —Si crees que mostrándome fotos de Sora vas a tocarme el alma, pierdes el tiempo. Si estamos así es porque nosotros nos hemos jodido solos, no por ella.

—Ella los quiso a todos, por más que dudes. —Zeff abrió la boca y después la cerro, consciente de lo que estaba por soltar no eran palabras fáciles, emitió un sonido similar a un gruñido ahogado y hablo sin dejar de ver a su hija. —Lo que asecho a tu madre fue psicótico, un trastorno delirante. Paranoia, ella lo camuflo muy bien, apenas y fue perceptible, se confundiría con una depresión. Mi padre no me hablo de cómo advertir algo así, mi madre tampoco por falta de conocimiento y una educación modesta, no supe, no pude. ¿Cómo sabría yo de células, lóbulos, o del poder de la mente? Era un mundo nuevo para mí...— las aletas de su nariz se dilataron, conteniendo la ira y el dolor. —No obtuvo la ayuda que ameritaba hasta que fue evidente la necesidad de neurolépticos, para tu padre ella solo buscaba una manera de pelear, de luchar con él, de retarlo. Él pensó que no estaba enferma, que se justificaba.

Niji miró celosamente los álbumes.

—Pensé que Judge se los explicaría en algún momento, cuando fueran capaces de comprender. No lo hizo, y yo estúpidamente tampoco, en lugar de eso espere que fuera algo de padre a hijos. Tu madre se fue poco a poco, Sora tenía miedo, mucho. Fue mí...—respiro rápidamente, calmándose. —ignorancia, mí...—

—No fuiste tú, iba a pasar porque estaba loca. — los dedos de Niji empezaron a temblar ansiosamente, sintió un escalofrió recorrer su nuca y se levantó tempestivamente, tallándose el rostro. — ¿Qué quieres ahora? Ya sé que mi padre es un puto mentiroso, y ¡Ahora que Sora era una puta loca!

—Te aconsejo bajarle a tu tono conmigo a tu lado, arándano idiota, que no se te olvide que estás hablando de una mujer, y esa mujer es mi hija.

—No soy un caballero. —se burló.

—Tampoco eres una escoria. —le dirigió una mirada oprobiosa, su piel estaba curtida, sus ojos de un gris azulado eran hielo derretido.

— ¡Soy peor! — acoto orgulloso, su voz estaba ahogada. —De nada sirve hablar conmigo de esto. A los muertos no les interesa ser redimidos, pero a los vivos sí, y siempre buscan una forma de enmendar sus errores. —su tono poco a poco perdía el cariz lastimero para volverse agresivo. —Me da lo mismo tu hija, y no necesito estos cuchitriles. —la caja resbalo de la cama y un montón de preciosas sonrisas y ojos inmensos comenzaron a acosarlo, sintió pánico. Las pateo. — Dime algo, ¿Y aun así dejaron que una demente se acercara a mi hermano?, ella siempre estaba pegada a Sanji, siempre, permitieron que una loca se encargara de él. —carraspeo su garganta. —Merecen un premio al mejor padre y al mejor abuelo.

—Todos tienen una versión de ella, mocoso, diferentes. —Zeff vacilo con levantarse. — Tu madre los amo a todos y hasta el último día de vida pensó en cada uno, ella no era ninguna loca, sus ideas estaban sistematizadas, no lo confundas con la esquizofrenia. —toco sus sienes y dejo salir una exhalación. —Sora estaba mal, pero no todo el tiempo, seguía siendo funcional, sin embargo, su mente le jugaba espantosas pasadas y tu hermano era bastante enfermizo durante su niñez. ¡No la culpes por temer perderlo y supeditar las cosas! Percibía de una manera diferente; una simple gripa para ella ya era algo por lo que atormentarse y esperar lo peor. La tristeza la consumió rápidamente por ustedes cinco. ¡Y después el cáncer la ataco! La vida no le alcanzo para culparse por lo que no les pudo dar, lloro hasta que se murió. Lloro pensando en todos. Lloro sabiendo que probablemente nublarían su recuerdo en odio.

— ¿Nosotros enloqueceremos también verdad? — respiro en sus manos, lanzando un grito de frustración, subió las uñas por su cuello. —Reiju, Ichiji, Sanji, Yonji y yo, chiflados como cabras.

— ¡No! ¡Niji, carajo, escúchame!   

                                                               ;u;

 

Lo único que Sanji podía percibir era el rechinido de sus zapatos, el ruido de la tubería mohosa, los sonidos de la alcantarilla que eran similares a un gorjeó y su propia respiración. En la entrada trasera el Baratie no era igual de pintoresco. La farola urbana que un día había sido útil y necesaria, ahora apenas y pestañeaba, un minuto si, dos minutos no.

No era consciente del hombre que lo veía fijamente desde un rincón. Y tal hombre no era otro que Roronoa Zoro que apreciaba el cuerpo lánguido y los labios pálidos en los que un marlboro apagado colgaba con pereza.

Aquella vez en el bar, después, el seis de octubre en su departamento, él no sospecho que los hilarían a tal idempotencia, golpeo la suela de su bota en el suelo sin hacer ruido, dándose cuenta de que no tenía un plan.

Salió del escondite y le quito la bolsa de basura que el rubio sostenía, la lanzo al contenedor. Sanji se erizo y Zoro observo el movimiento de la piel —y las pronunciadas clavículas—, que los primeros botones desabrochados de su camisa negra le dejaban mirar.

— ¿Cómo puedes ver si todo esto esta oscuro?

— ¿Estas tomándome el pelo? Sabes que trabajo y ahora vivo aquí.

Zoro se rasco el cuello. —Encontré a tu hermano. No parecía muy contento de que visitara su restaurante.

—Apenas atiende a unas cuantas mesas y ya siente que es el dueño, quiero que Zeff lo escuche, el imbécil tiene suerte. No hagas caso a nada de lo que él te haya dicho, lleva toda la tarde fumando hierba. —entrecerró los ojos. — Espero no molestes por eso.

—No lo haré porque tienen los gramos considerados legales a su disposición, ¿verdad? — sonrió de lado, al menos había metido a empujones al muchacho que no dejaba de lanzar vituperios y risotadas. Busco en el bolsillo de su chamarra algo, y saco un simpático llavero con la forma de un cactus, se lo arrojo. —Lo vi en la tienda de solo un dólar, me sedujo.

Sanji puso los ojos en blanco y hurgo en sus bolsas traseras mostrándole exactamente la misma figura. —A ambos, por lo visto.

—Las grandes mentes piensan iguales, cejas. — se encogió de hombros, dando un largo resoplido. Sanji lo miro de forma expectante y solo entonces, se aventuró a hablar. —Quería decir que lo siento.

El ojiazul le dio la espalda por un momento, quitándose la red del cabello y desamarrando la pequeña coleta baja. —Pensé que podía repararte. —sus propias palabras lo cercenaron. —También debería disculparme.

—No era tu responsabilidad hacerlo. Soy una mula testaruda, en lo bueno y en lo malo. Las cosas están mejorando para ti, ¿no? Se lo mucho que te importan.

—No estás aquí para hablar de mi familia, no uses ese tono condescendiente conmigo.

—Siempre tan impaciente— sonrió. —Para ti solo he sido un incivilizado desde que me conoces, ¿Hay algo malo con qué intente hacer fluir una conversación? Pensé que podía aquietar tu mente.

—Lo único que harás es que tenga necesidad de enterrarte esto en el ojo—volvió a sacar su llavero, las comisuras de Zoro se volvieron una línea recta, la voz de Sanji perdió la amenaza. —No te entiendo, trato, pero de verdad no puedo.

—Te di tiempo y no volví a insistir con las llamadas. —dijo de manera conciliadora, pero la atmósfera entre ellos era incómodamente tensa, y seguro capaz de ponerlos en rígor mortis si todo seguía continuando igual. — Me dejaste claro que querías estar preparado para enfrentarme.

—Lo sé. —Sanji refuto calmadamente, respirando. —No regresaste. —sus hombros comenzaron a temblar y de pronto se hizo la guerra. — ¿No podías seguir intentándolo? ¡Insistir! ¿Te conformaste y ya?

— ¿Jugar al gato y al ratón? Me habrías echado. ¿Qué hubieras pensado si parecía un acosador siguiéndote a todas partes, pidiéndote por fin hablar?

— ¡Que tenías interés en mí!

—Las pocas veces en que decidiste salir de la cocina fue para decirme que me largara. —apretó la quijada. —No quería pasar tus límites, y tú no me diste disposición a nada.

— ¡No me reclames a mí! Yo no fui el que dijo el nombre de otra persona mientras estaba besándote.

—Me equivoque— Zoro grito, golpeando la tapa del basurero. — ¡Me equivoque! ¡No hace falta que te diga que fui un imbécil porque los dos lo sabemos!

—No solo te equivocaste. —Sanji trastrabillo, meneando los brazos. — ¡Me jodiste! Y ni siquiera se te ocurra decir que me lo advertiste, porque es...—llevo la mano a su boca. —Seguro ella era maravillosa, ¿Qué hiciste para que te dejara? ¿Quién fue?, ¿Qué clase de mierda enferma tenían ustedes dos? — Zoro no respondió, así que el rubio dio una zancada, mirándolo con los ojos acuosos, y su dedo taladrando sobre su pecho. —Regresas pensando que todo va a ser tan fácil después de hacerme sentir tan insignificante, tengo dignidad, idiota.

Zoro molió los dientes. —Sanji. Tú lo sabías. —lo sostuvo de los hombros, pero él trato de apartar la vista. — ¿Qué creí que sería fácil, dices? Es lo último que pensé, nada puede ser fácil cunado ella ha sido mi todo por tanto tiempo.

—No puedo verte sin evitar pensar en que todo lo que deseas, es que yo sea ella. —sus ojos estaban anidados en los profundos párpados, meneo la cabeza agitando los mechones amarillos. —En cada momento.

—Son personas distintas. Todo lo que eres es diferente a Tashigi y así me gusta, pero…

—¿Pero qué?...

—A veces todo me sobrepasa.

Sanji sentó en la banqueta mirando la pared de ladrillo y los posters viejos, se veía derrotado, sumió los hombros y su voz fue desgarradora; porque tenía ese algo que rápidamente se identificaba en una persona que trataba con desespero de camuflar y no flaquear el tono: —Quiero algo solido por primera vez, me canse de no tener títulos, solo diversión y...diversión. Me cansé de eso cuando te conocí y es demasiado raro. La gente anhela la libertad, no tener que rendir cuentas, ser impersonal. Me fascinaba sentir que a pesar de que otros pudieran tocarme, no tenían nada de mí, pero luego se jodio todo eso cuando me interese en ti.

—Tashigi estuvo en mi departamento un día antes — su garganta se atoro, los ojos de Sanji se hicieron más grandes, estuvo a punto de levantarse, pero Zoro lo detuvo. —No hicimos nada, solamente hablamos, hubo un momento en el que ella quiso besarme.

— ¿Ella quiso? No me hagas reír — se burlo ariscamente.

Zoro lo miro con dureza, sabía perfectamente como sonaba, aunque la realidad había sido que Tash salto sobre él, tomo sus manos, y lo hizo creer que entre ellos nada había cambiado, pero cuando sus labios estaban a punto de hacer contacto con esa barra de fresa no pudo hacerlo.

—Le hubiese correspondido, incluso alentado, no lo hice por qué sé que estaba...estoy contigo, si no, sé que habríamos llegado más lejos.

—Lo anhelabas idiota, por eso dijiste su nombre, soy un desahogo, tu peor es nada. No sientes conmigo ni la mitad de cosas que sentías con ella. —hizo una pausa, una sonrisa triste bailaba en sus labios. — ¿Qué hay malo en mí? Estoy creyendo que yo soy el problema.

— ¡No es así! —Zoro se cubrió la cara. —Sanji, sé que no debería de estar aquí, y si alguien más vuelve a decirme que vas a estar bien sin mí probablemente voy a darle un puñetazo en la cara, porque sé que lo estarás. Eres como una cucaracha.

—Vete al carajo imbécil.

—No era una ofensa, todo lo contrario.

Sanji bajo la vista, abrazándose el abdomen. —Estuve a punto de acostarme con mi ex novio solo para probarte que podía superarte

Vio la expresión del moreno cambiar totalmente, abrió la boca para decir algo, pero se quedó en silencio, cuando volvió a hablar trato de enmascarar su molestia, pero su voz era más gruesa. —¿Qué esperas que haga con esa revelación? ¿Reclamarte? Sería un hipócrita, tal vez deberían haber follado para darme una lección.

Había pensado en la posibilidad de Sanji con otro hombre, no en una forma de morbo erótico, ni la contemplación de otras manos, otro cuerpo, otro ser sobre él, dentro de él, pero si como una opción o un camino abierto, tal vez —y de manera egoísta—, solo alguien más siendo capaz de darle la clase de relación que merecía sin tantas complicaciones.

— ¿No lo hiciste? ¿No dormiste con nadie más? —le pregunto.

—No. Le pedí que parara, tal como tú hiciste con ella, la diferencia es que yo lastime a alguien que si quería todo conmigo...— mordió sus labios. —Pero yo no con él. Algo similar a ustedes.

—Tiene poder sobre mí, siempre lo tuvo. — Zoro explico con una expresión vacía. —Ni siquiera se trata de amor ya. Este es el mejor momento para que terminemos todo. Aquí y ahora. Si me voy no volveré a buscarte. Todo depende de lo que digas.

—Seria lo mejor.

Zoro asintió, poniéndose de pie.

—Pero no lo que quiero. — la mano del rubio estaba en su camisa, jalando. —Solo contéstame algo, se sincero, ¿Qué soy para ti?

—No tengo el título que quieres, me siento bien contigo, no me siento preso, tampoco me siento asustado, eres diferente. No te jurare nada, no quiero sentirme bien a costa de ti, quiero sentirme bien junto a ti, siendo consciente de que tú también lo haces.

Sanji se levantó, pegando la espalda de Zoro contra una de las paredes.

—Al menos sabes que no estas enamorado de ella, el amor no es dominio. —recorrió su cara con los nudillos, Roronoa trago saliva; mirando como Sanji era rodeado por pequeños nimbos rutilantes que se creaban por el farol arriba de ellos.

—Hay muchas manifestaciones; entrega, libertad, dominio, respeto, rebeldía, comprensión; es furioso Sanji, y muy brutal. Es ambivalencia, amor y odio. — sus ojos se suavizaron. —Desde que estás conmigo he tenido que rectificar que siento por Tashigi.

—¿Y lo que sientes por mí?

—Es algo absorbente. —Zoro sonrió ladinamente, dándole la vuelta, coaccionando su espalda en la tapa del contenedor, y dibujando una línea imaginaria por su columna vertebral, su nariz recorrió la mandíbula.

Todo era viento, noche y débiles haces de luz, se acomodó entre sus piernas y tomo su cara, solo lo beso, y lo sintió tensarse por el toque, no fueron más que tres segundos cuando fue el mismo Zoro quien se separó, encontrando una expresión que no le gusto.

—No estoy perdonándote. No porque a pesar de haber estado molesto— negó. —Dolido, creo entender que no debería culparte en primer lugar, debería culparme a mí por insistir.

—¿Qué propones? —la garganta de Zoro estaba seca, bajo sus manos poniéndolas cómodamente en las rodillas que escapaban entre las rasgaduras de los pantalones negros del chico. —Suelta el boicot.

—¿Qué sucedió entre ustedes?. —Sanji pregunto vehemente. Eran un dúo complementario, con el mismo pensamiento dicotómico de dar hasta atiborrar o negar hasta hacer una sequía, extremistas, radicales, iguales. 

—He venido aquí para darte la cara y saber que habrá entre tú y yo de ahora en adelante.

— ¿Qué sucedió entre ustedes, Zoro? Tashigi y tú, qué.

—Basta. No querrás oírlo. —su voz era rasposa, levanto la mano y peino suavemente sus cabellos claros. —La curiosidad Sanji, mato al gato.

Sanji retuvo el aire unos momentos, movió el cuello, sintiendo cada vello erizado. —Quiero escucharlo. —El rostro del adulto estaba cubierto por las sombras y sus ojos —lacerantes— inquietantemente dorados, su mandíbula apretada.

La ilusa bacteria retrocedió olvidando que aquellas bacterias que no morían con el antibiótico solamente se hacían más fuertes, el ojiazul trato de acercarse, pero él se apartó.

— ¿De qué sirve?, ¿¡Que podría cambiar?! Tú lo dijiste, es una mierda enferma.

—No te juzgare. —apretó su mano, el propio corazón de Sanji ya estaba acelerado. —Lo juro.

Zoro camino como un león enjaulado, —Cuando te lo diga dejaras de verme de la misma forma, vas a cuestionarte si de verdad quieres seguir con esto. Estuvimos juntos seis años, casados durante cuatro, y eso era... ¡Carajo!

—Estas tratando de seguir adelante, trataste de hacerme sentir cómodo, casi como tu pareja. —sostuvo sus mejillas hablando enfáticamente, jadeo porque Zoro lo detuvo de la cintura, y lo abrazo por la espalda. —Se que no quieres sentirte así por siempre, muéstrame confianza, si me haces saber que soy un apoyo entonces también me harás pensar que estoy tomando la decisión correcta. Quiero estar contigo.

—No lo haré aquí, ven a mi departamento. — sintió su aliento en su sien, y sus dedos sepultándose.

Sanji trago saliva, pero asintió, y comenzó a seguirlo hasta que antes de subir al auto levanto la vista hacia el barandal y vio la luz encendida.

Niji estaba allí con las manos profundamente enterradas en el cabello. Parecía vacío, hueco.

—Dile a Zeff que saldré.

—Aja.

                                                           ;u;

Había algo distinto en la casa, desde la forma de sus pisadas, las de Katakuri graves, resonantes, grandes, a las de Ichiji, sinuosas, cadentes y desapercibidas. Las ondas de ambas pararon y no volvieron a hacer sincronía, por lo menos durante los dos días en los que decidieron quitarse el habla.

Había un punto neón resaltando de la negrura en el cielo que poco a poco perdía su dominio, y aunque Katakuri sabía que lo que sus pulmones querían era el olor de la naturaleza, lo que él les dio fue la humareda de un cigarro, que después de darle dos caladas más, dejo que se consumiera, él no solía fumar hace mucho, nunca lo hizo de manera constante, en su cabeza se dijo: «Solo será un momento».

El insomnio se sentía a pensamientos, si, a reflexiones, congoja, a sonidos que emergían de todo —la carretera, el agitar de las cortinas, las ramas—; a vació e inquietante zozobra, luego, a pesadez en las extremidades hasta culminar otra vez, en el mismo punto neón en el filtro del palito cancerígeno.

El teléfono estaba en su cama después de una llamada de Crocodile, y medio minuto de Smoothie conjunto a diez segundos de Cracker y Pudding en la misma línea.

Estaba descalzo, su torso desnudo y los pantalones desabrochados, pasó la mano por su desordenado cabello granate y después solamente recargo la nariz en la palma, viendo los primeros matices de amarillo aparecer, apunto en dirección del lago en donde Ichiji y él se habían acariciado y sincerado un poco; el enfoque de su relación era otro, cada palabra dicha se volvía misteriosa, abierta a otro significado; ya fuera de desesperación por dinero, de temor a Judge, entrega de amor, de aceptación, o cualquier cosa. El manto ciego en sus ojos era tan grande que parecía carcomería su retina, llevo la mano al entrecejo y apretó fuerte, gruñendo enojado.

Sin culpa no era posible ser redimido, ni una ofrenda de paz cuando se permitía a conciencia plena un actuar que dejaría una repercusión nociva, si se carecía de la disposición a resarcir el daño, entonces solo habría más de lo mismo.

Sin embargo, si hubo un momento en el que parecía estar a nada de ceder, a poco de buscar a su adversario-esposo y decirle que mandaran al demonio todo, otra vez. Regresarían al mismo acuerdo, él le daría protección, se dedicaría a Whole Cake, pero todo lo harían juntos, sin la presión de un reloj de arena.

Pero sus pies —y orgullo— no lo hicieron moverse e infirió que no era momento para una resolución entre ellos, la plétora de pensamientos seguía ahí, sobre todo en las noches en que no pegaba el ojo. Mas cuando su casa, ahora era de ellos.

Para agotar el fuego que seguía quemando todo y haciendo estragos por los errores de los dos, primero tenían que dejar de alimentarlo con gasolina.

Se dio un baño y dejo la habitación encontrando a su esposo en el living sentando sobre la alfombra —y su impulso de querer verlo fue sutilmente saciado—, las manos blancas jugaban con las patas de su gatoel animal estaba demasiado apegado a Ichiji y para el, Katakuri solo era decoración.

Por más que le hubiera gustado sus ojos no se movieron de la imperceptible sonrisa de Ichiji, pues tenía inocencia y tranquilidad, solo calma, y no la sensación de ser un mal experimento y un despojo humano. Al subir por las líneas de su cara, Katakuri encontró sus ojos hundidos e irritados y bolsas moradas en el contorno de las pestañas bajas que le hicieron sentir una contracción en el estómago por esa apariencia tan abatida.

El pelirrojo atrapo la pata de la criatura y bufo con burla, haciendo que Katakuri casi se sintiera renuente a drenar su paz, pero el otro levanto la cara al sentir su presencia, después la volvió a bajar.

—Se llama Milo, no me preguntes la razón, yo sé que es muy ridículo pero no se me ocurrió ningún otro nombre. —refuto consciente de que tenía su atención, lo cargo por las patas delanteras, sonriente, más no de la misma forma que antes, mostrándole el collar dorado de la mascota. —Lo he comprado con el dinero que me has pagado, he comprado algunas otras cosas, mi cuerpo es un buen negocio. Para solamente haberme frotado sobre ti fuiste desmedidamente generoso, eso explica porque mi padre estaba muy contento por el depósito, perder mi virginidad contigo, y seguir intimando ha valido mucho la pena.

Katakuri tuvo que suspirar y acariciar el puente de su nariz. —No debí ofenderte de esa manera, si lo hiciste porque querías o porque te obligo, de todos modos, use la alternativa incorrecta.

— ¿Alternativa? ¡Me trataste como a tu perra!, ¡Como a tu ramera! —ladro, tomando la declaración como algo inverosímil y forzado. —Te casaste conmigo por lastima después de todo, pero lastima va a ser lo último que vas a sentir, Charlotte, créeme.

— ¿Me estas amenazando? —Katakuri parpadeo.

—Advirtiendo.

El mayor negó con la cabeza, manteniendo su ecuanimidad, metió las manos en el bolsillo y hablo:

—Las razones que mencionas fueron un erróneo sentido de omnipotencia y comodidad, en realidad. Aunque déjame decirte que nada se cumplió, no esperaba que fueras tan volátil. Y lastima ya es lo último que siento, lo que tengo por ti es más como una especie de admiración del tipo morbosa, pero prefiero evitar otra discusión.

Ichiji respiro lentamente, evocando —la poca— paciencia que aún tenía, dejo a Milo en el suelo y levanto las palmas, chocándolas con las patas peludas del animal.

Katakuri no dejo de ver aquel gesto.

—Todo fue circunstancial para ti. Ya no importa. Admito que me dolió descubrir el enorme hijo de puta que eres. Pero tengo una casa, dinero, y no estoy con mi padre, eso es suficiente para no odiarte tanto, mas no para facilitarte nada. Si el enemigo se equivoca, no debes de distraerlo.

Katakuri se puso en cuclillas, e Ichiji instintivamente retrocedió, apretando los mofletes, se veía como un niño y Katakuri temió hacer algo horrible, algo malo, algo como acariciarle el cabello: — ¿Es lo único a lo que aspiras? — Eres más, mucho más, se mordió la lengua, bloqueo los pensamientos, queriendo quitarse el apego irracional que sentía hacia el chico. Iban a terminar todo, eventualmente se separarían, no podían estar juntos.

Ichiji negó con la cabeza, pero no dio una explicación, en cambio levanto los ojos, en ellos había recriminación.

—Si te digo que sí, dirás que soy mediocre, y si te digo que no, me preguntaras qué, y yo no sé qué contestarte. — Quería decir que creía tener un propósito, que él le daba eso, sumada a una motivación, que lo hacía sentir...feliz. —No voy a darte una respuesta.

Katakuri asintió e Ichiji evito mirarlo, no quería su magnetismo. Por su bien no podía.

—Haces bien, probablemente es lo mejor.

—Lo mejor para alguien que me trata como si fuera una desagradable furcia. —se levantó, arreglándose el cabello. —Lo único a lo que aspiro por ahora, es a que seas infeliz.

—¿Qué? — Katakuri se detuvo.

Ichiji se percató entonces de que en su palma abierta todavía estaban las marcas del cristal que lo había lastimado.

Katakuri endureció sus facciones y metió la mano en el bolsillo.

Callaron al escuchar suaves golpes en la puerta, anunciándoles el desayuno.

Estaban sentados de extremo a extremo, mirándose en un silencio ubicuo, ojos azules contra ojos rojos. La empleada sirvió la comida, pero antes de retirarse un vaso se tambaleo y cayó al suelo, apenas y salpicando un poco los tobillos de Ichiji.

— ¿¡Es qué no puedes fijarte y ser más cuidadosa maldición¡? —utilizo un tono petulante que la asusto y la hizo limpiar más rápido.

—Cálmate, ha sido un accidente. — la mirada glacial de Katakuri lo increpo, miro a la mujer. —Es suficiente, puedes retirarte, nosotros nos encargaremos si necesitamos algo.

Más silencio.

Más tensión.

Katakuri miro la forma en que Ichiji picoteaba el desayuno de mala manera, apartando la mayor parte y retándolo.

—¿Crees que voy a pedirte que te alimentes?, hazlo si quieres, si deseas morir es tu libre albedrío pero eres más inteligente que eso.

—No soy un suicida potencial.

—Estoy pensando en un posible trastorno histriónico de la personalidad; tengo mis pros y mis contras, como tu egolatría en la que escondes inseguridad, tus insinuaciones sugestivas, o una autoestima tan poco consolidada, pero no encuentro tu lado extrovertido por ningún lado, así que estoy en duda. Lo que casi podría afirmar es tu megalomanía, pero soy un simple hombre de oficina, es mejor que no me hagas caso.

Ichiji lo miro de forma horrible, botando sus cubiertos belicosamente.

Estiro la mano hacia el tazón de moras, agarro todas las que cupieron en su mano enterrándoles los dedos y toscamente se atiborro de ellas. — ¿Aunque te imaginas de la excentricidad de un esposo suicida? No es mi caso, pero serias una sensación. — No conforme con su espectáculo picoteo el desayuno de Katakuri metiendo a su boca el pan y el puré hecho trizas de forma compulsiva y grosera. —Uhm— hizo un gesto adolorido al tragar. —Seguro lo usarías a tu favor, sabes hacerlo. ¡Igual a nuestra luna de miel! — trato de tomar más de lo que estuviera a su alcance hasta que la mano de Katakuri detuvo la suya.

Katakuri se acercó al borde, mirándolo con los ojos fríos. — ¿Mamá te enseño tan malos modales?

—No me enseño nada, ¿y a ti? ¿Papá te enseño a ser tan bastardo?

—Y con creces— respondió amargamente, sosteniendo su mentón y clavándole los ojos. —Deja de actuar como un niño mimado e inmaduro Ichiji.

—No me des órdenes, después de lo que me hiciste solo te puedo ver como a un idiota.

El pelirrojo hizo una mueca, y el moreno creyó que tal vez se estaba ahogando con algún trozo de algo, de mala gana le acerco un vaso de agua y llevo la palma a la boca para respirar con lentitud.

Ichiji limpio su boca de forma brusca con la manga de su suéter. —Y no me sorprende, — hablo con la voz ronca, bebiendo el agua. —Se que eres peor de lo que me has mostrado.

—Te llevare a cenar a las nueve, discutiré una alianza estratégica con un aliado potencial y te quiero a mi lado, vendré a recogerte.

—¿Te arriesgaras a que me comporte de esta forma? —abrió los ojos con desmesura, y después hizo una falsa expresión de pesar antes de susurrar con cierta reticencia. —No me gustaría causar un desaire.

Katakuri toco su labio inferior con el pulgar, quitando un trozo de fruta, el pelirrojo lo palmeo lejos. —No me toques.

—Con gusto. —contesto despectivo, y después afilo los ojos, contestando a la pregunta-amenaza de antes. —Se que eres todo apariencias, y comienzo a creer que soy yo a quien le das lo peor de ti. Pero por si acaso, y si haces algo para ofuscarme, me temo que tendré que castigarte por portarte mal — hablo con naturalidad, haciendo que las mejillas de su esposo enrojecieran y no por un sonrojo amoroso o avergonzado, sino, uno furioso. Katakuri se inclinó cuando sintió unas pequeñas garras rasgar su pantalón, recogió al gato. —No creo que Milo quiera verte comportarte como un estúpido.

—Vete al demonio Katakuri y entrégame a mi gato—aparto la vista, indignado. —Estaré esperándote a las nueve, si tardas iré a dormir y tendrás que llevarte contigo a la primer persona que encuentres.

— ¿Seguro? —levanto una ceja.

Ichiji lo miro molesto, pero aun así sonrió. —¿Qué pasaría si suelto la lengua de más?

Katakuri avanzo un paso, él retrocedió otro. —Firmaste un contrato de confidencialidad, tú debes saberlo.

—Puedo fingir llanto, inventar cosas.

Katakuri avanzo nuevamente, él retrocedió otra vez. —Eso sería demasiado patético, incluso para ti, y de muy mal gusto, ¿no te parece?

El deseo de dominar era algo invasivo, erótico e inexplicable; tal vez incluso perturbador, como un viento devastador que arrancaba todo a su paso y solo dejaba a la luz el carácter depredador que estaba ligado al ser humano, siempre necesitado de más.

Más de todo.

Ichiji sonrío, y sin querer, Katakuri imito el gesto.

—Insinuar entonces, sin ser claro. O si no, simplemente molestar de alguna manera.

Otro paso, otro retroceso.

—Yo que tu no lo haría.

—Puedo...— su espalda choco en el filo de la mesa, no pudo avanzar más y Katakuri lo sumió en su sombra, permitiéndole contemplar una vez más lo alto que era, lo fuerte que era.

—No puedes hacer nada.

—La guerra es sucia y para ganarla se tiene que desprender de algunas cosas. No todos somos guerreros honorables —el sarcasmo se destilo de su boca. —Como tú.

Katakuri bufo, inclinándose hasta poder mirarlo directamente a los ojos, estaban tan cerca que podían olerse, anticiparse, no pensaba besarlo, pero aun así la mano de Ichiji estaba en su pecho tratando de alejar a aquella inmensa montaña de su espacio, no deseaba sentir el contacto de los labios de su esposo, porque sabía que no lo resistirá, lo volvería transparente y temblaría en sus brazos.

—Me enterneces tanto, ma cerise. —su mirada roja era intensa, estremecedora, lo hizo sentir desnudo. —Tanto, ¿en donde esta ese chico que me pedía que entrara en él con tanto fervor?

—No me lo recuerdes, me harás vomitar, tal vez ese es el único talento que tienes.

A Katakuri se le formo una vena en la frente, sus ojos se oscurecieron. —No me hagas reír.

—Podemos reírnos juntos entonces.

—Escucha bien, vas a cuidar esa lengua viperina y fingirás lo bien que marchan las cosas entre tú y yo.  

Se quedaron en la misma posición solo observando hasta que el maullar del gato los volvió a la realidad junto la risa nerviosa de la trabajadora.

—Ehmm, ¿señores Charlotte?...

Voltearon al mismo tiempo, terroríficamente normales.

— ¿Sí?

—El postre ya está listo.

—¿Donas?

—Así es, señor Katakuri.

— ¿Mi café?

—Si, señor Ichiji. —se acercó discretamente a él. —No pude encontrar la impresora de café que me pidió, pero tengo algunos números a los que llamar para...

— ¿Para qué quieres poner un mensaje en tu café si vas a bebértelo? —Katakuri pregunto, interrumpiendo.

Ichiji contorneo sus labios y en ellos podía leer «Para nada útil. Solo que tú vas a pagarla».

Si, había creado a un monstruo.

Notas finales:

Notas de autor:

 

"Ma cerise"; Mi cereza.

Western; Es un género cinematográfico típico del cine estadounidense que se ambienta en el Viejo Oeste.

"Si el enemigo se equivoca, no debes de distraerlo"; La frase original es: "Si el enemigo se equivoca. No lo distraigas" y pertenece a Napoleón Bonaparte

Trastorno histriónico de la personalidad; "Las personas que lo padecen suelen ser bastante demandantes de la atención y la aceptación de los demás, utilizando normalmente la seducción como mecanismo para conseguirlo, asi como poseer la necesidad de ser el centro de atención y altos niveles de egocentrismo. "

Megalomanía; "Trastorno mental que padece la persona que se cree socialmente muy importante, poseedora de enormes riquezas y capaz de hacer grandes cosas. Narcisistas."

Sobre la revelación de Sora. He de aclarar que no estudio medicina ni estoy en una rama parecida, así que los términos médicos los rectifico en google y si alguien piensa que tal cosa es corregible, po favo dígalo sin pena. SOBRE LA PREGUNTA QUE HACE NIJI, he de poner esto: "Hay muy pocas probabilidades que la paranoia sea una enfermedad hereditaria, la mayoría desarrolla esta enfermedad, la cual la causa los factores externos o ambientales", además del hecho de que este trastorno suele presentarse en adultos jóvenes, a ancianos. Sora era especialmente joven, lo cual es muy raro según tengo entendido. Otro punto es que no pienso dentro del fic, hacer sufrir a ninguno de los chicos así, no vayan a preocuparse.

Como siempre, gracias por todo chic()s, me alegro mucho de que el fic les agrade un poco.


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