Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sentimientos por contrato por AcidRain9

[Reviews - 188]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 Capítulo 23: Cuando el diablo se aburre, con el rabo mata moscas

Feel the vibe,
Feel the terror,
Feel the pain,
It's driving me insane.
I can't fake,
For God's sake why am I driving in the wrong lane

Trouble is my middle name.
But in the end I'm not too bad
Can someone tell me if it's wrong to be so mad about you

Are you the fishy wine that will give me a headache in the morning

Or just a dark blue land mine that explode without a decent warning.
Give me all your true hate and I'll translate it in our bed, 

Into never seen passion, never seen passion
That is why I am so mad about you

Mad about you,
Mad

Trouble is your middle name.

Hooverphonic; Mad about you

Su cuerpo sentía la irremediable necesidad de acostarse con él, no como un acto físico en sí, sino algo más allá de lo metafísico, era una clase de intimidad que no se conseguía solamente con el sexo, y que solo quienes eran muy afortunados, también tenían.

La frazada estaba en sus rodillas y él miraba el maduro rostro de Zoro con curiosidad. Deslizo el dedo anular por el contorno de su cara acariciándolo con suavidad.

Sabía que no estaba durmiendo, pero era muy callado, con tranquilidad se situó encima de él, admirándole.

—Odio tener que complicar las cosas, Sanji—abrió los ojos cafés de pronto, los mechones rubios le hacían cosquillas en el rostro, se enderezo pasando la mano por su cabello corto y haciéndolo para atrás, el ojiazul puso la mano en su cara y él la atrapo, sonriendo en una mueca ladina. —Soy más negro que blanco, y me enferma tener que repetirte la misma letanía siempre. Pero si algo es cierto, es que no deseo herirte.

Sanji pego la frente en la suya. —Yo tampoco se querer apropiadamente Zoro, esto es todo lo que tengo, es todo lo que soy y todo lo que te estoy dando.

—Está bien. — él respiro lentamente llevando las manos a la cadera del rubio quien se flexiono, su aliento estaba muy cerca de su boca.

— ¿Quieres café, marimo?

—Por favor.

Salió de la cama, los dos estaban totalmente vestidos revelando que efectivamente, nada carnal había sucedido en esa habitación, tomo una de las sudaderas y se la coloco, abrió las cortinas y respiro el aire de un nuevo día. No eran perfectos, no iban a actuar correctamente solo porque moralmente, tenían que hacerlo, eran humanos, estaban equivocados y eran necios, solo eran hombres llenos de defectos. Y, aun así, podía sentir un cambio en su relación, algo mínimo que apenas y la hacía diferente a lo que habían sido ayer, pero que estaba latente en alguna parte.

Se estremeció al sentir el aliento frio y el cuerpo enorme detrás de él, el matiz ronco y los labios presionándose en su hombro. —Por cierto, buenos días. — la mano se posiciono en su espalda y después en sus omóplatos, haciéndolo apretar la quijada y cerrar los ojos.

Zoro rozo su cintura y dejo caer el mentón perezosamente en el hueco de su clavícula, miro por la ventana.

Transcurrieron pocos minutos que fueron suficientes para hacer que el policía se percatara de la tensión que irradiaba el joven debajo de él, su mirada se enfocó entonces en Tsuru que caminaba asustada, su nieta la persiguió y la llevo a alguna parte de la zona industrial, Sanji las observaba fijamente, él le aparto el cabello del cuello y hablo con voz profunda y queda. —El tiempo corrompe todo, eso es la vida. Esa es la verdadera función, cuando acaba la obra principal y se baja el telón, hasta los protagonistas se vuelven extras. —deslizo las manos por sus antebrazos, volteándolo, las cortinas se hondearon. —Por eso tienes que ser egoísta a veces.

Sanji inspecciono los gabinetes de la alacena igual que la primera vez que había estado en ese departamento, solo que ahora si había contenido que comprobara que el habitante, a duras penas, pero se preocupaba por su salud. Preparo un desayuno sencillo y se sentaron a comerlo juntos.

El moreno daba grandes bocados llenos de hambre y como un niño, hacia escandalo innecesario con los cubiertos hasta que se percató de que Sanji lo miraba profundamente, así que levanto los ojos y trago el bocado.

—Te mentiría si te dijera que me molesta ser devorado con la mirada. —se estiro perezosamente y se rasco el abdomen, revelando su perfecta y bien formada musculatura. —Pero tu mirada no es de ese tipo.

—No voy a comprenderla. —Sanji susurro. —No me pondré en su lugar ni pensare tratando de estar en sus zapatos. Lo cual me es difícil teniendo en cuenta que tengo cierta predilección hacia el sexo femenino, pero ella solamente no me gusta. — pincho un nugget. —No necesariamente por haber estado contigo, sino porque era cruel.

—Si alguien debería de tener resentimientos, en realidad soy yo. —él respondió con tranquilidad. —Y no me victimices, odio eso.

Sanji tomo un nuevo nugget. —No me importa. Eso es una relación.

Zoro formo una sonrisa torcida, levantando su tenedor. — ¿Volvernos las Mean Girls?

—No eres cool, anciano. —pateo su tobillo debajo de la mesa. —Me refiero a que admito lo que tú no puedes admitir.

—Y tú, tampoco eres cool al acusarme de no serlo. —dijo sardónicamente, flexionándose de hombros. —Y Sanji. —fue serio. —Si lo comprendo.

— ¿Si comprendes qué?

—Más de lo que piensas. —alzo nuevamente la mirada. —Y sé que te lo preguntas. Como un hombre puede aferrarse tanto a su miseria, pero te aseguro que es parte de algo que ya está arraigado a nosotros, si no fuera ese el caso, yo no habría prolongado tanto esta...—dudo buscando las palabras. —Situación con ella. Y tú, no estarías aquí conmigo. — se levantó para abrir el frigorífico y sacar una botella de agua.

Sanji se quedó abstracto en su mutismo con los ojos encajadas en el televisor. Todavía seguía alerta y esperaba escuchar el nombre de ella salir de su boca en el más horrible de los casos; pero Tashigi no era un fantasma, era un ser de carne y hueso, lo peor era tratar de entender que era lo que había llevado a Zoro a seguir amándola. —O algo remotamente similar a eso—, o tal vez lo peor era que él lo aceptaba.

—Es mi turno. — Zoro abrió la tapa. —Quiero saber en realidad porqué yo. Eres inteligente, eres atractivo y evidentemente. —levanto la botella. —Afirmo que se, que tienes idea de cómo se maneja a un hombre, eso es lo que se llama, ¿capital erótico? Si tienes todo eso, ¿Qué haces con un hombre que hace que hasta lo más simple sea difícil?

—Tengo una mala fama. —admitió. —Una pésima fama que yo me gane a pulso. Pero no soy tan calculador, no he salido con nadie por cuestión de intereses. —suspiro. —Solamente una de mis relaciones, una modestamente seria, fue motivo para hacer feliz a mi padre, no por que pensara que había encontrado a la persona correcta, sino porque tiene un sexto sentido para identificar el tamaño de la billetera de otros en un abrir y cerrar de ojos.

Zoro asintió, él le había explicado su situación, y que, pese a su apellido, su familia estaba más cerca de la línea de perderlo todo en lugar de ser la típica imagen de ricos sonrientes y saludables.

—Y créeme que hacerlo feliz jamás fue parte de la ecuación. Respondiendo a tu segunda pregunta, no tengo idea de nada y soy espontaneo. Actuó simplemente por cómo me siento con la persona y esto. —dijo enfáticamente. —Es nuevo para mí. Me gustas. Mucho. Ya sea tener sexo contigo, que me hagas esas cosas raras con los dedos. —Zoro puso la mano en la cara, ese muchacho no conocía lo que era tener tacto. —Charlar sobre banalidades, o fingir que me interesa el béisbol solo para sentarme el sofá a tu lado —hizo que Zoro se sonrojara. — ¿Acaso quieres que te lo explique con peras y manzanas? El quererte significa que hay una posibilidad de destruirme, pero no estar contigo significa eventualmente, si me voy a destruir.

—El tiempo va a...

— ¿Ayudarme como a ti te ayudo?

La puerta se abrió bruscamente y vieron a Ace entrando por ella.

¿Por qué nunca había recogido el juego de llaves que estaba en manos de los Phoenix?

Ah sí, era porque Ace y Marco se preocupaban por él.

El pecoso tenía una bolsa azul marina que dejo en el sofá. —Vine a dejarte algunas cosas. —sonrió tratando de no verse incómodo y alzo la palma. —Hey, Sanji, tiempo sin verte.

— ¡Ace! —el rubio se levantó sonriendo genuinamente y lo envolvió en sus brazos.

—Pensé que no volveríamos a verte por aquí.

— ¿Le contaste? — Sanji volteo hacia Zoro.

—Se llama intuición querido, ese hombre no me contó nada, es una maldita piedra. Si quieres que alguien tenga paciencia con él dile a Marco o a sus padres — acepto el abrazo. —Yo cumplo mi función de decirle que es un idiota, pese a que no me escuche. Y tú, bueno, eres el persistente. —Zoro lo quería matar con la mirada.

—Por eso Izo me caía mejor— Mintió, a pesar de que Ace sabía que mentía. Izo —la antigua pareja de Marco hace muchísimos siglos atrás— tenia bonito cabello y por lo menos se reía de sus bromas malas.

— Entre malos bromistas se entienden. —Ace le dio una palmada en el pecho.

....;...

—Así que regresaste, eso es tener pantalones. —Ace se rio agitando la ceniza de su cigarro, estaban sentados en el corredor de los departamentos mirando la noche —Te hablo de ella, ¿no es cierto?

Sanji asintió. —No pensé que fuera algo tan complejo, incluso me sentía infantil por estar molesto, pero ella fue importante. —recargo la cabeza en la pared. —Es importante.

— ¿Retrocederás si es necesario?

— ¿Crees que no puedo con esto? — fumo.

—Creo que puedes, lo creo por el hecho de que él es un mejor hombre cuando está contigo, me entristecí cuando no te vi más por aquí, pero te entendí, el derecho de irte es tuyo, apenas cumplirás los veinte, eres muy joven, a esa edad yo no ame a nadie y nadie me amo, es difícil tener los pies en la tierra cuando eres joven.

Sanji alzo una ceja. —Me hacen sentir culpable a mí y ustedes son los que se la pasaban a lo grande, a lo mucho son mayores que yo por diez años y aun si me tratan como a un niño. No soy un niño, Ace.

Ace se carcajeo acentuando el montón de pecas en su piel trigueña. —Ah, querido jovencito, tus fiestecitas no son nada con lo que fueron las nuestras, mientras mami te daba la mano para pedir dulce o truco, la ciudad era nuestra. —se quejó con fuerza cuando Sanji le dio un empujón. 

— ¡Que dramático eres! —el rubio lo agarro de las mejillas estirándolas malévolamente. — ¿Y por qué pareces de veinte años mientras te quejas y exageras como si fueras un anciano? —frunció el ceño. — ¡¿Y por qué tu piel es tan suave?! ¡Es más suave que la mía! ¿Y te atreves a hacer el comparativo?

—Fuera manos, fuera manos maleducado.

.....;.....

Probablemente la vida sería magníficamente simple si todo pudiera arreglarse con disculpas, o con sexo, la vida seria de hecho, mejor. Pero no lo era.

Katakuri se encontraba leyendo el periódico sin estar realmente leyéndolo, entro a la cocina y se encontró con la joven ama de llaves cortando frutas.

— ¿En dónde está Ichiji? —pregunto con una inquietante tranquilidad que hizo a la muchacha turbarse y sentir un leve picor en la piel.

El matrimonio Charlotte dejaba con esa sensación de morbo y excitación por igual, eran electrizantes y pasionales en su extraña y sombría forma de serlo, si algo implicaba a ese dúo, tendría efectos colaterales para el resto.

Nerviosamente paso las manos por el delantal. —Sigue en su habitación, señor Charlotte, no la ha dejado ni un solo momento.

— ¿Ha desayunado? —levanto una ceja.

—Como nunca. —admitió y señalo la charola que contenía un emparedado, jugo de naranja y moras frescas. —Me pidió que le enviara esto, y no solo eso, creo que está enfermo, probablemente esta resfriado, en estas fechas por más imposible que pareciera el clima es peor. Bien decía mi madre que los que nos quedábamos en esta ciudad era por que amamos sufrir.

Se calló de repente, asustada de como el hombre pudiera tomar su comentario.

—Ciudad de masoquistas ¿eh?, es un curioso apodo. —Katakuri murmuro sosteniendo la charola. — ¿Te pidió algo más?

—Me dijo que le llevara una pastilla para el dolor muscular.

—Me encargare yo, gracias.

No llamo a la puerta, mentiría si dijera que no quería encontrarlo en una especie de in fraganti, Milo, que estaba más redondo que hace unos días aprovecho para caminar entre sus piernas, saltar a un lado de su dueño y acomodarse en su estómago.

Los dos parpadearon solo por algunos segundos, el pelirrojo estaba en la cama con una sábana sobre las piernas y un sándwich a punto de terminarse en la boca.

—Sobreviviste— saludo escuetamente.

Ichiji dejo el emparedado en el plato y se limpió las comisuras elegantemente, aclarándose la garganta para hablar. — No seas exagerado. —le regaño.

—Esto es para ti. —levanto la tableta de pastillas. —Espero que el ibuprofeno te ayude.

—Si.

Con eso terminaron.

Él dejo la comida en la repisa e Ichiji se recostó dándole la espalda.

Así pasaron casi tres semanas, con pasos silenciosos, saludos simples, batallas de día, terrores de noche. Pronto fue que Ichiji se enteró —Por Perospero, quien visitaba la casa y hablaba fuerte y pomposamente— que Galley-La se había dejado caer.

Entre el mejor vino, amigos de años y paredes que contaban un millar de historias, abandonaron su nombre y acordaron con tristeza, se harían de uno nuevo. Paulie y Lucci seguirían con los cargos que años de trabajo y estudios, los hicieron acreedores.

Crocodile tampoco se había ido, él seguía rumiando por ahí —con sus trajes impecablemente confeccionados y su olor a cigarro fino—, mirándolo con incomprensión, que él tácitamente, decidía fingir ignorar, pero el abogado se relajaba suspirando como si supiera que tarde o temprano, iría a flaquear.

A Linlin la había visto solo una vez en los pasillos de Whole Cake caminando a lado de la guapa Stussy que trataba de seguirle el paso sin tropezar en sus gigantescas zapatillas, Linlin paso de largo ignorándolo cual cosa pusilánime e insignificante. Y la universidad era tan normal como debería de serlo para un chico en su condición, escuchaba y cumplía, faltaba, asistía, asistía, faltaba.

Y su padre por otra parte estaba fuera de satélite, Niji le dijo que había domiciliado su colegiatura para pagar de manera automática sin tener que verle la cara. Y que tampoco iba a darle ni medio centavo de más para su disposición.

Pero si alguien preguntaba que hacían los hijos de Judge trabajando en un restaurante, él decía orgulloso mentiras sobre cómo estaba haciéndolos más responsables y conscientes de su entorno de esa forma.

La rapidez de todo era increíble.

Y ellos seguían cometiendo los mismos errores.

Ichiji tenía la espalda sobre la mesa y las piernas enredadas en su cadera—el dormitorio era el sitio más personal de una casa, por lo tanto, era lugar prohibido, el dormitorio era, en cortas palabras, para la gente que estaba dispuesta a dormir y amanecer junta—, todos los papeles estaban en el suelo, —Cosas importantes que mantienen a Katakuri ocupado, era la forma en que Ichiji llamaba a los formatos— su esposo coloco el pulgar en su boca y él lo succiono, sofocándose y cimbrando por cada estocada.

—Apriétame, pon tus manos en mí, tú quieres hacerlo y yo quiero sentirlo— pidió con los ojos acuosos, retorciéndose cuando su cuello y su garganta cosquillaron por la fuerza ejercida, era más que la fantasía psíquica de otorgarle el control de su vida a quien amaba, o el regocijo que crecía en su pecho y lo hacía sentirse cual pavorreal escucharlo susurrar mientras lo penetraba que lo hacía sentir tan bien.

Estaban mimetizados juntos, cada que uno exhalaba, el otro lo sentía.

Era raro para Ichiji inferir que las cacofonías creadas por sus carnes ya eran algo familiar para él. Un fuerte chap que ya no lo tenía avergonzado como las primeras veces en que iniciaba la fricción, ahora era natural dar placer con su cuerpo y recibir el mismo placer. O el hormigueo proveniente de ver un rostro duro y varonil al tener un orgasmo. Por él.

La madera crujió debajo de sus pesos, Katakuri presiono con más intensidad su yugular, como se lo había pedido, y la palpitante vena azul hasta que su vista comenzó a desenfocarse y el vientre le hervía de sentirlo entrando y saliendo de manera irregular.

Uno.

Su mente se obnubilaba mientras perdía el oxígeno, y era tan malditamente bueno que hasta su sangre vibraba, sus dedos se torcieron en el fibroso pecho de su esposo. Su vista se cortaba como si prendieran y apagaran un foco y quería alzar las manos y tocarle la cara; él era hermoso con todas esas imperfecciones, o sus cicatrices, no podía ser humano y por eso, detrás de la piel y los huesos, era su monstruo.

Dos.

Katakuri quito el cabello mojado y enmarañado de su cara, no lo dejaba de mirar mientras se quedaba sin aire por la estrangulación y la profunda penetración.

Tres.

Su corazón volvía a un ritmo normal.

Respiro de nuevo en la boca de Katakuri, dando una bocanada desesperada y subsanando el desmedido clímax. Ichiji tenía propensión a los límites, por eso mientras sus manos estaban alrededor de su cuello impidiéndole el aire, lo miraba, queriendo transmitirle las palabras con los ojos; Yo confió en ti, confió más de lo que confió en mí.

Katakuri suspiro y hecho la cabeza hacia atrás, apretando sus muslos, pero no era suficiente y eso creaba un fuero interno para aquel hombre, porque Brook le había asegurado que la lascivia eventualmente se acababa, pero todavía quería obtener más de él.

En el código —secreto— del bastardo, todo terminaba con la primera noche de unión, o en su defecto, después de repetidos encuentros, y es que se iniciaba como una inmensa ansia de posesión, curiosidad y placer a obtener para poder llegar al desinterés. Pero el desinterés no llegaba, ni siquiera al venirse en su interior, de hecho, aumentaba, y si no había prestado atención durante aquellas noches de calma falsa, ahora se preguntaba por las caras que hacia al despertar, el lugar de la cama que prefería, o si por asomo, roncaba.

Por eso odiaba a Brook. Pero no era culpa del músico que él no tomara la importancia debida de sus palabras completas; la conexión del cuerpo era letal, pero cuerpo y alma, todavía más.

 

Con un semblante irritado Katakuri sabía que algunas personas eran capaces de provocarle enormes jaquecas, caminaba con las manos en los bolsillos, y la bufanda resguardaba recelosa y burlona los besos y las mordidas que eran su secreto.

No puedes estar usando una colección pasada, Valentine, eso hace que te veas ba-ra-ta. —Flampe frunció el ceño y tomo la mano de su amiga.

Cuando vio a su hermano cruzar las rejas, su rostro se ilumino, le cortó el paso y dio una vuelta frente a él para mostrarle su pequeño vestido rojo.

Su amiga vestía el mismo modelo, pero en color amarillo y con un estampado de limones.

— ¿Cómo me veo? —freno rápidamente y se colgó de su musculoso brazo. — ¡Casi no estás aquí! Estoy tan contenta de verte— beso sonoramente su mejilla. — ¿Cómo esta Ichi?, ¿Por qué no ha venido contigo? —hizo un puchero infantil. —Es un chico malo, un chico malo, no quiere venir a jugar con nosotras. Buu. —vio a su amiga rubia con superioridad. —Cuando sea adulta voy a casarme con un hombre como Katakuri. —dijo con ahínco.

La otra chiquilla lo miro sonriendo. —Flam, había escuchado sobre el complejo de Edipto, pero esto es nuevo. — inflo una goma de mascar y la reventó en sus labios, para lamerlos sugestivamente.

Probablemente en algunos años sería una influencer, saldría con un hombre rico y se operaria los senos.

Cuando las niñas empezaron a discutir fue que se alejó, pero rápidamente se percató que ellas estaban cual pequeños pollos, detrás de él.

— ¿Esta madre en su estudio?

— ¿Ah? —Flampe parpadeo inocentemente.

—No, ella no está aquí, pidió un auto y se fue. —tomo la mano de Katakuri, quien a regañadientes no se soltó y la dejo llevarlo al jardín.

Oven se acercó y le dio una fuerte palmada, tenía una horrible camisa hawaiana desabotonada y cadenas de oro alrededor del cuello, así como un enorme rolex dorado que hipnotizaba a la niña que acompañaba a su hermana.

—Hombre, ¿Qué te ha tenido tan ocupado para no venir a la casa de tu familia?

—Trabajar Oven —se encogió de hombros, básicamente diciendo "Cosa que tú no haces".

—Trabajar. —él itero con palabras cantarinas. —Y adivino que estas aquí para decirle a madre alguna parlanchineria que tenga que ver con Galley-La. Ya está, ella ya sabe que metiste a la confitería inglesa en nuestra boca.

—Fue ella quien me llamo a mí para encontrarnos. —hizo una mueca. —No te has presentado al trabajo, y no he escuchado nada de Daifuku, ¿tienen planes conjuntos o algo?

— ¿Cómo va tu asunto con el hijo Vinsmoke? —sonrió guasón. —Más importante, trato es trato, hermano. — su voz salió en una frase tergiversada y hasta molesta, recordándole que, para irse, él tenía que ceder la mayor parte de lo que Kaido había dejado en su nombre. Alzo bruscamente la mano en donde tenía un chardonnay con hielo. —El buen Daifuku es una figura fantasma aquí, solo se aparece cuando necesita dinero o está metido en algún problema.

—Igual que tú.

— ¿Quieres algo de beber? — Flampe pregunto sonriendo y agitando su refresco de botella de vidrio, él negó con la cabeza.

—Si madre no está aquí entonces me voy, supongo que quería indagar en la compra de Galley-La, y para eso era su llamada.

—Es una lástima que por cuestión de tecnicismos no podamos deshacernos tan fácilmente de la gente que venía con la compañía, habrá que acomodar muchas cosas desde ahora. —Oven chisto la boca. —Estos días no puedes hacer rodar cabezas sin que te hagan mil cuestiones por ello.

—Muchas de las personas que vinieron con Galley-La son demasiado profesionales, es positivo contar con ellos.

Oven hizo un sonido que mostraba su desacuerdo y agarro otra de las bebidas con una simpática sombrilla verde.

—Deberías medirte. —Katakuri aconsejo mirando el vaso.

Había enviado distintos fax para que él viera una opción en donde poder rehabilitarse. Nunca contestaba ninguno y siempre evadía el tema, las veces en que decidía abordar aquella conversación de forma física, tampoco eran muy agradables.

—Algún día, hermano, algún día, Suiza tiene un buen clima para unas gratas vacaciones. —adivino sus pensamientos. —Pero mientras tanto ¡nadie se libra de mí! —enfatizo riendo, las mujeres levantaron sus tragos y lo acompañaron.

La casa olía a parrillada, había mujeres en bikinis diminutos disimulando que morían de frio, labios grasosos y carcajadas escandalosas, no necesitaba preguntar para saber que algunas eran strippers para alegrarle el día a los buitres que jugaban ping pong y se quejaban de la política. A lo lejos vio a Pudding hablando con un grupo de chicas escuálidas que tenían miedo de ganar calorías por respirar, y también a Stussy debajo de un árbol que la cubría con su sombra lijándose las uñas, vestida como una reina de época con su tanga de lunares y su brassiere verde pistache, usaba gafas enormes y sus labios rojos esbozaron una sonrisa felina al verlo.

Oven puso una mano en su hombro, señalando a alguna de las chicas. —Ve y diviértete con una de esas linduras. —le guiño un ojo a una pelirroja muy hermosa para que caminara hacia ellos.

Ella tenía ojos azules y piel blanca, se colocó detrás de él y trato de abrir su camisa abrazándole y rasguñándole el pecho con sus larguísimas uñas. — ¿Me llevas a otro lugar? — Katakuri tomo su muñeca con suavidad.

—Soy la opción equivocada. —dijo mandándole una mirada de advertencia a su hermano. —Créeme, te aburrirías teniéndome de compañía.

—Lo siento. —sus mejillas se tornaron rojas. —Yo creí que...—hizo una mueca. —Lo siento.

Oven bufo. — Nada de pelirrojas, entendido, ¿qué tal esa pasante rubia? —hizo un mal gesto para sí mismo. — ¿O los mellizos de ahí? —señalo a una chica y un chico castaños. Son modelos, la mujer fue portada de Vogue España. —alzo una ceja. —Katakuri, eres un hijo de puta y no conoces de valores, reconcíliate con la bella vita, hombre.

Él se quitó la pesada mano del hombro, mirándolo sin gracia —Solo dile a nuestra madre que estuve aquí. —una gota cayó en su nariz, así que levanto la mirada y escucho a muchos maldecir, y a las mujeres cuidar sus laboriosos peinados con sus sombreros gigantes.

El poco sol se ocultó detrás de una sombra gris.

—Dudo que estas pequeñas señoritas dejen de mencionar tu presencia—Oven señalo a Flampe y Valentine, quienes se rieron con dulzura y chillaron al mismo tiempo pidiéndole que se quedara.

Katakuri se giró, pero escucho a su hermano susurrar. — ¿Realmente Katakuri? Un crio pudiendo ganarle a este panorama, siempre he dicho que los más callados y comportados, son los mejores a la hora de...

Flampe vio una vena en el cuello de Katakuri, y Valentine tomo su mano, retrocediendo.

—Hay niñas aquí Oven, deberías de tener un poco de decencia.

Oven era el único que no percibía el peligro. —Tengo curiosidad hermano, y alimentar la curiosidad no es pecado. ¿La vida marital te es tan satisfactoria que te ha orillado a ser fiel?, ¿Es bueno meneándose?, —él comenzó a reírse con las mejillas coloradas por el alcohol, levanto su copa y volvió a darle un trago, hizo un sonido de satisfacción pese al ardor. —El otro día en ese canal para adultos estaba un pelirrojo, bonita cadera, ese peinado simpático, ya sabes, —pauso para beber de nuevo. —sí, no estaba mal, por un momento pensé que era tu pelirrojo, luego grité, a esto de sacármela. ¡Puta madre, sí que estoy borracho!

Los hombres estallaron en risa, burlándose del hijo del viejo lobo al que muchos tanto detestaban.

—Caballeros, no se burlen de mi cuñado, por favor, es un chico de sociedad, tengan respeto. —se tambaleo gesticulando con las manos. —Shiissh señores, shiish. —giro la cabeza. —Mejor cuéntenos Trébol, ¿Qué paso con ese negocio del petróleo que tanto nos mencionó?, ¿o Diamante, que paso con...

El sonido de algo cayendo a la piscina hizo que las personas que estaban lejos voltearan y algunas lanzaran un grito de sorpresa. No fue tanto el ruido de Oven estrellándose en el agua, sino el del puño de Katakuri impactándose en su mejilla.

Flampe se tapó la boca con las manos.

Un enorme Oven estaba en la piscina dando bocanadas de aire para salir, el tabique de su nariz parecía quebrado y había escupido más de un diente.

Katakuri se agacho hasta quedar a su estatura, lo agarro de la nuca y hundió su cabeza en el agua.

—Necesitamos una forma de bajarte las copas de más. —rastrillo con voz baja pero profunda, sacándolo de la piscina y arrojándolo a la orilla para que respirara, en donde el hombre, morado de estar sin aire comenzó a escupir agua y jadear frenéticamente. —Deberías dejar de beber e ir a dormir, sería muy penoso verte resbalar otra vez. No hagamos una escena.

— ¿Qué carajos Katakuri? —gruño presionándose la cara del dolor.

Katakuri agarro una de las bolsas de hielo que estaban a lado de las botellas y un trapo, con el que la cubrió, se la entregó a Oven para que presionara el golpe.

—Te dije que, si lo hacías otra vez, esto pasaría, ¿sí o no? —hizo énfasis hasta que Oven tuvo que asentir, agarro su mentón y susurro en su oído para que solo él tuviera el placer de escucharlo. —Me importa una mierda en quien pienses para masturbaste en casa, pero si tienes el valor, no, cinismo para decírmelo y burlarte de él conmigo aquí, tú y yo tendremos un problema y dejaremos de estar en el mismo equipo, pon tu maldita vida en orden de una vez Oven. — le dio una dura palmada en la cara. —Y aprende, maldita sea, a que voy a responder por él ante cada mierda que digas. —sacudió la sangre de su mano. —Y no seré agradable. —miro fijamente a los otros hombres que habían dejado de reír. —Y ustedes señores, ¿tienen algo que opinar?

Recibió lo que espero de aquellos cobardes, solo silencio.

—Te está manipulando, se quién es. —Oven era menos razonable.

— ¿Quién es?

Oven siguió agarrándose la nariz y quejándose, su voz era nasal e hizo un esfuerzo por bufar pese a que su mandíbula le dolía y era insoportable. — ¿Qué quién es? — se levantó iracundo. — ¡Un oportunista, obviamente!, como todas estas perras, como la perra que estuvo casada conmigo. Dale dinero y te va a mover el rabo y lamerte la cara a lengüetazos, o a mamártela en el mejor de los casos.

Katakuri hizo la mano hacia atrás en un movimiento letal que dejo a todos con el aliento cortado, él era consciente de la fuerza con la que iría ese nuevo puñetazo, que se entregaría si piedad, podía ver las chispas en las pupilas de los ojos azules de su hermano, pero antes de ir firme, una mano pequeña y elegante agarro su brazo.

—Cariño es suficiente, no vale la pena. —Stussy lo miraba preocupada.

— ¿Yo no valgo la pena? —reclamo adolorido sin dejar de tocarse la cara, cuando sus hermanas se enterarán de lo que estaba diciendo, le lloverían reclamos, pero por lo mientras podía despotricar cuanto quisiera —Quien no vale la pena es ese mocoso. Y te lo advertí, te dije, diviértete, pero no te involucres. Al final es el tiempo quien va a darme la razón, si no me la ha dado ya.

Katakuri avanzo un paso.

Stussy tomo su mano y la apretó.

—No sé qué este haciendo, Katakuri, pero lo sabes ¿no?, no puedes darlo todo por alguien. No debes, las consecuencias no son buenas; estás perdiendo el equilibrio, él usa artimañas contigo. —a este paso, la disputa familiar parecía tener un trasfondo más profundo, Stussy le grito por que se callara, y puso la mano en el pecho de su ex amante. —En esa familia todos son lobos hambrientos, ni uno se debe de salvar. Un trasero atractivo no es excusa para irte a la mierda.

Katakuri adquirió una postura más relajada, Stussy se veía más calmada, pero lanzo un chillido horrorizado cuando él soltó un golpe capaz de derribar a Oven sin contemplación, quien en el suelo se retorcía de dolor, lo levanto por el cuello de la camisa y lo estrello en uno de los pilares, sin soltarlo. — Estoy seguro de que escuche mal, porque sé que eres lo mínimamente inteligente para saber que no estoy dándote una segunda oportunidad. —su voz filtraba ira enmascarada. — ¿Escuche mal, verdad Oven? —asintió carraspeando los dientes del enojo. —Desde ahora no te molestes ni en darle los buenos días, no te preocupes por la grosería, te aseguro que ni siquiera lo notara. Pero yo si lo haré. —apretó los nudillos cerca de su garganta. —Yo si lo haré, si te diriges a él o hablas sobre él, lo notare y te jodere. —repitió lentamente, soltándolo, quiso irse por fin, pero no evito volver a mirarlo. —Necesitas ayuda, no vas a seguir así.

— ¡Vivo a mi manera! — Oven gruño, deformando el ceño y escupiendo sangre. —A mi manera, ¿entiendes?, intentaste una vez encerrarme en una de esas mierdas, pero solo muerto me sacaras de este estilo. ¿¡Me estas escuchando Katakuri?! —Comenzó a toser— ¡Señores, por favor sigan disfrutando, que están en su casa y esto era parte del show! ¡Así somos los Charlotte!

El levanto la palma, ignorándolo.

—Katakuri...

Miro a su hermana menor estrictamente y ella tembló. —Te voy a llevar con Galette, trae tus cosas ahora mismo.

— ¿Qué? ¡No!. — se escandalizo mirando a su amiga que estaba bastante asustada. — ¡Nos haremos manicure por la tarde! Además, iremos al cine, es una película de Cavendish. —jaloneo a Valentine. —Vamos idiota, di algo. —alzo la voz caprichosamente. —Mejor ven conmigo al cine tú, Katakuri, tengo un vestido muy bonito, me veo bonita, vamos, ¡vamos!, ¿Por qué tienes que enojarte tanto cuando molestan a ese chico?, ¡salgamos!

Stussy camino hacia ellos abotonándose su camisa blanca y cubriéndose las piernas con un largo pareo de flores. —Déjala en mis manos, puedo hacerme cargo de lo que sea.

Le dio la razón, confiaba en ella.

Así que salió de la residencia.

—Ese fue un golpe muy duro, ¿esta su mano bien? — se detuvo mirando a la misma muchacha del cabello rojo parada en la entrada, tenía frió y estaba cansada. —Ese señor estaba molestando a su novio, ha sido un poco agresivo con nosotras también, es un cerdo chauvinista, no respeta nada, disculpe, pero se merecía que le pegara, hizo que dos de las chicas se toquetearan frente a todos solo por un billete, para después romperlo en sus narices. Sin embargo, va a terminar con hematomas también, a la próxima use un bate. — la acompañante dijo y era difícil descifrar si era una broma o no.

— ¿Un bate? —levanto una ceja.

—Sí, aunque no parece ser persona de armas, así que mi advertencia no tiene importancia, ese golpe que ha dado fue impresionante. Que un puñetazo sea suficiente para derribar a alguien, me deja absorta.

Ella permaneció parada ahí esperando por un auto, él se sintió casi empático pues la chica solo usaba un top y cortos shorts blancos, por eso se quitó la chaqueta y se la ofreció, ella la acepto tímidamente.

Se sentó en la acera y se puso la cazadora en los hombros, levantando la cabeza para tener un mejor detalle del hombre joven que la acompañaba. — ¿Cree en el destino?

—No, no lo hago.

—No parece ser creyente de nada. —él afirmo su suposición con un asentimiento. — ¿Entonces las cosas solo pasan por algo y ya? —torció sus labios. —Yo creo que algo, o alguien, nos empuja a nuestras acciones, no estoy refiriéndome necesariamente a Dios, solo pienso que todo pasa porque tiene que pasar, de alguna forma está escrito y no podemos cambiarlo.

— ¿Entonces cometemos equivocaciones y actos atroces porque alguien quiere que así sea? —parpadeo. — ¿Un hombre puede ser un asesino solo porque una fuerza mayor y mística, lo quiere? ¿No es su culpa herir por estar obligado a hacerlo? —ella inclino la cabeza avergonzada y Katakuri suspiro, no podía desquitarse con ella, se agacho a su altura y la miro a los ojos. —Hey, puedes pensar lo que quieras, ni yo sé lo que estoy diciéndote de todos modos. Es solo que creo que la naturaleza humana es muy rara. Y si alguien está escribiendo lo que hago, seguro que debe de estar divirtiéndose a costa mía.

Ella sonrió y se acercó lentamente a él, lo suficientemente cerca para sentir su respiración, cerró los ojos y lo invito a besarla, pero él no movió ni un musculo.

— ¿No quiere besarme?

Negó con la cabeza y se levantó, la lluvia había empapado su cabello. — ¿Quieres que te lleve a algún lado?

— ¿Va a tener sexo conmigo?

—No. — respondió sin ningún titubeo.

—Entonces no lo haga, se malinterpretaría y si quiere a su novio, no le conviene que nos vean. —ella también se paró, limpiándose las rodillas. —Quiere a su novio, ¿verdad? —no contuvo sus ganas de preguntar, y para él, aquella cuestión fue lo más difícil a lo que se había enfrentado en mucho tiempo.

Se sentía como un niño atrapado tratando de hurtar el tarro de las galletas.

— ¿Estás segura de que esperaras un auto?

—Así es.

—Bien—dijo simple, ahorrándose el responder que el ofrecimiento que hizo, era simplemente por considerarla un ser viviente como él, y ahorrándose también, el tener que hablarle de Ichiji.

Sin embargo, las huesudas manos de la pelirroja temblaron cuando él le entrego un grueso fajo de billetes sin haber hecho nada para merecerlo.

De nuevo él no dijo nada, no le aconsejo gastarlo apropiadamente, o cómo hacerlo como los otros que celosos, le habían dado alguna vez una simple moneda. No le dijo desconfiado que no lo utilizara para comprar drogas o se lo entregara a algún novio abusivo, solo lo dejo en sus manos como si le dijera, es tuyo, tú eliges.

Recargo la espalda en la pared y puso los dedos en su entrecejo, no le gustaba llorar pero lo hizo, su cara repleta de maquillaje se desvaneció rápido, de pronto era menos adulta de lo que aparentaba, probablemente solo era algunos años más grande que Ichiji.

...;...

Había un momento en la vida de todo hombre en la que tenía que replantearse su existencia. Quien había sido, quien era, y quien podría llegar a ser.

Zoro lo experimentaba, ahí, debajo del faro de halógeno.

Mirando la encrucijada de la frondosa ciudad. El vapor salía de su boca con cada respiración que él daba, y las memorias eran tan nítidas que podía verlas, cuando tenía dieciséis se dio cuenta que sería ser parte de la fuerza policíaca, al principio pensó que tener permiso para portar un arma y golpear a gente cuando lo merecía, era putamente genial. Dos días después su mejor amigo estaba internado en el hospital cuando casi le revientan el estómago a patadas mientras los oficiales comían pollo frito en Kentucky. A una esquina. Ignorándolos pese a que podían mirarlos a través del cristal del local.

Y uno de los peores errores que Roronoa Zoro cometió, sucedieron ese día, Marco fue llevado en ambulancia, la escena había sido tan estereotipada que parecía sacada de una película del Bronx con clichés y poco presupuesto, con un colérico rubio. —Pese a que Marco fuera la persona más tranquila que había conocido en lo que llevaba de vida— gritándole a los chicos de la pandilla "¿Esto es todo lo que tienen, bastardos? Porque para ser un intento de matones, se esfuerzan poco".

Esos chicos no dejaban de exigirles que les devolvieran a su caballo. —Heroína— aun cuando Marco y él solo habían pasado por ahí inofensivamente sin entender que diantres era lo que pedían de vuelta, ni comprender con quien los confundían.

Él estaba inmóvil y con la cara pisoteada al pavimento. Si alguien le hubiera dicho que la realidad muchas veces superaba a la ficción, bueno, sí, si le hubiera creído.

Cuando el grupo pensó que habían tenido su merecido se fue, Marco tenía un esguince y varias costillas rotas que casi le perforaban un pulmón. Y él estaba en la delegación con un muy enojado Mihawk tratando de salvarle el pellejo después de su acto inteligente. No alcanzo al grupo, no habría podido hacerlo y de hacerlo, seguro que lo apabullaban hasta dejarlo medio muerto, pero si desquito su ira entrando al Kentucky solo para darle un golpe tras otro a uno de los oficiales.

La satisfacción de marcar su suela en la grasienta mejilla, o de lastimarse los nudillos reventándole la cara solo duraron segundos para darse cuenta de que había abandonado a un amigo. Marco supo perdonarlo, pero él no se perdonó a sí mismo.

Entonces pensó que ellos eran unos idiotas y que sus tecnicismos, expresado de la manera menos elegante, los usaría para limpiare el trasero. Y también tuvo el simple pensamiento de qué él podría ser mejor, porque era mejor, naturalmente.

A los veintidós se dio cuenta de que esos dos policías estaban materializados en la mayoría de los que estaban en la estación: Viejos que esperaban pagar la hipoteca de casa y hacer suficiente tiempo para tener un subsidio generoso mientras los botones de la camisa les reventaban. Y que cambiar el sistema era tan ridículo como el niño que vivía pensando en unicornios. O los adictos de ese caballo. Se vio haciendo su mejor intento, mejor intento de todo, de arruinar operaciones, o modificar las ordenes que le daban.

Y de hecho fue gracioso el resultado.

Deberías contemplar tu vocación otra vez— lo veían como si fuera más parecido a una paria que a uno de ellos. — Eres un chico muy apasionado. —Oh por la madre, él quería decirles que no usaran ese tono para hablarle. Como si fuera un imbécil. —Y eres bueno, pero para esto necesitas ser más razonable, obedecer a pie de letra lo que se te dice, solo así se llega lejos, únicamente cuando se coopera. Veas lo que veas, oigas lo que oigas, tú te quedas quieto a menos que alguien te diga lo contrario.

Ese día se podría traducir como el día en que Roronoa Zoro se dio cuenta de que si, en efecto, estaba enfermo de realidad. Pero ser desafiante era parte de su naturaleza, estuvo a nada de ser despedido en múltiples ocasiones, pero él era productivo y audaz, la libro, y lo hizo con soberbia, regocijándose interiormente por seguir su instinto. Ser él hacía todo fácil, tal vez engorroso algunas veces, pero fácil. En su visión megalómana, él era feliz alimentándose de vacío, y haciendo lo que los otros no hacían, o tardaban en hacer, KriegKuroDazBones; fue él quien rastreo sus gordos traseros, así que, si él podía tenerlo todo, también podía tener a la chica que trabajaba como asistente de la esposa de su jefe.

Y la tuvo.

Ella lo conoció en su mejor momento, tuvo la mejor versión de él y se fue.

"¿Puedo besarte?"

La segunda vez que se sintió enfermo de realidad fue cuando ella lo engaño.

"¿Puedo besarte?"

La tercera, mientras amanecía entre los brazos de Sanji.

"¿Pueeedooo besaaaarteeee?", la voz era lenta y distorsionada para sus tímpanos, Tashigi se lo pregunto nerviosa un día, de alguna forma asustada de él como si ella fuera un pequeño ratón y él un tigre. Le pareció ridículo, pero aprendió a encontrarle un cierto encanto. Ella le confeso que esperaba terminar con algún oficinista aburrido armando rompecabezas los domingos. Y tal vez, era lo que debería de haber hecho. Bebió de su cerveza, ni siquiera llevaba la mitad en el momento en que se dio cuenta de que ya no quería. Miro su mano estirada y los huesos del contorno de sus dedos; saco del bolsillo del pantalón el anillo que había portado como una segunda piel por mucho tiempo y lo acomodo en la reja, el material brillaba preciosamente.

Había una horrible canción en el interior de su casa, que no sabía si encontrar alegre o en realidad, curiosamente inquietante.

Stand in on your two knees baby,

 

Tell me what do you need,

 

Stand up on your two feet baby

Lo encontró en la cocina mirando algo que lucía como pasta y olía bien, su brazo se estiro lentamente para tocarlo, apenas las yemas de sus dedos estuvieron en la nuca desnuda, Sanji se estremeció. Enredo el cabello en su palma y lo miro seriamente.

—Quiero besarte, Sanji.

Era irónico cuando horas de trabajo extra y un préstamo caían con la velocidad de una bala al último piso del edificio, en donde la lluvia terminaría llevando la joya hacia una alcantarilla o a oxidarse entre el pasto y el moho. Y quien sabe, de alguna manera, también era un poco triste que algo que valiera tanto esfuerzo de conseguir, solo se fuera así, en un parpadear y nadie se diera cuenta de su desaparición.

...;...

— ¿Puedes traerme otra hamburguesa?

Twittear. Twittear otra vez. Borrar. Emoji. Enviar.

—Sí, seguro. —giro el cuello y alzo la voz. — ¡Usopp trae una hamburguesa con todo a la mesa cuatro!

—No, según la repartición, la dos, cuatro, seis y ocho son tuyas, no haré nada.

Una vena se formó en su frente, guardo el celular en el bolsillo del delantal de mozo —Voy a cortarte la nariz y haré que te la tragues mientras grabo si no haces la orden ahora mismo.

—Y yo te acusare con tu abuelo.

—Esto no es kindergarten, soplón.

—No hay mejor forma para tratar a un viejo amigo que esa. —la voz fingidamente indignada de Donquixote Bellamy hizo que volteara los ojos y resoplara.

Enarco una ceja y puso la mano en la cadera. —No recuerdo a viejos amigos, y de poder recordar a alguno seguro que no vería tu cara.

—Puede que no recuerdes a tus amistades, porque esa actitud es la que repele a la gente inteligente — suspiro despreocupadamente.

—No expongas que eres un tonto.

El rubio de opacos cabellos rodó los ojos y rezongo limpiándose la boca con el dorso de la mano y no con la servilleta. —Apropósito, ¿Cómo están tus hermanos?, no he sabido de ellos.

—Están bien, algunas veces se comunican entre sí para reunirse y convivir, y ahora que los dos tienen quien los soporte, intercambian parejas en la hora coital cuando hay tiempo. —bostezo. —Relaciones modernas, lo llaman. Ya sabes el dicho, Ayuda al prójimo verificando que le va bien en los asuntos de...—Coby, a quien recordaba como el chico asmático de la escuela media y que estaba sentado en un rincón comenzó a toser violentamente.

Bellamy que conocía su gran bocata, no le prestó atención y continúo su diatriba. —Genial.

—Sí, en lo que cabe al menos. Ahora tienen una unión más sólida, y muchas más cosas en común que antes, me alegro por esa parte.

Coby estaba mortalmente pálido.

Bell levanto las dos cejas.

—Niji, la forma en que dices las cosas hace que la gente de verdad las crea. Tu abuelo va a enojarse si alguien muere en su restaurante —bebió su refresco de un solo trago. —Sanji tiene un nuevo Max Steel e Ichiji ya sentó cabeza, pero tú...

Meneo la palma sin importancia, utilizando un gracioso falsete. —Entre nos, ellos son un poco fáciles. —Se sentó a su lado, poniendo las manos alrededor de la boca fingiendo decoro. —Me avergüenzan, ¿en dónde quedaron los modales y la decencia? —se abaniqueo el rostro con la carta del menú

El rubio lanzo una fuerte carcajada.

—Hablo en serio, Niji.

Se encogió de hombros.

—Es porque soy un sociópata funcional. —se inclinó traviesamente, le dio un golpe con la uña a la botella de cátsup. —Antes eras mucho más gracioso. De todos modos, Hiena, ¿Qué te trae por aquí? No había visto tu cara desde la boda. ¿Vienes para ser la hiena faldera de Sanji? —señalo la puerta blanca con el pulgar. —Uno de nuestros cocineros tuvo un accidente y ahora tiene la mano del color de una langosta, así que Sanji tiene más trabajo que de costumbre, dudo que pueda atenderte.

—Estoy...—miro la hora en su celular. —Estaba. Estaba esperando a mi padre, tenía que estar aquí hace cuarenta minutos, pero parece que fui plantado.

— ¿Tu sugeriste el Baratie, cierto? —asintió, Niji meneo la cabeza. —Solo a ti se te ocurre quedar con un hombre como el señor Donquixote en una pocilga como esta, Europa no te sirvió de nada.

Lejos de molestarse de la comparación con la que ya estaba más que familiarizado, Bell apilo los aros de cebolla de su plato y los metió en su boca.

—No se trata del lugar, supongo que es por su pareja, absorbe todo su tiempo. —trago el bocado. —Y Niji, en Europa, en China o aquí, un inodoro es igual. —se hincho la boca de patatas y mastico maleducadamente. —O, en otras palabras, el infierno es el mismo en cualquier lado que estés.

—Bingo.

—De todos modos, ahora que estoy perdiendo mi tiempo aquí, ¿quieres convertirte en mi segunda opción y comer una hamburguesa conmigo? Yo invito.

 —No pierdo nada.

 —Desearía que perdieras el trabajo — grito Usopp.   

...;...

Miércoles de jaqueca.

Miércoles de un mensaje ignorado por Ichiji.

Miércoles de un maratón de películas malas.

Miércoles de quitar la grasa de su cabello y bostezar como una foca, o de maldecir el jueves antes de que llegara —de la misma forma en que hizo el martes—, miércoles de fumar en la terraza y colgar las piernas en el barandal, pegar la frente en las rejillas y tratar de no pensar. Miércoles de una camioneta estacionándose en el lado lateral del restaurant y miércoles de desear con todas sus fuerzas ser daltónico para poder pasar por alto que los puntos verde, amarillo y rosa, eran las cabezas de sus hermanos.

—Debiste haber venido—Reiju puso las manos alrededor de su boca y grito para que la escuchara, había olvidado la última vez en que la vio graciosa y libre, estaba sonriente y guapa, el cabello estaba creciéndole más de lo que ella acostumbraba a dejar antes de cortarlo, se movió con su gracia y delicadeza natural, haciendo un cómico fru fru con cada pisada que esos enormes zancos que llevaba por zapatos daban.

Su pecho subía y bajaba, riéndose de algún chiste hecho por sus hermanos. Los miro a los tres y bufo. — ¿Y ser el mal cuarteto para los tres mosqueteros? —estiro los brazos. —Paso.

....;....

Sitcom.

Niji se sentía en un sitcom en donde —para su desgracia— él tenía que ser quien se riera a carcajadas o aplaudiera, se acomodó mejor en el sofá de la bonita casa hundiendo la espalda en su forro, mastico uno por uno de los chocolates que había recuperado de la alacena. —Era sorprendente haberse enterado de que Katakuri tenía especial gusto por las cosas azucaradas— y miro casi indiferente como de manera pasivo-agresiva, el matrimonio anfitrión se retaba el uno al otro con contestaciones sarcásticas y acaloradas.

Arranco la mitad de la chocolatina de una sola mordida y subió el volumen del televisor, sorprendentemente, ninguno se dio cuenta, o les dio igual. Lo subió todavía más, y un poco más, solo un poco más hasta que el sonido reverberaba, pero para su consternación lo que vio fue sonrisas depredadoras en ambas caras.

Ellos se miraban con una clase de conexión cómplice, se hablaban con un vocabulario secreto del que él estaba excluido.

Apago la pantalla.

Ahora mismo recargado holgazanamente en la pared, tenía la misma expresión.

Sanji con el uniforme de cocina estaba a lado del policía de cabello verde, el hombre ponía toda su atención en su hermano, quien le enseñaba platillos y le hacía recomendaciones.

Sanji recargo la mano en su hombro y le susurro algo que hizo a Zoro soltar una ronca carcajada.  

Era como ver la misma actuación, pero por segunda vez.

A estos hombres no les revoloteaban mariposas, sino polillas negras.

Saco la lengua. Dios, ¿Quién fue el que dijo que el amor tenía que ser para todos?

Le revolvían el estómago.

Una atlética y alta silueta se posiciono a su lado y levanto una ceja.

—Él no me parece alguien confiable todavía. —Yonji murmuro enredando el tenedor en el espagueti que tenía que servirle a la mujer del chaleco de flecos, pincho una albóndiga y la llevo a su boca, degustando goloso hasta que se dio cuenta que no era su platillo, así que le lanzo una mirada a Usopp quien se movía cerca. — ¿Podrías?...

El narizón gruño, trabajar con los hermanos era horrible. —Hacer un nuevo pedido, no hace falta que termines la oración. —trono la boca, avanzando a la cocina en donde estaba Patty. —Ustedes, malas versiones de Sanji, para que lo sepan, nunca me han caído bien.

—No creo que sea tan malo. —Niji dijo simple, flexionando la cadera. —En realidad creo que es soportable. —se quitó la corbata negra y se la colgó en los hombros. —Soportable para alguien como Sanji. Quien no me parece buen tipo es Katakuri, algo en él me hace sentir nervioso. Es como si de alguna manera, te hiciera necesitar indagar sobre él, pero a la misma vez te advirtiera que nada bueno sucederá si lo haces.

—Bueno. —Yonji volvió a enredar el espagueti alrededor del cubierto. —Por lo menos a mí. —mastico descuidadamente. —Katakuri no me parece tan malo. —meneo el mentón. —Ichiji junto a él no es solo un pepino de mar.

— ¿Qué? — Niji parpadeo.

—Pepino de mar. Carecen de materia gris, pero son muy ingeniosos con los mecanismos de defensa.

—Vaya— levanto una ceja. —Un día pasas de admirarlo a considerarlo un pepino de mar.

Yonji asintió, lanzando una mirada hacia Sanji, meneo la mano descuidadamente. —No te confundas, me importa. Tal vez en el fondo le temía y no quería descubrir qué pasaría con él si las cosas no seguían el rumbo que quería o como lo afrontaría. Me gustaba que siempre conseguía todo, pero, realmente éramos tú y yo sus mandaderos. No quiero ser más un segundón, tampoco quiero admirarlo, con comprenderlo me basta, ser su hermano y no su mula de carga, por eso Katakuri me agrada, su personalidad tiene algo que logra contenerlo, sabemos cómo es Ichiji, un poco de coacción no está mal.

— ¿Viste lo mismo que yo cuando...? Yonji, él era un desastre cuando le reclamo a papá todas esas cosas.

— ¿Qué si lo vi ser más real de lo que había sido nunca? Sí, lo vi. —mastico, escucho a Zoro dar una seca risotada. — Por otra parte...

—No conozco nada de él, pero lo he visto aquí otras veces. —Niji señalo discretamente a Zoro. —Parece alguien interesante. Me hace pensar en National Geographic; depredadores que son conscientes de que son depredadores, pero de alguna forma, saben camuflarse incluso con ellos mismos. Si alguien va a asesinarte, bueno, al menos que te haga disfrutar el proceso.

—Él no va a lo seguro, Niji. —Yonji dijo serio haciéndolo sorprenderse.

  — ¿Sabes que odio de Sanji? a veces creo que es un cordero, otras veces, un lobo.  ¿Cómo puedes llamar a eso?  ¿Hipocresía inconsciente? ¿Manipulación carismática?

  —¡Niji! 

—¡De acuerdo!, de acuerdo, relájate, ese hombre no va a lo seguro, no como Kohza, querrás decir. Me gustaba Indiana Jones. —no podía evitar burlarse de la chaqueta del cobrizo. —Pero el policía es pecaminosamente agradable a la vista. —ignoro la mirada molesta de su hermano. —No me digas que no te habías dado cuenta de que Kohza solamente era un catalizador, un chico bueno, sí, pero solo funcionaban como amigos, sentir que eres amigo de tu pareja está bien, pero sentir que eres solamente su amigo —enfatizo—, debe de ser algo muy insípido.

Yonji lo miro con curiosidad, Niji no era expresivo a la hora de hablar sobre sentimientos, o familiarizarse con las situaciones de otros, podía ser abierto acerca del tipo de porno que le gustaba ver, incluso era capaz de molestarte explicándote detalle a detalle la razón, pero esperar algo más de él era difícil.

—Bueno, ahora que eres la celestina de Sanji, ¿meterás tu cuchara?

—En realidad no, que no se te olvide que si de algo gozamos los Vinsmoke. —Yonji levanto su tenedor sonriendo de lado, tanto Sanji como aquel hombre lo miraron de reojo. —Es que somos cobardes.

Si, eran cobardes a la hora de ser ellos mismos.

—Pero también mentirosos. —Niji susurro. —Y estafadores. —se recargo en el barandal sintiendo la mirada de Yonji encima. —Y repelemos toda felicidad que no sea la propia.

—Verdaderas joyas, ¿eh? — Usopp volvió a caminar, ahora llevando platos sucios apilados en un montoncillo, el enorme hermano menor coloco el suyo encima y su voz silbo demasiada cerca de Niji. —Vamos a dejar las raíces a un lado al menos por una vez. —su tono fue oscuro y amenazante. — ¿Qué dices, Ni?

—Que las viejas costumbres no mueren tan fácil.

—Pues más vale que intentes que lo hagan. —lo miro duramente.

— ¿Crees que voy a ocasionarle un problema a Ichiji o a Sanji? No seas ridículo.

— No intencionalmente, por lo menos.

Niji frunció el ceño, arrebatándole los platos a Usopp y dándoselos a Yonji. —Mejor ponte a trabajar.

.....;....

Su día parecía ser solo un día perdido, en el que no habían hecho nada más que beber soda y comer papas fritas. Habían visto dos películas en Netflix pero dormido durante la mitad de una, por eso el tiempo era solo tiempo perdido en actividades improductivas, y sin embargo, el día para ellos, era más que un día perdido, era el día en que no existía vida fuera de las paredes de Zoro.

—No me gusta Dicaprio.

—A todo el mundo le gusta Dicaprio, solamente no puedes estar hablando en serio.

—A mí no me gusta Dicaprio. —Zoro enfatizo, parando el auto.

— ¿Viste esa película en donde actúa con Johnny Depp?

— ¿Dónde el protagonismo es de Depp, y no de Dicaprio? —hizo una pausa. —Y para que lo sepas, tampoco me gusta Depp.

Puso los ojos en blanco, agarrando la manija de la puerta. —Eres un cretino Zoro, y tienes horrible gusto. —el moreno le sonrió traviesamente, haciéndolo sonrojarse y gruñir.

Se observaron fijamente hasta que Sanji lo beso sorpresivamente, lento y profundo, Zoro lo tomo de las caderas, estampándolo en el asiento, comenzó a raspar su cuello y manosear su pecho. —Lamentablemente, no voy a avanzar. —saboreo sus propios labios y se deslizo a su oído, atrapando la blanca mano que estaba en su entrepierna para detenerla. —Paremos por hoy, te lo aconsejo, un auto es bueno, pero estamos afuera del restaurante de tu abuelo. — paso la lengua a lo largo de su cuello, presionando con más vigor su cintura. —Y no me gustaría exhibir mi...—susurro en su oído. —Al momento de estamparte en el vidrio.

—Eres un completo idiota. —Sanji jadeo riéndose.

Salió del auto, sus piernas no parecían tener la suficiente movilidad. Y el pecho le latía como si millones de caballos de fuerza estuvieran haciendo de las suyas.

Kohza miro el auto alejarse y se colgó las gafas moradas en el cuello de la camisa, encendió un cigarro y contemplo el cielo negro, Sanji sonreía inconscientemente mientras se acercaba, hasta encontrarse con un brillo neón resplandeciendo.

— ¿Sabes? —Kohza alzo la vista indiferente, su gesto era casi perezoso, Sanji abrió los ojos enormemente al mirarlo. —Eres la persona más impredecible que he conocido. Estas chiflado. — hizo un ademan con la mano, moviendo un dedo en su temple de forma circular para apoyar sus palabras. —Tú familia es un chiste, y ahora sales con ese tipo, que, por cierto, es más grande que tú. Nunca me ha gustado tomar ventaja de mi situación, y aun así de alguna forma me siento indignado al no ser yo quien estaba besándote.

—Pensé que ya habías regresado. —suspiro y miro el semblante del cobrizo, tenía ojeras y los ojos cansados. — ¿Has dormido algo? —dijo preocupado tratando de tocarlo, pero el atractivo hombre lo detuvo sosteniendo su muñeca.

—Sí, lo hice en el vuelo. Me he excusado diciendo que mi padre estaba enfermo para poder venir hasta aquí. —admitió renuentemente, sabía que se escuchaba como un cobarde y un desgraciado, pero con Sanji nunca había necesitado ponerse una máscara. —Estoy aquí porque creí que tal vez si arriesgaba todo, tú estarías conmigo de nuevo. Pero la verdad es que nunca estuviste conmigo.

—No tienes que hacer esto.

—Siempre te he admirado Sanji, y me daba lo mismo que fueras un maldito inconsciente y un estúpido liberal.

El rubio respiro lentamente, rodeándose con sus brazos. —Es tarde, ve a casa, preocuparas a tu padre y a Vivi.

—Lo gracioso es que no te amo menos por eso, de hecho lo hago más. —metió la mano en su bolsillo. —Verdaderamente quiero que él rompa tu corazón y que sientas lo que les has hecho a otros sentir. Y si vuelves a mí, decirte que te lo dije, restregártelo en la cara y después solo abrazarte. Quiero gritarte y reclamarte porque nunca me miraste así. —lo miro tiernamente mientras acariciaba su mejilla con el pulgar, se flexiono y beso su mejilla. —No te preocupes, no voy a molestarte más. Con esto me libro de tus garras.

Comenzó a avanzar, Sanji tomo su enorme mano y él apretó la quijada, tenso por el contacto físico.

Sanji trago saliva apretando los dedos del hombre.

Era su zona segura, en esos momentos podía notarlo. Con Kohza tenía todo asegurado, una vida cómoda y una relación de afecto, le dolía perder al amigo y no al amante, Zoro era el desbalance y la incertidumbre. Todo aquello de lo que desde muy niño se te enseña a alejarte si no quieres salir herido. Lo que no debería querer, y, sin embargo, quería demasiado, era por eso que no había remordimiento al quebrar un último corazón.

—Cuídate, ¿sí? — el ceño del cobrizo cayo en decepción que profesionalmente camuflo.

—No me digas que hacer. — dio la primera pisada.

Sanji entro al restaurant, las luces estaban apagadas y todo estaba impecable.

—Honestamente siempre pensé que te quedarías con el egipcio. —Yonji no termino a hablar cuando sintió la mano de su hermano pegarle una fuerte bofetada.

—No tienes que meterte en mi vida. —dijo fuertemente, Yonji lo miro con los ojos muy abiertos y heridos sin haber esperado eso.

—Como sea. —le enseño el dedo medio tratando de al menos por telequinesis, hacer que se moviera y lo dejara salir por la puerta, ni siquiera llego a tocar la manija cuando giro la cabeza. — ¿Al menos tienes idea de lo que haces?, a final de cuentas sabes que eres uno de nosotros.

Sanji tenía los brazos cruzados — ¿Soy parte de la familia solo cuando todos están hundidos hasta la médula?

— ¿Sabes qué? Vete al diablo. —gruño iracundo y estaba por darle la espalda, pero se volteo a encararlo, tenía venas en el cuello, Sanji lo miro con cierta angustia.

—Lo siento, sé que estas preocupado, pero de verdad se lo que hago. ¿Actúas así conmigo porque te sientes culpable todavía?

Yonji se rió cínicamente. -—Sí, seguro, es porque esto es el mago de oz y tú eres el único con un puto corazón mientras todos nosotros somos un pedazo de hojalata, no seas estúpido.

—No me hables así.

— ¿Cómo quieres que te hable? —hizo una mueca. —No se trata solo de culpa, pensé que estábamos en el punto en que por fin éramos hermanos, ¿pero sabes qué? Ichiji, Niji y tú pueden irse a la jodida mierda ya que es lo que tanto les gusta.

—Siento ser duro contigo. Pero puedo preocuparme por mi mismo —Sanji renuncio al aire de sus pulmones. —No debí actuar así, creo que entre en pánico, a veces siento que todos piensan que soy un idiota, y verte a ti siendo el maduro es difícil. —se encogió de hombros. —Solo quiero que confíen en mí.

—Confiar en ti no es lo mismo que confiar en los demás.

—No Yonji, confiar en mi es saber que tengo idea de cómo manejar las cosas, o de que sabré aceptar si es que fallo.

Yonji se rió mostrándole un hoyuelo, negó con la cabeza y se acercó a él tocando su pecho con la punta del dedo. —Perdón Sanji, es que. —extendió los brazos. —Eres un puto idiota.

....;...

A las cuatro de la mañana un árbol fue partido por un rayo, Ichiji apretó los dedos en las teclas del computador y dio un ligero brinco, Katakuri apareció en la cocina solamente con un pantalón deportivo negro y los pies descalzos, tenía una toalla en los hombros y sus trabajados músculos relucían por una pequeña capa de sudor encima, su mirada reflejaba hastió.

Era muy temprano para haberse ejercitado, pero probablemente su presencia lo tenía con los nervios en punta —algo que nunca había negado— y buscaba la forma de exorcizar esa energía que de seguir creciendo iba a volverlo loco.

— ¿Crees que soy insoportable? —Ichiji pregunto de la nada, con la naturalidad en que alguien podía dar los buenos días.

—Si. —Le respondió tácitamente.

— ¿En qué escala me encuentro?

— ¿Tienes ocho años para tener que hacerme estas preguntas? — frunció el ceño. —En la más alta. —contesto de todos modos. —Pensé que seguirías durmiendo— arrugo la toalla y comenzó a limpiarse el sudor del cuello.

—Últimamente duermo mucho. —tecleo con suavidad, su tono no era despectivo, era demasiado tarde o demasiado temprano para molestarse en buscar la artillería. —Y tú duermes poco.

—Cuatro horas son más que suficientes.

—Y no tienes ni un diminuto rastro de ojeras, cosa que envidio. ¿De quién heredaste el cutis tan practico?, supongo que de Kaido. —Katakuri se abstuvo de responderle. —Es lo más lógico, Linlin no tiene bonita piel. —miro afuera, el lago cimbraba por los violentos proyectiles de agua. —He conseguido entregar los trabajos para una materia de forma online, el que este faltando tanto no tiene a dos de mis profesores felices, uno me ha tildado de estar viviendo "una feliz y desmedida fantasía conyugal", no es que pueda quejarme del sexe avec haine*, realmente y oh, el otro me ha recomendado tomar un semestre libre

— ¿Qué es lo que tu opinas sobre eso?

Ichiji abrió grandes los ojos al ver la marca ensombrecida en los nudillos de su esposo, tenía moretones rojos y negros. —No lo sé. —su voz perdió potencia, no sabía hace cuanto esos golpes estaban ahí.

—Deberías pensarlo y tomar la decisión de acuerdo a ti. Haz lo que te gusta.

—Lo estoy haciendo. —paso la mano en su mejilla. —Pero eso no significa que tenga que ser constante, ¿o sí? —bostezo. —Antes era más responsable en realidad. —sintió un picor en el cuello cuando Katakuri se flexiono, rozando su brazo muy cerca de él, borro unas letras de su escrito y volvió a escribirlas, su piel seguía caliente por el ejercicio.

Compétence tenía un error. — susurro.

—Gracias por arreglar siempre mis errores.

Él se reservó su comentario y se giró.

—Así que te vas. — Ichiji hizo un ruido con la boca.

Katakuri abrió el refrigerador sacando una bandeja de fresas. —Supongo que quieres privacidad para seguir con tu ensayo. —rasco su abdomen. —Établir, definitivamente no se escribe así.

— ¿Por qué no lo haces por mi entonces? —rodó los ojos.

—Porque estas en condiciones de hacerlo tú

—Pero tú eres el que tuvo la idea del matrimonio, y el que cambió el rumbo de mi vida, por eso eres el principal responsable de mi nuevo desempeño como estudiante. —susurro tranquilamente su exagerada ocurrencia.

—No hay nada más satisfactorio que escucharte martirizarte a las cuatro de la mañana, "cariño".

—Si lo hay, mi nuevo trabajo, el cual consiste en hacerte lo más miserable que pueda.

—Si eso te mantiene entretenido, inténtalo.

El pelirrojo se quejó cuando le arrebato el portátil bruscamente.

Katakuri se sentó a una distancia prudente de él. — ¿Qué es lo que intentas narrar?

—Sobre lo insensibles y tiranos que han sido los ingleses a lo largo de los años; y la forma en que siempre trataban de despedazar a los franceses y en general, un poco de la mala suerte que no se cuenta de Francia...—se dio cuenta de que Katakuri había dejado de prestarle atención en el momento en que se percató de su doble intención, así que suspiro. —Una estupidez, teoría económica.

El moreno leyó el título y parte del contenido y comenzó a teclear sin ningún problema. Ichiji se cubrió el cuerpo con la bata de seda blanca, y con naturalidad se sentó encima de sus piernas.

— ¿Qué haces? — escucho a Katakuri gruñir mientras él se acomodaba, Katakuri hacia ruidos molestos porque su desordenado cabello le impedía concentrarse en la pantalla, pero él cambio la posición, colocándose de frente, con las piernas alrededor de su cadera.

Sintió sus fuertes brazos hacer presión en las teclas, Ichiji se irguió un poco, dándole un lento beso en la garganta y deslizando las manos en sus abdominales.

—Retomar el sexo significa que perdiste el respeto por mí, y que te diste cuenta de que puedo elegir sin tener que estar pensando en el deber que tengo hacia mi padre. Y retomar el sexo significa que, aunque soy consciente del hecho de que me humillaste, puedo aceptarlo y seguir adelante. —sonrió. —siendo el dolor de cabeza que te mereces por haberlo hecho. Ahora somos iguales.

Katakuri apretó ligeramente el hueso de su cadera que la mala posición de la ropa había dejado libre, y se estiro para sostener la taza de café que estaba en la mesa y beber de ella. —Interesante análisis. Haces que piense en ti y en mí como seres de la más baja categoría, pero está bien. —hizo una mueca. —Esto está demasiado amargo, ¿realmente te gusta beber esta cosa?

Se distrajo al percatarse de un delgado engargolado de pasta roja a lado de la laptop, era de Anana, obviamente.

Sí, porque a la niña le importaba un carajo toda su tensión.

— ¿Alguna vez leíste La rana y el ratón? — pregunto sosteniendo su mentón y haciendo presión en sus mejillas, obteniendo una cara curiosa en el pálido rostro, acerco su boca a la de Ichiji, hablando sobre sus labios. — ¿Mhm?

—Puede ser, no recuerdo. —Ichiji trato de no gemir, Katakuri lo encerró en sus brazos apropósito.

—En resumen. —raspo los dientes por su clavícula, el chico estiro la caja torácica cuando él restregó la palma desde su pierna a su costilla. —Los animales son amigos y confían el uno en el otro, es tierno, ¿no?  —le pellizco el pezón. —Y la rana ata una pata del ratón a la suya, tal vez porque no quería separarse, no lo recuerdo. Se hunde en el fondo de un pantano. —lo doblo de tal forma en que su espalda quedara sobre la mesa y sus piernas continuaran enredadas en su torso. —Así que la rana nado. —deslizo la lengua en medio de sus pectorales. —Y nado, divirtiéndose, riéndose, pasándola muy bien. Era una excelente nadadora después de todo, ¿Crees que fue divertido para el ratón también, Ichiji? —El pelirrojo suspiro mordiéndose la muñeca, Katakuri le regreso una mirada ígnea y escalofriante — ¿Lo fue, Ichiji?

—Tal vez lo fue, tal vez le gusto.

—El ratón se ahoga y flota en el agua hasta que un milano lo alcanza, al estar amarrada su pata con la de la rana, el milano puede comerse a los dos, pues su destino es el mismo. —mordió su labio inferior al besarlo. —Por lo menos el ratón ya está muerto antes de ser devorado.

—Que romántico. —entrecerró los ojos.

Katakuri lo observo seriamente, pero aun así metió la mano dentro de la bata y lo toco, lo sintió temblar y se retiró después de conseguir el efecto que quería, Ichiji suspiro con la mejilla sobre la madera mirando intensamente en dirección de la puerta de vidrio que permitía ver su jardín.

Tal vez deberían cortar el pasto, deshacerse de las flores muertas, cerró los ojos descansando, pero escucho a su esposo hablar nuevamente.

— ¿Sabes que es ganar el dinero por tu propia cuenta? —la voz de Katakuri sonaba baja y tranquila, pero aun así alcanzaba a ser penetrante, Ichiji se paró y tomo lugar en una de las sillas libres.

Se quedó callado por unos segundos. No había estado al tanto ni de las finanzas —Reiju era la que lo hacía y se la pasaba persiguiendo a su padre en cada movimiento extraño relejado en las tarjetas.

—Aunque no lo parezca, soy bueno en los juegos de azar. —Katakuri levanto una ceja. —Todos mis hermanos lo somos, unos más que otros, cortesía de mi padre. —sonrió taciturno. — ¿Eso cuenta como ganar dinero por mi cuenta?

—Me refiero a si has tenido que trabajar por ello, a ser consciente de que mereces algo por tus méritos, y no hablando desde el lado patético de hacer menos a quien se te da la gana por tener cierto apellido o porque piensas que eres el rey del mundo, y esa suposición de que la estirpe de la que vienes te da el derecho nato a ser. —borro unas cuantas letras. —Una basura de persona.

La imagen de la chica pelirroja se materializo en el rostro de su esposo.

—Esa es la principal razón por la que no he cedido a tu líbrate de mí a cambio de un absolutamente todo; igual a la larga sería una perdida porque dejarías que te comieran los tiburones sin darte cuenta si quiera. ¿Crocodile te dijo que soy un idiota por todo lo que te ofrezco, no es cierto?, tal vez no fue tan directo, pero pudo insinuarlo.

—De hecho, no creo que seas un idiota, creo que es una forma para hacerme saber que puedes controlarme. Estoy seguro de que así incluso separados, estarás mostrándome que tú ganaste.

— ¿Tanto te molesta perder?

— ¿Tanto te molesta perder a ti? — la mano de Katakuri se congelo antes de presionarse otra vez en la tecla.

Ichiji se levantó suspirando, en realidad tal vez tenía sentido que estuviera siendo repelido de esa forma, él era una persona con una enorme tendencia hacia antagonizarse, Katakuri el hombre del sentido del deber.

— ¿Quieres cereal? — rodó los ojos, estaba ofreciéndolo solo porque el hombre estaba haciendo su tarea.

— ¿Y arriesgarme a que escupas en él?

—Como si no supieras como sabe mi saliva ya. Y no, es demasiado desagradable la idea de escupir en tu plato. —Katakuri se encogió de hombros, e Ichiji le dio la espalda, no podía dejar de mirar su mano sin sentirse nervioso, para tener una marca de esa, realmente debías de concentrar todo tu odio en algo, jadeo con fuerza cuando el plato se resbalo de sus manos y se cubrió la cara esperando que el vidrio revotara, pero el plato era de plástico.

Katakuri levanto una ceja. —Ichiji, deberías ir a descansar.

— ¿Te parezco tan inútil incluso para estar despierto? —lo tomo a mal.

Katakuri también se molestó. —Si Ichiji, me pareces tan inútil para estar despierto. —respondió ecuánimemente.

El pelirrojo trono la boca.

—Me importa u..n...—Trago saliva, meneando la cabeza y tratando de recomponerse, pero no mirar las fuertes manos de Katakuri era difícil. — ¿Y bien? ¿Qué te ocurrió en la mano? Se ve doloroso. —esbozo una sonrisa parcial. — ¿Perdiste la cabalidad y golpeaste un muro de ladrillos?

—Fue una tontería. —contesto con voz de hielo.

—Tal vez quiero oírla.

—A mí no me interesa contártela. —escribió unas cuantas palabras más y se enderezo, cerro la pantalla de la computadora y extinguió así la única luz que los envolvía. —Termine.

—Eres un hombre muy egoísta, ¿sabías? — Ichiji sonrió con su boca mentirosa, cerrando los ojos y suspirando, actuando casi hasta con indiferencia. —Solo tenía curiosidad por saber a quién tengo que hablarle por teléfono y preguntarle que técnica utilizo para ponerte así, debo de felicitarlo.

—Una lengua muy larga, he descubierto que tengo menos paciencia de la que creía con los habladores. —le miro serio desde el otro extremo, estaba comenzando a amanecer y sus músculos se veían dorados e imponentes, levanto el mentón mirándolo desde arriba, haciendo que su sonrisa mordaz se volviera tensa, mas no que se desvaneciera.

—Es una lástima, me hubiera gustado saber la historia completa.

Katakuri lo miro con aburrimiento.

Ichiji podía notar lo malhumorado que estaba, se preguntó si él había estado así durante todo el tiempo y no se había dado cuenta porque estaba más concentrado en colocar limón sobre las llagas.

—Hablar contigo siempre es exhaustivo. — Katakuri susurro dejándolo con la boca abierta. 

 

 

Notas finales:

*Saluda, agradece a cantaros y desaparece riéndose nerviosamente* Vengo de nuevo, y con más desastre. Quiero comentarles que dejare de tardarme tanto (bueno, al menos es lo que planeo) ya que la próxima semana son vacaciones, este capitulo y el que viene, no son mis favoritos, pero a partir del siguiente las cosas se ponen feas ijiju.

lamento confesar que este capitulo ya lo habia publicado hace una semana en otra plataforma, no porque me olvidara de esta, sino porque se me fue el internet y ya ni errores pude corregirle :'( pero bueno, gracias por aguantarme, ustedes son l@s mejores y lo saben.

 

Mean Girls; Chicas pesadas, la película de Lindsay Lohan. O los memes sobre Regina George(?

Capital erótico; el capital erótico podría decirse que es cuando una persona sabe que es atractiva, agradable, carismática y graciosa, y en base a esas actitudes puede conseguir lo que quiere y logra agradarle a la gente. Es un medio empleado y muy bien aplicado por muchos famosos para haber llegado a donde están ahora.

Izo; es un personaje de One Piece, tiene un cabello bonito, así que es mi deber mencionarlo dos veces, es miembro de la tripulación de barba blanca.

Ibuprofeno; pastilla para el dolor muscular jhsfjsa

Lo que Katakuri e Ichiji hicieron tiene el nombre de hipoxifilia (o asfixia erótica) es una forma de obtener placer sexual a través de la asfixia, debe de ser consensuada por las dos personas y buenop, es muy peligroso de no saber hacerse, así que manteneos lejos de eso.

Complejo de Edipto; " Complejo de una persona, especialmente durante su niñez, por el que manifiesta un evidente sentimiento de amor hacia al padre del sexo contrario".

 

"Stand in on your two knees baby, tell me what do you need, stand up on your two feet baby" La canción que Zoro opina que es horrible (A mi me gusta, de hecho), es de Hindi Zahra y se llama Stand Up.

 

Max Steel; ese muñeco de acción castaño que seguro sus hermanos tenían y algunas usaban para emparejar con su Barbie

Sitcom; es el género de Comedia de situación

Sexe avec haine ; sexo con odio

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).