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Sentimientos por contrato por AcidRain9

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Capítulo 24: Asesino serial

Cariño, soy un sociapata

Dulce asesino serial

Estoy en pie de guerra,

Porque te amo solo un poco de más,

Te amo solo un poco de más,

Puedes verme bebiendo coca-cola de cereza,

Dulce asesino serial,

Te deje una nota de amor,

Diciendo que sabes que me encanta la sensación de ser perseguido.

Lana Del Rey; Serial Killer

 

"Tú no perderás tu sangre fría, porque por tus venas no corre más que agua helada, pero mi sangre está hirviendo y tu frialdad me excita hasta lo inconcebible.» Cumbres borrascosas; Emily Brontë.

Es como si de alguna manera todas las personas fuéramos dos distintas. La connotación es en sí un poco siniestra. Somos dos pares que viven en un solo cuerpo, es como hacerle un tajo a una naranja justo por la mitad; dividiendo la psique. Esta aquella entidad que nos sentimos en confianza para presentar ante la gente porque es la responsable de conseguirnos un empleo, de agradarle a un amigo, de consolidar el beso que tanto deseamos y de simpatizarle al jefe, de darnos en sí, sustento; es la que domina la mayor parte de nuestras acciones y es más fuerte de día. Y la otra, que por obviedad entendemos, debemos mantener escondida, la que aborda nuestros peores pensamientos e ideas morbosas. Y que no va a gustarle al resto.

La otra persona, que domina de noche, es más calculadora y cuadrada, y hay algo en ella que la hace más peligrosa. Esa segunda persona —vestida con pantalones deportivos negros y una vieja camiseta blanca— estaba mirando atentamente el diminuto faro marítimo de cristal y plata que no había podido evitar comprar en una tienda de antigüedades cuando lo vio en un rincón, haciéndole sombra al resto de adornos. Lo compro para Ichiji, porque había podido percatarse de su gusto hacia las cosas de ese estilo. Toco con la punta del dedo la cúpula de la cima y la cosita se tambaleo débilmente, pero estaba bien sujeta al tabique, por lo que no iba a caerse si se le cuidaba apropiadamente.

Dejo el faro en el escritorio, quitándole la posibilidad de destacar entre los folders grises y la royal, —lo cual parecía ser el destino del pobre objeto—, de todos modos, Ichiji no sabría que era para él, pero lo dejaría en algún otro sitio y de alguna forma, le pertenecería, por más que él no lo supiera, sería suyo.

La puerta de su despacho se abrió casi una hora después e Ichiji entro a la habitación con pasos seguros y la naricilla hacia arriba, con orgullo. Boto un montoncillo de sobres que Katakuri tendría que examinar más tarde y se giró, empujando con el roce de su mano el adorno. El faro cayó al suelo y se rompió.

Ichiji no le dio importancia, no lo miro ni una sola vez y tampoco le intereso que lo había destruido.

Había una cierta paradoja en que aquella cosa, para Katakuri representaba un poco del chico: Fino, ligeramente desquebrajado, de material frágil, pero con partes muy duras.

Para ya estaba roto.

Katakuri se levantó, saco una bolsa de plástico del cajón del escritorio y guardo los pedazos en ella solo para tirarlos en el bote de basura.

Si otro ente existía y dormía durante la mitad del tiempo, entonces eran semejantes, pensaban casi igual, pero evidentemente no sentían lo mismo.

Las criaturas de noche eran muy desdichadas.

La segunda persona al control avanzo por los pisos de madera de la casa y se acoplo a su silencio, se paró afuera de la puerta de su esposo y cerró los ojos un momento, podía imaginarlo ponerse el pijama e ir a la cama.

El beep beep del teléfono lo hizo girar los pies y regresar a la oficina.

Se sentó en su silla, coloco la mano en su frente y presiono el botón del aparato.

— ¡Katakuri! ¡Hijo!

Aquella voz era como un rastrillo para sus tímpanos. Su efusividad lograba que sus cicatrices le incomodaran.

Bebió un sorbo de su vaso de agua y dejo que su madre continuara, conforme los minutos pasaban le perdía seguimiento a su conversación hasta no entender nada, pensaba en otra cosa, en porque esos seres presentaban tal escisión y no podían estar completamente de acuerdo aun cuando, de alguna forma, eran lo mismo.

—Realmente deseo verte. ¿Por qué no vamos a cenar a algún lado? ¡O puedes venir a casa! Puedes traer también a Sanji. —sonó como si ella se apartara ligeramente de la línea y golpeara sus uñas con el mueble. — No, ¡Ichiji! ¡A Ichiji! ¡Dios! ¡Que nombres tan confusos! Puede que sus padres se ahorraran minutos de pensar un nombre decente, pero es un verdadero dolor de cabeza para otros.

Cerró su libro y se masajeo el puente de la nariz, Kohut, cuando hablaba de la escisión, partía de variados estados narcisistas que eran, inesperadamente cambiantes; de grandiosidad, vulnerabilidad y devaluación, representativas de dos almas en una persona que no sabían nada la una de la otra. Y las variadas culturas tenía sus diferentes historias; de malos augurios y tragedias, desacuerdos, negaciones y locuras.

— ¿Sigues?... ¿Puedes escucharme?

Katakuri en cambio, y aceptando que lo hacía de una manera apática y tal vez ociosa, dividía esas contradicciones en aquellas cosas que denominaba el ser de noche y el ser de día. Se rio de sí mismo porque se sentía tan estúpido. Tan confundido. Tan enclaustrado. Un haz luminoso proyectado del claroscuro llamo su atención, se agacho para recoger un último pedazo del faro y permaneció mirándolo.

— ¡Katakuri! ¡Estoy en el teléfono!

.

.

.

Zoro froto sus manos para tratar de entrar en calor. El clima poco a poco se hacía insoportable, quito la escarcha de su cabello antes de ingresar al auto y acomodo el espejo retrovisor. No alcanzo a girar la llave cuando escucho una fuerte palmada en el cofre.

—Quiero hablar contigo. —Smoker utilizaba un tono autoritario, miro los anexos del estacionamiento y levanto la palma para saludar escuetamente a uno de los chicos nuevos mientras Zoro salía del auto nuevamente.

—He dejado mis reportes, están en orden. —la expresión del mayor lo hizo intuir que no se trataba de su trabajo, por lo que se puso cómodo recargando la cadera en la puerta y guardando sus congeladas manos dentro de los bolsillos del pantalón. —Solo se rápido, quiero regresar a casa cuanto antes.

Smoker de reojo se cercioro de que no había nadie que pudiera escuchar su conversación.

— ¿Cómo va tu vida personal? — encendió un malrboro blanco. —¿Estas, mmm, manejándola correctamente?

—Ni siquiera Mihawk me ha hecho esa pregunta. —enarco una ceja.

—Sin rodeos Roronoa, estoy refiriéndome a ese chico. ¿Hay algo serio entre ustedes?

—Sin la intención de ofenderte, no te interesa.

—Deberías de tener el mínimo de respeto por Tashigi. —tiro al suelo el cigarro que rápidamente había consumido y lo aplasto con su bota.

— ¿Perdón?

—Hiciste su vida un infierno, al menos concédele un poco de paz. — Smoker soltó con naturalidad, Zoro se puso rígido. —Se han separado hace meses, deberías de ser más prudente en vez de restregarle en la cara una relación tan espontanea.

—Estas muy preocupado por ella.

—Esto es también para ti. Tú sabes las cosas que se dicen de ti.

—No pensé que eras de los que jugaban teléfono descompuesto. —dijo con seriedad, meneo la cabeza, algunas cosas de pronto eran tan claras, levanto la vista al cielo y después la regreso al rostro del hombre, dirigiéndose justamente a sus ojos. —Nunca te menciono a ti.

—¿Qué?

Zoro paso a su lado. —Ni siquiera vale la pena preocuparse por eso ya, pero no finjas hipocresía conmigo.

— ¿Estas insinuando algo? —Smoker lo detuvo agarrándolo del hombro.

—No es mi asunto ya averiguar nada. —se rio secamente —Solo ahórrate tanta conversación Smoker, fuera del trabajo tú no tienes autoridad sobre mí. —levanto la muñeca para ver su reloj. —Y según esto, son las...

— ¿No fue suficiente ser un patán Roronoa? —lo interrumpió hablando con displicencia. Una rata obesa corrió por sus botas chillando, Smoker la pateo con tanta fuerza que el roedor choco con una columna reventándose el estómago y sangrando. Zoro apretó la quijada. —Romperle el corazón todos los días a esa pobre mujer. Ella lloraba en nuestra casa por lo mal que la tratabas, o las veces en que contactabas a otras estando a su lado.

—Por lo menos tuvo suficiente consuelo en ti.

Smoker lo jalo de la camisa y lo estampo en el auto.

Zoro suspiro cansado. — ¿Sabes? Creía que eras como un padre para ella, un ejemplo para mí. Estuvieron involucrados, ¿no es cierto? No sé cómo es que no me di cuenta si todo estaba justo en mis narices. —hizo una mueca, quitándose las manos de su superior de encima. —Olvídalo, es una completa estupidez preguntarte esto. Simplemente lo siento por Hina.

— ¿Qué quieres decir? —Smoker apretó los dientes.

—Quiero decir que ya tuvimos suficiente de esta porquería. Y no solamente Tashigi, tú y yo, el club es menos exclusivo de lo que crees. Deja los juegos Smoker, tienes mucho que perder.

— ¿Me estas amenazando? ¿Crees que todos somos la misma basura que tú?, ¿Qué arruinaría la vida de mi esposa porque no puedo mantener los pantalones puestos? No soy tu.

Zoro sonrió torcidamente. — ¿Por qué no me lo dices tú? Siempre pensé que el villano aquí era yo, no por las razones que tú o todos suponen. —Por primera vez mostró dolor en su mirada. — No eres nadie Smoker, no eras al menos mi amigo. Es repugnante admitir que en algún momento pude haber deseado parecerme a ti, el respeto, la hermosa mujer esperando por ti, los domingos de una cerveza y fútbol, es tan estúpido ahora. —lo empujo. —Y no te estoy amenazando, soy un hombre que perdió lo suficiente y ahora no tiene por lo que temer, ya no tengo nada que perder, tal vez, solo me quede rehacer. Tú, básicamente, estas tan echado a perder como yo, pero Hina... ¿Alguna vez pensaste en ella para empezar? Es una buena mujer para un mal hombre.

—Puto canalla. — Smoker crujió los dientes y él sabía que deseaba con todas sus fuerzas aventársele encima, y el moreno agradeció ser por primera vez en su vida lo suficientemente racional para no incitarlo por más. —Sinvergüenza hijo de puta.

—Cobarde de mierda— se río sardónicamente.

—Tu reputación no era algo factible para el cuerpo policíaco, sabes que hay cosas que no podemos ignorar. Si estás aquí no es porque confiara en ti, es porque necesitaba tu trabajo, he sido el único que ha sabido valorar lo único para lo que eres bueno. Me lo debes a mí. Me debes quien carajos eres hoy.

—No te debo ni una mierda a ti. —escupió con rabia. —No tienes ni una mínima idea de que es lo que paso entre nosotros.

— ¡Tú nunca la mereciste! ¡Y yo debí de saber que tu tendencia a joderte a ti mismo, la alcanzaría a ella!

—Pese a lo mucho que me cueste admitirlo, creo que nos merecíamos el uno al otro más de lo que podrías imaginarte. —se rasco la cabeza. —Pero es algo que, según el doctor. —se encogió de hombros sarcástico. —, tengo que quitarme de la cabeza.

—Eres un maldito cretino. Eso es lo que eres. —Smoker lo azoto en la puerta antes de largarse. —Y tú lo sabes. Yo lo sé. Y absolutamente todos lo saben.

Zoro entro al auto con la mirada fija en la hilera de carros formados uno al lado de otros. Un gato salto sobre el basurero y el foco de uno de los faroles se fundió. Los copos comenzaban a aglomerarse en el parabrisas, él sintió esa sensación de deshumanización en la garganta. Saco su celular del bolsillo y marco un número.

Marimo...Zo, ¡Zoro! ¿Termino tu turno? ¡Es mi noche libre! Técnicamente, no es mi noche libre, pero cubrí a Patty la semana pasada y no vas a creerlo, él me dijo que podía salir y...

—Me gusta tu voz. —lo interrumpió y hubo silencio.

 ¿Zoro? ¿Estás bien?

—Lo estoy. —sonrió un poco. —De todos modos, no importa, ¿Qué has hecho hoy?

.....;.....

Las nevadas por fin habían dejado de lado su timidez y terminaban cubriendo las tejas de las casas con una capa de escarcha blanca. Ichiji miro fijamente la forma en que el fuego consumía lentamente la leña de la chimenea del elegante restaurante y bostezo en silencio.

—Ustedes son una pareja encantadora, se complementan tan bien. — Katakuri no respondido nada, en su lugar le acerco el abrigo a su madre.

Esas mismas palabras las había escuchado antes, siempre con el objetivo de empujarlo a atarse a alguien. Stussy había oído exactamente lo mismo, e incluso Belo. Linlin no se molestaba si quiera en cambiar el orden de las oraciones. Tal vez ella quería a alguien fácil y manejable, —pese a que esas dos mujeres fueran lo bastante astutas, tenían corazones sensibles—, abordarlo a él por medio de ellas, por eso no le gustaba la mirada que ella le dirigía a Ichiji, pero el pelirrojo no seguía sus palabras ni agradecía sus halagos.

—Oh cariño. —Linlin plegó los labios colocándose la peluda prenda, en la que al menos dos docenas de zorros habían tenido que morir para confeccionar. —Todas mis amigas no dejan de hablar de ti, tengo que callar a esas cacatúas ancianas ¿Qué clase de fama te has hecho? ¡Soy una madre celosa! —su risa era estridente y bulliciosa. —Nadie puede creer que de verdad estés casado.

Ichiji levanto las palmas, un copo de nieve cayó sobre ellas y se derritió.

Otro aterrizo sobre su cabello y él trato de quitárselo.

Katakuri envolvió su bufanda alrededor de su boca y cuello.

— ¿Están haciéndole algo a esa casa? ¡Ese lugar es increíblemente frio! —volteo a mirar al pelirrojo. —¿Realmente te gusta ese horrible sitio? En estas épocas, las ardillas seguramente buscan esconderse en alguna parte. Es asqueroso.

—Me parece agradable. —Ichiji respondió en voz baja.

—Al menos conseguiste a alguien a quien le guste ese escalofriante mausoleo. — suspiro terca. —A tu casa le falta color, vida, alegría, hay un lugar para ustedes con los Charlotte, por supuesto. —Ichiji volteo inmediatamente a mirar a su esposo negándole silenciosamente. Katakuri levanto una ceja. Él sería el primero en rechazar la oferta.

—Tenemos que declinarla. — dijo con tranquilidad. —Nos gusta tener nuestra privacidad.

— ¡Patrañas! —ella dio una fuerte pisada. —Los colores pálidos, ¡no son bonitos!

Linlin frunció el entrecejo hasta que el auto negro que había demorado algunos minutos más para recogerla apareció. El conductor pidió una disculpa por la demora.

—Lo siento señora, una de las llantas se había atorado en un cumulo de nieve y tuve que conseguir una pala para...

Ella le hizo un ademan con la mano para que se callara.

— ¿Cómo esta Judge? —volteo en dirección de su joven yerno, pero antes de que él pudiera responderle le interrumpió. —¿Cómo esta Germa?

—Bien señora— respondió de la misma manera que el trabajador, con el mismo tono impersonal y mecánico, y por la mueca de su suegra, es que corrigió. —Linlin, todo está bajo control, Linlin. —siguió atrapando los copos, distraído.

Charlotte Linlin había cambiado el color de su labial para que combinara con los lunares amarillos de su nuevo vestido, la mujer estiro el brazo para agarrar las mejillas de Ichiji en sus regordetes dedos, analizándolo con la minuciosidad de un cocinero a punto de decidir la forma en que cocinaría a un conejo.

—Tu madre seguro que era una mujer preciosa. Algún día deberías enseñarme una foto suya. —sus diminutos ojos se concentraron en él, batió sus pestañas llenas de máscara y chasqueo la lengua. —Pero, aun así, algo te falta, algo te falta. Pero, ¿qué será?

Katakuri suavemente lo aparto de ella, tomo su mano y beso sus nudillos, por un momento la expresión de la vieja Linlin pareció confundida.

—Nada falta. —la atractiva voz tan cerca de su oreja era como tener al mismísimo demonio susurrándole y seduciéndolo. —Es tarde madre, deberías de subir a tu auto e ir a dormir.

—Oh, no soy una anciana, no exageres. —sonrió lentamente haciéndole caso, bajo la ventanilla y entrecerró audazmente sus ojos. —Una pareja realmente deliciosa.

Cuando se fue Ichiji recordó lo que era poder respirar sin sentir que sus pulmones estaban siendo perforados con crueldad.

—Ella parecía feliz por ti. —siguió los rápidos pasos de Katakuri.

Él se rio secamente. — ¿Tú crees?

En realidad, no lo hacía, lo cual le pareció un poco triste por aquel hombre.

No entraron de inmediato al auto, Katakuri se recargo en el barandal y miro las colinas y los edificios, Ichiji hizo lo mismo de espaldas a él, sus hombros se rozaban ligeramente, él tenía la nariz roja  y bebía con calma del frapuccino que había pedido.

— ¿Puedes hablarme de tus padres? —susurro inseguro.

—No sé mucho de mi padre como ya te disté cuenta. Y se lo suficiente de mi madre para no querer saber más.

Ichiji se volteo acomodando los brazos en la barandilla, temblando ligeramente de frio hasta que el adulto se apiado y dejo caer su bufanda en sus hombros. —Debe ser frustrante no saber que sentir por las personas que se supone, deberías amar.

Katakuri negó con la cabeza, estirándose. —Nosotros también tenemos que volver, o nos congelaremos. —una diminuta risa salió de sus labios. —Es mejor asegurarnos que no haya ardillas en nuestro "horripilante mausoleo".

—Si...

....;....

Si Zoro pudiera contar todas las veces en que Sanji sonreía en un minuto, entonces, él perdería la cuenta. El rubio ingreso a su vehículo arrojando su mochila llena de parches a los asientos traseros, sus tenis eran de colores distintos, se quitó sus enormes gafas y suspiro relajado.

Parecía que quería proveerse de suficiente oxigeno antes de soltar lleno de una contagiosa emoción que hacía que los bordes de los labios de Zoro, apenas se curvaran, la historia de cómo un crítico gastronómico había insistido entrar a su cocina solo para felicitarlo.

O como Usopp había llorado de emoción al recibir una enorme propina de una mujer que lucía como Oprah, pero había insistido que se llamaba Selly.

— ¿Quieres ir al cine? —pregunto después de escucharlo un rato.

Sanji levanto una ceja. —A ti no te gusta el cine.

Realmente él hubiera preferido que no hiciera esa observación, pero no le quedo más que sumir los hombros con simpleza.

—Pero a ti sí. —coloco una mano en el volante. —No he ido en mucho tiempo, puede que me guste de nuevo.

Zoro fingió interés en la película, otra vez el protagonista era el mismo chico rubio que estaba incluso en las cajas de cereal, no se sorprendería de verlo pronto anunciando papel higiénico, Caven-no sabía que, quien contaba al menos con la mitad de la población femenina en el bolsillo. Bostezo sin disimular y solo evito dormirse cuando reconoció también a esa popular actriz —Hancock—que hacía exactamente lo mismo que él hombre, pero con la población masculina. Acepto que era una buena estrategia taquillera juntar a tal poderoso y bello dúo.

Sanji succiono su refresco por medio de la pajilla sin despegar un ojo.

Él lo observo a través de su visión periférica, su nariz fina y recta, sus pestañas frondosas y con el largo perfecto, agarro un puño de palomitas y las metió a su boca, masticando una por una.

—Debes de mirar la pantalla, no a mí, Zoro. —sorbió más fuerte, sonriendo con ligereza como si conociera todos sus pecados, haciéndolo con malicia y dulzura. —Ellos son hermosos. —señalo a los artistas. — ¿No crees que ellos son hermosos, Zoro? —Lo hizo sentir una corriente eléctrica a través de las venas.

Sus manos regresaron a las palomitas, topando con el fondo del cartón hasta tocar con algo suave y más delgado que sus manos, las de Sanji, cuyo toque sabia ser frio y caliente al mismo tiempo.

Entrelazaron los dedos.

La pantalla mostró los créditos y la película se terminó.

El regreso a casa era feroz. —La calle negra, llena de luces de colores neones que ellos dejaban atrás rápidamente en el follaje boscoso—, y su corazón hacia un fuerte bombeo que lo hacía temer que, en cualquier momento, el muy maldito fuera a salirse de su diafragma. Sanji sonreía —quemándolo con su gesto—, levantaba las manos y las movía grácilmente mientras el viento despeinaba completamente su cabello.

Y él necesitaba concentrarse en la carretera, pero su cara era absorbente.

— ¡Ha sido genial hoy! —Sanji grito fuertemente, Zoro piso el acelerador y sintió el aliento de su compañero cerca, hablando bajo en su oreja; menta, dulce y sal.

¿Hace cuánto Zoro comenzó a aceptar que todavía estaba vivo?, sus células estaban alerta, sus pupilas dilatadas.

— ¡Te dije que era genial, te dije que era genial!

— ¡Colócate el cinturón! —refuto, pero estaba contagiado por su vibra, que, de cierta forma, tenía el mismo gesto de ímpetu loca y juvenil en su cara. —Sanji, deja de... ¿te estas retorciendo?

—No soy un gusano, no me estoy retorciendo. —más de su risa.

Pasaron debajo del puente, veía su cabello en su cara y su piel bajo el efecto hechizante de la luna, hecha de brillantina. Tuvo que tragar saliva, conducir más y más rápido, tuvo que...si, gritar a todo pulmón cosas divertidas, porque se sentía mejor que nunca, y de nuevo podía decir, que él también era joven.

En algún momento paro el auto, Sanji se sostuvo del balcón del mirador, prendió un cigarro y soltó el humo por lo labios, Zoro bebió una lata de Pepsi. Las luces aumentaron, juntas y viniendo del mismo sitio, Zoro jalo al rubio por la cadera y lo envolvió en sus brazos para que no estuviera al borde de la carretera, el joven, repleto de endorfinas miro con los ojos totalmente abiertos como una docena de motocicletas desfilaban agresivas, una tras otra a toda velocidad.

Se rio con soltura y emoción, Zoro no podía creer que fuera real.

Sanji se veía como esas criaturitas que representaban en los libros para niños, que siempre olían a naturaleza, que tenían un rostro enigmático y gracioso.

Él no era real

No era real

No era real

Solo era el personaje de un cuento. Solo un ser de bosque que bailaba en los carnavales. Era solo el enigma que ponía nostálgicos a los más viejos, y la anécdota que encantaba y asustaba a los infantes. El torcido serafín siempre cómplice de las brujas, el amante de las plantas, un incubo, un trasgo, un vampiro.

No.Era.Real

Cuando Zoro abriera los ojos se habría ido y él regresaría borracho a su departamento.

Escucho el roce de sus ropas.

Y sintió sus manos frías en el rostro, sus pulseras de colores acariciaron su piel, cubriéndole la vista se movió con rapidez. —Gracias. — sus labios cepillaron su cuello y lograron que cada nervio estallara.

Dentro del auto prendió el calentador y ellos conversaron de nimiedades.

Le gustaban sus ojos azules.

Le gustaba la forma de su rostro.

Le gustaba su cabello rubio fresa.

Le gustaba como de cierta manera, él parecía sentir dolor de ser feliz.

Las ventanas estaban empañadas y llenas de la nieve derretida encima. Hacia frio, quito las llaves y no se dio cuenta en donde las tiro, tampoco le intereso. Sanji se sentó encima de su regazo y él sostuvo su cara, respirando. — ¿Qué estamos haciendo? ¿Adónde estamos yendo?

—A todos lados—respondió sonriente.

—Bien...—pego la frente en la suya y suspiro. —A todos. —no tenía aire. —lados.

El auto cimbraba cada que los vehículos derrapaban en la carretera a más de cien km, pero nadie les prestaba atención en medio de la espesa noche, ellos solo eran un punto negro meciéndose en la nada. Roronoa entonces entendió que no podía contenerse, acerco la nariz a su cuello y lo aspiro, froto la mejilla en la suya y subió a sus labios. Sus manos se aferraron a la cintura del rubio y eran capaces de cubrirla por completo.

Quería su boca que domino con un beso, la punta de su lengua casi le rozaba el paladar.

Sus miradas se encontraron y Sanji le abrió la camisa inclinándose para dispersar besos tímidos y malévolos desde su quijada a su garganta, aplastando el miembro abultado debajo de él con su peso.

Las llantas de los coches quemándose en la acera estaban justo en sus tímpanos, determinado le saco la sudadera y lo dejo solo en una camiseta blanca que se pegaba a su cuerpo por la transpiración, con su mano acaricio el costado y el borde de las costillas.

—Aunque tengas miedo, hazlo, por más que no merezcas, hazlo. —Sanji reía las palabras que el protagonista de esa película ridícula había dicho. Coloco las palmas a cada lado de su cara y se inclinó a mirarlo, estaban tan cerca que sentía sus suaves resoplidos en los labios. —Y por más que duela, hazlo. Solo entonces el arrepentimiento podrá saberte a algo, aguardiente o vino.

Su pene se endureció, crujió los dientes, la mano blanca abrió su bragueta y desabrocho el botón, deslizando el bóxer solo para sacar su miembro palpitante y adolorido, lo envolvió y presiono con una combinación de experiencia e inocencia que eran capaces de embriagarlo, de hacerlo crecer y ser firme en sus manos.

—Joder, Sanji. —se mordió los labios presionando con fuerza de su cintura.

Fue su turno de besar malévolo, de quitar su mano y entrelazar los dedos, lo inclino en el volante y bajo sus ropas, anclo su cara en su garganta, asfixiándose por su sudor y el vapor del interior del carro. Con dureza lo hizo sentirse a sí mismo, penetrarse mientras sus extremidades seguían unidas, palpitando y gruñendo cada que sus dedos buscaban ir más adentro de Sanji. — ¿Qué me has hecho? —murmuro sobre su piel.

El joven gimió despacio moviendo oscilatoriamente las caderas, Sanji empujaba y Zoro arremetía, con desespero lo vio aferrarse de sus hombros y continuar bajando. Se sintió a punto de un orgasmo visual.

—Zoro.

Repetía su nombre.

Los ojos azules estaban encima él, sus labios hinchados, desesperados por hablar, decir cómo se sentía lo que él hacía, se zambullo más profundo, suspirando mientras acunaba el mentón en el lado convexo de su largo cuello. — ¿Estas...—cerro los ojos, porque presionaba el trasero en su entrepierna. —cerca?

—No quiero solo tus dedos, Zoro, ha sido suficiente preludio, te necesito a ti, te deseo dentro de mí. —su tono equivalía a una bala perdida en su sien, saco las manos y agarro el borde de los mezclillas para deslizarlos.

Pero alguien golpeo la ventana. Sanji regreso al lugar del copiloto con la cara roja y Zoro tosió un poco, bajando levemente el vidrio.

— ¿Sí? —Zoro disfrazo su voz con indiferencia, jugaba con el estéreo aparentando estar aburrido.

— ¿Está todo bien? —era un oficial. — ¿Se han quedado varados?

—Todo está perfecto—aseguro controlando su voz. —Escogimos el sitio como punto de reunión con uno de nuestros amigos. —miro la pantalla de su celular. —Aunque pensamos que no iría a tardar. —Sanji ahogo una risa y él puso la mano en su frente, haciendo para atrás sus cortos cabellos verdes. —Algunas personas son tan impuntuales.

El hombre apunto directamente a sus pupilas con su lámpara, y él gruño ciego por unos segundos.

Pidió su identificación y Zoro se la entrego, cooperando con facilidad.

—Siento decirles que, si siguen aquí, voy a tener que hacerles una infracción.

—Estaría en su deber, es mi culpa, debí escoger un lugar distinto. —Sonrió un poco. Sanji parpadeo asombrado de su facilidad de palabra. Apretaron las manos y hablaron unos minutos sobre los Dodgers antes de que el oficial los despidiera después de darles algunas recomendaciones y decir la vía que deberían de tomar para ahorrar camino.

El moreno volteo a verlo, su enorme mano estaba sobre su hombro.

— ¿Quieres cenar en mi departamento?

— ¿Es acaso una abreviatura para decir qué?... —saboreo sus labios.

Zoro sonrió y levanto las cejas, le dio un beso en la mejilla y lo dejo con los ojos abiertos y las mejillas hirviendo. — Cenar Sanji, quiero hablar, quiero escucharte, quiero hacer eso por horas hasta sentir que estoy casi muerto, sería una mentira decirte que no estoy ardiendo por hacerlo, pero antes que todo, quiero conocerte.

—Me conoces.

—Conozco tu caos. Y me gusta. Pero quiero entender todo.

....;....

Cuando la puerta del ascensor se abrió lo primero que tuvo de frente fue a los dos nuevos integrantes de Whole Cake. El rubio se quejaba del típico tráfico de la hora pico y refunfuñaba.

—Donde hay vino, también hay queso. —Ichiji dijo inexpresivamente haciendo que Paulie primero se lo quedara viendo y después soltara una fuerte carcajada por su “chiste”, pero la expresión de Lucci no cambio mucho.

—Estaba esperando el momento de encontrarnos de nuevo, Ichiji. —El hombre le estrecho la mano educadamente. — ¿Estabas en la oficina de Katakuri?, estábamos por ir allá.

—No me dejo entrar. —admitió frunciendo el ceño y enmascarando su mal humor. —Y dudo que a ustedes los deje, está en una especie de junta y parece que están abordando algo serio.

Paulie se despeino el cabello. —Nosotros teníamos que estar presentes, pero nos hemos retrasado. —busco la mirada de su compañero. —Tal parece que daremos una mala impresión al aparecer tarde. —entro al ascensor, pero Lucci no se movió ni un solo centímetro. —Y por lo visto, la daré yo solo.

—Donde hay vino, no siempre hay queso. —el moreno metió las manos en los bolsillos de su pantalón. —Prefiero no hacer el intento, confió en que me mantendrás al día. —la cara de Paulie se transformó en ira vedada, pero la puerta metálica se cerró antes de que soltara improperios contra él.

—¿Y tú eres el queso o el vino? — Ichiji enarco una ceja y se colocó su chaqueta.

—Vino. —avanzo a su lado. —No creo que Paulie tenga problemas siendo el queso. Es algo de italianos. —sus hombros se rozaron. — ¿Así que lo de siempre?

Ichiji comenzó a caminar. — ¿Lo de siempre? —parecía no entender.

—Tu esposo y tú con su discreta guerra.

—Habernos visto juntos una vez no quiere decir que, al verme una segunda vez, puedas decir lo de siempre o intuir cosas como esa. Es atrevido.

—No es difícil para mí imaginarme que ustedes son así, siempre.

—El matrimonio es odiar sutilmente a tu pareja —susurro cómplice hacia el hombre, él le daba confianza para ser al menos, menos hipócrita. Se dirigió hacia una mujer rubia para pedir un auto.

— ¿Vas a la universidad?, puedo llevarte. —Lucci adelanto el ofrecimiento.

Ichiji dudo unos segundos, pero acepto y camino a su costado.

— ¿Qué tal es adaptarse a los Charlotte? —sonrió sutilmente cerrando la puerta.

—Puedo adaptarme fácilmente a cualquier entorno, Paulie es un asunto diferente; está en planes de mudar a su familia, además de que ha sido duro para él dejar a Tom. —El maduro consultor condujo en línea recta por algunos minutos. —De todos modos, es muy pronto para esa pregunta, falta mucho por hacerse todavía, ¿A dónde debo ir ahora?

—Enies.

—Enies. —repitió girando.

— ¿Los has conocido a todos? —se volteo para mirarlo. — ¿A los Charlotte?

—Supongo que a su mayoría.

—Oh. —abrazo su mochila en el abdomen y rompió el silencio casi inmediatamente. — ¿Katakuri ya te ha puesto al día con Whole Cake?, él siempre trata de tener todo organizado. No es que sea un maníaco del orden. —levanto un dedo. —Pero es algo estricto en algunos aspectos.

—Respira o vas a ahogarte. — Lucci sonrió de lado, Ichiji se avergonzó. —Bueno, que su "amado" esposo tuviera el acceso denegado, habla por sí solo. Aunque no voy a mentir que Katakuri hizo bien. Los asuntos personales están fuera.

Ichiji resoplo.

— ¿Qué tal fue adaptarse a los Charlotte para ti? Estas casado con uno de los miembros con más peso después de todo, por eso te lo pregunto.

—Ellos no van a asesinarme, así que está bien.

—Según las malas lenguas, la muerte de Lady Di no fue casualidad, lo sabes, ¿verdad? —se percató de que Ichiji lo miraba con una seriedad escalofriante, estudiando la posibilidad de sus palabras. —Dudo que ellos quieran conspirar para asesinarte, pareces inofensivo.

— ¿Gracias?

—No es necesario agradecer. —Lucci lo observo de reojo desbloquear la pantalla de su celular. Levanto una ceja, su fondo de bloqueo era la fotografía de un gato— ¿Te gustan los gatos?

—Tenemos uno, es fácil llevarse bien con el, come, duerme, ronronea un poco para que hagas lo que pide y vuelve a dormir. ¿Te gustan a ti?

—Los felinos en general me gustan, pero tengo que contenerme, a Hattori le disgustan demasiado.

— ¿Hattori?, ¿Esposa, novia o hija?

—Afortunadamente ninguna de esas opciones. —el hombre se tensó sosteniendo el volante. —Es una paloma. —volteo unos segundos e Ichiji parpadeo.

—Es un poco raro tener...una paloma como mascota.

—Bueno, yo no he mencionado lo rara que me parece tu situación con Charlotte.

—Porque no es tu asunto hacerlo.

—Exactamente por eso. —se rio secamente.

Ichiji se lamió los labios, los sentía un poco secos, volvió a acomodarse el cinturón de seguridad y trato de mostrar un poco de apatía al volver a hablar.

— ¿Alguna vez sentiste que no eras correspondido de la forma en que esperabas?

— ¿Estas confesándome una vida conyugal triste? —Lucci pregunto con voz criptica.

—No. Solo pareces una persona sincera. —Lucci se sintió ligeramente sorprendido. — Y algo en ti me hace pensar que no vas a mentirme.

—No voy a mentirte. Pero entonces quiero que me asegures que tú no vas a mentirme a mí. —Ichiji asintió, Lucci se detuvo en un semáforo. —Nunca he sentido no ser correspondido. Creo que el hecho de estar enamoradoes algo en demasía tedioso, son complicaciones innecesarias. Tampoco es muy interesante en realidad. El matrimonio para algunos hombres en ciertas posiciones es necesario, es el último peldaño a escalar para demostrarle al resto su éxito y estabilidad, es utilería. No estoy culpando a Charlotte por eso, vender una imagen es algo de gente inteligente.

Ichiji miro el perfil de Lucci, le recordaba levemente a Katakuri, —directo y frio—pero mientras más lo conocía de verdad se encontraba deseando que Katakuri fuera diferente de él.

— ¿Te has preguntado alguna vez por qué las relaciones se terminan?, en el matrimonio, es por la incapacidad de dar, y por la necesidad de pedir. Es tal vez el mismo amor lo que lo lleva a la quiebra.

—Es tan...injusto.

Lucci lo miro con humor, girando la palanca de velocidades. — ¿Cuál es tu concepto de amar?

—Solo puedo decirte que no es el romance hollywoodense, es algo mucho más fuerte y corrosivo.

—Ustedes no están casados porque quisieran, ¿no es así?

Sus palabras lo hicieron tensarse, su vientre cosquilleó con nerviosismo.

—Esa rebuscada historia sobre los dos conociéndose de la nada y haciendo clic, es demasiada casualidad. Empezando porque sus ideales parecen incompatibles, la edad difiere un poco pero no es tan importante, lo que quiero decir es que un hijo Vinsmoke y uno Charlotte de todas las personas, querido, es muy forzado.

Ichiji abrió la boca ofendido. —Estas equivocado, y creo que es mejor que me baje ahora. Estar aquí contigo no habla muy bien de mí.

—Dijiste que no ibas a mentirme, deberías de cumplir también tu parte. —rozo su mano. —Y bajar de mi auto a escondidas podría lucir inapropiado, si bajas furtivamente, pensaran que algo ocultas, que algo hicimos. Lo cual es ridículo si tienes en cuenta que apenas nos conocemos, y tener la fama de aprovecharme de un chico desolado no es muy favorecedor para mí.

—Esa es la razón por la que es raro hablarte sobre nosotros precisamente a ti, eres un extraño. No estoy desolado tampoco.

—Conóceme y no seré un extraño. —refuto con tanta determinación que Ichiji fue incapaz de dudar de él.

Lucci puso la mano debajo de su mentón, levantándolo un poco y haciendo que sus labios volvieran a sellarse y dejaran atrás ese pequeño gesto de inseguridad. —Los hombres como Charlotte Katakuri no pueden amar, esa es la realidad.

Ichiji agacho la mirada unos segundos.

Lucci parpadeo cuando el muchacho alzo el brazo y estrecho la mano con la suya.

—Lucci—susurro su nombre, y la suavidad con la que lo hizo daba la sensación de ser asfixiado en cuerdas hechas de seda. —Me interesa conocerte. Estoy aceptando tu amistad.

Aseguro su maleta en el hombro y deshizo el contacto, el adulto asintió duramente, Ichiji estaba por abrir la puerta cuando su expresión cambio e hizo que Lucci levantara una ceja.

— ¿Sucede algo?

—Deje mi computadora. —formo una mueca. —Voy a llamar a alguien o regresare yo mismo.

—Puedo regresarte a Whole Cake.

—No tienes que hacerlo, en verdad.

—Lo sé, pero tengo tiempo.

El regreso fue simple, si Ichiji no conocía cosas sobre palomas que sinceramente, no le quitaban el sueño, al menos ahora podía saber cómo manejar una conversación que empezara así, le platico ligeramente de su vida, de sus gustos, su charla era bastante sencilla, pero lo hacía sentir en confort. 

Una vez en el estacionamiento ejecutivo, solo fue necesario de salir del vehículo para encontrarse a Katakuri extendiéndole su mochila.

—Hola, de nuevo. Por cierto, olvidaste esto. —su voz sonaba de alguna forma burlona y grave, se acercó con pasos confiados. —Rob Lucci, parece que encuentras más cómodo ser el conductor personal de mi esposo a cumplir con tus obligaciones. Si te parece más fácil, puedo bajarte a ese puesto.

—Me gusta adaptarme a todo lo que sea parte de esta empresa para poder familiarizarme mejor. —su tono fue locuaz. —Solo así podre ser más eficiente.

—No sé en qué rubro estés aplicando lo de familiarizarte y ser más eficiente. —sonrió cínico.

— ¡Katakuri! —Ichiji alzo la voz.

— ¿Si, "cariño"? —respondió satíricamente.

Ichiji rodó los ojos, comenzando a avanzar. Giro la cabeza para buscar a Katakuri, pero parecía más interesado en intercambiar miradas con el azabache, regreso y lo jalo levemente de la manga de la chaqueta para obtener su atención.

—Ahora que al fin estas desocupado, ¿no vas llevarme de regreso? —pregunto frívolamente.

—Lo hará Rob Lucci— el aludido pareció sorprendido al igual que Ichiji, cuya cara fue un poema.

Evidentemente la pareja no estaba muy cómoda, por lo que Lucci no dijo nada cuando Ichiji tomo del brazo a Katakuri y se alejaron algunos pasos para hablar con mayor privacidad. — ¿Es en serio? —susurro fastidiado. —Me cerraste la puerta en la cara, deberías ser al menos un poco más agradable. Te recuerdo que te casaste con un Vinsmoke, no con cualquier ramera que recogiste de la calle.

— ¿Agradable? Te dije que esperaras quince minutos, no puedo simplemente cambiar todo porque tú seas impaciente. —respondió en su defensa, Ichiji carraspeo aceptando que, en realidad, si había exagerado pues Katakuri decía la verdad. —Y hablo muy en serio.

—Llévame. —ordeno frunciendo el ceño.

—No. —bufo. —Dije quince minutos, pero preferiste optar por él a esperarme. —Tomo su mano suavemente, volteándose hacia el idiota de la horrible barba, decir lo siguiente significaba que su estómago se retorciera, pero no iba a resarcir nada de lo que había dicho. —Estoy seguro de que no tienes ningún problema—se dirigió a Lucci— Y que lo vas a llevar sano y salvo, ¿no es así? 

—No creo que sea algo complicado. —Lucci asintió tranquilamente.

Ichiji con su diminuta estatura en comparación de la de Katakuri, una vez más, busco una distancia prudente para reclamar, cruzando los brazos y parándose frente a él como un elfo enojado.

—Quita esa horrible expresión, —susurro Katakuri inclinándose y besando su mejilla. —Te veré en la noche, que te vaya bien.

—Buenas días anticipados. —refunfuño separándose. —Te veré en la mañana entonces, porque voy a estar durmiendo cuando regreses y no quiero que me molestes.

Se indignó completamente, dándole igual la educación camino hacia el auto de Lucci con determinación y cerró la puerta de un portazo.

Aplasto la bocina tres veces hasta que el conductor subió. — ¿Estamos de acuerdo que no soy tu chofer? —Lucci sostuvo su mano cuando estaba por tocar la bocina una cuarta vez.

— ¿Quieres honestidad? Lo odio—escupió molesto. —Sé que le gusta divertirse a mi costa. —cruzo una pierna sobre la otra y se encontró con los ojos oscuros sobre su cara. —No me mires como si estuviera loco Lucci, se lo que te estoy diciendo. Katakuri es un hombre ruin.

—Tu forma de querer es un poco escalofriante y dicotómica. —respondió ecuánime, poniendo el auto en marcha. —Un día me dices que él es diferente cuando yo prácticamente, te digo lo mismo de lo que te quejas ahora, y al otro, escupes su nombre.

—No tienes idea de nada. —Ichiji murmuro entre dientes haciendo un berrinche por el cual Lucci siguió estoico. —Él es horrible, él y su torcido sentido del deber, ¡Es un cretino! Además, tú lo dijiste: “Un Charlotte y un Vinsmoke…” Me pusiste a su nivel, pero él no me mira así. Mientras mis antepasados pertenecían al marquesado, los suyos probablemente tenían un vulgar circo o un misérrimo burdel con olor a ratas.

—Me das mucha pena. —Lucci admitió sin rodeos llevando su mano a la guantera para sacar unos mentos.

—No te atrevas a juzgarme. —el joven estuvo a punto de abrir la manija del auto y bajarse, por lo que rápidamente activo los seguros, no tenía duda de que Charlotte hablaba muy en serio cuando le dijo que lo quería sano y salvo.

—Si vas a decir que odias a alguien, entonces convéncete de que lo haces. Convénceme de que realmente lo haces. —se demoró unos segundos en volver a hablar. —Convéncelo a él.

Ichiji tomo aire y cerró los ojos —Es el hombre más controlador que he podido conocer, un ser impune y cruel.

— Si es todo eso, ¿qué haces a su lado?

— ¡No sé cómo lo hace! —Ichiji llevo la mano a su cara. —Sin importar todo, cuando sentía que no era nada, él me hacía sentir capaz de cualquier cosa, me impulsaba, incluso ahora, después de todo lo que me ha hecho. —gesticulo con las manos, jalándose el cabello en frustración. — ¡Hicimos! Yo también le hice. Solo gracias a él puedo sentirme de alguna forma...—su voz comenzaba a suavizarse, negó con la cabeza, no debía de pensar en cosas buenas. —No sé cómo lo hace, no sé si es parte de su plan. —levanto el dedo con un poco de paranoia. —Es porque él siempre sabe qué hacer, es un estratega, es muy listo, más que yo, ¿y si lo que quiere es confundirme más y más, solo porque le gusta hacerlo? Eso es, está hartándome para aprovecharse de mí, es lo que hace. Quiere hacerle creer a la gente que yo soy quien esta loco.

—Estas siendo ridículo y contradictorio. —Lucci puso su mano encima de la del pelirrojo, pero la retiro con rapidez, trataba de ser objetivo, hizo una pausa para asimilar lo que Ichiji decía.

— ¿Sabes? —Lucci lo miró de reojo. — Él ya me había dicho que no confiara en ti, que...

— ¿Katakuri te dijo qué? —alzo la voz molesto, tergiversando varias historias en su cabeza. — ¡Te lo dije! ¡Tengo razón!

—No tiene importancia.

—Él me conoce mejor que nadie. —dijo resentido. —Me había aceptado, incluso cuando no puedo ser mejor, yo siempre lastimo a todos, lo hice con Katakuri y lo seguiré haciendo. —se cubrió la cara. —Nunca he sido capaz de encontrar las consecuencias de lo que hago, no sé hacerlo. Soy la personificación de todo lo que es incapaz de atraerlo. Lo amo. —levanto la cara mirando al moreno con consternación. —Pero estoy seguro de que también lo odio.

— ¿Por qué lo dices? —en ese momento Lucci había aparcado el auto y le prestaba atención al chico.

Ichiji volteo a mirar a la ventana, su voz era apática. —Ya te lo dije, él sabe quién soy yo realmente. —hizo una mueca cuando las frías manos de Lucci voltearon su cara para que lo mirara.

Sus ojos eran serios. —Hagas lo que hagas, él no va a amarte, eso significa desconcentrarse, hacer de lado sus principales intereses. —mintió con desdén, sabía perfectamente que cuando ese hijo de puta loco lo amenazo, no era por asegurar su territorio precisamente. —La resignación es el primer paso para la superación.

—No quiero resignarme. —Ichiji movió la cabeza, él le sonrió con algo parecido a la ternura. —No hasta que sienta lo que yo siento, no solo que me ame, de alguna forma quiero que sepa lo devastado que estoy. —atrapo los dedos largos del hombre mayor. —Soy horrible, ¿no es cierto?

—Solo estas dolido, Ichiji. —esta vez desabrocho su cinturón y se movió un poco, solo para estar frente a él, pero no para invadir su espacio. Miro sus ojos azules, concluyendo que esa criatura era interesante. Y era interesante también, aquello que, como imán, lo mandaba de vuelta a Katakuri. —Pero...—sus mejillas eran suaves cuando las acaricio. —Los hombres como Charlotte no tienen arreglo y tu no vas a lamentarte por ello. Por eso estoy aquí, por eso me dejaste entrar en tu vida.

....;....

—Necesito que me entregues los balances de...—se quedó callado contando los segundos en que su hermano dejaba de escucharlo para estar entrometido espiando por el ventanal.

—Oh— Perospero abrió la boca dramáticamente. —Así que entro al auto de ese hombre, creo que es mi culpa, fui yo quien le recomendó que, si podía evitar estar al volante otra vez en su vida, no desperdiciara la oportunidad.

—Perospero, solo cállate. —Katakuri gruño sentándose detrás de su escritorio, sin muchos ánimos, prácticamente boto los informes financieros a un lado y súbitamente sostuvo su taza y le dio un sorbo al café. Tosió un poco. Era amargo, casi parecía haber sido preparado por Ichiji.

— ¿Crees que ese hombre sea su amante? —pregunto cizañeramente Perospero. —Si es su amante, tiene algo por los hombres antipáticos.

Katakuri se sintió imbécil, el desagradable sabor insípido no fue capaz de hacerlo escupir la bebida, pero la tontería de su hermano casi logro conseguirlo.

—No es su amante. —contesto apáticamente.

Perospero le guiño un ojo. —Ustedes están más allá de mi comprensión.

Katakuri vio su reflejo en la ventana, parecía que estaba creciéndole un poco de barba que rasuraría en cuanto llegara a casa y por más que llevaba toda su vida frunciendo el ceño, solo en ese instante fue consciente de que lo hacía tanto.

—Katakuri. —su hermano agudizo su tono. — ¿Qué vas a hacer con nuestra madre?

—Seré yo quien le diga todo.

—Ella va a molestarse, y será capaz de hacerle la vida imposible a toda esa familia.

—No va a hacerlo. —respondió con seguridad y Perospero sintió escalofríos. —No quería hacer esto, aceptarla para mi es realmente escabroso. Si ella tiene una pizca maternal o de cualquier cosa que la haga mínimamente humana, y quiere de alguna forma compensar todo lo que ha hecho, entonces no me queda de otra que hacerle pensar que...—volvió a tomar un trago del café. —Que no la detesto. Si ella siente mi paz, entonces sé que va a dejar a Ichiji fuera de esto.

— ¿Manipulándola? ¿Te das cuenta que no puedo ser cómplice de esto?... —estampo sus palmas con dureza en el escritorio. — ¿Estas en tus cinco sentidos? Porque últimamente hablar contigo es tener la horrible sensación de que planeas un crimen.

—Ha estado buscándome, llamando, queriendo que vaya a su casa, sé que también te diste cuenta. Es vieja, el tiempo no la favorece, esta arrepentida y desea arreglar el pasado, creo.

—Por el amor de...—Perospero se llevó la mano a la cara, todos sabían de lo disfuncional y dura que Linlin había sido con Katakuri, la razón nunca estuvo clara, pero él podría pensar que era porque al verlo, veía a Kaido, hombre al que nunca pudo regurgitar como al resto. — ¡Porque te alejaste de ella!

—Y suficientes razones tuve. Mira— suspiro agotando su paciencia. —No se trata de mí, no quiero tenerla cerca, pero tampoco la quiero tratando de joder con Ichiji cuando todo esto finalmente acabe. No voy a hacerme de excusas nobles para justificarme, simplemente no busco herirlo...más, pero a veces tengo la sensación de que no hacerlo es demasiado complicado.

Si le preguntaran a Charlotte Katakuri de qué manera había sido feliz durante toda su vida, respondería de acuerdo a lo que, según él, sería el orden más adecuado.

1) Comida

2) Practicidad

3) Y el grado suficiente y necesario de soledad.

Gruño nuevamente. —Tal vez no estoy en mis cinco sentidos. —susurro demasiado bajo.

La larga mano de su hermano palmeo su espalda y él levanto una ceja, Perospero le hizo un ademan para que se quitara la chaqueta.

La extendió y una vena resalto en su frente, había por lo menos un nido de pelos de gato en la prenda. Ichiji y su horrible mascota.

—La simple, ordinaria y común vida de familia— Perospero canturreo ridículo.

Katakuri se sentó nuevamente frotándose el entrecejo y la molesta carcajada de su hermano consiguió que soltara una profunda maldición.

...;...

—Entonces él dijo que tu comida era buena. —Zoro comento en voz alta, Sanji saco las llaves del bolsillo de su pantalón y abrió la puerta.

Él dejo sobre la mesa los comestibles que habían comprado a dos cuadras del edificio industrial.

—Dijo que tengo talento y futuro, y me pregunto si estudiaba.

— ¿Y tú respondiste? —cuestiono tirando a la basura el plato de plástico de su hot dog.

—Que estoy en pausa. —Sanji contesto sacándose los converse. —Y también dijo que el mío era el mejor cuisses de grenouilles que había probado.

—¿Qué es un cuisa de grenu...eso? —Zoro hizo una mueca pronunciando sin la misma desenvoltura del rubio la infernal palabra. — ¿Es francés? — enarco una ceja. —Tú tienes raíces francesas, ¿no?

—Son ancas de rana— se rio dándole un rápido beso en los labios, el policía fingió una cara de asco. —Y en parte, solo por mi madre. Estoy seguro que mis bisabuelos paternos por otra parte, decían cosas como My Fuhrer, y blah blah blah. —cubrió su boca malvadamente. —Hay ciertos chistes que en la familia de mi padre nos prohibían. —Lavo una naranja y después la partió a la mitad con un cuchillo. —Durante una cena de navidad mi abuelo discretamente le pidió a Judge que nos retiraran. —lo señalo con el cuchillo. —Nunca bromees con ex nazis, no tienen sentido del humor.

—Suenan agradables. —bufo sarcástico.

—Hay nulo contacto con lo poco de la familia paterna que tenemos. —el rubio se encogió de hombros. —Pero existen historias cómicas flotando por alguna parte. —Canturreo con la voz acartonada. —"Vinsmoke Judge, por Cristo, ¿Todavía sigues casado con esa francesa libertina y de poca moral?, ¿sigues sin darle una educación apta a tus malcriados hijos? A este paso todos ellos terminaran siendo vagos sin provecho. O peor, empezaran a cantar esa música horrorosa y vulgar a la que llaman rock" Esa es una de las mejores, de todos modos, ¿Y tus padres? ¿Alguna cosa que resaltar de ellos?

Zoro puso la mano debajo de su mentón. —En realidad todo fue balanceado, ya sabes, Mihawk y Shanks son un contraste perfecto. Shanks era el permisivo y relajado, Mihawk algo duro, pero Shanks era igual o peor solo cuando yo lo merecía. No lo diría en sus caras, pero les debo mucho. Volviendo al tema. Regresaras a la universidad, ¿no es cierto? —abrió el refrigerador y saco la leche para beber directamente de la botella haciendo que Sanji se molestara. —Sabes que eres bueno, sushi.

— ¿Sushi? —le quito la botella para servirse en una taza con más decencia a comparación del moreno.

El adulto se rio como un idiota agitando los hombros y Sanji no comprendió porque lo hacía hasta que le explico. —Son las cejas, la forma en espiral. —arrugo la frente. — ¡No me digas que no lo entiendes!

Sanji volteo los ojos. —Amo tu sentido del humor, es tan pésimo que tú mismo ríes de tus bromas.

Zoro sonrió recargándose en la barra del comedor. —Gracias Cruella de Vil, algunas veces suelo olvidar que eres una desgraciada perra rubia, millonaria y frígida.

—Ja-Ja. —Sanji lo golpeo en el brazo. —Pienso regresar, pero aún tengo un poco que pensar en realidad...—torció los dedos clavándole los ojos a la mesa, Zoro lo noto, no le gustaba verlo nervioso así que camino hacia él y puso las manos en sus hombros, se inclinó a su altura y susurro en su oído.

— ¿Está todo bien, Sanji? —metió un mechón de cabello en su oreja.

—Lo está. —sonrió poniendo su mano sobre la suya.

.

.

.

Apagaron el televisor y cerraron las cortinas, los besos y los sutiles toques solo habían servido para avecinar lo que pronto vendría.

Zoro se grabó la geografía de su cuerpo, besando lánguidamente su nuca mientras sus manos acariciaban toda la extensión de piel que se le mostraba, la espalda de Sanji estaba en su pecho por lo que tocarlo era algo fácil.

—Déjame retribuírtelo, lo has hecho demasiado bien. —su tono ronco logro que Sanji apretara las piernas, Zoro jugo con sus labios, tallando su pulgar en el inferior y esparciendo la mancha de su propio semen por la comisura de su mentón hasta su clavícula, la cual mordisqueo con lentitud.

Sus dedos recorrían sus muslos pálidos y su estómago, y tocaban el borde de su miembro, cual arañas aferradas a sus costados solo para terminar presionando la areola de los pezones hasta hincharlas.

Zoro se recostó en la cama dándole un asentimiento a Sanji para que se volteara y estuviera frente a él. El beso y los chasquidos de sus bocas húmedas no se interrumpieron, admiro en toda su gloria el cuerpo blanco que había trepado encima de él.

—Déjate caer, hazlo lentamente— no era una orden, aunque se sintiera como tal. Sanji actuó como indico y la ancha polla pronto desapareció en su interior. —Rodea mi torso con tus piernas y pon tus brazos...—Sanji se aferró a su cuello y él sonrió levemente al escuchar su respiración entrecortada. —Justo así.

El rubio comenzó a montarlo cadenciosamente. —Extrañaba esto. —Zoro gruño mientras él echaba la cabeza hacia atrás y seguía trabajando con sus piernas para salir y volver a empalarse, mordía sus labios cada que su amante se topaba con su próstata.

Trato de acelerar el ritmo, pero las manos de Zoro ancladas fuertemente en su cadera lo obligaron a contenerse, tomo sus nalgas y lo movía de derecha a izquierda. —No jodas conmigo Zoro. —jadeo comenzando a desesperarse.

—Cuida el vocabulario— se burló mordiéndole el hombro, obtuvo susurros necesitados y frustrados. —Déjame encargarme, Vinsmoke—, acaricio su cabello.

Se enderezo otra vez, pero sin despegarse de su carne, la espalda de Sanji cayó sobre la colcha y Zoro inicio lo embates. Lo penetro primero lento, pidiéndole disculpas por él cabron que había sido con él, y que probablemente, seguiría siendo. Después lo hizo con desafuero que lo incito a gritar, las uñas de Sanji arañaban su espalda.

—Sí, por favor, sí. —su voz desfigurada de placer se elevaba cada que él impactaba. No era su nombre, pero se sentía bien.

Empujo golpeando fuerte y en cada impacto Sanji abría los ojos más y más, sus labios rojos y gruesos liberaban exhalaciones que él deseaba tragar.

No dijo palabras de amor porque eran innecesarias, pero quebraba su interior y deslizaba su lengua por su garganta, Sanji enterró los dedos en su cabello y movió las caderas frenéticamente.

Lo volteo con facilidad impresionante, haciendo gala de su cuerpo de hombre adulto y maduro, y del entrenamiento de años, logrando que el rubio tuviera que sostenerse de sus codos y levantara el trasero para ser palmeado y aceptarlo.

Zoro masturbaba su miembro mientras lo penetraba insistente, escuchándolo desvariar y tener espasmos, se dobló para besar su espalda y follarlo fuerte, después fue más suave, mucho más suave, moviéndose en sincronía, el muchacho mordía las sabanas y se estremecía.

—Dime que no vas a irte. —Zoro susurro sin pensarlo, Sanji trato de mirarlo desde su posición, pero su cuerpo respondió a las penetraciones y no a las palabras, se tambaleo y quedo recostado con el hombre encima, entrando en su interior de manera dulce. —Dime que existes.

El orgasmo llego a él en un grito silencioso, como unos labios en su garganta y unos brazos aferrados a su cuerpo, en una mirada que consumía sus brazas y una caricia a su alma temerosa.  

….;….

La casa olía a madera pulida y a limpiador de limón, Ichiji era demasiado huraño con él y Katakuri no hacía nada para arreglarlo, —no era como si pudiera hacerlo de todos modos—, suficiente tenía consigo mismo, comenzaba a darse cuenta de que la habitación de huéspedes no era tan cómoda como le pareció en un inicio, miro su reflejo en el espejo, estaba tan recompuesto como un hombre de casi treinta años después de dormir un par de horas lo estaría.

Era el día libre de los trabajadores, había comida en el microondas y fruta recién comprada. Después de revisar algunas cosas en el porche, encontró a su esposo recostado en el sofá, usaba chándales rojos y ese horrible suéter agujereado al que ya se había acostumbrado.

Tenía la mano enterrada en sus mechones así que él rápidamente lo miro para asegurarse de que se encontrara más o menos bien, pero Ichiji parecía solo estar reflexionando, por lo que pensó en retroceder y volver a su cueva hasta que lo escucho hablar.

—En unos días será el cumpleaños de mi abuelo— comenzó a sentir los focos de alama en su cabeza. —Estoy de alguna forma obligado a ir, y lo haré.

—Lo entiendo, pero no tienes que avisarme. — empezó a abrocharse la camisa.

—Lo hago porque quiero saber si iras conmigo. —estaba con el ultimo botón cuando dijo aquello. —Creo que al menos Zeff debería pensar que no está todo mal entre tú y yo.

—No es necesario fingir con tu familia, pero si, si eso quieres voy a acompañarte, tú lo has hecho por mí así que puedo regresarte al menos eso.

— ¿Estamos fingiendo con tu madre?

—En parte. —Ichiji lo observo extrañado, Katakuri se encogió de hombros. —Está más allá de tu comprensión.

—Da Igual, me da lo mismo, solo compórtate. —pidió altivamente y Katakuri primero parpadeo, después le lanzo una mirada ofendida y bufo, Ichiji cerro la revista que tenía sobre las piernas, la dejo en la mesa y echo un vistazo al reloj de la pared antes de ponerse de pie con elegancia. —Pese a sus penosas ropas—, Katakuri enarco una ceja.

— ¿Iras a algún lado?

—Galería de arte, a una exposición que abordara lo contemporáneo. —respondió deshaciéndose del nudo de su cabello. —No te oculto las cosas, así que no está de más decirte que mi acompañante será Lucci.

—Lucci—Katakuri repitió el nombre. — ¿Acaso Rob Lucci no tiene nada mejor que hacer, que salir con personas casadas durante los fines de semana?

—Al menos él me escucha.

— ¿Quieres que te diga por qué lo hace? ¿O puedes llegar tu solo a esa conclusión?, quiere poner las manos alrededor de tu elegante y pequeño cuerpo, cereza tonta, tonta e ingenua— dijo desafiante, tocando con burla un mechón sangriento, Ichiji lo mando lejos de un manotazo y se giró, agachándose para sostener a su mascota.

—Al contrario de ti, es un caballero, no un neandertal. —refuto puerilmente. —Que se preocupe por mí no significa que. —bajo la voz con discreción, lo que a Katakuri le pareció excesivamente ridículo. —Que él piense en ya sabes qué.

—Todos los hombres somos buenos actores en ese aspecto. Se llama paciencia y determinación. Eres astuto cuando quieres, pero cuando no...—Katakuri se revolvió el cabello frustrado. — ¿Te das cuenta de que no tiene ni un poco de ética?, es mí subordinado, no atiende sus responsabilidades, y está haciendo todo lo posible por llevarte a la...

—Llevarme a la galería de arte. —Puso un dedo en sus labios. —Estás siendo infantil. —entrecerró los ojos. —Y no proyectes tus remordimientos de consciencia en él. —dejo a Milo en el suelo y levanto su mochila junto con el montón de libros que pensaba llevar arriba, a su habitación. —Y no se te ocurra, Charlotte Katakuri, sabotearme prohibiéndole relacionarse conmigo. No te perdonaría interferir con mis amistades. No interfieras en mi vida personal.

—Tú no interfieras en mi trabajo, con mis empleados. —ataco. —Y además ya hay muchas cosas que no me puedes perdonar, una mas no supone la gran cosa.

Ichiji lo miro entre horrorizado y furioso.

No me sabotees— dijeron al unisonó.

Katakuri le quito los libros para llevarlos por él a la recamara y aligerarle la carga, pero antes de salir, el pelirrojo extendió su mano.

Katakuri alzo una ceja.

—Necesito dinero.

—Te he dado tu propia tarjeta. Si necesitas dinero, tienes dinero.

—Pero no tengo efectivo ahora mismo.

Gruño y saco la cartera del bolsillo, entregándosela. — ¿Crees que sea suficiente con esto? —pregunto después de que Ichiji sacara todo lo que quería, lo vio encogerse de hombros groseramente así que arrugo el ceño. — ¿O quieres que también pague la parte de tu amante?

—Oh no, no es necesario, mejor lleva a Stussy a algún restaurante caro o cómprale un vestido bonito. —fingió ignorarlo sacando un cárdigan negro y un jersey de cuello alto de su armario.

Katakuri suspiro, tomándolo de los hombros y sentándolo en la cama. Ichiji parpadeo una vez más, el fuerte hombre se inclinó recargando levemente las manos en sus rodillas y lo miró fijamente.

—Solo cuídate, y si quieres llamarme, hazlo. —su voz fue clara y tranquila.

Ichiji no podía apartar la vista, lo cual lo hacía molestarse, porque no importaba que hiciera, solo bastaba de eso para desarmarlo, replanteo su expresión haciéndola lejana.

— ¿Se siente bien esto? —levanto la mirada hacia su esposo.

— ¿De qué hablas?

—Rey ahogado. —Katakuri murmuro. Ichiji conocía el término por el ajedrez.

Si el jugador al que le correspondía moverse no contaba con jugadas legales, y su rey no estaba en jaque, no podría moverse y se imposibilitaría entonces, porque las casillas estarían ocupadas ya, estancándolo.

El Charlotte se levantó y pego sus labios en su frente, para Ichiji era un acto sádico hacer eso. —Eres mi primera racha no ganada. Pero eso no quiere decir que sea tu victoria tampoco. ¿No lo comprendes? Entre nosotros ya no existe la posibilidad de que haya un ganador.

— ¿Qué tengo que hacer para que esto se sienta como un empate entonces? —Ichiji entrecerró un ojo cuando él contorneo con delicadeza su cara.

—No lo sé, Ichi.

—No me mientas. —atrapo su mano.

Él se rio un poco. —Pensabas que yo no era capaz de mentir, ahora vez que no es cierto. Soy capaz de muchas cosas, quien en un principio pensabas quien era, ahora no se parece a la persona que tienes frente a ti. Si te lo digo, entonces estaría debilitando mis delanteras, no puedo mandar a mis huestes contra ti ciegamente.

—Tú me detestas.

—La mayor parte del tiempo lo hago. —su tono era indescifrable—Pero, aun así, sabes que debo de cuidar de ti.

—No lo hagas sonar como si fuera una obligación. —tenía una expresión seria, pero la voz temblorosa mientras citaba las palabras de Lucci. —Si vas a odiar a alguien, entonces hazlo bien. 

— ¿No lo entiendes verdad? — Katakuri meneo la cabeza. —Para lastimar, no necesariamente necesitas de palabras, o golpes. Aun así, ¿crees que quiero que algo malo suceda contigo?, se coherente.

—Claro que lo quieres, por supuesto que lo haces, no busques hacerme pasar por tonto de nuevo, no me gusta que te burles de mí. —Ichiji se levantó, camino al centro de la habitación y se alejó de su esposo gesticulando como un maniático. — ¡No trates de engatusarme!

—No. —Katakuri rodeo su cintura y lo regreso a la cama poniéndose encima de él sin aplastarlo, pero si consiguiendo encerrarlo. Ichiji se cubrió infantilmente la boca, pese a que él no evidenciaba que iba a besarlo. —Estoy—regreso su cara al frente cuando Ichiji la volteo para aludirlo. —Mírame a los ojos cuando estoy hablándote. —pidió. —Engatusándote.

—¡Por favor! Siempre lo haces. —respondió firmemente, crujiendo los dientes, lleno de expectación por estar atrapado, las sabanas de un profundo morado se arrugaron debajo de sus extremidades.

—Ichiji. —suspiro cerca de su cuello. — ¿Por qué eres tan complicado? Para de actuar como un niño caprichoso de una vez por todas, eres mejor que eso.

—Tú tiraste esa primera piedra y me golpeaste con ella. —sonrió deslizando la lengua por sus dientes. —Contigo fui más dócil del lo que he sido con cualquiera, ese fue mi error. Sal de mi habitación, por favor. —el olor de su almizcle producía un cosquilleo en su vientre, se agarró de sus antebrazos con más fuerza de la que quería. —Deja de retenerme así, solo vete.

—Eres como un pequeño gato ahogándose a sí mismo con su cola. ¿Y sabes qué? No sé si puedo evitar que lo hagas.

—No quieres, son diferentes términos. — Ichiji se enderezo poniendo la mano en el musculoso pecho de Katakuri. —Voy a darme un baño, así que shu shu.

En algún momento él había descansado la cabeza en el estómago de Ichiji.

— ¿A qué hora regresaras? —gruño, sus ojos eran oscuros.

— ¿Me estas interrogando?

—No. —respondió levantándose y estirándose con naturalidad. — ¿Hay algo malo con qué te pregunte a que maldita hora regresaras?

—No lo hay—copio su tono amigable. —Oh, espera, si lo hay, porque no confías en mí.

Katakuri hizo una mueca. — ¿En general? No, pero en ese tipo, tampoco.

Ichiji sonrió ácidamente, se quitó el suéter de manera sinuosa y comenzó a bajarse los deportivos lentamente.

Katakuri no movió ni un solo nervio.

Ichiji suspiro exhaustamente mientras levantaba sus brazos y masajeaba su cuero cabelludo. —Bueno, Katakuri, sal de aquí, no quiero estar desnudo ahora contigo aquí.

La mirada que Katakuri le dedico era como si acabara de ofrecerle metanfetaminas, o como si lo que tenía frente a él fuera una foca parlanchina e histérica.

Estiro su mano para tocarlo, pero cerró el puño antes de alcanzar piel. Negó con la cabeza, cuando sus manos estaban en un fuerte puño era porque estaba enojado consigo mismo, no con Ichiji, con él solo estaba un poco desesperado. Era miel dulce que lo dejaba expuesto a la picadura de otros insectos.

Hundió la cara en el espacio de su hombro y su cuello y sonrió taciturnamente, riéndose un poco con esa ronca risa bastarda que hacía ecos en la piel del pelirrojo y conseguía que tragara saliva y temblara. —Esa piedra, Ichiji, la lanzamos al mismo tiempo.

Katakuri abandono la habitación sin decir ni una sola palabra más, una vez la puerta estuvo cerrada Ichiji sintió el corazón latiendo desenfrenado, se enredó en las sanabas y salió cuidadosamente del cuarto, espiando desde el barandal cual niño curioso. Contemplo su enorme y fibrosa espalda, su precioso tatuaje y su cabello salvaje, suspiro con desdicha, no sabía a quién estaba pidiéndole fuerzas en ese momento, pero las necesitaba. 

 

Notas finales:

Perdón si encuentran algún disparate o fallas ortográficas, me prometí que checaría bien eso, pero sigo confundiéndome al escribir palabras y bueno, ya saben mi historia de caos. Cuando prometo que lo editare después, tardo un poco (bastante) con el proceso (y luego ni lo hago bien ijiju) 

Sobre el fanfic, sinceramente les doy las gracias, ustedes me han dado apoyo para seguir con esto a pesar de que a veces sienta que estoy haciendo cada desvarió…Pero bueno, gracias, de verdad, saben que estoy encantada de contestar sus dudas, de leer todo lo que piensan,  si alguien tiene curiosidad sobre equis cosa y puedo responderla, aquí me tienen. Gracias de verdad 

Otra historia graciosa, casi me da un infarto, estaba por eliminar un capitulo por accidente jaja, pero ta ta taaan, no se fue.  


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