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Sentimientos por contrato por AcidRain9

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Capítulo 25: Príncipes con coronas de plástico

Te he perdido entre la gente,

Te he adorado y te he odiado,

Y en el fondo sabes bien

Que en los peores momentos

Llevas dentro un ángel negro

Que nos hunde a los dos.

Y cuando llega el nuevo día

Me juras que cambiarías, si,

Pero vuelves a caer.

Dorian; La tormenta

El Baratie parecía un sitio diferente sin sus puertas abiertas para los clientes y sin la marejada de gente desconocida moviéndose de un lugar a otro; del lado lateral del restaurante empezaba la división de la casa.

Sanji abrió la puerta principal encontrándose a Zoro que solo llevaba algunos minutos retrasado de la hora en que lo había citado. El hombre no era gran fan de llegar con las manos vacías, su idea era comprar un vino, pero le había respondido que, si algo odiaba Redleg Zeff, eran los regalos.

Un Audi negro se estaciono enfrente y del vehículo vieron bajar al matrimonio Charlotte.

—Ichiji, él es...—no fue capaz de terminar la oración porque su hermano completo el nombre antes de que lo concluyera.

—Así que Zoro, estas aquí— Ichiji sonrió torcidamente y sin necesidad de formalismos ingreso al sitio que más seguridad les transmitió durante su infancia.

Sanji volteo los ojos, pero de inmediato levanto la cabeza hacia el alto hombre que estaba frente a ellos.

—Katakuri, ¡hola!, él es... —no fue interrumpido por segunda vez, pero fue él mismo quien dejo un espacio en la oración preguntándose la forma correcta de referirse a Zoro o el título que utilizar.

—Estabas a la cabeza de las escoltas manteniendo el orden, puedo recordarte.

—Roronoa Zoro. —no ofreció su mano, pero sí hizo un ligero asentimiento. —Yo también conozco quién eres, difícilmente no lo sabría.

Unos delgados y largos brazos se entrelazan con las manos de ambos hombres, y fue Reiju quien sin timidez los incito a avanzar como si fueran amigos de toda la vida.

—No tenemos alcohol, pero si ponche y zumo. —su voz bajo en susurros traviesos. —Si son buenos habrá sidra. —se giró hacia el rubio que estaba atrás. —Sanji, ¿podrías cerciorarte de que las rejas estén cerradas? Esta mañana las encontré abiertas, y el abuelo ha dicho que él no las dejo así.

La mujer se aferró a ellos, y los dos hombres decidieron no hacer comentario sobre la fuerza que su delgado y delicado cuerpo en apariencia, poseía, ella se las arregló para hacerlos inclinarse levemente para poder hablarles con más cautela. Sus botas de tacón no eran suficiente para disimular su pequeña estatura.

—Las palabras feliz y cumpleaños, están prohibidas, yo les recomendaría referirse a esto como una convivencia.

La decoración era clásica, pero distaba mucho de ser elegante, la pared había sido tapizada de papel mostaza, y aunque los muebles eran antiguos contaban con gran calidad y tenían un estado perfecto.

—Te dije que todo esto era innecesario, no me gusta celebrar mocoso, y no me gustan las sorpresas. No me engañas tampoco, ustedes, delincuentes, me han obligado a cerrar el restaurante solo para tomarse el día libre.

Zeff regañaba a uno de los nietos, se encontraba limpiando la única mesa larga del centro hasta que sintió la presencia de ambos "sujetos" que habían llegado a invadir su habitad.

Niji bosquejo una sonrisa.

Zeff frunció el ceño y permaneció tan callado como Katakuri y Zoro. Tenía una mezcla de desaprobación y renuencia en sus ojos muy difícil de disimular.

Sanji se paró enfrente de su hermana, haciendo un ademan con las manos.

—Anciano, él es...

—Es la tercera vez que haces la misma introducción, no soy sordo Sanji, tampoco ciego, es el hombre que viene aquí cada que puede a quitarte tu tiempo, y, por lo tanto, entorpecer tu trabajo.

—Mejor presentación no podría haber hecho. —Zoro sonrió soterradamente.

Katakuri tenía su atención puesta en una repisa llena de fotografías, Zeff muchos años más joven, usando un tuxedo gris, su corbatín verde combinaba con el lindo vestido esmeralda de la mujer que estaba a su lado, y quien dedujo fue su esposa, en otra estaban todos los nietos Vinsmoke-Redleg juntos, se veían demasiado niños, apenas estarían iniciando la adolescencia o tal vez ni llegaban a tal etapa, pero ya se podía apreciar el contraste de sus personalidades de acuerdo al variado modo de vestir de cada uno. El punto negro del rincón no era otro que Ichiji.

Miro un marco dorado, una mujer rubia y excesivamente hermosa asomaba su cabeza por la ventana sin darse cuenta de que estaba siendo plasmada por una cámara, en una esquina de la imagen estaba una calcomanía maltratada de una mariposa azul, era algo nostálgico.

Lo demás eran típicas cosas que se esperaban encontrar en la morada de un viejo. Plantas pequeñas, vinilos en perfecto estado, algunos cuadros en blanco y negro de las divas francesas de la época dorada del cine y películas de culto.

Fue su turno de saludar al señor Redleg, extendió su mano y el anciano la tomo sin muchas ganas de hacerlo, pero los segundos que apretaron sus dedos le miro con detenimiento, casi esperando que la pesadez de su mirada lo hiciera correr la vista, pero él la sostuvo todo el tiempo.

—Sinceramente, dude de verte aquí muchacho. No conozco nada de ti— Zeff desvió la mirada hacia Ichiji que fingía, y bastante mal, no estar completamente atento a ellos. —...Más que cosas que no hablan muy bien de ti. Cosas que tienen que ver con el idiota de mi yerno. Pero al contrario de él, a mí no me importa quién eres o que tienes, y eso debo de dejártelo en claro.

—Y lo entiendo perfectamente señor Redleg, puedo ver que es un hombre inteligente. —dijo lacónicamente. —Sin embargo, y sin intención de faltarle al respeto, estoy aquí por su nieto y no por su aprobación.

Ichiji perdió el color y comenzó a toser.

El anciano enarco una ceja, —secretamente apreciando la contestación. —, y con voz firme espeto: —Zeff, puedes decirme Zeff.

Yonji camino hacia ellos, sostenía una natilla de vainilla en una mano y en la otra su celular, levanto la palma en la que tenía el artefacto en un saludo bastante simple. A Zoro le pareció extraño verlo tan...normal.

— ¿Han tomado la interestatal para venir aquí?, he escuchado que es un camino más rápido.

Katakuri le respondió a Reiju su elección de ruta, comentándole que la diferencia de tiempo en realidad era mínima.

Sanji jalo a Zoro hacia el jardín.

—Bueno, parece que no le agrado. —El moreno se burló, tenía las manos en los bolsillos, las hojas congeladas se rompían bajo sus botas.

—A él no le agrada casi nadie. —Sanji le rozo la mano sus dedos disimuladamente. —Yo creo que es porque no te conoce, tarde o temprano todos ceden a tu encanto de todos modos.

Zoro se carcajeo con fuerza. — ¿Qué?

—He sido testigo de ello.

—Inviertes los papeles Sanji, créeme.

—Es diferente, yo lo hago adrede, tu inconsciente.

Zoro ladeo la cabeza, jalo la mano de Sanji y se inclinó, besando con elegancia sus nudillos, era una broma, una tomadura de pelo que mostraba su cinismo, pero tenía un efecto desgarradoramente magnético.

Sanji jadeo, había un zumbido electrizante en el aire, en ese hombre.

—Bueno, cejas de sushi. —respiro encima de su piel. —Será un placer acompañarte en esta convivencia hasta que tu abuelo me eche de aquí.

—Interesante— Niji mordió su chocolate, podían ver a la pareja por la transparencia de la puerta de la cocina, abrió un gabinete y saco un puñado de las galletas que su abuelo guardaba en un tarro. — ¿Dejaste a Katakuri hablando con Rei?, ella menciono que quería hacerle algunas preguntas sobre administración o algo así.

—Sí, están hablando— la ronca risa del policía consiguió que mirara hacia ellos de una manera clínica y metódica. — ¿Te habías imaginado que traería a Zoro hoy?

Ichiji no lo había dicho a modo de reclamo, tenía cierto interés por la forma en que el dúo parecía adaptarse el uno al otro, no era que fueran cariñosos, tampoco estaban...compartiendo besos o caricias, podrían confundirse con buenos amigos, Sanji le daba algunos golpes leves con el puño cerrado que no dolían y lo molestaba , Zoro solo sonreía delatando sus atractivos hoyuelos, pero aparte de las bromas, parecían tener también conversaciones profundas; lo importante era la compatibilidad que se tenían.

De cierta forma sirvió para detonar un frágil dejo de amargura en él, porque era incapaz de llamarlo envidia. ¿Cómo lucían Katakuri y él en momentos tan superfluos e insignificantes como esos?, ¿tenían esa misma mirada cómplice o solo eran el ridículo intento por tratar de ser?

— Niji ¿Por qué no vas con ellos? —Murmuro insidiosamente, cerrando el grifo después de lavarse las manos —Podrías unírteles un rato y.…—

— ¿Y ser su terminator?, no, Yonji me amenazo, piensa que quiero arruinar su felicidad, y tú. —busco una palabra, mas no la encontró. —tu otra felicidad con Katakuri. —hizo comillas con los dedos. —Quiero mantenerme al margen.

—Técnicamente, solo estarías haciendo algo entretenido, tal vez hablar sobre Sanji. —se quitó su gabardina quedándose solamente con su delgado suéter negro. —Me refiero a darles un poco de ayuda, contarle a Zoro sobre él, algo de sus gustos quizá, merece saber de Sanji más a fondo. Podrías mencionar que le gusta ver Friends o que tiene una inclinación comercial, genérica y pobre por la música desechable, y.…más cosas. —concluyo inocente.

— ¿Más cosas? —elucubro el segundo colocando la mano en su mentón.

—Por supuesto, conocerse plenamente es importante, podrías hablar a detalle de su vida...Ya sabes, Sanji tiene historias interesantes.

— ¡Tienes razón!, puedo ir hasta ellos y unirme a su plática. —Ichiji sonrió, Niji agarro la manivela de las puertas como si fuera a abrirlas, pero no lo hizo, en su lugar cruzo los brazos en el pecho y se recargo en la barra del desayunador. — ¿Me dirás qué sucede contigo?, sé que intentas usarme como si fuera un arma química solamente porque algo te molesta.

—Tergiversas las cosas, únicamente di una sugerencia. —jugo con las manzanas negras de decoración que estaban en el frutero.

— ¿Qué pasa Ichi? —mastico su chocolate, burlón. — ¿Estas celoso del "encantador" idilio de esos dos?, pídele consejos a San, siempre le gusto el romance, puede ayudarte a trabajar en tu relación. —fue irónico.

—No seas ridículo, además, ¿bromeas?, —agito lentamente las pestañas, cambio la posición de las manzanas de vidrio, colocando la única blanca en la cima. —Solo quería darles una mano, aportar algo para su beneficio.

—Entre manipuladores conocemos el juego aquí, se de coacción pasiva. —Niji bostezo, estaban por regresar al loft, pero para su mala suerte pudo escuchar la oración que Ichiji formulo antes de dar un paso.

—Asume lo que quieras, tal vez inconscientemente eres tú él que lo quiere hacer, te gusta echar a perder las cosas, y por eso me culpas a mí, ¿la razón?, eres un victimista, y Sanji es mejor que tú, de nada.

Ichiji volvió con Katakuri, el moreno había descubierto que Reiju era una mujer refinada y carismática, era acongojantemente bella, pero muy inteligente de igual manera, tal vez demasiado confianzuda, pero era fácil sentirse cómodo a su lado. La descubrió mirando hacia arriba como si todavía no pudiera creerse que fuera tan grande.

Fue ella quien pidió que todos tomaran un lugar en la mesa.

Sanji sostenía una enorme bandeja llena de aperitivos dulces, sonrió cuando Katakuri lo ayudo y le señaló el lugar en donde colocarla.

—No pensé que vendrías. —murmuro en voz baja, pero aun así fue escuchado.

—Tu hermano suele acompañarme a eventos cuando es necesario, así que no encuentro tan descabellado hacer lo mismo por él.

—Su situación es complicada, por lo tanto, no está de más agradecerte. —Sanji le señalo la charola de los postres. — ¿Por qué no pruebas uno?

— ¿Los hiciste tú? —Katakuri levanto una ceja, agarrando un pastelillo.

—No solían verme con buenos ojos cuando éramos niños, pero por lo menos ahora soy el único que no tendría que vivir de comida enlatada si por alguna razón se viera obligado a valerse por sí mismo.

—Tienes un punto, así como tu supervivencia asegurada. —Katakuri sonrió de lado, dándole una probada, Sanji lo observo masticar meticulosamente, preguntándose qué resultado tendría contra un hombre tan hermético y arrollador como Charlotte.

—No está mal. —tomo una pausa. —En realidad es demasiado bueno. —trato de no sonar muy entusiasta, pero hizo hincapié al decir demasiado, logrando que el chico sonriera con victoria.

Ichiji recargo el mentón en los brazos y suspiro largamente, giro la cara dándose cuenta de quien estaba en la silla continua a la suya.

—Así que están intentándolo. —una diminuta sonrisa burlona apareció en sus comisuras mientras pasaba la yema de su dedo en los bordes del vaso, el policía miro hacia su lado.

—Era demasiado predecible, ¿no?

— ¿Por?

Zoro se quedó pensando. —Es alguien extraordinario, es como si...te incitara a necesitar saber más sobre él. —se sintió sofocado. —Y su cocina es genial, esto es todo.

Ichiji encogió los hombros, de pronto se sentía culpable por su insinuación, tal vez debía hablar con Niji y decirle que sus palabras eran incorrectas. Zoro se percató de la expresión compungida que se había postrado sobre su faz etérea, el pelirrojo lucia como un niño arrepentido que había sido atrapado mientras escondía un pedazo de brócoli de su madre.

—No se ven mal juntos. —admitió con voz suave y sincera, sus pupilas negras se concentraron directamente en el hombre. —Roronoa Zoro, para tu consternación, eres un hombre bueno, tal vez solo estas un poco lastimado, pero, aun así, sale a flote quién eres.

Zoro lo miro con fijeza, primero de una forma seria para después bufar con gracia, dirigió sus ojos marrones hacia el perfil de Sanji y en como sonreía.

—Estamos dándonos una especie de oportunidad. Pero aún no es claro qué clase de relación tenemos. —susurro un poco incómodo. — De todos modos, ¿Sirvió mi consejo? ¿Fuiste a ese sitio?

Katakuri regreso a su asiento. —Estaba esperando un reclamo por utilizar a la policía de una manera tan egoísta.

—No era parte de nuestro departamento, pero nuestro jefe dijo que no podíamos negarnos; parece que tienes contactos. —Katakuri no respondió que aquello había sido obra de Smoothie.

Niji interrumpió la charla jalando a Ichiji de la muñeca para llevárselo lejos. Zoro sonrió. —Son una familia un poco singular. ¿Ustedes se conocen hace mucho tiempo?

—Se podría decir que es ahora que nos estamos conociendo realmente.

Zeff reapareció gruñendo y tomando lugar justo en medio de todos; el entrante fue una sopa de porotos, seguida de un tipo de jugosa carne —que parecía ser cordero— acompañada con guarnición de frutas y macarrones que eran de un raro color verde.

— ¿No es extraño? ¿Recuerdan la última vez que hicimos algo así? —Niji sonrió poniéndole un collar de flores hawaianas a Ichiji en el cuello y un copo de cumpleaños a Sanji sobre la cabeza, hizo un ruido molesto con un silbato de papel. —Seguramente el viejo nunca había tenido una celebración tan digna.

Suspiro con dramatismo.

—Solo llevas veinte años vividos, arándano ignorante, no seas tan fanfarrón.

—¡Y quien diría que viviría para ver este momento!. —Niji miro a los hermanos y sus parejas. —Supongo que Sanji e Ichiji no hablan mucho sobre sí mismos, así que puedo hacerles el favor.

Yonji lo observo cuidadosamente. Ichiji lo hizo sorprendido, el karma era una bola de nieve rodante, no importaba que la lanzaras lejos; las leyes de la gravedad o el sentido común de que, si tirabas la bola por una pendiente inclinada, esta tendría que deslizarse al suelo, pero no, la idea básica de dicha fuerza cósmica era que las acciones siempre y sin importar como, retornarían de regreso a ti. Sanji frunció una ceja con extrañeza.

—No creo que sea necesario, Ni.

—Yo creo que es absolutamente necesario, Ichi. Conocerse plenamente es importante.

El tocadiscos y Édith Piaf con su Padam Padam estuvieron a punto de hacer a Ichiji rascarse la piel hasta encontrarse con sus músculos y fluidos.

Niji sostuvo sus cubiertos y empezó a cortar la carne.

—Katakuri, ¿Mi hermano alguna vez te ha platicado sobre su antigua colección de fruslerías? Digo, antigüedades. —Ichiji lucia molesto de que ventilara esa información. —Bueno, cosas viejas, amm, juguetes, relojes, ánforas, que se yo, porcelana, oro, plata, me entiendes..., Lo hacía antes de mudarse a tu lado, pero Yonji vendió todo por E-Bay a un precio insignificante. Tal vez tenía algún tesoro valioso, jamás podremos saberlo.

Picoteo la comida energéticamente, Ichiji respiro en paz pensándose librado.

—Ah, Zoro, seguro que no habías escuchado sobre lo mucho que le apasionan a Sanji los viajes, solía pasarse todo el tiempo fuera yendo de un lugar a otro, nunca dejaba de sacarle fotos con su polaroid a todo lo que llamaba su atención, incluso a cosas insignificantes, tiene un ojo extraño supongo.

—Parece que tiene cierta predilección a los lugares soleados y calurosos. Me sorprende que siga aquí. — el policía contesto.

—Hay mucho que decir sobre él. — Ignoro la mirada de Ichiji pidiéndole detenerse. —Era muy popular durante la escuela, sabrás que su personalidad lo hace rodearse de amigos. Sanji siempre estaba en los vestuarios del gimnasio pese a que no jugaba para ningún equipo del instituto, que raro. Dios, Yonji, ¿Recuerdas lo mucho que odiabas que tus compañeros seguido lo invitaran a sus fiestas?, les agradaba bastante a todos. —guiño un ojo.

— ¿Eras deportista durante los años de escuela superior? —Zoro miro a Yonji ignorando la mitad de la oración claramente malintencionada de Niji.

El hermano menor asintió. —Baloncesto, futbol americano y béisbol, quería intentar hípica solo por curiosidad, siendo honesto no hubiera funcionado, lo mío siempre fue más, ammm, ¿tosco?, pero hice de lado las demás asignaturas, y comencé a llenar las boletas con aplazadospor lo tanto mi transcript era una verdadera basura...Por eso mi coordinador me hizo frenar el deporte para ser más dedicado en lo académico, y opte por practicar de forma callejera, igual no tenía caso seguir en un equipo, hubiera sido una pérdida de tiempo de todos modos.

—No seas modesto, eras uno de los mejores, tú y Bellamy lo eran, pero tú eras quien siempre tomaba la delantera. —Niji sonrió altanero. —Tuvo llamados por parte de universidades que tenían convenio con la NBA, MLB y la NFL, el único problema fue nuestro padre.

—Eras realmente bueno entonces. —Katakuri levanto una ceja reconociendo el potencial del muchacho. No pasaba por alto lo inmundo de Judge, y supuso que siempre habría algo que le hiciera nunca olvidarse de aquello.

—Es cierto Yonji, eras genial. —Sanji le sonrió a su hermano, después de su discusión habían tomado una pequeña distancia que quería deshacer.

—A mí también me atraía cuando era estudiante. —Zoro admitió. —Pero nunca tuve la disciplina para integrarme a ningún equipo, sé que es más duro de lo que parece.

—Rei también era grandiosa para la danza clásica. —Yonji señalo a la mujer con el pulgar.

—Carrera simplona, corta duración de éxito, y a parte de todo, una reverenda estupidez exclusiva solo para niñas buenas para nada, solo era una faceta. Eso dijo papá. —Ella se rio falsamente.

Zoro se sentía más comprensivo hacia Sanji, sabía que sus conflictos con su padre habían empeorado por su "rebeldía" en el aspecto académico.

Yonji había comenzado a hablar con Zoro como si el hecho de cruzar palabras fuera un acto peligroso, comparado a caminar a través de un campo lleno de explosivos, sin embargo, la postura de sus hombros se había relajado y empezaba a mostrar más soltura.

Reiju se disculpó para atender una llamada.

—Un pajarito me dijo que estuviste casado. —Niji menciono interesado.

—Estuve casado una vez, pero las cosas no salieron bien. —No era que tuviera que ocultarlo, pero eso no evitaba tener el presentimiento de que Zeff lo sacaría cual costal de desechos después de la información, pero el viejo proceso el dato afablemente.

Hace años no era partidario de las separaciones; había nacido en una época donde la libertad no era precisamente premiada, y la naturaleza intrínseca y conservadora dominaba a una sociedad oprimida y opresiva al mismo tiempo, una masa de gente hueca y asustadiza, las dos mujeres de su vida, su esposa, y su risueña y jovial hija fueron bendiciones cuyas presencias lo acompañaron por un corto sendero antes de dejarlo solo, pero ellas solo lograron hacerlo comprender un concepto más aceptado sobre ser libre.

— ¿Te importaría que te pregunte la razón? — el hecho de que hiciera la pregunta no era porque necesitara una justificación, sino que ese hombre parecía pretender a su nieto, por lo cual aquella era una cuestión que no podía dejar pasar con tanta facilidad.

—Tuvo que ver con la insatisfacción personal en las dos partes, puede que no nos conociéramos realmente, o que conocimos solo lo que quisimos. — sí, la había idealizado hasta ser demasiado tarde.

—Divorcios, seguro son una cosa difícil. — Niji trono la boca dedicándole una sonrisilla a Katakuri, comenzó a cortar la carne, fisgoneando a Ichiji. —Ichi, no trates de pasar desapercibido.

—No lo hago. —se limpió la boca con su servilleta.

— ¿Y qué hay de ustedes?, los primeros años conyugales son los más enternecedores.

—Estas a punto de tirar tu vaso. —Katakuri mantuvo el rictus de templanza. Niji se volteo con rapidez.

— ¡Observador, atento y atractivo!, si no conociera su historia, Ichiji, estaría preguntándome profusamente, a que dios de la suerte se la chupaste tan bien para ser así de benevolente contigo. —abrió los ojos. —Antes de que digas algo abuelo, ya se, ya se, voy a moderarme.

Ichiji apuñalo su comida.

Zeff se froto las arrugas de la frente y se levantó para ir a la cocina.

¿Por qué no cuentas un poco de esa historia sobre como ese chico te golpeo aquella vez?

Cuatro de los cinco hermanos tenían una expresión sumamente incomoda; el incidente de Luffy y la gran bocota de Ichiji no era el mejor tema de conversación. Yonji quiso meter la cabeza en un agujero como si fuera un avestruz, no olvidaba que había sido él quien desenterró el tema con Niji.

Ichiji levanto la mirada hacia su hermano, exigiéndole tácitamente que se callara de una maldita vez.

Katakuri lo vio con intensidad desde su periferia.

—Tranquilo, no fue nada grave, es solo una historia de escuela. Y lo tuvo merecido. Ichiji estaba actuando como un completo asno ya que Sanji tuvo una calificación más alta que él en historia, así que empezó a decir cosas contra él, pero uno de sus amigos estaba cerca, entonces abrió la boca de más y termino en el suelo haciendo un esfuerzo por respirar. Supongo que sabes cómo continua mi historia, y si no, bueno, en su costumbre de encerrarse cuando todo le va mal. La verdad es que, contrario a nuestro querido Sanji, a él todos lo odiaban por siempre buscar aprovecharse de quien podía, creo que aun ahora, no es muy diferente.

—Los temas que abordas no son de mucho interés, tampoco aportan nada. No es interesante escuchar cosas que evidentemente, ponen incómodos a los demás. —Katakuri fue frio. —Deberías intentar moderar tu obcecación.

Niji sintió escalofríos recorrer su columna vertebral, pero sonrió.

—Tal vez sabré volver esto interesante si veo a alguien lloriquear. A que todos apostamos a las viejas costumbres. —giro una botella vacía de agua en la mesa y el pico señalo al rubio. — ¿No Sanji?, o podría ser a Ichiji. No son tan diferentes. —se rio de forma forzada. — ¡Solo estoy bromeando! ¡Solo estoy bromeando!

Abrió los ojos cuando una enorme mano tomo la suya. —Te dije que fueras prudente. —era Yonji.

Katakuri miro de reojo a su esposo, que miraba el plato y apretaba los labios.

— ¿Quieres salir a respirar un momento? —le pregunto en un susurro muy bajo.

—No— negó mirando a Niji con desafío.

—Sea lo que sea que estés pensando, no lo arruines más. —volvió a decirle con discreción.

Reiju suspiro fastidiada.

— ¿Por qué no nos platicas algo divertido Ichiji? —el segundo hijo insistió.

—¡Claro que sí, Ni!. Al igual que tú, tengo un baúl de cosas interesantes que mencionar. Podría hablar por ejemplo de Bellamy y tu enternecedora simpatía por él. Tal vez deberíamos pensar en poner una silla extra la próxima vez. —lamió sugestivamente su dedo. —Puedo hablar de todo lo que quieras. —sonrió con la punta de la lengua justo en medio de su dentadura, cual serpiente. —Sin ningún filtro.

— ¡Mentiroso! —tartamudeo Niji indignado, consiguiendo enrojecer de vergüenza. —Eres un completo mentiroso Ichiji.

—Soy un partidario de la verdad hermano, soy demasiado transparente. —levanto su vaso de agua y bebió. —Sanji, la hiena es tu amigo, ¿por qué no lo llamas y lo invitas aquí?

—Agradecería que no me metan en esto.

—Ichiji ¿y por qué no mencionas tú sobre aquellos pensamientos tan curiosos que tenías sobre Katakuri en un inicio? —Niji llevo la mano a su pecho histriónicamente fingiendo imitarlo, y cambio su voz por un tono desgarradoramente desdichado y flemático. —"Él tiene un jardín como el de nuestra madre...", "Me ha hecho leer las cláusulas como si fuera un niño"..." ¡Oh, es un hombre tan aterrador ¡"

No era un comentario que lograra causar una herida profunda, pero se sentía...raro para Katakuri escuchar eso, saber que aquello era lo que Ichiji sentía, contrajo la mandíbula y dejo de comer, por lo menos tenía el suficiente juicio para permanecer callado, solo dedicándole una corta sonrisa procaz a Ichiji cuando volteo a ver su cara. Su corazón, en cambio, latía más lento.

—Niji es suficiente— Sanji alzo la voz. —Zoro, en verdad siento que tengas que contemplar esta escena.

—Y yo digo que te vayas acostumbrando. —Yonji murmuro sin un tono particular.

—Y Zoro, yo siento que tengas que estar con alguien que siempre está dispuesto a solidarizarse con los demás. —tapo su boca con discreción. —En todos los sentidos de la palabra y todas las connotaciones posibles.

—Te gusta hablar entre líneas, ¿eh? —el policía utilizó un tono pétreo. —Pero ser humorista dudo que sea lo tuyo.

—No hay motivo para escandalizarse, solo somos una típica familia de los suburbios y nos gusta hacernos bromas. Amen.

Se hizo el silencio cuando Zeff regreso, dándole largas miradas a ambos hombres adultos.

—Por lo regular cuando vienes a mi restaurante lo haces uniformado, sé que eres un oficial, ¿Qué es lo que haces exactamente? —pidió más especificación.

—Tengo estudios en sociología criminal, y criminología, aunque generalmente lo que hago es en función de las necesidades de la fuerza policíaca. —ya que mi jefe es un cerdo idiota, pensó mientras lo miraban con interés. —Pero usualmente estoy a cargo de desmantelamiento e intervención con armas de fuego, organizaciones o sustancias ilegales. —bebió de su refresco.

— ¡Vaya! — Reiju se veía interesada.

—Yonji, pásame el aderezo. —Niji pidió.

Ichiji frunció el ceño, golpeo el recipiente con la uña y derramo su contenido. —Ups, creo que lo tire. —su cara era apática, su voz en cambio tenía mofa total. Katakuri apretó con suavidad su muslo y él dio un pequeño respingo.

Sanji agarro su muñeca. —La comida esta fuera de esto. —repitió lenta y tortuosamente.

Levanto otra vez la extremidad, dispuesto a hacer una grosería mayor pero la mirada del viejo lo atrapo en el intento.

Ichiji bajo la mano agarrando la de Katakuri para zafarse, nadie podía verlos con los dedos entrelazados debajo de la mesa, el aliento de Ichiji se cortó por el agarre varonil y caliente que se ejercía sobre él, pero Katakuri masticaba indiferente y prolijo.

Reiju tosió apropósito, plantando en su rostro una sonrisa acartonada.

—Katakuri, escuche cosas muy buenas sobre Whole Cake. —A nadie le pasó desapercibido el bufido del anciano —En este ámbito. —recordó que era ella la más cercana a su corporativo. —De alguna forma el estatus de otros jamás va a ser secreto.

—Lo positivo nunca es secreto, pero si se escarba bien, las sorpresas son muchas. —su grave voz era cargada de malicioso misterio para ser usado en contra de su pseudo pareja, hizo al pelirrojo sentir un espasmo en el cuello.

—Es un matadero. —todos voltearon a mirar a Zeff, el viejo había logrado crear una sensación colectiva de tensión. —Que vuelve a los hombres idiotas sin escrúpulos, y a la gente tras de ellos, cerdos explotados por los peores ganaderos. Todos sus masters y esas memeces, no me causan nada.

—Zeff— Sanji abrió los ojos esperando que no hubiera ofendido a Katakuri.

—Lo siento. —Reiju miro al anciano con una expresión molesta. —A él no le gustan mucho los empresarios, piensa que. —trono sus gruesos labios buscando como suavizar sus palabras. —Que son iguales a mi padre.

—Zeff, no es ningún secreto que a priori, las empresas globales siempre tendrán la preponderancia por aumentar su productividad y ganancia; nadie podría negar eso. Pero si voltea la moneda, en los mejores de los casos, encontrara lugares que saben reconocer la labor que los trabajadores ponen en son de aquello; a esa gente se le brinda la oportunidad de planes de formación, estabilidad y crecimiento profesional. Y también están...los malos dirigentes, es cierto.

— ¿Puedo preguntar cómo se conocieron? —Zoro pregunto tratando de aligerar las cosas.

—¿No te lo platique aquella vez? —Ichiji consiguió soltarse de su esposo, festejando la acción en silencio.

—¿Aquella vez?, ¿Ya habías conversado con Ichiji? —Sanji bebió de su refresco, volteando tiesamente la cara hacia Zoro. —No me habías hablado de eso nunca.

—Casualidades.

—Respondiendo tu pregunta, se sintió atraído por mi complejidad y mis problemas existenciales. —contemplo a Katakuri con dulzura. —En realidad mi padre me vendió cual cerdo a otro ganadero. —sintió la cruel mirada de su esposo atravesándole el cráneo. — ¿Qué? Él viene con Sanji, supongo que puedo ahorrarme la historia de Alemania, Katakuri. — le lanzo una clara mirada que decía «Coopera conmigo».

Katakuri dejo abajo su vaso. «No si quieres que sea tu estúpido».

—En resumidas cuentas, fue así, solo que él resiste fervientemente el matadero, adorable, ¿no?, ¿Te importaría que haga la misma pregunta?

Sanji sonrió nervioso dejando a Zoro filtrar las disfuncionalidades del par. —Si estas refiriéndote a nosotros. —se señaló con el dedo. —Fue en un bar...

— ¿Un bar?, seguro estabas ebrio— Niji mastico su bocado, Sanji se puso pálido y Niji se rio con actitud rimbombante. — ¡De verdad estabas ebrio! ¿Esto es la evolución de una relación plenamente enfocada en lo carnal? —arrastro la última palabra con picardía.

Zoro pensó que, en definitiva, Zeff actuaria de alguna forma y lo haría irse, pero solo suspiro con letargo.

—Compórtate Niji. Y Sanji, ¿Qué debería decirte a ti?, no hace falta mencionar que realmente espero sepas lo que haces.

—Fue amistad en todo caso. —Zoro respondió mirando con seguridad a Zeff.

— ¿Alguien quiere ensalada? — Reiju ofreció. —Yonji ayúdame con las cosas. —Vio a Sanji levantarse, pero puso su larga y perfecta uña en su pecho ordenándole se sentará.

Katakuri comía en silencio, a veces sabía que la mirada de Ichiji estaba encima de él de manera fugaz, no era que la comida fuera horrible, en todo caso habría que mencionar que, sin exagerar, era asombrosamente buena.

Pese a eso su esposo excluía la carne en un rincón de su plato, había comido la mayoría, pensó que estaba satisfecho hasta que intuyo lo que quería.

Pincho una de las frutas con su tenedor y lo alzo. — ¿Quieres cambiar no es cierto?

El pelirrojo asintió, giraron los platos y continuaron comiendo con normalidad.

A Yonji no se le paso la sonrisa y a Zeff el asombro.

En realidad la noche era diferente a lo que se habría esperado si se tenía en cuenta las posturas nada fáciles para hombres como el empresario o el policía, Zeff nunca amenazo con quitarse la prótesis o hacer un verdadero interrogatorio para sacar asperezas a la superficie, solo era un hombre observador y de carácter que les daba su espacio, a veces hacia comentarios sobre deporte con Zoro, otras se quejaba de cosas que había leído en el periódico con Katakuri, pero siempre era seco y poco cooperador.

Yonji prendió el televisor, había un partido de hockey en hielo.

Diez minutos enteros de estar callados masticando, mirándose las caras se interrumpieron al escuchar al reportero gritar y sorprenderse por las acciones de los jugadores, sus ruidos eran tan escandalosos que parecía que alguien le había sacado un riñón con el stick.

—Puedes cortar la yugular de alguien utilizando el filo del patín, lo vi en mil maneras de morir. — Sanji dijo divertido. —Si el disco te golpea sin el casco también podrías tener una contusión grave.

—Hará un punto. —Katakuri murmuro sin pensarlo refiriéndose a uno de los jugadores. No era un fanático, pero sabía lo necesario.

—No va a hacer punto, hombre, no digas tonterías. —Yonji fue el primero en hablar, no despegando ni un segundo los ojos de cómo se movía la bocha sobre el hielo.

—No, no lo hará, está a punto de hacer quite. —Zoro respondió con completa certeza y Yonji asintió a sus palabras como si lo hubiese escuchado recitar algo sabio.

—¡El policía tiene razón!

—En realidad si es probable que logre el punto. —Zeff los sorprendió al unirse a ellos. Reiju sonrió con su característico gesto Colgate, el viejo era un hombre competitivo.

Ellos mostraban su confianza —menos Yonji, que golpeaba el puño contra la mesa de manera ansiosa—, y cuando el bendito punto sucedió, tal como la predicción de Charlotte, los hombres verdes maldijeron.

Ichiji lanzo un bufido suave, le gustaba mirar a Katakuri con ese gesto de concentración.

¿Por qué mentiste? —Era una oración cargada de contrición que lo saco de su añoranza.

Volteo a mirar a Niji.

—Tú empezaste, y mejor mantente alejado de mí, no tenías que decir esas cosas.

— ¿Yo empecé? Tú lo empezaste, yo solo continúe lo que me habías insinuado que hiciera.

Ichiji se levantó, pero al momento de hacerlo se enredó con el pie de Niji y cayó al suelo jalando una parte del mantel, llevándose consigo los cubiertos.

Sanji no pudo evitar lanzar una carcajada, pero esta duro poco.

Las orejas de Ichiji se pusieron rojas, Katakuri le ofreció la mano para ayudarlo, pero él lo rechazo con violencia y rápidamente se largó.

— ¡Niji! ¡Te advertí que no hicieras nada! —Yonji vocifero, tenía venas en el cuello, tomo al segundo por el codo, pero él se zafo, Zoro intervino agarrando al deportista del brazo.

Sanji lo miro estupefacto y consternado. —Ni siquiera sé que acaba de pasar.

—Que tu hermano es un cabrón. —Yonji escupió, Zoro lo coacciono usando su fuerza que le llevaba notoria ventaja a la del otro.

—Cálmate. —le gruño a Yonji y volteo hacia Sanji. —Escucha, es obvio que su verdadero objetivo era tener su atención, sé que apenas están uniéndose de nuevo. Se siente despojado, y es infantil, pero solo está amenazado, no seas tan duro.

Zeff lo escucho hablar, sintiéndose tocado por la comprensión que ese hombre tenía, no lo juzgaba, pero tal vez era él a quien más desconfianza le tenía, hombres de carisma oscuro con sonrisas ladinas, imanes para quienes los miraban, su nieto tenía el carácter de su hija, la misma alma enamoradiza de la que a veces temía, terminaran aprovechándose, negó, no debía ser pretencioso.

—Usualmente te diría que la privacidad es lo mejor, pero ¿sabes qué? Ya esperaste mucho, así que solo ve y habla con él, si no te escucha al carajo, al menos hiciste el esfuerzo.

Sanji parpadeo, pero tomo valor en las palabras de Zoro.

El anciano en ese momento logro intuir que Zoro tenía el control necesario para poder entonces dejarlo a cargo de la situación e ir hacia su primer nieto, pero Katakuri estaba haciéndolo también, así que tuvo que desistir.

—Soy su abuelo, tengo que hablar bien de él, ¿no? —era un hombre que parecía haber aguantado tantas cosas, Katakuri lo vio por el rabillo del ojo. —Solo te diré que es un buen chico, —hizo una negación entre burlona y triste. —Solo que a veces se tiene que aceptar que no siempre se podrá controlar a aquel que en todo momento está tentado por arrojarse del precipicio, si quiere saltar, va a saltar pese a todos tus intentos por retenerlo, déjalo hacerlo si tiene tantas ganas, tendrá que aprender algo de eso si sobrevive. [*1]

;....;

Salió de la sala apretando la mandíbula, con pasos rápidos que pronto lograron darle alcance a su esposo cuando este había llegado al vestíbulo.

—Ichiji—dijo su nombre monocordemente pero el chico seguía tratando de irse. —Ichiji— repitió con más firmeza hasta que no tuvo más opción que enredar bien la mano en su cuerpo y regresarlo. — ¡Ichiji! —espeto en un tono duro, tomándole la cadera con ambas manos.

— ¡¿Qué?! —grito entre respiraciones.

—Estas aquí por tu abuelo, y ni siquiera has tenido la decencia de decírselo. Es tu familia, son tus decisiones con respecto a ellos. Pero se un poco cabal.

—Yo le enseñe todo lo que sabe a Niji. —estaba susurrando, molía sus dientes al hacerlo y no paraba de enterrarle el dedo en el pecho a cada palabra. —No tiene derecho a ser desafiante conmigo, aprendió de mí. ¡Incluso Yonji aprendió de mí! Y ahora me desafían o me tienen miedo.

Katakuri sostuvo sus mejillas, se inclinó lo suficiente, —a veces su altura no era precisamente práctica—, no le gustaba la expresión de dolor y rabia vacía que veía en el chico. —Solo mírame. — fue conciliador.

Ichiji lo hizo. —Eso es traición, así se llama. —susurro exasperado. —Fui yo quien...

—Tu creaste a Frankestein, muchas gracias. — Sanji atravesó el pasillo arrimando una cortina colgante de color aceituna, hizo una falsa reverencia, la pareja se separó. —Pero el monstruo te supero a ti.

—¿Quieres una alianza conmigo?, —su voz muerta sonaba ligeramente emocionada. —Si estas en mis tropas, Sanji...

— ¿Qué? ¡No! Absolutamente no — Sanji contesto de inmediato, cruzando los brazos en forma de cruz.

—No seas mojigato, se qué en el fondo deseas regresarle un poco de lo que hizo.

—Deja de hablar tonterías Ichiji, quiero decirle a Niji que lo entendemos, está bien, se pasó, pero no es para tanto, no exageres.

— ¿Qué no es para tanto dices? — indignado trato de encarar al rubio, pero Katakuri lo forzó a no hacerlo.

—Para ahora mismo. —susurro lenta y contundentemente, volteo hacia Sanji. — ¿Podrías dejarnos a solas unos minutos?

Asintió, puso la mano en el brazo de Katakuri con condescendencia y suspiro, subió las escaleras y dio una fuerte respiración que inflo sus mejillas.

—No hagamos una escena aquí. —Katakuri le pidió.

— ¿Por qué? —Ichiji se acercó abruptamente a su rostro, irguiéndose todo lo que podía y sonriendo en su cara.

—Porque querías estar aquí con tu familia, lo sé. — La respuesta consiguió que el gesto se volviera tembloroso y se desestabilizara, pero Ichiji lo mimetizo en una risa sardónica.

—Oh, Katakuri, yo no quiero nada de esto. —abrió los ojos cuando Katakuri lo tomo de los hombros.

— ¿Qué es lo que sucede?

— ¿Qué es lo que sucede de qué?

—La razón por la que no puedes aceptar un poco de lo que ellos te dan.

— ¿Eres ciego? Viste lo que ocurrió. —respondió en su defensa, pero el tono era atribulado, había querido mostrarle que él podía ser divertido y agradable, igual que Sanji.

— ¿Tu hermano actuando como usualmente tú lo haces?, cuando algo sucede, no sé cómo lo logras, pero te las arreglas para estar en medio. ¡Siempre tienes algo que ver!

— ¿Yo?...

Lo miro directamente. —Te vi hablando con él, se lo que intentabas.

— ¡Trataba de hacerle una prueba a Zoro!, de averiguar qué tan escrupuloso es. Que conociera a Sanji como de verdad es, no es tan descabellado si lo piensas así, quería saber si iba a aceptar a mi hermano y no iría simplemente a marcharse.

— ¡¿Qué demonios Ichiji?! —le pareció una locura. —No puedes someter a la gente a pruebas, no puedes tratar de...—su voz se cortó y apretó la quijada. —Está mal.

Charlotte sintió un sudor frio. —Yo no soy quien debería decirte esto...—lo soltó.

Había sido un error estar en ese hogar pretendiendo que navegaban con banderas de paz cuando no era cierto.

El matrimonio no existía, —era oficial por un papel, pero no existía—, estuvo dispuesto a usar al pelirrojo, no tenía interés en él cuando lo conoció, ni amoroso, ni mucho menos sexual; y pese a que ambos habían consensuado aquello por la idea inicial de no salir ninguno perdiendo, ahora tenía ganas de decirle que aceptaba, que estaba de acuerdo con que le arrancara el corazón sanguinariamente y se lo comiera si eso lo hacía sentir bien.

Cambiar su historia, pero era tan egoísta si esperaba que unas insignificantes oraciones fueran suficientes para dar marcha atrás a todo lo que habían creado.

El soliloquio que sostenía en su cabeza se interrumpió, Ichiji lo miro con su ceño fruncido y herido, apartándolo para salir.

.

.

Sanji no toco la puerta, ¿Por qué había de anunciarse?, en su lugar irrumpió en la habitación como si tuviera derecho a hacerlo. Su hermano sobre la cama estaba suprimiendo sus gritos contra su almohada.

Cuando lo vio no dudo en arrojársela encima. — ¿Qué quieres?, déjame en paz, ¡largo!

—Yo soy quien tenía que decir eso, "déjame en paz". —acentuó la mirada. —Pero si lo hubiera hecho, incluso te habría importado mínimamente, habrías seguido con tu afán de tratar de avergonzarme.

Mientras ponía atención en la habitación pudo notar objetos suyos —no todos le pertenecían a él, porque reconocía otros pertenecientes al resto de sus hermanos—, que pensó había dejado en su antiguo cuarto, cuando vivían con su padre. No era más que una camiseta, un par de tenis tirados en la alfombra y una cartera escondida debajo de libros. No juzgo, tal vez era la única forma de Niji para sentirse cercano todos, o seguro, una exageración suya y un mal intento por disfrazar un simple hurto, pero la gente lidiaba con las cosas de manera distinta.

—Pero no lo hice, ya que a él no le importaron todas las cosas promiscuas que hiciste.

— ¿Asesiné a alguien y lo enterré en un hoyo?

Niji respiro irritado, Sanji se sentó a su lado, primero ninguno rompió el silencio.

— ¿Quieres un cigarro?, me han servido contra la ansiedad desde siempre. —el rubio confeso sin intención de sonar conmiserar.

Sanji suspiro bajando los hombros, tratando de ver solamente la calmada cara de Yoda que estaba colgado en la pared.

Niji tomo su tiempo antes de aceptar el cigarrillo, los dos encendieron uno al mismo tiempo.

—Bien...—también miro al maestro jedi. —Sé que fui lejos esta vez. —dio una calada. —Es solo que ustedes me enervan demasiado, no estoy acostumbrado a esto.

Sanji asintió con letargo.

—Seguro todos me odian ahora— Niji sonrió entre su mano.

—Solamente Ichiji lo hace, pero se le pasara.

—Lo siento.

Tosió abaniqueandose la cara, el humo había molestado su garganta. — ¿Qué?

—No quiero repetirlo. Tú sabes a que me refiero, hablo por todos los años. —Niji se encogió abrazándose las piernas, hizo la cabeza hacia atrás. —Fui tu agresor mucho tiempo, aprendiste a defenderte y patearte el trasero se hizo algo más interesante. Eres fuerte, mis costillas lo saben. Solo quiero que sepas que estas en todo el derecho de despreciarme.

—Que aburrido sería retraerme a eso. —Sanji le sonrió de lado dándole un ligero golpe en la pierna, levanto el cigarro y fumo; no era fácil olvidar, claro que no, pero a veces no quedaba más que hacerlo. — ¿Intentabas sabotearnos?

—Tal vez solo un poco. —volteo de forma perezosa hacia su hermano quien hizo lo mismo, era el contacto más íntimo que habían tenido en mucho tiempo, sin que ninguno tuviera golpes, sangre u ojos morados, era casi surreal. —Fue una ocurrencia fortuita y después de iniciarla, solo no pude parar. Pero no es necesario que yo lo haga, ustedes se sabotean así mismos.

— ¿Probaste alguna vez el cigarro de mentos? Dios, es bueno. — no quería abordar ese tema.

—Sip, no evadas las cosas estúpido, no haré esto otra vez. —Entrecerró los ojos. —Al menos tú estás haciendo el intento, ese hombre parece alguien noble, busca tratar de comprenderte. Ichiji y tú han tenido suerte.

—No es sencillo decir con palabras lo que estoy sintiendo.

—Eso es bueno, ¿no? —colgó el cigarro en sus labios y su voz salió renuente. —No esperaba que el que viniera aquí fueras tú.

—Judge te rompió el labio por mi culpa, y vives aquí por mi culpa, te prive de cosas...

— ¡Deja de culparte siempre Sanji! —lo exalto. —No lo hagas, las cosas solo pasan.

—Estoy tratando constantemente de no hacerlo.

—Siento que todo es tan extraño ahora. Pero es liberador decirte que nunca te odie, si te tuve celos, y si sentí satisfacción de ser yo contigo, pero las cosas cambian y aprendes a mirarlas con otros ojos.

Sanji miro hacia el techo y Niji se recostó a su lado, haciendo lo mismo.

—Tenemos que regresar o alguien va a imaginarse finales escabrosos, tanto silencio haría intuir que uno de los dos está ya muerto.

—Sería lógico. —Niji reconoció.

—Sanji.

— ¿Qué quieres ahora?

—Gracias.

—Sanji.

—¿Qué?

—Perdón.

;....;

Abrió las puertas y atravesó el jardín, busco por él, lo encontró a lado de la glorieta, parecía molesto con los nevazones, una vez le dijo que no le gustaban las flores, pero parecía sentir simpatía por algunas hiedras y otras plantas de colores morados que comenzaban a ennegrecerse debido a que la nieve las quemaba, pese a que Sanji —o Reiju cuando visitaba al abuelo—, solían cubrirlas en la noche con una capa de mantillo.

Muchas de las plantas que no eran muy resistentes a la temperatura habían sido retiradas ya, y él estaba revolviendo el suelo con su zapato.

—Toma, traje tu gabardina. —Katakuri se acercó.

—Aja. — Ichiji susurro con aire ausente.

Se trataba de un sentimiento de opresión y traición a sí mismo, para Charlotte, quererlo era apostar sin una posibilidad de victoria.

— ¿Cómo estás? —pregunto parándose a su lado y viendo la misma cosa que Ichiji aparentemente veía en ese momento. Una manta del perro snoopy hecha bola dentro de un macetero roto.

— ¿Estás aquí para asegurarte que he reflexionado acerca de las consecuencias de mis acciones? 

—Estoy aquí para preguntarte si estás bien. — lo vio petrificarse al ponerse sus guantes.

—No veo razón para no estarlo. —sonrió con autodesprecio.

—Escucha, yo...—Katakuri sabía que iría a arrepentirse de seguir hablando, lo único que lo detuvo fueron los finos dedos de Ichiji en su boca pidiéndole silencio.

Shh, no hables. —susurro despacio.

Katakuri no comprendió la razón, pero hizo caso, se encontraba más perdido en la acción de mirarlo; apreciar la forma en que su figura negra destacaba contra un sendero blanco.

—La verdadera razón por la que estamos aquí, juntos ante mí familia, era por mi reputación. —soltó con seriedad, Katakuri trato de regresarle una mirada de ira a causa de su jugarreta, pero algo se lo impidió. —Quería resarcir las cosas de forma superficial, pero de todos modos se arruino. Todos piensan que soy un idiota.

Tomo su mano. —Es mejor irnos antes de que sigas diciendo cosas de las que solo tú terminas arrepintiéndote más tarde.

— No me trates como si fuera un patético inestable —se tallo la cara. — ¡Y no me toques!

—De acuerdo. —asintió con firmeza, estaba enojándose, solo basto de una pisada para encontrarse mortalmente cerca del pelirrojo y respirar vaho en su cara.

—Solo déjame decirte una cosa, está bien que te desquites conmigo, yo busque esto, pero no alejes a las personas que no lo merecen. Ellos seguirán para ti pese a todas las porquerías que les hagas, no por deber u obligación, sino a causa de un cruel motivo, te quieren, y no eligieron hacerlo por voluntad, pero lo hacen.

Ichiji torció los dedos en su pecho, bajo la cabeza y apretó la boca liberando un leve alarido.

—Solo eres un juego. —cerro los ojos. —Solo quiero ganar, necesito ganar, ¿no lo entiendes? Un reto, eres como una sustancia psicoactiva, algunos tienen heroína, grandes apuestas y casinos, yo —su voz se quebró al igual que el contacto visual. —tengo el placer de esto, de ganarte.

Katakuri se sorprendió del intempestivo impulso que surgió de él, tomo el pálido rostro con ambas manos y se acercó a su boca, al principio Ichiji temblaba, suspiro y abrió los labios para corresponderle, era un beso suave y ligero, probablemente el más casto que habían compartido, comprobó la fría temperatura en los huesos de su cara, las manos del chico estaban en su torso y arrugaron su chaqueta, escucho el chasquido de sus llaves, las había sacado del bolsillo, busco sus ojos azules para comprobar si de verdad se iría.

Ichiji se tocaba los labios como si no pudiera creer el tipo de beso que había recibido, —una caricia suave—, recuperar su voz para vocalizar las siguientes palabras significaba para él un gran esfuerzo.

—Quédate si quieres, me da igual lo que hagas—no hubo rastro de emoción, se recompuso, su cabello se agitaba con ligereza, los pigmeos cristales de hielo caían en su ropa y su cabeza, y su voz se escuchaba distorsionada por estática, era una imagen digna de ser inmortalizada, porque era un ser maligno que en el fondo luchaba por ser exorcizado. Y no había nada más triste que eso.

—Ichiji. — llamo a su nombre.

El retrocedió dos pasos, negando con la cabeza. —Eres un hombre alucinante Katakuri, pero también peligroso, eres peligroso para mí.

— ¿Eso es lo que sientes por mí, Ichiji?, lo que le dijiste a tu hermano... ¿Miedo? Dime la verdad, hazlo.

Había un silencio sepulcral en el que ambos estaban respirando.

—Esto es muy forzado. —sus ojos llenos de espectros, estaban en una horrible calma que, como brazas, no de fuego, sino de hielo, buscaban una forma de perforar. —Siempre será así. Incluso los mejores momentos lo fueron. No hay compatibilidad entre tú y yo. No hay nada. Por primera vez realmente siento decirte esto, pero es lo que siempre ha sido. Primero fue por el mandato de mi padre, tú sabes las cosas que hice. Después, a causa de la adrenalina que significa hacerle la vida imposible a un ser tan fascinante como lo eres tú. —se abrazó a sí mismo.

Katakuri se acercó con cautela, quería envolverlo en sus brazos, las yemas de sus dedos ardían en inaguantables contracciones por rodearlo de los hombros y pegarlo a su pecho, aunque fuera descabellado, pero lchiji retrocedió una vez más.

Y él simplemente recibió sus balas.

—Lo siento, pero estar contigo solo ha sido buscar probarme a mí mismo, experimentar que tan lejos puedo llegar.

Si esa era su venganza, entonces estaba corriendo con ojos ciegos por la línea de meta, desesperado.

Lo vio caminar, Ichiji no podía dejar de mirar al frente, las palabras parecían ahogarse en su boca para dar una explicación.

—Y esto solo termina cuando uno de los dos se rinda y créeme, no voy a ser yo. —frustrado de sí mismo, tuvo que girarse, agarro un puñado de nieve y la tiro contra él, repitió la acción una y otra vez hasta que sus brazos dolieron, y, aun así, Katakuri no dijo nada y lo dejo hacerlo, desquitarse, Ichiji volvió a subir la mirada, encontrándose con sus ojos ennegrecidos.

—Ellos, Sanji y Zoro son diferentes a nosotros, ellos tienen...esa estúpida cosa que nosotros no. Son reales, no están fingiendo.

Katakuri se limpió la nieve de la cara, para Ichiji él se veía como una maldita y perfecta estatua.

—Entonces puedo rendirme, si eso quieres, si eso esperas de mí.

—...No, no así, no en un acto de piedad. —gimió beligerante, Katakuri gruño empujando su espalda suavemente contra un árbol, solamente recargándolo.

—Tal vez te extraño. —admitió, Ichiji abrió los ojos momentáneamente, pero eso no significaba que estuviera menos enojado, pese a todo el hombre frente a él era todavía más espeluznante, y para él, no tenía el derecho a verse herido.

—Nunca fui a ningún lado.

—Eso crees, pero lo hiciste, cambiaste, confesándome lo que fui para ti, y yo actué como un bastardo, pero he seguido buscándote y lo único que encuentro es...—apretó sus dedos. —Esto es totalmente ridículo, no tiene ningún sentido.

—Así es como se sienten las grietas, y lo siento, pero me alegro de que lo experimentes. —Ichiji lo miro con frivolidad, se separó y sin titubear empezó a caminar, salió de la propiedad y entro al auto de Katakuri, se marchó.

El hombre de mirada roja y cabello granate no pensó en como diantres regresaría a casa, no le importaba, era lo último que tenía en la cabeza.

—Maldita sea...—apretó los puños, sintiéndose como un desahuciado, odiándose a sí mismo por hacerlo. — ¡Maldita sea!

Alguien encendió el foco de la entrada, en el umbral se encontraba Zoro.

—Toda esta mejor adentro. —lucia más relajado, los tres hermanos varones de alguna forma estaban conviviendo pacíficamente, sentados en el mismo sofá, él se había perdido en la mitad de su conversación sobre términos modernos y complicados que no le importaba entender.

Se sentó en el escalón de madera y este rechino, en una mano tenía la botella de sangría que Reiju había prometido y en la otra una copa, se sirvió y miro el panorama meciendo el oscuro líquido en los bordes del cristal transparente.

Era tal vez que Charlotte era el hombre más cercano a su edad dentro de esa casa, o su expresión, o que él conocía lo que era estar a la deriva tan bien que podía presentirlo en otros, o algo tan simple y sencillo como la tosca camaradería masculina. Ni siquiera importaba.

—Voy a irme pronto, así que si no te importa puedo darte un aventón.

—No es necesario, gracias. —le respondió sin el afán de ser grosero.

Y Zoro lo interpreto de la misma manera, se encogió de hombros y dejo a lado la copa para beber directamente de la botella y soltar una exclamación por el calor que inundaba su garganta.

Era una extraña, extraña vida que creaba extrañas, extrañas circunstancias.   

Notas finales:

[1*] La frase que Zeff dice al final le pertenece a la serie española Elite, en realidad la estoy parafraseando, pues no pude encontrarla nuevamente, pero era mas o menos así.

¡Feliz navidad a todos! Por favor, pasen una noche genial y coman demasiado, cambio y fuera.  

 

 


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