Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sentimientos por contrato por AcidRain9

[Reviews - 188]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 29: Cadáveres de nieve

Yo tenía cinco, él tenía seis,

Corríamos sobre caballos hechos de palo,

Él vestía de negro, yo vestía de blanco,

Él siempre ganaba la pelea

Bang, bang!

Él me disparo,

Bang, bang!

Caí al suelo,

Bang, bang!

Ese horrendo sonido

Bang, bang!

Mi chico me disparo.

Nancy Sinatra; Bang Bang 

 

Por favor, ábreme la piel, estrújame hasta el alma, cóseme otra vez.

Otra vez

Y otra vez

Y otra vez

Katakuri se miraba a si mismo extrañado. No era un hombre de afecto —lo que ya estaba comprobado y de lo cual se podía hacer una tesis. —, pero procuraba ser por lo menos un no-maldito; ni un jugador. Y realmente estaba oficialmente jodido. Principalmente cuando no podía sacar de su cabeza a su chico u observarlo dormir, se dijo que era espeluznante para tener un poco de racionalismo, pero su buena idea no duro y en cambio siguió los movimientos en calma que hacia su cuerpo.

Dormir en una alfombra era horrible.

Despertar con Ichiji lo compensaba.

No le quito la vista cuando abrió los siempre eternos ojos azules, —ellos eran su constante—, semi roto, pero con más posibilidades de reparación de las que alguna vez había tenido. Lo beso, porque tenía la compulsión de hacerlo. Sus labios eran su puerto, acaricio su pálida espalda y lo llevo arriba de su pecho.

— ¿Has estado mirándome dormir? —Ichiji le pregunto con voz somnolienta, acomodándose de manera lánguida.

—Como todo un pervertido. —le dio una sonrisa torcida, haciéndolo reír. —Aunque te aseguro que mantuve mis manos quietas.

Era la clase de risa que no existía hace mucho, él empequeñecía los ojos y agitaba los hombros. Nunca era muy ruidoso, al contrario, era hermético y taciturno.

—Eres un completo tonto. —Ichiji rodó los ojos y arrastro la mano por su boca, tratando de borrar la sonrisa de su cara.

Katakuri respiro de forma lenta, trazando con sus dedos la geografía de carne, sonrojando su dermis mientras miraba el techo. Sabía que habría que empezar a hablar de negocios pronto. De su negocio. Poner la verdad por delante y lijar todas las asperezas que habían encontrado la cima durante tanto tiempo.

Sin embargo, no podía solamente decirle: "Sé que esto sonara extraño, pero escucha, nuestra transacción conyugal ya dio frutos estupendos y ahora básicamente, Whole Cake es mío. Y haré un gran trabajo. Y emplearé a mucha gente. Y.…gracias por tu cooperación, así que, por supuesto que te amo, por eso cállate, seamos felices y deja de comerme la cabeza".

Ichiji lo desollaría.

Necesitaba algo convincente y no había nada más convincente que la verdad.

—Ichi...—murmuró sobre su oído, lo hizo encogerse por su calor.

El pelirrojo se movió con debilidad sofocando un resoplido.

—Me siento como una mierda. —Ichiji musitó, su cabello caía en ondas en torno a su cara.

—También te ves como una mierda. —le susurró poniendo los labios sobre su cabeza.

Ichiji se aferró con más fuerza a su brazo, dejó salir un maullido sibilante. —Eres honesto Charlotte, demasiado honesto.

Katakuri acarició sus omóplatos con pereza, Ichiji puso la mano sobre sus pectorales, el hombre del cabello granate se veía serio de nuevo. — ¿Estas mejor realmente?, debo salir, tengo que...Milo debe de estar congelado ya.

Hubo silencio. Ninguno quería ese silencio. Tomó su mano dubitativamente, juntaron los dedos, Katakuri aplasto sus nudillos y llevo la mano a su boca, solo presionándola con los labios por poco tiempo.

Ichiji no respondió de inmediato.

—Solo quédate así, conmigo... — él pidió con la voz suave y tentativa, haciéndose un nudo en las mantas, arrellanándose contra su esposo.

—Está bien, de acuerdo. — movió su mano en el dorso del blanco cuello, presionando la yema de su pulgar en la piel. —Hoy voy a encargarme de ti. Está bien. — el pelirrojo cerro los ojos mientras se preguntaba todas las formas en que se podía fraccionar un corazón.

;...;

Miró su reflejo en la cuchara de plata, no había nada nuevo en él.

Él no cambiaba, solo se encontraba a sí mismo y descubría partes que no creía tener. ¿Cómo alguien tan inteligente podía encontrarse tan...inhóspito?; su razonamiento se reflejaba en las pruebas y el historial académico, podía pasar horas y horas hablando sobre literatura e historia. —Incluso de antigüedades, le gustaban bastante...—, y aprender atentamente de las diversas formas del arte, del cine viejo y la edad de oro, y si también quería entonces jugaba con pretensión el rol prefabricado que Judge creo con él; hijo intelectual y estudiante dedicado y devoto, el mejor animalito de la promoción. En el ambiente de chicos pasantes que no podían fallar ante la presión porque algún día estarían a la cabeza de las empresas familiares, estudiando en Arabasta, en Enies, en los congresos, en.…lo que a él no le interesaba.

Podía convertirse en la otra criatura; amargada pero graciosa y quisquillosa, —Como Katakuri se refería a él, de lo que se enteró al verlo refunfuñarlo algunas veces—, y no hacer ningún esfuerzo por ser educado, él se divertía cuando decía malas palabras o se entusiasmaba por estupideces nerds. Le susurraba al oído lo mucho que le gustaba verlo moverse en su ropa deshilachada y su cabello revuelto.

Miro debajo de sus pestañas a Katakuri, él era real y resaltaba entre todos los fantasmas de su vida con su forma tosca y agreste de ser, quebrando siempre para bien o para mal su utopía.

— ¿No iras hoy al trabajo? — La pregunta era estrambótica en su garganta. Un sonido raro.

—Prefiero quedarme por esta ocasión. —Katakuri levanto su dona y le dio una mordida, lo vio observarlo con tal fijeza que señalo el bocadillo preguntando "¿Quieres un poco?"...

Ichiji negó fervientemente, con la frazada en sus hombros y los ojos clavados en el desayuno jugo los cubiertos de plata. Hundió la cuchara en el bol de yogurt con cereal y vio la pequeña burbuja cuando ésta llego al fondo.

Ploph.

— ¿Estás conmigo por compasión?... —No lo miro a la cara, no había razón para hacerlo, prefirió fingir que estaba interesado en el informe climático de la programación local; frio, lluvia y nieve, tal vez una tormenta, el mismo menú de siempre.

La oración había sonado mejor en su cabeza.

—No, pero no te ves bien aún, creo que lo mejor es mantener un ojo en ti. —Katakuri puso su enorme mano en su frente, él estaba caliente, pero no era fiebre.

—En general, tonto, estoy refiriéndome a todo. —rodo los ojos agarrando su gruesa muñeca.

— ¿Realmente estás haciéndome esta pregunta?

—Estoy tratando de enumerar las causas para que no sea de esa forma. Estoy seguro que en mi situación también dudarías.

— ¿Cuál es tu situación? —refutó.

—Ellos son mi situación. Tus despampanantes fantasmas. Y yo soy mi situación. Soy básicamente un suicida, es decir, en un sentido metafórico, no literal. Y he hecho tantas cosas mal. —frunció la frente. —Y toda mi vida es nuestra situación. No es como con las demás personas, no hay nada que te seduzca cuando naciste con todo igual que yo. No es como si necesitaras algo de lo que mi padre tiene, al contrario, mi padre necesita lo que tú tienes. Así que quiero asegurarme que tanto debo de entregarme para no salir herido.

Ya lo había dado todo.

—Bueno, te necesito a ti en el sentido más ridículo de la palabra, café horrible, quejas, tus pies congelados cuando estamos debajo de las cobijas, tú, parloteando en mi oído como una urraca cada que estás enojado. ¿Ya fui lo suficiente claro? —Katakuri se encogió de hombros con naturalidad. Ichiji enrojeció.

—Estoy hablando en serio. —susurro mirándolo con el ceño arrugado antes de bufar.

—Y yo también hablo en serio. —respondió serio. —Quiero que dejes de hacerte menos, sé que también tengo que trabajar para facilitarte las cosas, pero hare todo lo que sea posible Ichiji. —fue suave, pero firme.

— ¿Qué pasara si te hartas de mí? Aprenderás a odiarme, desearas negarme, no me gusta la gente, solo te quiero a ti, pero eso no es lo que necesitas tú.

Katakuri tomo su cara entre sus manos. —Escucha, entiendo solo una parte de tu paranoia, mientes, ya que toda tu vida te mintieron, soy desprendido, porque imite un mal ejemplo. No se nos obligó a arruinar las cosas tantas veces, pero lo hicimos. Ichiji, estaremos bien si trabajamos juntos. No se trata de lo que necesito yo. —contorneo sus parpados con suavidad. —También es lo que necesitas tú. Si supieras un poco de lo que veo en ti serías petulante y presumido, pero lo prefiero de esa forma.

— ¿Qué ves en mí?...

—Es un secreto. —dirigió la boca a un lado de su oreja. —Te prometo que es uno bueno.

— ¿Crees que...podamos usar la cama pronto? — No hablaba de un sentido sexual, se veía ansioso como un niño. —Quiero seguir durmiendo contigo, me gusta dormir contigo.

Katakuri sonrió desenredando su cabello. —Podremos.

En pos de ellos. Él hablaba de la forma en que se describe la vida a futuro.

— ¿Puedes ver un futuro conmigo?

Katakuri se quedó callado. —Quiero un futuro contigo, es lo único que importa.

Ichiji se puso de pie, interceptándolo.

— ¿Querías una respuesta más inteligente? Dame un respiro. —Katakuri se burló un poco. —Quiero...—se llevó la mano a su nuca, demasiado incómodo con las palabras. —Tenerte a mi lado, mañanas y noches. Trata de confiar en mí. Confía en nosotros.

El pelirrojo buscó su pecho, rodeándolo con bastante fuerza y él abrió los ojos en exceso. Pero lo envolvió al principio de forma tensa, después con soltura y decisión. —Siento haberme tardado tanto, cereza.

;...;

Siempre había escuchado a la gente decir que uno de los peores temores era el que provocaban las alturas.

Miedo a las alturas, nunca lo había tenido en realidad. Pero podía imaginar que era estremecerse ante la idea de flotar y después solo caer, entonces solo quedaría hacer plegarias y promesas para pedir que el impacto fuese rápido. Muy rápido, abrupto. Que matara y no dejara en agonía.

Una vez, cuando eran niños, Coby —el asmático del salón. — había dicho que no podía respirar, lo vio ponerse morado, magenta y blanco durante uno de sus ataques, después, como si le hubieran disparado a una res, azoto la cara en el pupitre y no se movió. Nunca se le ocurrió que podría haber muerto.

Fue la primera vez en que Ichiji vio a mucha gente asustada y reunida en el mismo sitio. Entrar en pánico era querer buscar millones de soluciones, pero ser incapaz.

En ese entonces lo único que Ichiji había hecho era bostezar en el rincón del aula mientras leía algo de Plath y se quitaba las lagañas de una noche de desvelo, ajeno a su escándalo.

Ahora mismo se sentía como Coby, asfixiando y aprehensivo, sintiendo sin poder hacer nada la manera en que el aire lo dejaba.

No le gustaban los finales, a él no le gustaba la inquietud y la incertidumbre de preguntarse qué seguía después, una historia siempre estaba abierta a mil posibilidades más.

Los finales para él eran un sobrepuesto, pegados a ras aún si no encajaban. Por eso entendía que no podía merecerlo, no era su final haber dormido entre los brazos de su esposo y despertar envuelto a él. Se tallo la cara, no porque hubiera lágrimas en ella, ya había llorado lo suficiente y la idea de volverlo a hacer simplemente lo enervaba, sobre todo al ser una demanda de ayuda involuntaria de su cuerpo.

Cuerpo traidor que no soportaba contener sus emociones, que quería avergonzarlo y se mostraba hambriento de afecto, volviéndolo débil y ridículo.

La vida era una sucesión de acontecimientos poco afortunados, una ruleta rusa, Katakuri y él tenía un cierto paralelismo. La nota de su padre, su caligrafía fea y su vomitiva prosa que en ese entonces arrancó lo que su matrimonio apenas construía.

¿Qué tenían ahora qué fuera diferente?; todo.

Y ahora, esta llamada.

La fuerte y áspera voz italiana seguía hablando, Ichiji no escuchaba demasiado de ella, ya le había dicho lo suficiente de todos modos.

Trazo los dedos en la puerta de vidrio creando largas líneas de humedad.

—...Voy a avisarle, gracias por decirme Paulie.

Contesto en voz queda, el vapor de la helada escapaba de sus labios.

—El director general va a enterarse que no está libre de sus deberes, y mucho menos ahora que todo ese peso está en sus hombros. —se detuvo a respirar. —Es la primera vez que falta, él nunca se queda mucho tiempo en casa, sé que será la última, sus intereses siempre están por delante de todo, admiro eso de él, ¿sabes?, es un estúpido cavernícola perseverante, maldición, es increíble...No sé qué hago contándote eso. —se río un poco.

Su jardín era verde, azul y blanco.

—Es solo que Katakuri no pudo presentarse por qué...Por mí. —sonrió quebradamente. —Oh no, todo está bien aquí, solo me sentía un poco enfermo. No era necesario que me acompañara, pero lo hizo. —enterró la mano en su flequillo. —Así que Oven está haciendo un alboroto más, ¿ah?, él ya no figura en Whole Cake... ¿Crees que podrían resolver todo ustedes solo por hoy? Si Perospero está en algún lugar, llámalo.

Dejo el teléfono colgado y corrió la puerta transparente, camino hacia él jardín, el viento ululante movía su cabello con fuerza, miro la neblina engatusadora. Dos enormes y fuertes brazos salieron de ella y lo atraparon, primero fue un beso en su frente, estaba enojado, después las manos en su vientre, quería romperlo todo, los labios en su cuello, tuvo que tragarse su veneno, lo voltearon raudamente y su visión dolió, él era...era magnifico.

Sus neuronas hicieron sinapsis y sus mejillas se calentaron, sentía que sus yemas desencadenaban una serie de explosiones en cada parte que tocaban.

Sólo por hoy, se dijo dejando las palmas en su pecho, Al menos ámame hoy, cerró los dedos para envolver su camisa.

Y era reconfortante, catalizador y caluroso, y lo beso con pasión, casi con desasosiego.

—Estás helado. —Katakuri susurró poniendo la boca encima de su mano, sus fieros ojos rojos mirándolo con concentración.

—Y tú te sientes cálido.

—Ven aquí. —coloco el musculoso brazo sobre su hombro.

Se recargo en su costado cuando él se aferró a su espalda y lo condujo adentro.

Lo escuchó hablar, derritiéndose por su profundidad, estaba casado con un demonio, él le ofrecía comida y agua aun cuando atravesaban un camino yermo y espinado.

Le gustaba que acariciara su brazo, amaba ser tocado por él, la sensación lo dejaba lleno de tibieza y protección, fingió que no estaba quebrado ni Katakuri cansado, que ellos de verdad se habían conocido por casualidad como la historia que Judge y Linlin los habían obligado a contar.

La romántica y vampírica Europa. Un día de nubarrones azules que protegían en medio a un sol dorado. Y un edificio viejo.

Y era una historia creíble. —encontrarse por casualidad entre tanta gente y solo chocar...—, si, era creíble, porque ahora lo sabía, y estaba seguro que incluso sin conocerlo él habría buscado sus ojos carmesíes en medio de una muchedumbre.

En medio de los economistas aburridos y sus exposiciones exhaustivas Katakuri lo habría invitado a beber café, él habría fingido ser más difícil, —protocolos de un chico de sociedad—, de todos modos Katakuri terminaría ganando, él se fugaría de la vista de los decanos, entraría a su auto con el corazón en la garganta, y ese gigante moreno lo llevaría al museo estatal, hablarían de sus vidas, la de Katakuri lo dejaría absorto y sorprendido; no sentirían las horas, después lo regresaría al hospedaje estudiantil durante la madrugada y cuando estuviera a punto de abrir la puerta para separarse, él lo jalaría de vuelta.

Después le pediría fugarse a su lado por algunos días, su padre pondría el grito en el cielo al saber que había huido de un viaje universitario con un extraño, sin nada más que unos cuantos billetes en el bolsillo. Pero habría regresado con todo, no con el hombre imponente y poderoso, solo Charlotte, Charlotte Katakuri, a quien con el alma revestida en hielo le rogaba siempre lo hiciera suyo.

Y ellos terminarían así, ahora, en su casa.

Madera y cristal, lluvia y plantas, café y donas.

Asintió sonriendo, porque era lo que mejor sabía hacer, ser un cobarde.

—Jamás hubiera sido posible encontrarnos de otra manera, ¿verdad?...

.

.

.

.

Había un nudo en su estómago. Un vórtice en el pecho y escalofríos en la nuca, en las uñas, en los pies, en la cara y en cada célula de su cuerpo. No abras la puerta; se dijo a sí mismo. Pero no cumplió.

—Ichigo, cariño, luces como un espantapájaros gótico, ugh.

—Y tú como una mala y cliché imitación de Audrey Hepburn*. Lo cual es horrible, yo no tengo nada en contra de Hepburn. —cruzó los brazos sobre su pecho y recargó el peso de su cadera en su pierna.

— ¡Prefiero que me compares con Marilyn Monroe! —extendió sus delgados brazos llenos de joyería.

Levantó automáticamente su tarjeta dorada, Stussy la tomó con astucia, Ichiji se hizo a un lado dejando a la rubia pasar y ella con toda la familiaridad posible se movió en los pasillos como una experta.

—Conoces bien este sitio, ¿no? —fue directo.

—Como la palma de mi mano. —ella sonrió como un felino. —Tal vez mejor que tú.

—Entonces debo suponer que harás un buen trabajo.

— ¡El mejor! ¡Por eso me llamaste! Lo cual me sorprendió mucho, pero igual, aquí me tienes. — Stussy se dejó caer en el sofá, buscando en su bolso el celular, riéndose con un tufillo de hipócrita modestia. —Puedes ir a perderte por algún lado. Ya conociste la laguna, ¿verdad? —llevó la mano a su flequillo. —Katakuri sigue con esta decoración tan lóbrega, le dije que no permitía mucha luz. Es un terco, es... —mordió su labio.

Ichiji rodó los ojos. —No fantasees con mi esposo, es asqueroso.

—Anda, a callar mocoso, vete a practicar vudú, invoca a Leviatán, pide una ouija por Internet, no sé, pero deja a esta dama hacer su trabajo.

— ¿Qué sucede con el tiempo? No puedes preparar nada de la noche a la mañana.

—Hay gente que me debe favores y gente que me debe gratitud. No conoces mis capacidades. Me voy a encargar, puedo hacer que todo el personal de la empresa entienda esto como una celebración sorpresa. Katakuri dijo que anunciaría los cambios en una sencilla junta, no dio una fecha, parecía que no era su prioridad. Y yo no lo comprendo, hay cosas que no se deben dejar pasar. —dijo belicosamente. — ¡Empezando por esto!

.

.

.

Estaba sentado en el suelo, consumiendo el único cigarro que había encontrado en la cajetilla abandonada en uno de los cajones de Katakuri. Sabía que él fumaba, o que lo había hecho antes, no importaba, el filtro se consumió en sus dedos y la nicotina se impregno en sus labios.

Cuero y madera, ese era el olor de su esposo. Cerró los ojos y casi podía escuchar una desgarradora y rasposa canción en su cabeza cantándole a su claustrofobia.

The White Buffalo...The House of The Rising Sun. Sabía que a Katakuri le gustaba ese tipo de música aunque nunca había mostrado gusto a nada en contrato. Durante la primera nota, Ichiji podía sentir el desierto y la velocidad de un Cadillac llevándolo a la nada, haciéndolo polvo.

No tenía suficientes fuerzas para ponerse el traje, siquiera utilizo la pieza completa y dejo el saco abandonado sobre su cama, ajusto el ultimo botón del chaleco color bermellón y recogió su cabello en una coleta baja.

Se miró en el espejo y corrió la vista lanzando una maldición amargada.

Como la suerte nunca era aliada, Stussy brillaba en un vestido rojo, tenía una caipiriña en sus manos y sonreía encantadora.

Todo era arrebatadoramente elegante, dorado y negro. Desperdicio de material y de tiempo. Lo irónico era que mientras él estaba pensando en las consecuencias de sus acciones, y deseando arrepentirse, ella les daba la bienvenida a todos como la verdadera anfitriona.

Era como si su mundo se concentrara en el mismo sitio, gente que era parte de él y de su vida.

Al asomarse desde por el balcón podía ver a los invitados, los Capone, —Vito ya estaba buscándolo de forma frenética—, Los Nefertari, los Neptune y un sinfín de personas que ni siquiera conocía atiborrándose en ese ostracismo de celebración. Su casa empezaba a llenarse de fantasmas de manera rápida.

Al llegar al último escalón de sus escaleras, era cuando la actuación comenzaba.

Una mano curtida alcanzo la suya y Paulie lo intercepto y condujo a lado de una bonita mujer joven a la que presento como Margaret, su esposa. Usaba un vestido modesto y tenía un acento cantado y sureño, era una dulce chica country, su juvenil rostro estaba rodeado de tirabuzones rubios. Ella se aferraba al brazo de Paulie con amor.

Los dos lo felicitaron, él respondió con sonrisas impersonales. Nada era suyo. Los logros eran de Katakuri.

Se volteó un poco, asintiendo a lo que Margaret había dicho.

Sus hermanos habían llegado, él se había encargado personalmente de reclutarlos a ellos.

Sanji estaba al lado de Zoro, hombre que tenía una expresión incomoda, conocía su aversión hacia la gente elitista y superficial. Yonji caminaba atrás de ellos, pero Niji era el último, él hablaba con Bellamy.

También pudo ver al resto de los Donquixote.

Stussy sí que era un reptil escurridizo.

Parpadeó al mirar al frente de nuevo y no encontrarse a los dos rubios que tenía hace tan poco, en su lugar Nefertari Cobra sacaba un sobre de un bolsillo de su traje.

—Nos gustaría entregarte esto.

Era una invitación, enarco una ceja.

Vivi apretaba su cartera de avestruz contra su pecho.

El adulto prosiguió: —En cuanto podamos ver a tu padre le daremos la suya en representación de los demás Vinsmoke, la tuya en cambio cuenta para los Charlotte. —le dijo con amabilidad.

Ichiji miro las letras estilizadas, le causaron gracia. — ¿Kohza se va a casar?

Vivi asintió con dulzura, y tanto padre e hija se sorprendieron por la risa burlona con la que les respondió.

— ¡Siempre pensé que sería más perseverante con su obsesión por mi hermano! Me equivoque, deberían de advertirle del hoyo en el que se está metiendo al buscar un repuesto de esa forma tan...desesperada.

— ¿Perdón? —Cobra lo miró molesto.

Ichiji soltó un sonido disconforme que termino en una corta risa que sonó como un San-Ji divertido. —Oh vamos, señor, usted y yo, y todo el mundo sabemos que el preciado heredero de Nefertari tenía los ojos bien puestos en mi hermano a pesar de todas las advertencias que le dieron para que no fuera así.

—No es nada padre. —Vivi lo tomó del brazo y levanto la nariz en indignación.

Que aburridos. Él solo quería bromear un poco.

;...;

La gente hablaba del inmobiliario y juzgaba cada rincón de su impoluta casa como era de esperarse.

Había una concentrada mirada sobre él, después, un galante hombre sonriéndole y evaluándolo.

—Es un placer coincidir por fin con el esposo del Charlotte que está en la boca de todos. — Donquixote Doflamingo extendió su mano y dejó un beso en la base de su muñeca. —Escuche que Katakuri y tú se conocieron en uno de mis congresos. Me divierte saber que he sido su celestina.

—Señor Donquixote, siendo honesto, no esperaba verlo aquí. —asintió con cortesía. Su almizcle era fuerte y curioso, su espeso abrigo rodeaba una fuerte y madura figura.

—Dudo que me recuerdes, tus hermanos y tú eran solo unos niños la única vez que los vi, ahora eres todo un jovencito. Conocí a la dulce Sora también, por cierto, una mujer angelical.

—Toda una prima donna. —sonrió.

—Puedo entender la razón por la que el viejo Judge presumía a sus hijos. — lo escrutó debajo de sus gafas y después lanzo una grave carcajada. —Sin embargo, yo nunca pude hacer lo mismo con el mío. No hace falta que te mencione la razón, ¿verdad?, mi Bell es un chico sin futuro que solo vive a mis anchas. Tu eres un estudiante increíble, recuerdo haber leído tu nombre en la lista de los mejores promedios cuando a fin de curso, yo estaba encargándome de que mi hijo no perdiera el año.

—…A pesar de nunca coincidir con usted, ni siquiera por su hijo, he escuchado bastante de su persona. Uno de mis mentores nos ha mandado a hacer un ensayo sobre sus ideologías, es una personalidad muy influyente.

—Si tienes preguntas que hacer, puedo responder, siempre he sido muy cooperativo con la prensa de todos modos. —dijo conversacionalmente. —A todo esto, ¿en dónde está tu marido? Debo felicitar a ese muchacho por su buen ojo... —puso una mano en su hombro.

—Él llegara pronto. —su copa casi cayó cuando Crocodile —en su impecable traje de dos piezas—, se interpuso, excusándose con que le gustaría hablar con él. El rubio quedo atrás y el abogado lo miro sin ningún rastro de humor.

—Él fue quien estaba siendo muy...cercano. — Ichiji se vio en la necesidad de explicar.

Pero Crocodile ni siquiera parecía prestarle importancia a las actitudes descaradas de su esposo; eran detalles de los que solo el ojo calculador se daría cuenta. Doflamingo era un hombre multifacético y estrafalario, pero no un hombre nacido para dar. Era solo un ente que debutaba por el mundo quitando y engatusando.

— ¿Katakuri está enterado de esto? —señaló su ambientación como si de herejía se tratase, arrebatándole un canapé a uno de los meseros que pasaban.

— ¡Versátil y sofisticado! —Ichiji se burló, pero con rapidez regreso a su tono serio. —El señor Donquixote piensa que de verdad nos conocimos en una de sus pláticas. ¿No me digas que no sabe nuestra verdadera historia?

—Confidencialidad a clientes ante todo, Ichiji. No ventilo la mierda de otros y a él no le interesa preguntármela. —molió los dientes con recriminación. —Ahora, contéstame si Katakuri está enterado de este circo sí o no.

—¿Le dijiste tú?, te preocupas más por él que por tu esposo. —dijo con desprecio.

—Si dejaste a Stussy encargarse de todo deberías de saber que es buena. Lo contactó primero a él. —señaló a Doflamingo. —Sabía de esto antes que yo. Si estás tramando algo, no va a salir bien, Katakuri estaba llevando un margen, no va con estas cosas.

—Discreción, ante todo, ¿no es cierto? — Ichiji murmuró con doble intención.

—Oh por favor no, no te comportes como un adolescente inseguro conmigo. Yo odio a los niñatos y sus crisis.

— ¿Katakuri está en Whole Cake todavía? —su tono era plano.

—Trabajo para Baroque Works, y concretamente, para él si lo requiere. No resido en el mismo lado. No soy su conciencia. Si tú fueras realmente su pareja sabrías las cosas.

—Solo es una celebración. —Ichiji rodó los ojos. —Estoy celebrando que mi esposo es el director general de toda una trasnacional. ¿No es algo que merezca festejo acaso? —apretó la copa en su mano y se acercó enojado al pelinegro. —No te hagas el tonto y me culpes a mí, sabes que él va a arrojarme al fango pronto. Lo estuvo planeando todo este tiempo y tú estabas ahí para alentarlo. Sabes todas sus jugadas. No eres su conciencia, de eso estoy seguro, tú persuadiste a Donquixote para deshacerse de Bellamy y mandarlo a Europa. —Crocodile abrió los ojos ante tal acusación. —Y yo...y si él...—se mordió los labios. —No conseguirás lo mismo con mi marido.

— ¿Estás escuchando todos tus disparates?, eres un mocoso patético, anda, ve y pavonéate entre esas reces aneuronadas, si yo te aconsejo que regreses a tu ataúd no lo harás, así que juega, solo trata que no te coman. —dijo prolijamente, abotonándose la manga del traje. —Serán amables contigo, pero cuando te voltees van a despedazarte hasta por el detalle mas insignificante.

—Si fuera por mí estarías despedido. —fue discreto.

Crocodile lo miro como si fuera el ser más estúpido de la tierra, casi sonrió imperceptiblemente. —Pero nada de esto es tuyo, que no se te olvide.

Ichiji forzó una sonrisa y se fue.

Intercambio una charla con Doflamingo, y aunque a Crocodile parecía molestarle ese hecho, él estaba en otra parte haciendo lo mismo.

—Tu padre ya está aquí. —El adulto sonrió haciéndolo sentir un espasmo.

Ichiji se volteo buscando con desesperación a Stussy, diciéndole con la mirada que él no era parte del plan, ella se encogió de hombros y le restó importancia.

—Ese no es mi problema cariño, es tú problema. — escucho su voz de flauta.

;...;

Katakuri dejó su auto un bloque detrás, ni siquiera había un sitio para él ya que una hilera de vehículos de alta gama estaba afuera de su propiedad.

— ¿Qué demonios hiciste ahora Ichiji? —masculló entre dientes ante el paisaje dantesco.

Caminó haciendo un esfuerzo sobrehumano por no perder la cabeza, en el jardín había una orquesta, un tipo atendía un mini bar, meseros moviéndose por cada rescoldo de su casa, un hombre pequeño y redondo al que habían contratado como el chef, todo eran luces titilantes extendiéndose a su voluntad, arreglos de seda y rameras rodeando los pilares griegos.

En cuanto cruzó la puerta la respiración de todos se detuvo y la barahúnda de gente insidiosa estaba sobre él, felicitándolo.

Reconocía a muchos. Gente de Whole Cake. ¿Cómo todos habían mantenido la boca cerrada?, también colaboradores y patrocinadores con quienes alguna vez compartieron algo.

Con forzada educación les agradeció mientras era rodeado por los delgados brazos de Stussy, e hizo un escaneo visual hasta dar con Ichiji, él estaba conversando con un hombre al que Katakuri conocía a la perfección.

Los músicos cantaron a coro un rítmico Felicidades.

Ichiji los vio abrazarse, no podía negar que encajaban; Katakuri lo observó con furia concentrada y casi lo hizo flaquear, así que respiró buscando oxígeno y levanto la naricilla con dignidad y prepotencia, no podía dejarlo tenerlo todo. ¿Qué era suyo de todos modos?, nada.

Alzo su copa y brindó en silencio.

—Tienes algunos detractores detrás de ti, pero siempre encuentras la forma de cerrarles la boca. —Uno de los hijos de Neptune comentó.

— ¿Cómo va el negocio en Asia?...

—Escuche que desmantelaron completamente a Galley-La.

— ¿¡Cómo hiciste para que un anciano orgulloso y terco como lo es Tom, diera su brazo a torcer?!

Comenzaron a auscultarlo. Hicieron una grandilocuente plática que ignoro.

Cuando consiguió zafarse de Stussy caminó hacia dirección de Ichiji, pero se detuvo ya que alguien había jalado su manga.

— ¿Qué significa esto? — era Sanji, no sonaba bien. —Mi hermano había dicho que esto era para reconciliarnos o algo así. Él jamás nos mencionó que mi padre estaría aquí. Dijo que ustedes estaban bien. Que todos nosotros teníamos que estar bien.

El rubio lucía alterado. Y Judge en una esquina, también lo estaba.

Sanji levantó la mano con tensión, sintiendo una mirada proyectil encima suyo, saludando a distancia a otro chico rubio.

Su nombre era Sabo, —hijo de un corredor de bolsa y una diseñadora de interiores—, era agradable y calmado, a veces intempestivo e insensato; habían estudiado la escuela básica juntos, pero sus padres le prohibieron relacionarse con él si no era para negocios a causa de su pésima reputación, Sabo primero se negó, después obedeció. Ahora solo se paseaba en fiestas de sociedad buscando un soporte que lo arrebatara lejos de ese mundo. Le provoco cierta aflicción, sin embargo, jamás reconsideraría la amistad de quienes lo dejaron colgado como si fuera desechable. Y él había sido una de esas personas.

— ¿Qué hace toda esta gente?... —le pregunto a Katakuri con aprehensión. —Él nunca dijo que sería nada excéntrico. —miro sus converse desgastados, estaba muy fuera de lugar.

—Tu hermano lo último que quiere es una reconciliación. —le dijo severo, el pelirrojo se despidió entusiasta de Doflamingo y se acercó a ellos.

— ¡Katakuri, de verdad que has tardado en aparecer! —hizo un puchero falso, recargándose en su brazo mientras los admiraban.

— ¿Qué demonios crees que es esto? —Katakuri susurro en su oído con los dientes apretados, su voz tenía una inflexión fuerte y gruesa.

—Nosotros. —Ichiji sonrió misteriosamente cerrando los ojos. —Lo que de verdad somos, para lo que me educaron y a lo que estás acostumbrado, gente linda y un esposo trofeo, presidente de Whole Cake. —soltó con sorna.

—Iba a decírtelo. —Katakuri dijo con voz de advertencia, jalando su cadera. —No estaba ocultándotelo.

— ¿Cuándo? ¿Cuándo te hubieras asegurado de que me tenías en el bolsillo?

—Cuando no estuvieras llorando hasta quedarte dormido para empezar. —murmuró de forma brusca, el pelirrojo lo miro con ira y vergüenza. — ¿Cuánto has bebido?

—Que importa. No me avergüences en frente de esta gente, querido. —lo regaño haciéndose disimuladamente hacia atrás.

—Acabemos esto, “cariño”.

—Me has estado viendo la cara una vez más. Llegue muy lejos como para retroceder. ¿Por qué no vienes a escuchar la historia de ese tipo al que todos llaman Diamante?, está hablando de petróleo. Oh, y ese otro hombre es dueño de un hipódromo.

—Si juegas con fuego no esperes disfrutar. —Katakuri gruño en su oído, sin ningún preámbulo. —No te atrevas a jugar conmigo, te lo advierto.

—Oh, pero tú siempre juegas conmigo. —le ofreció una sonrisa acartonada. —Si yo me quemo, tu te quemas conmigo, si yo me pudro, tú te pudres conmigo. Si ellos se ríen de mí, también se ríen de ti.

Katakuri bufó poniendo el mentón encima de su cabellera, dándole un suave apretón, acariciando su espalda de arriba abajo como un fingido gesto de cariño; pero Ichiji podía sentir el poder que se restregaba en sus huesos, no era un toque agresivo, pero presionaba su cuerpo de manera precisa. —Quieres quedarte con esta gente, quédate, yo me largo a mi habitación. —arrastro los dientes. —Diviértete siendo el bufón de todos.

—No seas descortés. —objeto con un falsete sinfónico, tomando su mano. — ¿Quieres habladurías sobre nosotros?

—Es lo último que me importa, si quieres festejar algo festéjalo solo.

Sanji llamó a su hermano, consiguiendo que la pareja volteara a mirarlo. Se habían olvidado de su existencia. Ni siquiera les había importado si estaban cerca de su grado de audición.

Él lucía como un cachorro desamparado.

Ichiji sonrió felinamente para él.

—San, no. Quita esa cara ahora, estos hombres suelen aprovecharse de los corderos. No se te ocurra ir hacia el padre de Bellamy por nada del mundo. —señaló burlón a Doflamingo. —Estoy seguro de que le gusta pervertir a gente indefensa. Sus manos son una telaraña.

Como si hubiera hecho una invocación, Crocodile lo miro con odio e Ichiji empezó a bajar la voz.

—Si yo fuera peor, te habría aconsejado ir a hablar con él, de verdad me está sacando de quicio ese abogado perdedor, alguien debería darle una lección, pero no, no te enviare a la guerra, aunque aseguro tu triunfo. Olvida acercarte a esos hombres. Ugh, Kuro está mirándote como si fueras un bistec, pasa de él. Y recuerda, todo el mundo se conoce aquí. ¡No existen los extraños! —lo aconsejo sabiamente palmeándole el brazo. — ¡Oh! ¿Niji está siendo amigo de la hiena de nuevo?, me enternece.

—Papá está aquí. —Yonji apartó a Sanji del frente y escruto contemplativamente a Ichiji, esperando el momento en que se le ocurriera meter un tenedor a un enchufe o encerrarlos a todos en cámaras de gas. —Dijiste algo muy diferente, ¿Qué demonios está mal contigo?

—No me acorrales, Yon, tengo suficiente con que mi esposo siempre haga eso. —lo hizo a un lado. —Haces que esto se vea como si todos me estuvieran dando la espalda.

Yonji frunció el ceño, pero Ichiji lo pesco con rapidez, rodeando su brazo. Hizo lo mismo con Zoro utilizándolos como escudos de músculo contra Charlotte. —Voy a llevarme a estos caballeros conmigo.

Katakuri apretó la mandíbula.

Zoro estaba fastidiado, con un rostro serio y de advertencia. No estaba sorprendido ni por el hecho de que muchas personalidades que solo había visto en la televisión estuviesen ululando por ahí.

—A ustedes dos tengo que presentarles a una personita, escuche que alguien aquí trabajaba para los Dodgers. —suspiro. —Pero no recuerdo quien era, así que tenemos que rastrearlo.

—Fue una estupidez hacerle caso. —Sanji maldijo mirando a su hermano, por un momento se preguntó que mierda sucedía en su cerebro. Después recordó que no era nadie para juzgarlo, él estaba igual de jodido. Levanto los ojos hacia Katakuri, verlo era intimidante. — ¿Necesitas ayuda con algo?... —susurro dubitativo. —Puedo encargarme, no soy bueno ambientándome con esa gente, pero de alguna forma si lo soy para ahuyentarlos...

Katakuri metió las manos en sus bolsillos, Judge seguía observándolos desde un escondrijo. Giro la mirada hacia el joven rubio.

—No te ofendas, pero prefiero que trates de sobrevivir a ese sujeto. Lamento que esto esté involucrándolos a ustedes.

Sanji asintió.

;...;

—Sanji— Ichiji dijo de un momento a otro, paseando un cóctel en sus manos. —Yo no invite a papá, es lo único que puedo asegurar.

—Vete a la mierda... —el rubio lo apuntó con el dedo. —Estas putamente loco. Y si sigues actuando así vas a hacer que me enferme. ¿Qué tan estúpido eres?

—Yo no lo hice, tampoco lo quería aquí. —dijo adustamente. —Solo ignóralo y diviértete.

—Si Judge lo arruina Ichiji...—meneo la cabeza discretamente hacia Zoro, quien bebía con incomodidad en un rincón y gruñía hacia la mujer que lo estaba confundiendo con un afamado entrenador personal, y le pedía consejos para mantener su figura con desespero, jugó con los cordones de su sudadera negra, pero sus movimientos eran tensos y su tono afilado. —Prometo qué será mi turno de hacerte comer mierda a ti. No es una amenaza, ruega porque Judge no lo haga, porque nadie querrá estar en tu lugar si eso pasa.

Ichiji abrió los ojos, las comisuras de su boca se tensaron. — ¿Perdón?

—Si arruinas mi vida, arruino la tuya. Quid Pro Quo. —dijo perogrullescamente. —Te prometo que te jodo.

—Esto no se trata de arruinar, estoy acomodando todo de una vez por todas. ¿Nadie se da cuenta de eso?... —comenzó a explicar, pero su hermano lo interrumpió.

Sanji estaba indignado. —No mereces que Katakuri te ame.

Ichiji atrapo su muñeca y lo miro con frivolidad. —"Todos merecemos amor" es lo más acorde a decir por una personalidad como la tuya, Sanji. Y además no conoces como está planteada nuestra relación, no opines más de lo que sabes.

Sanji se soltó con agresividad.  —He conocido personas igual, no, mucho peores que tú. Poco fidedignas a la hora de sus sentimientos; que han aniquilado historias de amor por su pateticidad y su miedo. Lo he visto, y también he visto como regresan a pedir perdón pensando que sus actos ameritaran de un perdón. Y a mi modo de vista tu actuar lo único que merece es un amor que no sea paciente ni reciproco. Si no estás dispuesto a entregarlo, nadie debería de dártelo.

—Tu opinión me es insignificante, te aconsejo que...

—¿Me darás una amenaza?, no tienes a Yonji o a Niji para secundarte, porque abrieron los ojos. No voy a sorprenderme cuando lo suyo acabe. Ni mucho menos voy a darte mi brazo como sostén. El abuelo si lo hará, nuestros hermanos lo harán, en cambio yo no tendré problemas en recordarte y atormentarte que lo provocaste tú por tú excesiva estupidez.

Los labios de Ichiji temblaron levemente en un escalofrió, giro el contenido de su copa. — ¿Te preocupa que nuestro padre no apruebe a Zoro?, ¿Por eso estas siendo así conmigo?

—No seas idiota, no necesito la aprobación de Judge. Igual nunca me la ha dado.

.

.

.

La hipocresía era probablemente el medio más legitimo para alcanzar poder espurio. Era algo que Katakuri comprobaba todos los días mirando cómo la gente a su alrededor falseaba sus realidades y se revestían con determinadas actitudes; triunfadoras, carismáticas, exitosas...Minando a quienes en verdad eran.

Adaptaban nuevos papeles por conveniencia.

Veía desde la sombra a su esposo actuar, Katakuri estaba quieto cual centinela. Asechándolo y siguiéndolo obsesamente con los ojos.

Él actuaba de la forma en que ambos siempre habían odiado; se movía con gracia y pomposidad, —sin identidad, buscando de un falso self adaptativo—, era ridículo tratando de encajar.

Se río forzadamente junto al mismo par de sujetos que habían secundado a Oven cuando se burló de él. Sintió lastima por Ichiji. Y si estuviera buscando su vendetta también, entonces le daría mórbida satisfacción verlo mover el rabo como un estúpido, sobreactuando por esa gente solo para que después lo dejaran con el corazón quebrado y lastimado, buscando esconderse detrás suyo. Deseaba que le quebraran el corazón, que se lo pisotearán tan fuerte que, de una vez por todas, entendiera que solo él era capaz de arreglárselo.

Quiso tener fuerza para reírse de verlo en esa pose estoica creyendo ser el rey y no un payaso. Si no tuviera movimientos gráciles y elegancia nata, entonces sí estaría perdido.

Él era solo un chico patético, vistiendo de diseñador y bebiendo alcohol fino, con la mente turbia y ojos cansados que evadían consecuencias.

— ¡Oh no es cierto señor Donquixote! ¡Leí su libro muchas veces, es muy bueno, muy bueno! —golpeo juguetonamente el pecho del hombre, como un niño travieso, un elfo delgado y risueño. —Falso, histrión, pésimo actor, él no era así, esa no era su verdadera actitud... —, es una joya para la economía moderna. Me entere de el por su publicación en el Financial Times. La teoría que aborda es fascinante, es un excelente vistazo sobre la interacción del mercado financiero.

Katakuri lo observó en silencio desde el rincón, recargado en la pared con una pose prolija e inexpresiva. Ichiji lucia casi transparente debajo de la escasa luz blanca azulosa, su piel de alabastro lo hacía ser un espectro.

Sonrió hacia el pelirrojo, lo conocía lo suficientemente bien para saber que estaba esperando a que lo arrebatará de ese sitio, Doflamingo estiro el dedo para tocar su barbilla e Ichiji retrocedió burlándose, sabía que reprimía su asco. No iría por él. No haría su voluntad. Le dejaría sufrir si eso quería.

Su esposo era su antítesis. Ichiji tenía un nuevo trago en su mano, quito la mora oscura que estaba cortada para encajar con el vidrio de la copa y la llevo a sus labios, la chupo con fuerza y redondeo los dedos en su lengua, la pequeña fruta estaba húmeda y brillante.

La cabeza de Katakuri era un pandemónium de pensamientos caóticos corriendo a la velocidad de la luz; lo único que podía y quería ver, era la flexión de la tela en la parte de su cintura mientras hacía un movimiento, o cuando se cubría los labios con la lengua sin pensar en lo que provocaba, el rastro de su voz aterciopelada caló en lo profundo de su cerebro.

Y después, había una presencia frente suyo.

No sabía quién estaba a su lado, ni cuando llego, pero había alguien susurrando felicitaciones a su oído en un tono apetitoso, la cara de su esposo se frunció de la nada. Katakuri le dio una sonrisa torcida y soberbia, un gesto bastardo.

Y la nueva figura acaricio el cuello de cuero de su chaqueta con las yemas de sus dedos, él media lo mismo que Ichiji, su fisionomía era casi exacta, se olvidó que estaba apretando su copa con demasiada fuerza y bajo la vista; cara redonda, ojos azules, cabello rubio, olía a azúcar, a coco y a vainilla.

Estaba más que bien...La parecía indiferente.

Le era insignificante, lo hizo impersonal y poco importante, cuando en su mente lo llamo "Nobody", porque él no era nadie.

Katakuri lamió sus labios sombríamente cuando Ichiji imito su posición, colgando del brazo de otro hombre, un escualo malicioso, un verdadero jugador.

Un brillo oscuro relampagueo en sus caras. Eran dos cómplices durante un crimen.

«¿Quieres ver Ichiji, las cosas que hacía con esos chicos a los que les tienes celos?, si sigues retándome tal vez te lo enseñe.»

Ichiji sacudió el hombro del abrigo de Doflamingo y este levanto un lado de su boca en una sonrisa desdeñosa, como el infiel tahúr que por excelencia era. Idiota. Katakuri alzó su copa y le dio un sorbo rápido al trago de cualquier cosa.

—Hay polvo en su abrigo, señor. —Ichiji lo sacudió un poco. —Por favor perdone mi atrevimiento.

—Se todo lo insolente que quieras muchacho, de eso se trata la vida. —su voz era un graznido rasposo, su sonrisa de medio lado solo un gesto mundano.

Ichiji había escuchado de peces gordos y este era uno de ellos, otro hombre devorador y magistral, que sin embargo no le causaba nada.

Katakuri no se dio cuenta de que había presionado los dedos en la cadera del muchacho hasta escucharlo quejarse, después reírse.

— ¿Te importaría darme un poco de tu whisky? — Katakuri ni siquiera sabía que tenía whisky. —Estoy huyendo de mis padres, han estado asfixiándome toda la noche. —el joven le dijo su nombre, empezaba con "S", era hijo de otro de los fanfarrones mediocres, tejió su cabello ondulado y corto, su tono era agradable y dulce por naturaleza, melodioso. Puso el líquido en sus labios y alzó las cejas entusiasta. — ¡Un trago fuerte! ¡No podía esperar menos del hombre al que todos esos feos salamis hacen culto, Katakuri Charlotte! ¿Puedo acabármelo? ¿Me perdonarías si lo hago?...

—Adelante, es todo tuyo. —El hombre moreno respondió con voz ronca y profunda.

—Oh, no soy un gran fan de la bebida, pero con una buena compañía dejarse llevar es casi una obligación. —el chico le hizo un giño.

Ichiji los miró con intensidad, apretando distraído los hombros de Doflamingo.

—Ustedes son un matrimonio con juegos interesantes. —Doflamingo siguió su dirección, las manos de ese...chico recorrían el musculoso pecho de Katakuri insinuantemente. —En definitiva, lo son. —le levantó la cara utilizando su dedo.

—Tenemos nuestras mañas, señor.

La garganta de Katakuri se contrajo con la cantidad de emociones que ocasionaba la escena. Ichiji oprimía sus hombros cuando estaba dentro de él, adueñándose de su interior, yendo a su dulce fondo. ¿Entonces por qué demonios tenía que estar tocando a otro hombre...? su rodilla se movió instintivamente, metiéndose entre las piernas del chico, quien primero reacciono con timidez, después con picardía, apretó su cintura y Sa..., Nobody gruño entusiasta.

—Yo solo he venido por una conversación, esto es muy rápido…

—¿Te molesta?.

—No, pero me sorprende.

Miró concentradamente a Ichiji, con tanta intensidad y furor para estremecerlo, su mirada de doble rojo se tornó en él como un alud de fuego en medio de la oscuridad. Lo vio abrir la boca como acto reflejo y gemir, por él, no por ese intruso, la forma en que curvo la boca llevaba su nombre. Había visto tantas veces aquel movimiento para saber reconocerlo.

La corriente eléctrica que lo traspaso fue suficiente para paralizarlo. Katakuri sintió su piel enchinarse, sus huesos estrujarse. Ellos dos giraban en torno a su fuerza gravitacional, juntos, juntos, juntos.

Abrazó devuelta al chico rubio, pegando sus cuerpos.

Ichiji se congelo de verlo.

Katakuri lo desafío.

Los dos se lamieron los labios.

Su esposo jadeó volteándose de forma abrupta, Doflamingo enredó las manos en los cabellos de su nuca, haciéndolo morir un poco, sostuvo un mechón rojo y lo olió.

«—Estás temblando, muchacho, ¿tienes frío?

"No quiero que me oprima así..."

—Un poco, señor Donquixote. —susurro retraído.

—¿Quieres mi abrigo?

—¿Podría ponérmelo usted?

Katakuri lo miró molesto, Ichiji con odio.

«—Tu corazón late muy fuerte, Katakuri...—suave voz y dedos entusiastas sobre él, olor a coco y cabello de miel. — ¿Es por mí?

No, era por su esposo.

—Tal vez.

Un punto de calor, un delgado e incesante cosquilleo recorriendo sus malditas extremidades. Charlotte sintió la respiración cálida en su pecho, ojos juguetones. También azules. Azul cielo. No azul tomento.

Ichiji era solo un pobre niño tonto, y estaba loco, era sólo el fósforo que creaba el incendio. Huidizo y traicionero, serpenteando con los bordes de su paciencia. Pero suyo. Malditamente suyo. Tanto como Katakuri era de él.

Con la misma sincronía en que Katakuri sostenía la espalda baja del muchacho, la de Ichiji era agarrada de esa manera por ese vil coleccionista. El matrimonio se miró fijamente en medio de la oscuridad que los cubría de los demás, ese hombre susurro algo, ese chico ronroneo algo.

Todo estaba medido, casi coreografiado; enrollando su brazo en una estrecha figura vio altivamente a su esposo, los dos se prometieron que harían y cederían a todo, que se desquitarían en otros brazos, ocultos en la negrura como un par de tramposos con la diferencia de que querían ser vistos por ellos mismos.

Eran solo sus sentidos primitivos demandando celos y posesión.

Lo surreal era que Ichiji y Katakuri se conocían lo suficiente para saber que, si seguían jugando, en cualquier momento despedazarían a aquellos intrusos que contaminaban sus cuerpos.

Nobody puso los labios en su cuello como una sanguijuela, cansado de que no le pusiera la suficiente atención, su esposo era un vampiro cuando se lo hacía a él. Solo con él.

Dos segundos, su boca estaba cerca de la del chico; uno más y haría contacto. Podía sentir la sed y el deseo en él, su hambre y emoción. Pero para Katakuri sus labios rosas no eran nada, y la mirada cizañera de su esposo expresaba lo mismo.

No tenía ni la confianza o la soltura de Nobody para balancear su cuerpo, solo era una insignificante polilla quieta, temerosa y con las alas arrancadas en los brazos de Donquixote. Se dejaba hacer, pero no actuaba, sus ojos inhibidos lo delataban. Pero a ese maldito eso le gustaba. Lo incitaba.

Todo era inercia. Falsa seguridad. El rubio jaloneo su bufanda, Ichiji se incomodó de qué otra persona intentara tocarle la cara.

Sus cicatrices, eran las cicatrices de Ichiji, él se había adueñado de ellas y era envidioso.

«—Solo un beso. ¿Qué podría significar un beso? Oh cereza, ¿te gusta lo que ves? Te he tocado así, mucho mejor que esto, yo quiero ir a arrancarte de los brazos de ese idiota. Si te atreves a besarlo, será nuestro verdadero fin. Y si tú besas a ese hombre sé que voy a matarlo.

El pelirrojo entrecerró los ojos cuando las manos lo buscaron con más fuerza, clavando los gruesos dedos en sus caderas.

Katakuri se separó decepcionado, no toco esos jóvenes labios que le parecían todo menos hechizantes. No beso a nadie que no era su esposo. Ichiji hizo lo mismo en el segundo exacto, girando la cara para que la boca del rubio no lo alcanzara, simultáneos como si fueran engranes igual de programados. Con el mismo arrepentimiento y aprehensión hacia otro cuerpo. Ninguno había pactado el acuerdo; por eso se miraron confundidos y aturdidos al saber que habían sido incapaces de seguir.

"No sabes tocar a nadie más y a mí se me ha olvidado."

Ichiji empujó el pecho de su acompañante.

—Lo siento señor Donquixote, yo no...yo, no me toque. —, era la polilla de las alas rotas, igual a como previó.

Ichiji se giró para buscarlo, para meterse debajo de su brazo y ocultarse de todos, pero sus manos estaban ocupadas en el cuerpo del jovencito, así que el Vinsmoke huyo a trompicones limpiándose la cara pese a que nunca había hecho contacto con ese hombre.

Cobarde.

Contempló a ese chico en brazos de su marido, habían coincidido en su tiempo de estudiantes pero no sabía su nombre, Sanji lo sabría, se llevaban bien, tampoco le importaba, él era todos los fantasmas de los amantes de Katakuri,...sintió un cosquilleo en la punta de los dedos y en el fondo del estómago, quiso dar la vuelta e irse encima de él y despegar la cabeza de su cuello, dejarle en claro quién era aun cuando se había dejado manejar por otro tipo.

Su mano temblaba, siempre lo incomodaba acercarse a otros hombres, sus ojos resplandecieron, estaba frustrado, acabado, ni siquiera reacciono cuando Crocodile lo abofeteó con fuerza y tambaleo.

La marca de sus anillos estaba en sus pómulos, pero no se detuvo y siguió caminando, saliendo de ese haz oscuro. Todo era borroso. Todo era música chanson. Todo dolía como el demonio.

No era justo, jamás iba igualar el marcador de Katakuri. Nadie tenía su electricidad. Nadie lo quebraba con su magnetismo; nadie le transmitía la confianza para desear tocar por voluntad, por decisión, solo él. Ellos podrían seguir viniendo y nadie terminaría por sorprenderlo.

—"Felicidades Katakuri, realmente me..."

—Apártate.

Katakuri soltó al muchacho sin molestarse en mirarlo, dejándolo de manera grosera mientras seguía a Ichiji.

—Show swinging?* ¡Ustedes son todos unos revolucionarios!, ¡Nunca pensé que te iba el intercambio de parejas! Que pervertidos… —un aplauso burlón hizo a Katakuri voltear molesto. —Le he dado un buen golpe con estos a tu lapa. —Crocodile levanto la mano, enseñándole sus gemelos de diamantes. —el rostro frío de su amigo lo hizo levantar la mandíbula. —No voy a disculparme y espero que en serio le haya dolido, porque es lo menos que merece. Esto tiene que acabarse.

—Los dos nos excedimos, pero...Te debemos una disculpa, una sincera. —le dijo distraído.

—Ya lo sé Katakuri. Tú y yo sabemos que lchiji jamás accedería a más, vi su mirada visceral, pero Doflamingo no conoce la piedad. —sus ojos dolidos decían la verdad. —Y no es como que ese niñato caprichoso la mereciera de todos modos. Ojalá lo hubiera regurgitado para que aprendiera lo que sucede cuando te crees tan valiente. ¿Te das cuenta de que ya perdió todos los hilos con la tierra?, no sirve para esto, este no es su negocio, es solo un mocoso monómano, es una horrible persona. No me agrada. ¿Por qué mierda sigue contigo?

— ¡Y yo hubiera matado a tu marido si hacía algo! —sabía que sonaba como un loco. — No voy a detenerme para excusar a Ichiji, necesito buscarlo. —se despeino su corto cabello. —Necesito...encontrarlo.

Crocodile obstruyó su camino. —Ustedes están en el mismo barco y ya se hundió. No me vengas con causas nobles, ya viste como acaba esto. Ese estúpido flamenco es la imagen viva de un matrimonio que se quema. Y tú nunca fuiste un jugador, jamás un traidor, ¿Qué pensabas hacer ilusionando a ese muchacho, quebrarlas después?

— ¡Nada! —grito frustrado, Crocodile abrió los ojos. —Lo sé, ¿de acuerdo?, esto se ha visto muy mal, nosotros no somos esto, peleamos sucio, pero no así, jamás así. No engañaría a Ichiji, no soy como tú esposo...

— ¿Seguro? —Crocrodile se burló sardónicamente. —Conozco la historia, al igual que Ichiji contigo, me aferre a él, pero de una forma mucho más inteligente, y al igual que tú, él respondió a mí. Míranos ahora, esto somos, esto queda.

Doflamingo llevaba toda una vida jugando chueco. Y si, a Crocrodile ya nada lo sorprendía, solo le daba tedio.

—Lo sé, sé que hemos hecho todo mal, gracias por escupírmelo. — Katakuri gruño en su cara. —Pero tengo que ir con él.

Ichiji se agarró el pecho, esa loción estaba quemándole la garganta. Un almizcle picante que hacía que los ojos le lloraran. Ese hombre tenía una loción pesada, él no olía a Katakuri, no se sentía como Katakuri, y ese estúpido chico...él sintió lo que era ser tocado por Katakuri de esa forma tan íntima, la fuerza de ser sostenido por sus manos y la presión que él ejercía con experiencia para desestabilizar a otros.

Estaba a punto de vomitar en la maceta.

Katakuri puso su mundo de cabeza y después todo inicio.

Luchaba con las arcadas, quería ir a su habitación, solo que alguien bloqueo las escaleras. Era una señora, la mujer estaba repleta de rubor y pintalabios, su cuello arrugado tenía grietas de maquillaje color piel.

—Dulzura, ¿podrías decirle al zoquete de tu mesero que así no se prepara este coctel? ¡El hielo no está triturado, lo ha puesto en un solo trozo!, ¡Dale un ultimátum o que se yo! ¡Se un buen anfitrión y controla a tu gente! Debes de ser más duro y hacerte cargo de las cosas. —Dio un sonoro taconazo. — ¿Quién invito a las hormigas obreras e incivilizadas? —señalo llena de insulto a Paulie y a Margaret que se reía en voz alta de las bromas de su esposo. —La mujer ha estado pidiendo una cerveza de jengibre; si quiere algo dulce y sin alcohol que vaya por una limonada o que se yo, ¿Pero realmente tienen que evidenciar su poca clase? ¡Sácalos de aquí! Esto no es un evento de ayuntamiento.

—Señora por favor deme permiso. —trato de pasar a su costado, pero ella no lo dejo y siguió quejándose como si lo conociera.

«— ¡Todos fingen que se conocen aquí Sanji!

Le arrebató la copa de las manos y se bebió el contenido de un solo trago.

La cantante principal se movía en un vaporoso vestido purpura, encima de la pequeña tarima que Stussy había mandado a traer, Ichiji tropezó con la larga cola del atuendo y cayó al suelo de rodillas, empezó a respirar lentamente por la sensación sedada en su sistema; primero todo era tieso y lento, después rápido.

Ella cantaba a Édith Piaf. Se puso frente a ellos y levanto su Martini negro.

—Él no regresara...—bebió delicadamente haciendo alusión a la historia que narraba la canción. — ¡Ya que es un tramposo que ya obtuvo todo lo que quería! —se escucharon una serie de risas.

Ichiji se sentó de manera grosera en el banco de la pianista y volvió a darle un trago a su bebida, exaltándose cuando de forma estrepitosa aplasto las teclas del instrumento con el codo por accidente.

—Estoy seguro de que han visto el Mago de Oz, bueno, ¡él tampoco tiene corazón! ¡Pero roba el de los demás y solo los bota!... —dijo acelerado. — ¡Ese es el estilo de los ingleses!... ¡Son unos piratas!

Algunos se rieron, pero los susurros iban de lo jocoso a lo reprobatorio. Su padre lo observó con precaución, su esposo era...perfecto, poderoso y salvaje, y todo daba vueltas.

El taconazo tosco de una mujer hizo callar a todos.

Charlotte Linlin intimido con su imponente presencia.

Katakuri vio a su madre quitándose de los hombros su chal, seria en extremo. Resaltaba como un enorme punto amarillo en medio de la barahúnda. Smoothie también demandaba por una explicación.

Flampe sonreía. Parecían cronometrar el descenso del caos.

El viejo y sabio Nefertari meneo la cabeza, sostuvo su vino en la mano y una sonrisa no de burla, si de condescendencia se proyectó en sus comisuras.

«—Oh no, no. Él es un desastre. ¿Qué pasa con Charlotte? Lo vi con gente que si tenía clase. ¿De qué burdel barato saco a este muchachito?

«— ¿Y qué esperabas? Se vino a casar con un Vinsmoke, todos esos niños han estado desubicados desde siempre. Se han metido en más líos de los que podría contarte... Escuche que su madre también era muy...mmm, una francesa muy ocurrente. Pobre del señor Judge, él siempre tan bueno y preocupado, haberlos llenado de tanto al final solo los hizo unos malcriados.

«—Entre nos, las malas lenguas dicen que su matrimonio es una farsa y Katakuri tiene que soportarlo. Lástima para el muchacho, podrá fingir quererlo ante todos, pero de fingir no se vive.

«— ¿Cuánto crees que duren de todos modos? Estoy seguro de que esto es solo un romance exprés. ¿Cuánto puede tardar un divorcio de todos modos?... ¿Crees que Charlotte esté disponible pronto...espero que sí?

«—...Su madre estaba loca, me da pena.

—Ese estúpido está haciendo el ridículo. — Judge apretó los dientes.

— ¡Felicidades presidente de Whole Cake! —Ichiji dio una rimbombante reverencia y casi tambaleo. —Eres asombroso y sé que muchos de aquí lo sabemos.

Katakuri lo miró solemne, quería salvarlo, Ichiji extendió los brazos, ¿qué dimensión estaba dentro de sus pupilas?, pobre chico, en unas horas su ostracismo se iría y no le quedaría nada. Ninguna risa, tampoco el sabor de uva en sus labios; lo contemplo con estupor hueco, ellos realmente se acabarían.

Sonrió con ironía, ahí estaba él, preocupado por aquella temible pelusilla de solo diecinueve años mientras arruinaba su imagen públicamente. Eran el efecto de sus acciones, pero también el de las acciones de terceros.

Ichiji le ocasionaba sentimientos desordenados, por una parte, deseaba protegerlo incluso de él mismo, y la otra realmente deseaba dejarlo tener esa caída y que escarbara en sus heridas. Él se las curaría todas.

—Te aseguro que voy a hacer que lamente esto. —Judge estaba por avanzar, pero su hija lo detuvo.

—No te molestes, padre. —Ichiji dijo viéndolo. —Al diablo contigo. Al diablo con todos. De todos modos, esta gente va a olvidarse de mí cuando encuentren un nuevo blanco, y yo seré solo una mala anécdota del montón, son como monos salvajes vestidos con seda que solo hablan de su superioridad social. Me provocan urticaria.

—Padre, cálmate, se más tolerante. — Reiju le pidió en voz baja. —Estamos en público. —hizo hincapié, si tenía suerte Judge no se iba a dar el lujo de exteriorizar lo mucho que deseaba tomar por el pescuezo a su hermano.

— ¿¡Qué me calme dices!?...Esta embarrando mi apellido. —volteo furioso hacia todos lados. — ¿En dónde está el otro imbécil de Sanji?, lo vi y puedo jurarte que se estaba riendo de mí, seguro que fue la cabeza de esto, todas esas blasfemias son ideas suyas, no, escucha, fueron todos los animales de tus hermanos quienes lo planearon. Como si no los conociera. ¡Esos ingratos son la misma porquería que era tu madre!

—No hables de ellos así...—ella susurró amenazante, él en cambio se dirigió hacia el trío que estaba en el fondo digiriendo el espectáculo mientras ella seguía tratando de detenerlo. — ¡No quieras tomar un rol de padre cuando por casi veinte años actuaste como un hombre cruel y desinteresado! ¡No lo hagas ahora! —Por fin le escupía en cara lo exhaustivo de vivir con un padre ausente, con una madre paranoica...No, Sora no era culpable de nada. —Nos dejaste solos. ¡Y aun así demandabas que cuidáramos tu imagen! —histérica se movió en frente de él. —Querías devoción, ¿Qué dabas tú? ¡Déjalos en paz!

Katakuri maldijo mientras su suegro insultaba a los otros chicos, Reiju estaba furiosa y el viejo la había jaloneado para quitarla, lo cual Zoro no había tolerado.

El hijo de Donquixote sostuvo a la mujer antes de que cayera.

Roronoa se plantó frente al viejo.

Escucho el sonido de algo rompiéndose y perdió a Ichiji de vista.

—Katakuri, tenemos que hablar. — el fuerte tono en su nuca lo hizo detenerse. Ese silbido nasal que solo había logrado erizarle la piel durante muchos años, punzar sus heridas. Apretó los puños a los costados.

—Ahora no, madre.

Charlotte Linlin empequeñeció sus ojos, clavándolos en su espalda mientras él la dejaba atrás.

Ahora no.

.

.

.

— ¿Qué haces?

Katakuri espero que fuera una pregunta retórica, su tono lo increpo. Concentro la mirada en el hombre que había hecho la pregunta; Judge se había desamarrado la corbata y había una mancha roja de salsa en su camisa, estaba despeinado y exasperado. Pero por lo visto se había controlado antes de hacer un escándalo mayor.

—Estoy buscando a tu hijo así que hazme un favor y lárgate de aquí. —lo miró con odio.

Judge abrió los ojos por la grosería, se limpió el sudor de la frente con un pañuelo, estaba sudado y desastroso.

—Que mi hijo político me hable así es alarmante, ya no hay valores muchacho, solo jerarquías. —se río de forma adusta. —Escalaste unos lugares según entendí a Ichiji. Buenos lugares, hombre. Muy buenos, eres tácitamente, omnipotente.

Lo ignoro como si fuera un perro roñoso.

—Sé que el comportamiento de mi hijo es demasiado inapropiado. Nunca me gustaron los dichos, pero una manzana podrida si es capaz de pudrir al resto y yo lo comprobé. —chistó la lengua. —Sabía que las cosas estaban difíciles entre ustedes, pero no me imaginaba a que grado. Esto supera cualquier cosa que haya podido imaginarme. Mi hijo es joven, impulsivo y por lo visto muy tonto, o muy inteligente para cogerte de las pelotas frente a todas estas personas.

—Judge, hoy no voy a ser paciente con nada. Zanjemos esto, estas obstaculizando mis prioridades.

— ¿Y bien? ¿Qué va a pasar después de esto?...

Lo miró sobre su hombro. —No colmes mi paciencia y vete.

—Hagamos las cosas fáciles Charlotte. Invierte en mí. —dijo abúlicamente.

— ¿Qué?

—Ya lo hiciste una vez, hazlo una segunda. Sé que rechace a los analistas que mandaste, pero si he de ser sincero, no me importaría reconsiderar otra opinión. La tuya, sobre todo, te requiero, Vegapunk sigue liderando y ¡Maldita sea! No sé cuándo esta empresa decayó tanto. Invertí mi vida en Germa, mis mejores años. Yo más que nadie entiendo de sacrificios, ¿entonces por qué?...

Un monologo predecible. Katakuri lo observo, fue una mirada larga y silenciosa.

—Todos ellos me importan, los vi nacer, aprender a caminar, comenzar a hablar. Los vi crecer, Katakuri. Son mis hijos. Y yo los abastecí con todo lo que tenía, tal vez si hubiera estado más presente en sus vidas todo sería distinto...No me gusta que la gente piense que mis niños son unos maleducados.

Su semblante cambio a derrota. Katakuri pensó que él estaba cuestionándose, analizando su indulgente rol paterno, pero solo basto ver sus ojos, el brillo de hastió que delataba que hablando así trataba de hacerse sentir pena por el hecho de jamás haber sabido amar correctamente. Pero en realidad estaba hirviendo por dentro.

Ofensa y vergüenza. Solo vanidad. Su familia era solo la extensión de su negocio.

—Lárgate de mí vista. —frunció las cejas y se abstuvo de irse encima de él.

Judge habló después de un prolongado silencio.

—Debí buscar la forma de metérselo a los ojos a alguno de esos viejos buitres que abundan por aquí. —Katakuri se detuvo cuando Judge dijo eso. —No soy tan poco observador y sé que la oportunidad estuvo antes, te das cuenta en la mirada de la gente, o en la tensión que generan como si lo que estuviera frente a ellos fuera un vulgar filete. Lo único que esas momias quieren es alguien que los siga a todos lados, son demasiado inofensivos. ¿Qué daño pueden representar? ¿Tres minutos con viagra? ¿Un poco de alcohol y pláticas aburridas? Ni siquiera viven mucho.

Katakuri apretó la mandíbula.

—No me mires así, lo que ustedes tienen es también un trato, un matrimonio por inversión. Mera política. La diferencia es que ambos se han divertido en el proceso. Soy un buen padre y le di a mi muchacho un buen postor. Estoy agradecido contigo, hijo. Y también enfurecido, ¿qué mierda tan buena le has estado dando para que se le olvide su lealtad a mí, que me jugué el pellejo por su bienestar todos estos años?... —hizo una mueca desagradable. —No, ¿sabes qué? De verdad no quiero esa respuesta. Se de tu fama, tienes un magister en eso, lo hiciste otro más de tu enredadera. Pero mi chico fue un tonto. Podía quedarse al menos con el título oficial de haber sido tu esposo, y mira lo que hizo con el respeto que pudo tener ante todos por haber sido capaz de amarrarte.

—Sal de aquí Judge, ahorrémonos esto...—no podía controlar la inflexión de su voz.

—...Puedes ser libre de él. Es tentador, ¿no? —El rubio dijo seguro de sí mismo.

Se quedó quieto. Judge sonrió astutamente estudiando sus acciones, pero Katakuri estaba impávido, yermo al silencio, a cómo los insectos devoraban la madera y pululaban por los rincones.

—Una última inversión, algo moderado y justo. No voy a aprovecharme, ¿Ichiji ya lo intento? ¿Qué cosa absurda te pidió? Un imposible, eso seguro. —suspiró. —Amo a mis hijos, en serio, pero a veces se empeñan en ser difíciles. —le dio una palmada en el hombro. —Si hacemos creer que te fue infiel van a odiarlo, pero él se verá obligado a vivir con eso. Siendo honesto, le falta un escarmiento. Si por el contrario decimos que quien fue infiel, fuiste tú, la gente va a comprenderte, buscara razones para justificarte. Esa es la moneda que tu familia juega a su favor, ganan sin importar si es cara o sol. Y yo sé que lo quieres muy lejos.

Se detuvo para quitarse el saco y dejarlo sobre la silla.

—Seamos realistas, después de este show a él no le queda mucho socialmente. No ante nadie de peso significativo al menos. Nadie lo querrá cerca ante tal desprestigio. No me interesa, no me gusta la polémica, pero podemos solucionarlo, en esta vida todo tiene solución menos la muerte. Voy a llevarlo a mi casa y lo pondré en línea, de regreso al inicio como si nunca hubiera figurado en tu vida. Su vida de antes, tu vida de antes. Mi vida de antes.

—Eres escoria Judge. ¿Te lo vas a llevar como si fuera un artículo con garantía?

—Estoy siendo realista y practico. La vida no se acabará para ninguno de ustedes si eso pasa.

— ¡A tu lado la suya si se acabara pedazo de mierda ciego! —Explotó. Lo agarro de las solapas y lo estrello en la puerta raudamente, el viejo lo miró sorprendido por tal agresión. —Te aconsejo Judge que cierres esa boca, te des la media vuelta y no te aparezcas frente a mí. No voy a explicarle la razón por la que golpee a su propio padre. —lo levantó unos centímetros del suelo. — ¡¿Me entendiste?!

—Yo era igual a ti muchacho: Compasivo. ¿Pero sabes qué gane? Una mujer loca y esos hijos. Conozco hombres que siguieron ese camino; creyéndose superiores por su moral. Mírame a mí y ve el costo que eso trae. La vida te quita, te cobra las rebanadas del pastel que te comes, pero agrega intereses. Lo tuviste un tiempo, lo...disfrutaron, y ahora lo quieres fuera. Él me lo dijo armando un drama absurdo, estaba empecinado en jugar a la casita, pero tú no quisiste hacerlo más. —sonrió guasonamente. —Heriste a mi hijo.

—Le pediste que se...—ahogó las palabras.

—Que te mantuviera contento a cualquier costo. Lo querías para eso, ¿no?

—¡Él y yo nunca pactamos que tener sexo era parte de un acuerdo! Nos necesitabas el uno al otro, pero no lo habría obligado jamás a nada. ¡A nada! —lo miró con asco. — ¿Por qué estás tan empeñado en hacer a tu familia miserable?...

—No es así, ellos han tenido todo de mí. —negó lentamente. —Los amo, por eso velo por sus vidas. Porque son mías.

Katakuri estaba a punto de estrellarle el puño en la cara, pero paro, su mano cerrada con fuerza temblaba justo en medio de los ojos de Judge. —No vuelvas a poner un pie aquí jamás, pedazo de mierda egocéntrica. No es una sugerencia, lo haces y te acabo. Lo haces y hundo tu empresa. Te paras de nuevo en esta casa y Germa desaparece. Tengo el poder para hacerlo, puedo hundirte de porquería hasta los huesos Judge, hacer que jamás te recuperes, y ni siquiera necesito hacer mucho. Si insistes voy a hacer añicos cada pedazo de ti, voy a acorralarte al grado en que tu muerte sería un acto de piedad.

—Quítame las manos de encima y hazlo ahora mismo. —el rubio lo miró con dureza. —Esto es absurdo, voy a buscar a mi hijo y se va a largar conmigo. Va a escucharme como nunca lo hizo. Las medidas que no tome con Sora, las tomare con él. No puede quedarse contigo cuando no puedes contenerlo. Es un imprudente y te lo juro, esta vez sí va a aprender, ese estúpido tendrá que hacerlo. Iré por él y no habrá hombre o demonio que pueda detenerme.

—Dime Judge...—sonrió maquiavélicamente en su cara, apretando su tráquea. — ¿De verdad crees que puedes contra mí? No juegues conmigo basura, no retes lo que soy capaz de hacerte. No soy el hombre compasivo del que hablas, no me metas en ese saco, si lo hubiera sido jamás habríamos hecho este trato. No me asusta ensuciarme las manos. Te enterrare y no es una metáfora, no solo a lo que has construido. Te desapareceré y te enterrare.

—Estás loco. —jadeo en busca de aire, intimidado por el aura destructiva que ese joven hombre estaba transmitiendo. —Estarás haciendo trizas a mi familia con eso.

—Por el contrario, creo que les haría un bien. —lo aplasto con más fuerza. —Ni tu ni tu hijo conocen suficiente de mí. Hay rostros en mí que están demasiado enfurecidos ahora mismo, y que no comprenden de empatía o de humanidad. Él no los tiene que conocer jamás, pero a ti si te los puedo mostrar.

;...;

Ichiji estaba escuchando a los tipos de la orquesta hablar sobre su música y hierba. ¿A quién le importaba el mundo realmente? Estaba a nada de tener veinte y lo único que quería era mecerse en el acantilado por diversión, moverse como un fantasma errante y.…eso era todo. Se aferró a su botella de champagne y tiró del corcho mirando la espuma rosa subir y subir.

Se sentía ligero, liviano y casi muerto.

Empezó a reír; luego se percató de que Katakuri estaba caminando en su dirección y bebió del pico posesivamente, con una pulsión irrefrenable.

Él se veía tan furioso, se movía como un tigre apunto de matar.

— ¡Katakuri! ven, deberías de escuchar lo que este hombre hace con su saxofón. —estiró los brazos hacia él, no estaba lo suficiente ebrio aún, pero la sensación era la necesaria para hacerlo sentir menos cohibido. Incluso podría describir que se sentía agradable. Le agradaba a la gente. Podía olvidarse de su vida y reírse de las historias de otras personas.

Katakuri lo agarró con fuerza del codo y lo hizo tambalear. —Camina, no voy a arrastrarte. —lo tomo de la cadera para equilibrarlo y miró a la banda. —Es mejor que salgan de mi casa ahora mismo.

— ¿Qué estás haciendo? —mascullo sin quitar la sonrisa pintada de su rostro. —No podemos irnos de esta forma, es grosero. No puedes correrlos así, les he pagado ya, me han costado una fortuna.

—Cállate.

—Estas lastimándome, deja de jalarme, ¿acaso intentas arrancarme la extremidad?, regresa, estaban por cantar algo de Jacques Brel. ¡Quiero escuchar! —trató de zafarse, pero Katakuri se movía de manera rápida, enterrando la suela de sus botas en la nieve.

—Cállate.

— Te dije que me duele...

— ¡Cierra la boca y camina! —gritó tan fuerte que sus pulmones y garganta ardieron. Ichiji dio un respingo despavorido y se quedó pasmado, pero frunció el ceño segundo después.

—Oblígame. —retrocedió un paso para provocarlo.

;...;

Plantas maltrechas y humedad. Eran una constante en su vida. No importaba cuanto cuidara de una flor, al final está siempre se deterioraría.

Sanji había estado concentrado en los rosales, parecía un poco molesto por lo descuidado que estaban, los de la finca de su madre eran preciosos, levantó una mano para acariciar un capullo de rosa maltrecha, pronto solo habría matorrales secos.

Vio a la distancia a Niji, Yonji y Reiju hablando con Bellamy, él les estaba ofreciendo llevarlos a casa.

Zoro miró al rubio con cuidado, sintiéndose mal por él, Sanji había estado tratando de pasar lo más desapercibido posible durante toda la noche, simplemente ese había dejado de ser su mundo hace mucho tiempo.

Él parpadeo cuando una chica en un vestido bohemio, largo y holgado paso a su lado con brusquedad, ella se había detenido solo unos segundos frente a él, había fruncido las cejas de la misma manera en que Kohza hacía. —Los dos habían heredado los rasgos de Titi—, observó a Zoro y trato de decir algo, pero solo tartamudeo palabras ilegibles; de decepción y rabia, de incomprensión, todo de forma atropellada.

Sanji quiso tomar la mano de Vivi pero ella retrocedió.

—Eres un embustero, Sanji, y ellos no te merecen. Tus amigos no te merecen. ¡Nami no te merece! Y él sobre todo no te merecía. Devuélveme a mi hermano... ¿Te das cuenta que lo empujaste a una vida infeliz?, ¿y aun así tienes el descaro de venir aquí, con este sujeto? —mordió sus delgados labios conteniendo un sollozo. —Y yo no quiero ser más tu amiga. No te acerques a mí ni a mi familia nunca más. ¡Y olvídate de Nami! —se limpió los ojos llenos de lágrimas negras por el maquillaje. —No me obligues a hacerla escoger entre tú y yo. — dijo antes de irse, dejándolo con los ojos abiertos.

— ¿Quién era ella?

Era mi amiga. —susurró sintiendo el corazón a la altura de su boca, utilizaba el tono nostálgico que ponía a Zoro de los nervios. —Me quiero ir de aquí, esto es ridículo.

No terminó de voltearse cuando Vinsmoke Judge los embistió, tenía los ojos rojos y la cara deformada en una horrible mueca, lo tomo por la sudadera y lo estampo en la columna de la pérgola.

— ¿Vienes a insultarnos por segunda vez, Judge? —preguntó con hartazgo.

—Soy tu padre. —escupió.

—Cuando quieres. —evadió sus ojos.

—Tú lo sabias. —Judge acusó a centímetros de su cara, las aletas de su nariz estaban dilatadas y él respiraba igual a un toro enfermo, Zoro jaló al hombre para separarlo, pero él estaba aferrando sus dedos a la ropa de Sanji con fuerza. — ¡Habla!

Zoro supuso que Judge lo odiaría de por vida cuando sin cuidado lo empujo lejos de su hijo, haciéndolo caerse de espaldas.

—Otra vez Sanji, otra vez tus mismos despliegues de rebeldía. —Judge escruto a Zoro de arriba abajo, se burló con amargura, cubriéndose la boca de ira. —Te muestras con este hombre y también llevas a cabo...este teatro.

— ¡No tengo idea de que mierda hablas! —arrastró los dientes, acercándose al adulto. —Pero en tu vida vuelvas a tocarme. ¿¡Me escuchaste?!

— ¡No me levantes la voz!, tú, ese idiota y los otros animales van a volver conmigo, en un maldito corral es en donde deben de estar. —se puso de pie de nuevo y agarró su mentón. —Tú fuiste quien convenció a ese...a tu hermano de hacer este espectáculo. No me engañas. ¿Eres quien está controlando a estos zoquetes? Por supuesto que tienes que ser tú, solo tú podrías hacer algo así, ninguno de estos animales se atrevió a hacer una rebelión nunca hasta que empezaste a hundirlos de uno en uno lavándoles el cerebro. ¿No te da vergüenza? ¿No te da remordimiento lo que nos estás haciendo? ¡Acabaste a mi familia!

— ¿No te da vergüenza a ti esto? —Zoro escupió bloqueando a Sanji, su rostro era ilegible pero no sorprendido. —Te están mirando. A los grandes lobos no les convienen los dramatismos, "señor Vinsmoke".

—No sé quién eres, no tengo tiempo para ti. —Judge dijo indiferente.

—Si hubiera sabido que estarías aquí no habría puesto ni un pie, para empezar. —Sanji escupió.

— ¡Patrañas! Tu madre era igual de mustia. —puso la mano en su boca respirando lleno de frustración. —Soy un idiota al haberlos dejado quedarse con su abuelo, ese viejo es un mediocre idealista.

—No te atrevas a hablar de él, o de ella, ¡de ninguno! —Zoro agarró su cintura para que no avanzara más, el rubio estaba perdiendo la calma.

—Eres un peligro público, mocoso, una rama torcida.

— ¿Ya acabaste? —Zoro miró al adulto con lastima. —Tócalo y hare esto más grande, es violencia intrafamiliar señor Vinsmoke. —lo vio sudar frio, pero apretar la quijada. —Un dedo encima, y Sanji tendría todo el derecho de llevar esto a un tribunal, pedir una orden de alejamiento si somos extremistas. Y yo debería de escoltarlo a la comisaria ahora mismo por lo que acabo de presenciar. ¿No es incómodo ir con smoking? He escuchado que sí. La imagen de un abusivo, más que la de blandengue y remedo de padre, es peor.

El rostro de Judge se contorsiono en una mueca.

Las fichas estaban a su favor y Zoro sabía cómo jugar.

—Me decepcionas hijo, cada día lo haces un poco más. —sus facciones se mitigaron mínimamente. Sus ojos siguieron a Zoro. —Suficientes problemas ya me han causado. Lo trato como el delincuente que verdaderamente es por las razones que me ha dado. Le gusta irse de fiestas con extraños, beber, drogarse, una joya. ¿Y tú crees que lo conoces?, es listo, créeme.

—Conozco lo que tú nunca te diste la oportunidad de conocer. —le respondió con el mentón levantado. —Es una lástima, has perdido tanto y ni siquiera lo sabes.

Judge miró a Zoro con vehemencia, escupió en el suelo y se concentró en su hijo de nuevo. 

—Sanji, una vez pensé que podrías volver a ganarte mi confianza, pero sigues siendo el mismo idiota de siempre. Me avergüenzas. Siempre he tenido pocas esperanzas en ti, pero jamás pensé que llegaría el día en que decidieras revelarte utilizándolos a ellos.

Se marchó con la cara en alto.

—Me ha llamado joya, es lo más afectivo que alguna vez me ha dicho. —Sanji se río con los ojos cerrados mientras su padre se alejaba.

Sus dientes temblaron.

Estúpido Ichiji.

No iba a irse sin patear su trasero. Trago en seco ahogando un ruido frustrado, Zoro tocó su mano superficialmente, pero después la envolvió por completo entre la suya.

— ¿Peligro público? ¿Es idiota acaso? Yo...

—Sanji, vive conmigo. Se mi...pareja, hagamos esto oficial, iniciemos bien. —Zoro se atrevió a decirlo. —Quiero estar contigo.

Su silencio lo hizo mirarlo por la esquina del ojo, el rubio titubeaba.

— ¿Sanji?...

—He estado planeando largarme de aquí. Y lo haré pronto.

Sol, sol, sol, él era sol en medio del invierno. Sanji lo miró con detenimiento, como si estuviera enfocándolo en un lente fotográfico.

click

;...;

Ichiji se aferraba con fuerza a los corpulentos hombros de su esposo para no caerse. Un segundo, solo un segundo de su desafío y había sido reducido por él.

— ¡Bájame! ¡¿Qué sucede contigo?!

Katakuri lo había colocado encima cuando agoto su paciencia, no arrastrándolo, si llevándolo como un saco, quitándole por completo la voluntad de actuar, lo soltó en la última parte de su jardín, a lado de la parcela que colindaba el enrejado oxidado con el bosque, las figuras negras de los enormes arboles eran imponentes y duras, las iluminarias estaban apagadas, pero las enredaderas estaban rodeadas de luces led azules.

Ichiji se masajeaba el brazo mirándolo con aprehensión cuando lo dejo libre, todavía seguía aferrado a su botella, se flexiono recuperando el equilibrio en sus piernas.

— ¿Qué sucede conmigo preguntas?, lo que sucede contigo es lo que deberías de explicarme. ¿Ya estás contento después de todo este desastre? No puedo creer que por una vez pensé que las cosas entre tú y yo iban a salir bien. Pero tú solo eres...

Cobarde.

—Nada, no soy nada y no tengo nada. — mascó su labio indeciso. —Nada es mío, todo es tuyo o de mi padre. Los dos son iguales, solo me han utilizado. Me han tenido a su lado por un motivo.

—Pensé que todo había acabado. —Katakuri dijo en voz baja, podía sentir la furia en él, todo el dolor y el coraje, en cambio se acercó toscamente al pelirrojo, se encorvo para poder alcanzar su altura y tomo sus mejillas en sus manos, robándole un beso tosco e irracional. —No podemos volver atrás, Ichiji.

El pelirrojo negó con la cabeza compulsivamente. —Me ocultaste que Daifuku y Oven habían accedido a renunciar a sus acciones ante ti. Olvidaste un detalle importante..., decirme que había sucedido. Que habías alcanzado tus metas, no puedo perdonar lo amable que fuiste solo para hacerme cooperativo. ¡No me querías interfiriendo en tus cosas! Eso es peor, darme una croqueta para callarme. ¡Y ese idiota! ¡Lo tocaste mientras yo estaba viendo!...

—Nada de lo que hice a tu lado fue una actuación. —gruñó con ira. — ¿Y qué hay de ti?, un poco más y un hombre casado te tiraba sobre la mesa. Vas en ascenso Ichiji, primero mis trabajadores y ahora ese desgraciado en busca de...

—Una ramera accesible, atrévete a decirlo. —Ichiji lo miró herido. —Nunca te he engañado. Jamás lo he hecho. Así que no me acuses como si...Si de algo puedes tener la certeza, es eso. Mientras que tú eres el único con quien he estado, yo soy otro número para ti. Nunca había llegado tan lejos con otro hombre que no fueras tú. —sus labios temblaron. —Ahora no tengo ni eso. Siento asco de mí porque odio cuando otros hombres me tocan. ¡¿Por qué solo funciona contigo?! Vamos, puedes burlarte de la ventaja que tienes contra mí. Supongo que no hay nada más satisfactorio para tu ego que saber que en todo momento te deseo solo a ti.

—Tampoco iba a traicionarte Ichiji, eso te lo aseguro. Estas en mi cabeza, estas en mi piel.

Igual todo sigue tambaleándose.

— ¡Me ocultaste lo de Whole Cake, eso es traicionar!, ¡Seguiste mintiéndome!

— ¿¡En qué maldito momento querías una explicación? ¡¿Cuándo estabas llorando?!, ¿Cuándo todo lo que pasa me orilla a sentir que al ligero roce voy a hacer que te desmorones?, lo de Whole Cake no era algo que pudiera esconder por mucho tiempo, ¡No era algo que estaba escondiendo porque lo único que pensaba era en ti!, quiero una estúpida historia a tu lado, pero es mucho pedir. El resultado del trato con mis hermanos te lo diría, tú lo sabrías, era tu maldito derecho. —escupió en su cara. —Y siento lastima de esto, de verte ser tan mojigato y creyendo que perder los escrúpulos te va a solucionar todo. Te equivocaste de hombre, te equivocaste de estrategia. Nos equivocamos los dos con esto. —apretó los dientes. —Eres incapaz de aceptar que lo que tengo por ti es real.

— ¡¿Por qué podría ser real?! Hablaste con mi padre, ¿no es cierto?, lo vi salir, estaba llamándome a gritos, él te dijo como pensaba botarme a la primera, renuncio a mí. ¿Cómo podrías desear estar conmigo? ¡Mentiroso, tú también ibas a renunciar a mí! ¿Qué podrías querer del hijo de una loca y un truhan...un oportunista? ¡He estado fantaseando por posibilidades ridículas a tu lado! ¡Dijiste que éramos alfa y omega!...

Él había dicho que eran alfa y omega, pero en los restos de cabalidad que quedaban en él podía verlo; era otra mentira. No había un final.

Solo eran un espacio infinito. Dos planetas que si colisionaban explotaban.

—Ve adentro, voy a encargarme de esta gente, lo único que haces es decir disparates. —Katakuri le dijo con frivolidad. — ¡Ahora!

— ¡Son mis invitados! ¡Estamos celebrando tus logros! —sus ojos parecían tan lejanos que le helaron los huesos.

— ¡No puedes siquiera estar en pie! ¿Qué no te ves? —totalmente harto se acercó a él. —Esto no tiene que significar nada, el contexto en el que te imaginas las cosas es falso. Lo que hicimos y dijimos fue cierto. Este ciclo ya acabo, lo hizo, los dos sabemos lo que sentimos, déjalo ir.

Los ojos del pelirrojo estaban vacíos, no había nada más que solo color. Era así como se encontraba actualmente, sin defensas por haberlas agotado peleando sin estrategia en batallas pasadas.

—Sé que todos me ven como una pulga que se adhiere a ti. No es cierto, yo te amo, pero tú...tú...— Ichiji se ahogaba en sus propias palabras de histeria. —Estas en mi cabeza.

Katakuri gruñó tomándolo de los menudos hombros y pegándolo contra el tronco torcido de un árbol, Ichiji intento zafarse, pero no podía contra su fuerza.

—Basta Katakuri, ¿de acuerdo?, me estas...

—Vaya forma de amar la nuestra. ¿Esto es todo? Tu dijiste que yo era el único que podía tocarte, y yo creo que eres el único que puede ver a través de mí, me he mostrado tal cual contigo, así que... elige, sabes cuáles son tus opciones; si tú no sabes quererte, puedo hacerlo por los dos hasta que aprendas a hacerlo de nuevo, pero lo que no puedo hacer es convencerte para que creas que soy sincero.

—Era tan estúpido que no hacía falta que dijeras que me amabas, me lo estaba tragando las primeras veces, tenía seguridad de que lo hacías, por eso no me importaba que nunca lo afirmaras. Pude vivir del engaño y lo destrozaste todo.

—No estoy mintiéndote en estos momentos. ¡No estoy fingiendo maldita sea! —lo agito.

— ¡Suéltame Katakuri! ¡Duele!

Eso hizo.

Ichiji cayó a la nieve de sentón.

Él nunca había sido tan patético.

Katakuri apretó los dientes. Así que elegía sus pesadillas y sombras.

—Bien Ichiji. ¡Bien! Sé un cobarde, yo te habría dejado serlo todas las veces que quisieras. —golpeó el tronco del árbol con su puño, astillándolo. —Estaba...voluntariamente habría peleado todas tus guerras. Pero te niegas a dejarme entrar, a dejarme sanarte, ¿Por qué te asusta tanto admitir que te amo?, Tengo todo lo que acordamos al inicio de este matrimonio, pero irónicamente eres tú el que gana.

Ichiji titubeó.

Katakuri pudo verlo, no podía renunciar a amarlo; sin embargo, no se negaría a dejarlo ir. Renunciar a tenerlo era algo distinto de hacerlo a su afecto. Ichiji le había enseñado una gran lección, encontrar valor en lo incensario. Él jamás había sido un hombre apegado, rumiaba por ahí, rompía, tomaba, se iba. Nunca se quedaba con nada, de manera sorprendente, hoy deseaba adueñarse de todo. Miro al pelirrojo tiritar, él era un buen chico en realidad, pero estaba impregnada en él la desesperanza, la monótona clorofila y lluvia de la ciudad.

—Ganaste Ichiji. Todo lo que querías. —era incapaz de verlo. — ¡Se acabó cereza, la victoria es tuya! ¡Felicidades!

Ichiji se río sentándose en el suelo lleno de escarcha. Bebió el último trago arrojando la botella a alguna parte, levantó su mano con movimientos pesarosos y formó una pistola con los dedos, apunto directamente hacia la espalda de Katakuri, pero después lo hizo hacia su propia boca y fingió tirar el gatillo.

Bang.

Se desplomo en la nieve y miró el tenebroso cielo negro.

Podía entender su vida ahora, esta noche era una maqueta de su infancia. La casa llena y los fantasmas. Los había dejado entrar a su nuevo hogar y ahora ellos vagaban sin parar. Debería pedirle perdón a Katakuri por lo menos por eso.

Dios, nunca había amado a tal exceso a nadie.

El furor y la adrenalina no le habían permitido sentir el frío, pero en esos instantes era consciente de que se estaba congelando, y no podía ver a Katakuri. Moría de frío.

Y el hielo ardía. Y ahora nieve. Bolas de nieve, ángeles de nieve, capsulas de nieve. Cadáveres de nieve. Podía seguir escuchando las canciones de Édith Piaf, su vida estaba sumida en un efecto de grises.

—Katakuri. —llamó a su nombre en un susurro, pero él se estaba yendo. —Siento esto, sé que no debí hacerlo, me excedí con todo, comprendo que pedir perdón no es suficiente, pero... ¡Katakuri por favor, sé que estas escuchándome! —sabía que lo había escuchado, pero él no se detuvo, arrugo la nieve con sus dedos. —Te creo...

Nunca se había sentido tan roto.

Por favor, ábreme la piel, estrújame hasta el alma, cóseme otra vez.

Otra vez

Y otra vez

Y otra vez.

Notas finales:

Notas de autor:

Plath; Sylvia Plath, era una escritora estadounidense.

Audrey Hepburn, es una actriz y todo un icono de la elegancia y sofisticación por allá de los años 50-60.

Financial Times, es un periódico británico especializado en información económica y financiera.

El swinging es el intercambio de parejas en un sentido sexual, esto estando ambas partes de acuerdo y dándose la libertad de hacerlo, claro, Ichiji y Katakuri se muestran incapaces de esto.

Venid con sus tomates, yo resisto los golpes.

Nobody era Sabo, recuerden que el ASL aquí no existe. Ace y Marco de lado de Edward Newgate, Luffy con su abuelo Garp y Sabo con sus ambiciosos y ojts padres canónicos. Sé que Sabo es muy puro para esto, pero yo sé que él chico es travieso, carismático y…—corre y no mira atrás para ahorrarse las explicaciones—. Con Mingo no hace falta explicar nada, él si es un cabrón. No se preocupen, ya aquí con el semi-enrollo mutuo con esos dos se acaban los enredos frustrados. Gracias por haberme esperado, lamento tardar así, les mando un enorme saludo y todas las gracias del mundou.

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).