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Sentimientos por contrato por AcidRain9

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Notas del capitulo:

No estaba muerta, estaba de..OK NO XD

No tengo idea de cuantos meses han pasado desde mi última actualización, me he mudado dos veces y tenia la universidad encima y estoy de acuerdo que a nadie le interesan esas cosas, por eso quiero retomar el fic iniciando este nuevo año, esta historia tiene miles de cosas que debo de corregir , MILEEEES, (como la apariencia de Katakuri, algunos datos erróneos sobre los Charlotte, otros personajes, blah blah blah) así que tengan paciencia, que ya me voy a dedicar a las correcciones, pero antes quise subir el capitulo nuevo. Si alguien quiere continuar la lectura a pesar de mi manejo de las personalidades y todas mis cosas o renunciar a ella, sois libres de toda elección, por lo pronto les agradezco a mares!!!

Capítulo 7:El lazo Charlotte-Vinsmoke

When I was young
Whatever happened it would do me no wrong
As long as I could sing my favorite song
When I was young, oh
And the holidays went on and on
We were so high
Let the freeway take us into the night
And in the dark you sang my favorite song- MØ; When I was young

Ni cuando el semáforo se volvía rojo Judge volteaba la cabeza, no lanzaba pequeñas miradas, o por lo menos miradas discretas hacia ninguno de sus hijos, solo se concentraba en tener los dedos bien acomodados alrededor del volante y pisar el acelerador y el freno cuando era necesario.

Yonji que estaba sentado en los asientos del fondo estiró el brazo para encender el reproductor de música y poner a un volumen prudente su disco de AC/DC, pero ni bien los primeros segundos de Highway to Hell comenzaron a sonar, el dedo de Judge se aplastó contra el botón de apagado.

—Si doblas a la derecha cortaras camino y no tendrás que atravesar la avenida principal. Escuche que hay remodelación — susurro Reiju, lanzando una mirada por la ventana.

Judge gruño, pero hizo lo que la chica había sugerido porque ya estaban retrasados.

Una vez más, Yonji intento poner una canción, ahora utilizando su celular como medio, los viajes en silencio lo ponían inquieto, y fue una canción de Scorpions la que pudo durar el doble de segundos hasta que Reiju le lanzó un manotazo directo al pecho y curvo sus labios con una mueca que decía que se mantuviera en silencio.

Judge no estaba de humor, apretaba los nudillos e inspiraba aire sonoramente, parecía una olla exprés que ya había hervido lo suficiente.

—Deja de controlarlos Reiju— Demandó de pronto su padre con la voz grave. —Me haces sentir como si estuviera en un safari, estos idiotas saben que tienen que comportarse y que tienen que guardar sus payasadas para sí mismos.

—"Payasadas"— repitió Yonji, tan bajo para que nadie más que sus hermanos lo escucharan, y se volteo hacia Reiju. — ¿Qué se supone que he hecho yo?, No le hablaste de que tendré que volver a cursar dos materias, ¿verdad?

—Una tarde de golf y una cena. Es lo único que hice y lo único que bastó para que en mi ausencia dos de ustedes necesitaran puntadas y un chequeo médico, y el otro se encerrara en su habitación a dar lastima. Y yo que solía pensar que solamente tenía que lidiar con un solo idiota.

Sanji trono la boca y puso los ojos en blanco, cansado de ser tomado como ejemplo.

—Suficiente padre, lo hecho, hecho está— Reiju suspiro soplando de su campo de visión los tirabuzones que se había hecho en el cabello.

—Suficiente nada, si alguien les ve las caras habrá un escándalo girando entorno a nosotros y Linlin no va estar contenta.

La chica se encogió de hombros, suspirando una vez más mientras esparcía con las yemas de sus dedos base liquida sobre el pómulo morado de Niji, quien apretó los labios y se movió incómodo contra el asiento, pues cada que su hermana presionaba su piel sentía como si estuviera pinchándole una llaga con un alfiler.

— ¿Cómo sé que no tendré una reacción alérgica a tu maquillaje? —siseo.

Hermanito, si yo fuera tu mantendría la boca cerrada durante todo el camino— advirtió Reiju, girando la cabeza hacia Sanji, quien le regresó la mirada. —Tu mentón— señaló.

— ¿Mi mentón qué?

—Tienes el maquillaje hecho grumos, espárcelo y ponte polvo en la comisura del labio o alguien va a darse cuenta de que está roto.

—Wuhu, violencia intrafamiliar, sería una pena si alguna persona lo nota. —Niji silbo con tono monocorde.

— ¿Sabes qué cosa también es una pena, Niji? Que no te tire todos los dientes cuando pude.

—No, porque en lugar de eso preferiste largarte a llorar a casa de alguno de tus amiguitos.

—Por lo menos yo tengo amigos. —exclamó Sanji con el rostro pétreo.

— ¡Te vas directamente al carajo hijo de puta! — ladró estirando el brazo para alcanzar al rubio y tratar de jalarlo por el cuello de la camisa, sin embargo, su padre —todavía conduciendo—hizo el brazo hacia atrás y atrapado la mano de Niji, le dio un tosco apretón a sus dedos y después lo soltó, no sin antes darle una violenta sacudida.

— ¿Padre? — Niji lo miró aturdido mientras se sobaba el dorso rojizo de su mano.

—Ahora no— le respondió, Judge estaba rojo y una hinchada vena sobresalía del centro de su frente.

—Ni siquiera he sido yo quien ha empezado esta mierda— insistió su segundo hijo con la voz estrangulada, reclamando su inocencia como quien no sabe rendirse. —Fue Sanji, reclámale a él.

— ¡Dije que te calles! —Judge grito con potencia, furioso y ya completamente harto.

Niji maldijo entre dientes, trago saliva y se volteo con indignación, valiéndose de su orgullo para exigirse así mismo tranquilizarse de poco a poco y no incrementar su berrinche. Respiraba con trabajo, tratando de subyugar su ira, no iba a dejar que los demás lo vieran mal.

—Si no piensan cooperar conmigo solo cierren el maldito pico y aprendan a abrirlo únicamente cuando sea necesario, ¡estúpidos!

—Está bien padre, estoy segura de que mis hermanos lo han comprendido perfectamente, no vamos a arruinarle el día a Ichiji. — intervino Reiju ganándose una mirada de completo odio por parte del pelirrojo.

—No te preocupes por mi Reiju, te aseguro que me da igual, podrían matarse entre ustedes ahora mismo y para mi nada cambiaría. — Por fin se dignó a contestar, destapando la botella de agua natural que tenía sobre las piernas y dándole un delicado sorbo. —A estas alturas nada me puede arruinar más.

— ¿Seguro que nada?, porque yo ya te veo muriendo de hambre debajo de un puente— reto Judge.

Dentro del auto parecía que todos los integrantes de la familia estaban teniendo una riña por ver quién de ellos se posicionaba como el más fastidiado.

Sanji cerró los ojos, masajeándose una y otra vez las sienes, había intentado que su mala cara, sus toscas respuestas con monosílabas a todo y su poco (nulo) apoyo moral hacia estos idiotas hubiera sido suficiente para que su padre lo invitara a dejar el auto y regresarse a casa, pero no había sido ese el caso.

Ya había dejado de jalarse los delgados tirantes que sujetaban sus pantalones lisos o de morderse compulsivamente la uña del dedo pulgar a causa de la ansiedad que venía a su cuerpo cada vez que pensaba en la cara gélida de Zoro cuando a la mañana siguiente de haber pasado la noche juntos después de un episodio depresivo, le preguntase entre tartamudeos si quería desayunar tostadas.

Se sentía como cuando tenía ocho años y su abuelo lo había hecho subirse a la montaña rusa más grande del parque de diversiones: Todo daba vueltas y él arrojaba vomito —por la boca y la nariz—como una garrafa agujerada.

No había podido disfrutar de su luto en paz, no habían transcurrido ni tres días de haber asesinado lo que era el comienzo de una relación que pintaba cosas magníficas y que con cada: «Mírame Zoro, olvidemos todo juntos Zoro...Vamos a perdernos Zoro » lo único que había hecho era cavar más profundo el ataúd.

Quiso tirar de las hebras de su pelo y maldecir a los siete mares el hecho de ser tan malditamente impulsivo.

Y ni siquiera podía estar en su habitación escuchando como disco rayado Don't Speak mientras su cabeza proyectaba un caleidoscopio de las cosas que había dicho y hecho, haciéndolo sentir más avergonzado del acto que habían consentido.

No era solamente el hecho de haber estado juntos del modo sexual tan pronto, —a pesar de que si se había sentido demasiado fácil después de aquello— había saltado el coqueteo, la visita al zoo, el tomarse de las manos o por lo menos decirle: "Si, me gustas". Era que ahora no sabía si podía ser tomado en serio y que Zoro seguía absolutamente entregado hacia su ex mujer mientras él solo era un intruso tratando de entrar a empujones por su puerta.

No podía combatir la idea de que, de alguna manera se había aprovechado de la vulnerabilidad de Zoro para arrastrarse a su cama, como si hubiera pervertido al hombre más puro e inocente —cosa que ni en broma el policía era—; como si fuera uno de esos chicos con la chaqueta del equipo y el balón de americano bajo el brazo que solo sabían romper corazones, aunque su corazón fuera el que ya estaba muy roto.

Si no, que por su propia vanidad no tenía suficiente con ser un desastre, quería a una persona cuya vida fuera igual o más caótica que la suya para sentirse bien.

Algo como si...él fuera un pervertido trastornado acosando a la pequeña niña de pueblo que escucha country y corre por el parque batiendo sus dos colitas; solo que en lugar de eso...tuviera cabello verde y ochenta y tantos kilos de puro musculo bien repartido.

—Tu teléfono.

Y luego estaba la otra sensación ácida en la boca de su estómago.

En la que a pesar de no querer pintar nada en ninguno de los asuntos de su padre, estaba obligado a hacer acto de presencia en eventos sociales de gran importancia, cubrirse las cicatrices de sus peleas con Niji y vestirse el saco de Brioni para fingir que su familia —y él incluido— eran esa clase de personas sanas y absolutamente normales que jugaban Jenga todos los domingos en lugar de gritarse los unos a los otros hasta escupir sus viseras.

—Sanji, tu teléfono está vibrando—Yonji trono los dedos frente a su cara y el rubio parpadeó.

—Marimo— susurro deprisa, desbloqueando la pantalla y presionando el icono de mensaje a la velocidad de la luz.

Pero el texto era de Nami, no del policía. Su amiga había dejado una fila de caritas enojadas y un emoji de mono.

«¿Sanji? ¡Sanji! ¿En dónde diablos estas? Se suponía que iríamos todos juntos a ver a Magma Verde tocar en vivo, ¿no estarás plantándonos? No me mate consiguiendo las entradas para esto»

Casi se le salieron los ojos de las órbitas, y puso el celular entre sus labios, se había olvidado de todo, se dejó caer más y más contra el asiento, queriendo fusionarse con la piel sintética de este.

Incluso a sus amigos los estaba dejando de lado.

Yonji levantó una ceja, arrojándole una mirada inquisitiva.

— ¿El universo tiene que conspirar para hacerme sentir tan mal siempre?

Yonji movió la boca, pero no dijo ni una palabra y en su lugar se dio cuenta que ya habían llegado a su destino. Su padre aparcó la camioneta en un camino de entrada circular y apago el motor.

El establecimiento era un salón semi-privado, Linlin lo había reservado para oficializar el matrimonio ante los medios y dar a conocer la fecha en que Katakuri e Ichiji unirían sus vidas, tenía columnas clásicas en la elegante entrada que lucía fría y estirada comparada con la puerta principal del Baratie —el restaurante de su abuelo— y su cabida máxima era para menos de treinta comensales en una sola mesa. Las paredes eran de cristal, con enormes ventanales de contraventanas negras.

Judge fue el primero en bajar del vehículo y apenas había caminado dos pasos, un tipo alto y excesivamente delgado bajo con el gigantesco tacón de sus botas los escalones del patio y se dirigió hacia ellos.

Tenía el cabello cubierto en una pañoleta morada con lunares rosados y la cara maquillada excesivamente con pintura extravagante, le arranco la cabeza con los dientes a la paleta de caramelo que anteriormente lamia y colocó con firmeza las manos sobre sus huesudas caderas.

—Hasta que los Vinsmoke deciden honrarnos con su presencia. — dijo con un tono quejumbroso, cerrándose los últimos botones de su abrigo color mostaza.

Se sostuvo la nariz, haciendo un gesto de falso asco y entrecerró los ojos como si estos le picaran. —Y por lo visto han traído toda su depresión con ustedes, cambien esas caras, no dejen que la prensa los sorprenda así.

—¿Quién es la drag queen? —musitó Yonji, forzando una sonrisa.

—Charlotte Perospero, niño bonito— respondió sonriendo aquel hombre y con pasos seguros se posicionó frente a ellos, conduciéndolos hacia la entrada.

Los ojos de todos se enfocaron en ellos y por inercia, apretaron los labios en una sonrisa. —Menos Ichiji, quien hizo la acción contraria—, las risas estridentes también se detuvieron y un "Oh" exclamado de forma colectiva indicó que estaban en el ojo del huracán.

Los ojos azulados de Sanji se concentraron en un solo hombre, en cuyo rostro se reflejaba un pequeño toque de aburrimiento e irritación y que se puso de pie cuando Ichiji estuvo lo suficientemente cerca.

Ese tenía que ser Katakuri, piel morena, cabello en tono remolacha, ojos rojos e hipnóticos, jersey oscuro e informal cubriendo lo que eran brazos musculosos, torso amplio y hombros anchos; era corpulento y sensual, y fácilmente le había robado un estremecimiento con solo mirarlo, porque si, era cierto que gozaba de ser apuesto, pero maldición, también pecaba de intimidante.

—Tú debes de ser Sanji, es un placer conocerte— Dijo él, intuyendo la numeración de su nombre cuando estuvo de frente, su pecho formaba una pared amplia y sólida.

—S-Si, el placer es todo mío— le extendió la mano. —No había tenido la oportunidad de conocerte, así que bueno, hola— la lengua se le atoro, haciéndolo hablar con torpeza. Deseaba no mostrarse impresionado.

—Tu padre no menciono mucho de ti— su voz era gruesa y firme, pero aun así con un fresco tono de juventud.

—Bueno, nunca lo hace.

—Entre menos te arrastre a este mundo, mejor. No hay nada de lo que te estés perdiendo.

—Entonces tal vez debería ir y agradecerle.

—Sanji, el día en que no llegaste a casa por tener mejores cosas que hacer nos presentaron— Ichiji susurro cerca de su oreja y puso la mano sobre su hombro, dándole un empujón pequeño. —Ve a saludar a los demás. — movió la palma, como si estuviera haciéndole shu, shu, a una mascota.

—No me digas que debo de hacer. — Sanji hizo una mueca y después levantó la mirada hacia Katakuri —Déjame darte mi más grande pésame, lo siento tanto, pero te han hecho hacer un pacto con el mismísimo diablo.

—Acepto tus condolencias— el moreno respondió, cambiando su expresión a una más relajada.

—Estoy seguro de que muchos te deben de decir lo mismo— Sanji intentó bromear.

—Diferentes palabras, pero el contexto es casi el mismo.

Sanji se rió agradablemente, Ichiji sintió su cuerpo tensarse y en un arrebato jalo el brazo de su prometido de manera tosca para alejarlo de su hermano, a lo que algunos curiosos levantaron una ceja.

— ¿Esta todo bien allá? — Linlin, que estaba parada a lado de Judge preguntó frunciendo el ceño.

Katakuri al tanto de eso, coloco las manos alrededor de las caderas de Ichiji, cerrando sus dedos entre el plano cuadril del Vinsmoke, robándole un jadeo, Sanji huyo mirando de reojo como el enigmático hombre ponía la barbilla sobre la cabeza carmesí de Ichiji.

A una distancia prudente, aquel era un gesto afectivo, sin embargo; estaba susurrándole algo.

—Mi madre vendió la exclusividad de las primeras fotografías de nuestro compromiso a Morgans.

Ichiji entrecerró los ojos, recargando la frente en el pecho del hombre. — ¿Morgans de Grandes Noticias World Times?

—Aja— respondió el Charlotte colocando un mechón de rebelde cabello rojo detrás de su oreja, el cual era demasiado sedoso y moldeable al tacto. —Nos pondrá en primera plana, así se oficializará nuestro compromiso de una vez por todas.

—Hermano, cuñado, nuestros invitados quieren un poco de su atención— Una mujer albina cuya melena contrastaba con el profundo moreno de su piel hablo, era alta, más que Ichiji y muy voluptuosa, protegiendo sus encantos en un ajustado vestido color lila; puso una mano en la espalda de Katakuri mientras que con la otra sostenía una copa de vino.

—Ya tendrán tiempo para ustedes, repartan un poco de su emoción con los demás por favor.

Katakuri asintió, pero se presionó más contra el pequeño marco de Ichiji, quien entrecerró los ojos y sintió los labios del hombre sobre su oreja, la bufanda se había deslizado lo suficiente para dejarlos hacer contacto.

—Esta gente se ha codeado con nosotros durante mucho tiempo, algunos son los principales compradores de dulces que Whole Cake tiene—su risa ronca y las forzadas caricias en su rostro le hicieron estremecer. —Trataran de intimidarte, pero son todos idiotas.

—De acuerdo— respondió el Vinsmoke, sofocándose por la cercanía que el Charlotte tenía para con él, Katakuri le tomo la mano y lo condujo a la mesa, a lado de él, abrió la silla e Ichiji se sentó, cruzando las piernas de manera elegante.

Divisó a su padre y sus hermanos tomando asiento también, mezclados con los Charlotte —Algunos como Cracker a quien ya conocía— y Linlin, quien lo observaba con sus pequeñitos ojos de cuervo.

La vio poner la mano sobre su abultado estómago, y aunque probablemente solamente fuera a causa de indigestión, ya podía imaginarla diciendo que se lo tragaría vivo si salía con alguna ocurrencia.

—Enseguida traeremos su platillo, señor Charlotte— dijo uno de los empleados, sonriéndole a Ichiji, a quien se le colorearon las mejillas cuando se dio cuenta de que el mesero se estaba dirigiendo a él.

— ¡Oh, cariño! No sientas vergüenza, por ese apellido será como te relacionarán de ahora en adelante— una hermosa mujer que físicamente aparentaba estar a mediados de los treinta se burló gentilmente con su fuerte acento inglés. Era de piel clara y cabello corto tan dorado como el trigo. —Y déjame decirte, combina muy bien contigo Ichigo.

—Ichiji— la corrigió.

—Stussy— ella volvió a sonreír y le extendió la mano con suavidad, agitando todas las pulseras que adornaban su brazo. Sin embargo, el gesto no se transmitía en sus ojos, porque no estaba contenta de ser desplazada y tener que renunciar a la atención del guapo empresario. —Soy una amiga cercana de la familia y del novio— enredó los dedos en sus cortos rulos, lanzándole una mirada a Katakuri.

—Interesante. Katakuri nunca la había mencionado— la respuesta de Ichiji fue tranquila.

Stussy carraspeo su garganta, un poco tocada por el comentario.

—Bueno, muchas felicidades, debes de estar regocijándose por el hombre que te has ganado.

—Soy tan feliz como un cerdo revolcándose en lodo—sonrió, provocando la risa de Cracker, Yonji e incluso de la albina con su comentario.

Los ojos de la dama centellearon con suspicacia, mientras deslizaba la yema de su dedo en el borde del cristal de su copa.

—Katakuri siempre vio el matrimonio como algo asfixiante e innecesario, por eso tengo curiosidad por saber qué fue lo que hiciste para hacerlo cambiar de opinión.

— ¿Y quién no ve el matrimonio con esos ojos actualmente? — Ichiji sintió la penetrante mirada de Katakuri sobre él. —Por supuesto nosotros no.

—Probablemente fue a causa de su sentido del humor— Katakuri agregó, e Ichiji apostó que debajo de esa molesta tela una sonrisa se acababa de formar. —Si, definitivamente fue su sentido del humor.

Ichiji apretó las piernas con fuerza, maldiciéndolo en su cabeza por ser culpable de hacerlo experimentar calor y odio con un solo gesto.

—Pero vaya que se han apresurado mucho programando una boda tan de repente, ¿de verdad piensan casarse este mismo sábado? — el famoso "Titán de las industrias de almacenamiento", el señor Giberson, musito. —Es una locura.

— ¿Qué puedo decirte? Somos espontáneos.

—Muchacho, yo diría muy espontáneos. —Acarició su largo bigote lleno de canas plateadas. —Perdona el atrevimiento Katakuri, pero si no fuera por obvias razones, hasta pensaría que has preñado a tu prometido, es una suerte que este chico no pueda embarazarse, no querrías hijos, créeme, crecen para convertirse en pirañas demandantes de atención y plata.

—Y que lo digas Giberson, por suerte los míos han dejado casa este año. — Una risotada ronca salió de la garganta de un hombre pelinegro, que todo el tiempo había estado en silencio, rellenando su copa con vodka. Era Umit, quien se encargaba del transporte y los envíos de la mercancía de Linlin.

—Lo discutimos durante un tiempo y creemos que es lo mejor casarnos cuanto antes— explicó el Charlotte con calma. —Es una fecha adecuada que no interviene con nuestras responsabilidades, yo tengo cosas que supervisar en la empresa, mientras que Ichiji tiene la universidad.

—Yo solamente espero que no sea por ninguna especie de pacto económico— Stussy fijo sin pena.

—Oh no, Stuss, esas son cosas demasiado anticuadas, ¿Qué siglo crees que es este? — Smoothie respondió con un gesto de ofensa.

— ¿En dónde se conocieron?

—Berlín.

—Múnich.

El mesero interrumpió la conversación colocando en la mesa un plato con magret de pato y granada, Ichiji enterró el tenedor dentro del jugoso tomate y se quedó en mortal silencio, hasta que el de ojos rojos, tomó la palabra.

—Nos conocimos en Berlín durante un seminario de economía ofrecido por Donquixote Doflamingo.

—Yo estaba por parte de la universidad mientras que Katakuri era uno de los invitados principales— mintió el pelirrojo. —Solo vasto mirarnos una vez para que Katakuri quedará impresionado por mi— se encogió de hombros, sintiendo las miradas sobre él.

—Que modesto...—susurro Sanji pensando que su hermano había sido maldecido con un horrible carácter que iba desde ser tan frío como un bloque de hielo que espera derretirse en soledad, a un idiota narcisista que demandaba a gritos desesperados por atención.

—Puede parecer un hombre demasiado desafiante y duro, pero señorita Stussy, si lo conociera tan bien como asegura, sabría que en el fondo es suave y dócil, como un enorme oso de peluche. —al que quería descoser hasta sacarle el algodón y arrancarle los ojos de botón.

Katakuri levantó una ceja, podía leer en los labios rosas de Ichiji la palabra venganza.

—Al principio fue demasiado insistente, pero es algo a lo que te acostumbras rápido— El pelirrojo suspiró, llevándose la copa de vino a sus labios— ¿De qué cosecha es?

—Del ochenta y nueve— Katakuri respondió, colocando su enorme mano sobre la de Ichiji, que era muchísimo más pequeña. —Y en realidad Ichiji tiene razón, pero al final todo esfuerzo tiene sus frutos— afirmó con soberbia, dejando salir de su garganta un sonido similar a una burla, Ichiji se mordió el labio inferior, tratando discretamente de zafar su mano de la del otro. Pero Katakuri entrelazo sus dedos. —Sin necesidad de tantos rodeos, en cuando lo vi lo quise para mí.

—Pensé que repudiabas el matrimonio— Stussy escupió con reclamo. —Y entonces, de la nada aparece Ichigo que es solo un simple chico universitario.

— ¿Germa le suena de algo, señorita? —Niji sonrió de lado, acentuando su hoyuelo derecho.

Katakuri ya podía ver el atisbo de una sonrisa hambrienta asomándose de las fauces del menor, pero antes de que mordiera la yugular de la rubia e hiciera un desastre en la mesa, hablo.

—Te aseguro que mi prometido goza de un sinfín de...cualidades de todos los tipos...—levantó su copa. —Es natural que quisiera casarme con él.

Touchdown...

Touchdown!

Touchdown!!

Las mejillas de Ichiji no retuvieron el dulce sabor de las ciruelas, uvas y mentas con el que su bebida estaba hecha y tuvo que colocar las manos sobre su boca para no escupirlo mientras su cara se fusionaba con un sinfín de tonos rosas.

Stussy se abanicó el rostro y las fuertes risotadas de la mesa hicieron que Judge y Linlin, que seguían discutiendo cosas en privado, mirarán hacia ellos.

—Es una caja de Pandora, en el mejor de los sentidos…—Katakuri se divirtió con la expresión de Ichiji. —Podría definirlo como un perfecto polímata*.

—Si me permiten iré a tomar un poco de aire — el pelirrojo se disculpó, retirándose momentáneamente.

Le pregunto a la recepcionista la dirección del baño y después de que ella le señalara a donde ir, emprendió la apresurada caminata sin ni siquiera darle las gracias. Cerró la puerta y recargó la espalda contra ella mientras su corazón latía más y más veloz.

Después fue hacia el lavamanos y abrió la llave mojándose descuidadamente el rostro y el caótico cabello.

Estúpido, estúpido, estúpido—bramó masticándose el labio inferior para no alzar la voz.

— ¿Te sientes bien?

— ¡Toca la puerta! —demandó con un gruñido, incluso aun cuando había una división de tres baños más.

—Toc, toc— Katakuri susurro con ironía, dándole suaves golpes con los nudillos a la puerta. —Ahora déjame repetir, ¿te sientes bien?

—Lo que le insinuaste a esa arpía fue demasiado, fuiste muy lejos. —sacudió la cabeza, cubriéndose el rostro con las manos.

—¿Haber dicho que eres un polímata? Si, tal vez fue un poco exagerado, pero quise resaltar tu intelecto. —se recargo en la puerta de uno de los cubículos.

Antes…— Ichiji chirrió los dientes. —Ese fue doble sentido y lo sabemos.

—Conseguí que cerrara la boca, así que dame un mérito.

—Diste por hecho que nosotros hemos tenido intimidad— reclamo tratando de usar un tono discreto. —Y yo doy por hecho que lo último que querrías seria tocarme, así fuera con un palo.

Katakuri levantó una ceja, mirando directamente la espalda de Ichiji, que seguía tallándose la cara. Tenía una figura pequeña desde su punto de vista; similar a la de Niji y Sanji, quienes eran demasiado iguales a pesar de la variación de tamaños entre el trio de hermanos. Una delgada cintura que se acentuaba con el entallado chaleco color vino satinado que traía puesto y los pantalones justos que estilizaban aún más sus infinitas piernas.

—Es obvio que no somos una pareja tradicional, se supone que quiero casarme contigo porque te conozco en todos los aspectos, el sexual es uno de ellos. ¿Te avergüenza aquello? ¿hablar de contacto físico?

— ¿Crees que soy una colegiala estúpida?, por supuesto que no es eso— Ichiji apretó los dientes, dejando salir un gruñido envenenado. —Eres tú, que estás actuando tan tranquilo después de lo que me obligaste  a hacer— hizo mención a la tortuosa tarde que habían pasado juntos.

—Corrección — se acercó a él, recargando su mano en la pared y cortando sus palabras con acritud —Yo no te obligue a nada, te di elección, así que no tengo nada por lo que atormentarme. —sus ojos centellearon. —Y no sé qué clase de torceduras tengas, pero si estabas esperando a que te zarandeara o te tomara por el pelo, puedes pedírmelo cuando estemos en privado y en otro escenario.

Ichiji frunció el ceño, empujándolo lejos.

— ¿Stussy pedía eso? —meneo la cabeza. —No me interesa saberlo en realidad, sin embargo, debo exigir que juegues bien tus cartas, no voy a interpretar el papel de ama de casa engañada, mi padre no era muy discreto con sus actividades extramatrimoniales, espero tu si lo seas. —quiso apartarse, pero sus piernas se enredaron con las de Katakuri y perdió el equilibrio.

Cerró los ojos, pero su cabeza no se estrelló contra ninguna superficie dura ya que Katakuri había sostenido su nuca antes de permitirle azotar y ambos habían terminado pegados contra la pared respirando agitadamente.

Eso había estado cerca.

De todas las formas de morir, la última que Ichiji hubiera querido habría sido desnucándose contra un toilet.

—Como mi esposo, automáticamente te vuelves mi responsabilidad y al menos durante el tiempo que estemos juntos voy a respetarte.

—Haré lo mismo— Ichiji soltó el acuerdo de paz. —La intervención de terceras personas empezaría muchas habladurías, se reconocer el atractivo físico, pero aventurarme a algo carnal, gracias, pero no.

— ¿Quieres decir que nunca has experimentado nada con nadie?

—No he tenido tiempo ni interés en eso— el pelirrojo le dio una palmada con su mano. — ¿Por qué te estoy confesando todo esto? Apártate.

—Por qué seré tu esposo— Katakuri bajo la bufanda mostrándole una sonrisa ladina.

—Muy romántico teniendo en cuenta que soy tu peón— entrecerró los ojos. —Ah, por cierto, tampoco eres mi tipo. — Carraspeo cuando la mano en su nuca se deslizó hacia su espalda.

—Estás temblando Ichiji.

—Estas muy cerca...

— ¿Muy qué? — musito acariciándolo con su áspera y atrevida voz.

—Cerca...—balbuceo.

Katakuri asintió, inclinando el rostro hacia Ichiji, era consciente de cómo su pecho subía y bajaba con fuerza, y con parsimonia pegó la boca contra la suya, quien volvió a estremecerse, esta vez con mayor vigor.

—¿No quieres besarme?

—No. —vacilo.

—Entonces se tú quien se aparte.

Ichiji trago duro y lo hizo saber que no quería que se detuviera.

—Tienes que respirar— Katakuri susurro despacio. —Ahora abre la boca...

El pelirrojo hizo lo indicado y sintió como Katakuri abría sus labios, e introducía su lengua, la primera vez que alguien había tratado de hacer lo mismo había terminado con su puño bien hundido en el estómago —Vito—, la lengua del moreno se enroscó con la suya, dando giros y giros, y maniobrando de formas que el de ojos azules no conocía, atrapó su labio inferior con los dientes e Ichiji se estremeció con una pequeña punzada de dolor cuando el afilado colmillo penetro ligeramente en su tierna carne.

Pero la enloquecedora satisfacción de sentir aquellas manos recorriéndole el cuerpo, frotándole, ciñéndose a él...le hizo sacudirse y suspirar agudamente, casi con delirio, de forma desaforada; como si ese hombre estuviera desatando cada uno de sus nudos y lo incitará a regresar el trato en movimientos sinuosos y lentos.

Ichiji se dejó vencer por una imperiosa necesidad de corresponder; se balanceo contra él y subió las manos a su pecho, arrugándole el jersey.

Irónicamente aún incluso con la oscuridad que Katakuri transmitía, él sabía a azúcar.

Dieron pasos ciegos hasta que una vez más, la espalda de Ichiji se había estrellado contra la puerta del baño y se detuvieron para respirar con brevedad; la intensidad del fuego de los ojos rojos rápidamente consumió las lagunas de los azules con deseo.

—Kata...

—Shhh— susurró el mayor contra su oído, besando con sus labios ásperos su barbilla, deshizo los primeros botones de la camisa, lamió el cuello y el centro de sus clavículas, Ichiji gimió, enterrándole las uñas en el pecho, resoplando cuando las manos expertas tomaron sus muslos y lo cargaron sin ningún esfuerzo.

Él envolvió las piernas alrededor de su torso, fuerte, presionando con la misma rabia que las manos en sus posaderas tenían.

La excitación lo carcomía a un ritmo vertiginoso, Ichiji no estaba seguro de lo que Katakuri quería, no estaba siquiera seguro de lo que él quería; pero se había descubierto a sí mismo añorando esta clase de calor que no aseguraba nada, que no decía nada, que solo consumía y gustaba tanto como dolía.

Katakuri apretó sus caderas y las movió contra las suyas, haciendo fricción. Ichiji ahogó un grito e inclinó la cabeza en la puerta, mordiéndose los labios, retorciendo su cuerpo, frotándose a sí mismo con la protuberante virilidad ajena que golpeaba hacia adelante y lo colisionaba con fuerza, estaba sintiendo a Katakuri, quién era bastante grande y duro.

— ¿A qué le tienes miedo?

—Soy demasiado perfecto para tener miedo, ¿no lo soy? — preguntó con la voz vulnerable, "Lo soy, yo lo soy, ¿lo soy?"

Katakuri nunca respondió que sí.

Pero lo beso con violencia, e Ichiji contestó con irregulares gemidos aferrando sus manos como pequeñas garras a la espalda de Katakuri, palpando todos esos músculos que se ondeaban a través de la ropa.

Lo estrechó aún más, tanto que por un momento el Vinsmoke no sabía en dónde terminaba su cuerpo y empezaba el del otro, y poniendo los ojos en blanco y rasgándose los labios en un suspiro tan audible que tuvo que ser estrangulado en los labios de Katakuri, sintió la potencia de un agudo orgasmo estallando dentro de sus bóxers.

Y sin previo aviso la puerta se abrió.

—Ichiji, el equipo de Morgans está aquí y... ¡Joder!— Sanji suprimió un grito de sorpresa y con vergüenza cerró la puerta nuevamente, escucharon un tropezón y sus pasos alejándose otra vez, con mucha prisa.

Solo cuando el empresario lo colocó cuidadosamente en el suelo, fue que Ichiji se dio cuenta de lo increíblemente estúpido que había sido. Y que tenía líos enormes con los que lidiar, pero mientras, el mayor era el estado de su ropa.

—Maldición...

—Iré primero, tomate tú tiempo y sal cuando estés listo— Katakuri dijo con una voz peligrosamente serena, mientras Ichiji le miraba con los ojos acuosos.

—Esto es tu culpa. —Tomo su brazo.

—Si, técnicamente lo es. —Katakuri contesto mirándolo.

Ichiji se recargo en la pared, abrazándose el abdomen con los brazos, había pasado de estar tan caliente a sentirse tan frío. Y no quería hablar de lo que acababa de suceder, el moreno estaba impasible, casi hasta indiferente, por sus propios labios había salido la confesión de su inexperiencia, y segundos después se había entregado a Katakuri lascivamente ¿Le había querido dar una lección? O era la monotonía y la rigidez de todo esto.

Aunque quisiera gritarle miles de cosas, él había estado dispuesto.

Puso las manos alrededor de su rostro, no necesitaba afecto ni protección, mucho menos hacerle sentir a su futuro marido que solo era el típico chiste que debajo de toda esa vehemencia y altivez necesitaba saberse apreciado. Mierda no.

Je te déteste— susurro con acidez, bajando los ojos hacia el suelo.

Mieux vaut se dépêcher, chérie— respondió Katakuri en un fluido francés, haciendo que Ichiji apretara los puños y retuviera el aire.

 

Notas finales:

 ¿Qué dijeron Ichiji y Katakuri?, bueno, según mi amado y todo poderoso google:

Ichi; Te odio/te detesto

Kata: Mejor date prisa, cariño


Polimata: "La polimatía es la sabiduría que abarca conocimientos sobre campos diversos de la ciencia, arte o las humanidades"

Eso es todo por hoy, nuevamente les pido una disculpa por todo el tiempo y les doy las gracias


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