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Sentimientos por contrato por AcidRain9

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Notas del capitulo:

 

¡Muchísimas gracias por seguir pendientes de esta historia! Sus comentarios son la cosa mas linda que he leído

Y bueno, solo tengo que decir que se viene la boda. 

 

Capitulo 8: Ni a la misma maldita Taylor Swift

 

— ¿Puedes repetirme lo que acabas de decir?, creo que escuche mal— Zoro lanzo una mirada suspicaz, pasando la mano derecha sobre su nuca.

—Los he asignado a Jabra, a Marco y a ti para estar a la cabeza de tres filas de escoltas este sábado. Uno de los integrantes de la familia Charlotte contraerá nupcias y tanto él como su futuro esposo son figuras públicas a las que deben supervisar durante la ceremonia y la celebración posterior.

—Entonces realmente escuche mal, porque pensé que habías dicho una estupidez.

—Si tienes problemas en casa, los dejas en casa Roronoa—  Smoker contesto irritado del malhumorado carácter del policía, Marco dejo caer la palma en el hombro de su amigo y expulso una larga exhalación.

—A lo que vamos, jefe, ese es un trabajo que perfectamente podría realizar personal de seguridad privada—  agrega el rubio levantando una ceja.

—Ese ni si quera es nuestro departamento— demando el peli verde aplastando su bota contra el suelo. — ¿Qué tenemos que ver nosotros con una escolta privada?

 No se trataba de trata de blancas, pandillas o de seguirle el rastro a Krieg; lo que su superior estaba demandando era básicamente hacerlos porteros en un evento de gente rica. ¿Tan necesario era un sequito policial?

Marco levanto las palmas al aire y se carcajeo hasta que su risa subsano lentamente ante la dura mirada de Smoker —Además es sábado y…—

 —Y nada, Phoenix— Smoker lo corto súbitamente, y Zoro miro de reojo a su compañero.

 El pobre hombre había solicitado ausentarse del trabajo ese día y de hecho ya había cubierto horas extras por adelantado, tenia planes con Ace y de la misma manera en que el pecoso era el hombre más carismático y agradable que Zoro pudiera conocer, cuando estaba enfadado pasaba a ser un completo y absoluto cabron.

—Puedes pedirle a Fullbody que nos supla, también esta ese otro chico… ¿Cómo se llamaba? —Miro a Marco en busca de apoyo y se trono los dedos tratando de recordar el nombre.

— ¿El nuevo?

—No, no, el que parece Legolas* con el mentón partido.

—Eliot, Ell… ¡Helmeppo! — Marco golpeo su palma con el puño cerrado.

Smoker apoyo sus codos contra la mesa y descanso la barbilla sobre sus manos, entorno los ojos y estrecho sus delgadísimas y casi invisibles cejas tanto, que sobre su frente parecía haberse creado una línea de pelo blanco, se saco el abano de la boca e inhalo aire con tanta fuerza que por la habitación parecieron flotar gusanos de humo.

—A mi tampoco me hace gracia poner a tres de mis mejores hombres a cubrir un evento de cotilleo, pero arriba de mi hay mas gente y si esa gente me pide colocarles tutu y mandarlos a cuidarle el trasero a Taylor Swift, eso es lo que yo hago.

—Smoker, esto es un claro abuso de poder.

—Hay una solicitud cursada Roronoa, y esta aprobada.

— ¿Y lo dices así, sin mas?

—Al carajo, Zoro— farfulla Marco dejando caer los parpados y tocándose el puente de la nariz.

—Roronoa, Phoenix— los dos hombres se tensaron, la voz de su superior salió en un sonido tan potente que recorrió los pasillos vacios formando un profundo eco. —Tomen asiento; van a escuchar los detalles y ninguno replicara nada. ¿Estamos hablando el mismo idioma, señores?

 

 (…)

—No, no Streusen, no habrá ninguna cena de ensayo, tu solo encárgate de hacer tu trabajo y no me decepciones. Si lo haces no solo mamá estará muy enojada— Smoothie presiono el celular en su oreja con discreción. —Katakuri también estará muy furioso si algo sale mal.

Su madre le tenía mucha estima al viejo cheff encargado del gourmet, pues había sido él quien en la boda de su hermana Praline había deleitado el paladar de todos.

Para haberse encargado de la elaboración en una fecha límite todo estaba en aparente control y ella quería atribuirlo al toque femenino de las mujeres Charlotte. De Compone, Brulee, Galette y Praline principalmente.

La mujer Germa había sugerido contactos, así como los wedding planners más excelsos de los que tenía conocimiento; sin embargo las Charlotte sin pautas, le pidieron mantenerse a raya.

— ¿Rosas o margaritas?

—Cualquiera— respondió Katakuri dejando en el escritorio un alto de archivos encarpetados de manera prolija. Era el informe de todos los departamentos y un análisis férreo del esqueleto territorial de WC.

—Margaritas. — anoto ella en un cuadernillo; pensando en que iba a tener una pelea a muerte con la florista para que la mansión estuviera adecuada en cuestión de horas. —Tendrán que favorecerse entre decoración dorada y plata.

—El señor Judge dijo que la camioneta con las sillas y mesas de alquiler estaría aquí a las siete y pronto darán las nueve— Amande entro a la habitación mientras encendía un cigarrillo, observo a Katakuri dividir por secciones un grueso pliegue de impresos y pestañeo rápidamente. —Hermano, deberías dejar el trabajo para después, mañana será tu boda y mereces descansar.

—Fui lo suficientemente claro cuando especifique que clase de evento quería.

—Discreción ante todo—La albina sonrió poniendo una mano sobre su voluptuosa cadera. —Lo tenemos bajo control.

— ¡Ese mal nacido! — Una mujer de cabello chocolate entro abruptamente en la habitación, tenia una expresión abrumada en el rostro.

Katakuri le dio un sorbo a su café cargado y Smoothie y Amande intercambiaron miradas.

— ¿Qué ocurre Pudding?.

— ¡Ichiji Vinsmoke! ¿Que mas podría ocurrir? —chillo con fuerza, tan ensimismada en su miseria que ni siquiera se había dado cuenta de que su hermano mayor estaba en la misma sala. —Pappug me hablo esta mañana, estaba hecho una furia.

— ¿Y?

— ¡Me mando al demonio! — grito con más fuerza. — ¡Me mando al demonio y todo por culpa del estúpido ese!

Smoothie camino hacia ella, frunciendo el entrecejo. — ¿Qué tiene que ver Pappug con el prometido de nuestro hermano?

El hombre era un diseñador jamaiquino que destacaba por sus excentricidades y diseños que aunque con popularidad en ascenso, no eran aptos para personalidades como la del pelirrojo. La ultima colección del tipo tenia como cara a Bob Marley fumándose un porro.

 — ¡Pudding! —la albina alzo la voz, usando un tono estricto.

—Si conseguía que Ichiji usara un traje diseñado por él, acordamos que me colocaría en su siguiente pasarela.

— Eso no te correspondía a ti, Perospero dijo específicamente que el modista del traje seria Caesar Clown. —contesto de malas.

 Caesar era presumido y pomposo, pero estaba altamente comprometido con el mundo de la alta costura y manejaba su propia firma, en el confeccionado y diseñado algo verdadero era que sus modelos eran únicos; hacia trajes perfectos, a la medida, sin costuras de mas o de sobra. 

 —Si,  pero Pappung dijo…

—Contacta con Caesar Clown ahora mismo. —trono los dedos, mostrando la dentadura mientras hacia un airado gesto.

Una pequeña risa, casi un diminuto carraspeo hizo que la mujer de ojos café girara la cabeza y su saludable bronceado se volviera instantáneamente un color blancuzco mientras un leve “Ups” brotaba de sus labios. Amande acentuó la mirada, curiosa por entender que sucedía en la cabeza de Katakuri cuando el tema se centraba en Ichiji.

 

 

(…)

Yonji recargo los brazos sobre el alfeizar de la ventana, mirando a un hombre de estatura baja vestido con un polerón estilo reggae—El dueño de la marca de ropa Criminal— y a su bonita asistente, una torpe muchacha llamada Keimi, cuyo cabello estaba teñido de un verde fantasía unos tonos mas chillón que el suyo, subir a su jeep y azotar la puerta.

Ichiji estaba completamente convencido en que le estaban tomando el pelo.

Y aunque Yonji de relaciones tenia conocimientos casi nulos. (Solamente había salido con una stripper llamada Sadi y una bailarina de cancán a quien había conocido en un cabaret nudista que se hacia llamar a si misma  “La perra de hielo Whitey Bay”)  sabia que en las bodas, lo segundo mas importante después del novio era la vestimenta.

Pero aparentemente aquello solo funcionaba con las mujeres; porque su hermano había admitido que a estas alturas usaría cualquier traje de acuerdo a la ocasión, con excepción de la línea de Pappung, a quien antes de tan siquiera sacar la cinta métrica, ya había despreciado.

Y el proceso para llegar a esa conclusión había venido después de una exhaustiva charla en la que había maldecido unas veinte veces su destino. 

Cerró las cortinas y le lanzo una mirada de reojo al pelirrojo. Ichiji estaba recostado sobre la cama, tenía el cabello recogido en un despeinado chongo y usaba un sencillo suéter de poliéster, sobre sus piernas descansaba la ultima edición de Big News, y funestamente contorneaba con la yema de sus dedos la portada de la revista.

Delante de los macizos de flores y debajo del cálido manto del sol de medio día estaban Katakuri y él. Aquella no era su mejor fotografía, podía ver los nudos en su cabello después de que el Charlotte entrelazara los dedos en el, y las arrugas en su camisa que no había podido atenuar en esos momentos de estrés y pánico que había experimentado cuando se quedo solo en el sanitario.

La mano de Katakuri estaba firmemente entrelazada a un costado de su cintura y su cabello desprendía reflejos violetas, contorneo las largas pestañas del hombre, cuyos ojos estaban entrecerrados para que la luz no golpeara directamente. Era arrolladora la manera en que a lado de él su presencia pasaba desapercibida.  

—Tú también sales bien— el peliverde leyó sus pensamientos e Ichiji lanzo la revista a un lado.

Tal y como se había pronosticado, los medios habían estallado por la noticia. Niji, que era quien siempre tenia un ojo en las redes sociales exclamo gritando que  faltaban quien sabe cuantos tweets mas para volver el anuncio una tendencia en Twitter.

Y cuando las cartas con mensajes como: “¡Enhorabuena!, Para el señor Charlotte, Prospero matrimonio” comenzaron a llegar, Ichiji las arrojo todas en el bote de basura.

Y ante su sensibilidad y su tacto, había tenido que ser la diplomática Reiju quien tuvo que desempeñar la tarea de responder todos los correos haciéndose pasar por él, en los que pedía disculpas a las personas que no habían recibido invitación  (Las cuales, teniendo en cuenta que habían sido supervisadas por únicamente los Charlotte, sorpresivamente gozaban de una tipografía y un diseño clásico y discreto, con una C entrelazada a una V cursiva) alegando que querían manejar el evento con la mayor discreción posible.

Los amigos de su padre y hasta de la misma Linlin deseándole felicidades lo habían hecho apagar el celular y botarlo en un rincón de su habitación. Incluso la gente de su universidad pululaba por los pasillos, abriendo y cerrando las bocas como pescados varados en la costa simplemente para cuchichear, y había visto a Vito desplomarse y llorar de la manera más dramática y ruidosa en que alguna vez había presenciado a alguien hacer, el mayor de los Capone Gang merecía ser acreedor de un Oscar después de la escena.  

Yonji se sentó sobre el edredón, metió desordenadamente sus libros dentro de una caja de cartón, maltratándoles la pasta y las hojas sin percatarse, y después  aseguro con cinta los bordes, apilándola con las últimas que faltaban por recoger.

— ¿Vas a llevarle estas…cosas? — levanto una ceja, sosteniendo dos pequeñas ánforas de porcelana. A lo largo de los años, la colección de antigüedades se había vuelto una de las aficiones del pelirrojo.

Tenía un molino de café francés cuyo metal ya estaba demasiado oxidado, abanicos que habían sido pintados a mano, relojes de bronce, figuras hechas de terracota, cruces de plata pura, cuencos asiáticos y europeos, jarras y demás instrumentos que iban desde la cerámica al oro, para él solo eran fruslerías con olor a viejo, le hecho un ojo a su hermano, no le había pedido a Epony que guardara nada de esto.

—No, tíralas.

Yonji frunció el ceño, aplastando la boca en una línea recta.

— ¿Quieres quedártelas? — Ichiji también frunció el ceño.

Era consiente que las aficiones de Yonji eran demasiado…simplonas, asi decía él.

 — ¡Mierda si! Voy a vendérselas por eBay a quien puje mas por estos feos bebes.

Ichiji suspiro, agarrando una almohada y poniéndola sobre su cara. Escucho a Yonji reírse mientras estimaba un pronóstico para sus futuras ganancias. Entre los brazos de su hermano iba arte a punto de ser desperdiciado, pero ya daba igual.

Cerró los ojos.

Su padre había sugerido que la ceremonia se celebrara en la recepción del hotel de uno de sus socios; salas vintage, vista panorámica de la ciudad, y hasta habitación cinco estrellas para que los novios celebraran la noche de bodas. Pero Linlin insistió en que la celebración se efectuaría en los jardines de la mansión Charlotte.

Tres golpes en su puerta lo hicieron gruñir y una tímida voz susurro:

— ¿Ya puedo llevarme esta maleta? El camión de la mudanza esta esperando afuera, ¿todas las cosas que se transportaran a la casa de su futuro esposo están listas?

—No queda nada aquí— susurro negándose a ver como su habitación se quedaba cada vez más vacía.

Tenia las mejillas sonrosadas y la integridad hecha trizas, y ganas de morderse la lengua hasta arrancarla cuando pensaba en admitir que si, había anhelado el tacto del otro hombre; pero una cosa era su cuerpo y otra su cerebro, además Katakuri no tenia reparo en acorralarlo cada que quería. ¿Por qué se sentía tan mal de haberse aprovechado un poco?

Tal vez, principalmente, porque en realidad no había sido él quien saco provecho, si no, él que se dejo llevar de la manera mas mansa existente.

—Maldición, esta casa es una locura, todos vienen y van, tu padre va a sufrir un colapso en cualquier momento y alguien va a resbalar de las escaleras por tanto cuchitril.

Ichiji levanto una ceja, se incorporo rápidamente y trato de disimular la sorpresa de su cara ante la presencia del hombre que acababa de atravesar su puerta; tendría sesenta y tantos años y un corto cabello rubio del que apenas y asomaban canas plateadas, asi como un largo bigote que solía trenzarse cada noche.

 Había ganado un poco de peso, la barriga bien oculta en el traje de chef lo delataba. Y sus ojos azules parecían más pequeños de lo que podía recordar, asi como las arrugas, que estaban muchísimo más marcadas.

La prótesis que arrastraba hacia un ruido metálico cada que la pierna falsa tocaba el suelo. << ¡El temible pirata pata de palo!>> sus hermanos lo habían llamado asi cuando apenas eran unos críos y el viejo había perdido la pierna por culpa de una infección. Si entrecerraba los ojos todavía podía verlo en la clínica de ortopedia con la extremidad mutilada y los moretones enmarcando su piel cada que la prótesis de plástico era removida.

 Pero a pesar de eso, el anciano era duro y no menos temible.

— Si estas aquí para defender a tu “berenjena”, no he sido yo, ve a la habitación de Niji, aunque dudo que te abra la puerta, suele despertar después de las nueve. Oh, no le digas que he sido yo quien lo delato, culpa a Yonji, es más su estilo.

—Me asegure muy bien de que ese idiota fuera capaz de defenderse por si mismo, si no pregúntale al arándano, tomate estúpido.

El anciano camino hasta él, le arranco las gafas y las puso sobre el buro.

— ¡Oye!

— ¿Cuántas veces te voy a decir que no uses gafas en un lugar cerrado?

 —Mis gafas, mi problema.

Ichiji pestañeo, Zeff arrastro una silla y se sentó sobre ella, cruzando lo brazos contra su pecho, lo estaba viendo fijamente. Muy fijamente. Y transcurrieron segundos de completo y demoledor silencio.

—Entonces debo de suponer que estas aquí por la boda, debes de presentarte de etiqueta mañana o te confundirán con la servidumbre— sonrió retóricamente, pero el rubio seguía igual de imperturbable que antes. —O es que… ¿vas a darme el vestido que uso mi madre en su boda?, no te ofendas pero estoy seguro de que le quedaría mucho mejor a Reiju que a mi. Claro, si es que un día se casa.

—Tranquilo, ya hay suficiente fealdad en el mundo como para ponerte un vestido.

La profundidad en el semblante del rubio hizo que Ichiji desviara la atención y colocara una expresión enajenada;  como si un panal de abejas estuviera zumbándole continuamente en los oídos, pero Zeff dijo su nombre en un suspiro tan largo que el muchacho temió que la vida se le fuera en ello.

El viejo se encorvo ligeramente y se froto las sienes.

 —Nunca pude entender que fue lo que mi hija pudo haber visto en un hombre como tu padre, y no sabes lo mucho que lamento que tres de sus hijos estén volviéndose un espejo suyo. Amargos, materialistas y muy vacios.

—Oh no, escucha abuelo, si vas a comenzar con sentimentalismos y esas cosas yo…

—Ya quisieras idiota— exclamo el anciano en tono cortante, pero después vacilo unos segundos. —Simplemente vengo a decirte que espero que abras los ojos y no te conviertas en la sombra de Judge, ese matrimonio no tiene que realizarse.

Ichiji respondió con un bufido.

—Tu madre hubiera querido que fueras libre de escoger con quien vas a…—

—A mi madre le hubiera importado un carajo— se sobresalto, cansado de que todos se sintieran con el derecho de creerse sus terapeutas. —Para ella solo éramos mascotas a las que con acariciarles el lomo o darles una croqueta bastaba.

—Estas tan equivocado— Zeff se limito a sacudir la cabeza.  Era inútil tratar con alguien que fingía que trataba con sus propios problemas, pero que no lo hacia, nada resolvía. Lamentablemente su nieto era un hoyo negro —Sin embargo no estoy aquí para escuchar como te victimizas y repites el mismo cuento de cómo Sora no te quiso. Abre los ojos, mira al hermano que tanto has rechazado, al menos él trata de esquivar cada puñal que tu padre le lanza y de nadar contracorriente.

—Dijiste que no estabas aquí por él.

—Estoy aquí por ti— Zeff frunció el ceño. —Solo para decirte que eres libre de vivir la vida que tú elijas.

—Prefiero escuchar tus felicitaciones mañana— Ichiji sonrió metódicamente.

—No iré— contesto su abuelo incorporándose lentamente. —Prefiero ver como los Yankees le patean el trasero a los Boston Red Sox antes que participar en ese show.

Zeff cojeo hasta la puerta e Ichiji miro a la nada, escucho al rubio llenar sus pulmones de aire antes de recargar la mano sobre la perilla.  —Realmente no entiendo como quieres vivir tu vida, quieres destruirte, me parece perfecto, solo abandona el cascaron, sufre, llora, odia y grita, pero siente algo. Lo que sea.

 

 (…)

Los ojos de Sanji escudriñaron atentamente a la cajera, quien se había reído cuando las enormes uñas postizas de Nami,  pintadas de rosa mate y adornadas con unos cuantos brillantes le rasguñaron accidentalmente el brazo al entregarle la tarjeta de crédito.

Conis, como el nombre de su gafete indicaba que se llamaba, deslizo la tarjeta por el datafono y su simpática sonrisa se borro unos segundos después, los suficientes para que el cerebro de Sanji conectara sus engranajes y activara la alarma de peligro.

—Por favor deme unos minutos señorita, tengo que hablar un momento con mi supervisora— ella dijo agarrando  una de las camisetas que su amiga había colocado sobre la barra.

— Nami…—Sanji señalo la salida con el mentón y la pelinaranja hizo un ademan con la mano indicándole que mantuviera la calma.

—Por supuesto que si linda— respondió Nami, dedicándole una sonrisa radiante mientras aplastaba el bolso  imitación de Louis Vuitton que había regateado en Internet contra su pecho.

Sanji suspiro y deposito lentamente las bolsas de la chica en el suelo, estiro los brazos y su expresión se volvió pensativa.

— ¿Por qué no te pegas un cartel en la cara que diga: “Hice algo malo” para ser mas obvio? —Nami musito entre dientes, enredando un mechón de cabello en su dedo.

—Lo siento, estaba elaborando lo que diré cuando nos sometan a juicio porque cambiaste las etiquetas de esas prendas de ropa por otras mas baratas. —se quedo quieto unos segundos. —Aunque al menos estaremos juntos. ¡Adoro tu presencia!

Un hombre de seguridad camino frente a ellos y Sanji sintió como se le erizaba la piel. Nami se pego a él y le planto dos sonoros besos en cada mejilla para disimular, cuando el hombre se fue, ella levanto una ceja y asomo la cabeza por el aparador, pero no había rastro de Conis, asi que refunfuño, y cuando giro la cabeza hacia el estante de su costado se encontró con un articulo de revista que llamo su atención.

— ¿Por qué nunca mencionaste que tu hermano estaba saliendo con un Charlotte?

—Lo olvide— Sanji se encogió de hombros y capto la mirada inquisitiva de la señorita de cabello naranja, ella era una de las personas mas audaces e intuitivas que él conocía. Y tampoco tenía una pisca de tonta. —Se lo que estas pensando y bueno, si, en efecto mi padre lo entrego a cambio de dos cerdos y una vaca, ¿de acuerdo?

La chica se quedo callada a causa del mal chiste. —Soy una devota creyente del karma, pero incluso aunque Ichiji no sea la mejor persona, eso es muy insensible.

—Lo se— Sanji carraspeo incomodo, todavía sin poder mentalizarse muy bien sobre la sugerente imagen que había presenciado entre su hermano y Katakuri.

Él honestamente no sabía que se traían entre manos, pero había sentido la desesperación con la que estaban unidos, y él sabia en primera persona las consecuencias de actuar antes de pensar y lo mucho que dolía aceptar cuando las cosas se quebraban. La ansiedad que venia al cuerpo cuando no sabias que era lo que habías hecho mal. Se rio secamente, aun revisaba el celular esperando mensajes que no iban a llegar.   

—Él nunca se preocupo por ti, no le des muchas vueltas.

—Eso también lo se.

—Uh, olvídalo, claro que si se preocupaba por algo, como de asegurarse de que Niji no te dejara moretones visibles para que mami no los dejara sin postre en la cena.

— ¿Podemos dejar de hablar de mi familia? — el rubio pidió cortésmente; suficiente tenia con que mañana fuera el día de la boda, la peli naranja asintió y se puso alerta cuando la dependienta regreso.

¿Podrían acompañarme adentro, por favor?,  Lo que acaban de hacer se considera estafa en grado de tentativa, pueden tomar asiento mientras discutimos su situación…

¡Oh! Vaya, el importe de los artículos entra en la clasificación de delito. ¿Saben que podrían enfrentar meses o incluso años de prisión, cierto?... ¿Hay alguien a quien quieran llamar?

Sanji, Sanji, ¿Al menos terminaste el primer semestre de derecho?

Trago saliva, formando una película casera en su cabeza en la que Nami y Conis sobreactuaban y hacían ademanes excesivos.  Antes de que pudiera contestar que no, Nami movió la cabeza de un lado a otro, agitando la melena.

—Oh no Conis, no es necesario. — le hablo como si fueran amigas de toda la vida.

—Pero esta rasgada— la rubia señalo una de las costuras de la prenda. —Iré a buscarte otra similar.

Los ojos de Nami se abrieron excesivamente, si Conis hacia eso inmediatamente se daría cuenta de que algo no andaba bien y deduciría que nada era casualidad cuando rectificara la demás ropa, actuando más que nada por reflejo, Sanji puso la mano sobre la de la dependienta haciéndola pegar un grito por lo inesperado del acto.

 —No es necesario señorita, no es nada que una aguja e hilo no puedan arreglar. Yo puedo encargarme en cuanto lleguemos a casa— le regalo una sonrisa y una mirada galante.

—No debo vender nada en mal estado— Conis se disculpo.

Sanji entrecerró los ojos y olfateo el aire.

— ¿Qué es ese olor tan delicioso? —  sujeto su brazo delicadamente, apenas y pegando la punta de su nariz en su piel. —Si no es muy atrevido de mi parte, ¿puedo preguntarte que perfume usas?

 Sus ojos centellaron soñadoramente, pero hizo una mueca adolorida cuando las garras de Nami se enterraron en su oreja y lo alejaron bruscamente.

— ¡Uau!

— ¡Cerdo infeliz! — ladro Nami agitando su extremidad mientras él lloriqueaba, Conis llevo las manos a su boca callando un pequeño grito y balbuceo nerviosamente.

—Lo siento, lo siento, lo siento mi cielo.

— ¡Siempre es lo mismo contigo! ¿No te ha bastado con regalártele a mi abuela?

 —Cariño, yo solamente sugerí subir su silla de ruedas a la camioneta— Escucho risas detrás de ellos y sus mejillas se tiñeron de un intenso rojo.

— ¿Me crees tan tonta como para tragarme dos veces la misma mentira? Cuando mi tía se quedo dos semanas con nosotros no dejabas de repetir: “Señora Kokoro, señora Kokoro, ¿se le ofrece esto, se le ofrece aquello?

— ¡Le acababan de extirpar la vesícula!

— ¡No hay excusa!

—Ayúdame…— susurro enfurruñado, mirándola con ojos de bambi, Conis metió rápidamente el suéter dentro de una bolsa y le extendió el brazo con fuerza, él la acepto y Nami le cogió la mano, arrastrándolo afuera de la tienda antes de que alguien la denunciara por agresión.

Una vez lejos, los dos suspiraron con fuerza, poniendo las manos sobre sus pechos tratando de regular sus respiraciones.

—Estuvo cerca— Nami sonrió entre jadeos, sacando de una de las bolsas un vestido celeste con corte imperio y mangas largas que cortaban hasta las muñecas.

— ¿Qué opinas?

—Es bonito, pero no es tu estilo— era demasiado inocente para lo que su amiga estaba acostumbrada.

—Claro que no es para mí, es para Vivi— dijo con orgullo y Sanji sonrió.

Ah, era verdad, él y Nami habían salido cuando solo estaban en secundaria. En ese entonces ella era ligeramente mas alta que él y los cabellos apenas y le hacían cosquillas a sus hombros.

Habían sido dos meses divertidos de tomarse las manos sudadas por los nervios y respirar en bolsas de aire cada que sus rodillas se rosaban levemente en los asientos del cine. Sin embargo cuando una guapísima chica de melena azulada que caía como cascada por su espalda y gigantescos ojos color caoba junto a su alto y bronceado medio hermano Kohza arribaron en la ciudad, ambos con una etiqueta en sus frentes que decía: “Perfectamente hechos en El Cairo”, fue demasiado claro para ambos que estaban jugando en el equipo equivocado.

—Se vera hermosa.

—Mas que hermosa.

Sanji se hecho a reír y grito cuando la peli naranja le estampo un puñetazo en el hombro y le pregunto con un refinado tono de que mierda se reía.

—Es solo que mírate, besas el suelo por el que ella pasa— miro los ojos de Nami ensancharse. —No, no lo tomes a mal, es solo que me parce genial que estés así.

— ¿Todo va bien, Sanji?

—Perfecto— mintió estampando la mirada en la multitud de gente que caminaba frente a ellos. Completamente ajenos, completamente entregados a sus propias vidas. —Es solo que mi cabeza últimamente esta vagando en otro lugar.

Nami lo observo y por un momento Sanji se sintió sofocado y demasiado perdido.

Quería reparar a Zoro.

—Y odio tanto eso.

 

 

 


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