La gente caminaba sin que se enteracen de su alrededor. Estaban demasiado ocupados en sus vidas que no se habían dado cuenta del hombre que dormía la fuente de la plaza central, la plaza que se encontraba justo en frente de la catedral.
No parecía haber nada raro en ese hombre excepto su vestimenta: vestía unos pantalones parecidos a los de un pijama, de un color rojizo, una camisa térmica con las mangas largas y de color blanco. Su cabello negro estaba un poco largo y estaba alborotado, pero sobre todo tenía una pequeña barba, como si hubiera pasado 3 días sin afeitarse.
Dormía plácidamente a pesar del ajetreo del lugar, no por nada se ubicaba en una de las zonas más trascurridas de la ciudad. Los autos avanzaban a gran velocidad a escazos 10 metros de donde dormía el hombre. Todo normal a primera vista.
No fue hasta que un niño se acercó al hombre, acompañado de su madre. Ambos veían incrédulos la escena.
El hombre estaba dormido sobre el agua.
Esto fue confirmado por la mujer, quien tocó el líquido debajo del sujeto, esperando quizas tocar un cristal o una plataforma que lo estuviera sosteniendo, pero era simple agua.
El hombre dormía en posición fetal, usando sus manos como almohada. Horrorisada, la mujer tomó a su hijo y se acercó a un oficial de policía que fungía como oficial de transito en la calle principal.
La mujer interrogó al oficial sobre el hombre. Éste le dijo que dicho individuo estaba ahí desde que inició su turno, lo que espantó aún más a la mujer. Puso al tanto de la situación al oficial, quien creyó que era una broma.
El policía hizo el mismo esperimento que la mujer, palpando el agua debajo del extraño hombre, igualmente se sorpendió por el descubrimiento. Ese hombre estaba flotando sobre el agua. El hombre soltaba ocacionalmente unos ligeros ronquidos, confirmando el hecho de que estaba dormido.
El oficial pidió refuerzos y despertó al hombre, moviéndolo con delicadeza. Este acto duró un par de repeticiones hasta que el extraño individuo despertó, bastante extrañado. Una pequeña multitud se había reunido alrededor de la fuente, estupefactos.
-¿Qué pasa oficial...?-preguntó cínicamente el hombre, quien se sentó con las piernas cruzadas, aún encima del agua causando el murmuro de los presentes.
La multitud constaba de, por lo menos, 40 personas.
El policía no supo decir exactamente cual era el problema. El individuo estaba claramente alcoholizado. Tallaba sus ojos, intentando ver mejor.
-Bueno, señor...-su voz estaba tartamudeando, y aclaro su garganta en más de una ocasión.- Bueno, usted está... estaba dormido sobre el agua y bueno yo... no sé...
-Hacía calor en la noche, por lo que decidí dormir en un lugar fresco. El agua de esta fuente me pareció el lugar indicado.
-¿Enserio...?-el oficial contuvo la risa. Ese comentario cínico le pereció divertido.- bueno quizás tenga razón pero está prohibido dormir en lugares públicos.
-Sí, sí... está bien. Me levantaré ahora mismo...-Dicho esto, salió de la fuente completamente seco, como si no hubiera estado nunca en el agua.- Permítame hacer mi cama, un momento...
Lo que sucedió dejó fríos a todos los que lo veían. Posó sus manos sobre el agua y las movió, como si estuviera extendiendo una sábana, congelando toda el agua de la fuente.
Nadie fue capaz de hablar.
-¿Qué? ¿Ahora que hice? El agua no puede tener bordes ni relieves.-
Hizo una reverencia, demostrando que era un acto de aparente magia, recibiendo coml recompenzalos aplausos de todos.
- Gracias, gracias a todos. Mi nombre es Howard y soy un artista...-fue interrumpido por un bostezo.-y bueno, hoy quiero presentarles mis habilidades, para poder ganarme el pan del dia de hoy... como primera muesta, origami el arte de doblar papel...
Aremangó su camisa e hizo unos movimientos con sus manos, como si estuviera desdoblando una hoja. Tras unos segundos, dejó ver una hoja blanca perfecta; sin ninguna clase de imperfección.
-Ahora, voy a hacer un ave de papel... primero que nada debemos doblar la hoja asi, y luego asi, esta parte la doblamos así...-
La gente comenzó a perder el interés. Se comenzaron a retirar pero en eso, la hoja cortó la mano de Howard, produciendo que el ave blanca se tornara de un color carmesí. Al momento de sufrir la herida, soltó al animal de papel que estaba casí hecho por completo y maldijo...
-¡Santa Mierda! Estúpido pájaro...-al instante, lo piso, provicando que el poco público que conservaba intercambiara miradas los unos con los otros...-discúlpenme, esto a veces pasa pero no se preocupen... aún puedo arreglarlo, ¿verdad, amiguito?
Miró hacia el piso, levantando su pie y dejando ver a un ave roja completamente viva.
-Este amiguito es un "Cardenal Norteño" macho pero parece que no puede volar... quizás por que no terminé de hacer su ala izquierda... lo siento mucho amigo.- las personas que se habían ido regresaron y vieron con incredulidad el acto de Howard, obsequiándole unos aplausos que resonaron por toda la plaza.- Creo que podemos hacer algo por él... oye niño, si tú el de la cara triste... ven hacia aquí.-Ordenó.
El niño era un pequeño de cabello castaño oscuro y cara pálida, no debía tener ni 10 años.Howard cubrió al cardenal con su mano dejando sólo un espacio para que éste respirara.
-Sopla por la avertura y cura a la avesilla.-Pidió con amabilidad.
-¿Para qué...? Es obvio que el pájaro ese puede volar y está entrenado para que, cuando sople, lo liberes demostrando que lo curaste, supuestamente.
-Eres demasiado joven para estar así de malhurado. Te propongo algo, si soplas y no ocurre nada extraordinario te invitaré un helado, pero si yo te sorprendo me darás...-pensó por un momento, como si estuviera intentando adivinar algo.-me darás el dólar, 60 centavos que tienes en tu bolsillo. ¿Trato...?
Sintiéndose victorioso, el pequeño sopló dentro de la mano del hombre, produciendo una pequeña sonrisa en él.
-Alguien de los presentes, mencione un ave... la que sea.
El oficial de policia, emocionado gritó casi al instante "un águila calva".
Howard dudó un momento y después asintió con resignación...
-un águila calva... ¡Será...-abrió sus manos liberando a una majestuosa águila calva que surcó los cielos hasta perderse en el horizonte.-¡Heme aquí...! Hizo una reverencia extendiendo su mano en dirección al pequeño castaño, cuya mandíbula estaba a punto de caer al suelo, justo igual a la de todos los presentes.
-¿Cómo...? ¿Cómo lo hizo...?-preguntó el menor.
-Milagro, pequeño, ahora págame...-solicitó, miestras su público aplaudía.