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Papá por Diario de un chico Bisexual

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Notas del fanfic:

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"Papá:

No sé exactamente cómo hacer esto, pero sé que nunca lo vas a leer. ¿Por qué? Sencillamente porque nunca te ha gustado leer, y porque me odias. Me recuerdas, ¿verdad?

Soy el liendroso que siempre te pedía un abrazo, cuando tenía 4 años pero que siempre me dijiste que no; qué estabas demasiado ocupado viendo el partido de futbol y que mejor fuera a molestar a mamá... te pido que lo recuerdes, por favor.

Si no recuerdas eso, quizás esto te suene más familiar: las veces que me orinaba en la cama y no dudabas en ningún momento en molestarte por eso, a pesar de que tú nunca lavaste las sábanas ni mucho menos mi ropa.

Recuerdo las veces que me gritabas sin ninguna razón aparente, pero lo más seguro es que tú no recuerdes nada de eso porque nunca fui lo suficientemente importante.

¿Recuerdas las peleas con mamá por el hecho de que no tenías empleo...? A mí no me molestaba que estuvieras desempleado y que fueras amo de casa, o por lo menos en un principio... después se volvió un infierno verte todo el día en la casa, sabiendo que no importaba que hiciera, siempre ibas a encontrar una razón para enojarte conmigo. Por eso me encerraba en la habitación de la abuela.

No todo era malo. 

Viene a mi memoria las veces que salías al patio para fumar y limpiabas los zapatos de mi hermana y los míos también, para que asistiéramos al colegio la mañana siguiente.

Yo me sentaba en la mesa de piedra que había ahí y tú en el piso. Me contabas anécdotas que lamentablemente no puedo recordar, pero sé que eran divertidas y me hacían feliz. 

Odiaba el olor al cigarro, pero era el único momento del día que hablabas conmigo sin que estuvieras enojado conmigo.

Después de varios años, te fuiste de la casa cansado de los reproches de mamá. Y aún cuando me trataste como basura, siempre quise que regresaras. 

Pensé que era una mala racha que los adultos pasaban y que después de un tiempo, todo estaría bien en casa y seríamos una familia... pero nunca lo fuimos.

Ese día fue la primera y última vez que me abrazaste sin que te lo pidiera, o sin que mi mamá te obligara a hacerlo. ¿Recuerdas que yo sólo tenía derecho a abrazarte en días importantes?

Sí. Sólo podía abrazarte el Día del padre, en mi cumpleaños y en Navidad. Los demás días estaba prohibido, al menos que mamá te lo ordenara.

El día que te fuiste fue la única vez que lo hiciste sin que nadie te lo pidiera, pero estaba demasiado triste por la discusión que los adultos tuvieron ese día que ni lo valoré. Si te interesa mi opinión: no me gustó ese abrazo.

Y tampoco me gustó lo que dijiste a continuación: ...te quiero hijo. Volveré para verte. 

Sólo lo dijiste para aparentar ser un buen padre frente a mamá. No lo sentí sincero. No te creí... y sigo sin hacerlo.

Tuve razón. No volviste.

Durante los festivales del Día del padre, me sentía menos que todos los demás niños.

Los padres de ellos estaban ahí, incluso cuando se habían divorciado de sus madres. 

Nunca estuviste. 

Todas las baratijas que me obligaban a hacer para regalárselas a mi papá las terminaba tirando en la basura, dónde pertenecían.

Crecí. Y mis compañeros de escuela también, pero hubo una cosa que no cambiaba: la presencia de sus padres en días importantes.

Me preguntaban por ti. Sólo decía que no sabía dónde estabas, que quizás estabas demasiado ocupado con el trabajo o te habías quedado dormido.

Era mejor que decirles la verdad; que te habías olvidado de mí, como era predecible.

Te odie. 

A partir de los 10 años comencé a decir que moriste en un horrible y muy trágico accidente de carretera. Pero yo sabía que no era verdad, aunque en verdad deseaba que fuera así.

Te odio.

Mi madre me dijo que no debía desearle la muerte a nadie, pero ¿qué sabrá ella?

Aunque me muera, no sé mentir. Todo se acabo. 

Si te vuelvo a ver, quiero que sepas que nunca te voy a volver a sonreír.

Me han recomendado que te perdone, pero sinceramente no me interesa hacerlo. 

Sé que te he preguntado mucho esto a lo largo de esta carta pero, ¿recuerdas lo que le respondías a mamá cada vez que te decía que me abrazaras?

Si no lo recuerdas te lo diré: ¿qué ganaría yo por abrazarlo?

Ahora yo te pregunto lo mismo: ¿Qué ganaría yo perdonándote?

Exacto. Nada. El amor no se debe condicionar, y tampoco el perdón; es por eso que tú nunca me dijiste que me querías y es por eso que yo nunca te voy a perdonar.

Quiero decir, ¿dónde estabas cuándo me gradué del instituto? ¿dónde estabas cuándo terminé la secundaria?

Había noches que sentía desesperación, que necesitaba el consejo de un padre pero tú nunca estuviste... porque no volviste.

No tengo nada más que decir. Espero no me mientas diciendo que fuiste un buen padre y que yo te estoy difamando, porque si crees eso; si crees que yo estoy engañado y que todo lo que pasó fue completamente diferente a tu favor, sinceramente, jódete.

Ojalá pudiera creerte pero ya me has mentido antes. Espero no necesites de mí, porque yo no estaré para ti, aunque me tenga que condenar en el infierno, ahí te veré y te diré personalmente lo que pienso sobre ti... hasta entonces, sigue manteniendo tu distancia.

-Tu hijo.


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