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Colores complementarios por Musa Lockheart

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Notas del capitulo:

Notas de Musita:

 

Bueno, mucho, muchísimo tiempo sin actualizar. He tenido una enorme crisis de creatividad y más aún con el SasuNaru. Pero bueno, parece ser que las musas del yaoi han regresado a mí y he aprovechado el momento para seguir Colores Complementarios e Irrealidad, que actualizaré en breve. Sé que es mucho tiempo sin escribir, pero bueno, yo siempre he querido terminar esta historia, así que aquí esta para el paciente y pobre lector que quiera leerla, aún con mi falta de disciplina.

 

Un beso!!

Capítulo 7

 

 

 

Me estiro en la cama, mirando al techo. Hace ya bastante rato que no me siento persona, además de lo muchísimo que me duele el estómago. No he comido nada, no he podido estudiar para ese estúpido examen del renacimiento, y realmente, me da igual si lo apruebo o no. Lo único que no puedo entender…es que se haya liado con esa idiota.

 

Podría aceptar que decidiera salir con una chica amable, guapa e interesante. Pero no con ella. Me pondría triste, pero me alegraría por él.

 

¿Por qué ella y no yo? ¿Será por mis botines azules?

 

Sé que por ser chica me lleva ventaja, pero lo que le falta entre las piernas también le falta en el cerebro. No entiendo a qué juega Sasuke, o si es verdad que todos los tíos pensamos con lo que pensamos, ya nos guste la carne o el pescado.

 

Pero Sakura es caer muy bajo, Sasuke…por más que le doy vueltas…

 

…no logro entenderlo.

 

 

 

.o.O.o.O.o.O.o.

 

 

 

Llegué aquella mañana al instituto tratando de pasar desapercibido, como siempre había hecho. Pero por algún motivo, la atención constante que había sobre mi torpe persona, había desaparecido.

 

Para centrarse en la de esa cabeza hueca de Sakura y su triunfo sobre aquello que ninguna fémina había logrado antes: Sasuke Uchiha.

 

Se pavoneaba por los pasillos como una reina, soltando estupideces y repitiendo una y mil veces “Sasuke-kuuun esto”, “Sasuke-kuuuun lo otro”…Nunca había sentido tantas ganas de matar a alguien en toda mi vida. Pero había algo que me dolía aún más, y era que el tan nombrado “Sasuke-kuuun” se escondía como una sabandija y evitaba mi presencia. Por mucho que había tratado de preguntarle qué demonios se le había pasado por la cabeza al liarse con semejante inútil, siempre salía huyendo. Y yo, sinceramente…ya no tenía fuerzas para perseguirle.

 

-¡Naruto-kun!

 

Y ahí viene el tipo raro que no es el hijo de Itachi y me ha visto vomitar hasta las tripas.

 

-Hola, ¿cómo tú por aquí?

 

-Pareces más entero hoy.

 

-Sí, bueno, qué remedio –me encojo de hombros.

 

-Sasuke me ha dicho que te entregue este sobre. Es tu sueldo por haberle ayudado.

 

-¡Pero será cobarde! Podría venir a dármelo personalmente…

 

-Iba a hacerlo, pero le dije que sería mejor que yo te lo diera.

 

Le fulminé con la mirada, después le agarré de la camiseta y finalmente le mire de la forma más fiera que una persona hundida puede ofrecer: cara de desesperación.

 

-Pero…¿¡por qué hiciste eso..!?

 

-Naruto…-Sai sonrío “a su manera” de nuevo- deberías reflexionar tranquilamente y calmarte antes de enfrentar a Sasuke. Quizás podrías decir algo de lo que te arrepientas. Puede que Sasuke esté haciendo esto por alguna buena razón.

 

Respiré hondo y le solté, sentándome en un banco del pasillo y echándome las manos a la cabeza.

 

-Es que…por más vueltas que le doy…-se me vino a la cabeza el pique de Sasuke cuando su hermano Itachi me tiró los tochos- yo había…había pensado como un idiota que…

 

-Alto, basta de lamentaciones. Ahora lo que tienes que hacer, es confiar en mí y en su hermano para que te ayudemos a conseguir que Sasuke acepte sus sentimientos por tí.

 

-Te estás perdiendo, chaval –le miré indignado- ha quedado claro que “eso” no existe.

 

 -Pero…Naruto…-se acercó peligrosamente a mi oreja izquierda- ¿no crees que Sasukito se pondría muy celoso si te viera coquetear con otros, igual que con Itachi…?

 

-No…no creo que eso funcione…-traté de disimular la emoción que me suponía el imaginar a un Sasuke celoso arrodillado ante mí y pidiendo clemencia- …pero por intentarlo…-miré hacia otro lado.

 

-Genial, pues entonces, empecemos a diseñar el plan en seguida –dijo, frotándose las manos complacido.

 

 

.o.O.o.O.o.O.o.

 

 

-Bueno, queridos alumnos…hoy dedicaremos la clase a hablar sobre el viaje que estábamos planeando.

 

-Querrá decir los quince minutos que nos quedan…-oí decir a Ino entre dientes.

 

-Como el presupuesto del instituto no es demasiado bueno, hemos decidido que, en vez de viajar hasta algún lugar recóndito, desconocido y terriblemente bello, vamos a hacer una escapadita más normal en un camping baratillo de los alrededores llamado “Paraíso”.

 

Se escuchó un murmullo general de desaprobación, pero en mi interior sentí un gran alivio. Seguro que con el dinero que había ganado trabajando con Sasuke y llevando la comida ya hecha, podría permitírmelo. Aunque…ahora que lo pensaba…no sabía muy bien si me hacía tanta ilusión como en un principio.

 

-Así que id preparando vuestros macutos, tiendas de campaña y sacos de dormir porque nos vamos el viernes. Quiero mañana mismo la autorización firmada de vuestros padres o tutores, ¿entendido? Y preparad la tienda de campaña y todo lo necesario con vuestros compañeros por orden de lista, en parejas.

 

Todos respondimos: “si…” con el mismo ánimo que tienen unos borreguitos en el matadero. La verdad es que la idea de ir al camping con Sasuke ahora se me hacía un infierno. Seguro que estaría todo el día con “esa” dándose el lote por ahí y por allá…No, mejor no pensar en cosas tan horribles. Estaba decidido, le diría a Kakashi-sensei que no iría al camping y punto.

 

Además, ¿por qué ir a un estúpido lugar con nombre de motel de carretera? De tan solo imaginarme lo cutre que será ya me entran escalofríos.

 

-Naruto.

 

La voz ronca y seria que escucho justo en medio de mis pensamientos hace que pegue un bote en mi sitio. Giro la cabeza lentamente para asegurarme de que, quien me habla, es realmente Sasuke.

 

-¿Qué?

 

Dios mío, ha tenido que sonar como un enorme misil cargado con todo mi desprecio, porque se ha puesto más pálido de lo que ya es. Trato de relajar un poco mi cara, pero, ¿qué quieres, después de semejante disgusto que me estás dando?

 

-La tienda de campaña, la llevo yo.

 

Me quedo a cuadros y le observo dar media vuelta y largarse.

 

¿Tienda de campaña…?

 

¡Un momento! Sasuke y yo…¡¡somos compañeros por orden de lista!!!!!...voy a dormir con…

 

Ey! Para el carro, conquistador. ¿Tú no estabas enfadado con Sasuke?¿Recuerdas que tiene un odioso problema de pelo rosa siguiéndole por los pasillos? El caso es que…si Sasuke duerme conmigo…no compartirá tienda con Sakura. Quizás deba replantearme eso de ir al camping. Además, Sai dijo algo sobre sabotaje, celos y destrucción…Bueno, quizás no dijo exactamente todo eso, pero…¿qué mejor oportunidad que un precioso entorno natural con un bonito nombre?

 

Con una sonrisa de idiota en la cara, comienzo a recoger mis cosas. Está bien, Basura-chan: esto, definitivamente, es la guerra.

 

 

oOoOoOoOo

 

 

-Bueno, a ver que has pensado –expreso algo contrariado leyendo la hoja que me ha tendido Sai- durante lo que queda de semana, tú y yo vamos a flirtear por los pasillos.  Seré amable con Sasuke y le diré lo buena pareja que hace con Sakura…-esto me va gustando menos- Entonces, cuando llegue el día del camping, nos iremos a un apartado pero visible lugar y entonces…¿¡me meterás la lengua hasta la campanilla!?

 

-Exacto –responde con gesto amable y sonriente- sigue leyendo.

 

Aún no muy convencido, sigo ojeando el papel mientras me voy poniendo cada vez de un color más granate.

 

-No sé, le veo algunas lagunas a este plan…-frunzo el ceño- para que piensen que nos lo hemos montado en tu tienda no creo que sea necesario hacerlo de verdad –aseguro.

 

-El realismo, Naruto, el realismo…

 

Iba a objetar algo cuando, de repente, comenzó a sonar “I want to break free” desde mi bolsillo. Mierda, ¿no resulta un poco evidente? Pero, como nunca me llama nadie, había olvidado qué música le tenía puesta al cacharro que hago llamar móvil. De hecho, me extraña que la policía no me lo haya confiscado por la calle como arma contundente.

 

Miro la pantalla y me pongo pálido.

 

-¿Me está llamando Sasuke?...-murmuro en voz alta.

 

-Eso parece –sonríe complacido- ¿no vas a contestarle?

 

-Y…¿qué le digo? -miro a Sai aterrorizado.

 

-Pon en marcha el plan. Sé amable.

 

Le hago un gesto afirmativo con la cabeza y descuelgo.

 

-Ah…um…¿h-hola?

 

-Hola, dobe.

 

-¿Q-querías algo, idiota? –Sai me mira sin comprender, y le hago un gesto para avisarle de que normalmente nos insultamos, pero creo que no lo entiende del todo.

 

-Necesito hablar contigo. ¿Dónde estás?

 

-Eh, pu-pues… -miro a Sai- estaba charlando un rato con Sai, hemos quedado para dar una vuelta y…

 

-¿Con Sai…? –pregunta sorprendido- bueno, de todas formas, no importa. Mañana en el instituto, a primera hora, en el gimnasio. Si no vas, te mataré, usuratonkachi.

 

-¿Cómo que-…?...uh…¿me ha colgado? –miro el movil, algo pasmado.

 

-¿Qué te ha dicho? –pregunta interesado mi “cita”.

 

Me encojo de hombros y miro el móvil.

 

-Hemos quedado para “hablar” mañana…-le miro a él entonces-…o algo así.

 

-Estupendo, estupendo.

 

-Dime una cosa…

 

-Hn? –me mira interesado.

 

-¿De verdad tengo que decirle que hace buena pareja con Sakura? –pongo mi más ensayada cara de desolación.

 

Y, en vez de enternecerse, va el tío y se ríe. De verdad, si no fuera porque estoy acostumbrado a mi cruel destino, pensaría que los Uchiha están conspirando para acabar con mi salud mental.

 

 

oOoOoOoOo

 

 

Dudo mucho que estuviera esperando delante del gimnasio con el moquete congelado y estudiando la caída de las hojas si no fuera porque espero con grandes esperanzas que Sasuke se presente con su ropa de deporte. Pero, sinceramente, morir congelado aquí fuera no entra dentro de mis planes de conquista.

 

Con las rodillas temblando bajo el chándal, giro el pomo de la puerta del gimnasio por si acaso está abierto. Con un ligero “clic”, cede sin problemas. Agradecido, entro y la cierro tras de mí. No hay nadie, supongo que aún es temprano para que llegue la primera clase. Me pongo a dar vueltas, esperando impaciente a que Sasuke aparezca, pero, para mi desconsuelo, los minutos pasan y mis nervios se disparan.

 

De repente, una revelación blanca y cuadrada se cruza en mi campo de visión. Una sonrisa maquiavélica se manifiesta en mis labios sin proponérmelo. Siempre había querido dibujar en esa pizarra donde el profesor de gimnasia explicaba los ejercicios…mientras nadie me viera, no pasaba nada…¿no?

 

Un momento, reflexiona, éste es el tipo de situaciones en las que acabo poniéndome en evidencia. No, no, no…pero…

 

¿Qué puede pasar por…pintar un poquito?

 

El demonio Naruto atraviesa al ángel con su tridente mientras yo me precipito convencido hacia la pizarra. Busco con la mirada los rotuladores y, por fin, encuentro uno encima de la mesa que está justo al lado. ¿Qué podría dibujar?

 

Se me escapa una risilla mientras tapo mi boca con la mano.

 

Divertido, le quito el capuchón y comienzo a dibujar un “esquemático” Sasuke rodeado de corazoncitos. Sí, lo sé, soy peor que una quinceañera en un concierto de Gackt, pero, ¿quién se va a enterar?

 

Estaba escribiendo con gran tesón “El gran Uzumaki Naruto dominará el mundo”,  cuando al escribir Uzumaki, el rotulador se me resbaló dejando una gruesa línea por toda la pizarra.

 

Bueno, quizás era el momento de dejar los rotuladores en paz. Pronto tocaría la campana y no sería muy agradable que me vieran dibujar moñadas semejantes. Agarré pues el borrador, y lo pasé con vehemencia sobre la superficie blanca.

 

Me quedé algo perplejo, volviendo a pasarlo por encima de lo escrito, pero nada. Por mucho que lo intentaba, aquel rotulador estaba tan claramente arraigado a la pizarra como yo a mi creciente histeria.

 

Tembloroso, examiné el rotulador en mis manos. En el texto pequeño, se leía claramente: indeleble.

 

La palabra baila en mi mente y se pasea de un lado a otro mientras trato de asimilarla. No puede ser, no me está pasando esto. ¿Qué clase de animal dejaría un rotulador de tinta indeleble cerca de una pizarra de éste tipo? Probablemente uno que no espera que algún alumno toque algo que no debe. Sí, puede ser.

 

Ahora sí que la he liado y bien.

 

Con el poco sentido común que me queda, comienzo a tachar mi nombre con el rotulador como un poseso. Oigo las alegres voces del curso que tiene gimnasia a primera hora y corro como alma que lleva al diablo, tirando al suelo el arma del delito en el proceso.

 

Escondido como un ladrón en los vestuarios, consigo pasar desapercibido hacia la puerta trasera del gimnasio. De ésta me he librado por los pelos, mejor me largo antes de que contemplen la obra de éste genio creador. Además, si no recuerdo mal, Sasuke me estará esperando en la puerta delantera del gimnasio.

 

Con el corazón ahora más acelerado todavía, me asomo por detrás de la pared, con cuidado, para ver si está allí, pero no hay nadie aún.

 

-Ah…Sasuke, idiota.

 

-¿Sí?

 

Doy el mayor salto de mi vida y me vuelvo hacia atrás, observando al propietario de la voz. Sexy, arrebatador y con calzonas negras, me sonríe con cierta superioridad mientras deja la mochila en el suelo.

 

-¿Se puede saber por qué huías como una rata por la puerta trasera?

 

-Yo…-mierda, ¿me ha visto salir?¿desde dónde?-…¡no huía!

 

-Ah, ¿qué hacías entonces?- contraataca mientras se agacha para anudar más fuertes los cordones de sus zapatillas.

 

Salvar el poco orgullo que me queda de una muerte casi segura.

 

-Simplemente quería salir por allí. Tenía curiosidad.

 

-Bueno…-se levanta- entonces supongo que no te importa que entremos un momento a dejar mis cosas en la taquilla del vestuario, ¿verdad?

 

Es el demonio. Estoy convencido de que veo algunas llamas rodeándole por todas partes mientras me sonríe.

 

-¿Pero, por qué dejarlas ahora? No tenemos clase de educación física hasta la cuarta hora. Vamos, Sasuke, ¡suelta lo que tengas que decir, no tengo todo el día!- un oportuno y salvador cambio de tema. Lo que hace la voz de la experiencia.

 

De repente se pone algo más serio. Me indica uno de los bancos que hay cerca del patio y le acompaño, obediente y sumiso. Se sienta en él, y yo hago lo propio, a su lado. Silencio durante algunos minutos, en los que observo con atención el suelo de cemento.

 

-¿Tú y Sai os habéis vuelto amigos, de repente?

 

Le observo durante unos segundos algo perplejo, para después aclararme la garganta y responderle.

 

-Bueno, tenemos bastante en común.

 

-Sí, es cierto. Olvidaba que os va el mismo rollo.

 

Aquello no sé si iba a matar, pero desde luego me ha molestado el tono en que lo ha dicho.

 

-Ah, es cierto. Olvidaba que tu “rollo” ahora es de color rosa.

 

Touché. La cara de Sasuke es todo un poema ahora.

 

-¿Estás enfadado conmigo?- pregunta.

 

-No. ¿Por qué habría de estarlo?

 

-No sé…-parece dudar- da igual. Lo que quería decirte, es si te molesta que yo…bueno, sé que tú odias a Sakura.

 

-Erm…- ¿qué es esa mirada preocupada que me dirige?- bueno, no me importa con quién te enrolles o te dejes de enrollar. No es asunto mío.

 

Se queda callado durante unos instantes, mirándome con seriedad.

 

-Ya veo- dice, simplemente.

 

-Aparte de eso, sí que me resulta…extraño- imposible, más bien- creí que a ti tampoco te gustaba.

 

-Bueno. En realidad…

 

Un ruido atronador de pasos se acerca hacia nosotros cual manada de elefantes.

 

-Sasuke-kuuuuuuuuuun

 

Me pitan los oídos con esa voz chillona y melodiosa. A este paso le va a gastar el nombre, y estoy seguro de que ha interrumpido nuestra conversación a posta. Irritado, evito mirar a Sasuke y agarro mis cosas del suelo. Me levanto dignamente y, de espaldas a ellos, le hago un gesto a Sasuke de despedida.

 

-Yo me voy a clase. Seguro que el de dibujo artístico aún me deja entrar.

 

 

Después de aquello, llevamos toda la mañana con un ambientillo tenso en nuestro trabajo de “compañeros de clase”. Y es que el maldito profesor de diseño ha decidido que hacer un ejercicio en grupo sería una buena idea para el día de hoy. Fabuloso, en todos los sentidos, teniendo en cuenta que ha metido a Sakura en nuestro grupo de trabajo.

 

-Sasuke-kun, ¿cómo deberíamos resolver esto de aquí?- vuelve a preguntar por enésima vez, enganchándose a su brazo como una lapita pegajosa.

 

Sasuke, simplemente la ignora y sigue a lo suyo. Pero también es verdad que no la aparta en ningún momento. Claro, es su novia, es lo normal. Creo que siento náuseas.

 

-Oye, bastardo, te agradecería que echaras una mano en vez de aislarte del mundo con tu estúpido ejercicio, si no vamos a hacerlo en equipo mejor me voy yo sólo.

 

-Como veas, usuratonkachi. Tú sabrás si luego no sabes resolverlo.

 

-Oye, ¿te crees que eres el único cerebrito?- Me levanto de la silla, enfadado y pongo las manos sobre la mesa- Pues que sepas que no me hace falta tu ayuda para resolverlo.

 

-Eso habrá que verlo, dobe. No lo creeré hasta que lo vea. ¿Se puede sabes qué he hecho para que te moleste tanto?- se levanta e imita mi posición, mirándome desafiante.

 

Y, así, de repente, algo detrás de mí me empuja y pierdo el equilibrio.

 

Después de eso, lo que ocurre me deja sin sentido común durante los siguientes veinte años de mi vida.

 

Mis labios han ido a parar nada más ni nada menos que a la boca del bastardo, imbécil, idiota, sexy, encantador y sorprendido Sasuke. Su tacto, suave, tierno, caliente y muy agradable, me deja fuera de órbita durante unos segundos, sin saber muy bien qué ha pasado exactamente, pero nos separamos corriendo en cuanto somos capaces de reaccionar. Mi sonrojado rostro tan sólo es comparable al del propio Sasuke, que sigue conservando la misma expresión de muerte cerebral que debo tener yo.

 

Detrás de mí, un chico de mi clase pide perdón repetidamente por haberme empujado sin querer al pasar, mientras la cara de horror de Sakura, a un lado de nosotros, no tiene desperdicio alguno.

 

Abrumado y sin saber qué hacer, vuelvo una vez más a recoger mis cosas y salir de la clase, huyendo como un vil perdedor. Una vez estoy seguro lejos, muy lejos de la clase 302, me toco los labios con la mano, despertándolos del espejismo de suavidad que acaban de experimentar. Esto, demonios, sí que supera todo lo que me haya podido pasar hasta ahora. Y, sin embargo, ahora mismo…

 

Cómo agradezco al destino mi torpeza.

 

Detrás de mí, se escucha un persecutorio y airado grito femenino.

 

-¡¡NARUTO!!

 


 


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