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Azul hielo por Jade Edaj

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Notas del capitulo:

SNK es de Hajime Isayama.

Zed me hizo una imagen para este fic y aunque intenté ponerla varias veces no aparece, pero igual le agradezco infinitamente. Pueden encontrar más de su trabajo si entran a //zedsdead1001.tumblr.com/

 

Traten de leer esto imaginando la voz de Levi.

 


Levi


Romper con los estereotipos de la gente, sobre quienes practicamos el patinaje artístico sobre hielo, todavía es un poco difícil en los países un tanto conservadores. En los de mente más abierta da igual si eres gay o no. Lo cierto es que en medio de amenazas y protestas, a favor o en contra de la homosexualidad, el presidente del país sede de este año, promete seguridad tanto para visitantes como para deportistas. Es así como las Olimpiadas de Invierno inician y los juegos se desarrollan sin que la prensa tuviera algo fuera de lo común que comentar, pero se mantiene la expectativa. Ya sea en vivo o a través de una pantalla, la gente disfruta de las competencias finales; y son muchos los que hacen un largo viaje para poder estar aquí y apoyar a su competidor favorito. Pocos imaginan todo lo que sucede detrás.


Y es justo aquí donde me encuentro, mirando con fastidio el espejo mientras me acomodan el vestuario y comprueban que cada cabello haya quedado perfectamente. Al principio pensaba que era algo estúpido, igual el cabello se alborota y se revuelve con los giros. Pero lo sorprendente, es que estas personas consiguen, con lo que hacen, que el cabello regrese a su lugar. No soy yo quien impone las reglas, incluso, a veces las desafío un poco; sin embargo, hay protocolos y rutinas, como el maquillaje, a los que he tenido que acostumbrarme con el tiempo; y mientras alguien se hace cargo del brillo en mi rostro, no se puede evitar observar a los patinadores que se preparan. Los de mi grupo, el que peleará por el podio, todos ellos sin cumplir la mayoría de edad. Y con veintitrés años, no puedo dejar de sentir que iré contra esos niños. Erwin dice que físicamente no hay gran diferencia y yo digo a la mierda, no es mi culpa que los veteranos se hayan quedado tan atrás.


Mientras estiro los músculos puedo observar los extraños rituales que cada uno de los mocosos realiza para calmar sus ansias y poder enfrentarse al pánico escénico.


"Si no controlas tus nervios, tus movimientos serán inseguros y tus piernas perderán fuerza"


Fue lo que Erwin dijo la primera vez que estuve ante tanta gente. No obstante, mi verdadera preocupación lejos estaba de ser esa. "El niño por el que Erwin Smith dejó de competir", me decían. Ya sea intencional o que no lo fuera, Erwin había terminado por poner un gran peso sobre mis hombros.


Posiciones de yoga, ejercicios de respiración, meditación, pilates... todo tipo de cosas y ninguna en especial que pareciera estar funcionando para liberarlos del miedo a fracasar en sus primeras Olimpiadas.


No es mi caso. Nunca me ha preocupado fallar en la pista o que alguien nuevo venga a arrebatarme el título de "campeón invicto" que me han dado. "El más fuerte de los patinadores", "el más rápido", nada de eso me importa. La razón por la que compito nada tiene que ver con las medallas ni con la adulación de la gente. Aunque suene pretencioso, esto tan sólo es algo que se me da con bastante facilidad. Y no... no soy un junior encaprichado en practicar este deporte bastante elitista. Tan sólo soy un chico de la calle que llegó hasta aquí por azares del destino y por el empeño de Erwin, debo admitir.


Mi estómago se revuelve al mirarlo ahora y saber que esa patética dependencia que tengo hacia él, es mi único motivo para seguir aquí. Tremendo cabrón. Ahora mismo sonríe, aparenta, se encarga de todo con completa parsimonia, confiado, determinado; conoce mis habilidades, sabe que nada ni nadie, en esta competencia, puede inclinar la balanza en mi contra. Aunque me costara admitirlo desde el principio, él siempre ha sabido bien lo que hace.


Entramos al calentamiento en la pista y la gente va recibiendo a cada uno de los mocosos con un cálido aplauso; y el primero en ingresar es Eren Jeager, un alemán con un hambre de competitividad sorprendente, dice que derrotará a todos y cada uno de nosotros, y tal vez lo logre cuando aprenda a controlar ese exceso de energía que frecuentemente le hace caer; Jean Kirstein, otro mocoso estadounidense, luce bastante engreído... persigue fama y éxito por las chicas, lástima que sus puntajes no sean tan altos como su ego, aunque en esta ocasión va en busca de una medalla, estoy seguro de que no conseguirá ninguna; Bertolt Hoover, un suizo que se impone en la pista por lo alto que es, sus saltos tienen elevación suficiente para llevarse buenos puntos, pero ese es su único fuerte, clasificó en octavo y no creo que mejore ese lugar; Armin Arlert, canadiense, bastante bueno, para su corta edad ya cuenta con una de las mejores técnicas, es una pena que su falta de confianza influya en sus interpretaciones; Marco Bott, de España, su mayor cualidad es su simpatía, su técnica no es muy buena pero supo cómo ganarse a los jueces con su programa corto, clasificó en séptimo, pero podría quedar mejor posicionado después de su programa libre; Reiner Braun, apenas alcanzó los puntos para la clasificación de los primeros seis, pero no se dará por vencido, además es un ruso y los rusos siempre consiguen meterse al podio; Marlo Sand, es un japonés que va en ascenso, el puntaje de su programa corto tal vez ya le tenga asegurado al menos un tercer puesto; Connie Springer, chino o coreano, da igual, sólo recuerdo que es el último de los mocosos de este año que vale la pena mencionar, aunque esta vez, presentó un programa bastante flojo que lo llevó hasta el doceavo puesto.


Entrego los plásticos de los filos a Erwin e ingreso a la pista desatando la locura, ya ni siquiera sé si eso me sigue molestando o ha terminado por agradarme. A pesar de lo ruidosa que es la gente recorro la pista meditando, los aplausos, los gritos, todo me resulta lejano. Erwin siempre está a mi lado y yo siempre estoy a lado suyo, y me pregunto, ¿cuándo fue que mi compañía le dejó de resultar suficiente? Practico unos cuántos saltos, los básicos, nada espectacular y el público parece un poco decepcionado. Después de un rato de recorrer los sesenta por treinta metros como autómata, salgo de la pista. A pesar de haber varias banderas presentes en las gradas, la gente es muy clara con su favorito: azul, blanco y rojo, el color de la monarquía.


Me pongo de nuevo los protectores y al levantar la vista, me encuentro con la mirada de los otros patinadores sobre mí, los cubrebocas en algunos rostros del público al parecer no son suficientes para aplacar tantos gritos con mi nombre.


"¡Levi!", "¡Levi!", "¡Levi!"...


Erwin me palmea la espalda y me toma del hombro para guiarme por los pasillos; al pasarles de largo a los demás, advierto miradas de envidia, algunas de desprecio y otras cuantas de respeto; pero no consiguen inmutarme, mi mirada se mantiene dura como el acero, y al chico Jeager, eso pareciera ponerle más nervioso.


Por lo general soy paciente, pero el grupo de los primeros clasificados es el último y mi turno dentro de él también lo es, así que voy al baño y aunque eso me toma bastante tiempo, regreso sin ánimos de soportar tanta espera. Erwin nota que estoy de vuelta, y se me queda mirando tal vez nota algo raro en mí o se pregunta por qué he demorado tanto, pero no me cuestiona, en vez de eso, se acerca y se sienta conmigo en la alfombra. Me ordena acostarme boca abajo para darme un breve masaje en la espalda y liberarme de la tensión del momento. A él nada se le escapa, siempre está pendiente de mis necesidades sin que tenga que pedirlo. Es bueno. Demonios, sí que lo es, por un momento sus grandes manos me hacen olvidar el mundo entero.


Cuando llega el turno del último grupo, uno a uno los competidores van saliendo a dar todo lo que tienen. Vuelven satisfechos, frustrados o llorando pero... con cierto alivio.


Mi entrenador me da unas cuantas indicaciones para calentar y tras ponerme los audífonos con mi música se aleja de mí para dejar que me concentrara. Pero mientras él estudia en las pantallas cada uno de los programas que presentan los otros cinco competidores, mi atención no está en mi música ni en mi programa, mi atención está centrada en mirar su amplia espalda. Su cabello luce impecable como siempre, tan radiante, tan brillante como el mismo sol, y mientras sigo la caída de su abrigo a lo largo de su alta y elegante figura, la idea de retirarme en ese momento pasa por mi mente. No necesito otra medalla olímpica de oro, gané la primera a los quince, la segunda a los diecinueve y la tercera no me hará mejor o peor persona; justo ahora, no la encuentro relevante, no quiero ir por ella, salvo porque Erwin ha trabajado muy duro en esto; ambos, hemos pasado por mucho. Por eso pensé que él no me guardaba secretos, pensé que nuestro grado de confianza lo superaba todo y es difícil afrontar lo engañado que estaba. Y aún a sabiendas de lo que ahora sé estoy aquí dejándome dirigir, siguiéndolo como siempre, tolerando todo y pretendiendo ser todo lo que Erwin quiere que sea.


Tras calentar de nuevo mi cuerpo, me llaman al final.


Erwin Smith, es el nombre de mi entrenador, es el nombre de mi hermano, del hombre que me está dedicando las palabras de aliento que por tanto tiempo han estado endulzado mis oídos y que ahora tan sólo escucho como un molesto zumbido que retumba dentro de mi cabeza. Me agarra de los hombros y enfrenta mis ojos, se ha dado cuenta de que algo me pasa, he estado algo distante y ha descubierto detrás de mi mirada, cierto desafío. Entonces desdibuja su amplia y cálida sonrisa, porque en el fondo lo sabe, después de este día, nada volverá a ser igual.


—¿Levi?


—Es tiempo. —Respondo indiferente mientras desvío la mirada.


Entro a la pista suave y liviano como una pluma al viento. Saludo por los cuatro puntos cardinales como él me enseñó: elegante y afable. Y es la primera vez en muchos años que observo con mayor detenimiento la cantidad de gente en las gradas, me hago consciente de que las han abarrotado por mí y me siento egoísta al reflexionar sobre mis anteriores pensamientos, ¿a cuántos de ellos podría haber afectado con mi decisión? Con un poco de nostalgia, recuerdo lo desafortunada que fue mi carrera en un principio y que nadie más que Erwin creía que podría lograrlo. Él me moldeó y pulió en poco menos de dos años. Y yo tan sólo me dediqué, en lo sucesivo, a callarles la boca a todas las personas que se burlaron de su exceso de confianza hacia mis habilidades.


Mil doscientas horas de entrenamiento al año no parecen ser suficientes en estos momentos, en los que intento desprenderme de mis sentimientos personales, es difícil hacerlo en este deporte que demanda tanto a nivel emocional, porque es precisamente el manejo de las emociones lo que se requiere para una buena concentración e interpretación artística.


Pero todos han venido por el show y eso es justo lo que voy a darles.


Mis brazos se extienden haciendo línea perfectamente, como en segunda posición de ballet, recuerdo las manos de Erwin sobre mi cuerpo en cada uno de los entrenamientos, tocando y colocando líneas imaginarias en donde consideraba que debían estar; cada espacio, cada centímetro, no hay ninguna parte de mí por el que sus grandes manos no hayan pasado. Y la forma como me hace estremecer cuando estoy desnudo, no me ayuda ante su insistente mirada. Sabiendo que ahora tengo su atención completa, la melodía inicia y con ella mi transformación. Porte y orgullo, estoy listo para comenzar. He patinado con todo tipo de música, Erwin siempre dice que ser versátil es bueno, brindas un buen programa y no aburres a la gente. Además de que incrementas un buen número de seguidores. Su elección para esta ocasión es épica; suave y lenta al inicio, los pasos coreográficos acompañados de elegantes movimientos de mis manos resultan suficientes para atraer la atención de todos. La sedosa tela que cubre a mis brazos ondea grácilmente al desplazarme con velocidad sobre una pierna. Con un ángel, me atrevo a cerrar los ojos para sentir el aire helado golpeando mi rostro y colándose entre mis dedos, estoy dispuesto a disfrutarlo, si ésta va a ser la última vez quiero recordar cada sensación por siempre.


"Eres pequeño Levi, pero el ejercicio te ha ayudado a definir bien los músculos, ahora cualquier traje se ajusta perfectamente a tu fina figura. Estoy seguro de que arrancarás muchos suspiros y romperás muchos corazones cuando te pasees por la pista con estos entallados pantalones"


Realizo el primer salto, y en medio, recuerdo el día en el que Erwin y yo nos conocimos. El día en el que instintivamente salté ante su orden. El salto es perfecto, elevación y rotación adecuada con total control de equilibrio y colocación. Mierda, casi olvido que estaba compitiendo. Menos mal que fue un cuádruple axel estudiado, limpio y preciso, tal y como a Erwin le gusta. Tomo impulso otra vez y encojo los brazos, cuádruple salchou, los aplausos se escuchan cuando aterrizo y vuelvo a extender los brazos. En estos momentos debe estar complacido, pero sé que no lo demostrará. He visto las repeticiones de mis competiciones, los documentales detrás de cámaras. Demasiado serio y concentrado en lo que hago, mirándome con fijeza y tal determinación que asustaría a cualquiera. Cuádruple toutriple tou. Pero no estoy asustado, nunca lo estuve.


"No debes abusar de los cuádruples y los que tengas que hacer deben realizarse en la primera mitad del tiempo".


"¿Por qué?"


"Porque terminarás agotado".


"Me siento bien, me siento fuerte, incluso podría hacer cinco rotaciones".


"¿Crees poder ser tan rápido, Levi?"


"Oi... podríamos probar" cómo olvidar la excitación y el brillo que apareció en los ojos de Erwin la primera vez que se lo propuse.


Piruetas en ambas direcciones que muy pocos pueden... las hago, incluso, el imposible quíntuple lutz para los demás... no lo es para mí. De nuevo se escuchan los aplausos cuando salto y lo ejecuto. La música se intensifica al igual que mis emociones, recuerdo todo lo vivido a su lado y se me forma un enorme nudo en la garganta que sin duda uso en favor de la interpretación. Pirueta combinada con cambio de pie de tres posiciones, con cambio de pie.


 


"No necesito mi nombre hasta en las cuchillas".


"¡Quiero lo mejor para ti y siempre haré todo lo que esté en mis manos para dártelo!"


Diagonales, piruetas altas y bajas. ¿Por qué sus palabras me afectan tanto?, ¿por qué no puedo dejar de pensar en él?, ¿por qué siento que quiero asesinarlo con mis propias manos justo en estos momentos?, ¿es que todo lo que me ha dicho ha sido falso?, ¿hasta cuando piensa seguir envolviéndome con sus mentiras? Inesperadamente freno en lateral cortando el hielo debido a la velocidad que llevo, mis ojos buscan con desesperación a una sola persona: al frente, a los lados... y no es hasta que viro ligeramente el dorso hacia atrás, que lo encuentro a él, tras la barra de contención. Erwin siempre ha confiado plenamente en mí y en mis habilidades. Sé que ahora también lo hace, pero tengo que empezar a ponerlo nervioso. Lo miro sobre mi hombro derecho durante un par de segundos, hasta que la música, un tanto pasional y dramática, me hace avanzar y tomar velocidad nuevamente. Va perfecto con la combinación de saltos que pienso hacer.


Con fuerza y velocidad busco el impulso que necesito para un mortal, estoy desobedeciendo y haciendo lo que me place, voy en contra de las reglas y no me importa. Lo hago en lugar de un triple flip y me sale bien, caigo en un pie para que lo puntúen, aunque me da igual si de todas formas no lo hacen; continúo con varias vueltas que terminan en una pirueta Biellman.


Mi tema es sobre la lucha, entrega, amor y sacrificio de dos hermanos. Erwin dijo que tiene mucho parecido a nuestra historia y que no me sería difícil concentrarme en ese sentimiento fraternal, pero no puedo. No puedo tan sólo fraternizar con Erwin. No me importan los papeles ni que llevamos el mismo apellido. Yo necesito desesperadamente sus labios sobre los míos, sus brazos rodeando y apretando mi cuerpo; deseo eso con cada poro de mi piel y hasta mi último aliento seguiré pidiéndole que me posea. Toe loop cuádruple, tou loop triple, toe loop doble. No puedo verlo sólo como un hermano, no después de lo que hemos hecho.


"Piénsalo Levi, no siempre podrás salirte con la tuya, hoy estuviste cerca de ir a parar a la cárcel, un lugar desagradable y peligroso para un chico tan bien parecido como tú, no te imaginas la cantidad de cosas que te podrían llegar a hacer si te atraparan. Déjame hacerte una estrella Levi, una estrella tan brillante como las que hay en el cielo"


Y así lo hizo. Mi hermano mayor me entrenó para ser el mejor patinador de todos los tiempos. Erwin cumplió con su parte y yo con la mía. Y aunque me siento afortunado por lo que ha hecho por mí, lamentablemente todo lo que inicia debe acabar.


Otras cinco rotaciones, en la segunda mitad, la expresión de sorpresa se escucha entre la gente y fuertes aplausos empiezan a escucharse rítmicamente para acompañar mi programa. Por ellos voy a dejar el alma en esta pista, voy a arriesgarlo todo, Erwin lo sabe y de seguro se ha tensado. En sincronía con las palmadas y la violenta música, consigo un triple mortal y la gente se pone de pie. Inicio la secuencia de pasos cruzando los pies de manera tan rápida que pareciera que los patines se enredarían y caería, pero todo resulta perfecto, muevo los brazos dramáticamente y me dispongo terminar con piruetas y variaciones de nivel cuatro. Las piernas me tiemblan, ¡mierda!, ¡mierda!, odio esa sensación. Sentí algo parecido la primera vez que hice el amor con Erwin y lo detesto, me hace sentir débil y no sé por cuánto tiempo más pueda soportarlo. Salto para pasar de una pirueta exterior a una interior para cambiar de pie y tras incrementar la velocidad de los últimos y sorprendentes giros, me desplomo al mismo tiempo que termina la música.


El público está enardecido, yo los escucho mientras respiro tan violentamente que pareciera que la vida se me fuese a ir en ello. Permanezco en el suelo porque no me puedo levantar. Mi tobillo izquierdo ya no soportó y me recibí con la rodilla. Raras veces se me ha visto caer en las prácticas y en algunas galas a veces he perdido un poco el equilibrio pero he podido salir bien librado. Es la primera vez que caigo en competencia y al parecer nadie lo notó. Apoyo las manos en la fría pista y uso la pierna derecha, la que no duele, me incorporo e intento sostener mi peso con ella pero tiembla demasiado, todo me da vueltas, y vuelvo a caer. Entonces las enormes pantallas me delatan cuando me desvanezco y me recibo con el culo, es evidente que no estoy bien, la ovación de la multitud se torna en silencio y el silencio en murmullos. No quería esto, en verdad, verme patético es lo último en lo que pensaba, supongo que aunque confíe en mis habilidades y en mi fuerza, al final, nunca tendré la certeza de lo que pasará.


El personal médico entra a la pista para evaluar mi situación; si soy honesto, nunca pensé que llegaría el día que fuese a necesitar de ellos. Cuando me sacan temblando como una hoja y con una enorme dificultad para respirar, no me importa el dolor, la competencia o la ovación que de pie me vuelve a dedicar la gente al abandonar la pista, mucho menos los cientos de obsequios que hay para mí a todo lo largo y ancho de la blanca superficie. Lo único que me importa es que estando cada vez más cerca, confirmo que Erwin no me espera para darme ese tan anhelado abrazo que siempre me llena de calidez y reconforta al final de cada uno de mis programas; su mirada hacia mí ha cambiado, me reprende, y se vuelve tan fría como el hielo.


Pareciera como si el corazón se me fuera a salir del pecho cuando por fin lo tengo enfrente, evito mirarle entonces y aunque todo me da vueltas, sé que es él quien toma mi brazo y me sostiene; su inconfundible perfume invade a mis pulmones en mi errante respirar. Esa es la marca de diseñador que ha usado desde que lo conozco. Sí, el mismo aroma que me distrajo para convencerme de entrar en este costoso y estereotipado deporte.


Nunca antes se me había acercado tanto una persona tan pulcra y fina que además olía endemoniadamente bien. Siempre quise alejarme de la inmundicia en la que había vivido y en el momento en el que lo conocí también quise ser como él. Las personas con las que nos entrevistamos siempre le expresaron su desacuerdo por querer reclutarme a una edad bastante avanzada. No podía culparlos, yo era demasiado rudo, incluso con las palabras. Sin embargo, Erwin me enseñó que patinar sobre hielo podría ser igual de divertido que patinar sobre el asfalto, tiró mis patines desgastados de ruedas y él se puso unos con cuchillas. Me hizo una demostración de lo mínimo que esperaba que hiciera. No puedo negar que quedé sorprendido al verlo deslizarse con tal soltura y realizar toda esa combinación de saltos complicados, aunque eso no evitó que algunos movimientos me parecieran graciosos e incluso ridículos. Algo que por supuesto le hice saber a la mala. Pero mi hermano mayor siempre me tuvo paciencia y jamás se dio por vencido. Fue así como llegué hacer una demostración de mis habilidades a los dueños del club al que pertenecí hasta antes de ser reclutado por la Federación Francesa.


Mi entrenador no me dirige ni una sola palabra, tan sólo termina de pasar mi brazo alrededor de su cuello y me carga como princesa. Entre preguntas, la gente y las cámaras, Hanji se apura a ponerme los protectores de los filos. Estoy tan avergonzado por mi infantil actitud que quisiera desaparecer. Todavía con la respiración agitada y el temblor de mi cuerpo, oculto mi rostro en el amplio pecho de mi entrenador pretendiendo estar en otro sitio. No quiero ver nada, no quiero escuchar nada.


¡Erwin, sácame de aquí!


Todo lo que estoy pasando es culpa tuya, endemoniado rubio vestido de caballero. Tu imponente personalidad me hace estar dispuesto a sacrificarlo todo, mi tiempo, mi vida y mi corazón. Si dices baila, yo bailo, haré todo en cuanto ordenes, incluso saltar de un puente con tan sólo escuchar tu grave y autoritaria voz. Porque eres mi dueño y yo te pertenezco.


¡Te amo, Erwin!


Aunque esta mañana he comprobado que tú no sientes lo mismo por mí.


 
Notas finales:

 

N de J: Inicié esto antes de YOI y quise esperar hasta que la fiebre por ello pasara un poco porque, aunque me gustó el anime, esta historia no está inspirada en él. El patinaje artístico me gusta mucho y lo vengo siguiendo desde hace años. Son muchos los patinadores hombres y mujeres que llaman mi atención, pero la inspiración para esta historia me llegó por Deniss Vasiljevs y Stephane Lambiel. Me gusta verlos en las competencias, entrenando juntos, patinando juntos. Me recuerdan a Erwin y Levi pero al revés (me refiero a los papeles y las edades).

Y bueno, sé que es un programa bastante complejo y desafiante, pero demonios es Levi, y ya habrán visto que aquí nuestro querido Heichou romperá algunas reglas y records también, sólo quise soñar en la posibilidad de que él pudiera hacer eso XD.

Calculo que éste podría ser un fic de tres capítulos ¿Valdrá la pena continuarlo?


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