Mi novia y mi prometido - Epílogo
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En aquel conocido negocio de comida rápida, un chico con campera deportiva y una gorra de béisbol apoyó la bandeja sobre la mesa.
La chica sentada en la silla frente a él no levantó la vista de su teléfono con demasiados adornos colgados de una pequeña soguita, y sonriendo levemente continuo tipeando a una velocidad avasalladora. Su habilidad con el aparato siempre dejaba pasmado al chico que no era bastante más chapado a la antigua.
—Espera, ya casi termino.
—Está bien, no me molesta.
Luego de unos minutos más que demostraron que se tomó a pecho que a él no le importaba ser ignorado, la adolescente de pelo corto y lacio por la mejilla apretó el botón del aparato para bloquearlo y lo dejó en la mesa.
—Lo siento, estaba chateando con esa amiga que te conté conocí por internet.
—La que habla francés, ¿verdad?
—Si, esa.
Y entonces, cualquier intento de charla casual de parte de Yuuri murió. Era lo mismo una y otra vez, no importa las veces que se vieran. Y asi como todas las veces, a Hashimoto Asami le importo poco y nada, continuando con un nuevo tema por si misma.
Hacia bastante que se encontraban casualmente aquí o allá, aunque aun no conseguía que él comprara un teléfono y hubiera un intermediario conocido como Muraken de por medio.
—¿Te puedo preguntar algo, Shibuya?
La pregunta lo tomó por sorpresa. Ella la hizo casualmente, con la mirada puesta en el envoltorio de la hamburguesa que estaba acomodando para dar el primer bocado. Yuuri la observó con la misma curiosa fascinación con la que lo hacia todas las veces, en un intento por comprender cualquier detalle en su costumbres solo porque no estaba acostumbrado a tratar demasiado con las chicas.
—See.
A pesar de que estaba preparado por la previa advertencia en la situación, dicha pregunta se volvió un mal trago literalmente.
—¿Cómo está Wolfram?
—Guh-fuh... ay...
—Oh cielos, ¿qué pasa contigo, te ha salido la gaseosa por la nariz?
—...s-solo un poco-
—Toma.
La servilleta cubrió su cara y de alguna manera logró mantener un poco de dignidad. Si el sujeto que particularmente mencionó la chica estuviera presente, se ganaría un pellizco en algún lugar donde no brilla el sol por este despliegue de pocos modales.
Los ojos negros del chico se clavaron en ella por sobre el papel blanco.
—No me mires así, no es como si hubiera preguntado nada raro. Solo quiero saber como está. —El tono despreocupado en la voz de Asami no concordaba con su actitud nerviosa al juguetear con algunos mechones de su cabello que fueron a parar detrás de su oreja.
Yuuri podía ver con toda claridad el rubor en sus mejillas y esa forma en como miraba hacia otro lado que no encajaba con su usual corazón valiente.
¿De que te estás avergonzando? Le hubiera gustado preguntar, pero se contuvo.
—Él está bien —aclaró dejando la servilleta sobre la mesa con el ceño fruncido, mirándola fijamente, sin poder contener la lengua—. ¿Por qué?
—No, por nada.
—Oh vamos. —Con claro enojo y su personalidad fogosa saliendo a flote, el chico que en este mundo no es un rey tomó con rudeza su hamburguesa abriendo un agujero en el papel en vez de doblar prolijamente el envoltorio—. Sabes, no tienes que esconderlo, lo entiendo. Lo entiendo perfectamente, así que no pretendas. Y solo para aclarar, ya no estoy enojado por ya sabes qué cuando nos estábamos despidiendo. Creí ver una cosa, pero Wolf insiste en que es todo un malentendido.
—¿Y necesitas que yo te confirme que lo que sea que él te dijo es verdad? —preguntó la chica que era lo suficientemente rápida de mente para entender el tema.
Asami sonrió suavemente un poco perdida en un lindo recuerdo de ojos verdes sorprendidos tras aquel beso en la mejilla. No le importó mucho la manera en la que Shibuya Yuuri la observaba con esos ojos fogosos y llenos de espíritu de pelea, del mismo tipo que ponía antes de un partido importante.
Ella no tenia nada que pelear después de todo, eso había sido decidido hace tiempo.
—No —dijo Yuuri tomando su primer bocado y mirando hacia otro lado, su ceño ahora más fruncido tenia cierto encanto infantil que avivo la sonrisa de la chica—. Me basta con lo que él me haya dicho. No puedes hacerlo funcionar si no confías en la persona con la que estás.
Acomodando los pies bajo la silla en una pose bastante femenina, Asami se lo quedó mirando detenenidamente hasta que Yuuri levantó la vista de la comida. Los ojos negros del chico que de un extraño modo alguna vez fue su novio la miraron fijo.
No había en él un ápice de duda.
Ella bajó la mirada de nuevo hacia la bandeja, como si el papel con la publicidad de los postres disponibles fuera realmente interesante. Pasó un dedo sobre las distintas opciones y eligió una.
—Haz cambiado de nuevo, Shibuya.
El chico en el cual no hubiera pensado dos veces en el pasado era cada día mas encantador e interesante. Pero ella no podía ser su reina.
Tendría que conformarse con el privilegio de ser su mejor amiga.
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Fin.