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Mi novia y mi prometido por RedGlassesGirl

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Mi novia y mi prometido - Capítulo 2

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Wolfram le dio un bocado a la tercer porción de torta, notó que la chica en ropas muy simples para su apariencia lo miraba pero se hizo el desentendido. Aunque comiera demasiado, mientras lo hiciera con propiedad nadie le decía nada.

Acababan de terminar una conversación acerca del país llamado Francia, que por lo que Wolfram pudo entender entre todos los detalles, era un lugar que a su madre le encantaría. Cualquier lugar con un idioma que se conociera como el lenguaje del amor y con tradiciones románticas muy arraigadas era perfecto para ella.

La joven se arregló el hermoso cabello corto y negro como la noche y tomó un sorbo de su té con bastante delicadeza.

No le había tomado mucho tiempo de análisis darse cuenta que tenía algún tipo de educación. O por decir de otro modo, era más similar a los nobles con los que estaba acostumbrado a tratar, pero a la vez ligeramente diferente e informal como Yuuri solía ser. Una combinación sumamente extraña a la que se había acostumbrado. Aunque si tenía que comparar, a Yuuri le faltaban algunos años de clases con Günter para mejorar modales.

Para lo que era la visión de Wolfram, bastante alejada de la realidad de la Tierra, era normal que su prometido siendo alguien que él consideraba de alto estatus —mas allá de que Yuuri se había tomado tiempo para explicarle que en la Tierra sería más comparable a un plebeyo de este mundo— hubiera conseguido una pretendiente como esta.

Hacía mucho que había dejado de tener paranoia acerca de las aventuras libidinosas del Maou y no se esperaba este tipo de sorpresas. Haber recapitulado todos esos viejos escenarios que solía proyectar en su mente, en aquella época durante la que Yuuri era un extraño y un completo misterio, era lo único que lo mantenía algo tranquilo en este momento.

Estaba mentalmente preparado para unas cuantas posibilidades de ante mano. Dentro de lo malo al menos había encontrado lo bueno, aunque continuara siendo atacado por muchas dudas.

—Así que, eres la novia de Yuuri —dijo en un tono más pedante de lo que tenía planeado, a la chica no pareció importarle.

—Sí —respondió naturalmente—. Y tú eres su prometido.

—Sí.

Hubo un silencio. Entonces ella hablo de nuevo. —Nos conocimos hace unos años, pero apenas nos vimos un par de veces en ese tiempo. Logre que se comprar un celular, —continuó hablando sin importarle la expresión neutra del chico extranjero que en realidad no tenía idea lo que estaba hablando—, pero apenas me llama. Siempre tengo que ser yo la que lo esté buscando. No es que me moleste del todo, con vernos me es suficiente, pero tampoco es como si hablara demasiado. Pensé que era mucho más maduro, al menos en cierta forma lo es comparado a cuando lo conocí y otros chicos de su edad, pero sigue siendo tan tonto.

Wolfram torció una sonrisa y se arrepintió al instante. Este era el momento del tema delicado, pero tenía más humor del que le gustaría. No quería bajar la guardia. Era un tema de orgullo personal, y no es como si no le hubiera molestado que ella comenzara a hablar tan abiertamente de detalles personales que concernían a su prometido.

Igualmente, el punto importante era que al parecer la situación se presentaba igual desde ambos lados.

Más de una vez había pensado que Yuuri podría ser igual de idiota con otras personas en materia sentimental, sin importar los detalles, como por ejemplo el sexo o el género de la persona. Pero sus constantes reiteraciones sobre las ventajas de las mujeres por sobre los hombres a la hora de cortejar habían logrado desvanecer un poco esa teoría, pensando que Yuuri pondría mas ganas al cortejar una mujer. Ahora había desempolvado esa idea, la había pulido un poco y vuelto a poner en el estante en primera fila.

Yuuri era idiota con todos, no solo con él, tenía la prueba delante de sus narices. Y de repente los detalles de la historia que tuvo su rey con la actual soberana de Caloria tomaban nuevas direcciones en su mente.

Un cierto apretujón que sentía dentro se desvaneció, y entonces notó que lo había tenido. Sin darle mucha importancia tomo su té, y sin abrir los ojos habló en voz alta hacia la nada.

—Puedes salir de ahí novato, se te van a dormir las piernas. Y esa planta se llama Pastenia, y si la sigues tocando se te va a pegar el polen que pica.

La planta se movió más alevosamente que antes. Se movió un poquito de nuevo, y después de que el evidente pie negro desapareciera detrás de ella, asomó tímidamente la cabeza del muchacho.

Que se enderezara por completo no le quitó las pintas de despistado que tenía. Caminó sin gracia hasta la mesa y al detenerse se rasco insistentemente el brazo. —Hola —saludó Yuuri sin hacer realmente contacto visual con ninguno de los dos.

Wolfram lo observó conteniendo un suspiro. La actitud culposa del chico le apaciguo un poco. No estaba tan enojado. No habían más emociones burbujeando dentro suyo que fueran a explotar en cualquier momento, sino más bien una extraña calma que contenía otras sensaciones inquietantes. También estaba contento. Por alguna razón, estaba contento de ver a Yuuri igual que siempre.

Por un momento pensó que tras todas las aventuras hasta ahora si había madurado, y que no era todo a causa de ningún desagradable amuleto de cabello mazoku o nada parecido. Pero no tenia tiempo para hacer un reintrospectiva ahora mismo.

—Siéntate Shibuya —ordenó la muchacha mientras indicaba la silla vacía entre ellos en la mesa redonda. Yuuri corrió la silla y se sentó sin rechistar, no había mucho más que sudor para leer en su frente. Asami levantó la mano y llamó a uno de los sirvientes a lo lejos.

Mientras ordenaba algo por él, Wolfram siguió observando la situación.

Ahora Yuuri tenía los ojos estirados como un Koala del infierno sobre la rama de un árbol, una expresión que solo podría poner alguien con los rasgos delicados como el rey tenía. Y ahora la invitada, por supuesto. Dudó si ella podría poner la misma expresión de hecho, y probablemente si lo lograra no tendría el efecto tan lindo de su prometido.

Era obvio que el Maou se sentiría incomodo. Seguramente ahora respondería con monosílabos hasta que alguien dijera algo demasiado fuerte, cosa de hacerlo reaccionar y que volviera a activar la lengua descarada que tenía.

Tampoco lo podía culpar. En sí, era de esperar que un momento como este en la mesa fuera un campo de batallas, si no corría sangre al menos deberían haber algunas discusiones diplomáticas cargadas de cinismo o patadas por debajo de la mesa. Pero no pasaba nada de eso, y la extraña y él estaban en paz el uno con el otro. Es más, hacia mucho que no conversaba tan a gusto con alguien.

Tal vez si se hubieran conocido en otras circunstancias...

Una nostalgia de no sé qué lo invadió. No pudo pensar mucho en el tema cuando fue incluido sin su consentimiento en una conversación monosilábica de Yuuri y muchas palabras de Asami.

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—Y este es el salón principal de artes del castillo. Actualmente soy el único que le da uso, pero en otros tiempos más nobles se reunían aquí para impartir clases.

Eran los privilegios de que no hubieran interesados y que además su estatus cercano al rey lo mantenía en su posición privilegiada en el castillo central de la capital. El salón estaba abarrotado de sus cosas personales cual estudio privado, pero Wolfram no entró en detalles.

—¿Puedo pasar a ver? —preguntó la chica.

—Por supuesto.

Sin necesidad de ser guiada o que el mazoku la invitara con un ademán caballeroso de su mano, ella pasó sola hacia el interior para observar lo que quisiera.

Wolfram no destacaba entre las mujeres por ser atento de manera especial con ellas, pero Asami tampoco destacaba por esperar ese tipo de atenciones particulares de parte de los hombres.

—¿Qué pasa?

La pregunta llegó de repente desde su lado. Sumido en sus pensamientos, había dejado de notar la figura vestida de negro. Yuuri ahora lo miraba más serio y tranquilo que antes. Por fin se había decidido a hablar.

—¿A que te refieres? —se hizo el tonto.

El rey continuó en voz baja. —Me refiero simplemente a eso. ¿Qué pasa?

—Lo que pasa justo ahora es que estamos haciendo un tour por el castillo.

Amaba jugar este juego desde hace tiempo. Y sabía que Yuuri lo odiaba, y que podría volverlo aun peor si comenzaba a llamarlo honorificamnete. Pero no quería sacarlo completamente de las casillas.

Solo quería que la culpa que torturaba al Maou fuera ambigua pero estuviera claramente presente. Un latente "ya verás en privado luego" teñido de incertidumbre. Que el ex príncipe se comenzara a juntar más seguido con Murata al parecer no era bueno para el joven rey.

Justo en ese momento Asami volvió junto a ellos. Sin ser ajena a la mirada que intercambiaron los dos chicos, de repente dijo un comentario sorpesivamente osado. —Wolfram me contó cómo es que se comprometieron. Que fue un accidente y eso. Yo le conté un poco como nos conocimos. Que fue una coincidencia y eso.

Como si fuera una respuesta que no esperaba a su pregunta anterior sobre que pasaba con esta situación, y sorprendido de que no fuera de parte de la persona que realmente había cuestionado en voz baja, Yuuri se la quedó mirando sin saber que decir.

—¿Te importa si te hago una pregunta sobre algo que está allí? —cambio de tema la chica de repente.

—S-si, claro —titubeo el mazoku, no por ella, sino por la mirada que le daba el joven japonés.

Mientras Asami caminaba hacia la ventana, Yuuri susurró por lo bajo. —¿Le dijiste también sobre Greta?

—Por supuesto que no Yuuri, no vamos a meter a los niños en esto —murmuró Wolfram.

—¿Son estás tuyas, Bielefeld-kun?

La pregunta hizo que ambos se acercasen hasta dos cuadros junto a Hashimoto. Uno aun estaba a medias sobre el caballete y el otro apoyado en el piso hasta pasando la altura de sus caderas.

—No imaginé que habría arte abstracto como este aquí. Es muy interesante. Me gusta el contraste de color, especialmente en esta parte, las formas y la manera como se va generando la fragmentación es muy agradable.

A punto de comentar algo, Wolfram se quedó con los labios abiertos y sin palabras. Había pasado largo tiempo desde que recibió una critica constructiva como esa.

—G-gracias. —Recomponiedose rápidamente ante la mirada dudosa de Yuuri, decidió indagar en un tema del que su prometido no sabia nada—. Veo que... Tienes una formación artística.

Era una afirmación en ves de la esperada pregunta. Últimamente el tono de las cosas que salían de su boca no era el esperado.

—Si. Oh, bueno, no es algo súper especializado pero tenemos un curso de arte desde secundaria alta en el instituto. No me he anotado en el club o a las clases particulares. Preferí centrarme en idiomas, y antes siempre jugaba tenis. Pero una de mis amigas es aficionada al oleo.

Verdaderamente, el enojo del ex príncipe, que estaba escondido lejos de la superficie, comenzaba a menguar en el interior. Era tan notable que el Maou mismo sintió el atisbo de una puntada en el corazón.

Su miedo, supuestamente infundado, comenzó a volverse claro cuando Wolfram y Hashimoto empezaron una conversación extremadamente complicada que no podía llegar a entender. Yuuri, que hasta ahora había estado incomodo con toda la situación pero se creía el protagonista, comenzó a dudar si en realidad era el tercero en discordia.

No podía ser. No había manera.

Mientras trataba de analizar sus extraños sentimientos, recapitulando además los acontecimientos del día en la Tierra. Se preguntó que diría Murata al respecto. Su mejor amigo no estaba aquí ahora, pero de estarlo... probablemente diría algo filosófico inentendible de todos modos.

—...Yuuri no comprende mucho de arte —le llegó la voz de Wolfram y un retazo de conversación.

—Creo que lo suyo es más el deporte. —La mirada de Asami era un pie para incluirle. Pero falló rotundamente.

Su expresión seria no pasó desapercibida por ninguno de los dos, los cuales probablemente esperaban una cara pasmada o de confusión al ser tomado por sorpresa estando pensativo.

—¿Dónde deberíamos ir ahora? —preguntó Hashimoto de repente. Sus intenciones de forzar la inclusión en el dispar grupo de tres eran palpables en el aire.

Wolfram esperó paciente, muy consciente del ambiente en el que estaban envueltos.

Yuuri observó a ambos sin realmente cambiar la cara. Y solo tras un silencio incomodo dijo. —Mi habitación. Vamos a ver mi habitación.

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"¿Qué carajo estaba pensando?" se cuestionó el rey una y otra vez.

¿Por qué, de entre todos los lugares, había decidido elegir este? Maldijo unas cuantas veces más en el seguro interior de su mente mientras merodeaban en silencio los ostentosos aposentos del Maou.

Hashimoto no parecía específicamente impresionada por su posición social y jerárquica en este mundo. Probablemente debido a que no fue él quien termino por hacer las introducciones en este lugar sino Wolfram, y que Yuuri se perdió la parte donde la gente de la Tierra se debate entre opción uno, el sueño, u opción dos, la tomada de pelos de algún canal de TV raro de Japón. Pero si se la notaba afectada en general. Igual que ellos.

Era la cama. El objeto que irradiaba la incomodidad que sentía en cada uno de sus poros era la gran cama como para cinco personas del rey. Es decir, de él. En su cerebro las implicaciones eran fuertes, esa era la cama que todas las noches compartía con Wolfram. Pero no había forma de que la chica supiera eso.

También había que sumarle esa extraña incomodidad extra al tener a una chica en su habitación. Despues de todo, Yuuri no solo era un rey de un mundo mágico de magia y espadas, sino también un adolescente ordinario aficionado al béisbol de la Tierra.

Lo único que ayudaba un poco era la magnitud del espacio comparado a su pieza en el primer piso de una casa modesta y normal de un barrio como cualquier otro. Al menos no sentía ansiedad por el encierro.

—Así que... vives aquí — comentó Asami. Sus intentos por comenzar un dialogo eran cada vez mas escuetas. Era hora de que los dos hombres comenzaran a poner un poco de ganas también.

—Si, aquí es donde tengo todas mis cosas... aunque no es mucho.

—Ya veo.

Los ojos de Yuuri rodaron hacia Wolfram cuando este lo miro insistentemente. No había nada en la mirada del mazoku que le obligara a hacerlo en realidad, pero él se explayó con las explicaciones igualmente.

—Wolfram también. —Cuando los ojos del ex príncipe se agradaron se arrepintió de haberlo hecho, pero no podía echarse atrás—. Él también vive aquí.

—Estamos comprometidos —agregó el noble, sin apuro y sin titubeos.

—Ya... veo. Así que funciona de ese modo.

No, de hecho no era requerido. No había una ley que lo indicara. Y no era un matrimonio por conveniencia o en pos de las apariencias ni nada por el estilo. Pero Yuuri decidió no poner en palabras sus pensamientos.

Mientras que Wolfram decidió intentar apoderarse del liderazgo del grupo de nuevo indicando algunos lugares y objetos cual guía, Asami solo lo siguió a unos pasos con la cabeza gacha mientras asentía. Yuuri solo echaba miradas furtivas en secreto hacia la cama de sabanas simples, como a él le gustaban, sin entender cual era su fijación con el objeto.

No hay manera que los tres adolescentes inmersos en la situación comprendieran la palpable tensión, ni la química, o las posibilidades frente a ellos. En vez de eso, siguieron vagando entre conversaciones y pasos sin rumbo por el lugar, pensando que demonios hacer para escapar de esto.

—Oye, Wolf. ¿Dónde está Conrad? —preguntó Yuuri de repente, salvando justo a tiempo al chico que se había quedado sin que decir.

—¡Ah! Si, Weller, —primero se ilusionó por la oportunidad, pero al instante su sonrisa cayó en picado al momento que dijo: —...Se fue con Günter al territorio Christ pensando que no volverías hasta dentro de dos o tres días como mínimo.

El hermoso plan de ir a presentarle a Lord Weller Conrart, y que este salvara la situación, o hasta incluso que encantara a la chica con su refrescante sonrisa natural... Fallido.

En el fondo de su corazón, Yuuri tuvo las esperanzas de intercambiar príncipes encantadores. Así no necesariamente seria Wolfram el expuesto.

—Ah, ya veo. Qué lastima. Entonces, ¿qué te gustaría visitar ahora?

—Ella no sabe como se compone el castillo.

—Cierto. Entonces... ¿qué tal el ala para invitados?

—¿La infestada con osos abeja el año pasado? Sigue clausurada y es peligroso.

—Cierto. Además no hay lindos osos abeja que ver en este momento... Entonces, que tal, mm, la sala del tesoro.

Wolfram solo necesitó enfocar sus profundos ojos verdes en los del rey para que este hiciera una mueca, revoleara la cabeza y cambiara de tema inmediatamente.

—O tal vez no es tan buena idea... Los cuarteles militares de la parte trase- ok, eso tampoco. ¿...La biblioteca? —intentó desesperado, sus ojos ya comenzaban a gritar "ayúdame un poco, maldición".

—Eso suena muchísimo mejor —dijo Wolfram.

Las bibliotecas son grandes, pintorescas, interesantes. Y lo mejor de todo es que no había camas de ninguna clase.

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El camino hacia la biblioteca no pudo ser realmente extendido con más explicaciones.

El castillo Pacto de Sangre estaba construido en piedra y bien mantenido, pero no era la clase de lugar que ostentaba demasiado, pese a ser una construcción para un rey. Su único gran merito era la historia, y esta ya había sido cubierta de antemano. Wolfram tendría que mejorar los planes sobre el tour para que no vuelvan a pasar cosas como esta.

Las puertas dobles que conducen a la biblioteca estaban abiertas, solo había uno que otro trabajador y sirviente en los pasillos que los observa con la misma cara impresionada que habían puesto todos los otros al ver el cabello y ojos de la invitada. Ninguno iba a obtener demasiadas explicaciones de parte de los adolescentes.

El interior de la biblioteca era igual que siempre para los dos chicos ya acostumbrados, una extensión más del inmenso lugar llamado casa. Pero era una vista impactante para una chica de la Tierra acostumbrada a que lo ostentoso solía tener un diseño minimalista.

Solo de ver su expresión y como reaccionaba, Yuuri y Wolfram estuvieron contentos de que esta haya sido la desicion correcta.

O tal vez no.

—Oigan, cierren la puerta.

La voz proveniente del piso a lo lejos es extrañamente baja, aunque el tono grave y profundo resulta fácil de reconocer.

—¿Hermano mayor? —preguntó Wolfram confundido hacia el aire.

—¡Cierra la puerta!

—E-está bien.

—Gwendal, ¿qué estás haciendo atrás del escritorio? Es un terrible lugar para esconderse —cuestionó Yuuri mientras el chico mazoku iba a hacer lo que le ordenaron.

El lugar donde el hombre se encontraba agazapado era el único escritorio presente en toda la habitación, colocado en el mismo centro y rodeado de un espacio vacío, con las estanterías tapando las paredes hasta el techo.

—Es una muy mala idea esconderte ahí por varias razones, pero la principal es que no tienes escapatoria. Encima has dejado abierta la puerta.

—Lamento no ser un experto del escape y que usted si lo sea, Su Majestad.

—No tienes por que ser tan mordaz. Y de hecho, aprendí una cosa o dos sobre escapar y esconderse desde que llegué aquí.

—No sabia que Anissina estaba en el castillo —comentó Wolfram al volver.

Ahora que la puerta estaba cerrada, Lord von Voltaire se puso de pie con reticencia.

Su altura impresionó a la única persona del trío que no lo conocía. Es entonces que el regente nota la presencia de la desconocida, y sus ojos celestes se abren de par en par. Luego mira penetrantemente los de su actual joven rey en busca de explicaciones.

—Larga historia corta, Hashimoto Asami, de la Tierra. Lord von Voltaire Gwendal, hermano mayor de Wolfram.

—Mucho gusto.

Muchas cosas pasaron por los ojos del adulto al mismo tiempo, pero olo observó fugazmente la puerta ahora cerrada y se apresuró a cuestionar una.

—¿Ahora puede traer gente a placer del otro lado?

Más bien sonaba a "¡no traigas gente cualquiera del otro lado!".

—N-no estoy seguro.

—¡Gwendal~! ¡¿Gwendal?!

El escalofrío recorrió evidentemente el cuerpo de la persona a la cual llamaba esa voz de mujer. Los pasos en el pasillo aun eran lejanos.

—Vamos a tener una charla muy seriamente sobre esto más tarde. Tu también Lord von Bielefeld.

—¡¿Qué?! ¿Y yo por qué si no hice nada?

—No quiero oír excusas.

Wolfram refunfuñó en vano en voz baja.

Siendo ya la hora del pánico, Gwendal miró hacia varios lados dentro de la biblioteca con claras intenciones de escapar. Pero no parecían haber demasiadas opciones.

—En la parte trasera hay un corredor de piedra, lo tomas derecho, doblas a la izquierda en la bifurcación y entonces bajas un poco para subir luego. Eso da a la cocina, de ahí puedes ir a otros lugares.

—Vaya que pones esfuerzo en escapar de Günter —comentó Wolfram.

Sin prestar atención a nada, la tela del traje de Lord von Voltaire flotó en el aire al darse la vuelta rápidamente, pero a los pocos paso se arrepintió y volvió.

—Esto no hará que no tengamos esa conversación luego —amenazó Gwendal, y luego desapareció del lugar inmediatamente.

En el momento en el que los tres pusieron un pie en el pasillo, luego de una breve vuelta por el resto de la biblioteca incluyendo el corredor misterioso del que habló Yuuri , fueron interceptados.

—Ah, que sorpresa, Su Majestad. Ha pasado un tiempo, me alegro verlo bien. Lord von Bielefeld. ¿Y quien seria esta joven lady si puedo preguntar?

Anissina, igual de educada como temible que siempre, se paró con las manos sobre las caderas. La única razón para no temblar de miedo de los dos chicos es simplemente que estaban convencidos de no ser el objeto de los deseos de Lady Veneno en este momento.

—Ah, bueno, mm, para hacerlo simple, ella es del otro lado.

—Hashimoto Asami, mucho gusto.

—Encantada, soy Lady von Karbelnikoff Anissina. Pero Su Majestad, cuando dice el otro lado, ¿se refiere al lugar llamado Tierra?

—Am, see.

—No estaba al tanto de que tenía una hermana.

—¿Eh? ¿Parecemos hermanos acaso? Quiero decir, no estamos emparentados. Ella es... ah, bueno, no, no somos familia ni nada parecido, eso es todo. Anissina, ¿cuando llegaste al castillo? No sabíamos que estabas aquí.

—Oh, hace tan solo unas cuantas horas. Tengo un invento muy importante que testear, ablando de eso, ¿han visto a Gwendal?

—Mi hermano mayor, no, para nada.

La respuesta de Wolfram fue inmediata pero se tomó el tiempo justo para no despertar sospechas. Era una manera de evitar que Asami comentara nada al respecto, pero la chica parecía tener la cautela necesaria para no hablar durante situaciones que no comprendía.

—Solo estábamos mostrándole a Hashimoto el castillo, pero no hay nadie aquí así que nos aburrimos y ya nos íbamos.

—Mm, ciertamente la vida de un noble puede tornarse aburrida, especialmente cuando son niños. Pero no te preocupes, querida, no tienes por que depender de los hombres para que te entretengan. Tengo el artefacto perfecto aquí mismo, tienen suerte de que traje algunos de los últimos prototipos de la primera tirada que saldrá esta semana a la venta.

Al escuchar eso Yuuri suspiró aliviado. Las cosas que iban a parar a la tienda ya estaban aprobadas y usualmente eran mil veces más seguras que los experimentos. Despues de todo no podías andar matando clientes.

—Tarán~. "Dame Esa Sensación Excitante-kun", el buscador de aventuras a base de maryoku. —Que suerte que aclaró la parte de la aventura, porque el resto sonaba un tanto sospechoso—. Lord von Bielefeld, aquí están los controles y aquí va el maryoku. De ser posible, me gustaría que llenaran una planilla de sugerencias luego de que lo usen. Ahora si, lamento tener que dejarlos pero debo seguir buscando a Lord von Voltaire.

Sin tiempo para intentar convencerla, Anissina entró a la biblioteca. Al parecer el plan de Yuuri era bueno, pero el corredor secreto no era tan secreto.

Con el aparato en mano, Wolfram tocó algunos controles. Las perillas contaban con varias opciones cada una, y podías realizar combinaciones diferentes.

Pero "buscador de aventuras"... seguía sonando bastante sospechoso.

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Continuará...


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