One-Shot: Adiós, mi amor.La luna, resplandeciente en el cielo despejado, es mecida por la suave brisa que mueve las cortinas del balcón y alumbra la estancia. En ésta, la desilusión y el engaño son las reinas de los corazones presentes… tan distintas ahora, tan unidos antes en la entrega de la pasión…
El abismo que existe ente ellos está hecho a base de reproches, dolor e incomprensión. ”No se puede luchar contra algo así”, piensan. ”Ni siquiera este amor podrá… es el final.” Pero no son capaces de decirlo en voz alta. Porque eso es lo peor d todo, no poder darle voz a los sentimientos que pugnan por salir, rozando el alma con finas estocadas en las que el silencio se vuelve veneno.
Dando la partida por perdida, se dan la espalda para dejar escapar la rabia contenida a través de sus lágrimas. Ya ni se reconocen siquiera, ¿quiénes son realmente? ¿De quién se han enamorada? …y es que, como bien dicen, un mal sueño siempre equivale a una pesadilla
Burdas actuaciones en que interpretaron el papel que no les correspondía. Tal vez lo hicieron bien, pero no lo suficiente. Se necesita algo más que palabras para amar, pero ninguno está dispuesto a dar lo que ya no queda, ni a pensar que todo ha sido un malentendido. No darán su brazo a torcer jamás, pues la cabezonería tiene su atractivo en la perfección.
Como un fuego que los funde, el viento se desliza entre ellos acariciando sus ropas y llevándose sus ilusiones, arrancándoselas de la piel quemada. Después de haber compartido toda una vida juntos, ya no queda nada por decir… o tal vez quedan tantas cosas que no saben por donde empezar.
Unos ojos verdes miran a la Luna y parece que ésta empieza a quebrarse lentamente… sólo está viendo las heridas de su propia alma. Heridas del alma, heridas de amor, que necesitarán de otra alma para sanar.
Fugitivos ambos de su propia locura de amor, no imaginaban la cantidad de puertas que se rompen con cada engaño, con cada silencio… es mejor callar, aguantar tanto como se pueda, a tener que enfrentar con duras palabras la realidad. Si un día el amor los unió, es eso mismo lo que los separa ahora con voces escondidas y apagadas, leves murmullos que incitan a besar a la individualidad de cada uno, apartando a la pareja de su espacio…
Unas manos pálidas se mueven nerviosas, revuelven y aprietan las cortinas que mece el viento. La impotencia reflejada en unos simples gestos sin lágrimas ni palabras. Nunca imaginaron ese final, siempre pensaron que la suave melodía de sus vidas seguiría sonando para ellos, para siempre, nunca imaginaron que las cuerdas se soltarían. Por los sueños no son la realidad, porque la realidad duele y cuesta comprender que el ayer no es presente y que en el futuro nunca hay esperanzas.
En un segundo, esmeralda y plata se unen con incomprensión… ¿qué hacer si sólo queda desesperación? Ningún beso curará la herida, ninguna caricia reparará la piel quemada y no hay nuevo violín que toque la bella melodía de la vida.
La luz luna sigue reflejándose en la habitación, testigo de elegantes muebles rotos y miradas apagadas y muertas. No es fácil devolver la ilusión ni volver a confiar después de una infidelidad, no es fácil perdonar…
-Pero sí lo es pecar, ¿verdad, Draco?- pregunta dolido.- No te importó nada en ese momento, ¿me equivoco?
-¡Me importabas tú, Harry!- responde – No sabes cómo me ardía la sangre, los celos me mataban… ¡no tuve conciencia de lo que hacía! Sólo quería olvidar…
-¿Olvidar el qué, Draco? ¿Olvidar que tenga vida social, que hable con otros hombres que no sean tú?
-Ya sabes lo celoso que soy, amor… yo… ¡jamás pensé que acabaría así!- se lamenta, realmente dolido.
-Ahora no puedes arreglarlo con palabras, Draco. No me puedo poner una tirita en el alma para sanar esto, ¿entiendes? No puedo hacerlo otra vez.
-¿Y cómo crees que me siento yo, Harry? ¡No estoy para nda orgulloso de lo que hice! No quería dañarte, no quería que tú sufrieras… yo no…- dice abatido, derrumbándose en el sillón. La culpa puede más que cualquier cansancio.
-No querías, pero lo hiciste.- rebate.
-Mi amor, perdóname…-suplica con los ojos abnegados en lágrimas.- Yo te qui…
-Ya es tarde para eso, Draco- le corta, conteniendo su propio llanto.- No hay nada que puedes hacer para recomponer mi corazón. Ni siquiera yo puedo.
La Luna partió en ese momento, dejando un profundo vacío profundo y negro a donde caerían ellos dos… porque ya no hay más ojos que miren la escena, las cortinas se cierran y la brisa se para. No hay más que decir en una historia de amor en la que las palabras quedaron dormidas. Ya los momentos importantes tienen valor. Nada quedó…
Adiós, mi amor…
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