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Lo Que Somos - {Sarumi} por cravatnaitospain

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Saru permaneció inconsciente un buen rato. Por suerte para él, ese día Misaki estaba de mal humor y quería discutir con él sobre lo que les estaba pasando. Después de aporrear la puerta y no recibir respuesta, Misaki se temió lo peor. Echó la puerta abajo con una sola patada y entró.

Se encontró con Saru en la misma posición en la que se había desmayado.

- ¡Saru!

Después de zarandearlo un poco, se dio cuenta de que tenía fiebre y que respiraba muy lentamente. Hizo lo que pudo para ayudarle él solo, pero, como era de esperar, el escándalo que había formado había alertado a otros miembros de HOMRA.

Antes de que pudiera evitarlo, se hicieron con el control de todo y habían llamado a una ambulancia. Misaki volvió a sentirse apartado, al igual que el día que Saru tuvo el accidente. Y, además, tuvo ese sentimiento de culpabilidad que ya era tan conocido para él.

Nuevamente no fue consciente de cómo le trasladaban en el hospital, ya que, cuando quiso darse cuenta, volvía estar en el pasillo de la habitación.

Misaki estaba angustiado. Todo estaba pasando casi igual que la última vez.

- No lo hagas. - dijo Kusanagi de repente. - No te culpes.

- ¡Pero es que es mi culpa! - le interrumpió Misaki. - ¡Discutíamos mucho y nuestras discusiones le afectaron!

- Fue él el que decidió no comer, ¿no es así?

- Si, pero…

- Entonces no hay nada más que hablar.

A pesar de que sabía que una parte de la culpa la podía tener Misaki, no quería que su amigo se auto culpara más. Le conocía de sobra como para saber en qué medida le afectaban los temas en los que Saruhiko estaba implicado.

- ¿Puedes contarme por qué discutíais?

- no…

- ¿tan grave es?

- Te he dicho que no te lo puedo contar. Y punto.

Todos se volvió un poco tenso entre ellos. Afortunadamente, no duró mucho. Enseguida salió el doctor de la habitación de Saru con una cara de cierta preocupación.

Misaki se levantó de la silla y prácticamente acosó al doctor.

- ¿Cómo está? ¿Está bien? ¿Es muy grave? ¿puedo verle?

- Está bien, no se preocupe. - le tranquilizó. - Parece que el desmayo se ha debido a un agotamiento que lleva arrastrando desde hace tiempo. A eso debemos añadir una falta de nutrición algo grave. Afortunadamente ya le hemos administrado los nutrientes necesarios y actualmente está despierto, - le mira. - Puede pasar, pero le pido que sea breve, y que procure no alterarle.

Misaki asintió y entró en la habitación sin esperar el consentimiento de Kusanagi.

Al entrar, Saru se le quedó mirando. Estaba bien, pero tenía un aspecto bastante cansado. Le sonrió de forma irónica.

- Has venido, eh…

- ¿Pensabas que no lo haría?

-  A decir verdad… - su voz era suave y cansada. - Ya no sé qué pensar de ti.

Misaki se acercó a la cama.

- ¿Y eso por qué? ¿es que acaso no te demostré que sentía por ti?

- No digas estupideces… Solo fue un beso… Un beso que, de hecho, ni siquiera pedí.

- … Y que tampoco te molestaste en rechazar.

Se miraron a los ojos. saru estaba molesto y cansado. Solo quería que se fuera para poder descansar y, sobretodo, para poder olvidarle de una vez.

- No vuelvas a hacerlo. No vuelvas a besarme.

- ¿¡Eh!? - respondió indignado. - Pero… ¿porque me estás diciendo eso?

- ¿No ves… que tú y yo no podemos estar juntos? No quiero… que esto vaya a más.

- ¿Porque no? ¡No entiendo nada, Saru! ¿prefieres que nos odiemos antes de que admitamos lo que sentimos?

- No… No quería decir eso.

- ¿Y que querías decir?

Misaki parpadeó, perplejo. No entendía a lo que se refería Saru. En ese sentido era un poco lento para captar ese tipo de señales.

- ¿Y qué pasa… si me enamoro de ti? - Le miró. - Si mis recuerdos vuelven… ¿Volveremos a odiarnos?

Misaki no tenía respuesta para ello. Saru se cubrió la cabeza con los brazos y una lágrima le recorrió la mejilla.

- No lo soportaría… de verdad que no.

Misaki le limpió la lágrima sin saber que decir.

- Yo… Correré ese riesgo.

Su voz era suave, aunque rota por el dolor que le producía esa conversación.

- Aunque… - continuó. - Si eso te hace feliz… Me mantendré al margen. Al menos en este tema.

- Gracias…

Saru no dijo nada más. Seguía sin mostrarle a Misaki su cara llena de lágrimas, hasta que, poco después de eso, cayó en un profundo sueño.

*****

El tiempo pasó, Saru se recuperó del susto y consiguió volver a HOMRA de nuevo. Desde el mismo momento en el que puso un pie de nuevo en el bar, vio como todo era diferente. Notó a todos especialmente atentos con él y preocupados por su estado. Con quien más lo notó fue, evidentemente, con Misaki. tenía sus idas y venidas, pero sí que notó que las conversaciones se hacían más fluidas a su lado.

De todos modos, y para asegurar no tener más peleas, los prometieron olvidarse del tema del beso y de no volver a hablar de ello. Saru se comprometió a cumplir su promesa y de olvidarse de cualquier sentimiento que pudiera tener hacia Misaki. Todas esas promesas, sin embargo, se volvieron difíciles de cumplir en cuanto le comunicaron que, a partir de ahora, y por orden de la propia Anna, Saru dormiría en el sótano con Misaki.

El propio Saru sabía que esa decisión fue tomada con el simple propósito de protegerle y, aunque lo agradecía, todo ello le ponía las cosas más difíciles de lo que ya estaban.

- ¡Saru! - el grito de Misaki le devolvió al mundo real. - ¿¡Me escuchas o que!?

- ¿E-Eh?

Misaki suspiró profundamente intentando controlar su mal humor.

- Te lo voy a repetir de nuevo: por mucho que duermas en el sótano conmigo no significa que no vayas a estar en el sofá. La cama es mía y solo mía.

- Tranquilo, que ya contaba con ello…

- Y aún hay más: la hora de dormir y la de apagar las luces será cuando yo lo diga. Y como se te ocurra entrar en mi habitación y despertarme antes de que suene la alarma, te va a faltar tierra para correr/huir... ¿entendido?

- Si, entendido.

- Y, por último, pero no menos importante... - le miró levantando una ceja. - ¿recuerdas cuál era la norma número uno que debías saber?

- “Te voy a enseñar una de las normas más importantes de HOMRA: Nadie toca mis cosas. ¿Entendido?”- le imitó con una sonrisa.

- ¿te crees muy gracioso?

- No, pero eres muy simple y fácil de imitar. Casi como un niño… Adorable.

Acto seguido recibió un golpe de una almohada en toda la cara.

- Toma tu maldita almohada. - Misaki estaba rojo como un tomate. - Y ahora, ¡vete de mi habitación!

Saru hizo un gesto para despedirse de él y se fue hacia el sofá almohada en mano. se dejó caer mientras pensaba en su nueva situación. Estar tan cerca de él era lo que precisamente quería evitar. No estaba cómodo allí. Tenía miedo de que uno de los dos sucumbiera a lae

- ¿¡Quieres apagar la maldita luz!? - gritó Misaki desde su habitación.

Saru superó malhumorado y se apresuró a apagarla antes de que sus gritos despertaran a todo el mundo.

*****

Con el paso del tiempo, y cuando ambos se habían acostumbrado a esta inusual situación, Saru creyó que todo el tema del beso se había olvidado por completo, por lo que ya no tenía nada que temer… O eso pensaba él.

Una semana después del inicio de su convivencia, Saru dejó de ser consciente de lo que estaba haciendo, cuando se descubrió invadiendo la habitación de Misaki. Ya era demasiado tarde para echarse atrás, puesto que había entrado en su habitación, a pesar de la prohibición de Misaki. Este, sin embargo, dormía como un tronco.

Se acercó a la cama, siendo sigiloso, aunque tampoco demasiado, ya que no tenía el control total de sus acciones. Se acercaba cada vez más, hasta que ya estaba casi encima de la cama. Misaki se despertó en ese preciso momento, justo para ver el rostro de Saru a muy pocos centímetros del suyo.

- ¡Eh! ¿Que estas…?

Saru le besó con fiereza sin darle tregua a respirar ni a preguntarse qué estaba pasando. Misaki no entendía nada, y dejaba que su cuerpo respondiera por él. Intentaba apartarle, pero Saru no respondía. Le mordió el labio para hacer que dejara de besarle. Saru apartó sus labios por el mordisco, pero no le soltaba.

- ¿Qué… estas… haciendo? – respiraba con dificultad a causa del aire que Saru le había arrebatado. - ¿Qué… demonios… te piensas… que estás haciendo?

Dejando de lado el simple hecho que Saru había invadido la habitación y estaba literalmente encima de él, hubo otro detalle que frustró más a Misaki. Este se había percatado de la posición en la que le había puesto su amigo y se enfadó. Algo dentro de él le decía que no podía dejar que eso ocurriese. Tenía que tomar las riendas de la situación y, con ello, darle una lección a Saru.

Le dio un rodillazo en la barriga para quitarle de encima. Se puso encima de él y le miró desafiante.

- Si eso es lo que quieres… Vamos a hacerlo a mi manera

Sin esperar respuesta, le besó con la misma pasión y ferocidad con la que había besado hacía pocos minutos. Saru no entendía bien que pasaba, pero… ¿Quién era él para rechazar un beso tan apasionado como ese?

Poco a poco, sus cuerpos empezaron a sincronizarse. Respiraban a la vez y cada vez con más frecuencia. Les faltaba el aire y la temperatura iba subiendo a un ritmo frenético. Aunque solo habían estado besándose y nada más, era obvio que sus cuerpos ya habían tomado la decisión de ir más allá.

Pero, cuando parecía que iban a llegar a más, Misaki se percató de que la mano de Saru recorría su cuerpo en busca de otras zonas. Aquello le enfadó bastante, ya que quería tomar la iniciativa, y no dejar que Saru le tocara. Se separó de sus labios, le cogió del brazo y le echó de la cama dándole una patada en el costado.

- ¡Qué te lo has creído! – soltó malhumorado. - ¡No pienses que puedes aprovecharte de mí y salir ileso!

Saru había caído al suelo y le miraba sin entender su cambio de actitud.

- Vete de mi habitación antes de que te mate… ¡Y lo digo enserio!

Saru no tuvo más remedio que obedecer y marcharse de allí con un suspiro de resignación. Misaki cerró la puerta de un portazo tan fuerte que perfectamente se podría haber escuchado desde el piso de arriba. Echó el pestillo para asegurarse de que no le volvía a hacer ninguna visita nocturna.

Saru se sentó en el sofá de golpe, resignado, pensando en lo que había pasado y lamentándose no haber llegado más hasta el final. No tenía ni una pizca de arrepentimiento ni se sentía mal por haberle hecho aquello.

No, esos sentimientos llegarían por la mañana.

*****

Saru se despertó al día siguiente por un golpe fuerte de una almohada en su cara. Se incorporó y vio delante suyo a un Misaki visiblemente enfadado.

- ¿¡se puede saber qué te pasa!? - gritó Misaki.

- ¿¡Y a ti!? - le miró indignado. - ¿Te parece normal despertar a alguien de ese modo?

- ¡No me hables de despertar, que ayer ya hiciste suficiente!

Saru se le quedó mirando sin entender nada.

- … ¿eh?

- No te hagas el tonto ahora. te estoy hablando de cuando ayer invadiste mi cama y me besaste sin motivo.

- ¿pero de que estas hablando? Yo no recuerdo nada.

- ¿me tomas el pelo?

Saru suspiró y se volvió a acostar en el sofá, dándole la espalda y tapándose con la manta.

- Déjame en paz, lunático.

La rabia de Misaki le empujó a quitarle la manta de golpe y a ponerse encima de él. Todo para que se miraran a los ojos.

- ¿¡Cuál es tu problema!? - le gritó. - ¿No fuiste tú el que estaba de acuerdo en olvidarnos de este tema? ¿Porque lo hiciste entonces?

- Oye… Ya te dije que no me acuerdo de nada. Y si te hice algo, lo lamento. Yo…

- ¿lo lamentas? - le miró, dolido. - ¿realmente lamentas lo de ayer?

- Lo que lamento… es que no hubiéramos llegado a más.

Ante sus palabras, Misaki nuevamente le estampó la almohada en la cara. Le había pillado en su mentira y ya no podía contener la rabia que tenía dentro. Se quitó de encima suyo con la cara roja de rabia y vergüenza a la vez.

- ¡Es la última vez que me trago tu mentira de “no me acuerdo”!

- idiota… Si lo hago por ti. - se reincorporó. - ¿No crees que sería más fácil si finjo que no me acuerdo y podamos hacer como que no ha pasado nada durante el resto del día?

Aunque Misaki no respondió, estaba de acuerdo en parte en esa afirmación. Pero una parte de él no le había perdonado del todo por lo que había hecho.

- Y en mi defensa diré que sí que era verdad que había veces que no sabía lo que hacía ni controlaba mis actos hasta que ya lo había hecho.

- Sigue siendo culpa tuya. - volvió a coger su almohada - ¡estúpido!

Ambos empezaron una inusual pelea. Vista desde lejos, los movimientos recordaban mucho a las peleas que solían tener antes del accidente de Saru, solo que con almohadas en vez de una espada y un bate. Saru se incorporó y reaccionó rápido. Cogió su almohada y empezó a golpearlo para intentar defenderse. Durante un buen rato, llovían golpes de almohadas. Aunque Misaki actuaba con rabia, Saru sonreía. Se lo estaba pasando realmente bien.

Por un momento, el tiempo se detuvo para ellos. Saru no lo sabía, pero ese sería uno de los pocos momentos “felices” que compartiría con Misaki.

Después de esa feroz lucha, ambos cayeron en el sofá. No había un clan ganador, pero ninguno de ellos tenía ganas de seguir. Estaban exhaustos y les faltaba el aire.

- ¿Por qué…? – soltó Misaki entre suspiros ahogados. - ¿Por qué lo hiciste?

- Ya te lo dije… ¿no? – Saru le respondió con el mismo tono. – No ´se porque lo hice. Mi cuerpo… Decidió actuar así. No lo pensé… hasta que ya estaba en tu habitación.

- ¿Y porque tu cuerpo actuó así?

- No… Lo sé. Pero eres malvado si piensas que puedes besarme y no dejar en mí unos sentimientos difíciles de entender.

- Pues lo siento. Pero si te besé… Fue por algo.

- ¿Y porque fue?

No podía responder. El orgullo, incluso la propia vergüenza le impedían hacerlo. Le había apartado la mirada, pero no podía esconder el dolor y los verdaderos sentimientos que se veían reflejados en sus ojos.

Le apartó un mechón de pelo que tenía cerca de los ojos.

- No quieres que me vaya, ¿no es así?

Hizo que no casi sin mirarle y soltó el suspiro más suave que podría soltar.

- Ojalá pudiera prometerte de que no me voy a ir. Pero… en algún momento pasará. Es mejor que nos hagamos a la idea.

Misaki asintió. Le enfadaba, y a la vez le dolía tener que enfrentarse a esa cruda realidad. Pero él mismo llegó a la conclusión de que, para evitar que Saru sufriese, debía fingir que no le importaba el tema y dejar que se fuera si ese era realmente su deseo. Y eso era precisamente lo que Misaki iba a hacer.

O, al menos, dejaría de hablar del tema.

*****

Días después, Saru se encontraba de visita en el médico. Le habían hecho varias pruebas y estaba esperando a que le diera los resultados.

- Dígame… ¿Cómo se encuentra últimamente?

- Yo… B-bien, la verdad. Tengo dolor de cabeza de vez en cuando, pero cada vez menos.

- ¿Come bien y respeta las horas de descanso recomendadas?

- Si.

- ¿ha vuelto a tener algún flashback o algún intento de recuperar la memoria?

- No…

- Mmm…

El doctor se quedó pensativo antes sus palabras. Miraba a Saru y a los informes sin parar.

- ¿Ocurre algo, doctor?

Saru estaba preocupado. Podía leer en la expresión del doctor que algo no iba bien.

- Es como si su cerebro se hubiera acomodado a esta situación, pero no tuviera mejoría. Como si él mismo decidiera no recuperarse. No hay rastro de contusión en ninguna parte, sin embargo, no parece que su funcionamiento sea igual o parecido al de antes del accidente.

- ¿Qué quiere decir eso?

El ambiente se volvió tenso y silencioso a la vez. El doctor sopesó como comunicarle la mala noticia.

- Puede que… No recupere nunca sus recuerdos.

En ese momento, Saru no supo cómo afrontar las palabras que le acababa de soltar el doctor. Que no recuperara la memoria… ¿Era bueno o malo?

Él sabía que, si volvía a tener sus recuerdos, recordaría porque estaba enfrentado a Misaki y tal vez, con toda probabilidad, acabarían odiándose de nuevo. En consecuencia, Saru y Misaki haciéndose daño mutuamente. Sin embargo, una parte de él deseaba no tener la mente en blanco, deseaba pensar en algo de su pasado y que supiera responder ante ello… Deseaba no tener amnesia.

 

A partir de ese momento, Saru se enfrentó a un verdadero dilema: ¿Que pesaban más, sus sentimientos o su deseo de volver a reconocerse en el espejo?  


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