Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MA-nimal por RedGlassesGirl

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

MA-nimal - Capítulo 5

.

.

.

.

.

—GrrrRRAAHH... ¡ANISSINA!

El rugido del hombre casi tan poderoso como el mismísimo Maou podría haber hecho retumbar las paredes.

—¡Santo cielo! —tragó duro el joven y temblando por reflejo se aferró a la manga color caqui de su guardaespaldas—. ¡¿Q-qué pasó ahora?! ¿Gwen? ¡Gwendal!

Recobrando la compostura por si mismo de inmediato, Yuuri abrió de golpe la puerta del despacho. La peculiar escena frente a él lo paró en seco.

En una esquina, Günter sostenía como si su vida dependiera de ello un set de agujas clavada en una bola de lana y algunos puntos de crochet colgaban a medio hacer. En el medio de la habitación, Lord von Voltaire desataba su furia como una bestia que no permite ser domada.

—¡No lo quiero! ¡Si quieres hacer algo para ayudarme, inepto, entonces ve y trae a Anissina ahora mismo!

Sentada frente a la mesa principal, una sirvienta que Yuuri no conocía estaba reducida a una masa temblorosa de lágrimas, mientras la joven cocinera Effe la consolaba murmurando algo por lo bajo.

La chica aterrada también repetía en voz baja algunas palabras que apenas se llegaban a entender. —Lo siento, lo siento... no quise entrar... no sabía que no podía... no sabía que era peligroso.

—¿...Qué rayos está pasando?

Ante la pregunta de Yuuri, Gwendal se dio la vuelta hacia él y el segundo hijo.

—Tu —dijo Gwen con furia enfocándose de lleno en el chico que no se creía culpable de nada pero podría doblegarse y confesar lo que sea en dos minutos—. Tu eres el Maou, si das una orden, entonces tendrá que acatarla. Así que baja de una maldita vez a ese laboratorio ¡y clausúralo!

Pocos podrían pensar que alguien podría dirigirse así al Maou, es por esto que la sirvienta aterrada se achicó aun más al levantar la vista y distinguir a la persona por su particular atuendo y cabello negro. Ya pálida por el incidente sin aclarar, parecía empeorar a cada segundo solo por el sentimiento de culpa de que esto hubiera escaldo hasta el rey mismo.

—Ya basta Gwen, lo único que vas a lograr perdiendo el control es asustar más a esa chica. Lo primero que hay que hacer es conseguir un testimonio y pasarlo por escrito —se metió Conrart con un tono particularmente calmo y a la vez pedante, pero esa soberbia logró apaciguar por un segundo a su enfurecido hermano—. Veo que Günter ha transcrito algo, así que por que no nos cuentan realmente que ha pasado.

—¿Quieres saber lo que pasa Conrart? Te diré lo que pasa. Yo tenia razón. ¡Eso pasa! Nunca debería haber tocado lo que no le incumbe, y ahora tengo una sirvienta que quien sabe si podría haber corrido peligro más allá de un desmayo, ¡todo por le mal funcionamiento de algo que ella ha inventado!

Yuuri notó que Gwendal tendía a incrementar su ira a media que soltaba la lengua, enfatizando el final de sus frases como si fuera empezar a gritar en cualquier momento. Ya había tenido el placer, no agradable, de verlo terriblemente enojado antes. Pero no era tan común que perdiera su lado estoico.

—Gwendal —le llamó Yuuri poniéndose serio—. Sea lo que sea que haya pasado, te prometo que me haré cargo y me comprometo también a solucionarlo. Pero ahora necesito saber que es lo que pasa, y con esta actitud no vamos a lograr nada. Así que si no vas a ayudar, mantente callado hasta que te calmes.

El shock azotó a tres hombres en vez de uno. Aunque Günter y Conrart se recompusieron de repente, y solo los ojos celestes atónitos de Gwendal se lo quedaron mirando. Para los otros dos lacayos, hacia cierto tiempo y unos cuantos incidentes que Yuuri había dejado de ser indeciso o poco severo.

Aun sin palabras, Gwendal cambio levemente la expresión y simplemente se hizo a un lado en silencio. Le gustara o no, iba a ahogar la ira durante un rato reintrospectivamente. El Maou le concedió eso, a sabiendas de que su falta de control se debía de hecho a su amabilidad, ya que la fuente de su ira era la cuestionable seguridad de una trabajadora del castillo.

Acercándose a las dos chicas, se dirigió primero a la que estaba sentada en la silla. —¿Qué ha pasado? ¿Puedes contármelo? Está bien si no puedes, Effe puede hacerlo, aunque preferiría escucharlo de ti si es posible.

—Yo... entre a la habitación del milord sin permiso-

Y eso fue todo lo que pudo decir sin que se le quebrara la voz. Yuuri la observó intentarlo de nuevo y quebrar nuevamente, apretando con fuerza una mano contra su pecho y encorvándose sobre ella. Tenía un pañuelo atado sobre los cuatro dedos.

—Está bien Effe, puedes hablar con libertad —dijo Conrart, su presencia siendo un alivio para la cocinera ya que habían entablado amistad entre ellos.

Ella asintió decidida y sin sacar las manos de los hombros de su compañera comenzó a hablar. —Rosa es nueva, ha estado trabajando con nosotros por seis días, entro antes del festival por lo que fue difícil que le dieran el entrenamiento introductorio. Es por eso que no sabia todas las indicaciones particulares de las habitaciones que tiene que limpiar. Debería haber evitado la de Su Excelencia Lord von Voltaire si nadie respondía como suele hace Matilda, pero aunque no era su intención realmente entrar, entreabrió la puerta.

Effe, excusando a su amiga, la observó para darle confianza cuando la chica levanto la vista preocupada ante su sinceridad.

—Está bien, se que Gwendal no está enojado por eso, un error como ese no resulta tan grave. —Aclaró Yuuri.

Aunque la chica no lo conocía realmente, la amabilidad del gobernante del castillo era bien sabida por todos. Incluso su seriedad en este momento le ayudaba a sentirse segura en vez de nerviosa. Pero aun así, dejó que continuara la cocinera.

—De casualidad vio a su mascota cerca de la puerta, la que ayudó a crear la Lady Anissina. —Los ojos de Effe se enfocaron en el piso, claramente angustiada de apuntar la culpa hacia una mujer que en realidad admiraba—. No parecía malo, y como se acercó a ella, intentó acariciarlo. Pero no fue amigable, la mordió en una mano, bastante fuerte. Se lo trató de sacar de encima sacudiendo y es por eso que cuando la encontró Matilda tirada en el piso había bastante sangre desparramada. Pero hay algo extraño. Muéstrale Rosa.

El pañuelo en la mano de la chica era en realidad una servilleta de mesa bastante grande, tras retirar los pliegues con cuidado, la mancha roja en la tela se hizo evidente. La hemorragia había cesado, pero igual había bastante sangre. Las marcas de la mordida eran profundas, y extrañamente las zonas alrededor de ella parecían arrugadas. Justo como la piel gomosa luego de tomar un baño durante demasiado tiempo, aunque más seca.

—Aun siente dolor en todo el brazo. Cuando se despertó no podía moverlo y sentía un dolor punzante hasta el codo.

—¿Le chupó la sangre? —preguntó el rey.

Su tono fue mucho más calmado del que se podría esperar y Conrart lo miró con dudas. De repente el soldado se vio atacado por el recuerdo de una de las cuatro cajas y Yuuri bañado en sangre que brotaba de todos los orificios en su rostro entre sus brazos. Tuvo que sacudir el recuerdo atroz y volver esta situación impersonal de nuevo.

—No. No la sangre —aclaró con labios temblorosos la chica—. Se sintió como... si chupara mi maryoku. Esa es la sensación que me dio antes de que me desmayara.

—Perdió el conocimiento por exceso de utilización de maryoku. Les pasa a algunos soldados que no saben medir las consecuencias en el campo de batalla al utilizar majutsu, pero no es algo que debería sucederle a una sirvienta. Eso es lo que pasa cuando falla uno de los inventos de Anissina en una persona que no cuenta con el nivel para usarlo.

Todos los ojos se posaron en Gwendal, que habló en un tono tajante pero más similar a su personalidad irónica más tranquila. Sus palabras fueron honestas. Tras un incomodo silencio en el que todas las distintas autoridades presentes pensaban, Günter dio un paso al frente.

—Está bien querida, no creo que hayan más preguntas por el momento. Lady Gisela llegará enseguida de seguro. Mientras tanto, siéntense por este lado y esperen.

Yuuri, Conrart y Gwendal se quedaron parados alrededor de la silla que usualmente utilizaba el adolescente en su día a día. Cuando Günter se unió a ellos tras dejar calmadas a ambas chicas, el silencio se extendió unos momentos más.

—¿Estás seguro de que es tal cual lo has explicado? —le preguntó Yuuri directamente a Gwendal.

—Absolutamente.

El rey suspiró. Hasta ahora, esto era un conflicto que parecía más una pelea entre amigos de la infancia o una pareja, pero no podía pasar por alto este problema. Estaba seguro de que encontraría alguna clase de solución hablando con Anissina.

Pero Gwendal había tenido razón todo este tiempo y no podían ponerlo en duda. Algo andaba mal con ese juguete de compañía.

.

.

.

Él tenia razón y había renegado tanto por el incidente de la mañana, que al entrar a su habitación a buscar unos documentos y toparse con esa criatura, ex mascota querida, la ignoró por completo.

Lord von Voltaire continuaría con esta actitud el resto del día, y ese seria el segundo error fatal hasta la fecha.

.

.

.

Esa misma noche no hubo cena. Ni tampoco la noche siguiente, saltándose también la comida del día.

Los ojos que nunca se cerraban en la oscuridad estaban fijos en el bulto en la cama. Su dueño no le había palmeado la cabeza, ni había estado cerca de él, por lo que no hubo nada que absorber. El maryoku no se deslizaría dentro del agujero cilíndrico en su pecho por cuenta propia. Ni tampoco podía obtener la fuerza mágica por su cuenta.

En realidad, como poder, podía. Pero entre la silueta en la cama junto a las otras dos criaturas que rondaban este lugar, y la ventana levemente abierta con un mundo de posibilidades fueras, escogió la segunda opción.

Después de todo, para romper una regla de la moral que le habían inculcado sobre la realeza, la regla necesitaba verse superada por una necesidad vital. Y en este momento, habían muchas otras opciones para satisfacer sus necesidades.

.

.

.

Las noches eran incomodas para Yuuri y Wolfram. Como mínimo. Venían sobreviviendo un par de días de este modo.

Algo importante cambió y ambos lo sabían. El primer indicio fue hace mucho tiempo, marcado por un beso durante una situación difícil que nadie volvió a mencionar luego porque traía consigo algunos recuerdos dolorosos.

La vida del día a día en el castillo de la capital era la de siempre. Todas las personas que tenían que estar presentes, ahora lo estaban. Y quienes necesitaban sanar el cuerpo o los sentimientos, ya lo habían hecho.

Pero era esta normalidad lo que hacia difícil para Yuuri y Wolfram enfrentar ciertos temas del corazón.

Yuuri pensaba que la actitud a veces taciturna de Wolfram era debido a esto, aunque el jovencito rubio en realidad tenia varias cosas en la mente. El rey, aun convencido de que el único problema en la mente del chico que vivía en su misma habitación era él mismo, Yuuri, hoy estaba actuando un poco diferente.

Era imposible mantenerse tranquilo siempre que llegaba primero y tenia que esperar a Wolfram, o incluso cuando era quien volvía más tarde y el mazoku ya estaba en la habitación real hace rato.

Hoy le tocaba ser quien esperara dentro. Su ansiedad lo había llevado frente a la mesa de noche, volviendo a mover dos centímetros a la derecha la estatuilla dorada de un caballo.

Últimamente se estaba volviendo difícil pretender que aquí no pasaba nada. Incluso había olvidado por completo otros temas de importancia sobre los cuales había estado pensando todo el día, como esa conversación que pospuso con Anissina desde ayer.

Una cosa era enojarse y ponerse firme con sus allegados, y otra cosa con una chica. Y esta chica era Lady Veneno. Pero ahora no estaba pensando en nada de eso.

Justo cuando estaba concentrado en si abrir el cajón y ordenar dentro, o mejor no hacerlo, el ruido de la puerta le hizo dar un respingo y voltear de inmediato.

—Buenas noches —saludó intentando actuar calmado pero con la voz una octava mas alta.

—Buenas noches, Yuuri. Todavía sigues despierto.

—Si, no es tan tarde. —No era una mentira, y a la vez estaba evadiendo el tema de esperarlo un poco más que de costumbre.

—¿Qué estás haciendo? —cuestionó mas que indagar Wolfram, ya que Yuuri estaba parado de su lado de la cama.

—Ah, yo... mm, nada, en realidad... Acomodé un poco esto.

Las cejas del noble se levantaron un poco y sus ojos verde cristal color esmeralda resaltaron al enfocarse en los objetos.

—Tal vez no debería haber tocado tus cosas —comentó Yuuri, mirándolo sin mirar.

—No te preocupes por eso, no me molesta. Pero, ¿qué hace eso ahí?

—Ah —dio un rodeo el joven rey cuando Wolfram indicó con la mirada el objeto ajeno—. Es solo un adornó. Un fallido intento de decoración supongo. Puedes volver a ponerlo donde estaba.

—No —le cortó el mazoku enseguida—, me gusta.

El comentario de Lord Bielefeld era tan sincero que hacia las cosas peores. Yuuri se apretó el brazo con una mano mientras pensaba quien estaba más avergonzado de los dos en este momento. El sentimiento era un poquito nostálgico, llevándolo de inmediato entre recuerdos a un momento en un barco a tierras lejanas como polizones.

Wolfram era muy dulce y comprensivo a su manera. Solo faltaba que notara que el escritorio al otro lado de la habitación también estaba acomodado minuciosamente. Pero eso no sucedería este día, y los pequeños detalles de atención de Yuuri pasarían desapercibidos durante un tiempo debido a diferencias culturales.

Tres golpes en la puerta consecutivos cortaron el momento. Los dos chicos sintieron alivio de repente, sin haber notado antes que estaban algo tensos. Esa tensión en el aire aun no tenia un nombre en sus mentes, pero no pasaría mucho hasta que se develara el misterio.

—Con permiso, ¿puedo pasar?

Murata Ken asomó la cabeza dentro de la habitación con una cautela que hacia preguntarse que esperaba encontrar dentro que no se pudiera ver.

—Muraken, ¿cuando viniste al castillo?

—Hace como una hora, justo después de la cena, pero Lord von Christ estaba demasiado contento de tomar algo de té y simplemente no pude irme. Disculpa la intromisión~

El pedido de permiso era más para el habitante mazoku de esta habitación que para su mejor amigo. Murata Ken respetaba este espacio común como si fuera la visita a una casa ajena de una pareja. Su sutil manera de dar a entender esto nunca era puesta en evidencia ni cuestionada por nadie.

No era un secreto que Wolfram no adoraba al Daikenja, pero la razón eran solo peleas infantiles. Como el ex príncipe mazoku tendía a ser inocente, Murata solía tomarlo de punto para sus bromas.

—Shibuya, salgamos esta noche un rato. Lord von Bielefeld también, si es que quieres. Y bueno, puedes invitar a Lord Weller.

—Esa ultima parte no suena muy emocionada. ¿Qué pasa con Conrad?

—No lo odio —aclaró Murata Ken sin hacerse mucho problema ni dar rodeos—. Pero no puedo decir que me agrada. Puede que tu lo hayas perdonado por muchas cosas, pero yo no estoy en la obligación de hacerlo. Aunque no tienes de que preocuparte, no me voy a meter en su amistad ni nada parecido.

—No estaba dando a entender nada como eso. —Respondió Yuuri sin realmente saber que decir ante la sinceridad sobre el tema de su amigo. Lo había tomado por sorpresa, pero no era momento de discutirlo ahora. Al mirar de reojo a Wolfram, este no parecía interesado.

—Bien. Entonces invítalo si quieres y ya. Vamos al pueblo como me prometiste.

—¿No es un poco tarde...?

—No empieces a dar vueltas y ni se te ocurra cambiarte para ir a la cama. Siempre me andas arrastrando a todo lo que se te ocurre hacer de improvisto, y siempre estoy yendo a todos esos partidos de béisbol. Así que ve a buscan tu tintura y los lentes, y ya cámbiate.

.

.

.

En el transcurso de una hora, cuatro personas estaban sentadas en la mesa de un bar con iluminación tenue. Los vidrios coloreados de las lámparas alrededor de la habitación le daban una atmósfera cálida y divertida, encajando perfectamente con la decoración y el murmullo alegre de las conversaciones.

Una de las cuatro personas, el más graden de todos, no parecía del todo cómodo en su silla. —Creo que me siento un poco fuera de lugar.

—¿Eh, por qué? —preguntó Yuuri con algo de inocencia, mal sentado mientras observaba a lo lejos hacia la barra.

—No, por nada —negó Lord Weller Conrart entre todos los adolescentes—. Estoy contento de que me invitaran.

—Oigan —cambió de tema Yuuri de repente, inclinándose de nuevo hacia la mesa y el papel encerado sobre ella con la lista de bebidas—, ¿qué van a pedir? Ahí viene Josak. Porque yo no sé, creo que voy a dejar que él decida.

.

.

.

En medio del patio y la pesada noche corría una brisa fría. La criatura de pelo encrespado oscuro se escabulló por lo bajo al ras del suelo en las sombras. Llevaba desde ayer rondando el bosque aledaño al castillo al cual accedió directo desde la ventana de Gwendal. El lugar era grande, pero allí no había encontrado nada útil.

Entre los pedestales que adornan y sostienen la galería al aire libre, un soldado caminaba a paso despreocupado y lento. Era un muchacho joven de cabello claro, de los tantos guardias reales del castillo.

Los ojos amarillentos que a cada hora brillaban con mayor viveza lo observaban fijamente. Por fin. Comida. Podía sentir la presencia de la energía que se había acostumbrado a consumir, aunque era poca comparada a ese otro ser gigantesco que solía otorgársela por su propia cuenta.

De repente, la afilada mirada de dientes puntiagudos salió al pasillo. Parado en medio de la loza fría, observó hacia arriba con sus pequeñas patas cortas de garras puntiagudas encogidas contra su pecho. Sus alargadas patas traseras estaban perdidas en el erizado pelambre gris de Payne —según el artista Wolfram—, y su pequeña cola de tortuga apenas sobresalía.

—¿Eh? —se sorprendió el guardia. A pesar de estar impresionado, los rumores corrían rápido, por lo que enseguida imaginó que el extraño animal, tal vez un roedor, debía ser unas de las nuevas mascotas de la nobleza—. Oye, pequeño, ¿qué haces aquí? Deberías estar adentro del castillo o te vas a perder.

El manimal movió sus grandes y cartilaginosas orejas. Resultaba simpático de alguna manera. Convencido de que no había peligro alguno ante la actitud aparentemente amistosa de la criatura, el guardia se inclinó extendiendo la mano.

De repente, dos filas de pequeños dientes afilados se hicieron presentes, clavándose en la carne con fuerza. El grito del soldado cortó el silencio de la noche. —¡¿...Nh?! ¡AHHHHH!

No había nadie cerca para ayudarlo. La sangre se escurrió entre sus dedos rápidamente manchando el piso, pero ese líquido rojo brillante no era lo que esta criatura estaba buscando.

El sonido metálico de la espada golpeando contra el mármol retumbó por el pasillo. El guardia, ahora hincado sobre una rodilla, echó el brazo hacia atrás por reflejo, pero el manimal no lo soltó. Con la mandíbula fuertemente apretada, se negaba a dejar ir a su presa.

Esta no era la mascota de Lord von Voltaire. No era posible.

La realización de poco le había servido, detectar un animal extraño y peligroso había pasado a un segundo plano en la lista de prioridades.

Ante la desesperación y el dolor, el muchacho de cabello largo castaño terminó de caer de rodillas al piso, tanteando con su mano libre y la vista nublada sobre la superficie fría en busca de su arma. El calor extendiéndose por su brazo herido como una continua y tenue llamarada, yendo hacia la punta de sus dedos.

Mientras que el punzante dolor acompañado del drenaje de energía paulatino atacaba su cuerpo, su mano sin fuerza tocó la empuñadura.

—¡Suelta, bastardo...! —A sabiendas de que pronto podría perder el conocimiento, o ser incapaz de moverse sin desmayarse si tenia mala suerte. Utilizo toda la voluntad que le quedaba para alzar la hoja en el aire, dejándola caer con fuerza. Un dedo no era nada, dos tampoco, lo que importaba es que había asestado.

—¡Gyeeeeehh!

El hostil chillido que podría haber hecho helar la sangre a cualquiera le dio esperanzas. Su mano ahora era libre. De rodillas y solo en esta noche fría, observó sin mirar al techo aliviado mientras el mareo convertía sus pensamientos borrosos en negro puro.

No podía realmente pensar en ese brazo marchito que colgaba a su lado.

Abandonando a su presa y con un tajo en un lado, el manimal saltó directo hacia la sombra contra la pared de la galería. Al llegar a donde las antorchas alumbraban circularmente el piso, esquivó la oscuridad no por temor a ella, sino por instinto de preservación. Su elemento de caza era mantenerse oculto.

Había sido poco maryoku, y ahora estaba herido. Escabulléndose a gran velocidad pero con cierta torpeza, bajó algunos escalones y giró en una esquina. Metros más adelante había una puerta entreabierta, la luz y las voces del interior atrayéndole enseguida. Observando desde la entrada, se infiltró por la rendija hacia la estantería bajo la mesada cuya puerta era una pequeña cortina.

—...No podía creer lo que dijo en ese momento, es decir, ¡estaba super impresionada por sus agallas!

—¿Y Marcella que dijo?

—Nada, si estaba igual que yo, se quedó ahí parada mirándolo...

El retazo de la conversación apenas tenia más sentido que el de las palabras en si mismas. Era capaz de comprender a cierto nivel el lenguaje humano, pero incapaz de sentir empatía. Los ojos amarillos se quedaron posados en las dos chicas que hablaban agitadas en la mesa.

El interés del manimal sobre el maryoku de ambas no era particular, apenas había atisbos de energía. En vez de eso, su mirada siguió con atención los movimientos de ambas, de la bandeja de comida hacia sus bocas, la forma en que masticaban, los dedos machados de aceite de los buñuelos dulces espolvoreados de azúcar.

Con cierto embelesamiento, observó como se alimentaban. Así que de ese modo funciona, generó la idea.

—¿Estás ahí Amelia? Amelia. —dijo una voz de hombre desde afuera.

—¿Queeé? —respondió la chica y entre risas ambas se levantaron para salir a encontrarse con el recién llegado.

Las tres voces se alejaron paulatinamente y el manimal salió de su escondite hacia el medio de la cocina, de vuelta con esa actitud inocente que engañaría a cualquiera, especialmente dos chicas.

Trepando a la silla y de ahí a la mesa, se acerco a la canasta de buñuelos. No entendía realmente que eran esas cosas, pero había que probarlas, porque era lo que había aprendido.

—A-me-lia~ —La voz rasposa dijo algo sin sentido, pero era una palabra. Levantando un buñuelo lo repitió con más certeza como si fuera el nombre del objeto—. A-melia.

Luego de probar uno, y que no le gustase, tomó un segundo y un tercero. Los trozos de masa desarmada se regaron por la mesa de inmediato, Pupi no tenia nada de modales. Agitando sus grandes orejas y moviendo la cabeza de manera torpe para aquí y para allá como una marioneta en mal funcionamiento, desistió de intentar comer lo mismo que las chicas.

El gran plato en el centro de la mesa quedó al borde de la madera y peligrando con caer al piso cuando el manimal se hizo a un lado y lo golpeó con la cola. Pero no llego a estrellarse y hacerse añicos, ni causar un estrépito que pudiera atraer a la gente que acababa de salir. Y así continuo tranquilo sus destrozos.

Luego de saltar directo a la mesada de piedra donde se cortaban las verduras y la carne, sus garras se metieron directo a la cesta de los trapos de cocina. Las telas de colores con adornos volaron de inmediato por la habitación, cayendo al piso por todos lados.

Cuando ya no hubo más nada que hurgar por curiosidad allí, lo siguiente en rodar o volar hacia el piso fueron las brillantes verduras de diversas formas y colores que habían en diferentes canastos cerca. No estaba intentando comer ninguna, porque no entendía realmente lo que eran. En este momento, todo era un juguete para observar y curiosear.

Por suerte para él, en este mundo no existían licuadoras o máquinas de picar que le hicieran correr peligro por accidente. Los cuchillos eran una herramienta a la cual no le había prestado mucha atención aun aunque estuvieran dispuestos cerca.

Aunque era de noche y ya había pasado la hora de la cena, la dedicada jefa de esta cocina, que no era ninguna de las jovenes señoritas anteriores, había dejado macerando un gran trozo de carne con especias en su salsa especial cerca. Al retirar el papel encerado que recubría el oloroso bulto desgarrándolo, el fuerte aroma inundó las poco experimentadas fosas nasales del manimal.

Aun era confuso esto de tener cinco sentidos, así como también la idea de ingerir alimentos. Pero reconoció la materia al instante, la carne era un concepto que entendía bien. El tiempo que había pasado en aquella otra dimensión era complicado de explicar, podría decirse que había sido un ser que robaba materia desde siempre, y que añoraba tener un cuerpo desde los inicios de algún que otro universo pequeño que no conocemos.

Los ojos amarillentos fijos en la carne procesaron esta nueva idea, y así como con los buñuelos, se zambulló de lleno para clavar las dos filas de pequeños dientes afilados en ella. Estaba cruda, lo cual no era para nada malo, lo prefería por costumbre, sin embargo, eso no hacia que estuviera viva.

Quería incorporar esta nueva materia a su cuerpo pero no era posible de este modo. Masticó y arrancó las lonjas con insistencia, ya que estaba enojado, hasta que un agudo grito resonó a través de la habitación por la puerta entreabierta sobresaltándolo.

—¡Kyaaaa! —La voz de mujer no provenía de tan cerca, pero era lo suficientemente fuerte para llamar la atención de cualquiera cerca.

—¡Geeeeh! —Gritó la criatura de repente en respuesta, echándose hacia atrás y trastabillando torpemente sin que su cola pudiera ayudarle a sostenerse.

Rodando por la mesada sin completar una vuelta, la masa de pelo encrespado de aspecto pinchudo cayó directo por el borde hacia una cesta haciendo esparcir los granos de arroz por el suelo. Por instinto, escarbó en la masa de pequeñas cositas blancas hasta esconderse cerca del fondo desapareciendo por completo.

La puerta cerrada a medias se abrió de repente, pero no era la persona que había gritado quien entraba a la cocina.

Afuera en el pasillo había bastante jaleo, la gente comenzaba a correr de acá para allá, y la chica que acababa de descubrir al soldado tirado en el piso al doblar la esquina contenía su ataque de histeria aferrada a su amiga.

—No entiendo que les pasa, gritando por todo y nada —refunfuñó el hombre de mediana edad que entraba a la cocina—. Estas chiquillas. No tengo tiempo para sus estupideces y sus rumores sobre los lores y las ladies. Lo único que hacen es holgazanear todo el día y no parar de chismorrear-...

Hoy no era el mejor día para el repartidor que estaba sensible, pensando únicamente en que de atrasar las entregas esta noche para mañana, tendría que vérselas con Lord von Christ mañana demasiado temprano como para estar lo suficientemente despierto y oponer resistencia.

Ofuscado y cascarrabias, era ajeno a que el suceso en el exterior nada tenía que ver con ansiedad adolescente o chicas fanáticas de los amoríos secretos y esas cosas.

Sin importarle para nada los detalles sobre lo que pasaba, refunfuñó con un constante gruñido, resoplando mientras iba directo a tomar una caja del piso, apilándola con violencia sobre otra, y luego levantando ambas desde las manijas de la que estaba abajo.

Las cestas cuadradas llenas de arroz fueron a parar directo al carro apostado afuera, y de allí cruzaron el patio a los trompicones hasta la carreta de la cual colgaban dos linternas a los lados y cuyo caballo golpeteaba el piso perezosamente con una pezuña.

El camino en bajada desde el castillo iba directo hacia el centro de la capital.

.

.

.

.

.

Continuará...

Notas finales:

Hola a todos, este comentario se viene lleno de SPOILERS XD

Quiero aclarar todo esto del "beso que ya pasó" entre Yuuri y Wolfram que ando mencionando en este fic. Esto se basa en una teoría mía (y de algunas otras fans) sobre una escena de la novela 14. En un momento crítico, Yuuri anda ciego y en crisis luego de varias cosas que han pasado, el único con el que está en buenos términos es Wolfram y usando la excusa de que su cama está mojada en el lugar abandonado donde duermen, le pide a Wolf ir a la suya. La escena en la novela es super breve y dura hasta que Yuuri admite en voz alta que está cansado de pretender y ha sido más directo y sincero con lo que quiere, pero hay una extensión en un drama cd que adapta esta saga, donde la escena sigue un poco más. En este drama, que es super emotivo, Yuuri ríe por una broma que le hace Wolf recostado con él en esa cama pequeñita y entonces se quiebra y comienza a llorar, y ahí termina la escena. Vamos a la teoría entonces,que es bastante simple: Yuuri llorando + Wolf + acurrucados en la cama = mínimo consuelo con un abrazo o hasta un beso (incluso llegamos a teorizar cosas salvajes y locas, pero esa es otra historia más picante jaja). Sinceramente, Yuuri está destruido, así que suelo imaginar un momento de consuelo bastante tierno con algún beso fugaz de por medio como complemento y continuación de esa escena. Y ese headcanon/teoría es lo que estoy aplicando en este fic, dando por hecho que eso es lo que sucedió en ese momento.

Y lo que voy a decir a continuación es el super spoiler xD que en realidad soy medio despistada y ni lo pienso como spoiler, y ya lo incluí en un cap anterior, (perdón!) pero no lean si no quieren a partir de acá, pueden saltar al último párrafo de despedida y otros comentarios.

Esto es un poco de contexto breve sobre Josak; el muere y revive durante Seisa, siendo manipulado por el hermano gemelo de Saralegui, Yelshi el emperador, como un zombie y atacando, apaleando y raptando a Murata. Tras terminar la saga, logran rescatar el cuerpo de Josak pero su alma sigue separada, y le han quedado destrozadas las piernas por lo cual Gisela y Günter intentan ayudarlo poniéndolo en animación suspendida en el barco que lo lleva a casa de vuelta. Más tarde es Anissina la que se encarga de dar una mano con el tema. Luego hay un especial super mega emotivo que siempre me hace llorar (y eso que soy dura), donde Josak está en coma en silla de ruedas, ya recuperado su cuerpo, y Yuuri lo saca a pasear por la ciudad hasta que al final del cap por fin despierta. Eso se suma a otros especiales también emotivos de Josak separado de su cuerpo contando cosas desde su alma en el techo mientras mira a los que lo visitan convalecientes, como Anissina y Gwen, o Yuuri mismo, y algunos detalles sobre que luego de su recuperación no está trabajando de espía y Gwendal no le permite reincorporarse por el momento. Es tremendo xD sinceramente Josak se luce en muchos aspectos en las novelas y es uno de mis personajes favoritos por excelencia, así que adoro todo sobre él, incluida su historia de la niñez que ahora descubrimos completa en otro especial. Y si, shipeo Joken, JosakxMurata Ken-chan, ya que parecen tener cierto vinculo que me resulta especial y luego de lo que han pasado son más cercanos :B

Lamento que aun no puedan leer el canon verdadero y solo tengan a la mano tonterías en mis fics sacadas de contexto, prometo que me voy a poner al día. ¡Sin dudarlo estas vacaciones de verano adapto Seisa!

Además de eso, lamento el lento desarrollo de esta historia y les agradezco la paciencia. Todo se fue estirando más de lo planeado, y aunque estoy intentando hacerlo ligero... parece que me cuesta más de lo que pensé usar muchos personajes a la vez. Ando confundida, así que si ven inconsistencias, lo lamento, me las pueden ir haciendo ver en los comentarios si quieren ^^ En este punto agradezco las críticas constructivas que de seguro voy a implementar en futuras historias.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).