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MA-nimal por RedGlassesGirl

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MA-nimal - Capítulo 6

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—Leche de cabra especial para crecer sano y fuerte~ —dijo Josak depositando el jarro de metal caliente sobre la mesa frente a Yuuri primero. Luego siguieron el resto de las bebidas—. Vino caliente para Sus Excelencias, y lo de siempre para Su Alteza.

—Ah, sabe a algo diferente —comentó el Maou.

—Está condimentado con especias —respondió Josak, tomando asiento de manera despreocupada en la silla libre, su delantal y la falda de su uniforme rosa viejo cóncavos entre sus piernas levemente abiertas.

La mesa en una esquina del bar tenia cierta privacidad respecto a las otras, nadie cuestionaba que clase de invitados eran estos. No era un lugar frecuentado por la clase alta. La mayoría de los clientes eran soldados que pertenecían al extraño grupo de travestis donde Josak tenia cierta fama, y otros ciudadanos de los barrios cercanos al centro de la capital.

Al fondo había una mesa completa de trabajadores de la herrería y carpintería que festejaban algo, y otra mesa donde se había dado una congregación de panaderos por razones desconocidas. El resto de soldados rasos estaban poco interesados en ellos, solo un par de guardias de palacio infiltrados, y algunos sujetos perspicaces, sabían bien quienes eran. De los soldados presentes como guardias, dos pertenecían al escuadrón de Conrart, y el tercero al de Gwendal.

—Me gusta esta bebida, quiero que se vuelva "lo de siempre" para mi. Y hablando de eso, como es que tu, Murata, ya tienes atenciones especiales si vienes hace menos tiempo que yo —dijo Yuuri.

—Vengo hace menos tiempo pero más seguido. ¿Qué, acaso pensabas que me la paso encerado en el templo?

—Ay, a veces me gustaría que así fuera Su Alteza —suspiró Josak exagerando con una mano en la mejilla cual ama de casa—. Esto de la reincorporación parecía excitante y una buena idea. ¿Pero acaso creen que cuidar a Su Majestad y a Su Excelencia es taaaaan fácil? Seguro que Mi Comandante está de acuerdo con eso.

Conrart, mirando a su amigo, respondió suavemente con una sonrisa. —Así es.

—¡No hay manera de que pueda predecir lo que piensan! Pero al final, este trabajo ha resultado más aburrido de lo que esperaba, no hay realmente mucho por hacer —se quejó Josak algo más serio.

—Bueno, perdón por ser aburrido —refunfuñó Murata Ken.

—Aunque, ya te sientes mejor, ¿verdad? —preguntó Yuuri.

—¡Por supuesto! —se jactó el espía de licencia flexionando uno de sus poderosos bíceps—. Todo está igual que siempre, mi cuerpo ha vuelto a ponerse en forma y es todo gracias a Anissina-chan.

Mientras Yuuri observaba de reojo como Wolfram empinaba el codo de nuevo con ese vino caliente que no tenia idea como soportaba, pensó en esa charla que había pospuesto con la inventora. Dándole un sorbo a su bebida, se distrajo conversando con Conrart mientras Murata y Gurrier iniciaban una charla sobre otra cosa.

El nuevo trabajo asignado por Gwendal para el espía era básicamente el Daikenja. Su nuevo papel de guardaespaldas no sería tan aburrido como él lo pintaba.

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Una carreta rebotaba ritmicamente sobre el empedrado, abriéndose paso entre el tumulto animado que era la calle de noche. La avenida principal estaba iluminada por faroles de pie, así como algunos colgados en las puertas y ventanas de los negocios.

La risa y las voces de la gente inundaba las veredas, tanto como el estrépito de las ruedas de los diferentes vehículos que recorrían la carretera. Los colores cálidos de la noche se mezclaban con el brillo de la seda en los vestidos de las damas y el opaco color de algunos trajes de hombres distinguidos.

Era el centro de la capital de Shin Makoku. Hileras de casas con paredes blancas decoradas con tablas de madera dibujando diferentes motivos geométricos con lineas verticales, horizontales y diagonales, adornadas con canteros de flores y carteles de propaganda. Los toldos de los negocios extendidos protegían de las inminentes lluvias durante esta época, y algunos bares habían sacado las altas estufas verticales afuera.

El viento hizo volar el sombrero de una chica, su vestido simple de pollera acampanada también hizo estragos entre sus piernas enredando la enagua entre sus rodillas. El objeto se elevó el aire dando enérgicas vueltas y trazando maravillosas curvas para luego desaparecer tras la cornisa de una casa. Cayendo despacio sobre la tierra mojada se depositó en la oscuridad, y solo por azar de la suerte no fue atropellado por unas ruedas al pasar.

El carro estacionó en la parte trasera del depósito poco iluminado. El conductor, ya menos ofuscado, bajó en silencio para tocar la puerta, perdiéndose dentro del cálido lugar de inmediato.

Afuera, había un polizón escondido en una cesta.

El animal que nunca duerme había tenido suficiente tiempo para pensar. A cada día que pasaba, la programación aledaña que Anissina había inculcado en él comenzaba a afectarle más. Pero en este momento, continuaba sintiendo una fijación por explorar distintas maneras de satisfacer su hambre. El hambre de magia, y el hambre de materia.

Es segunda categoría podría considerarse más bien reproducción que alimentación llegados a este punto. Había cierta nostalgia para el ser en la idea.

Rascando a través del arroz mientras gruñía entrecortdamente, el manimal comenzó a rasgar la pared de la cesta con insistencia. El rasqueteo de sus pequeñas garras y dientes pronto abrió un agujero, y junto a una lluvia de partículas blancas la bola peluda de color oscuro cayó al suelo.

Sacudiendo con fuerza las orejas, se recompuso para continuar haciendo sus guturales ruidos mezclados con palabras entrecortadas. —Ñe.. gwe... ma... masco-ta.

Usualmente lo que decía no tenia sentido ni contexto, pero su inteligencia estaba incrementando. Lo que tenia fijo en su mirada era una rata a la distancia. Pese a su tamaño, le tomó pocos segundos salir a pique y cubrir la distancia, no necesitaba ni siquiera asumir una posición de ataque. El animal dio un chillido similar a un iik y pereció en el instante.

En ese momento se abrió la puerta y la luz amarilla dibujó un arco en el piso, extendiéndose varios metros sobre la tierra apelmazada y húmeda con algunos charcos. Tras los botes de basura, el manimal arrancó un pedazo de la carne y las costillas de su pequeña victima. Esta vez, no intento tragar, sino que deslizo los restos uno tras otro hacia la herida que marcó aquella espada.

Funcionaba. Los invisibles hilos de energía a base de maryoku incorporaron este nuevo material de inmediato. Era tal cual lo recordaba en su dimensión paralela, y ese sentimiento de nostalgia se volvió una realidad indispensable. Podía hacerse más grande.

Por la puerta abierta de par en par salieron dos mujeres apresuradas con delantales de cocina, una de ellas quitándoselo de inmediato y resoplando que se habían pasado demasiado de hora. Ninguna esperó demasiado a la otra, y ambas giraron directo hacia la avenida. Una tercer persona salió a la callejuela, esta vez un hombre, distinto a quien había hecho la entrega y traído a la criatura.

No estaba ebrio, pero si torpe de cansancio. Apenas era Martes, y si así de cansado se sentía, no podía imaginar lo que sería el resto de la semana. La época de Harouin era una bendición para los comerciantes, pero a la vez una pesadilla si perdían el ritmo de las entregas. Suspirando pesadamente, el hombre robusto con expresión cansada relajó sus facciones amigables.

Se ajustó la gorrita marrón y levantó las solapas de su añejada chaqueta de cuero mientras frotaba sus manos de dedos re regordetes. Pronto serian las once y antes de que se diera cuenta llegaría la media noche, el frío a la intemperie no era para ser tomado a la ligera.

La acechadora criatura en la penumbra masticó la carne caliente y los pequeños huesos crujieron convirtiéndose en astillas, incorporando piezas sin sentido a su cuerpo de lo que antes fue un animal reconocible. El bulto protuberante cual tumor en su flanco izquierdo aun tenia una de las pequeñas patas colgando entera. Este ser no tenia idea de cómo funcionaban las cosas.

Contento con su desempeño a la hora de diseñar las horribles mejoras en su cuerpo, sus ojos brillantes de la emoción se posaron sobre el hombre que fumaba solo en medio del callejón. En su interior, una sensación de adrenalina se esparció por las artificiales mangueras equivalentes a venas. Saliendo a la luz desde las sombras volvió a sentarse en el piso frente al humano esperando la misma reacción que anteriores veces.

Le tomaría un tiempo comprender que eso ya no era posible.

—¡¿...Que carajo es eso?! —exclamó asqueado el trabajador de manos rugosas tras mirarlo fugazmente una vez y luego volver la cabeza.

La sangre aun brillaba roja escarlata entre los colgajos de piel de la antigua rata y se empastaba en su boca. Pupi ya no era adorable. De hecho, no era lindo para nada.

Sin realmente comprender del todo la actitud asustada del hombre, el manimal avanzó tan rápido como un gato al acecho al ras del piso y saltó directo hacia sus rodillas.

Era difícil quitárselo de encima, pequeño y escurridizo, con garras lo suficientemente afiladas para desgarrar la ropa y la piel. Mientras el dolor punzante se extendía por varias zonas de su cuerpo la criatura escaló hasta su cuello, clavando los dientes en la piel grasosa y arrancando un pedazo.

El grito interrumpido por una garra que terminó aferrada a su boca de casualidad fue tardío. Todo había sucedido demasiado rápido. Con su espalda golpeando contra la piedra fría y algo húmeda, los ojos que poco a poco perdían el foco estaban clavados en algún lugar a la distancia en el oscuro cielo nocturno sin estrellas. Sus rodillas cedieron a medida que la sangre brotaba a borbotones del agujero en su cuello, un mordisco demasiado preciso para ser llamado casualidad.

El cuerpo pesado terminó arrastrándose por el piso como un viejo saco obsoleto. Sentado y con la cabeza gacha, no supo realmente cual fue el ultimo pensamiento que logró formar en su mente en blanco antes de morir.

Sobre el cuerpo inerte, el manimal escarbó en las ropas buscando su ansiada materia. Era un hombre grande, varias veces el tamaño de este pequeño cuerpo que poseía el ser ahora mismo. Lo cual hacia difícil incorporarlo y los ruidos del lugar apresuraban a su precario instinto a tomar algo y escapar de inmediato.

Así como lo hacia desde la otra dimensión, debía aferrar algo al azar y retirar sus tentáculos de inmediato para probar suerte de nuevo en otro momento. Era una cuestión de paciencia, y en su mente el pasa del tiempo era algo poco importante.

Una de sus garras volvió a meterse en la boca del indefenso hombre, deseaba lo que había llegado a tocar fugazmente antes. Luego de arrancar la rasposa lengua aun húmeda, el manimal metió la pata en su boca arrancando la suya propia para intercambiarlas. Aun tenia tiempo para tomar algo más, el proceso de fagotización era levemente más rápido a cada pieza. Arrancando también los dos ojos artificiales que tan simpático lo hacían ver antes, dejó las cuencas del hombre vacías para llenar las suyas antes de desaparecer por la parte trasera del callejón.

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—¿Pasa algo, Yuuri? —cuestionó en voz baja Conrart, sus palabras siendo tapadas por los ruidos del lugar.

—¿Eh? —El chico salio de su ensimismamiento repentinamente, se había quedado con el vaso en la mano. A su lado Murata discutía algo con Wolfram quien ya había empezado a arrastrar un poco las palabras y meter jaris al final de algunas frases. —No, no, nada. Solo estaba distraído.

—¿Por qué?

Era esa aura de confiable hermano mayor la que incitaba a Yuuri a dejar salir sus preocupaciones, pero en el fondo aun sentía la sombra de la sospecha que no se podía borrar. Lord Weller había vuelto y todos los problemas habían sido zanjados. Enfocando su mente en eso vagamente, a modo de recordatorio, se permitió actuar como los viejos tiempos.

—En realidad, estaba pensando en lo de Anissina. Dejé pasar la charla y no creo que debería haberlo hecho, no tengo que posponerla demasiado.

—Siendo que solo ha pasado un día, aun está bien, es mejor pensar las cosas con calma antes que actuar o hablar por impulso. Aunque es cierto que no debería dejar pasar más tiempo. ¿Quiere que mañana lo acompañe?

—No, gracias. Asumí desde el principio que es algo que iba a hacer en privado. Después de todo, no es como si se lo haya prometido en voz alta a Gwendal, pero me tomo en serio lo que dije sobre hacerme cargo personalmente.

El sentimiento de orgullo y a la vez tristeza se mezcló en el interior del corazón de un hombre que estaba acostumbrado a estar en conflicto con sus emociones. Conrart veía crecer a Yuuri con alegría, y lo sentía lejano al mismo tiempo.

Su naturaleza autodestructiva lo llevó a pensar nuevamente si merecía siquiera estar a su lado para notar estos cambios, pero la voz de su hermano menor que hace tiempo también había dejado de ser un niño se reprodujo en su cabeza a modo de reproche. Incluso pasó por su mente el destello de unos ojos negros enojados y un par de lentes. Habían ciertas personas que de seguro estarían enojadas de escucharlo hablar de manera pesimista en voz alta como lo hacia consigo mismo.

Actuando con una normalidad aun un tanto fingida, tomó otro sorbo de su vino caliente. —La oferta sigue en pie incluso si cambia de opinión luego de enfrentarla —bromeó.

Yuuri rió en respuesta. —Esta bien, esta bien. Voy a recordarlo, así que no te acobardes luego si la hago enojar y te pido que me acompañes para el segundo round.

—Dudo que Anissina sea insolente.

—Es verdad, de hecho todas las sirvientas suelen repetir seguido que es muy amable. —Pero yo soy hombre, le hubiera gustado agregar, sin embargo se contuvo porque no lo consideró apropiado.

Sea como fuere, hablar del tema había aligerado la carga del joven rey que se sentía más seguro respecto a su papel en todo esto. Luego podría también hablar con Gwendal y tal vez entender un poco más como es que la relación de esos dos funcionaba realmente.

De un momento a otro, Josak apareció con una bebida más para el joven Daikenja. —Marchando~

—¿Aun sigues pidiendo, Murata? Pensé que quedamos en irnos pronto —dijo Yuuri.

—Ya, ya. ¿Estás cascarrabias porque no te puedes ir a dormir temprano? Pareces un abuelo a veces.

—Su Alteza es mi mejor cliente después de todo —rió Josak.

—No soy un abuelo, si se trata de edad, hay otras personas aquí que han llegado a los tres dígitos. Y uno de ochenta y dos a tu lado ya se te está durmiendo.

Habiéndolo dejado un segundo sin charla, el tercer hijo colgaba un poco su cabeza con los párpados caídos.

—Lord von Bielefeld está bien, ¿verdad? —preguntó Murata retóricamente, dándole un golpe con el dorso de la mano en el brazo que fue más fuerte de lo esperado.

Wolfram dio un respingo y por reflejo agarró su pequeño vaso sobre la mesa. Algo perdido, miró la botella inmersa en un recipiente de agua caliente en la cual aun quedaba algo. —Que dices Yuuri, aun no he tershminado esto.

Yuuri se lo quedó mirando y no hizo ningún comentario sobre las palabras patinadas. —¿Y acaso tienes que terminarlo? Es como la tercer botella —murmuró para si mismo proyectando lo que sería llevar al chico a casa dentro de poco.

—Esto no es nashda, he tomado másh incluso en fiestas humanas.

—¿Cual, la del torneo del Mejor del Mundo? Si te recuerdo con dos vasos en la mano-

De repente, la aparición de dos personas agitadas hizo a todos voltear y cortar la conversación casual.

—¡...Gurrier! —dijo el primero de los hombres—. ¿Me dijeron que Lord Weller estaba aquí? —preguntó con voz sumamente nerviosa pese a mantener la compostura de manera profesional. Era evidente que era un soldado.

A diferencia de este, el segundo hombre extremadamente alto y desgarbado tenía una postura rota y nerviosa. Parado detrás del primero, le temblaban las manos que tenía frente a su estómago sin parecer saber donde posarlas, y las cuencas de sus ojos navegaban la habitación algo perdidas y a la vez paranoicas.

El primer pensamiento de varios en la mesa era que estaba bajo la influencia de algún estupefaciente, pero eso fue descartado de inmediato. Lo que el hombre tenía era un ataque de nervios como hace bastante los tres hombres de armas junto al rey y al Daikenja no habían visto.

Cuando los ojos del soldado sin identificar se posaron en él, Conrart asintió y no se anduvo con rodeos. —¿Qué pasa, es algo que hablar en privado?

—Si, señor, de ser posible es para hablar en privado. División nocturna, de la guardia de lord von Voltaire.

—Está bien, puede dar el reporte completo apenas consigamos una habitación. Josak.

—Por la izquierda detrás de la barra —aclaró poniéndose de pie el espía de licencia.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó la voz de Wolfram que sonaba bastante más sobria que hace un rato. Sus ojos verdes bien enfocados estaban fijos en los de su hermano.

—No hace falta que preguntes, después de todo ya nos íbamos —interrumpió Murata Ken—, así que me gustaría escuchar de que se trata.

No había realmente lugar a critica, no era una pregunta al estilo: "puedo ir a presenciar su pequeña discusión porque soy curioso", sino una orden implícita. Yuuri suspiró sin que nadie lo notara mientras se levantaba, pensando en darle el gusto a su mejor amigo. Tas unas cuantas aventuras, confiaba en la intuición del chico que podría bien ser un estratega.

—Espero que no les moleste que vayamos —dijo el Maou con una amabilidad que pese a ser sincera, Josak sintió que le daría una úlcera algún día.

—Ay, señoritos, ¡por favor ahorrenme los dolores de cabeza!

—Nop —dijo al pasar a su lado Murata—. Estoy especialmente aburrido esta noche —guiñándole un ojo.

Cuando Yuuri pasaba junto a Conrart siguiendo a Wolfram que no había esperado más indicaciones, movió los labios sin hacer sonido gesticulando un "lo siento".

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En el interior de la habitación, cuatro hombres y dos desconocidos se miraban en silencio. El tipo alto con los ojos explotados parecía en peores condiciones ante el encierro, moviendo los pies y las rodillas, murmurando por lo bajo alguna palabra resoplada.

Yuuri, ahora ocultando su rostro y cabello bajo la capucha en la habitación más iluminada, se lo quedó mirando con la pregunta fija en su mente, ¿qué le pasa? A su vez, el soldado pronto a dar su reporte lo miró de reojo un par de veces antes de comenzar a hablar.

—Este civil es testigo, Lord Weller. —Decidiendo dirigirse a la figura de autoridad que había venido a buscar en un primer momento. El hombre joven pasó la vista sobre Wolfram al reconocer al noble, luego mirando brevemente a Murata curioso la pregustarse quien sería el que dio una orden que no pudo ser refutada por los presentes—. Soy el Cabo Mayor Marat, de la división de guardia nocturna de Lord von Voltaire. Este hombre aquí presente es quien descubrió la situación en un callejón contiguo a la calle Melasa y Pedregones.

—Eso es muy cerca de aquí, ya veo por que viniste a buscarme Leonard —mencionó Josak.

—Son amigos entonces. ¿En que podemos ayudarte? —se metió Murata en la conversación sin permiso de modo que Yuuri lo cuestionó internamente. Obviamente su actitud despreocupada y poco cordial llamó la atención. Aunque no era como si al Daikenja le importara realmente.

—Disculpa, ¿y tu eres...? —pregunto el soldado Leonard en un tono que daba a entender que no consideraba más que al desconocido como un muchachito cualquiera.

Antes que ninguno de los tres guardianes presentes pudiera hacer nada, Murata Ken se bajó la capucha, dejando al descubierto su cabello en la brillante luz de las lamparas de la habitación privada.

—¡¿...Su-Su Majestad?!

—Nop, ese seria yo —dijo Yuuri con un suspiro por lo bajo y se quitó también la capucha—. Pero no te molestes, no tienes que ser extremadamente formal ni nada, estábamos aquí de casualidad después de todo. La única razón para que él meta las narices en esto es porque está aburrido.

Era de esos aburrimientos que Josak, Conrart y Wolfram realmente odiaban.

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Liderados por Conrart y un mucho más lucido Wolfram, seguidos bien de cerca por Josak, los cinco hombres y el soldado se adentraron en las cercanías de la escena. Ya no era algo discreto, la cinta de seguridad y el acumulamiento de otros soldados apenas podían mantener alejados a los curiosos. No se podía ver realmente que había pasado en el lugar, pero los recién llegados ya lo sabían.

El testigo había contado lo que pudo con vos entrecortada y nerviosa, algunas partes incoherentes, y tuvieron que dejarlo ir por el momento con promesas de un tercer interrogatorio. Ya había sido escrito un reporte inicial y se había corroborado lo sucedido por un par de altos rangos como Lord von Bielefeld y Lord Weller, así que por el momento la presencia de Gwendal no seria necesaria.

Pero no era algo que fuera a dejarse pasar así como así, ni que se debiera filtrar a la prensa. Yuuri conocía al reportero parado con la cámara que se quebraba el cuello por mirar, así que se ajustó la capucha e incluso cambio un poco su forma de andar mientras le susurraba un consejo breve a Murata que inmediatamente se mimetizo junto al gran cuerpo de Josak.

Apenas se colaron en la oscuridad del lugar viejo y húmedo donde prevalecían las marcas de una carreta que siempre estacionaba en el mismo lugar, notaron el cuerpo que ya esperaban ver apoyado contra una pared.

Yuuri no tenía nada de ganas de ver un muerto pasada la media noche un día cualquiera en el cual había salido a tomar una bebida de incógnito con amigos. A diferencia de Murata, que por alguna razón tenia cierto morbo a la hora de revisar cadáveres y las formas de su muerte. O eso era lo que a Yuuri le parecía.

Lo que el Maou no pensaba encontrarse de cerca era una escena salida de la peor y más profunda pesadilla o película de terror que recordaba. Ni siquiera podía soportar el morbo Hollywoodense y el gore Japonés sin apartar la mirada. Es por esto que se quedó helado a la distancia con la vista fija en las cuencas negras de sangre coagulada ya vacías, y una boca destartalada con la mandíbula colgando de una manera difícil de pensar que fuera humana.

Murata reaccionó con sorpresa y se dio la vuelta un segundo, frunciendo el ceño y apretando los dientes, para luego intentar recomponerse y aguantar. Cosechas lo que siembras, dicen.

Los tres mayores no esperaban la violencia de la muerte que estaban viendo, y cada uno por su cuenta procesó el descubrimiento de distinto modo, aunque mucho mas compuestos que los otros dos chicos. Wolfram sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo entregó a Yuuri para que se tapara la boca ahora por el olor, o vomitara, lo que sucediera primero, teniendo que aguantar el propio revoltijo en el estómago.

Conrart, con una frialdad mucho mas notable en el ambiente a su alrededor de lo que dejaba ver de costumbre, se acercó al cuerpo con la profesionalidad de la experiencia. Josak, un tanto más sentimental y asqueado, quitando la vista de vez en cuando y obligándose a mirar, no pudo hacer un chiste ni silbar como si lo que hubieran encontrado fuera algo espectacular porque sería pasarse de la raya.

En vez de eso, hizo un comentario mucho más serio y sincero. —Eso no es una muerte cualquiera. Crimen pasional o algo por el estilo.

—No creo que sea pasional —comentó Lord Weller ahora en cuclillas frente al cadáver, mirando el rostro desfigurado de frente en detalle. Los colgajos de piel desgarrada estaban frescos—. ¿Han llamado al equipo de forenses y los detectives?

—El perímetro está asegurado y estamos seguro de que ningún reportero puede infiltrarse. Además de eso, los sanadores y paramédicos se han retirado, es claro que no hay mucho que hacer. Los forenses deberían estar por llegar. En cuanto a los detectives, estábamos esperando ordenes para incluir a otras jurisdicciones.

Conrart asintió lentamente ante el reporte del soldado. —Mándenlos llamar, que vean la escena tal cual está y saquen sus propias conclusiones al respecto, hablen con el testigo ahora si no lo han mandado a casa y luego dejen que los forenses retiren el cuerpo. Y cuando terminen, quiero que envíen todos los reportes al castillo a mi nombre, no se preocupen por Lord von Voltaire, nosotros nos encargaremos de que lo vea.

—Entendido, señor.

Yuuri, parado a medio camino de la salida en un punto muerto donde nadie podría verlo, recuperaba el aliento respirando a través del pañuelo que se había negado a usar pero le fue imposible. Había visto una interesante cantidad de cosas feas desde que llegó a este mundo, pero nada tan fresco como esto. Dudaba poder dormir esta noche pacíficamente. Lo más probable es que en la cama del rey esta noche habrían al menos tres adolescentes, y puede que un Conrart guardián.

Junto al cuerpo, Wolfram y Murata observaron un poco mas de cerca, pero no demasiado a fondo. Pese a la distancia, el chico de cabello negro y lentes notó unos cuantos detalles en el rostro que dudaba hubieran pasado desapercibidos por los experimentados militares mazokus. Aunque, a decir verdad, Wolfram tenia mucha más experiencia en la parte organizativa que de campo, y sus mejores y más variadas aventuras fueron todas en torno a la llegada de Yuuri. Por ahora, Murata Ken no pondría sus conclusiones sobre los curiosos arañazos del rostro en palabras.

Volviendo a paso lento hacia la entrada, Lord Weller Conrart no necesitaba hablar con el joven Maou para entender perfectamente sus reacciones. Apoyó una mano con suavidad en su hombro esperando que el chico se sobresaltara, pero él no lo hizo, y a diferencia de lo que pudiera pensar, Yuuri lo miró con tranquilidad. El mayor apretó un poco más el agarre de sus dedos sobre la tela que continuaba la capucha y caía sobre sus hombros en un gesto de apoyo.

—¿Estás bien, Yuuri?

—Mm, si —respondió aunque aun sentía el revoltijo en el estómago extendiéndose por todos lados. De reojo observó hacia el cuerpo por inercia, pero no pudo verlo a lo lejos a causa de la espalda de Wolfram.

Conrart suspiró evidentemente, un tanto exagerado, y esto atrajo la atención de Yuuri de vuelta a sus ojos. Observando al chico con pena mezclada con culpa, se quejó. —No se por que los tres pensamos que era una buena idea dejarlos venir aunque hubieran insistido. Ni siquiera tendrían que haberlo hecho si era un crimen menor.

—Fue idea de Murata y yo lo seguí, no tienen por que sentirse responsables ni nada. Si tengo que culpar a alguien por lo que vi o no vi, es a él. Pero, ¿qué fue eso? —indicó con la cabeza hacia la escena—, ¿una venganza?

El ex Capitán volteo levemente y se quedo pensando por un segundo. —Quien sabe. Pero no es algo normal, eso de seguro. Bueno, es hora de que vuelvan todos al castillo, con Wolfram y la escolta debería ser suficiente, pero vayan en carruaje. Gurrier y yo nos quedaremos supervisando hasta que terminen los forenses.

El Maou miró un momento hacia la salida iluminada a unos cuantos metros. —La parada de carruajes está bastante cerca, no necesitamos que nos acompañen —aseguró, pero tras un silencio en el cual se había quedado pensado, quiso sacarse las dudas—. Conrart —le llamó.

—Dígame.

—¿Crees que la capital ahora es peligrosa? —La pregunta implicaba muchas cosas, pero esto no parecía ser un crimen político.

A pesar de eso, esta vez Lord Weller dejó de lado su parte sobre protectora, y fue mucho mas sincero.

Observando hacia arriba, la luna pequeña y brillante estaba enmarcada en medio de la larga franja de estrellas visibles entre los techos de la oscura callejuela sin salida.

—No lo sé. Probablemente será mejor no dejar el castillo por algunos días.

Mirando hacia el mismo lugar que su padrino, Yuuri murmuró por lo bajo. —Yo creo lo mismo.

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En todas partes del mundo, mientras algunos viven de manera plácida y despreocupada, otros sufren descomunalmente.

—Ahg... ¡...No! Ang...hhh...h.

La voz que intentó pedir ayuda se desvaneció entre sonidos guturales de inmediato, la sangre fresca en grandes cantidades ahogándolo, llenando su garganta y los pulmones. La garra completamente clavada en su espalda había sido un golpe letal directo.

En el piso teñido de sangre que se esparcía formando un charco con el correr de los segundos, otro par de ojos claros se volvían turbios mientras el cabello rubio ceniza se teñía de color carmín. Con la boca abierta y la mano extendida, el hombre robusto que por casualidad se asemejaba un poco a la primer victima, movió los dedos por reflejo mientras la pequeña bestia desgarraba la carne y hacia temblar el cuerpo.

Los enormes trozos de carne roja y blanca adornaban la habitación. Diversos tamaños y formas, animales ahora poco reconocibles sin piel, y algunas tripas frescas. De los ganchos contra la pared colgaban los embutidos, algunos esperando ser comprados, otros macerarse un poco más en sus propias especias.

La sangre fresca golpeó una de las piezas más cercanas sin contrastar mucho con su color, un cuerpo entero despellejado de carnero que no había sido vendido para las festividades pero hubiera colgado atractivamente en la vidriera el día de mañana de no ser por la tragedia.

El manimal no estaba para nada interesado en la carne cruda sin vida. Prefería la sangre caliente y los órganos aun palpitantes. Prefería la carne con vida.

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Continuará...

 

Notas finales:

Hola a todos, ¿cómo están?

Tuve vacaciones de por medio en estas semanas, pero aun me queda un examen y las fiestas durante diciembre, pero me siento con mucha más libertad para escribir y hacer cosas ^^ El fuerte de esto lo pueden esperar durante Enero, pero por ahora planeo continuar con Manimal todo lo que pueda para finalizarlo. Siento que se estiró mucho la historia, y como es un género que no suelo escribir me causa mas inseguridad, así que por favor si gustan envíen críticas. Saben que me gustan los comentarios en general pero no se corten a la hora de decir lo que realmente piensan, estoy acostumbrada a los trabajos creativos que son criticados ¡así que no me voy a ofender ni nada! Voy a sacar lo mejor de esto para los capítulos que siguen, si estoy a tiempo, o incluso otras historias.


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