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MA-nimal por RedGlassesGirl

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MA-nimal - Capítulo 2

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Sentada en una de las mesas del jardín, la niña de cabello caoba rizado recitaba alguna clase de dialogo infantil mientras movía las manos. A sus espaldas, Yuuri no podía ver exactamente lo que sostenía, pero a medida que se acercó caminando pudo adivinarlo sin problemas. Eran los pequeños muñecos de él y de Wolfram que había hecho Gwendal. Dispuestos de manera más o menos ordenada sobre la mesa estaban el resto de habitantes del castillo.

La obra se desenvolvía con alguna que otra pausa, porque la guionista inventaba sobre la marcha el guion de la misma.

—...Entonces vamos a tener que viajar a descubrir esa tierra lejana... ¡otra aventura! Vamos Wolf-... —El retazo de la conversación entre el muñequito de negro y el rubio se detuvo de repente cuando ella lo notó.

Greta sonrío contenta, pero como ya se habían visto ese día por la mañana durante el desayuno, no lo volvió a saludar.

—¿Estás aburrida? —le preguntó el Yuuri verdadero de carne y hueso.

—Mn-mn —le respondió la niña sin hablar negando con la cabeza, de esa manera que había aprendido de él—, no me molesta jugar sola.

Yuuri se sorprendió y a la vez no con el comentario. —¿Siempre juegas sola? Es decir, en Cavalcade.

¿No tienes amigos?, quería preguntar. Pero no sabia cual sería la manera correcta, era relativamente inexperto en esto de ser padre, y no tenía el tiempo de recordar ahora cómo es que pensaba él cuando tenia diez años para sentir más empatía.

—En la casa del Sr. Brillan-, del Sr. Hyscliff, casi siempre veo a Beatrice. Ella me dijo que te conoce. Y cuando vamos al internado están las tutoras y la matrona, y hace poco llegó un niño nuevo que es un príncipe de un pequeño país que aunque no es muy conocido no es que sea poco importante. Así que ha estado pasando tiempo con nosotras. —Ella le contaba las cosas emocionada con una increíble capacidad para no respirar que le salia muy natural. Aunque los ojos de Greta eran hermosos y brillantes, puros y llenos de inocencia, Yuuri titubeó.

—¿U-un niño?

—Si, ¡un príncipe! Al principio me sorprendí, pero Beatrice me dijo que su papá le contó que a ese internado no puede ir cualquiera. Hay que tener cierto es-tatus —Greta frunció el ceño—, para ir ahí.

—Claro... —dijo Yuuri sin en realidad saber. Aunque estaba muy al tanto de la educación paralela de su hija, y confiaba en el Sr. Brillante porque era verdaderamente un hombre de honor y buenas intenciones, habían uno que otro detalle que al parecer se le estaban escapado.

Mientras Greta le contaba sobre otra cosa cambiando de tema abruptamente como hacen los niños, Yuuri mantenía una sonrisa robótica mientras asentía levemente. Escuchando sin escuchar, su mente divagó hacia otros lugares.

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—¡Woooolf! ¡Honey-chan! Ah, no, digo ¡Wolfram!

El cuerpo de Yuuri chocó contra su lado derecho con fuerza y el chico al que llamaba mejoró el agarre de la caja que llevaba en los brazos, las cosas dentro tintinearon con el sonido del vidrio.

—¿Qué te pasa ahora Yuuri, qué no ves que me vas a hacer tirar las cosas?

—Código Violeta. ¡Código Greta!

—¿Qué pasó con Greta? —le preguntó aun enojado, pero ahora más interesado al saber el por qué de esta demostración de ansiedad.

—Hay un niño con ella en donde estudia, un príncipe de no se donde que se llama no se cuanto. Se queda en el mismo internado que las niñas, una cosa es un colegio mixto pero esto es diferente.

—Te dijo de que país es, ¿a que familia pertenece? —preguntó Wolfram con las cejas en alto y los ojos verdes más abiertos.

—No lo se. Hablando con ella, apenas logré que me contara un poco, parece que no lo conocen mucho porque apareció hace relativamente poco. Pero ¿quién es ese niño y qué hace viviendo con ellas? No sabía que el Sr. Brillan-, digo, el Sr. Hyscliff seguía recolectando pupilos.

—No es tan raro. Que las familias envíen a sus herederos a estudiar aquí o allá durante la infancia o la adolescencia es solo una manera más de ganar contactos. Además, los intercambios culturales pueden llegar a ser bastante buenos a edad temprana para desarrollar la inteligencia.

—Ah, si, por supuesto. Además de que el intercambio cultural ayuda a ser más abierto de mente... ¡Ese no es el punto!

—Está bien, no te preocupes —le dijo Wolfram como si entendiera por completo la situación y tuviera todo controlado—. Investigaré de donde salió el pequeño humano.

—Sabes, no tienes que llamarle así, suena un poco... —Yuuri hizo un ademán con la mano y un gesto con los ojos para darle un indicio.

Wolfram abrió la boca en forma de una pequeña o cuando comprendió cual era el problema. —Claro, déjame corregirme. Voy a investigar de donde salio el mocoso.

—Mocoso... Bueno, si, creo que eso está bastante mejor. —Era insultante, pero mucho menos racista. Y de todos modos Yuuri pensaba lo mismo—. Pero sabes... referirte así hacia un príncipe, la realeza. No, pero claro, si tú eres un ex príncipe también. Ahh, eso de tener estatus te da permiso para tratar a quién quieras como sea.

—Pero que dices, tú-eres-un-rey —con una mano ahora liberada del peso de lo que sostenía, el noble mazoku golpeó el pecho de Yuuri con el dedo indice una y otra vez—. Si hay alguien que supera a todos en estatus, incluyéndome a mi o cualquier príncipe de vaya a saber donde, ese eres tú. No olvides que eres el Maou.

Con un ultimo golpe suave hacia arriba directo a la nariz del rey de manera cómica, Wolfram terminó su reprimenda.

—Cierto —fue lo único que Yuuri respondió, sonriendo levemente ante el intercambio que ya era costumbre y lo hacia sentir contento. Y frotándose suavemente la punta de la nariz que le cosquilleaba, lo acompañó hacia a entregar los vasos que se usarían para la recolección de rocío tradicional mañana por la mañana.

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La víspera de Harouin era animada en tierras mazoku. Cinco días habían pasado desde la brillante idea de traer una película al reino, y esta noche sería posible que el hall principal proyectara su primera cinta para muchas personas gracias al esfuerzo conjunto de unos pocos.

En la habitación real, Wolfram se encontraba de espaldas en su escritorio en un rincón cunado Yuuri entró buscándolo.

—Aquí estás —canturreó antes de colocar una mano en su hombro, cosa que el chico lo notó por su voz y no hizo falta sobresaltarse por el contacto repentino.

De hecho, era más que bienvenido. Últimamente Yuuri estaba muy dado al contacto físico y Wolfram no tenía de que quejarse. Las cosas poco a poco se ponían en su lugar. Tras las idas y vueltas con su hermano Conrart, había tomado una considerable cantidad de tiempo lavar esa sensación incomoda que aun les quedaba en la vida diaria.

También estaba ese pequeño detalle que le había agobiado tanto sobre guardar un secreto, pero el joven mazoku poco a poco pudo superar el suceso y en este momento ni siquiera pensaba en el tema. Ya hacia más de tres meses que Shinou no hacia acto de presencia y no hubo movimientos de su parte. No podía quejarse tampoco sobre eso, porque más que sentir alegría de descubrir que el rey original estaba vivo, Lord von Bielefeld no podía mas que sentir una terrible incomodidad respecto a ese hombre. Después de todo, ese prestigioso espíritu lo estaba chantajeando.

Sin que absolutamente nada de esto rondara su mente, el chico le prestó total atención a su hiperactivo y excéntrico prometido aunque no lo demostrara exteriormente.

—¿Qué haces? —preguntó Yuuri, sintiendo un ambiente lo suficientemente acogedor y solitario entre ambos como para inclinarse más sobre sus hombros con sus antebrazos apoyados en ellos. Su pecho cubierto de tela negra pegándose a la parte trasera de su cuello.

—Estoy escribiendo una carta —respondió con normalidad, Yuuri no hizo caso a la pausa y esperó alegre que pusiera un punto final en la hoja para luego continuar explicándole—. Me pediste que me encargara de ese pequeño príncipe que anda rondado a Greta, así que eso mismo estoy haciendo.

—Ah, cierto. ¿A quién le vas a escribir?

—A Hyscliff por supuesto. Cualquier cosa que suceda en el hogar de su familia es su responsabilidad directa.

—Lo dejaré en tus manos entonces —aclaró Yuuri con palabras solemnes pero una actitud contradictoria. Cuando Wolfram se dio la vuelta, el rey quitó una tira de tela enganchada a su bolsillo y se le mostró—. ¿Me ayudas a atarme esto?

Wolfram suspiró. —Es por eso que viniste.

—No seas así, vine porque estabas tardando demasiado. Todos ya están listos menos tú, no sabia que era lo que te estaba tomando tanto tiempo.

Parándose frente a él, Wolfram no espero indicaciones e inclinó hacia arriba la barbilla de Yuuri con suavidad usando dos dedos. Metódicamente pasó la tela del crabat por la parte trasera de su cuello y comenzó a anudarla.

—Ya seria hora de que aprendieras a hacer esto por ti mismo —se quejó porque sí.

—No es que no se hacerlo, es que me queda feo. Tú siempre lo atas más bonito... más sofisticado.

Wolfram sonrío divertido mientras sus ojos seguían puestos en su cuello, Yuuri había usado un pequeño tono de burla pero la complicidad era fuerte entre ellos.

En realidad, le gustaba hacerlo. Era su trabajo y sabia que no cambiaría con el tiempo, y a Yuuri le gustaba que él se encargara de esto.

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La servidumbre, emocionada por la oportunidad, había puesto esfuerzo extra en decorar pese a que él rey no había dado ninguna orden al respecto. Ya que esta festividad se trataba de la cosecha, la fruta fresca no faltaba en cada rincón de la habitación. El snack de esta noche era de lo más saludable.

Greta, emocionada como no sucedía hace mucho tiempo, daba pequeños saltitos que recordaban a un conejo cerca de Conrart que la miraba divertido. Mientras, a pocos metros de ellos, Yuuri miraba por encima del hombro de Murata. Ya que el Daikenja era a quien se le daba mejor la tecnología de entre los dos, daba las indicaciones a la inventora pelirroja inclinada sobre el aparato.

Lady von Karbelnikoff terminó de enchufar y desenchufar para colocar en otro lugar un cable o dos y de alguna manera la imagen gigante proyectada en la pared apareció en forma de un rectángulo blanquecino. En penumbras en el gran salón, los murmullos impresionados no se hicieron esperar. Aunque Greta estaba muy contenta, su sangre también se agitaba del miedo, aun recordaba detalles de la historia de Yuuri y le daban escalofríos. Aunque no quisiera admitirlo, había cierto ex príncipe adolescente que también estaba un poco susceptible.

—Ha pasado mucho tiempo desde que veo algo como esto. Extrañaba la televisión un poco.

—Es adictiva, ¿verdad? —le respondió Yuuri a su padrino—. Ojala pudieras ver siempre los partidos conmigo y con mi viejo.

Conrart, tomando a la sobreexcitada niña por debajo de los brazos y plantándola en su silla, rió contento. —Eso seria divertido, no me molestaría hacerles compañía si aceptan uno extra.

—Le preguntaré a Murata luego si me lo vuelve a prestar, —bajando la voz, el chico susurró a su padrino—, mientras no le diga que es para eso no habrá problema. Sino no querrá prestármelo para que veamos béisbol, se va a quejar de nuevo.

A pesar de todo lo sucedido, la relación de ambos, el rey y su guardián, había vuelto a ser lo suficientemente buena para que compartieran un intercambio como este en secreto. Otra de las razones por las que Murata Ken podría oponer resistencia si se trataba de prestarle la computadora sería el hecho de que por varias razones no parecía caerle bien el segundo hijo. Pero eso Yuuri podía omitirlo, que sus roces los arreglaran entre ellos.

—¡Atención todos por favor! ¡Comiencen a tomar asiento, la función está por comenzar! —Mientras Günter ponía orden a la sala en su modo secretario solemne, una persona entraba llegando tarde.

No actuaba desinteresado en su impuntualidad por apariencias —de hecho, llegaba justo a tiempo—, sino que su falta de interés por la opinión de otros era natural. Lord von Voltaire Gwendal entró al salón y fue directo a su asiento reservado en primera fila sin hablar con nadie. El bulto peludo bajo su brazo pasó desapercibido, pero cuando el joven hombre de cabello gris oscuro se sentó en su silla con el juguete sobre sus piernas, todos querían comentar algo. Pero nadie lo haría, era difícil enfrentar esas arrugas entre las cejas.

Uno de los pocos con el suficiente rango para decir y hacer lo que quisiera, y que no formaba parte de su familia directa, se acercó sin pensarlo dos veces.

—De verdad que te gusta mucho eso Gwen —dijo Yuuri sin poder contener la sonrisa.

Los ojos celestes de Gwendal se enfocaron en el rostro del chico y su expresión se suavizó, a ojos de quién supiera notarlo, claro. —Pensé que podría aprender alguna palabra, ya es tiempo que comience a hacerlo.

Era gracioso ver a este hombre estoico cargando esa clase de anticuado juguete de compañía en una reunión como esta, pero para la mayoría de la servidumbre presente se volvió tan normal como verlo andar por ahí con algún gatito.

—¿Aun sigues con eso? —preguntó una voz que fue como un latigazo.

Por la forma en que el regente miró a su amiga de la infancia, Yuuri dedujo que esta no era la primera vez que discutían algo sobre el tema.

—No puedo creer que aprecies más ese aparatejo antes que alguno de mis grandiosos inventos.

El Maou emprendió la retirada sin dudarlo al verse en medio de esa pelea de pareja, o lo que sea que fuera. Fallaba en comprender la relación de Lord von Voltaire y la Sta. Karbelnikoff.

Una vez extinguida hasta la ultima vela, y pese al discurso previo de Günter que seguía una y otra vez sin descanso, Yuuri podía aun escuchar el susurro de la discusión y los gruñidos de Gwendal.

—¿Sabes qué es lo que pasa entre esos dos? —preguntó a su acompañante con discreción.

—A mi no me preguntes, yo no tengo ni idea —se lavó las manos Wolfram de inmediato. Su prometido inclinó hacia el rey contenedor con las replicas de palomitas que lograron hacer en este mundo.

Yuuri no se negó al snack, aunque notaba una leve diferencia de sabor que aun se le hacia extraña, no podía dejar de comerlas. Le hubiera gustado hacerle la misma pregunta de recién a Conrart, pero su pequeña hija estaba de por medio. Del otro lado del mazoku rubio, que ahora estaba algo indignado, su mejor amigo Murata Ken le dedicó una sonrisa cómplice mientras tomaba un puñado de palomitas sin permiso. Josak tenía otro balde igual a su lado, pero nada era más divertido que molestar al ex príncipe.

La proyección comenzó al mismo tiempo que el sonido de la expresión de asombro de los mazokus llenó la sala paulatinamente como una ola. Apenas era una imagen que se movía, pero era demasiado para la mente de los que como mucho podían disfrutar de lámparas de sombras o animaciones en el margen de los libros para niños.

No alcanzaron ni veinte minutos de película para que se haga el silencio, ya que la gente, poco acostumbrada a lo que es una sala de cine, era incapaz de guardar silencio. Entre un comentario y otro, Yuuri estaba rodeado de conversaciones. No es que a Murata y a él les importara demasiado, después de todo él no paraba de hablar con su prometido y su hija.

De un momento a otro, el balde de palomitas terminó encima del regazo de Yuuri. Y un rato después, los mismos Wolfram y Greta terminaron encima suyo. Solo bastó una escena de pseudo terror para que lentamente ambos reptaran más cerca y más arriba de su cuerpo. Al principio pensó que era normal de una niña, pero dudó que Wolfram en realidad podría estar intentando meterle mano. Pero esas dudas infundadas murieron a los dos minutos, ya que era fácil sentir el temblor en el pulso del chico de ochenta y dos años.

Podía distinguir con claridad las voces de Günter, Conrart, Josak o Anissina, todos comentando o preguntando algo a sus respectivos acompañantes a su lado. La voz de la inventora se escuchaba especialmente emocionada el día de hoy, lo cual hacía que Yuuri sintiera una sensación fría en la columna que nada tenia que ver con la película. Temía por la clase de extrañas ideas que iban a dispararse dentro de esa mente que nunca paraba de maquinar cosas.

Todos tenían los ojos pegados a la pantalla, cuando Yuuri miró a su lado izquierdo, encontró que los de Greta eran especialmente brillantes de la emoción mezclada con miedo. A su otro lado, Wolfram estaba del mismo modo, sus pupilas verdes ahora blanquecinas por los resplandores de la pantalla proyectada. Pero lo que le llamó la atención no era eso, sino Murata, ahora pegado al costado del mazoku, igual de apelmazado que Wolfram contra él mismo.

Yuuri miró una segunda vez, y una tercera. Su amigo solo comía palomitas una detrás de la otra ahora habiéndose apoderado del balde de su casi oficial guardián Josak. Ya sin poder soportarlo, Yuuri pasó la mano tras la espalda del mazoku y sin tanto disimulo empujó a su amigo para que se quite.

Murata lo miró enojado, murmurando de manera que pudo leer en sus labios "¿Qué? Yo también quiero ser parte de la familia". La mirada penetrante que le dedicó no surtió efecto, tenia poco poder de convencimiento al enojarse con su mejor amigo. A regañadientes, Yuuri se cansó de intentar quitarlo tras una tercera y cuarta vez de manotear. Eventualmente, Josak fue la quinta persona apelmazada en el centro de la primera fila. Y ya sin poder creerlo, Yuuri vio como incluso Conrart se dejaba caer demasiado para este lado.

Sintiéndose como alguna clase de ingrediente en el interior de un sándwich, Yuuri se alegró de que Günter estaba tan lejos al otro lado de Conrart.

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—¡Pero que maravillosa tecnología! —exclamó Anissina.

Tras la proyección de la película, el salón de fiestas rebosaba de luces encendidas que hacían sentir que era de día. La fruta y los bocadillos desaparecieron de los platos cual cena tardía mientras todos los invitados del castillo se daban a la charla en pequeños grupos por todas partes. La excitación era latente.

—Ha sido una excelente elección de Su Majestad el traer una historia sobre un inventor consagrado.

—No quiero ser irrespetuoso, pero no creo que fuera un buen inventor que digamos.

—Pero que dice, sus aparatos para la vida cotidiana ciertamente son inspiradores.

—Y-ya veo.

Aunque Lady Veneno estuviera emocionada, Yuuri no podía comprender como funcionaba su mente para nada. Lo que si había podido llegar a captar en el aire eran las pequeñas miradas que la mujer disparaba hacia Gwendal de vez en cuando. Más específicamente al muñeco bajo su brazo.

Fue entonces cuando el Maou dijo algo desafortunado.

—Oye Gwen, ¿ya habla tu mascota?

—De hecho, si —respondió su regente—. Ha comenzado a repetir algunas palabras simples.

—Hnff —resopló Anissina de una manera que Yuuri no conocía pero Gwendal parecía muy acostumbrado—. No comprendo que les pasa por la mente a ustedes los hombres. Siguen y siguen con ese muñeco. Su Majestad Yuuri, no siga el ejemplo de esta persona tan superficial, debería interesarse por cosas que merezcan más la pena respecto a las actividades recreativas. Y tú —se dirigió de manera no tan educada hacia la persona con la que tenia más confianza—, si querías un juguete, ¿entonces por qué no me lo pediste? Podría hacer algo mil veces más interesante que eso.

Los super poderes de catcher de Yuuri hicieron un buen trabajo al advertirle que mejor se largaba de ahí antes de que Gwendal explote.

La discusión de los dos nobles termino por darle fin a la velada cuando todos "de repente se sintieron cansados", y como por arte de magia se limpió lo necesario en un santiamén. Los sirvientes tenían una maestría increíble para esquivar a la pareja que discutía acalorada parada en el medio del lugar. Todos tenían la vista en el piso al pasar, pero los rumores de los detalles darían vueltas sin parar de boca en boca los días subsiguientes.

Las apuestas en el Ranking del Preferido de Su Majestad —El RP de Su Majestad para abreviar— de Gwendal caerían en picado. El lord de Voltaire parecía un hombre ya casado, y con algunos problemas.

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Muy tarde por la noche cuando hasta las ratas duermen, el sonido de pasos hizo eco en el frió pasillo. Eran pasos que generaban escalofríos. Espaciados, como una gota de agua que se filtra constante y no para de caer. Avanzando a zancadas sin dudar, enfocados en un objetivo de manera que nunca pararían hasta alcanzarlo.

Por alguna razón, cuando las peores cosas pasan los pobres diablos creen tener suerte. Los dos guardias que deberían estar apostados frente a la importante puerta no se encontraban presentes.

La madera rechinó muy suavemente seguida por el siseo del desliz sobre la piedra en el piso. Los pasos se amortiguaron inmediatamente al continuar sobre la gruesa alfombra, sordos pero tangibles en el silencio profundo de la alcoba real.

La figura de pie junto a la cama que podría albergar a cinco personas miró desde arriba a unas potenciales dos victimas que dormían plácidamente. Con las manos en las caderas, los ojos celeste cristal cuestionaron por un segundo la seguridad del castillo ante tal escena. El joven Maou y Lord von Bielefeld, completamente expuestos y vulnerables ante el intruso, apenas mostraban el reflejo de un espasmo enredados el uno con el otro.

—Ay, estos hombres que no pueden evitar frotar sus partes ni en sueños —comentó la chica en voz baja y dio media vuelta, su cabello rojo como la sangre cortando el aire casi con un chasquido.

Los ojos llenos de amor por la investigación centellaron brillantes, buscando cual animal predador a su objetivo. Lo ubicó sobre la mesa de té como si hubiera estado dispuesto todo para ella. Como si la hubiera estado llamando en su mente y esa fuera la causa por la cual no podía dormir esta noche.

Anissina tomó la computadora y la caja de DVD junto a todo el cablerio inmediatamente, sin siquiera concebir la posibilidad de un robo sino más bien un préstamo. Lo que sea en pos de la ciencia.

El camino hacia las profundidades del castillo fue excesivamente rápido, no porque emprendiera una huida de alguna clase, era solo que la burbujeante emoción era imposible de contener. Esa sensación que tenia cada vez que una nueva idea llegaba a su mente y necesitaba realizarla de inmediato, incluso pasando largas horas en vela con tal de hacerlo. El tiempo parecía no importar alrededor de Lady Veneno.

El lúgubre pasillo que daba al laboratorio era tan terrorífico como siempre, así como el cartel antes de llegar a la puerta con una flecha enorme hacia el interior que invitaba "no pasar si no te atreves a morir". A ella le causaba gracia, así como a Greta, pero al resto de la gente esa sentencia de muerte los deprimía por completo.

Dentro de su santuario personal, el humo de diferentes colores se elevaba de algunos viales dispuestos en una mesa que ejercía de Central de Venenos. Los restos de las máquinas obsoletas y las piezas se acumulaban en todos los rincones, así como los libros en las estanterías y sobre otras mesas. El tema literario tenia cierta tendencia. Aterradora.

Se notaba un poco de dejadez en algunos lugares. Era imposible que nadie se atreviera a entrar a limpiar el lugar, así como ella jamás permitiría que cualquier otra persona desordenara sus cosas. En el caos había alguna clase de orden. Y además, después de todo ella misma efectuaba la limpieza de estación regularmente, debería tocar la de otoño pero la había pospuesto. Es por esto que sobre las tapas de los libros más viejos y olvidados había una capa de polvo, y algunas arañas se habían puesto cómodas por el techo.

Sobre una de las mesas cuya pulcritud indicaba que tenia un uso constante descansaba una conocida criatura marioneta.

Había sido tan fácil quitársela a Gwendal. Como un dulce a un niño, o una presa a un oso, depende del día y su humor variaban las comparaciones. El pobre no tenía chances de defender al juguete con el que incluso dormía a escondidas. O así fue como lo vio ella, con el hombre boca arriba, tapado hasta la cabeza con algunos muñecos tejidos y su nueva adquisición de parte el rey. Y los clásicos gatos enroscados aquí y allá que él jamás echaba y terminaban por ocupar toda la cama.

A ella le gustaban un poco esos gatos aunque no lo admitiera, se sentía un poquito especial cuando alguno la elegía para retozar encima de su cuerpo sobre las sábanas. Aunque nunca lo hacían como con Gwendal, enroscados en su cuello o metidos en el bolsillo especial de su camisón para animales tipo canguro.

Su mente estaba dispersa vagando en recuerdos sentimentales, pero la enfocó de inmediato. No podía esperar para desarmar el aparato y verlo dentro. Y de paso, hacerle algunas mejoras radicales.

Pero Lady Veneno no sabia que esta vez los horrores creados a raíz de sus inventos no solo serían parte de sus cuentos.

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Continuará...

 

Notas finales:

Notas sobre canon: en este capítulo menciono un par de cosas que probablemente la gente del fandom en español no sabe.

Harouin es el equivalente de Halloween mencionado en el manga, el juego de palabras significa algo como "hoja-rocío-bebida". Harouin en realidad es traducible a Halloween, pero decidí usar el termino en japonés para marcar más la diferencia con lo festejado en Shin Makoku. Entenderíamos que la tradición de los mazokus para el festival de la cosecha es preparar alguna clase de bebida recolectando el rocío natural de las hojas por la mañana.

En los últimos tomos de la novela hace su aparición Shinou y su relación con Wolfram se torna extraña. Varias de las cosas que dice suenan a chantaje o amenazas contra Yuuri y su familia si Wolfram no mantiene en secreto que fue él quien les ordeno a Wolf, Gisela y Günter no hundir/imposibilitar la caja de Infierno en la Tundra como ordenó Yuuri, y en vez de eso llevarla a Shin Makoku y dentro de su "espacio personal/dimensión paralela". Wolfram parece sumamente incomodo con la idea de mentir a Yuuri en el ultimo volumen, y se menciona que él haría cualquier cosa por su familia. Lamentablemente... no hay mas novelas porque ahí comienza el hiatus. Apenas toco este tema en el fic, pero quería que tengan contexto ya que decidí ambientar esta historia después de las ultimas novelas.

Conrart nunca llega a volver del todo a Shin Makoku en el canon de la novela, en las principales aun sigue en Shimaron terminado asuntos pendientes con la promesa de volver. Luego hay un par de especiales que estarían ubicados en la posteridad a eso, y Conrart ya es parte del grupo de nuevo. También hay un drama CD que ya no encajaría del todo con ninguno de los canons (por varios motivos es algo que quedo medio flotando en la nada), pero que a pesar de todo me gusta su temática. En este CD se trata el tema de que Yuuri y Conrart sufren algunos problemas de incomodidad apenas él vuelve tras la traición y todo lo vivido, y son Murata, Wolfram y Josak los que realizan una "intervención" para hacer que terminen de reparar su relación. Esta historia toma en cuenta estos detalles, y por mas que están en buenos términos la relación tiene cicatrices y no es lo que ustedes puedan llegar a recordar en sus tiempos de gloria. (Si, Yuuri en la novela es super resentido, y si, incluso es vengativo por momentos). Dato extra, a Murata parece no caerle muy bien que digamos Conrart, ya que él hizo sufrir bastante a Yuuri.

Hablando del canon, les pido disculpas pero no creo poder comenzar la traducción del tomo 9 y de la historia paralela hasta finales de Noviembre. La razón, época de exámenes. Gracias por la paciencia y esperemos juntos a que llegue diciembre y las vacaciones de verano para que avancemos rápido con eso.

Si gustan de dejar comentarios, no se contengan, incluso las críticas y los tomates serán bienvenidos. Me encanta leerlos y saben que los respondo todos ^^

¡Nos leemos pronto en el cap 3 de esta historia!


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