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MA-nimal por RedGlassesGirl

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MA-nimal - Capítulo 3

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A altas horas de la noche, con cuestionable conexión al mundo astral y otros detalles que amaría analizar un aficionado a lo sobrenatural, la mujer con el título que le viene como anillo al dedo, la Magicalista Loca de Shin Makoku, comenzó el fatídico tratamiento.

El objeto torturado no era nada más ni nada menos que la preciada pertenencia de su más cercano sujeto de experimento. O amigos suelen decir algunos. Otros como Yuuri diría de forma más campechana: "ese con el que tiene un algo".

Arrancándole la piel sin piedad, la pronta ex mascota de compañía dejó expuesto su esqueleto. Los engranajes y el sistema de cuerda a la vista, junto a las partes de cuero añejo y rasposo cual manos de orangután, le dieron un aspecto especialmente terrorífico.

Las finas y pálidas manos de uñas perfectamente esculpidas de la chica se entrometieron en diversos recovecos, y jalando y presionando, recreó todos los movimientos básicos. No le tomó más de dos minutos comprender a fondo su funcionamiento. No por nada era una de las mentes más brillantes y entrenadas de este país, y del mundo entero.

La luz en el laboratorio solo se enfocaba en la mesa central de trabajo donde la inventora tomaba asiento. El resto de los rincones aledaños se sumía en la oscuridad, sin importar si es de día o de noche. En el recóndito sótano del castillo no existían ventanas, y las viejas y robustas paredes de piedra gruesas como un roble eran lo único que podría contener las explosiones.

Cuando era una niña, Lady von Karbelnikoff Anissina realizó muchas disecciones. Con la misma cara aburrida con la que solía tirar de los tendones en la pata de un pollo, jaló la gomosa tira de cuero interna que movía los ojos. Luego de observar ese rostro tan poco interesante, decidió que sería lo primero que tenia que hacer.

Empujó con sus tacos hacia atrás la silla con ruedas —"Invención patentada disponible en la tienda Inventos de la Reina. Lleve dos, pague uno y medio."—, desplazándose hasta la Central de Venenos y tomando un par de mangueras.

La forma en la que dispuso los diferentes tubos se asimilaba al sistema sanguíneo en un cuerpo, pero el líquido viscoso que se desplazaba dentro de las improvisadas y gruesas venas era de un color verde amarillento casi fluorescente. Solo ella sabía que era o cuan tóxico podría llegar a resultar. No pareció importarle demasiado el ultimo detalle, después de todo era de Gwendal.

Y él se quejaría de todos modos. Siempre se quejaba por pequeñeces, como esos reclamos que al día de hoy continuaba haciendo debido el incidente de Romero y Argenta. No entendía que problema había, si la putrefacción en su brazo hace muchos años había sanado.

Terminado eso, la mujer conocida con muchos apodos diferentes, cada uno más perturbador que el otro, decidió su segunda mejora. En el lugar donde hubiera estado el corazón, removió el tambor que contenía enroscada la cuerda y lo arrojó directo a un baúl destartalado con otros tantos cientos de piezas. El sistema procesador de maryoku encajaba como anillo al dedo, no hizo falta modificar el aspecto original del hueco.

Terminada la parte sencilla, era hora de afrontar el verdadero reto. Esto era lo que hacia a su corazón palpitar emocionado, la razón de su insomnio y de su incesante búsqueda de conocimiento. Dispuso la llamada computadora de su Alteza el Daikenja y el objeto circular conocido como DVD —cuyas siglas aun necesitaba descifrar— en la mesa.

Con los codos sobre la madera y la nariz sobre los nudillos de sus dedos entrelazados, Anissina miró fijamente los objetos por largo rato. Se tomaba tanto tiempo para pensar, inventar, construir y reconstruir en su mente como lo hacia en la realidad.

En este mundo y en muchos otros, existían varias dimensiones. Planos astrales les decían algunos, realidades, otros. Ella era consciente de varias de ellas, aunque los misterios del universo eran tantos como las estrellas en el cielo. La única dimensión a la cual había podido acceder era por la cual se teletransportaba. Actualmente habiendo un sistema original entre Karbelnikoff y Voltaire, de su ropero al escritorio de Gwendal, y uno más reciente de Karbelnikoff a la Capital, del tercer cajón de su tocador al escritorio de Gwendal en este castillo. Esa dimensión tenia el nombre de Espacio A. Solo ella sabia que era lo que significaba eso.

Hasta la fecha, Anissina estaba convencida que solo habían cinco personas que surcaron ese espacio además de ella. Las dos primeras eran Gwendal y Amblin, secretaria de su lord amigo, lo cual sucedió durante aquel incidente de Romero y Argenta. La siguiente era Lord Weller Conrart, que de acuerdo a sus registros no autorizados, fue el encargado de visitar otro mundo encomendado con un alma por nacer. Y las ultimas eran Su Majestad Yuuri el Maou, el más experimentado habiendo pasado una y otra vez de un mundo a otro, y Su Alteza el Daikenja, del cual no tenía muchos detalles pero al parecer fui y vino un par de veces.

Su Majestad Yuuri solía describir sus viajes a Greta de manera bastante infantil e innecesariamente poética, "extendiendo los brazos y las piernas como un águila que vuela entre las estrellas". Pero la realidad era que el Espacio A era como la carretera que comunica cientos de otras dimensiones, dónde flotan las partículas reestructuradoras de materia. Un mal calculo y podías terminar flotando para siempre en dicho Espacio A, o peor aun, disparado entero o por partes hacia un destino incierto.

Existía también en este mundo otro espacio al que ni siquiera ella había tenido acceso, y aunque le hubiera gustado conseguir más información, no había tenido éxito. Actualmente una de cuatro cajas se encontraba allí adentro. Cuales eran las intenciones de Su Majestad Shinou respecto a ella, o que otros objetos peligrosamente interesantes existían dentro de su espacio misterioso, aun era un misterio.

Luego de divagar un tiempo, Lady Veneno decidió poner manos a la obra. Una noche en vela tendría que ser suficiente para establecer alguna clase de conexión informática entre los objetos del plano inmaterial de las ideas —basados en el idioma del lugar llamado Tierra que apenas había podido descifrar—, a través del Espacio A, hacia el contenedor sobre la mesa.

La primer prueba de Lady Anissina hubiera sido suficiente para lograr una inteligencia artificial que haría a muchas otras ponerse verdes de envidia. Pero esa insaciable hambre de conocimiento que rozaba la locura la llevó a intentar superarse.

Pero no se puede jugar con las dimensiones paralelas. Hay cosas que viven en ellas. Cosas que no tienen formas físicas pero las anhelan. Cosas retorcidas y deformes que poseen consciencia.

Y las conciencias están hechas de pensamientos. Y los pensamientos son peligrosos.

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La nada era complicada de describir. Uno podría imaginar un lugar completamente blanco o negro que no tiene arriba o abajo, pero el concepto de nada de este lugar era completamente diferente.

Era una nada oscura. Una nada de sentimientos, de partículas que chisporrotean, se acumulan y se esparcen, armando y desarmando constantemente. Una nada atiborrada de luz y a la vez de oscuridad, en constante oposición y sinsentido.

Y en el medio de este particular lugar que se extiende a la deriva en un vacío constante fuera del tiempo, había criaturas.

Eran seres amorfos que no contaban con carne propia, necesitaban robarla de otros lugares. Así es como a veces, siempre que era posible, tomaban ventaja de alguna pequeña grieta espacio temporal hacia donde sea que puedan escurrirse y sacaban algo.

A las criaturas no les interesaba que es realmente lo que tomaban, solo querían materia. Y usualmente tampoco les interesaba si ese algo del cual la estaban sustrayendo estaba vivo.

Así era como esta dimensión obtenía sus partes. Las criaturas flotaban a la deriva, y las raras veces que se encontraban, peleaban hasta que uno quedaba reducido a pequeños requechos de masa y la otra adhiera una nueva porción a su largo cuerpo.

Dichos cuerpos hubieran hecho al Dr. Frankenstein pensar que su monstruo era una invención poco creativa. Las criaturas constaban de muchas partes, y siendo que a pesar de poder razonar y generar ideas, no comprendían realmente como funcionaba la lógica, la moral o algo tan banal como la estética. El único pensamiento fijo en sus mentes es el deseo de existir.

La gran meta de todos ellos era la existencia. Poder traspasar las barreras a un plano donde la materia de la cual se apoderaran fuera compatible con sus más puros estados abstractos, para así permitirles una existencia digna. O lo que ellos comprendían por existencia digna, lo cual se resumía a las más básicas funciones animales de un cuerpo: comer, digerir, excretar y en lo posible, reproducirse.

Pero pese a que existían aberturas lo suficientemente grandes para que una de estas monstruosidades se escurriera completa, lo único que podría filtrarse hacia alguna dimensión material era la materia, no la idea que la maneja.

No seria correcto decir "en un día como hoy" ya que este lugar ni siquiera posee las reglas metafísicas necesarias para considerar algo como eso. Así que, en esta fracción de realidad dentro del contexto del vacío, una de esas criaturas flotaba lentamente. A la misma velocidad constante, esta se desplazaba a la deriva por un paisaje que en realidad no cambia.

Estaba compuesta de muchas partes como hemos mencionado, algunas grotescas y hasta putrefactas, y otras que lucen demasiado vivas como para no cuestionar el destino de la pobre presa que estaba ubicada en el lugar equivocado cuando este monstruo tuvo acceso a su dimensión. De una forma u otra, cada cierto intervalo, este ser era capaz de agregar una nueva pieza a su colección.

Cuando un tentáculo fino y alargado como una cuerda encontró un punto de luz distinto al resto, comenzó su movimiento invasivo de inmediato. Pero esta vez algo fue diferente. La ruptura no era como las otras, el otro lado se sentía diferente.

En ese momento, el ente original abstracto que residía dentro de la masa de carne comenzó a enviar las señales eléctricas al resto de su improvisado cuerpo, tratando de emular la acción de un cerebro. Las partes convulsionaron sin sentido, respondiendo a las ordenes gracias a la sensación fantasma de los movimiento de sus anteriores dueños. La criatura tenía una meta fija, nacida del puro instinto y su necesidad primordial.

Quería existir, y había encontrado la manera. Se había dado la casualidad de que entrara en contacto directo con la magia, fuerza y canal conector de las partículas elementales con el mundo físico.

El tentáculo, enganchado cual ancla a la abertura, se instaló aferrado a su nuevo descubrimiento, fusionándose lentamente con una manguera rellena de verde amarillento brillante.

Y así, como si fuera un parásito en forma de lombriz que se aferra al intestino de un animal, comenzó a crecer dentro de él lentamente. Filtrando su conciencia sin descanso, en otra realidad donde a cada segundo puede poseer un centímetro más gracias a la magia que la conecta a su nueva materia. Extendiéndose dentro de este cuerpo en forma de estrellas que se conectan, chisporroteando como haces de luz, creando poco a poco un cerebro.

Era la fuga perfecta.

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En otro lugar, en otro planeta, en otra nada diferente, había un hombre desnudo.

Esta persona de porte importante descansaba sentado en una silla, apoyando el rostro sobre su mano desganadamente. Tamborileó los dedos sin cesar sobre el apoya brazos observando fijamente la imagen que se proyectaba flotando delante a él.

—¿Pero qué haz hecho ahora mi adorable Anissina? —murmuró para nadie.

La sonrisa que se extendió por sus labios estaba lejos de ser afligida. Era una mueca divertida. Esperando paciente que se desarrollaran acontecimientos que lo entretengan. La inmortalidad conllevaba una sensación de tedio infinito.

Pero el hombre ahora tenía planes, no podía olvidar eso. Así que por esta vez, tal vez podría proveer una advertencia y asegurarse de que las cosas siguieran el curso correcto.

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Wolfram se dio cuenta que esto era un sueño enseguida. Esa sensación latente en la parte trasera de su cabeza era ya bien conocida, el ambiente fluctuaba de manera poco natural, con una leve lentitud que normalmente no sucedería.

No era un sueño del todo lúcido, no como esos tan realistas que solía tener basados en recuerdos. Tampoco parecía ser una pesadilla a pesar de la bruma blanca que lo cubría todo. Caminando a la deriva, avanzó a paso incierto pero constante.

La blanca oscuridad le recordó a esa contradicción que siempre usaba Yuuri para describir las veces que se convertía en Maou. A él le intrigaba eso, pero el rey siempre repetía con insistencia que cada uno de sus episodios era distinto.

Eventualmente, descubrió que no estaba solo, pero no se alegró al ver quien era la otra persona en este lugar. ¿Acaso de alguna manera había terminado en esa infame dimensión paralela? No lo creía posible, estaba completamente seguro de que se había ido a dormir esa noche y que nunca se había levantado a altas horas para salir a hurtadillas. Llevaba meses sin tener que hacerlo.

Maldijo la posibilidad de no tener paz de ahora en más en sueños, al notar que la persona frente a él no era solo producto de su imaginación. La figura actuaba por cuenta propia y era distinguible.

—Ha pasado un tiempo Wolfram.

Tan informal como siempre, aun le impresionaba ese tono que siempre usaba para hablar. Pero tenía sentido que este hombre se comportara como si fuera capaz de comerse al mundo. Igualmente, eso le molestaba.

—¿Cómo has estado, duermes bien últimamente?

—Estoy bien. —Respondió reticente, tras una pausa en la que se dio cuenta de que su respuesta era requerida.

Muy cerca del joven mazoku, Shinou corrió un mechón del cabello del mazoku con el dorso de sus dedos mientras Wolfram lo miraba fijo. —Se nota, luces exactamente como mi querida Cäcilie, tienes una piel y un cabello muy saludable. Aunque tu mirada es diferente, no se parece a la de tu padre, tal vez sí a la de tu hermano Voltaire.

Esta noche, los ojos de este hombre sonriente eran fríos y crueles al observarle con cuidado. Wolfram continuó serio, estoico, con una pizca de espíritu de pelea centellando en sus pupilas. Siguió sin hablar, con el mismo tratamiento del silencio que utilizaba ante las bromas del Daikenja, pero tomándolo mucho más en serio. Este no era un juego infantil y simpático como esos. Era la primera vez que este hombre no tenía una máscara jocosa del todo puesta.

—No tienes que contenerte —aclaró Shinou—, puedes decir lo que quieras. De hecho, lo prefiero. Me gusta ese lado tuyo, me recuerda un poco a mi mismo, ¿sabes? Puedo sentirlo en el aire con claridad de todos modos, este lugar es parte de tu mente después de todo. Está conectado directamente a tus sentimiento. "¿Qué quieres?" —entonó rudo y cortante, justo como Wolfram hubiera querido hacerlo—, eso es lo que estás pensando.

Las pupilas del chico se dilataron por un segundo y luego volvieron a su lugar, el mínimo detalle había puesto al descubierto su sorpresa.

Shinou se alejó unos pasos, haciendo un ademán con las las palmas y la barbilla hacia arriba, mirando alrededor y girando levemente.

—Este lugar es tu templo, con la concentración necesaria podrías controlarlo. Así es como se empieza, y si tuvieras el poder suficiente, podrías extender los horizontes tanto como quisieras. El maryoku se puede usar de muchas maneras, pero por alguna razón continúan con la absurda idea de que sirve solo para la guerra. No me malentiendas, amo la guerra.

Escuchar tales palabras de la boca de él mismo era perturbador.

—Me gustan las confrontaciones, me gusta el caos. El campo de batalla me hace hervir la sangre y apenas puedo contener la emoción al recordarlo. Es allí donde los hombres poderosos pueden brillar bajo sus propios medios y prevalecer ante sus enemigos o morir en el intento. Creo que serías un buen general para una armada de tener el entrenamiento y la experiencia necesarias. Astuto y poderoso, por algo eres mi descendiente. Pero eso no podrá ser, ambos sabemos la razón, gracias a tu querido. Aun considero que es una pena. Me pregunto si mi decisión con él fue la correcta-

—Lo estás subestimado —interrumpió el joven mazoku—. Yuuri es un rey decente.

—Me pregunto si ese es el caso. Además, querido Wolfram, decente no es una palabra que necesariamente denote excelencia.

Tras una pausa de parte de ambos, el ex príncipe apretó los dientes.

—Has dicho que podía hablar libremente.

—Así es —confirmó la mayor figura de autoridad que pocos tenían el placer de saber que aun estaba presente en este reino.

Shinou estaba esperando que le haga la pregunta que intentó adivinar antes a base de instinto, pero las palabras del súbdito más cercano al nuevo rey lo sorprendieron.

—No autorizo a nadie a que se inmiscuya en mis sueños.

Tras la leve sorpresa vino la risa. —¿Le dirías eso también a ese rey mocoso? —preguntó con sorna.

Shinou no necesitaba una respuesta a esa pregunta, ni tenía ganas de extender este encuentro. Sería otro día el que ridiculizara a su descendiente con los bochornosos detalles personales que había averiguado espiándolos en su alcoba. Después de todos, los sueños del chico y el rey parecían desarrollarse de diversas maneras, sabores y colores. Yambos hablaban lo suficiente dormidos.

A pesar de que acababa de decidir terminar este encuentro pronto, no dejó realmente que el anfitrión de este espacio se diera cuenta. Mirando fijamente al chico que estaba obviamente nervioso, esta vez la yema de sus dedos rozaron su mandíbula, inclinándola hacia arriba para ver directo a sus ojos verdes. Wolfram no se resistió, observándolo de la misma forma penetrante y desafiante de antes.

—Espero que mantengas esta mirada. Puede que tengas menos maryoku del que hubiera esperado, pero aquí en el fondo hay fuego.

—Di lo que sea que has venido a decir y terminemos con esto.

—Hunf, no eres para nada divertido, ¿no te lo habían dicho? —resopló el hombre dejando caer sus parpados, con una expresión aburrida y vacía que al parecer era la más sincera que podría ver Wolfram en este encuentro—. Recuerda mis palabras, Wolfram. Algo peligroso se acerca, nada como antes hayan visto. Ni siquiera se asemeja al poder sobre la muerte y la putrefacción de la caja que te pertenece. Si aprecias a tu familia, especialmente a esa niña, envíala lo más lejos posible de este reino. El resto dependerá de ese rey tuyo. Encárgate de que haga su trabajo como debe. De otro modo, lo primero en desmoronarse será este país, y luego el mundo entero.

—¿...Qué quieres decir con eso? —murmuró Wolfram ante el nuevo tono serio y solemne de la persona que bien podría representar su apariencia futura de adulto. Shinou lo continuaba observando desde arriba, con la barbilla en alto y en silencio—. No se por qué has elegido inmiscuir particularmente en mi sueño, si el mensaje es tan importante debería haber sido entregado al Maou directamente, o incluso al al Daikenja-

—No tengo ganas de hablar con ese —interrumpió, claramente refiriéndose a Yuuri.

—...Y el otro no va a responderte. —Ante las palabras de Wolfram tan acertadas, Shinou desvío la mirada fingiendo desinterés. Pensando que comenzaba a tener alguna clase de ventaja, la personalidad irritable del joven intentó hacerse presente—. Si esto es tan importante y peligroso para el reino, e incluso el mundo entero, entonces está al nivel de las cuatro cajas prohibidas. Deberías hacer algo al respect- ¡...ah- Gah!

Las palabras se quedaron atoradas en su garganta cuando esta fue apretada por los blancos dedos de la mano que ahora rodeaba con fuerza su cuello. Los músculos tensos del antebrazo del hombre eran sólidos como la roca, elevándolo lo suficiente para que la punta de sus botas apenas rozaran el suelo. Casi como un muñeco.

La mirada penetrante cargada de poder hizo que el miedo descendiera gélido por su espalda y se extendiera hasta lo más profundo de sus entrañas. Había algo más que solo presencia, su alma tenía peso, uno tan aplastante que su mera existencia ahora parecía ser la de un efímero insecto.

—Los súbditos no deben cuestionar la autoridad de Su Majestad si aprecian su cabeza sobre su cuello, niño. Deberías haber formulado eso como una pregunta, no una orden. Siendo que este es el primer indico de insolencia, lo dejaré pasar y responderé de todos modos, así que escucha con atención porque no suelo dar explicaciones.

La bruma blanca rápidamente comenzó a inundar todo a su alrededor, desapareciendo paulatinamente el cuerpo del hombre de los pies a la cabeza. Los dedos de Wolfram se clavaron en su antebrazo mientras abría la boca intentando respirar, el cuerpo del hombre se sentía sólido y real, no como dentro un sueño. La voz lo inundó todo de repente.

—Incluso si quisiera hacerlo, no puedo realmente mediar en esto. Así como ellos no pueden existir en este plano sin un cuerpo de carne y hueso, yo tampoco puedo hacerlo. No planeo gastar el maryoku de Ulrike, se avecinan tiempos interesantes más allá de este contratiempo, lo más prudente es ser ahorrativo con los recursos. Ahora, despierta o sigue durmiendo, pero decidas lo que decidas, no tienes permitido olvidar este encuentro.

La mano liberó abruptamente su cuello, y el eco de una voz a la lejanía hizo un ultimo comentario condescendiente.

—Ah, y dile a la adorable Lady von Karbelnikoff que debe hacerse cargo de sus errores. Nos vemos, Wolfram. Aunque tal vez no sea hasta dentro de un tiempo.

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Sus ojos se abrieron de par en par de repente. Intentó jadear pero no podía mover su cuerpo, menos que menos entrar aire en sus pulmones. Y eso lo aterró por completo.

Parálisis del sueño. Sabia lo que era, muchos soldados la padecían tras eventos traumáticos. Era una tortura que podía extenderse por meses, o años en el peor de los casos. Era distinto vivirlo en carne propia que saberlo de manual o subestimarlo al escuchar historias ajenas.

Comprender el síntoma no resolvía el problema. Sentía el doloroso calambre hasta la última fibra de su cuerpo, las ordenes de su cerebro parecían ser ignoradas por completo por su sistema nervioso. Luchó por respirar, sintiendo los segundos pasar y la asfixia desesperante llenar de lágrimas sus ojos, nublandole la vista.

Ni siquiera podía llamar a la persona a su lado. Tieso como una roca y con los ojos posados en el techo, intentó hacer alguna clase de sonido con todas sus fuerzas. —¡...Hhi!

Era imposible, apenas había sido una patética inhalación minúscula que no llegaba a ser un silbido digno de oírse.

—¿...Wolf?

La voz soñolienta de Yuuri hizo que su mente diera un vuelco, transformando la realidad que se cerraba como una caja achicándose sobre él, dispersando la sensación de opresión como un denso humo que desaparece hacia fuera de repente. Cuando la persona a su lado volteó y colocó una mano en su brazo se liberó por competo.

Lo primero que hizo fue abrir la boca de par en par, entrando aire a sus pulmones en una enorme bocanada que terminó de reactivar todos los sentidos de su cuerpo. Entonces se sentó de golpe, forzando sus músculos abdominales para saltar como un resorte. Con las manos temblorosas tocó su cuello una y otra vez hacia arriba y abajo, intentando hacer desaparecer la sensación de los dedos fantasma aun presente.

La voz agitada y llena de preocupación de Yuuri no se hizo esperar.

—Wolfram, ¿qué pasa? ¿Estas bien? —Inmediatamente arrodillándose a su lado, el cuerpo caliente del joven Maou se pegó a su brazo y su mano recorrió su espalda en círculos—. ¿Es un calambre? ¿O una pesadilla? ¿Soñaste con el oso de arena o los zombies de nuevo?

—N-no —su voz era rasposa, apenas un hilo—. ¿Tengo marcas en el cuello? —preguntó nervioso.

—¿Qué? No... A ver. No, no tienes nada. Fue una pesadilla, incluso si lo sentiste increíblemente real, solo fue un sueño. ¿Sientes mis manos? La sensación tiene que ser diferente, ya no estás soñando. Solo tienes que convencerte.

Wolfram miró los dedos de Yuuri cerrados sobre su brazo, su otra mano aun recorría con un agradable calor su espalda lenta y constantemente. Lo miró a los ojos y la seguridad en la expresión del rey lo calmó un poco. Se dio cuenta de que había dejado salir por fin el aire que tenía contenido.

La sensación general aun era horrible, se sentía sin fuerzas y algo inestable, aunque podía contener los temblores que amenazaban con sacudirlo como una hoja. Wolfram se aferró a la idea de mantener su dignidad como un ancla, y eso le ayudó a mantenerse.

Aunque él estuviera rígido, Yuuri envolvió los brazos a su alrededor y lo inclinó más hacia su cuerpo, repitiendo: —No es un sueño, ya no estás dentro de la pesadilla. Ya estás despierto.

Era similar a lo que Wolfram había dicho algunas veces cuando era Yuuri quién despertaba consternado y confundido, a veces gritando, tras un mal sueño. Se dio cuenta de que el chico de pelo negro entendía exactamente como se sentía en ese momento. Los miedos de Yuuri podían ser diferentes a los de Wolfram, pero el padecimiento era el mismo, y los brazos del otro el mejor remedio.

No se resistió a esta primera vez siendo él el vulnerable, cobijándose en su pecho al dejarse caer de lado.

Yuuri simplemente apretó mas alrededor de sus brazos, dejando escapar una risa como para diluir los nervios. —Cielos, realmente debe haber sido una de esas pesadillas super realistas.

Supo que no iba a poder responder, así que en silencio asintió y liberó las manos que tenía apretadas contra su pecho, empujando los brazos de Yuuri hacia arriba. Él respondió a su pedido entendiendo correctamente, ahora abrazándolo por encima de los hombros. El agarre de las las palmas del rey era firme pero gentil, tan diferente a ese recuerdo.

Lentamente dejo a su corazón calmarse mientras sentía su cuero cabelludo ser masajeado por las yemas de sus dedos. Cuando estuvo mejor como para hablar, suspiro suavemente y separó su cabeza del escondite cálido contra el cuello de Yuuri.

—Me alegro de que Greta no estuviera aquí para ver esto. Le hubiera dado un susto de muerte.

A pesar de que podría haber puesto un poco de distancia ahora que Wolfram se había alejado, Yuuri no lo hizo. —Bueno, yo he tenido un susto de muerte por un segundo.

—Mm —murmuró el chico rubio, sintiéndose un poco extraño ante la falta de distancia y ver la mirada levemente preocupada y suave tan de cerca—. Gracias —dijo sin saber que más agregar realmente.

—No seas así —se quejó Yuuri—, haz hecho muchas veces lo mismo por mi antes. Es lo mínimo que podría hacer. ¿Te estás sintiendo mejor? ¿Quieres que te traiga algo de agua, o tal vez que te acompañe a tomar un baño caliente? Tal vez debería prender las luces.

—No, así está bien. Ya me siento mejor. No vayas a buscar nada, quédate aquí.

Ante su pedido honesto, Yuuri asintió en silencio comprensivo y siguió hablando de otro tema, evadiendo algo que pudiera cohibirlos. —¿No estaba oscuro en tu sueño? —dio a entender que tal vez esa era la causa de su miedo, basándose en los suyos propios.

—No fue como los tuyos, todo era muy brillante. Blanco. Había niebla. No recuerdo mucho más ahora mismo.

Apenas las palabras salieron de su boca tan naturales, su estomago dio un vuelco. Sus mentiras se apilaban lentamente, incluso si eran pequeñas, la montaña de piedras incrementaba a sus espaldas y estaba seguro de que algún día se desmoronaría de repente sobre él. Pero siempre que pudiera surgir el tema de Shinou entre ellos, de una u otra forma Wolfram lo omitía por miedo. Había sido advertido, no era momento para que los reyes se reunieran, y tenía ordenes de mantenerlo así hasta que el rey original lo decidiera correcto.

—Está bien, yo tampoco puedo recordar todo siempre. Es como si apenas despertara estuviera fresco, pero luego voy olvidándolo a una velocidad aterradora. Da miedo, te deja pensando, pero creo que es mejor así a fin de cuentas. Si lo recordara tan vividamente todo el tiempo seria aun más feo.

—Ha pasado un tiempo desde que no sueñas —comentó Wolfram continuando el hilo de la conversación, ahora ya separado de Yuuri con las manos entre las piernas estiradas, sentado a unos centímetros de la mano del rey apoyada sobre las cama.

—Si, por suerte. Y este es el primero tuyo —reflexionó el Maou—. Espero que no tengas otros nunca, son horribles. ¿Estás seguro que no quieres agua? O tal vez otra cosa de beber, ¿una copa de vino? Siempre dices que te relaja.

Wolfram río suavemente. —Nunca pensé que llegaría el día en que me ofrecieras una bebida.

—No le veo nada de malo, que yo no tome no significa que tu tampoco tengas que hacerlo.

—Eso suena justo como algo que tu dirías. Pero estoy bien, tendré que rechazar esta primera oferta lamentablemente.

—Awn —Yuuri hizo una mueca exagerando adrede—. Puede que me sienta un poquitito rechazado —bromeó.

Wolfram estaba algo impresionado de que dijera eso, pero le ayudó a relajarse y río de nuevo. Se sentía mucho mejor que antes. —Intentemos volver a dormir —indicó—. Aun faltan varias horas para el amanecer.

—Está bien. Pero si te despiertas de nuevo o no puedes dormir, y yo no estoy despierto, llámame. Lo digo en serio. Te haré compañía —ofreció Yuuri, haciéndole caso y comenzando a acomodar las sabanas un poco.

Wolfram apoyó la cabeza en la almohada y se quedó quieto mientras observaba en la oscuridad como Yuuri tomaba su lugar. Su usualmente tímido prometido no le dio la espalda hacia el otro lado, sino que se recostó en una posición similar a él, observándole directo al rostro.

Con el correr de los minutos y el silencio, Wolfram no pudo conciliar el sueño del todo. La presencia de Yuuri a su lado era muy fuerte.

Sin realmente mirarlo para ver si seguía despierto, con la vista fija hacia abajo, a la altura de las sábanas y su pecho, extendió una mano con dudas. No sabia bien que diría si Yuuri le preguntaba que quería haciendo esto, ya que no deseaba nada en particular más allá del simple contacto.

Pero no hubieron palabras, sino una cálida palma que tanteó su mano en la oscuridad para delinear la forma y deslizarse hacia su antebrazo, tirando muy suavemente, invitándole más cerca. No lo pensó dos veces, acortando la distancia de inmediato y hundiendo la mejilla contra la tela de algodón. Yuuri se sentía caliente, con un aroma suave y particular propio mezclado con la frescura del jabón. Automáticamente se calmó al sentir su pulso vivido y latente.

Sintiéndose extraño y con el pecho tirante, Wolfram se acomodó con la nariz contra su cuello. Su osadía no fue criticada, sino recompensada, aparentemente. Al igual que para calmarlo de lo que en realidad no fue un mal sueño, Yuuri volvió a abrazarlo firmemente y acarició su cabello, haciéndole sentir lleno. Necesitaba esto. El calor, las caricias, el afecto. Estaba agradecido de no estar solo.

La palma de Yuuri se movía sobre su cabeza de una forma que le hizo sonreír, él lo tocaba con la misma delicadeza infantil con la que lo hacia con Greta. Aunque su voz suave al hablar con cansancio era diferente.

—¿Estás cómodo así?

Había un dejo de inseguridad e incluso duda presente. Eso no le sorprendió, ya que esta era la primera vez que se comportaba tan cercano en este ambiente aparentemente tranquilo del día a día en el castillo.

—Estoy bien.

Él respondió con fingida calma y pretendiendo un poquito, de esa manera que habia aprendido de Yuuri mismo.

Wolfram tenia recuerdos personales y profundos rondando su mente, y estaba seguro de que el otro chico pensaba en ellos también. Pero hoy no seria el día en que probara suerte con otro beso. Prefería esperar otro momento, dejarle ir a su ritmo, desenvolverse poco a poco en la normalidad junto a Yuuri y evitar valerse solo de situaciones donde uno de los dos necesitara con desesperación el consuelo.

Hasta ahora, ambos habían tenido ciertos deslices, de eso que cambian la relación de las personas profundamente. Pero nunca había tocado el tema otra vez desde que volvieron al castillo.

Las cosas estaban cambiando y había que darles espacio y tiempo.

—Sabes —interrumpió sus pensamientos la voz de Yuuri de repente—, no se cuanto podría hacer o si realmente funcionaría, pero puedes intentar llamarme dentro de tus sueños. Si me necesitas, intentaré pasar desde el mio al tuyo... O si eso no fuera posible, y si solo fuera un doble creado en tu mente, igualmente podré ayudarte. Después de todo, el Maou es muy fuerte. Sea como sea, puedes pensar en mi.

Soñoliento, Wolfram ahogo una ultima risa sin moverse. —Recordaré eso. —Pasaron unos minutos mientras las caricias diluían su consciencia lentamente—. Buenas noches, Yuuri. —Murmuró torpemente. Apenas llegando a pensar que tal vez debería haber dicho en voz alta "siempre pienso en ti" antes de quedarse dormido.

—Buenas noches, Wolf —murmuró en voz baja Yuuri contra su cabello, sabia que el ya no podía escucharlo, pero no le importaba—. Dulces sueños.

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Continuará...

Notas finales:

Notas del canon: vuelvo con algunas aclaraciones sobre cosas que he mencionado y no han sido traducidas aun al español.

La tienda de los "Inventos de la Reina" es de Cherie, y allí vende Anissina sus inventos que han pasado las pruebas de calidad y se generan en masa. Pese a lo que muchos piensan, solo los inventos que ella está testeando fallan, pero muchos son exitosos y para nada peligrosos. Como en todo proceso creativo, ella falla muchas veces hasta que las cosas salen como se espera y la gente pueda usarlos. Gisela adora comprar cosas en la tienda, probarlas y luego enviar quejas. Ambas tienen una rivalidad impresionante por motivos que desconocemos. En dicha tienda Cherie también vende una línea de cosméticos que al parecer ya cuentan con copias "falsas" hechas por países humanos con bajo presupuesto.

El Espacio A existe y es mencionado en el especial de la Gaiden 1, Romero y Argenta, que también nombré varias veces. Disponible en español, llame al 0800-LEE LA NOVELA. Sobre la dimensión de Shinou, en el canon existe, él mismo la creó y allí es donde preserva su cadáver físico, viviendo ahora como espíritu. Desde allí puede "ver todo", aunque desconocemos los detalles del alcance de esa visión. Pero sabia cosas como lo que Yuuri murmura en sueños, o a quién ama Gisela (asumimos que se refería al pasado y se trata de Julia, amor confirmado de ella).

El resto sobre las dimensiones paralelas (la que usa Yuuri para viajar, la de Shinou) y como se conectan entre ellas es puro invento. De hecho, todo lo relacionado a esto está muy inspirado en las Dimensiones Mazmorra del Mundodisco, saga de novelas de Terry Pratchett de la cual soy fan acérrima. Específicamente de uno de mis libros favoritos, Imágenes en Acción, donde se toca mucho el tema de la filtración de las criaturas hacia el lugar donde viven los humanos. E inevitablemente puede que tome algo en el futuro de Berserk y sus tantos monstruos horripilantes.

Por último, los traumas de Yuuri con la oscuridad son un tanto canon. El pasa un par de días vagando con Saralegui dentro de unas cuevas donde pasan cosas horribles, y sufre mucho maltrato psicológico para luego quedar ciego al salir durante un tiempo. Esa memoria sobre problemas con la oscuridad se menciona muy brevemente en un especial junto a otros indicios de traumas que aun le quedan después de eso. No hay tanta información al respecto sobre sus secuelas, pero a mi me gusta desarrollar la idea de que va a tener un largo proceso para superar todo eso.

Con eso creo que he blanqueado todas las referencias. Igual como saben, no tengo pelos en la lengua para decir de donde me inspiré o que estoy parodiando xD no tengo secretos de mago de ninguna clase. Si les intriga algo y me quieren preguntar háganlo sin pensarlo dos veces, son bienvenidos. Ojalá les guste como va la historia hasta ahora, y como siempre, ¡espero sus comentarios o sus tomatazos!

Nos leemos en el capítulo 4.

Agrego de plus estos dos fanarts, que en realidad son viejos y no los hice para esto, pero que ilustran bastante bien esta ultima escena ^^

fanart 1

fanart 2


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