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DIMPLE [NamJin] por Nayu - san

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Notas del fanfic:

> NamJin
> Planea ser Three Shot.
> Inspirada en la canción Ilegal/Dimple de BTS. 
> Créditos de la bella portada a Soly Veliz. b25;
> Historia 100% escrita por Nayu-san, osea yo.

ILEGAL/DIMPLE [NamJin]

''[...] entonces los hijos del Dios verdadero empezaron a fijarse en las hijas de los hombres, que ellas eran hermosas; y se pusieron a tomar esposas para sí, a saber, todas las que escogieron [...] Los nefilim se hallaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios continuaron teniendo relaciones con las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos, estos fueron los poderosos que eran de la antigüedad, los hombres de fama''.

(Génesis 6: De los inicios del mundo en adelante)

* * *

 

Los escondes tan bien, pero solo aparecen cuando sonríes

¿De dónde vienes?

No mientas, sé que eres un ángel.

¿Qué es lo que realmente eres?

 

-De lo peor... -murmuró la mujer, acunando contra su pecho al delgado castaño para que no viera lo sucedido.

-¿De dónde vienen? ¿Qué quieren ellos de simples mortales como nosotros? -sollozaba otra mujer, pero esta se abrazaba fuertemente a la cintura de su esposo, mientras los gritos provenientes de fuera tornaban cada vez en más graves y desgarradores.

-Hemos pecado -fue lo único que pudo decir aquel hombre-. Los nuestros han cedido a los deseos carnales y estas son las consecuencias... Nefilim, eso es lo que son.

Jin se estremeció en brazos de su madre, apenas tenía 17 años, pero parecía haber vivido lo suficiente como para entender lo que ocurría, sentir en carne propia las consecuencias de aquellos demonios, ángeles caídos si prefieres llamarlos de ese modo, que cautivados por la belleza inexcusable de las mujeres, cedieron a lo que no deberían siquiera pensar, uniéndose a los mortales seres que habitaban la tierra, y como consecuencia: Nefilim, híbridos de ángel y hombre, una especie de gigantes de fuerza impresionante, y apariencia digna de hijos de quien en algún momento fue llamado ángel; y por supuesto lo sabían, por lo que aprovechaban muy bien su situación.

Robos, violaciones, asesinatos, abusos. Todo eso y más es el pan de cada día desde que ellos están aquí: ''No te dejes engañar por su apariencia seductora o lo alto de su estatura'', era lo que su madre siempre le decía, y por supuesto Seok Jin se sentía lo suficientemente inteligente y preparado para lo que viniera.

Otro grito de la casa de al lado, ¿La víctima de ahora? Una pobre viuda que acababa de recoger las pocas cosechas que el suelo le producía, al parecer estos gigantes no se encontraban con muchas ganas de buscar pleitos hoy, por lo que decidieron ir a lo más fácil, entrando tras ella cuando el sol se escondía, para sabrá el cielo qué cosas ocurrirían dentro de esas cuatro paredes.

'Por favor, si estás allí y puedes oírnos... No seas indiferente'.

Rogaba Jin abrazado de su madre, a un dios del que, luego de haber visto todo aquello dudaba de su interés hacia su propia creación. No podía soportarlo, ya no más, estaba harto e impotente... empezando por haber visto a su padre ser despedazado frente a sus ojos por una pequeña bolsa con monedas que significa su duro trabajo de la semana y oír todas las noches los llantos que su madre amortiguaba contra la almohada, creyendo que su hijo no oiría sus lamentos por haberlo traído a un mundo como este.

Con toda la valentía que logra recaudar, planta un beso en la frente de su madre, acunando el rostro de ella entre sus manos, intentando transmitir con la simple mirada el cuánto la ama y que por favor no lo detuviera. Sin siquiera dejar que ella reaccionara se pone de pie, tomando de un rincón de su hogar un delgado palo que es el arma más pronta que puede hallar en el momento, asiéndola en el puño tembloroso mientras abandona su casa, intentando no oír los sollozos de su madre y llamados desesperados de su hermano mayor cuando echó a correr a la vivienda de al lado, lo suficientemente veloz como para que ningún miembro de su familia en su sano juicio lo siguiera puesto que estaba seguro de que su accionar significaba una buena faena de golpes o en el peor de los casos la muerte segura... pero no podía seguir indiferente ante todo esto.

De cuclillas, apoyándose con la zurda en la pared de adobe que se sentía un poco rasposa bajo la suave piel de su mano, avanza, siguiendo el destello de luz que se veía venir de la entrada, junto a sombras de por lo menos unos tres hombres enormes en tamaño: uno de ellos era suficiente para sostener a la mujer por el cuello, elevándola un poco del suelo puesto que su enorme mano fácilmente rodeaba este, el segundo saqueaba las cosas de la pobre despensa de esta, vaciando tarros de reservas mientras el tercer hombre, este de piel bronceada y cabello azabache, reposaba sobre una pared, disfrutando del espectáculo.

Jin tuvo que reprimir un grito cuando sus rastras lo hicieron avanzar hasta que estuvo lo suficientemente cerca de la puerta como para distinguir cada uno de los gestos de la mujer y el dolor que reflejaba su rostro, abriendo la boca de a pocos mientras de sus ojos desorbitados escurrían lágrimas de impotencia y dolor. Al menor se le encogió el corazón y sentía que sus ojos marrones empezaban a picar al momento de cruzar mirada con ella, con un ''Ayuda'' reflejado en sus orbes cristalinas, algo que hizo que el más joven viera reflejado el rostro de su madre en el de esa mujer; desolado y angustiado.

Sin pensarlo una vez más, Seok Jin se pone de pie y en medio de un gruñido que pretendía intimidar a esos enormes hombres, ingresa con su pobre arma, dando golpes al que sostenía a la señora, cerrando los puños alrededor de aquel palo, golpeando con todas sus fuerzas mientras ataca al abusador hasta que siente dos fuertes manos tomándolo por detrás, apretando sus brazos con brusquedad , lo cual hizo que estos temblaran y soltara el objeto de sus manos, lanzando un alarido de dolor.

Ese era el efecto que tenían los Nefilim en simple humanos, su fuerza sobrenatural bastaba para hacerte retorcer, incluso Jin sabía que la simple presión de los dedos de este dejaría cardenales en su blanca piel.

-Pero mira qué tenemos aquí... -masculla la gruesa voz, unos centímetros más altos de su cabeza hasta que lo obliga a voltear, viendo de esa manera la musculatura del pecho contrario por la diferencia de tallas.

El castaño cierra los ojos, mientras su cuerpo temblaba de miedo, pero su postura aún es firme incluso cuando los fuertes dedos no dejaban de tomarlo, esperando un golpe directo por haber osado a siquiera interrumpirlos, aunque para ser sinceros él no significaba una amenaza.

-Tranquilo -masculla el tipo, dándole una señal a los otros dos para que se detuvieran y le prestaran atención-. Estás muy bonito como para que podamos arruinar ese rostro tuyo, ¿No es así, muchachos?

Los otros dos respondieron casi con euforia, mirando de arriba abajo al bello joven, viendo lo largo de sus piernas que resaltaban incluso bajo aquella túnica, para luego lanzarle uno que otro comentario de mal gusto a la par de silbidos indecorosos.

-¿Ya viste? No hay de qué preocuparte -canturrea, soltando uno de los brazos del castaño para poder inclinarse un poco, cortando las dos cabezas de altura que los diferenciaba y dirigir la diestra hacia su barbilla, acariciando su rosto mientras lo observaba con malicia-. Vamos a divertirnos mucho.

Jin se estremeció. Estaba totalmente asqueado, ese hombre era repugnante y no quería imaginar lo que estaban dispuestos a hacerle.

-Déjenlo... p-por favor. -masculla la mujer que aún era tomada por el cuello.

-¿Es tu hijo? -cuestiona el Nefilim, acariciando ahora también el brazo que aún seguía bajo su agarre-. Está demasiado lindo, no parece en absoluto... descuida, no creo que hagamos algo que no quiere, por algo vino de esa manera tan estúpida ¿No es así?

Los otros dos gigantes ríen, volviendo a su trabajo en cuanto el otro les indicó que o hicieran, dirigiendo su dos inmensas manos a la cintura del chico para tomarlo con fuerza y susurrar muy cerca de su oído.

-Vamos, cariño, dime el nombre de mi cena esta noche.

Jin le escupió en la cara a modo de respuesta e intentó alejarse, de ningún modo permitiría que algo así ocurriera, ser humillado de aquel modo, jamás lo permitiría. Intentaba alejarse, forcejeando vanamente con el más alto que lo observa con una morbosa sonrisa en el rostro al ver la fragilidad e ingenuidad del castaño; no quería golpearlo, pero si seguía resistiéndose no le quedaría otra opción.

Un escupitajo en el rostro por parte del muchacho, fue el detonante para que aquel gigante alzara su diestra antes de estamparla con fuerza en la mejilla del más bajo, con el sonido de una buena bofetada retumbando incluso sobre el llanto de la mujer.

Para Jin las cosas parecían perder forma, era como si pequeños destellos de luz invadieran su visión a la par de un ligero calambre en su rostro, no fue hasta por lo menos un minuto después cuando el ardor por aquella golpiza se hizo presente, haciéndose notar a pocos tanto por la intensidad de esta como la fuerza sobre humana que poseía el Nefilim, quedando la marca de una inmensa mano en la mejilla del castaño.

Seok Jin prometió que no lloraría.

Solo aprieta los dientes sin quitar su mirada de asco hacia el gigante frente a él y mucho menos deja de luchar.

El Nefilim lanza una risotada en medio del pequeño espectáculo que le brindaba aquel simple mortal; la verdad era muy divertido ver la rabia en sus ojos tan bellos y la ingenuidad de creer que podría salir librado. Con fuerza presiona la cintura del delgado chico, echándolo con facilidad sobre su hombro para poder llevarlo a otra estancia del lugar, donde estarían más cómodos. En un momento dado Jin se vio tendido en una especie de cama, siendo apresado por el otro cuerpo encima suyo, intentaba empujarlo y alejarlo, pero este solo se acercaba y besaba su rostro, en especial la mejilla herida, mientras sus grandes manos acariciaban sus piernas y cintura. El castaño gritó, se sentía sucio y asqueado, no podía soportar algo así, no podía sufrir un abuso de tal magnitud y ser usado para simple satisfacción del híbrido.

Y como si fuera obra del destino, un llamado desde el exterior hizo que el cuerpo sobre sí dejara sus acciones y volteara sin dejar de apresarlo.

- ¡Asmodeus! -llamó un chico con la misma apariencia del Nefilim, a excepción de que su cabello era morado, un color ciertamente peculiar en la época.

Altura dominante, hombros anchos, piel canela y brazos aparentemente fuertes; Jin pudo notarlo mientras el cuerpo sobre sí se recostaba de lado dejando que la mirada del castaño se cruzara con la del recién llegado. El mortal lo observa atentamente mientras sus ojos le pedían ayuda en silencio, un grito de socorro que su garganta no podía dejar escapar.

-¿Qué quieres ahora? -cuestiona el dichoso Asmodeus incorporándose, no sin antes indicarle al castaño que se quedara en su sitio.

Ambos conversaron unos minutos frente a la cama donde Jin hacía a sus ojos bailar de uno hacia otro y buscaba algún tipo de arma para defenderse cuando el Nefilim volviera, pero para su sorpresa este no hizo más que mirarlo y susurrar unas palabras en el oído del recién llegado antes de irse junto a los otros dos, dejando la casa patas arriba y a Jin con el cuerpo hecho una gelatina.

-Aléjate de mí. -masculla el castaño cuando vio que el moreno intentaba acercarse a él con un aura misteriosa.

Este se detuvo, alzando ambas manos frente a su pecho como si quisiera dar a entender que iba en son de paz.

-Tranquilo, no voy a hacerte daño. -asegura antes de que una de las sandalias del chico sobre la cama, saliera volando hacia su dirección, y por suerte logró esquivarla.

-Solo vete y déjame en paz. -suelta el castaño con la furia e impotencia en sus palabras.

No sabía cómo explicarlo, pero al ver a aquel ser indefenso rogándole piedad de forma sutil, el Nefilim sentía su duro corazón encogerse un poco ante tan bella criatura, mientras la ira invadía sus sentidos al ver la marca de una bofetada en la suave piel de la mejilla del chico, una piel que merecía ser acariciada y no atacada por semejante paliza de parte de su hermano. Inmediatamente aprieta los puños, teniendo el deseo inminente de protegerlo a como dé lugar.

Sin previo aviso se acerca al joven, que se hizo hacia un lado en la cama mientras eleva con su diestra la sandalia que aún le quedaba como única arma, pero grande fue su sorpresa cuando el hombre se puso de cuclillas y extendió una mano para tomar su pie descalzo y colocar el calzado que le había sido lanzado, ajustando bien las pequeñas cintillas que aseguraban este en sus pantorrillas, luego hizo lo mismo con la otra que logró quitar de las manos aún temblorosas del castaño hasta que finalmente alzó el rostro encontrándose con los ojos curiosos y sorprendidos del otro.

-¿Ya ves que no quiero hacerte daño? -susurra con un melodioso y marcado acento que solo podía embelesar en su totalidad, incorporándose para tomar la mano del chico y depositar un suave beso sobre el dorso de esta antes de sonreír de una manera endemoniadamente encantadora.

Esa sonrisa... Jin sabía que nunca debió haberla visto.

 

Pero tú... esa sonrisa es muy cruel

No debí haber visto tus mejillas

Lo que es realmente peligroso, solo tú lo tienes

 

Era distinta a cualquier curva en los labios que todo simple mortal podía poseer, la sonrisa de aquel híbrido parecía haber sido bendecida por los mismos dioses para encandilar a todo ser. De piel canela y cabello morado como el atardecer, ojos endemoniados que brillaban como el mismo rubí fundido, su cuerpo era simplemente el termino esculpido por Lucifer con resplandeciente y afilada sonrisa que derretía cualquier cuerpo, y aquellos hoyuelos que parecían haber sido grabadas en sus mejillas con los mismos dedos de Dios, queriendo dar una apariencia inocente al monumento que consistía su anatomía.

-¿Q-Qué quieres de mí? -pregunta quitando su mano, incorporándose del camastro, para arreglar su túnica mientras esquiva la mirada del contrario. Cuando al fin se encontró de pie fue consciente que la diferencia de tamaño con este era muy notable, incluso más con la contextura más fornida del cuerpo del híbrido.

-Solo quiero llevarte a casa, por quién me tomas. -suelta el pelimorado, rascándose la nuca mientras hace un gesto de disgusto por la inseguridad del más bajo, aunque no podía culparlo, aquella era la reacción que provocaba cada que se cruzaba con un ser humano, el miedo y ganas de huir estaba impregnado en el rostro de aquellas criaturas.

-Conozco el camino a la perfección, no necesito de tu ayuda, muchas gracias. -contesta iniciando su camino hacia la salida, intentando que su mente se distrajera en el desorden y estragos que habían dejado el paso de aquellos gigantes.

Quería olvidar la extraña calidez que había sentido en el pecho ante el tacto y mera presencia el Nefilim que se encontraba en la misma estancia, por lo que permitió a su mente centrare en el odio que sentía hacia esos seres por la maldad y terror que esparcían a cada paso. Lo repetía una y otra vez cuando sus pies encontraban a cada paso frascos rotos o comida tirada en el suelo.

 

Esos hoyuelos son ilegales
Chico ilegal

No, son peligrosos, sí

Te llamo "chico ilegal"

Tu existencia es un crimen

 

Ante la mirada atenta del híbrido, Jin abraza a la señora en el suelo y limpia sus lágrimas con delicadeza como si se tratara de su madre, para luego ayudarla a recoger lo poco que había quedado intacto y se podía salvar de feroz ataque que había acontecido, se encargó de preparar una infusión de hierbas para poder relajar a la viuda y finalmente la dejó acostada antes de besar su mejilla cuando su respiración se hizo regular, indicando que estaba dormida.

Se encontraba dando unos pasos fuera del hogar cuando aquella voz entre varonil y melodiosa se hizo presente, haciendo que el remolino de sentimiento saliera a flote nuevamente.

-Eres un buen chico. -suelta el pelimorado saliendo detrás de él, tras haber visto los cuidados realizados por el castaño.

Jin asintió un par de veces e hizo como si no hubiera oído, continuando su camino, dirigiéndose hacia su hogar como si nada de aquello hubiera pasado mientras frotaba su mejilla adolorida, pero se detuvo cuando el otro lo tomó por la muñeca, obligándolo a que volteara. Estaba a punto de refutar y lanzarle unas buenas gritonadas para enseñarle a su lugar, y lo hubiera hecho de no ser por aquellas palabras que el Nefilim dejó escapar.

-Yo cuidaré de ti, no dejaré que te hagan daño. -susurra contra su oído, dejando que su mano libre acariciara con sutileza la mejilla dañada.

Una última sonrisa con aquellos malditos hoyuelos adornando sus mejillas, y Namjoon desapareció en medio de la noche casi tan pronto como llegó.

[* * *]


Al llegar a casa lo primero con lo que Seok Jin se encontró fue a su madre y hermano llorando su muerte, por lo que al verlo entrar creyeron que era un regalo de Dios el permitirles ver su espíritu al menos por última vez antes de ser llevado al cielo como otro de sus ángeles, no pasaron unos minutos hasta que Jin les mostró que era real y había salido vivo.

La humilde casa entró en júbilo, con el castaño siendo besado a más no poder por su madre que curó su inflamada mejilla y decidió dormir esa noche con él mientras lo arrullaba y su hijo le contaba lo que había pasado, obviando las últimas palabras dichas por el híbrido, claro está.

Esa noche Jin no pudo dejar de pensar en aquella sonrisa que cubría todo lo sucedido anteriormente.

''No te dejes engañar por su apariencia seductora o lo alto de su estatura''

Se golpeó mentalmente por no poder quitarlo de su cabeza, no era idiota y la advertencia que por años había oído no sería olvidada.

Yo cuidaré de ti, no dejaré que te hagan daño.

No podía ser cierto... ¿O sí?

 

¿Acaso fue el error de un ángel o fue un beso profundo?
Esos hoyuelos son ilegales... pero los quiero de todos modos.

 

* * *

 

Notas finales:

Espero les haya gustado, gracias por leer.


Nos leemos pronto~


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