Lo encontró sentando con rectitud, en medio del absoluto silencio que reinaba en la sala de observación, con la mirada fija en las tinieblas que llenaban el espacio sin límites; ese espacio con un número incontable de galaxias sin explorar, de peligros desconocidos y eventos inesperados. Se siente caer ante ese ser humano tan fascinante para él, como un cuerpo cede a la gravedad, por simple física, por simple lógica.
Y sabe que él pertenece al espacio, pertenece al lado de James Tiberius Kirk como siempre lo será y sin importar las condiciones.
Nada cambiaría esa constante.
Y aun así, sus manos tiemblan tras su espalda; el natural miedo frente al vacío. Pasaron segundos de auténtica tortura hasta que logró recuperar el control necesario para acercarse a él.
Las facciones del rostro de su capitán reflejaban una profunda melancolía mezclada con un deje de dolor. Entonces, Spock reconsideró la preocupación de McCoy.
— ¿Se encuentra bien, capitán?—preguntó Spock, mientras intentaba dominar las inflexiones de su voz.
—Bien tiene muchas definiciones. Bien no es aceptable. —Kirk calló y siguió con la mirada fija en lo infinito del espacio, como si se hubiese olvidado de su presencia y su rostro se volvió una máscara impasible.
Spock enarcó levemente la ceja izquierda. Por lo que él se refería, aquello era un signo bastante alarmante.
—Jim—lo llamó de nuevo y dejándose llevar por un impulso tocó su hombro.
Kirk levantó la vista hacia él y entonces se vio en aquellos ojos que aprisionaban y retenían los suyos con una obstinada influencia. Pequeñas y cálidas oleadas recorrieron su cuerpo despertando en su mente aquella brusca lucha de deseo y temor.
Mientras trataba de analizar y controlar sus emociones, Kirk tomó la palabra.
—Es bueno verlo señor Spock—su voz sonaba tranquila, quizás demasiado para la habitual personalidad de su capitán— ¿Qué tal su exilio?
—Poco satisfactorio debo admitir.
Entonces vio en Kirk, una expresión de alarma y sorpresa en sus ojos, pero su rostro no reflejaba nada. Entonces advirtió que no iba a recibir ningún tipo de respuesta, y después de un breve silencio añadió:
—El doctor McCoy me expresó su "preocupación" por su reciente actitud.
—Huesos está exagerando, estoy en óptimas condiciones—replicó Kirk sonriendo mientras se ponía de pie.
Spock levantó una ceja a modo de escéptica respuesta. Si bien Jim estaba sonriendo, no era su típica sonrisa radiante y fresca.
Como decía su madre, "algo estaba mal".
— ¿Señor Spock, usted también piensa que mi actitud es anormal?
—Definitivamente capitán, sus acciones recientes se salen de su patrón habitual.
— ¿Es por qué no hice uso de mi encanto natural con la embajadora?—su aparente buen humor se desvaneció—Señor Spock, es usted quien siempre está diciéndome que siga el protocolo, pensé que encontraría mi actitud satisfactoria.
Asombrado, Kirk escuchó su propia voz indiferente. De pronto, su rostro se volvió triste, su fachada de control y carencia de emociones se desvaneció.
—Jim, soy tu amigo déjame ayudarte—dijo Spock, con cierta dulzura.
Ambos permanecieron en silencio por varios minutos, simplemente mirándose a los ojos. Finalmente Jim desvío la mirada y comenzó a hablar:
—No soy apto para ser capitán, siempre los estoy dirigiendo al caos, a la muerte. —La voz de Kirk fue apagándose. Parecía un ser indefenso y lleno de tristeza. — ¿A cuántos he perdido, Spock?
—Es inevitable que se pierdan vidas, capitán—respondió Spock acercándosele más, —además es por su habilidad como capitán de la que usted duda, que se evitó la destrucción de Yorktown y con ello la pérdida de millones de vidas.
Cuando terminó su discurso Spock se dio cuenta, que estaba frente a Kirk con una mano sobre su hombro y la retiró inmediatamente. Dio un paso atrás y trató controlar su reacción a la calidez que persistía en la palma de su mano, pero Kirk a su vez dio un paso hacia adelante y lo abrazó, cerrando cualquier espacio entre los dos.
—Lo siento Spock, sólo un momento....
Spock puede sentir la longitud del cuerpo de su capitán contra el suyo, incluso a través de la ropa. Un reconfortante olor comienza a embriagarlo.
Kirk, hundió la cabeza en el hombro de su primer oficial y dejó que se le escaparan las lágrimas. Y en ese momento, se alzó dentro de Spock un deseo, urgente y ciego; besar a su capitán para mitigar su dolor.
Cierra los ojos y se obliga a no pensar en nada, sin embargo la sensación vertiginosa de estar cayendo no se detiene. Entonces la suave voz de Kirk resonó en el silencio:
—Spock, prométeme que no morirás antes que yo. No podría soportar perderte.
Al oír estás palabras sintió una conmoción; su corazón se estremeció y su mente le ordena mitigar la tristeza de la persona que ama. Está cansado de luchar. Simplemente se entrega a su destino, y siguiendo a la catástrofe, devuelve el abrazo, accediendo aquella petición completamente ilógica.
—Te lo prometo Jim.