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Siberia recognizes his beauty. por Bombagrash

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Notas del capitulo:

Qué tal, lectores fantasmas. 

Actualizaré los domingos, como solía hacer. 

1

 

Eleonora le tomaba del brazo casi a la fuerza, sonriendo a toda cámara que veía, deslizando el largo de su vestido hacia un lado, mostrando sus contorneadas piernas mientras caminaba junto a Luka.

O lo arrastraba con ella.

Curveaba su figura para hacer mucho más atractiva y grácil las fotos que empezaron a tomar, hasta que cayó en cuenta de lo indiferente que era Luka, como siempre.

-          Sonríe un poco. -Susurró, girándose hacia él discretamente para acariciar su rostro, demostrando lo cercanos que eran.

El hombre apenas se inmutó con la caricia, y continuó con su ecuánime facie, sin siquiera importarle que, a lo lejos, su propia madre lo observaba preocupada y le hacía señas con los dedos, indicándole de igual forma que sonría.

Bebió un poco de champagne, poco interesado en lo que hacía Eleonora con los fotógrafos, casi dando entrevistas como si se tratase de una celebridad.

Empezaba a molestarle toda ella.

Su mentira, su sonrisa falsa. Incluso su cuerpo falso.

Caminó despacio observando relucientes autos de la exposición a la que habían sido invitados con sus familias, y detalló a lo lejos a un camarero. De rizos castaños y piel blanquísima, ajustando su mandil para continuar en la carrera de complacer a todos los presentes con finas bebidas y aperitivos ridículamente pequeños pero muy acertados estéticamente.

¿Qué estará haciendo Aqyan? pensó.

¿Estará aún adolorido por las mordidas que le había dejado en los muslos? ¿Se seguirá quejando de las marcas de sus dedos en sus caderas? Y ese cuello, tan delicado invitándolo a pecar, ¿seguirá marcado por su ferocidad?

Buscó el teléfono rápidamente y marcó su contacto, alejándose de forma instintiva al balcón más alejado de la recepción, mientras el camarero que apenas se le asemejaba, rellenaba su copa de champagne y se retiraba en búsqueda de más copas vacías.

-          Luka.

-          ¿Qué haces?

-          Pues… me preparo para dormir.

-          No, no duermas.

Aqyan sonrió, aguantándose la risa por la infantil petición de Luka, relamiéndose los labios mientras contenía la emoción que esas espontáneas llamadas le provocaban. Se levantó de la cama repleta de almohadas y se miró en el espejo largo que tenía cerca a su puerta, revisando si la mascarilla de café se secaba sobre su rostro correctamente.

-          ¿Por qué no?

-          Quiero verte, Aqyan.

El castaño se detuvo en seco, observando su graciosa imagen nuevamente en el espejo, imaginándose a Luka llegar de repente y encontrándolo así. Observó la hora en el despertador de su mesa noche y suspiró entre apenado y sereno. 9:45

-          Es un poco tarde para que vengas, ¿no te parece?

-          ¿No quieres que vaya?

-          No es eso, sí quiero. Pero me refie-

-          Estaré ahí en media hora.

-          Luka, espera.

-          Muero por un beso, Aqyan.

Y colgó, dejándolo acelerado y casi paranoico.

Lo insultó entre dientes y sonrió nuevamente, aventándose a la cama y asustando a Mostaza, quien le veía extrañado, casi juzgándolo con la mirada.

Su madre le encontró terminándose la copa de champagne, mucho más relajado que hace unos instantes, empezando a desabrochar el inicio de su camisa. Su semblante era muy distinto, parecía incluso emocionado.

Casi no veía de esa forma a su hijo, era extraño.

-          ¿Todo bien?

Luka se sobresaltó, encontrando tras suyo la curiosa mirada de su progenitora. Delicada en sus movimientos, se acercó y sonrió nuevamente, inquisitiva.

-          Todo muy bien. De hecho, ya me voy.

-          ¿Pasa algo con Eleonora? Me parece que estuvieron un poco distantes hoy.

-          Mamá, ¿no viste todas las fotos que nos estuvieron tomando? Como si fuésemos famosos. Sabes que me aburren estas cosas.

-          Bueno, ella es una modelo, está acostumbrada a estas cosas como tú las llamas. -Comentó, con obviedad. -Además está muy emocionada, tiene un novio muy guapo.

-          Tú sabes que no es mi novia.

La mujer suspiró, cansada de la actitud negativa de su hijo.

-          Sabes que debemos cuidar mucho nuestras relaciones, Luka. Ella es una Santoro. Quizás esto sea ficticio ahora, pero muy beneficioso para las conexiones de tu padre.

-          Soy el anzuelo, entonces.

-          No veo que te quejes de la camioneta que te regalamos en tu último cumpleaños.

Eso lo sacó de sus casillas. Le hizo suponer los futuros días que tendría que soportar con Eleonora molestándole la paciencia sólo para hacerle saber a quien pudiese que era la novia del hijo mayor de los Vólkov. Incluso a Aqyan, que aún era ajeno a toda la situación.

-          Con tu permiso.

Y se marchó, dejando sola a su madre y su maliciosa lengua.

El pelinegro condujo a toda velocidad, intentando no pensar más en su madre ni en su comentario, en Eleonora y sus falsas sonrisas. No era capaz de recordar si quiera su cuerpo desnudo por el que tanto morían sus amigos. No le interesaba en lo absoluto, y no tenía ganas tampoco de revertir ese hecho.

El semáforo en rojo le dio un momento para descansar de la tormenta que se formaba en su cabeza, mientras revisaba la pantalla del celular y encontraba mensajes de Eleonora, preguntándole dónde diablos se había metido, que aún faltaban fotos que tomar.

Aqyan bajó por las estrechas escaleras a recibirlo, apenas en un corto conjunto de pijama, y la cara que parecía recién lavada. Tenía ese aire inocente que le desconcertaba, sabiendo lo atrevido que podía ser. Su sonrisa y su mirada celeste eran todo lo que quería.

Le tomó eufórico de la cintura, llevándole hacia su cuerpo para dejarle sin aire en un largo y húmedo beso, dejándole saber lo excitado que estaba y lo mucho que le deseaba en ese momento.

-          Luka, espera.

-          No puedo, no me detengas ahora.

Dominante, le tomó de los glúteos, y los estrujó con fuerza, acallando un suave gemido en su boca, mientras Aqyan peleaba por zafarse del agarre del hombre que parecía querer comérselo con todo y pijama.

-          Mi mamá y mi hermana están arriba.

-          Preséntamelas.

Esa última frase le provocó una suave risa, mientras le peinaba los cabellos que él mismo se había despeinado en tan apasionado beso. Luka sólo podía mirarle maravillado, sin creer lo precioso que era Aqyan cuando nadie le veía, así tan sencillo, en pijamas y sin zapatos.

-          Primero que se baje. -Señaló con la mirada a la entrepierna del más alto, separándose un poco para mirarle con mayor detalle. - ¿De dónde vienes? Parece que escapaste de tu boda.

Casi pensaba Luka.

-          Un evento formal, sólo eso.

El castaño sonrió comprensivo, acomodando el cuello de la camisa y los botones, mientras Luka no dejó ni un segundo de sujetarle de las caderas, totalmente posesivo. Le contaba las pecas de la nariz y las pestañas, mientras Aqyan, totalmente ajeno a la intensa mirada que le daba, se aseguraba de que el pantalón de Luka luzca un poco más decente para poder subir hasta la planta alta de la casa.

-          Danny ya está dormida, pero creo que mi mamá aún está despierta.

-          Está bien.

Extrañamente se sentía muy seguro, muy cómodo llegando a la casa donde por primera vez se había involucrado totalmente con Aqyan. Hasta que la sombra de una mujer se asomó por el comedor, mirándole con una sonrisa a pesar de no conocerlo.

-          Aqyan. -Llamó a su hijo, pidiéndole una explicación con la mirada.

-          Mamá, te quiero presentar a alguien.

Luka transpiró, menos sereno, más nervioso, y recién en ese momento replanteó los hechos: Iba vestido formal, a las 10 de la noche un martes, con Aqyan a su lado, y su preciosa boca magullada por los besos que le había plantado apenas lo vio abrir la puerta.

-          Buenas noches. Mi nombre es Luka.

-          Hola Luka, soy Martha. -Se presentaron, en un tímido saludo de manos.

-          Pasó a saludar mamá, estaremos un momento en mi habitación.

Martha estaba totalmente sorprendida, y curiosa principalmente.

Era la primera vez que un chico llegaba a su casa.

Aqyan tenía muy buenos gustos, pensaba, mientras observaba al alto muchacho, de atlético y elegante porte. Parecía alguien adinerado, bastante sofisticado por sus ropas.

-          Claro. -Aceptó, mientras su hijo soltaba un largo suspiro en agradecimiento y guiaba a Luka, como si no conociera ya el camino.

Martha lo jaló del brazo antes que entre a la pequeña habitación y le dio una clara advertencia con la mirada: ni se te ocurra.

Aqyan le observó indignado, y se regresó hacia ella para susurrarle:

-          Se irá en un momento, no seas así.

La mujer dubitativa, se quedó en el largo sillón, mirando la televisión, pero atenta a cualquier ruido extraño dentro de la habitación de su hijo.

Los dos muchachos por su lado, parecían demasiado emocionados, como quien se sale con las suyas, apunto de disfrutar la travesura.

Aqyan fue cuidadoso de asegurar la puerta, mientras Luka se sentaba en el borde de la pomposa cama, esperándolo. El castaño caminó coqueto hacia él y se sentó sobre su regazo, tomando el varonil rostro entre sus manos para besarle. Le llenaba el rostro de besos, haciéndole cosquillas. Se abrazaban totalmente entregados, sin dejar de tocarse.

-          No podemos hacerlo aquí. -Susurró apenado el castaño, sobre el cuerpo de su amante, acariciando por debajo de su camisa. -Mamá debe estar afuera esperando el mínimo ruido para derribar la puerta.

-          Está bien. -Respondió con resignación, besando la superficie de su cabeza. -Hueles tan bien.

Le abrazaba con fuerza, como si fuese una almohada. Una almohada engreída y sensual. Aqyan reía bajito, dejándose hacer mientras le pasaba las piernas por encima.

Luka, inconsciente, sacó su teléfono y fotografió la pierna que descansaba sobre su cuerpo, mientras Aqyan le observaba con sorpresa, moviendo suavemente la pierna en otra dirección. El pelinegro volvió a fotografiarlo, y luego apuntó hacia su rostro, pidiéndole que mirase a la pantalla. Aqyan sonrió, y en una última foto besó su mejilla, mientras Luka sonreía con los ojos cerrados. Se observaron en silencio un momento, y se besaron con calma, uniendo sus manos cariñosamente.

El sonido de la puerta les sacó de su nube de besos y caricias, provocando que se separen rápidamente, mientras el menor corría a abrir la puerta.

-          ¿Sí?

-          ¿Quieren un poco de té?

Martha sospechó, observando la camisa entreabierta del muchacho, quien se levantaba de la cama rápidamente al saberse observado, de nuevo. Incluso se había sacado los zapatos.

-          Por favor no se preocupe. Ya debo retirarme. 

Aqyan giró, mirándole entristecido. Incluso le hacía un puchero y giraba la cabeza hacia un lado, mostrándose totalmente en desacuerdo por lo que el hombre le decía.

-          Han sido muy amables, gracias.

Luka avanzaba hacia la salida, terminando de cerrar los botones de la camisa que, evidentemente no estaban así cuando llegó. Aqyan se quedó en silencio, casi apunto de empezar una pataleta; su mamá y Luka lo presentían.

Se despidieron en los últimos escalones, en un corto beso, pues Luka sabía que Martha merodeaba en la parte superior, acechando sus movimientos.

Aqyan seguía con el gesto disgustado en el rostro, rechazando la salida del pelinegro.

-          No te pongas así, bebé.

Eso le dejó estático.

Se dejó hacer finalmente, abrazándole del cuello mientras se besaban hasta desgastarse, sin dejar de pensar en el apodo cariñoso que Luka le había regalado.

Bebé.

 

 

2

 

Algo pasaba ese día, que sentía más miradas clavadas en su nuca que de costumbre.

Sus amigos se acercaron entusiastas, felicitándole por algo que él desconocía. Hasta que abrieron la red social y mostraron lo popular que se había vuelto una foto. O, mejor dicho, muchas fotos, que halagaban la belleza de Eleonora y su nuevo novio, un chico de influyente y poderosa familia.

Eleonora al parecer se había encargado de hacer una entrevista por ambos.

Suspiró cansado, observando en silencio las fotos donde hablaban de las posibilidades de negocio que existiría ahora entre sus familias y el atractivo de los dos jóvenes, una “pareja prometedora” para el mundo de los negocios.

La mujer de hecho, estaba esperándole fuera de la universidad, avisándole por mensajes que tenían un evento esa misma tarde.

Esa tarde, que finalmente tendría a Aqyan para él solo.

-          ¿Qué haces acá, Eleonora?

-          No me hables así.

Le esperaba recostada en la puerta de su camioneta, totalmente soberbia. Acomodó su pequeño bolso de moda, y dio la vuelta al vehículo, esperando que abriese la puerta, segura de sus movimientos.

-          No iré a ningún lado, por favor no insistas. Tengo cosas importantes que hacer, y esto de llegar y aparecer cuando se te da la gana está empezando a fastidiarme.

-          Ya estoy aquí. -Continuó, ignorando completamente sus palabras, mientras observaba sus largas uñas. -Nos están mirando, Luka. No querrás quedar como un patán frente a toda esta gente, ¿cierto?

Ahí estaba de nuevo, manipuladora, insoportable.

Abrió la puerta del vehículo y se subió, esperando a que ella haga lo mismo para sacarla del lugar.

-          Te llevaré a tu casa. Dime dónde vives.

Necesitaba deshacerse de ella, deshacerse de su presencia al menos por esa tarde.

La mujer, con antipatía, le indicó su dirección y se marchó aventando la puerta, haciéndole saber que se volvería a presentar en su casa o universidad si así le apetecía, pues ya tenía un compromiso con ella, alegando su encuentro sexual del cual Luka sólo recordaba más que el susto al despertarse.

Llamó a Aqyan una, dos, tres veces. No respondió ninguna llamada, ni mensaje. Se atrevió entonces a volver a la universidad, buscándolo en los pasillos de los estudiantes de primeros ciclos de carrera, e incluso en los de post-grado, al que él pertenecía, sin encontrarlo en ningún lado. No se atrevió a preguntarle a nadie, pues temía dejar en evidencia su desesperación.

Casi cuando se daba por vencido, observó unos botines en las gradas más altas del estadio universitario, y caminó aliviado hacia ellos, sin esperar que iba a ser referido con tanta indiferencia.

-          ¿Qué pasa? Te estuve llamando.

El silencio del castaño le puso nervioso, sospechando con tardía la razón de su enojo.

-          Que soy tu amante, eso pasa.

-          Aqyan, no, no es así.

-          Ella estuvo aquí, todos la vieron. Han hablado de eso todo el día. De tu chica de Instagram que vino a buscarte.

-          Ella no es mi chica. Ni siquiera sé por qué te estoy dando explicaciones.

Aqyan se levantó, sin pensar soportar una palabra más, apresurado por bajar el ciento de escaleras que había subido. El hombre le detuvo, jalándole del brazo. No entendía los celos. En la cabeza de Luka no había razones para el enojo, pues hasta ese momento, no había sido siquiera capaz de definir qué significa Aqyan, materializado, en su vida.

-          ¿Qué te molesta tanto?

-          Luka, suéltame. No quiero discutir aquí.

-          Pero quiero saber.

Respiró hondo y se aseguró de lo que iba a decir, sin soltar una maldición o grosería. Se giró hacia él y le respondió, aún sonrojado del reciente forcejeo.

-          Me molesta que no me hayas dicho que tenías una novia, que todos tengan que hablar de eso y yo tenga que tragarme mis palabras para no demostrar que… me enoja.

-          ¿Entonces debería salir en las fotos contigo?

Aqyan lo resintió. Eso le había dolido hasta sentir una punzada en el pecho. Podía sentir que sus ojos iban a aguarse en un momento. No podía darle ese gusto.

-          Sabes que ni siquiera sé qué es lo que tenemos. Pero no es tan fácil para mí, no puedo ir por ahí demostrando que tengo una relación con un hombre.  

Cada palabra dolía más que la anterior, y Luka parecía simplemente no darse cuenta del daño que estaba provocando. Hablaba sin parar sobre la moral, sobre la naturaleza, sobre la religión, sobre lo que su familia diría.

-          No tienes que demostrar nada ni preocuparte más por esto que tenemos. No existió, olvídalo, porque eso haré yo.

Se marchó corriendo, dejando finalmente que las lágrimas bañen su rostro. El pecho dolía de una manera insoportable, era un dolor agudo, que parecía anclarse más en el centro. Sorbió su nariz y salió a prisa del recinto universitario, escapándose de la mirada de sus amigos.

Luka se quedó en el mismo lugar por un rato más, hasta que, cuando reaccionó, Aqyan había desaparecido de su vista. Se había marchado, lloroso, como la primera vez que le vio con su pequeña hermana. Le había lastimado con cada una de sus palabras. Pateó el césped, las escaleras, hirviendo en rabia por sus propias acciones. Maldijo en ruso, tomando sus llaves del suelo y saliendo en búsqueda de un triste castaño.

Fueron dos semanas, que no le permitió siquiera dirigirle la palabra.

Aqyan se refugió en sus amigos, se ocultó entre la gente, se perdía de su vista con una facilidad camaleónica que Luka detestaba, pues estaba desesperado por verle, por hablarle.

Los mensajes de perdón no habían sido respondidos, ni uno solo. Las llamadas mucho menos. Y las apariciones de Eleonora no ayudaban en absoluto. La mujer se aparecía y le exigía que la llevase a los eventos que se le antojaba, que sus padres los esperaban, que tal y tal empresario asistiría, que era importante, beneficioso.

Hasta que optó finalmente, por la más desesperada y última de sus opciones.

Apareció en la puerta de su casa, rezando porque Martha fuese ajena a toda la situación y no lo golpeara apenas lo viese parado en la puerta de su casa.

-          Buenas tardes. Estoy buscando a Aqyan.

Martha le sonrió apenada, invitándole a pasar, pues su hijo aún no regresaba de su turno de trabajo. Luka aceptó gustoso, sintiendo un inmediato alivio al saber que ya se encontraba al menos dentro de la casa. Danny se acordó de inmediato de él, y preguntó por su hermana, contándole lo que habían aprendido en el prescolar, mostrándole los coloridos dibujos que había hecho de ella y su familia. Luka conversaba infantilmente con ella, mientras le contaba a su madre lo buenas amigas que eran Danny y Giorgia.

El pelinegro bebió aún más agradecido el té que la mujer le ofrecía, sin perder su serio semblante, hasta que el castaño apareció por el pasadizo, cargando una bolsa de postres.

-          Aqyan.

-          ¿Qué haces aquí?

La mujer intuyó entonces, una pelea.

Tomó a una emocionada Danny en brazos, que se despegó apenas de su hermano después de arrebatarle la bolsa de postres, y se fue con su madre a comerlos en su habitación.

-          Por favor, ¿cuánto tiempo más me vas a ignorar?

-          ¿Cómo te atreves a venir a mi casa?

-          Aqyan, por favor.

Le había extrañado, definitivamente.

Le encontraba incluso más guapo, con ese largo abrigo, y los zapatos brillantes. Tan elegante como siempre, tan galante. A pesar de su consternado rostro, no podía dejar de verle exquisitamente atractivo.

-          ¿Qué quieres Luka? Me dejaste en claro tu posición respecto a mi estilo de vida, que por cierto hace unas semanas, no te molestaba para nada.

-          Pero no me molesta, Aqyan. Por favor, por favor hablemos.

-          No quiero hablar más contigo.

-          Yo sé qué sí. -Sentenció, acercándose peligrosamente a su cuerpo.

El dorso de su mano acarició la fina piel del rostro, sintiendo cómo se estremecía por el toque. Sus labios temblaban, dubitativos de responder o no a la caricia. Más se quedó callado, disfrutando.

-          Sé que me extrañas tanto como yo.

Le tomó entonces, de la pequeña cintura hacia su cuerpo, con suavidad, embelesándose con el tibio aliento del castaño, rozando sus narices. Aqyan se sentía poseído, drogado, sin posibilidad de reaccionar. Realmente le había extrañado mucho.

-          Lo sé, lo puedo sentir. No sabes cómo te deseo. -Susurró sobre su boca, robándole un beso, mientras Aqyan empezaba a jadear. -No me apartes más, Aqyan.

Le tomó en un suave beso, ambos tomándose del rostro, en el centro de la casa.

Aqyan se dejó llevar, no pudo resistirse más al hombre que tanto le gustó desde que le vio llegar a la universidad por primera vez. Le tomó de la mano y se lo llevó a su habitación, sentándole en el borde de su cama para entregarse a una sesión de fogosos besos.

-          ¿Qué harás respecto a ella?

-          No lo sé. Ella está fingiendo una relación que no deseo tener.

-          ¿Por qué? ¿Por dinero?

-          Al parecer porque nuestros padres desean asociarse. Es un tema complicado, ella es muy insistente.

-          Me he dado cuenta.

No hay una vía de escape por ahora, se resignó Aqyan. Se levantó y se desvistió frente al hombre, regalándole la mejor vista de su cuerpo, girándose suavemente para observarle, mientras cambiaba sus ropas a algo más cómodo.

Mientras se despedían, Luka le pedía que dejase de ignorar sus mensajes, que le extrañaba demasiado. Aqyan se regocijaba, sintiéndose dichoso de saber lo que provocaba en el ruso. Se prometieron un viaje de fin de semana, sin dejar de sonreírse el uno al otro. Luka le había enviado las fotos que había tomado hace un tiempo atrás, para que pensara más en él.

-          Ya, basta. -Le pedía entre risas, mientras Luka no dejaba de repartir cortos besos en sus abultados labios. -Luka detente, no nos vamos a despegar nunca.

-          Es que te extraño. -Sonreía, apenas separándose para abrir la puerta del auto.

Se separaron en un último y largo beso, mientras que, a un par de casas, un equipo de maquillaje y vestuario producía a diferentes modelos, arreglándolas para la sesión de fotos urbanas.

Eleonora observaba atónita, mientras la repulsión se apoderaba de ella.


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