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Siberia recognizes his beauty. por Bombagrash

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Notas del capitulo:

Holis.

Creo que pasó un año, o más. 

Encontré un capítulo de esta historia y me animé a continuarlo.

Continuaré escribiendo tanto como pueda, para ustedes, lectores fantasmas. 

1

 

 

Aqyan se montaba sobre su cuerpo con destreza, inclinando su delicada figura hacia atrás. Acariciaba sus caderas y estiraba su propio cabello, demostrando lo excitado que se encontraba, sin poder controlar el arrebato de sus manos de dañarse así mismo para reprimir tanta lujuria.

Luka le sostenía de los glúteos, disfrutando de la autopenetración que tenía frente a él, y la exquisita espalda blanca, perlada de sudor. El contorneo era exquisito, era sensual.

Los pies pequeños del castaño se presionaban contra la cama mientras alcanzaba un poco más del largo del pene del hombre, dejándose resbalar por este hasta que el dolor se convertía poco a poco en un delicioso y afilado placer.

Sus manos subían despacio hasta la estrecha cintura, apretando con fuerza y dejándole quieto, demostrándole quién dominaba en ese momento la situación, Aqyan sólo sabía gemir y balbucear quedo, pidiendo más y rogando porque le dejara marcada cada una de sus suaves redondeces.

El pelinegro entonces movió las caderas hacia arriba errático, provocando que el más joven empezara una incesante sesión de gritos y gemidos que avergonzarían a más de uno si las parades de ese hotel no fuesen a prueba de sonido. Jadeaba con fuerza, regalándose morbosas palabras y frases en su materna lengua, sobre lo delicioso que le apretaba y lo grande que era su trasero. Le decía lo mucho que quería romperlo y marcarlo, que era sólo suyo.

Le excitaba aún más el saber que a pesar de que el ojiazul no entendía probablemente lo que le estaba diciendo, gritaba su nombre, totalmente sometido a él y su desmedida fuerza para cogérselo.

El sexo era magnífico.

Y Luka todavía no caía en cuenta de lo perdido y obnubilado que estaba por tan alucinante y sensual criatura.  

Se besaron hasta adormecerse, manteniendo la unión de sus cuerpos en una mucho más lenta pero constante penetración, acomodados de costado, agitados sin detener el movimiento de sus cuerpos.

-          No quiero irme.

Aqyan sonreía hacia el techo, acariciando las negras hebras del hombre que le había complacido las últimas dos horas, intentando con todas sus fuerzas no quedarse dormido del agotamiento. Luka reposaba tranquilo sobre su cintura, besándole a veces, y a veces mordiéndole. Jugaba con el hueso de su cadera, y bajaba sutilmente hacia sus nalgas, pellizcándolas de forma traviesa, evitando siempre tocar su zona íntima.

-          Mateo debe estar buscándote.  -Retó el ojiazul, dándole una discreta mirada a Luka, esperando su reacción. -O buscándome.

-          Por favor no hablemos de él. -Respondió cortante, cambiando su posición a una más indiferente.

-          ¿Por qué? -Insistió, girándose y observando embelesado el perfil masculino del hombre, acercando sus dedos lentamente a su rostro.

-          Simplemente no deseo hablar de él.

-          Pero quiero saber por qué.

-          Aqyan, basta.

-          ¿Te pone celoso?

Y esa fue la gota que derramó el vaso.

Luka lo tomó con fuerzas de la muñeca y lo estampó en la cama con tal fiereza, que Aqyan se paralizó de inmediato, abriendo sus ojos enormemente por la sorpresa y el temor que la reacción del hombre le estaba causando.

-          Basta.

Y le dejó ahí, confundido y asustado, mientras él se escondía rápidamente en el tocador y se duchaba.

¿Cómo explicarle lo que ni él mismo podía explicar?

Se acostaba con un hombre. Un hombre que era la tentación e interés de su único amigo. Un hombre que nunca debió besar, un hombre que deseaba con todo su cuerpo y que, a sus 23 años, le había dado el sexo más extraordinario de todos.

Un hombre del que sólo conocía su cuerpo, pero quería más.

Aqyan se vistió desilusionado, esperando paciente a que Luka salga de la ducha y le deje usar de igual forma el tocador, sin mucho interés en dirigirle nuevamente la palabra.

-          Perdóname.

Le sorprendió, tomándole del espacio libre de ropas, entre la camiseta y el pantalón de mezclilla que usaba. Le acercó despacio hasta su cuerpo húmedo, sonriendo al ver la poca resistencia de Aqyan, sin embargo, bajando la mirada, en clara muestra de engreimiento.

Tenía que reconocer lo tierno que lo encontraba cada vez más.

-          Aqyan, hey. -Le llamó, levantando su mentón para darle cortos besos.

-          No entiendo por qué reaccionaste así.

-          Aqyan-

-          Está bien, entiendo, no quieres hablar de eso.

-          Es mi amigo, y tiene una especie de obsesión contigo. ¿Entiendes mi punto?

Sonrió para sus adentros, por lo que provocaba, por lo que generaba en la gente.

Esa… malicia que disfrutaba.

No pensó en ese momento, de la fracturada lealtad entre amigos que se había originado, pues tocar el tema podría ser crítico para ambos y para la extraña relación que estaba formando. No se detuvo a pensar en la reacción de Mateo, al saberse engañado por su amigo, y lo decepcionante que sería saber cómo ambos, Luka y Aqyan, se burlaban de él a sus espaldas. No pensó, sólo disfrutó y se tragó sus palabras.

Se acomodó el cabello hacia atrás en un gesto indiferente y pasó de largo, encerrándose en el cuarto de baño mientras Luka empezaba a vestirse y a revisar su teléfono, encontrando mensajes de Eleonora.

Una fotografía en la sala de su casa, esperándolo.

 

 

2

 

 

Sabía que esa mirada era de coquetería.

Esa tenue sonrisa era también una invitación.

Luka pasó de largo sin embargo, sin dejarle ver si le había dado o no una respuesta a tan descarado gesto.

¿Era posible entonces, que todo lo que decían de ese castaño era cierto?

Era una perra. Un fácil. Un regalado.

La sola idea de imaginar a Luka, su tan serio y masculino compañero de intercambio, mezclándose con alguien tan vulgar y además pobre, como Aqyan, le hacía hervir de ira. Le provocaba desfigurar esa pequeña y encantadora cara.

Lorenzo esperó paciente a que se despidiese de todo ese grupo de homosexuales y se quedara al fin solo, dirigiéndose a la salida de la universidad.

Le observó caminar muy tranquilo, como si nada le preocupase, como si no supiese que había alguien siguiéndole los pasos para hacerle saber lo mucho que le fastidiaba su existencia. Por su lado, Aqyan estaba apunto de colocar sus audífonos, pensando desde ya qué canción quería escuchar, mientras sonreía discretamente, recordando los recientes mensajes de Luka, diciéndole lo mucho que le gustaban sus pecas.

No podía evitarlo, el hombre de Siberia le erizaba la piel y le hacía resplandecer sólo con un mensaje, esperando ansioso su siguiente encuentro.

No era consciente ni siquiera, que lo que hacían iba más allá del sexo casual.

Pensaba en Luka con ilusión, y Luka le hacía saber que también pensaba en él.

-          Hey.

Una voz gruesa y el ruido de unos pasos acercándose tras suyo le sacaron de la burbuja en la que se estaba metiendo, girándose y encontrando a menos de un metro al italiano del grupo de intercambio. Lorenzo era su nombre, recordaba, el idiota que empujó a Danny y los echó de su casa.

Aqyan siguió con su caminata al descubrir quién lo llamaba, colocándose de una vez los audífonos y dirigiéndose nuevamente a la salida, ignorando por completo al tipo.

-          Te estoy hablando. -Le detuvo del hombro, intentando hacerle girar.

-          No me toques, imbécil.

-          Escúchame una cosa, maldito desviado-

El castaño giró nuevamente en su dirección inicial, obviando el insulto, convirtiendo la escena en una persecución momentánea. Lorenzo volvió a tomarle del hombro, haciéndole girar a la fuerza, mientras Aqyan se retiraba los audífonos, resignado, preparado para encararle y dejarle en claro que si lo volvía a tocar lo mataba.

-          Deja de estar lanzando tus sonrisitas de puta a Luka, ¿entiendes? Él no es como tú, él no es maricón. Te he visto, sé lo que estás intent-

-          ¿A ti qué te importa? -Le interrumpió, aguantándose la risa. Si tan sólo supiera que han compartido más que una sonrisa.

-          Te lo estoy advirtiendo. No me interesa que él sienta lástima por ti, por tu hermana, o por quien sea. Aléjate, maldito enfermo.

Eso le molestó.

Hablar de Danny con tanto desprecio.

Hablar de ella luego de haberla echado de esa forma.

Pero Aqyan no le demostraría jamás que sus palabras le afectaban.

-          ¿Qué es lo que pasa? ¿Te molesta ser el único que no reciba atención, ni siquiera de un hombre? Qué pena, que ni una sola persona, ni mujer ni hombre, te haya mirado en la fiesta a la que fuiste. A la única, por cierto.

Se reía, burlándose de su cara roja y ceño fruncido, recordando cómo Mariana y el resto de amigas se reían al comentar que al italiano no le hizo caso nadie, ni las chicas más aventadas del lugar. El tipo era simplemente poco atractivo, a pesar de su pesada musculatura y ostentosa vida.

-          Eres una perra, es cierto todo lo que dicen de ti. Te lo repito ahora y por última vez, maldito maricón: aléjate de nosotros, que no sabes lo que puede pasarte.

-          Que tus amigos dejen de mirarme el culo primero. Adiós.

Y se marchó, saliendo finalmente del campus universitario con calma, aunque internamente deseaba correr y coger el primer taxi que le pasara por enfrente. Quería huir.

No era la primera vez que alguien le insultaba o amenazaba, sin embargo, podía deducir que las influencias de algunos chicos de ese grupo de extranjeros iban mucho más lejos que sólo la universidad. Podía olerlo. Podía oler la ostentosa vida que llevaban, el poder de sus familias, la enaltecida imagen pública que debían tener las compañías de sus padres.

Lo sabía, incluso de Luka, por muy reservado y callado que el hombre se portara.

Lo sabía al verle llegar en tan lujosa camioneta, vestir con tan renombradas marcas de ropa que él ni con todo un mes de trabajo podría tener. Lo sabía al ver cómo una tarjeta dorada se deslizaba con facilidad en la recepción de un hotel de cinco diamantes, y cómo tan siquiera se impresionaba con las dimensiones de la habitación que había pedido, incluso más grande que su propia casa.

Aqyan esperó paciente el bus, y se fue a casa, rogando porque las amenazas de Lorenzo no se cumplieran en realidad.

Observó sus manos temblorosas, y cerró los puños con fuerza, observando los caminos que recorría el bus en dirección a su destino.

 

 

3

 

 

El espejo del tocador del baño estaba por quebrarse cuando el hombre la bajó de la repisa y giró su cuerpo, continuando con su cometido. Ahogaba sus gemidos en su tosca mano, mientras Eleonora se sostenía de donde podía con las piernas separadas, de pie y temblorosa, dejándose llevar por el placer que el jardinero le provocaba.

Esta vez se había pasado.

Había roto su vestido de tirantes y se había metido de sorpresa a su habitación, secuestrándola en su propio cuarto de baño, para gozar un poco con su exuberante cuerpo.

-          Para, mierda. Detente, Miguel Ángel.

Le rogaba, mientras el hombre no dejaba de empujarse hacia ella hasta terminar, sin importarle que sus patrones se encontraban en casa, y él prácticamente fugado de su turno de trabajo.

-          Imbécil, me estás lastimando, detente.

Más no se detuvo ni siquiera a disminuir el ritmo de sus estocadas.

Alzó una de las piernas de la mujer, y se hundió con más fuerza, enloqueciéndola y dejándole en claro que se detendrían sólo cuando él quisiera.

Así eran sus encuentros, y a Eleonora le encantaba.

Le excitaba saber lo fuerte y raudo que era el hombre cuando tenían sexo, pero lo sumiso y obediente que se volvía fuera de su habitación. Jugaba con él, y él con ella. Abusaba de su poder y autoridad, pero al interior del cuarto de baño, él abusaba de la debilidad de Eleonora.

Le observó irse cauteloso, sin perder su firme caminar, mientras sentía sus piernas humedecidas de los fluidos que ocasionaron sus juegos, riéndose satisfecha.

Se alistó de inmediato y llegó a casa de Luka, esperando por su llegada. Esa tarde estaba planificada a detalle, segura de que el tan escurridizo hombre no escaparía esta vez de ella.

Le observó llegar, indiferente con todos menos con su pequeña hermana, a quien saludó sonriente, jugando con su peinado y demás accesorios que había colocado en su negro cabello.

-          No sabía lo mucho que te gustaban los niños.

Luka levantó la vista hacia un par de desnudas piernas, hasta el inicio de un corto vestido ceñido. Parecía que se iba de fiesta.

La niña suspiró, aburrida de ver de nuevo a la mujer que se había estado paseando por su casa hace media hora, y que claramente coqueteaba con su hermano, desesperada por su atención.

-          Eleonora, cómo te va.

-          Te estaba esperando.

Seductora, le tomó de la mano, provocando un intencional roce con su trasero. Le guio como si fuese su propia casa, hasta el salón principal, y le avisó que estaría esperando. Habló sobre un club de moda, y lo emocionada que estaba por ir. Su madre apareció a los segundos, casi secundándola, y forzando a Luka a asistir.

Estaba demasiado cansado para un club.

Su cuerpo estaba agotado de tanto pecaminoso placer con un castaño engreído.

Pero sabía que la mujer no iba a rendirse. Lo podía ver, incluso en el apoyo que su madre le daba, animándole a vestirse lo más rápido posible para no hacer esperar a tan, precisamente, impaciente mujer.

Bajó en menos de 10 minutos, y la invitó, caballerosamente a subir a su auto.

El lugar estaba repleto de gente, lo supo desde que tuvo problemas para estacionar.

Eleonora se contorneaba todo lo que podía para tener su atención, tomándole de la mano y aprovechando en varias oportunidades, esa unión para rozar accidentalmente con sus senos o su levantado trasero, un poco exagerado para el gusto de Luka.

-          Traeré las bebidas, espérame un momento.

-          Puedo ir yo.

-          No, no te preocupes. Ya regreso.

Y se marchó, robándole un beso de los labios.

Luka miraba hacia todos lados, esperando algo más que lo saque del aburrimiento. Pero encontró sólo parejas y grupos de amigos, muy animados, bebiendo y bailando. No era realmente lo suyo. No sabía cómo Aqyan lo disfrutaba tanto.

Mientras pensaba en él, ingresó discretamente al chat del castaño y texteó: Estoy pensando en ti.

No sabía ni lo que hacía, simplemente actuaba por impulso cuando se trataba de él.

Tan pronto guardó el teléfono, un grupo de conocidos se acercaron a su mesa, saludándolo efusivos. Era el grupo de intercambio, emocionados por encontrar a alguien tan serio y aburrido como Luka en un lugar tan lleno de color y regocijo.

-          Mierda, sí que está buena.

-          ¿De dónde la conoces?

-          ¿Están juntos?

El grupo admiraba la figura de Eleonora que, a lo lejos, se inclinaba sobre la barra esperando por las bebidas, mostrando un poco más arriba del vestido, mientras les dedicaba a todos un corto saludo con la mano. Estaban sorprendidos (y enloquecidos) con la belleza de la mujer, que claramente destacaba, y más aún cuando empezó a caminar hacia ellos, moviendo su cabello hacia atrás, dejándoles ver lo grandes que eran sus senos.

Luka miraba hacia abajo, sin soportar todos los ojos fisgones que tenían encima.

Incluso Mateo observaba sorprendido a la mujer, tan diferente a Luka, tan… incompatible.

-          Mi amor, volví. -Le sonrió, entregándole un vaso con una bebida que Luka no se animó a probar hasta que sus amigos insistieron. -Hola, soy Eleonora.

Saludó a cada uno, presentándose sonriente y coqueta, mientras Luka la observaba con sorpresa, introduciéndose como si fuese alguien cercana a él. Como si fuese… su novia. Sin embargo, no replicó, pues el callado hombre no deseaba dar explicaciones ni mucho menos. Realmente no le interesaba, pues al parecer esto era lo que ella buscaba, y la dejó disfrutarlo, al menos por esa noche.

-          Estaremos por allá. -Señaló Lorenzo, sin dejar de ver los pechos de la mujer que parecían reventar en cualquier momento el broche del vestido. -Vayan cuando quieran, los estaremos esperando.

-          Sí, ahí estaremos.

Luka bebió, indiferente a todas las respuestas que intercambiaba la mujer con el grupo de compañeros que se había acercado. Ella lo disfrutaba, lo veía en su actitud. Pidió un par de rondas más, de coloridos cócteles, y él se limitó a beber vodka en las rocas.   

Eleonora esperó paciente y en silencio a que el hombre terminase de beber el último vaso de vodka que le había llevado, y lo arrastró al centro de la pista de baile, empezando a bailar lento, tocándole en puntos estratégicos, mientras que él empezaba a ceder.

Intentó besarlo en repetidas veces, pero no tuvo suerte en ninguna. Se conformó con la sujeción de su cintura y las caricias en su espalda baja, hasta que finalmente Luka parecía quedarse dormido de pie.

Esperó la ayuda de todo el grupo de compañeros del pelinegro, y una vez en el auto, desaparecieron de la vista de todos.

A las cuatro de la mañana, Luka abrió los ojos, sediento, asustado al encontrarse en un lugar que desconocía totalmente. Más su corazón casi se sale de pecho al encontrar a un lado suyo un trasero al descubierto, y una espalda curveada, durmiendo plácidamente.

¿Qué mierda?

Se levantó asustado y se dio cuenta que se encontraba en un hotel. Observó por el ventanal las luces de la ciudad aún en movimiento a esas horas. ¿Cómo había llegado hasta ahí?

Mientras buscaba respuestas en el silencio de la habitación, cayó en cuenta que no llevaba ni siquiera la ropa interior. Su cuerpo se enfrió aún más.

Revisó su teléfono, sin batería a esa hora, y empezó a vestirse, escuchando un suave quejido proveniente de la cama. Eleonora giró, despreocupada por su desnudez, y se levantó lentamente, acercándose a un medio vestido pelinegro que observaba aún sin creer lo que al parecer había sucedido.

-          No sabes lo mucho que lo disfruté.

Le susurró, paseándose delante de él sin pudor alguno. Llevó su cabello hacia atrás y se paró frente al hombre, sujetándose de sus hombros para alcanzarlo y plantarle un beso.

-          Fuiste muy dulce conmigo.

-          ¿Nosotros…?

-          Sí, lo hicimos. Fuiste muy dulce todo el tiempo.

-          Eleonora, sinceramente no rec-

-          Podemos recrearlo… -Susurró coquetea, colgándose de su cuello para buscar un beso que no llegó nunca.

Luka se separó con delicadeza, y terminó de vestirse, marchándose sin decir una sola palabra.

La mujer no podía creer lo que le había hecho, dejándola desnuda y con los brazos estirados, si opción a que continuase lo que en su cabeza tenía planeado. No iba a pasar por alto esa humillación.

Pasaron dos semanas. Dos semanas que Luka no respondió a ninguno de sus mensajes, dos semanas en las que Eleonora acrecentaba su resentimiento y enojo hacia el hombre de Siberia. No podía aún olvidar el tremendo desplante que le había hecho.

Los Santoro tuvieron una reunión nuevamente con los padres de Luka. Se conversó del trabajo que venían haciendo juntos como empresas, de la distribución de inversionistas, y del compromiso del cual Luka no se enteraba aún. Al parecer Eleonora se había encargado de contarles a todos, menos a él mismo, que habían iniciado una relación, y sus ilusiones de un compromiso eran enormes. No podía dejar de hablar lo beneficioso que sería para ellos como familias del mundo empresarial.

-          ¿Por qué no nos dijeron? -Cuestionó la madre de Luka, totalmente emocionada por lo que se comentaba en la mesa.

-          Qué encantadores. -Comentó la madre de Eleonora, entre tímidas risas, mientras Luka miraba incrédulo a todos los presentes. -Realmente los felicito.

-          Creo que las cosas se están malint-

-          Todo inició el día que fuimos al club, ¿recuerdas, Luka? -Enfatizó la pregunta, observándole insistente, casi obligándole a no replicar.

Luka suspiró, sabiendo a lo que se condenaba al asentir con la cabeza en silencio.

Eleonora por su parte, sonreía complaciente hacia las dos mujeres mayores que no dejaban de hablar sobre un próximo compromiso, observándole desafiante.


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