Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cada noche contigo por Korosensei86

[Reviews - 53]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Después de no encontrar a Pau en sus sueños, Soo Jin se levanta confuso y malhumorado. Intenta estudiar pero es peor, por lo que decide despajarse caminando hasta el río Han. Allí se topará con su Noona. 

El deseo de independencia de Cataluña explicado”, reza el artículo que la BBC que acabo de imprimir. Es de hace un par de semanas, lo cual me viene bien para el trabajo. Resulta actual y supongo que puedo citarlo en una Introducción de los antecedentes.

Y, sin embargo, el artículo está motivado por acontecimientos que datan de Octubre. Sonrío entre cínico y aliviado. Supongo que si la mismísima BBC ha tardado tanto tiempo en reaccionar, es que no soy el único que nunca había oído hablar del asunto.

Agito el rotulador fluorescente entre mis dedos, mientras mis ojos, ya cansados, aterrizan sobre un claro y rotundo titular que se pregunta la mismo que yo: “¿Cómo hemos llegado hasta aquí?”. Entonces, el artículo empieza con a desglosar las razones de la discordia como un hábil escultor encuentra la forma bajo la piedra.

Cataluña es una de las regiones más ricas y productivas de España y tiene una historia distintiva desde hace casi 1000 años. Antes de la Guerra Civil, disfrutaba de una amplia autonomía pero eso se suprimió bajo el mando del Generalísimo Franco.

Los motivos del lado de los catalanes parecen claros: se consideran una parte diferenciada del resto del país, ya sea por cultura, lengua o etnia, y si a esto le añadimos el factor económico, que es el que me interesa, la hostilidad está servida. ¿Quién no querría escaparse del barco hundido que es la economía española, especialmente cuando sabes que puedes ser más próspero en solitario?

Mis ojos recaen en un mapa de la región que ilustra los resultados electorales. Un nombre me llama la atención, un nombre no tan desconocido para mi como cabría esperar. ¿Barcelona? ¿La Barcelona de la Sagrada Familia y las Ramblas, la moderna metrópoli frente al mar? ¿Esa Barcelona? ¿Entonces, la ciudad más famosa de España, la única que conozco al margen de la capital, no formaría parte realmente del país? Esto es más confuso de lo que pensé en un primer momento.

Pero la situación no queda ahí. Aunque el separatismo parece ser la opción predominante entre los catalanes, parte de la población se sigue considerando española: “Generaciones de gente de de las partes más pobres de España se desplazaron allí por trabajo, formando fuertes lazos familiares con regiones como Andalucía.” ¿Qué harían estos antiguos inmigrantes de declararse la Independencia? ¿Tendrían que abandonar el que ha sido su hogar durante décadas y volver a otras regiones de la Península? ¿Y si familias quedan desgajadas como ocurrió aquí hace casi setenta años? Creo que mi madre me dijo que una prima de mi abuela vivía al otro lado de la frontera. Me pregunto si tendrá nietos de mi edad. Un potente suspiro de exasperación vacía mis pulmones. ¿A quién le importa si nunca voy a llegar a conocerlos? Mejor aún, ¿A quién le importa Cataluña? No me extraña que a nadie más que a mí se le ocurriera ocuparse de este tema. ¿En qué estaría pensando cuando me ofrecí voluntario?

Entonces, el artículo llega a los datos que estaba buscando... y pasa completamente de puntillas por ellos: “Durante esta crisis, la economía catalana ha sufrido. Miles de negocios, incluyendo grandes bancos y firmas energéticas han cambiado sus cuarteles generales de región.” ¡¿Pero cuáles?! ¿Qué empresas? En fin, no se puede decir que haya sido una total perdida de tiempo. Al menos ahora entiendo algo más la situación. Cierro los ojos exhausto y me aprieto los lacrimales, para después darme un pequeño masaje que me lleva a retirarme el flequillo de la frente. No he dormido bien. Mi mente sigue emborronada desde el sueño de ayer.

Era un mundo gris. Se parecía al escenario donde suelo reunirme con él, pero era como si todo estuviera distorsionado, como la imagen de un televisor dañado, grisáceo y pesado. Tras de mí, se alzaba el árbol que nos ha arropado en todos nuestros encuentros anteriores. Lejos de la salud fragante con la que lo recordaba, el árbol parecía haber empezado a enfermar. Su tronco tenía un aspecto sucio, también gris, mortecino, y sus hojas estaban resecas. Incluso la hierba crujía quebradiza bajo mis pies, como si esa ilusoria región antes paradisíaca hubiera sido azotada por una furibunda sequía. Me arropo a mí mismo con mis brazos. Hace frío y yo echo en falta su calor. Harto de peinar el sitio con la mirada, me atrevo a llamarlo:

—¿Pau?

Mi voz reverbera con lentitud, como si en vez de aire me envolviera agua. Cuando éramos niños, en la piscina, Noona, Hyung y yo jugábamos a adivinar lo que el otro decía mientras buceábamos. Ahora mi voz suena igual de pesada, torpe, ininteligible. Y nada aparece. Nada me es devuelto. La frustración empieza a carcomerme el pecho.

—¡Pau! —insisto.

Algo acaricia entonces mis oídos, como una ligera brisa que trae consigo algo de intranquilidad. El frío sacude mi espina dorsal. Yo, que me he acostado ilusionado por la sola posibilidad de volver a sentir su piel, empiezo a perder la esperanza.

—¡Pau! —grito como si fuera a servir de algo— ¿Dónde estás? ¡No puedo verte!

Esta vez obtengo una respuesta. Por desgracia, esta se da bajo la forma de un silbido estridente que azota mis tímpanos. Termino por sentarme de cuclillas en el suelo, mientras me tapo los oídos, superado por la irritación que el súbito sonido me provoca. Ya no hay nada bueno aquí, no hay nada que merezca la pena. Ante esta cruda evidencia, me deshago en patético llanto.

—¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no me respondes? ¿Qué ha pasado? —me pregunto más para mí mismo que para cualquier interlocutor imaginario que pudiera haber por ahí.

Pronto las lágrimas enjuagan mis orificios, impidiéndome vocalizar con cordura. Eso no impide que en mi mente se acumulen miles de preguntas por pronunciar, algunas de ellas consiguen sorprenderme hasta a mí:

“¿Por qué no viene? ¿A caso ya no le gusto? ¿Me ha abandonado?”

¿De verdad me importa tanto gustarle? No es como si él me gustase a mí. Bueno, siendo sinceros, no es que me guste más allá de lo físico, porque no puedo negar lo muy atractivo que me parece. Cuando me mira con esos enormes ojos casi verdes y esa sonrisa tonta en una mandíbula tan cuadrada y ancha, algo extraño se remueve en mis entrañas. Eso es cierto. También es verdad que su presencia me tranquiliza, y hasta cierto punto me entretiene, incluso con sus tonterías. Sí, nuestra relación es “entretenida”: placentera y sencilla. Sabemos lo que queremos del otro. No es como si hubiera algo romántico. No es como si él me hubiera prometido reunirse aquí todas y cada una de las noches, fue un accidente para empezar. No me ha jurado amor eterno. Pero, si es así, que alguien me explique la inquietud que convulsiona mi pecho. Que alguien me diga porqué estoy en el suelo llorando como un niño.

¡Soo Jin , idiota, estúpido! ¡Él no te ha abandonado! Solo fue un producto de tu mente en primer lugar. Un invento para ayudarte a lidiar con la fría realidad, la de que nadie puede amarte como quieres que te amen.

Así, cuando por fin me rindo ante mí mismo, me despierto sacudido por el golpe de la verdad en mi propia cama, con los párpados abultados por las lágrimas, los mismos párpados cansados que ahora masajeo. Pensé ingenuamente que centrarme en los estudios me ayudaría a recobrar la compostura, pero aquí estoy, con la cabeza aún más enmarañada que esta mañana. Me pregunto si algún día llegaré a perder el contacto con la realidad que me rodea, a volverme loco de verdad. Por ahora, solo sé que mis neuronas se sienten ralentizadas, arcaicas como un módem antiguo. Necesito aire libre, necesito respirar. Recojo mis cosas y me abandono la biblioteca de la facultad. Ahora que ya no tengo ningún sitio al que volver, ni en este mundo ni en otros, opto por vagabundear.

Al principio opto por tomar un autobús, el que sea, me da igual si me pierdo, solo quiero salir de aquí, pero pronto mis pies empieza a agitarse. Entumecidos por la mañana de estudio, imploran que los haga caminar. Me bajo en la parada de Sadang-dong. Pronto, sus calles abarrotadas de viandantes y sus edificios repujados de neones y agresivos carteles me saturan. Afortunadamente, mis piernas tienen la solución y me ayudan a buscar una salida, un cielo más limpio que me permita exhalar con libertad, sentir la vida con naturalidad.

Y camino, camino, camino. Como si fuera lo único que puedo hacer. Camino como si yo solito quisiera huir de este mundo, saliéndome de sus contornos, como un niño pequeño que, disgustado con sus padres, juega a escaparse de casa, solo para llamar la atención y termina volviendo a la hora de la cena. Miro al alto sol, que me indica lo tarde que es ya. Debe de haberse pasado la hora del almuerzo, mi madre debe de estar esperando en casa, preocupada. Pero me da igual. No creo que pudiera comerme sus platos aunque estuviera ahí. Hace meses que no necesito comer, necesito respirar. Y por eso, camino, camino sin cesar. En busca de una brisa más saludable, llena de sal y vida, tal vez un mar que reanime mi alma mortecina. Tal vez mis pies ignoren que en Seúl, no hay mar. Solo el río Han.

Cuando llego a la orilla, debe de ser media tarde. Mis pies, por fin satisfechos, hace ya unos minutos que chillan de dolor, pero no los escucho. De todos modos, fueron ellos los que insistieron en venir hasta aquí. Lentamente, voy cruzando el Parque del río Han. En el paseo flanqueado por zonas verdes rebosando fresca hierba, parejas de todas las edades deambulan exhibiendo su irritante amor. En un intento por proteger mi delicado estado de ánimo, decido ignorarlas. No merece la pena, pararse a pensar en la injusticia intrínseca al hecho de que ellos se puedan tomar de la mano, mientras yo soy un enfermo por enamorarme de quién no debo.

Prefiero fijarme en los niños que corretean, vigilados en la lejanía por sus padres, ya sea montados en patinetes o con un balón enredado entre los pies. Me recuerdan a Haneul-noona, Hyung y a mí en una época mucho mejor, en la que yo todavía no había desarrollado estos instintos desviados y mi amor por Hyung era puro e inocente como el agua de manantial. En cierto modo, da gusto comprobar que, pese a los cibercafé y las Nintendo DS, aún hay niños que juegan en parques. La humanidad no se ha estropeado del todo.

Y hace una tarde de invierno maravillosa en Seúl. Las nubes de lluvia que se cernían sobre la ciudad parece haberse tomado vacaciones, de manera que los ligeros y cálidos rayos de sol acarician suavemente mis mejillas. No me extraña que los niños hayan salido de su habitación para aprovechar este clima. Yo mismo me siento impulsado a aprovecharlo. Como llamado por el agua, me voy aproximando al puente Banpo.

Me siento agotado en las escaleras que encuentro bajo la imponente construcción de hormigón. Me limito a ver el agua pasar. Entonces me percato de una cosa: puede que no esté frente a un mar, pero toda esa agua desembocará algún día en uno. Y, del mismo modo que el viaje del río termina el mar, tal vez mis problemas me trasporten a un final que sea un nuevo comienzo. El lento fluir acuático hace que mi mente entre en trance y se sumerja en mis tribulaciones.

De alguna manera caminé y llegué a este mar
Desde él, miro toda la playa
Numerosos granos de arena y viento feroz
Todavía estoy mirando el desierto
Quiero tener el mar, los tragué todos ustedes
Pero me siento aún más sediento que antes
Es todo lo que conozco verdaderamente, es un mar
¿O es un desierto azul?

Todos en estos meses ha sido como una peregrinación sin brújula ni destino, como nadar a contra corriente sin darse cuenta de que has sido engullido por un torbellino. Ahora que por fin he dejado de resistirme, puedo entender que lo único que sé es que estoy perdido y cansado. Me he esforzado tanto por encontrar una salida pero cada vez que creía hallar un salvavidas, en realidad solo me hundía un poco más. Puede que la aparición de Pau sea un episodio más de pérdida de fe. Esta misma noche he podido constatar que ya no estaba ahí para mí. Mi loquero tiene razón: sería absurdo considerar que se trata de una persona real. Sin embargo, algo en mi interior, no termina de aceptar que me he engañado a mí mismo. Es la eterna lucha entre yo mismo y mi mente.

No sé, no sé
Si estoy sintiendo las olas en este momento o no, sí
No sé, no sé
Si yo todavía es perseguido por la tormenta de arena o no, sí
No sé, no sé
¿Es un mar, es un desierto, es esperanza, es desesperación?
Es real, es falso, mierda.

Quizá mi confusión actual sea una señal, una indicación de que tengo que dejar de resistirme a lo que me está ocurriendo. Si no sé qué hacer, siempre puedo no hacer nada. Sinceramente, ahora que me paro a pensar en ello no he sabido qué hacer en toda mi vida. La respuesta siempre estaba ahí antes siquiera de formular la pregunta, de manos de alguien más. ¿Y qué si estoy enfermo? ¿Y qué si me esforcé por ser un buen chico para acabar siendo una vergüenza? ¿Y qué si nadie me quiere? Mi ansiedad me llevó a fabricarme respuestas imaginarias. Tal vez, sea el momento de sentarse a descansar, por primera vez en vida, dejar de avanzar y esperar antes de encontrar las pistas necesarias. Incluso si lo de Pau no resultase ser una mentira, claro...

Yo lo sé, lo sé
Mis dificultades
Yo lo sé, lo sé
que podré superarlas
Descúbreme
Eres el lugar en el que puedo apoyarme
Piensa positivamente, toma un trago
Incluso si estoy ansioso
Incluso si es un desierto
Es el hermoso desierto del Namib

—¿Jin-ha? ¿Eres tú? —me sobresalta una voz aguda de mujer que reconozco al instante.

—¿Ha Neul-Noona? —pregunto aún sorprendido— ¿Qué haces aquí?

Mi noona me mira con un interrogante retorciéndole las cejas. Su pelo empujado por el leve viento se le escapa de su semirecogido. Lleva puesto un largo y tupido vestido de lana azul marina bajo el cual se adivinan medias oscuras. Sobre este porta el mismo vestido rosa con el que va a la Universidad y en sus pies calza botas negras. A la luz del atardecer, sin ese conjunto sabiamente elegido y todo ese maquillaje, su elegancia natural aún le permitiría estar guapa. Lo está incluso cuando está enfadada.

—¿Como que qué hago aquí? —se queja— ¡Eso lo tendría que preguntar yo! ¡Yo vengo de quedar con mi grupo de estudio de español! —y es cierto, el mismo libro de lengua española que me enseñó aquella vez sobresale de su bolso.- Hemos quedado en un café súper chic de aquí al lado y, aunque casi todas somos chicas, hay un par de oppas prometedores —sonríe casi bobaliconamente durante unos segundos para después recordar que seguía enfadada conmigo—. ¡Ay, pero no me despistes!— agita las manos nerviosa, mientras yo reprimo la carcajada que su graciosa reacción me produce—.¡Oye, Lee Soo Jin! ¡Tu madre me lleva llamando toda la tarde para preguntarme si sé dónde estás! ¡Haz el favor de mandarle un mensaje antes de que me vuelva loca! Además, ¿se puede saber dónde has estado que no miras el móvil?

—Esta mañana estuve en la biblioteca de la Universidad —le explico,— y bueno, me cansé de estudiar y me vine aquí.

—Los ojos de Ha Neul-noona se agrandan de estupor.

—¿Aquí? ¿Desde la Universidad?

—Sí —le contestó sin mayor emoción.

—Habrás cogido el autobús, hay línea directa aunque se tarde un rato —razona ella.


—En realidad vengo andando desde Sandang —confieso.

—¡¿Te has pegado el día andando?! —se escandaliza ella— ¡Pero estás loco!

—Bueno, eso dicen— bromeo yo, y el gesto parece escurrírsele a mi Noona.

—Perdona, Jin-ha —se disculpa en un gemido—. Es solo que me asusté.

—Lo sé, Noona —la perdono—. Yo... necesitaba andar. Eso es todo.

Ha Neul ladea la cabeza como un perrito triste, pliega su vestido tras sus posaderas y se sienta a mi lado.

—¿Ha pasado algo? —se atreve a preguntar temerosa. Con su mano acaricia la mía.

Yo tomo aire, al mismo tiempo que decido si puedo confesarle mis dudas a Ha Neul. Después de todo, si hay alguien que nunca me ha juzgado, que, por el contrario, siempre me ha apoyado a pesar de mis “desviaciones”, esa mi Noona.

Donde hay esperanza, hay dificultad
Donde hay esperanza, hay dificultad
Donde hay esperanza, hay dificultad

—Yo... —me envalentono—. He conocido a alguien, Noona.

—¿Has conocido a alguien? —repite ella extraña, todavía incapaz de entender las implicaciones de esa frase.

—A un chico —le aclaro yo, con el calor ascendiendo a mis mejillas.

Donde hay esperanza,
Tú lo sabes, lo sabes, sí

El rostro de Noona estalla en destellos cuando por fin entiende por dónde voy.

—¡Un chico!— exclama, antes de darme un golpecito cariñoso—. Jin-ha, niño travieso, ¿Por qué no me lo contaste antes? Pero, dime. ¿Cómo eres? ¿Cómo se llama? ¿Dónde lo conociste? Y lo más importante.... ¿Es guapo?

Rostro varonil, sonrisa afable y confiada, ojos dulces color avellana con vetas de esmeralda, ligera sombra de barba en la perilla y acné discreto en el nacimiento de un cabello castaño oscuro alborotado como una selva salvaje. Pupila de corazón cuando me mira con candor. El calor de su pecho terroso, mariposas en mi estómago.

—Sí —admito con una sonrisa vergonzosa que se abre en mi cara hasta doler—. Lo es, mucho.


Noona levanta los pies para menearlos en el aire en pleno espasmo de entusiasmo histérico.

—¡Ayyyy! —chilla— ¡Cómo me alegro por ti! ¡Pero no me dejes así! ¡Dime cómo es, cómo se llama!

Esta vez, no pudo evitar reír aunque sea un poco. La actitud divertida de mi Noona siempre es refrescante.

—Se llama Pau —cedo—. No es de aquí, es occidental. Es alto, varonil... Tiene un cuerpo bonito, musculado pero no demasiado.

—Ajá —observa ella, intrigada como una niña que escucha un cuento de princesas antes de ir a dormir.

—Sus ojos son marrones casi verdes —continúo—. Son muy brillantes, especialmente cuando mi mira. Parece un niño pequeño mirando a Santa Klaus. Tiene el pelo ondulado, marrón oscuro. Me encanta el tacto de sus rizos entre mis dedos.

—¡¿Entre tus dedos?! —suspira ella—. ¡Mi pequeño Jin-ha! ¿Qué has hecho?

Decido ignorar sus pesquisas, alargando y disfrutando así de su cómica fascinación.

—La nariz recta y un poco sobresaliente pero sin ser demasiado grande, la mandíbula también varonil, cuadrada y amplia; y los labios son un poco carnosos. Son muy suaves y tiernos, agradables de besar y cuando sonríe su boca se ensancha como el hocico de un perro tonto y grande. Es muy tontorrón, como un niño grande, y siempre está atento a mí.

—¿Besar? —aplaude Ha Neul-noona, para después acercárseme con mirada picarona e interesada—. Pequeño seductor, ¿hasta dónde has llegado?

Yo me limito a guiñarle un ojo como respuesta y mi noona se tapa la boca para ahogar un grito histérico.

—¡¿Hasta el final?! —vuelve a preguntar.

—Eso creo —confieso.

—¿Como que eso crees? ¿Os habéis acostado o no? —exige saber ella.

—Pues verás —comienzo a explicar yo—. Es complicado, porque no lo he conocido en la vida real.

—¿Quieres decir que os habéis conocido por Internet o algo así? —aventura ella.

—Es todavía más extraño. Yo... lo conocí en mis sueños.

—¿En tus sueños? —me interpela Ha Neul-noona confusa— ¿Cómo?

—Desde hace un tiempo, cada vez que duermo tengo el mismo sueño— relato—. Y en ese sueño, ese chico y yo, tenemos sexo —Al oír esa palabra clave, la mirada de mi Noona se expande como la de un personaje de anime. Acto seguido, sus ojos empiezan a moverse frenéticamente como si estuvieran escaneando todos sus ideas—. Al principio, solo era una sombra, pero poco a poco he ido viéndole mejor. Luego, un día empezamos a hablar. Nos presentamos. Sé lo que me vas a decir: que sólo es una fantasía de mi inconsciente porque estoy solo y necesito sexo...

Pensé que el mar estaba aquí, pero acabó siendo un desierto.

—No, Jin-ha —me interrumpe ella, mirando al río—. No es lo que te iba a decir.

Entonces, ella se gira para mirarme a los ojos con una determinación casi terrorífica, a penas matizada por el suave roce de sus dedos en mi mano.

—Tú crees que él podría ser real, ¿verdad? —intuye.

—No —miento—. ¡Claro que no! ¡Es una locura! Es mi mente, jugándome una mala pasada porque no pude aguantar el rechazo de Hyung.

 

Veo la forma del espejismo, pero es inalcanzable
Rezo para sobrevivir en este desierto sin fin
Rezo para que no sea la realidad.

—Primero —señala ella—, Yoon Jun Seok no te ha rechazado, porque nunca te le confesaste. Y te repito que no te odia, esa es solo tu impresión. Segundo, dices que has hablado con ese chico. ¿Cómo es es él? Me refiero a su personalidad.

—Ya te lo he dicho —replico yo de mal humor— Es muy infantil y tontorrón, muy inmaduro e impulsivo. Un niño grande.

—¿Y algo más?

Ahora es Noona quién se divierte contemplando mi tribulación. Pero no puedo evitar sonreír cuando recuerdo cada una de las palabras ridículas y tiernas con las que Pau me agasaja.

—Es... muy dulce —consiento en decir—. Él siempre es amable conmigo. Incluso en los momentos más apasionadas, él siempre piensa en mí. Me pregunta si me encuentro bien. Se preocupa de que yo también disfrute. Una vez llegó a preguntarme cómo lo queríamos hacer. Bueno, siempre lo hace. Él siempre está parloteando, no se calla- río.- Me llama “precioso” todo el rato. ¿A que es cursi? “Precioso esto”, “precioso lo otro” Y su voz se pone aún más sexy cuando lo dice. Consigue derretirme...

En ese preciso instante, me percato de la sonrisilla burlona de mi Noona. Retomo mi orgullo perdido y me envuelvo en él, cual una manta protectora. Carraspeo.

—Pero eso es algo que no he dejado que note— aclaro.

—Muy bien, Jin-ha -me felicita ella, todavía con cierta ironía—. No debes dejar que piense que eres un chico fácil. Pero, por lo que dices, con lo impulsivo e inmaduro que es, no se parece nada a Jun Seok, ¿verdad?

Su pregunta cae sobre mi mente, aplastante como una losa.

—La verdad es que nunca lo había pensado— comento—. Pero, ahora que lo dices, no podría haber dos personas más distintas que Pau y Hyung. ¿Por qué lo preguntas?

—A ver —expone ella—, tú me dijiste que Yoon Jun Seok era tu tipo ideal. Además, fue tu primer amor. Lo lógico sería que si te hubieras inventado un amante en tus sueños, se hubiera parecido a él porque es el modelo de hombre que conoces y te atrae. Perdona, ¿cómo decías que se llamaba?

—Pau —respondo casi automáticamente, como cuando en la escuela el profesor preguntaba algo que yo sabía—. Pau Núñez Riquer.

—Wow —se asombra ella irónica—. Así que te has inventado hasta dos apellidos. ¡Qué inteligente eres, Soo Jin! Y ese nombre... Espero un segundo....

Ha Neul-noona saca su libro de texto del bolso y se concentra en buscar algo entre sus páginas.

—¡Lo sabía! —anuncia mostrándome triunfal una actividad de lectura ilustrada con la fotografía de un jugador de baloncesto—. ¡Sabía que era un nombre español! ¡Catalán, para ser exactos! Se llama Pau como Pau Gasol, el jugador de la NBA. El otro día estuvimos hablando del deporte español, y por eso lo conozco. Es como una versión de “Paul”.

—¿Catalán? Siento decepcionarte, Noona —tercio yo—, pero te recuerdo que estoy haciendo un trabajo sobre Cataluña, así que la mejor explicación sigue siendo un inconsciente hiperactivo.

—¿Ah, sí? —insiste Ha Neul-noona— ¿Y tan lejos has llegado en tu investigación que ya conoces hasta los nombres de varón más comunes?

Su atrevido argumento me deja boqueando como una carpa fuera del agua.

Al final el espejismo se alcanza y se vuelve en mi realidad.
El desierto que temía se convirtió en ese mar por mi sangre, sudor y lágrimas
Pero dentro de mi felicidad, ¿cuáles son mis miedos?
Todos sabemos que este lugar antes solo era un desierto.

—Escucha Jin-ha —me susurra, tomando mis manos con dulzura—, puedes creer lo que quieras. De todos modos, es tu sueño. Pero, yo te conozco, y algo me dice que Pau no es una invención tuya.

De pronto, mi nuca pesa tanto que termino arrastrando la mirada por el hormigón de la escalera. Mi pecho se tensa.

No quiero llorar
No quiero descansar
¿A quién le importa si descansas un poco?
No, no, no
No quiero perder
Originalmente era un desierto
Entonces déjaselo saber a todos

—Yo...solo —gimoteo—. No quiero ilusionarme para que todo sea mentira. Después de todo, ¿quién querría tratarme así después de lo que hice?

Ha Neul-noona me aprieta las manos con cariñosa decisión.

—Pues yo creo que deberías arriesgarte a creer —opina—. Te lo mereces, Soo Jin. ¡Te lo mereces!Tienes derecho a amar y ser amado por lo que eres. Nada de lo que te haya ocurrido, que, por cierto, no fue culpa tuya, puede cambiar eso. Atrévete a amar, a pesar de los riesgos. Confía en tu Noona.

Donde hay esperanza, hay dificultad
Donde hay esperanza, hay dificultad
Donde hay esperanza, hay dificultad

Donde hay esperanza, hay dificultad
tú lo sabes, lo sabes, sí.
Donde hay esperanza, hay dificultad
tú lo sabes, lo sabes, sí.

Al escuchar sus tiernos consejos, termino cayendo desfallecido en los brazos de Ha Neul-noona. Ella me corresponde en un abrazo teñido por la luz carmesí del anochecer.

Océano, desierto y el mundo
Todo es lo mismo
Nombre diferente

—Gracias, Noona —lloriqueo—. Eres la única con la que puedo contar.

—Siempre se me dio bien tener razón cuando todos los demás se equivocan —proclama ella orgullosa.

Yo veo el océano
Yo veo el desierto
Yo veo el mundo
Todo es lo mismo
Pero con un nombre diferente
Es la vida de nuevo

—Oh, vamos, bobito. No llores —me consuela acariciándome la cabeza, como cuando éramos niños—. ¿Quieres que tu Noona te compre un helado? Quédate aquí. Conozco un tenderete cerca donde venden fideos y helados deliciosos. ¿Qué tal si vemos las luces mientras los comemos?

Yo me limito a limpiarme las lágrimas con la manga de la sudadera y a asentir. Es la segunda vez que lloro hoy. Por fortuna, la primera vez nadie me ha visto y la segundo ha sido delante de Ha Neul-noona. Entonces, ella se levanta con gracia, mientras teclea algo en su teléfono.

—¿Señora Lee? —la oigo saludar conforme se gira para marcharse—. Soy Park Ha Neul. Sí, está conmigo. Resulta que habíamos quedado en el puente Bampo para ver el espectáculo y se me había olvidado decírselo. ¡Y usted tan preocupada! Sí, lo sé. ¡Si ya lo dice mi madre que no sabe que va a hacer con el despiste de hija que tiene!

Finalmente, la noche cae sobre Seúl, despertando con ella toda una manada enfervorecida de brillantes neones. Desde el mirador, rodeado por cientos de mis conciudadanos y algunos turistas, puedo verlos todos, pero estos pronto quedan eclipsados por el arco iris que baña el agua vertida a chorro desde el puente de Bampo. Gritos de admiración llenan el aire. Es lógico, a los seres humanos a menudo nos intriga cómo las luces más brillantes siempre se ven mejor en la más profunda oscuridad. Quizá esa sea la razón por la que Pau llegó a mi vida en el momento en el que más lo necesitaba. Me pregunto si lo veré esta noche.

Tenemos que estar desesperados para superar todas las dificultades.

Notas finales:

Ante todo quería pedir disculpas a aquellos lectores que sufren por culpa de mi pésimo ritmo de actualizaciones. Durante las últimas semanas estuve ocupada con cierto asusntos que me apartaron del fic. 

Sin embargo, a partir de la semana que viene hasta mediados-finales de Julio, sí que no sé cuándo voy a escribir. Por eso mismo, quería entregarles al menos un cap hasta mi vuelta (igual puedo sacar un ratito ninja para escribir pero no sé si me dará para actualizar algo decente, no quiero que la gente se ilusione). 

La verdad es que me enfrento a una dificultad dura, casi tanta como la que mencionan BTS en Sea, la canción de este capítulo. De hecho, esta prueba es la que, en su preparación, me ha apartado de una actualización mejor del fic. Espero hacerlo bien y que haya valido la pena. Es ya la semana que viene y estoy asustada, pero las letras de Sea, Tomorrow, Wings, So What o Magic Shop me animan XD 

 

En cuanto al fic, quería agradecerles su seguimiento a pesar de esta forma de tortura china que es la poca frecuencia con la que actualizo. ¡Muchísimas gracias por darle una oportunidad a esta historia tan bizarra! Sois amor. 

Y dicho esto, espero volver lo más pronto posible y con fuerzas renovadas. Hasta entonces, que les vaya muy, muy bien. 

 

Besos!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).