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Cada noche contigo por Korosensei86

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Notas del capitulo:

Pau se despierta tras una noche de borrachera y pesadillas, para toparse con la realidad de una familia muy cabreada...

Algunos rayos de sol se cuelan entre los agujeros del estor, como aludes de lava rompiendo la pared de un volcán a punto de reventar. A pesar de la colcha que protege mi cabeza, se me clavan en la nuca como aguijones de luz envenenados. Es una infernal mañana de domingo entrada en carnes. Al principio intento ignorar la llamada. Doy vueltas enredado en mi edredón, colcándome la almohada sudada en la cabeza, gimiendo en protesta. Pero la innegable y potente luz matinal ya me ha espabilado lo suficiente como para que los indeseables efectos de la resaca hagan mella en mí. Pronto una pequeña ráfaga de truenos y relámpagos se transmite a través de mis neuronas, atormentando en segundos todo mi cerebro, asestándole un punch mortal a mi raciocinio.

Obligado por el inmenso dolor que chisporrotea debajo de mi cráneo, me doy la vuelta. Boca arriba, la pared gira sobre mí en un extraño juego de sombras, como si estuviera en el centro de un calidoscopio monocrome. Mi estómago vuelve a gritar dentro de mis entrañas. Esta vez, al haberse quedado completamente vacío, clama por la comida que le corresponde. Me incorporo lenta y dolorosamente, luchando en cada movimiento contra las informaciones paradójicas que me traen mis dañados sentidos. Ponerse de pie cuando sientes que todo te da vueltas, como el Sol en un diagrama infantil del sistema solar, ya es todo un logro, pero la cosa se complica cuando la postura homínida viene un poco de claridad. Mi cuerpo se siente seco, enfermo, a punto de marchitarse como las ramas quebradizas de aquel oscuro árbol que vi en mi sueño. A juzgar por el tacto y el olor de mis sábanas todo el líquido que componía hasta ayer noche debió de haberse quedado en mi cama.

Así, voy dando tumbos por el pasillo, apoyándome en las paredes con la torpe premeditación de no llevarme por delante algún retrato oficial colgado o algunos de los extraños símbolos alquímicos que mi madre venera. En busca del agua, como un peregrino en el desierto, mi lento éxodo me acerca a la tierra prometida que es la cocina, solo para que, al flanquear la puerta, un fogonazo de sol de justicia me ciega brevemente. Esta abrasadora luz recorta la silueta de mi indiferente familia, quienes hasta hace unos segundos estaban almorzando como si nada, como si yo nunca hubiera formado parte de ellos. Mi familia siempre come sobre las dos y media los fines de semana. Con razón había tanta luz. Entonces, mi padre levanta la vista del plato, deja los cubiertos a un lado y me observa con una extraña combinación de cabreo, asco y condescendencia irónica, cuyos porcentajes exactos soy incapaz de discernir. Solo una idea ha fertilizado en mi blanda y estéril materia gris. Tal y como Neus había presagiado, me la voy a cargar.

Inseguro de nuevo, peligroso de nuevo
Tan malo (¿por qué?) nosotros, sí
Aguantando más, resistiendo
Tan difícil (difícil) no podemos

 

—Vaya, vaya, vaya —canturrea mi padre, como si mi patética situación le compensara.— ¡Pero si es el señorito que por fin nos agracia con su presencia! ¿Ha dormido bien su alteza?

 

—Manuel, por favor...—ruega mi madre con la vista fija en su famosa ensalada de tofu.

—¡“Manuel, por favor”, Los cojones! —la interrumpe mi padre colérico—. ¿Y bueno, después de tanto descanso, tiene algo que decirnos al respecto de su comportamiento? ¿Uhm? ¿Alguna reflexión interesante después de dormir la mona toda la mañana que explique su comportamiento?

Incluso si ya lo sabías
no podíamos detenernos.
De ninguna manera, de ninguna manera, cayendo.

No hay nada más peligroso que aguantar una bronca cuando tu cerebro ha adquirido la consistencia del queso gruyère y te duele como fruto de una maldición oscuro y arcana. Esta es una batalla perdida ya de entrada, así que guardar las formas no sirve de nada. Mi voz suena arenosa y quebradiza cuando consigo impulsarla fuera de mis flageladas cuerdas vocales.

—Mare, aigua... —pido, ante lo cual mi madre se apresura en acercarme un vaso lleno del líquido salvador que no tardo en engullir.

Al otro lado de la mesa, Neus finge seguir engullendo la ensalada, dedicándome leves vistazos por el rabillo del ojo, como si alegrarse de mi desgracia le diera de pronto demasiada vergüenza. Por su parte, a juzgar por su mueca divertida y la caída de sus gafas de ver, a mi abuela solo le falta la bolsa de palomitas para disfrutar completamente del espectáculo. Yo, víctima de las viejas costumbres, me limito a sentarme y esperar a que alguien, quien sea, incluso si es un puñetero duende mágico, me sirva la comida.

—¿Y bien? —insiste mi padre impaciente— ¿No tienes nada qué decir?

—¿Decir de qué? —escupo yo a través de mi faringe de lija.

—"De qué" dice el desgraciado —rabia mi padre para sí mismo, antes de volver a lanzar su ira sobre mí—. ¡Pues de qué va a ser, coño! ¡De por qué te piensas que puedes hacer lo que te dé la puta gana! ¡A eso me refiero! ¡Te decimos que estudies y te tocas los huevos a dos manos!

La voz crispada de mi padre perfora mis tímpanos, llevándome a un peligroso estado de crispación. Me da igual que tenga razones para estar enfadado, yo solo quiero que pare.

—¡Te castigamos para que reflexiones! ¿Y qué haces? ¡Te escapas porque lo que digamos tu madre y yo, por un oído te entra y por el otro te sale! El señorito hace lo que le sale de los cojones...

—¡¡Ya os dije que era el puto cumpleaños de Jaume!! —bramo yo, levantándome de golpe, a escasos centímetros de la cara de mi padre—. ¡¡Sois vosotros los que pasáis de mí y de lo que me importa!!
Manuel...-susurra mi madre, presionándole el brazo con cariño.

—Mira —comenta mi padre, dominando su rabia con precisión médica—, precisamente del pobre Jaume quería hablarte yo. Menudo cumpleaños de mierda le has dado al pobre, ¿no? Aún lo recuerdo, llamándome de madrugada, cuidándote en el coche...¡Llorando como una Magdalena, mientras me pedía perdón! ¡Como si tuviera la criatura culpa de que encima le hayas jodido la fiesta! ¡Seguro que se ha alegrado muchísimo de que hayas estado al borde del coma etílico... en su cumpleaños!

¡Joder, Jaume! Tengo que llamarle para decirle que estoy bien y disculparme por haberle preocupado.

—Por lo menos Jaume me quiere y me escucha —vomito por impulso—. No como tú...

La cara de mi padre, normalmente de un color aceitunado como el de los olivares entre los que se crió, se torna peligrosamente pálida, como si mis palabras hubieran drenado toda la vida de su rostro.

Mientras el tiempo pasa
Sólo lo arruinamos más
De ninguna manera, de ninguna manera, se está derrumbando de nuevo

—Perdona, ¿Qué coño has dicho? ¿EH? —grita mi padre, antes de respirar hondo.— Mira, chaval, más te vale callarte la boca, que igual te la pueden partir.

Esto es nuevo. ¿Quién él? ¿Mi padre me va a partir la boca? ¿En serio? Pero si le saco tres cabezas y practico artes marciales... ¡A este le doy yo una paliza con la mano derecha atada a la espalda.

—No tens collons (No tienes cojones) —me burlo.

Mi padre no habla catalán, pero me entiende perfectamente. Mi madre interpone su brazo entre los dos como si la mesa no fuera suficiente distancia.

—Manué —le llama mi abuela—. Cálmate, hijo, que ehtoy muy vieja para que me matéi a dihguhtó. Y tú, niño, un poco de rehpeto a tu padre.

—Gracias, madre —murmura mi padre, mientras se recompone con mi madre acariciándole el brazo—. Al menos explícanos cómo demonios te escapaste de casa.

Entonces, me percato de la presencia discreta, casi fantasmal de mi hermana. Neus, la niña bonita y estudiosa, la modosa, la hija perfecta, se encoge en su taburete, intentando pasar desapercibida, como un espía doble atrapado en una contienda entre los dos bandos para los que trabaja. Por desgracia para ella, mi dolor de cabeza me otorga demasiadas ganas de ver el mundo arder.

—¿Por qué no se lo preguntas a Neus? —la cabeza de mi hermana se eleva como una catapulta disparada al oír su nombre-. Era ella la que tenía que hacer de canguro, ¿no? Aunque, claro, estaba demasiado ocupada...

La mirada de pánico de mi hermanita no tiene precio. Empieza a negar con la cabeza, implorando frenéticamente que no siga por ese camino, que no destroce su coartada perfecta. Su actitud solo me inspira con más fuerza a hacerlo. Si tengo que hundirme en la mierda, me llevaré a todos los que pueda conmigo, como un kamikaze.

—Tu hermana estaba estudiando para un trabajo de la universidad—. recuerda mi madre.

—Sí, claro, con su novio —disparo yo—. Porque Neus tiene novio, no sé si lo sabíais...

Mi madre mira consternada a Neus, al tiempo que esta emite un desternillante ruidito de ardilla asfixiada. Sí, mare, tu maravillosa y perfecta hija no lo es tanto.

—¿Ah? ¿Que no? -río yo-. Es normal, como lo trae a casa cuando no estáis...

—Ets un puto cabró traïdor!! Et odi!! No vaig a tornar a fer-te un favor a la puta vida!! —chilla mi hermana, confirmando todas mis acusaciones. (¡¡Eres un puto cabrón traidor!! ¡¡Te odio!! ¡¡No te voy a volver a hacer un favor en la puta vida!!)

Una casa hecha de naipes y nosotros dentro de ella.
Incluso si el final es visible, incluso si se derrumbará pronto.
Una casa hecha de naipes y nosotros estúpidamente dentro
Incluso si es un sueño inútil, mantente un poco más así.

Mi madre la sostiene, obligándola a sentarse bien y a tranquilizarse mientras esta me lanza rayos y centellas con la mirada.

—Ya hablaremos luego con tu hermana. ¿Verdad, Neus? —explica mi madre con una dulzura paradójicamente firme—. Eso sí, no pienses, ni por un instante, que su colaboración en todo esto te quita algo de mérito.


—Eso es, porque ya llueve sobre mojado, chaval  —me advierte mi padre, mientras se levanta a por un sobre abierto de la encimera. Lo lanza a mi regazo—. A ver si sabes qué es esto.

Las conexiones de mi cerebro siguen siendo endebles y blandengues como el requesón.

—¿Una carta?

—Pues mira sí —concede mi padre—. ¡La carta de tu expulsión! No sólo le pegaste al Jefe de Estudios...¡Bendita fuera la hora! Sino que has acumulado partes por falta de asistencia, retrasos...¡Qué mal el instituto! ¿Eh? Que no se adapta al tamaño de los cojonazos de mi hijo... ¿Qué te piensas? ¿Que vas a poder hacer siempre lo que te dé la gana toda la vida? Pues no, campeón, la vida pasa y aquí no te puedes permitir ser un mimado y un don nadie. Nadie te va a venir a buscar y a regalarte un puesto de trabajo con lacito y todo. Aquí hay que empezar a currárselo, joder, a querer ser alguien. Pero tú, que tienes todas las cartas ganadoras, que vas a uno de los mejores institutos de Cataluña, que tienes los mejores profesores, y una familia que te apoya y te puede pagar cualquier carrera, vas y lo tiras todo por la borda porque el nene no está dispuesto a poner de su parte. ¿De qué vas, Pau? ¿Qué coño quieres hacer con tu vida?

Ese es un golpe bajo. Siento como mi labio inferior tiembla como si tuviera frío, pero lo que tengo es rabia.

—Sabes perfectamente lo que quiero hacer con mi vida...— le replico.

—¡Ya estamos! —protesta mi padre—. ¡El puñetero Taekwondo de las narices!

—¡Pues sí, papá! —insisto yo con mi impotencia derritiéndome los lacrimales poco a poco.— Eso es lo único que quiero hacer, pero a ti te importa una mierda lo que yo tenga que decir. Claro, como no es algo guay y “prestigioso” de lo que puedas ir presumiendo por ahí...

Como si no hubiera un mañana,
Como si no hubiera una próxima vez,
Ahora mismo, frente a mis ojos, todo sin ti es una terrible oscuridad
Lo digo como un hábito, no va a funcionar al final
Incluso así, sigo teniendo esperanza
Mientras esté conmigo hasta el final, estoy bien

Mi padre suspira agotado y se masajea las sienes, como si a mí no me doliese cincuenta veces más la cabeza que a él.

—Mira, Pau, hemos tenido esta conversación antes. No te sirve de nada sin un bachillerato...

 

—¡Y una mierda! —protesto yo—. ¡Cuando Neus os dijo que quería hacer Traducción e Interpretación de idiomas raros por su puto frikismo, enseguida le dejasteis hacer lo que ella quería sin preguntarle! ¡Porque es vuestra favorita!

La mirada cansada de mi padre se endurece como una piedra pómez.

—Tu hermana vino a nosotros con un plan de estudios ya trazado. Se había ido al bachillerato de Humanidades para allanarse el camino, se había empollado los itinerarios, había comparado universidades... de aquí y de Corea... Precios, programas, becas...En definitiva, tu hermana tenía un plan. Quería algo, había investigado sus opciones de conseguirlo y estaba dispuesta a sacrificarse. Hace falta algo más que pretensiones y bravuconadas para impresionarnos.

Mi madre posa la palma de la mano en el hombro de mi padre, como si su solo toque bastara para reconfortarlo. Cuando comienza a hablar, sus palabras suenan sutiles pero contundentes, como el aleteo de un ave.

—Todos hemos tenido metas en esta casa, Pau —me explica—. Y hemos tenido que hacer sacrificios para alcanzarlos. Nunca olvidaré cómo tu padre me apoyó cuando decidí dejar de ser solo un ama de casa y empezar a formarme como terapeuta. A mucha gente, incluidas mis amigas, les pareció un disparate que yo quisiera dedicarme a algo tan poco valorado en esta sociedad como lo es la sanación. Sin embargo, tu padre me animó a formarme, me ayudó a organizarme como empresaria, y años después no solo tengo mi propia consulta, sino que mis pacientes me recomiendan, tengo aprendices y me invitan a eventos y congresos. Gracias a mi vocación, ahora estoy en situación de ayudar a otras personas a cambiar de vida, pero para ello, tuve primero que cambiar la mía. ¿Entiendes, lo que te quiero decir? Tienes que mirar en tu interior y analizar porqué tu vida no funciona como querrías, qué tienes que hacer para alcanzar tus objetivos, en vez de culpar a los demás.

Lo que me faltaba para el dolor de cabeza, las paridas new age de mi madre. Menos mal que tenemos a ella para guiarnos con su altísima e iluminada sabiduría sacada de memes antiguos de Paulo Coelho.

—Ya, claro —me burlo yo irritado—. Y entonces, todo el puto universo conspirará para hacerme feliz, ¿no? Mientras deja morir a los niños de África, por supuesto...

—Sabes perfectamente que eso no tiene nada que... —intenta contestar mi madre.

—Mira, mamá, puede que haya peña en este mundo lo suficientemente desesperada para tragarse todas tus mierdas, pero, por suerte, yo no.

—¡NIÑO! —me riñe mi abuela.

Incluso si ya lo sabías,
no podíamos detenernos.
De ninguna manera, de ninguna manera, de ninguna manera, cayendo.

—Perdona, yaya —prosigo—, es que me hace puta gracia ver cómo va de salvadora de la Humanidad cuando la muy hipócrita cobra por decirle a la gente lo que quiere oír. ¡Uf, sí! Debes de matarte a currar, engañando a tanto pobre idiota...

—Realizo un trabajo holístico muy detallado, fruto de años de estudio y preparación... —protesta mi madre, mientras también le tiembla el labio inferior. Creo que lo he sacado de ella.

—¿Para qué? ¿Para recetarles cuatro hierbas y cristalitos? Hace falta ser ingeniero para eso, ¿verdad, Papá?

—Pau —me advierte mi padre, con los labios endurecidos por la tensión—. Te estás pasando, muchísimo.

—¡Y más que me voy a pasar cuando sois vosotros los que me hacéis comulgar con gilipolleces, como si fueran la puta solución a todo! ¡No lo es, joder! ¡No me toméis por otro retrasado más al que engatusar! ¿Sacrificio? ¡Sí! ¡Y qué más! Si todos saben que el dinero de la consulta lo sacaste de la herencia de la abuela Elia...

La voz de mi madre empieza a sonar líquida, como si ya fuera acarreando llanto.

Mientras el tiempo pasa
Sólo lo arruinamos aún más
De ninguna manera, de ninguna manera, se está derrumbando de nuevo

—Creo que ya sabes cuánto me constó lidiar con la enfermedad y la muerte de mi madre. Usar ese dinero fue mi forma de honrarla y dar sentido a su perdida...

—Si, ya, claro... ¡Pues qué poco te costó agarrar la pasta, mamá! Mírate, vas de santurrona solidaria y no eres más que una niña rica mimada con ganas de protagonis...

El bofetón no me deja terminar la palabra. Irrumpe en mi cara como un rayo que seccionaría un tronco por la mitad. Cuando puedo volver a mi madre, apenas la reconozco. Su rostro ha adquirido un rictus congelado por un dolor imposible de gesticular en toda su amplitud. Toda ella tiembla, no solo el labio. De la cabeza a los pies, como si fuera un títere manipulado por un amo demasiado eufórico o torpe. Con la palma enrojecida de la mano todavía en alto, la orden llega a mis oídos como una brisa sepulcral.

Haz que el tiempo vaya más lento.
Por favor, quédate solo un poco más, oh
Por favor, cariño, mantén la calma
Sólo un poco más

—¿Cómo? —pregunto todavía anonado por la inflamación rabiosa que crece en mi mejilla izquierda.

—He dicho...—vuelve a susurrar mi madre— que a tu cuarto...

Entonces, las lágrimas por fin consiguen anegarle los ojos y de pronto, me muero en la impotencia de entender todo lo que mi estúpida pataleta de resaca ha provocado.

—Mare, jo... (Mamá, yo)-intento disculparme.

—¡NO!

Mi madre me para de lleno con un gesto decidido del brazo. Entre la marea creciente de los sollozos , a las palabras les cuesta todavía más fluir.

—He dicho... que... a tu cuarto— insiste ella.

—Pué é verdá que le iban a partí la boca, sí —comenta mi yaya Hortensia como si lo que hubiera acabado de ver formara parte de su telenovela de las tardes. Pocos después, se acerca acompañar a mi madre esta la mesa.— Vamó, Monste, corasón, siéntate que te preparo uno de tuh tée de jahmín. ¿Lo quieré con uno o dó terroné?

Mi hermana se acerca a mi madre, y le acaricia el brazo más cercano con evidente preocupación.

—Mare, estàs bé? (Mamá, ¿estás bien?)

Ella no responde, demasiado ocupada en deshacerse en lágrimas. Por su parte, mi padre observa toda la escena desde la lejanía, con la impotencia de a quién la cólera no le deja saber cómo proceder. Sí acierta a verme todavía parado en el vano de la puerta, plantado con cara de imbécil. Me dedica una mirada que fundiría el titanio, al tiempo que su boca esboza palabras que prefiere no tener que pronunciar.

Más inseguro, más peligroso
Tan malo (Tan malo) Nosotros, yeah
Aguantando más, resistiendo
Tan difícil, está colapsando otra vez

Y es así cómo, incapaz de reparar el daño que he causado, huyo a encerrarme a mi cuarto, como un criminal que se oculta de la Justicia, para evitar enfrentarse a la repugnancia y la brutalidad de sus actos. En mi vergonzosa fuga, cada uno de los gemidos de mi madre se van clavando como dardos envenenados en mi conciencia. No es para menos tanta herida, me lo merezco. He hecho llorar a mamá.

Una casa hecha de naipes y nosotros dentro de ella.
Incluso si el final es visible, incluso si colapsará pronto.
Una casa hecha de naipes y nosotros estúpidamente dentro
Incluso si es un sueño inútil, mantente un poco más así.

Notas finales:

¡¡¡HE VUELTO!!!

Es maravilloso estar de vuelta, han sido unas semanas de mucho estrés y nervios en las que lo he pasado francamente mal. 

Poder estar de vacaciones y decidir lo que quiero hacer en cada momento (como escribir XD) me parece un lujo increíble. Todavía arrastro algunas secuelas de todo el agotamiento y tensión acumulados en mi cuerpo, estoy muy cansada, pero poco a poco voy volviendo a ser yo. Con esto quiero decir que: ¡¡HABRÁ ACTUALIZACIONES SEMANALES!! o por lo menos eso voy a procurar.  Tengo que compensar la enorma paciencia que han tenido para conmigo. En este mes y medio que tengo de vacaciones voy a intentar hacer progresar la historia todo lo que pueda. 

También entiendo que es un capítulo un poco triste para un regreso, pero no se preocupen, los buenos tiempos llegarán. De hecho, ya aviso que el próximo capítulo va a ser mucho mejor. 

Una vez más, muchas gracias por todo. Muchas gracias por leer y po esperar. Deseo que el fic compense dicha espera. 

¡Un saludo y hasta la semana que viene!


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