Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cada noche contigo por Korosensei86

[Reviews - 53]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Soo Jin se levanta avergonzado por cómo reaccionó a la inesperada y casi accidental confesión de Pau. Menos mal que hoy come con su Noona... ¡Súper Ha Neul al rescate! 

Río de pura inconsciencia, tras el éxito innegable de mi descaro. Me flaquean las rodillas. El aplastante peso de Pau, mucho más grande que yo, no ayuda. Su respiración agitada tras el éxtasis me hace cosquillas en la nuca. Algo viscoso y caliente se escurre por mis muslos y yo sé perfectamente lo que es, pero tampoco ayuda. Los efectos salvajes del orgasmo, la calma tras la tormenta también me afectan a mí, tanto que creo que voy a desfallecer de un momento a otro. Pero él me abraza y me agarro tontamente al recodo de ladrillo que queda sin cubrir de cemento. Me agarro a él. La alta temperatura que emana su cuerpo resulta reconfortante para mi espalda, como una bolsa de calor. Entonces, sus labios titubeante abiertos entre los jadeos como una ventana abierta de par en par por una ventolera, empiezan a formular palabras.

—Dios, te amo.

Y solo unos segundos después, donde había calor ahora hay frío. El miedo paraliza mi cuerpo, amenazando con apuñalarme el corazón. Tal vez hayan sido imaginaciones mías. Tal vez esto no sea más que el producto de lo que mi mente enfermiza desea escuchar. Intento confirmarlo.

—¿Qué has dicho?
Yo mismo siento la alteración en mi pregunta, rezando por que esta permanezca oculta para él. Pero él se ha dado cuenta y balbucea. Lo ha dicho de verdad. Es demasiado obvio. Cuando lo miro, su cara está desencajada. Parece un alumno despistado al que le han sacado a la pizarra de pronto. Pau es incapaz de explicar y mucho menos justificar esa extraña declaración.

—Yo, yo —tartamudea— Lo siento...

Una gran incomodidad se apodera de mí, cubriendo solo en la superficie el miedo que me cala hasta los huesos. Tenemos que poner fin a esta conversación que ninguno está preparado para llevar a cabo. ¿Por qué ha tenido que soltar algo así de pronto? ¿Qué pretende? ¿A caso es lo que piensa que quiero escuchar? Sea como fuere, este no es el momento ni el lugar, sobre todo si sus palabras sacuden mis entrañas como una mala gripe. Y él sigue estando demasiado cerca de mí. Lo necesito lejos para pensar, para dilucidar la razón por la que esta torpe confesión me revuelve tanto por dentro.

—No pasa nada —intento tranquilizarlo—. ¿Sabes? Creo que debería ir despertándome ya. Nos vemos. Gracias por el sexo.

Su rostro antes congestionado por nuestro acto, se disuelve en una punzante mirada de confusión y frustración. Él intenta retenerme, me tira del brazo con tanta fuerza que creo que me lo va a arrancar. Pero yo solo quiero huir, de él, de sus palabras y de su carita de desilusión. Quiero meterme en un agujero muy pequeñito en el suelo donde sentimientos propios y ajenos no impacten contra mi pobre y ajado corazón como las olas contra la arena.

En vez de ello, aterrizo en mi cama, y aunque lo primero que veo es mi mesilla de noche con el despertador a punto de dar la hora, lo primero que observo es la forma tan dramática en la que Pau intentaba aferrarse a mí. Él había compartido sus sentimientos conmigo, aunque fuera de forma inconsciente y descuidada, pues, después de todo, no es más que un niño. ¿Y yo qué hago? Salgo corriendo de su lado, como si fuera una apestado. No es muy diferente de la manera en que la mirada de Hyung se solidificó tras saber la verdad sobre mí. Sí, lo más duro de todo no fue comprobar que él nunca me amaría. Lo peor fue sin duda sentir su aversión. Me giro sobre mí mismo con ganas de arrancarme la cara, aunque al final, solo me tiro de los pelos.

—¡Soo Jin, maldito idiota! —me maldigo entre susurros.

Entonces, algo grumoso y caliente termina de salir de mi interior, esta vez del real. He aquí la prueba del pecado. Estoy harto de mí mismo. Aun así, me levanto, reptando como un criminal por el pasillo, preparándome para otra vergonzosa ducha.

 

El aire invernal raspa con dureza mis mejillas, aportándome un dolor ligero pero revigorizante. Me gustaría pensar que me trae anhelos de una primavera anticipada. Sin embargo, a juzgar por la temperatura y la quietud casi mortecina en el ambiente, sé que va a nevar. Es por esto que el enérgico y rosa abrigo de pana de mi noona se ve con tanta facilidad, sentada en un parque de este rincón del campus, junto al lago rodeado de desnudos árboles. Más bien al contrario, es imposible no reparar en ella con su gruesa falda gris de lana con ribete negro, sus botas altas, su boina y su jersey también negro. Hoy lleva el largo cabello suelto, ondulado gracias no sólo a la humedad si no también a una eficaz y cara permanente y a la presión de sus habituales trenzas.

—Jin-ah —me llama a viva voz— ¡Estoy aquí!

Durante unos instantes, casi caigo en la tentación de hacerme el loco y fingir no reconocerla, pero no quiero obligarle a que venga a darme una patada en el trasero. Así que, como un buen dongsaeng , me acerco a saludar, eso sí, sin mucha prisa. Ella parece tan alegre de ver cómo me aproximo que parece a punto de aplaudir.

Maratón, maratón
La vida es larga así que tómalo despacio
42.195
El final está lleno de un paraíso de sueños

—Has tardado —se queja ella con un falso mohín—. ¿Dónde estabas? ¿Por qué haces esperar a tu Noona? ¿Eh?

—Estaba en la Biblioteca —le aclaro—. Estudiaba para mi trabajo sobre la industria catalana. ¿Sabes que hay multitud de empresa que cambiarían su sede en Barcelona de independizarse Cataluña? ¡Lo más curioso de todo es que muchas tienen una identidad netamente catalana como Caixa Bank, Freixenet, Catalana Occidente o Planeta...

Noona me interrumpe colocándome su dedo índice sobre los labios.

—Lee Soo Jin, todo eso está muy bien pero no podría interesarme menos—me riñe—. No te he llamado para hablar de Planeta u otras empresas que no conozco.

—¡Oh! Planeta es un grupo editorial y Catala Occidente es...

—¡No me importa! —silabea ella—. En serio, ¿te pido yo que me ayudes a recitar mis conjugaciones de español? ¿Verdad que no? Te he llamado para que te relajes conmigo, hablemos un poco y...— Noona se agacha para sacar el contenido de una bolsa que tiene apostada a sus pies. Se trata de varios tuppers —. Comamos.

Pero el mundo real es
Diferente de lo prometido
Necesitamos correr, tenemos que pisarlo
Si disparas una bengala


Tú, no tienes un destino
No hay paisajes en absoluto
Hasta que tu aliento llegue a tu barbilla
Necesitas hacerlo
Necesitas hacerlo

—¿Qué es esto, Noona? —pregunto yo, mientras me veo forzado a guardar un tupper en mi regazo. Noona rebusca en el fondo para localizar nuestros palillos y un par de servilletas.

—¡Oh, no es gran cosa! —se pavonea ella con falsa modestia—. Solo un par de cosillas que me dio por preparar ayer. Verás he estado pensando en cómo puedo ayudarte a comer mejor, y me he dado cuenta de que igual, comer rodeado de gente mirándote podría incomodarte— Noona me ofrece un par de palillos, tras lo cual se pelea con la tapa de uno de los tuppers. Un penetrante olor a kimchi se disipa en el viento gélido—. Tal vez, estar en buena compañía y en un ambiente tranquilo y agradable pueda relajarte.

Noona me muestra orgullosa el interior del tupper, y sí, es kimchi, tal y como sugería su fuerte aroma.

—Te lo agradezco, Noona —tercio yo—. Es todo un detalle, pero dudo mucho que tenga apetito.

Noona me da un golpetazo en el brazo mientras chasquea la lengua.

—¡Argh! —gime de frustración— ¡Chico impaciente y desagradecido! ¿Es que vas a dejar que todo mi trabajo se malogre? Escucha, creo que tampoco es bueno que te sirvan una comida copiosa. Ayer, en clase de español, estuvimos hablando de las tapas.

—¿Las tapas? —me burlo yo— ¿Qué es eso, un animal?

—No, tonto —se ríe ella—. Es una comida española. Son como pequeños aperitivos, como bocaditos con muchas cosas. Los españoles, cuando salen a beber, pueden cenar así. Pequeños bocaditos que poco a poco te van llenando. Aún recuerdo como te quedaste mirando ese ramen con cara de asco, así que...

—¿Pensaste en hacerme tapas? —sigo burlándome yo.

—¡Tapas coreanas! —me corrige ella— No puedo hacer tapas al estilo español, bobo. ¿Sabes cuánto cuesta importar el jamón o el chorizo? ¡Mi padre me mataría si sabe que me he gastado tanto!

—Sobre todo cuando ya te has gastado la mitad de tu asignación en esa falda- comento irónico.

—¡Descarado! —gruñe ella—¡Debería dejar que te murieras de hambre!

—¿Por qué? —replico yo— Venía pensando que era una gran elección. Noona, parece que la ropa que llevas está hecha solo para ti.

—¡Con razón decía que eres descarado! —se queja ella— ¡Menos mal que no te gustan las chicas! ¡Si no serías un maldito mujeriego desvergonzado! —y entonces Noona vuelve a sonreír— ¡Mira esto! ¡Son empanadillas de cerdo y verduras! ¡Tus favoritas de cuando estabas en Secundaria!

Está bien parar
No hay necesidad de correr sin siquiera saber el motivo
Está bien no tener un sueño
Si tienes momentos en los que sientes felicidad por un tiempo

Está bien parar
Ahora no corremos sin saber siquiera el destino
Está bien no tener un sueño
Todas las respiraciones que respiras ya están en el paraíso

Su aroma a grasa y salsa me envuelve como un abrazo materno, como una manta en pleno invierno. Imágenes de Noona, Hyung y yo juntándonos en la hora del almuerzo, comiendo en las escaleras, donde nuestros compañeros y profesores no nos escucharan hablar de nuestros secretos, se proyectan de pronto en mi mente. Imágenes de un momento más reconfortante y esperanzador, antes de que Hyung dejara de venir, interrumpido por todas esas chicas desconocidas que le hostigaban con cartas de amor escritas en oloroso papel rosa y confesiones a pelo. Confesiones a pelo. Maldita sea.

—¡Son todo en pequeñas porciones para que comas poco a poco! - anuncia Noona entusiasmada con su propia creación- ¡También he traído tofu frito! ¡Y Oi Mumchin, Kimbap y Bossam! ¡Todo preparado para que comas solo una porción si quieres!

—¡Vaya, Noona! —finjo admirarme yo— Has tenido que trabajar mucho.

—¿Qué ocurre, Jin-ah?- me interroga fulminante a través de su mirada de escáner.

A veces, la capacidad de Ha Neul-noona para ver a través de mí, consigue espeluznarme.

—No me ocurre nada, noona —miento.

—No puedes engañarme, Jin-ah —declara mi noona con aires de señora feudal, antes de meterse un poco de kimbap en la boca—, supongo que no tiene nada que ver con tu recién adquirido gusto por los jerseys de cuello alto.

Suspiro con exasperación y vuelvo el cuello del jersey, exhibiendo las marcas rojizas a Ha Neul quién estalla en carcajadas histéricas. Sí, era demasiado pedir que Pau se controlara un poco.

—¡Oh, dios mío! —chilla ella— ¡Es cierto que te has vuelto mayor!

—¡Como sigas burlándote de mí, me levanto y te dejo con todos tus platos! — le juro irritado.

—¡Nooooo, tonto! —me ruega ella cogiéndome del brazo— ¿Es que no has oído que los chismes son el aliño perfecto para todas las comidas? ¡Sé bueno y cuéntamelo todo! ¡Ah y cómete las empanadillas! —me ordena mientras me mete una mi boca entreabierta.

Me doy mi tiempo en masticar ante la mirada expectante de mi noona.

—¿Y bien? ¿Lo volviste a ver? —insiste ella.

—Sí —concedo yo—, lo volví a ver.

—¿Y qué hicisteis? A parte de que él te comiera el cuello— ríe ella.

—Pues primero tuvimos sexo —me atraganto yo.— Dios, esto es ridículo.

—¡Vamos, Jin-ah! —me incita Ha Neul entre pedazos de kimchi— ¡Te conozco desde que tenías tres años! ¡No hay verdad vergonzosa sobre ti que se me pueda escapar mucho tiempo! ¡Y nadie viene a este lugar! ¡Por eso lo elegí!

—Está bien, tuvimos sexo y entonces conocí a su abuela.

Ahora es Ha Neul-noona quien se atraganta.

—¿Su abuela? —pregunta desconcertada.

—Sí, por alguna razón estaba ahí.

—¿Y qué ocurrió? —me interroga ella con la boca manchada de especias.
Pues primero lo corrió a chancletazos...— explico yo, todavía incómodo.

—¡Eso es un clásico universal! —dictamina, enarbolando sus palillos y con trozos de bossam en la boca.

—Y luego nos invitó a tomar el té con ella y sus amigas —concluyo.

—¡Venga ya! —exclama Ha Neul-noona.

—Sí, es una señora muy amable. Con mucho carácter, pero abierta de mente. Te caería bien —comento.

—Si tú lo dices...¿Y entonces? —me incita ella a continuar.

—Nos fuimos a dar una vuelta juntos. Fue muy... tierno, como en los doramas de la televisión – narro yo extrañado por los detalles de mi propio relato-. Nos dimos de la mano y hablamos de nosotros.

—¡Ohhhh! ¡Mi dulce y tierno Jin-ah sí que se ha hecho mayor! -exclama mi noona con exagerada emoción-. Ya ha tenido su primera cita.

La palabra me dispara como un muelle.

—¿Cita? ¡No! —me apresuro en negar— Solo caminamos y hablamos. No es una cita.

—Cariño —me explica ella sarcástica-, yo he tenido unas cuantas más que tú y, créeme, eso es lo que se hace en las citas: se toma algo, se pasea, se habla y se tiene sexo. Cumples con todos los requisitos. Porque...a ver si adivino qué hiciste después.

—¡Tuvimos sexo! - admito yo malhumorado, tras tragar otro trozo de kimbap— ¡Y él volvió a morderme el cuello aunque yo le dije que parara!

—¡Umm! ¡Es un chico apasionado! —sostiene Ha Neul-noona mientras degusta con indiscreción un poco de Oi Mumchin. Me da un pequeño codazo, tras lo cual separa sus manos con un gesto travieso—. Y dime, ¿cómo de dotado está ese chico apasionado?

—¿Noona? —pregunto yo irritado— ¿Qué te ocurre? ¿Estás ovulando? ¿Necesitas un hombre?

Noona me pega una pequeña colleja.

—¡No seas malo! —me riñe— ¡Y ahora responde a tu noona!

Vuelvo a exhalar el aire por la nariz con frustración y me dispongo a satisfacer a Ha Neul. No puedo evitar separar las manos de una manera ostentosa y solo un poco exagerada. Mi noona se queda sin habla.

—¡No puede ser! —exclama con dramatismo—. ¡No es justo! ¡Yo también quiero un oppa latino así! ¿Por qué solo tienes que tenerlo tú?

—No te enfades conmigo —replico yo, mientras ingiero otra empanadilla—, eres tú la que me has acosado con tus preguntas.

—¿Y qué tal la cita? —vuelve ella otra vez a la carga— ¿Algún dato jugoso?

—Pues aparte de su abuela, tiene una hermana mayor y vive con su padre y su madre. Practica Taekwondo como nosotros y además está estudiando para entrar a la Universidad porque todavía tiene 17 años.

Ha Neul-noona tiene que echar mano del termo de té que ha traído para no atragantarse más.

—¡Jin-ah! —ríe cuando se recompone— ¡Pequeña zorra asaltacunas!

—Hará 18 años occidentales en primavera— puntualizo yo.

—¡Corruptor de menores! —insiste ella entre burlas.

—¡No es culpa mía! —me defiendo antes de beber un trago— ¿Quién lo iba a imaginar? Es como tres veces más guapo, alto y musculado que yo... Casi me da un ataque cuando me enteré.

—Pobrecito, seguro que pensó que había perdido a su Hyung —señala Ha Neul— Conociendo lo cascarrabias y correctito que eres seguro que te pusiste histérico.

—¡No me puse histérico! —replico yo con la rapidez de un rayo— Solo un poco nervioso...

—¡Ajá! - me interrumpe ella.

—Pero entonces se me acercó con su carita de perrito triste y me dijo: “¿es que ya no te gusto?” y se me olvidó todo.

—¡Ohhh! —se conmueve ella— ¡Disfruta tonto! ¡Disfruta de tu sexo aberrante pero muy satisfactorio con un menor de edad demasiado bien dotado!

—¡Noona! -chillo yo, boquiabierto, algo que ella aprovecha para colarme otra empanadilla.

—¿Y dices que practica Taekwondo también?

—Sí, pero solo es cinturón rojo —concreto yo.

—¡Puff! ¡Aficionado! — le desprecia Ha Neul-noona.

—Yo pensé lo mismo, pero tiene cierto potencia —la contradigo yo engullendo mi primer pedazo de bossam en meses—. Si consigue practicar con algo de disciplina y aprende a pensar antes de actuar, podría progresar rápidamente.

—¿Jin? —inquiere mi noona con perspicacia— ¿Luchaste con él?

Afirmo con la cabeza, mientras termino de comer.

—Echamos un par de rondas, sí —confirmo.

—¡No me digas! —exclama ella intrigada.

—Sí, fue estimulante —confieso yo— ¿Sabes? No recordaba que luchar pudiera ser tan divertido. Siempre lo hice por mi padre o porque se me daba bien, pero ahora casi lo echo de menos. No me importaría volver a hacerlo de vez en cuando.
Ha Neul-noona me toma de la mano.

—Si quieres, cuando los chicos se hayan ido y el dojang esté vacío, podemos practicar un poco juntos —propone—. Como en los viejos tiempos.

—Sería genial, noona —le respondo.

Los músculos de mi cara se mueven solos, sin mi consentimiento.

—¡Vaya! —observa ella— ¡Así que aún puedes sonreír! ¿Y él se divirtió también?

—Está mal que yo lo diga, pero le dí una buena paliza— le cuento.

—¡Oh, no! —me riñe ella— ¡No lo asustes!

—Bueno, él no reaccionó así —comento volviendo a separar las manos con descaro—. Aunque sí tuve que consolarle un poquito.

La carcajada de Ha Neul-noona es tan fuerte que un trozo de col encurtida casi sale disparada por la comisura izquierda de sus labios. Si todos los chicos que la persiguen y la consideran una dama ejemplar la vieran ahora, se quedarían patidifusos. Sería una reacción digna de ver.

—¿En serio? —pregunta ella.

—Otra buena ración de sexo indecente contra el muro —tercio yo, justo antes de que el recuerdo de mi cobardía me flagele la conciencia—, hasta que las cosas se complicaron.

—¿Qué pasó? ¿Llegó su abuelo para pegarte a ti con la zapatilla? —se burla mi noona.

—No, él dijo algo —aclaro—, algo que me hace pensar que él no es real.

—¿El qué? —insiste Ha Neul.

—Me dijo que amaba —escupo yo.

—¡Oh, qué mono! —exclama ella.

—¡No lo entiendes! —le acuso yo ansioso— ¿Cómo se supone que tengo que reaccionar a eso?

—Pues —dice ella pensativa—, diciendo: “Yo también te amo”.

—¡Ni siquiera sé si eso es lo que siento! —replico— ¡Ni siquiera sé si él es real!

—¿Qué quieres decir? —me pregunta mi noona extrañada.

Un escalofrío repentino me obliga a cerrarme el abrigo. Llevamos demasiado rato a la intemperie y los lugares de mi alma que me veo forzado a revisitar son como un gran desierto de hielo. Poco a poco voy poniéndole rostro a mis miedo más inconfesables.

—¿Y si Pau no ha dicho eso porque lo sienta realmente? ¿Y si solo lo dice porque es lo que quiero oír? Pudiera ser que todo esto no fuera más que una fantasía provocada por las ganas que tengo de estar con un chico. Noona, el mundo en el que estuve es muy extraño. Mi lógica me dice que no tiene sentido un lugar así, pero todo se sentía tan auténtico como estar hablando contigo ahora. Tal vez es cierto que me estoy volviendo loco.

Ha Neul-noona suspira. Guarda el tupper de empanadillas que nos hemos terminado entre los dos y me mira.

—Bueno, parece que me toca ponerme seria —comenta mientras se estira— ¿Qué es lo que realmente te da miedo? ¿Que los sentimientos de ese chico no sean reales o la posibilidad de que alguien te quiera?

La puntería certera de la pregunta abre un abismo bajo mis pies.

—No lo sé —confieso con la mirada gacha—, supongo que la segunda.

—Mira, no conozco a ese chico —argumenta ella—, pero si algo me queda claro por la manera en la que hablas de él, es que el tiempo que compartís juntos, por ilógicas que sean las circunstancias que os rodean, es lo primero que te hace sonreír en todo este tiempo. Le gustas, muchísimo. Tú mismo has dicho que se preocupa por ti, que quiere tu aprobación. Estoy segura de ello porque muy pocos chicos se han comportado así conmigo. Y a ti te gusta mucho él. Es algo que va más allá del sexo, lo sé desde que hablamos en la orilla del río Han. Y si los dos sentís lo mismo, ¿qué problema tienes? Ya te lo dije: atrévete a amar.
La sal de mis lágrimas irrita mis mejillas heladas.

—¡Pero Noona! —la contradigo yo —Si alguna vez llega a conocerme de verdad...

—¡Te querrá igual! —me interrumpe ella.

—¡Estoy sucio, Noona! ¡Estoy corrupto por dentro y por fuera! —exclamo aterrado— ¿Quién querría estar conmigo después de saber lo que dejé que me hicieran, que me intenté quitar la vida? ¿Quién querría lidiar con todo eso?
Mis lágrimas salpican el kimchi, aguándolo. Noona me aprieta el brazo con fuerza.

—Alguien que te quiera —responde—. Si Pau te ama de verdad, será solo un pequeño precio a pagar por estar a tu lado. Y si no, le pegas otra paliza y punto.
Entonces, ella me abraza de pronto, hasta el punto de su calor corporal parece querer fundirme el corazón.

—¡Tú no estás sucio, Jin-ah! — afirma con rotundidad— ¡Ni estás corrupto! Eres la persona más pura y buena que conozco y mereces más que nadie que te quieran como eres.

—Yo me escapé cuando me lo dijo, Noona —lloro—. Huí. Seguro que herí sus sentimientos.

—Pues, entonces, le pides perdón y se lo explicas —me aconseja ella—. Él lo entenderá. Todo se va a solucionar, Jin-ah. Ya verás como sí.

—¿Cómo estás tan segura? —le contesto.

—Pero mi Jin-ah, tonto -ríe ella- ¿No te has dado cuenta de que has estado comiendo sin parar todo este rato?

A través de la ventana que me ofrece el pelo y el hombro de mi noona, abro los ojos como platos. Es cierto: me he comido al menos cuatro empanadillas, un par de kimbap, algo de kimchi y un poco de bossam, y no he vomitado. Ni siquiera siento el estómago revuelto. Nos separamos para que Ha Neul-noona pueda recoger.

—Tienes que pensar en qué vas a hacer cuando te cures, Lee Soo Jin — me recomienda ella—. ¿Qué quieres hacer?

Tomamos prestados sueños de otros (como una deuda)
Aprendemos que tenemos que ser grandiosos (como una luz)
Tu sueño. Es en realidad una carga
Si tener un futuro es un sueño

—¿A qué te refieres? —le gruño extrañado.

—Ya lo sabes. ¿Qué quieres hacer con tu vida? Verás, hasta hoy nunca te vi ilusionado con nada. De pronto, dices echar de menos el Taekwondo y te emociona ese trabajo, aunque sea porque tiene algo que ver con Pau. ¿Por qué estudias Dirección de Empresas? ¿Es solo porque te lo dijo tu padre?

—Supongo —me encojo de hombros—, ¿Qué otra cosa podía hacer?

—¿Nunca has soñado con hacer algo distinto? —continua ella— ¿Algo que te ilusione, que te apasione como ese chico se apasiona contigo? ¿No hay nada que te gustaría conseguir antes de morir?

Entonces, ¿cuál es el sueño que tuviste anoche en tu cama?
Está bien si el nombre del sueño es diferente
Ya sea que compre una computadora portátil el próximo mes
O simplemente comiendo y durmiendo

Se supone que esas respuestas deberían hacerme reaccionar, pero cuando cierro los ojos para pensar una nada gris se yergue ante mí.

—La verdad es que a estas alturas solo quiero tener una vida tranquila —respondo—. Quiero estar contigo, con Hyung, como en los viejos tiempos, pero sin exámenes, sin tener que preocuparme del dinero o de lo que dirá la gente que no conozco. Quiero ser yo, y tener una vida tranquila y feliz.

—Teniendo en cuenta cómo es este país, ese ya es un sueño muy ambicioso —comenta Ha Neul-noona mientras se levanta—. Date tiempo para saber qué es lo quieres. Después de todo, nuestros padres nunca nos lo preguntaron. ¡Y si no te ocurra dudar de ese chico!

No hacer nada y aún tener mucho dinero
¿Quién dice que un sueño debe ser algo grandioso?
Solo conviértete en alguien
Merecemos una vida
Lo que sea grande o pequeño, eres tú después de todo

Yo no puedo si no reírme al ver la fingida dignidad de madraza de mi noona.

—¿Y tú qué quieres, Noona? —la increpo atrevido.

—¿Qué pregunta es esa? —me contesta ella atusándose la falda— ¡Ya lo sabes! ¡ Un oppa guapetón como el tuyo, caballeroso, que me trate como una princesa y me gane al pelear, pero no por mucho!

—No pides poco —observo.

—Yo conozco mi valor —afirma ella orgullosa, peinándose el pelo—. ¿Entonces, volvemos a quedar mañana para comer? ¿Y nos quedamos a practicar después de que se vayan los chicos del club?

—Pero, Noona —tercio yo—, ¿no te estaré quitando mucho tiempo?

—¿Qué iba a hacer si no? ¿Estudiar? —ríe ella— Aunque ahora me tengo que ir a clase, nos vemos.

No tengo un sueño
Tener un sueño a veces asusta
Simplemente vivir así
Para sobrevivir así, es un pequeño sueño para mí

Tener un sueño, captar un sueño
Para respirar, a veces es demasiado para manejar
Diciendo que esta persona está viviendo así, esa persona está viviendo así
El mundo me está juzgando

Y como un arco iris en un día de lluvia, tan espectacular como breve, mi noona se desvanece en el horizonte. Yo me levanto satisfecho y consolado. Con fuerzas renovadas en estómago y corazón, emprendo el camino de vuelta a la Biblioteca para intentar aprovechar el poco tiempo que me queda antes de que yo también deba volver a las aulas. Voy tan ligero y confiado que no me doy cuenta de que la universidad sigue siendo un lugar hostil para mí, un descuido que pago en el mismo momento en el que reconozco la gangosa voz de Jung Dong Yul. Hace que se me estremezca el estómago hasta el punto que tengo que acariciármelo por encima del abrigo.

—Vaya, vaya —grazna—, pero si es la princesa... ¿Cómo te va, encanto? ¿Ya no te custodia tu niñera?

Como de costumbre, no está solo. Una ruidosa tribu de seguidores le rodea, esperando, como perros sarnosos, que algunas de las migajas de supuesto éxito y abundancia de Jung Dong Yul les caigan en forma de recomendaciones en trabajos y contactos. En los tiempos en los que vivimos, cuando tantos jóvenes terminan desempleados tras haberse dejado los cuernos estudiando toda su vida, ¿quién puede culparlos?


El mundo no tiene el derecho de juzgar
¿Cuál es la forma de soñar un sueño?
Ya que nunca nos enseñaron eso

En el sueño inventado, habla de las lágrimas
Despertar de una pesadilla, para ti
Ahora intentemos sonreír todos los días, en ese paraíso

—No, ya se ha ido —le contesto procurando disimular el temblor de mis pierna—. ¿Por qué? ¿Ibas a pedirle que cuidara de ti? ¿Eso te gustaría? ¿Verdad?

Los ojos y bocas de los acólitos se abren como si se tratasen de cómicos emojis. Algunos no pueden evitar la risa.

—Es una pena, que me parece que está demasiado ocupada para ti —escupo—. Tampoco creo que le apeteciera, de todos modos.

—¡CALLAOS TODOS! —ordena Jung Dong Yul, histérico por haber perdido su control de la situación, tras lo cual se dirige hacia mí, relamiéndose los labios como si se creyese el alfa de su propia manada de lobos—. Hay que admitir, Lee Soo Jin, que para ser un marica anoréxico y suicida, hay veces que le echas huevos. Es casi insultante, ¿sabes? ¿QUIÉN TE HAS CREÍDO QUE ERES? ¿EH?

No puedo negar que los gritos de Jung Dong Yul me estremecen, aunque sea por el repentino cambio de volumen, pero me esfuerzo por mantener el contacto visual. No voy a dejar que me vea acobardado. Hoy no me apetece. Una claridad tan desconocida que no parece mía se adueña de mí de pronto.

—Soy el tipo al que nunca pudiste vencer en combate. Ese soy yo —le contesto.

Los ojos de Jung Dong Yul empiezan a arder en las cuencas. Brillan tanto, como brasas en una hoguera, que no veo el rodillazo que me tumba en el suelo. Me maldigo a mí mismo por ser incapaz de estar pendiente del panorama global, como yo mismo aconsejé a Pau, aunque la mayor parte del tiempo me ocupo en intentar respirar y en que la comida que acabo de ingerir no termine desparramada entre los restos de nieve y barro. Jung Dong Yul me levanta tirándome del pelo.

—Escucha, nenaza —sisea como una víbora colérica cargada de veneno-, si creías que lo peor que te podía pasar es que te echaran del club, estás muy equivocada.¡Me encanta que estés de ayudante en el club! ¡Me viene de perlas! ¿Sabes, porqué? Porque voy a hacer de tu vida un infierno. Sí, princesa, te voy a cuidar muy bien, todos los días, como en aquel callejón. Cada maldito minuto de tu vida me pertenecerá. ¿ENTIENDES?

Y ahí está, Jung Dong Yul con sus muecas de perro de presa congestionando su ya de por sí fea cara. Es casi cómico como el no verme automáticamente aterrorizado puede fastidiarle tanto el día. No recordaba tener ese poder.

—¡Mirad, la muy perra está sonriendo! —se burla él, mostrándome ante su turb—. ¿Qué te pasa? ¿Es que eres estúpido? ¿Hace falta que te demuestre quien manda aquí? ¿Quieres otra lección?

No me había dado cuenta de que estaba sonriendo, pero ahora me río a carcajadas conscientemente.

—Perdona, es que tengo un poco de barro en los oídos, así que no te oigo bien —susurro a duras penas—. Además, esa cara tan fea que tienes distrae mucho, la verdad.

Para acallar las nuevas risotadas de sus supuestos aliados, un furioso Jung Dong Yul estrella mi cara contra el fango y me sentencia con una patada en el estómago, que afortunadamente veo venir. Me protejo con los brazos y contrayendo el vientre. Jung Dong Yul siempre fue, por regla general, bastante predecible. Solo hubo un ataque de él al que no me supe anticipar y todavía estoy pagando las consecuencias.

—Escúchame, puta —vuelve a graznar—. Hoy te libras porque tengo prisa, pero como vuelvas a faltarme el respeto lo que te hice la última vez te parecerá un chiste. ¡Siéntete afortunada, princesa!

Y rodeado por sus acólitos, envuelto en una falsa aura de victoria, Jung Dong Yul se marcha. Mientras tanto, yo permanezco tumbado en el suelo, preguntándome cuánto tiempo voy a tardar en limpiar uno de mis abrigos favoritos. Y sin embargo, mirando el cielo gris de Seúl, sonrío. Los platos de Noona siguen en mi interior. He podido enfrentarme a él. Es una gran victoria.

Está bien parar
Ahora no corremos sin saber siquiera el destino
Está bien no tener un sueño
Todas las respiraciones que respiras ya están en el paraíso

Deja de correr para nada mi amigo
Ahora detén esa estúpida carrera
Deja de correr para nada mi amigo
Todas las respiraciones que respiras ya están en el paraíso

Deja de correr para nada mi amigo
No necesitas algo como un sueño que todos sueñan
Deja de correr para nada mi amigo
Cada idioma que te hace, ya está en el paraíso

Notas finales:

En primer lugar, tengo que disculparme porque en el anterior capítulo cambié los nombres del villano Jung Dong Yul con el del sumbae Yoon Jun Seok. Aún me cuestan los nombres coreanos, aunque no sé hasta qué punto esto es excusa CUANDO SON TUS PERSONAJES (oh, my god como diría Joseph Joestar XD). Está corregido, así que ya está. 

Y ahora, una pequeña clase improvisada sobre la gastronomía coreana que acabo de descubrir esta misma tarde: 

  • Oi Muchim: pepinos encurtidos similares al Kimchi (ya saben col fermentada y especiada) 
  • Bossam: carne de cerdo acompañada de una tortita y verduras.
  • Kimbap: arroz y verduras enrrollados en algas con un perturbador parecido al maki sushi de verduras.

Por lo demás, quiero dar las gracias a los lectores que siguen este fic, a los recién llegados por sus lecturas y sus reseñas. 

Muchas gracias por su lealtad. Nos vemos la semana que viene, si puede ser, ya que aviso de que el estrés de meses atrás todavía me sigue haciendo mella y estoy muy, muy cansada. 

 

Besos y abrazos. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).