Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cada noche contigo por Korosensei86

[Reviews - 53]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pau se despierta con la idea de enfrentar los problemas de su vida con una actitud nueva. ¿Qué decisión tomará con respecto a su extraña relación con Soo Jin? 

La luz temprana de un incipiente amanecer empieza a deslizarse por las rejillas de mi ventana, como si de un proyecto antiguo se tratara. Algunos rayos insisten en apedrearme los ojos, pero no me despiertan, porque, de hecho, no he podido volver a dormirme. Mi cabeza parece una bobina, una película antigua que repite continuamente los mismos fotogramas en un bucle que se me hace tan irritante como kármico. El monstruo, las lágrimas doloridas de mi madre, la sonrisa de Soo Jin, la chancla de mi abuela, la sonrisa de Soo Jin, las extrañas palabras de aquella señora acerca de lo que nos está pasando, el jadeo de Soo Jin en mis oídos, la cara de terror de Soo Jin al escaparséme que lo quiero, la cara de terror de Soo Jin, la cara de terror de Soo Jin, la cara de terror... ese maldito rictus congelado está clavado en mis neuronas como una astilla que no sé cómo arrancar.


Me rasco los ojos irritados por el insomnio y la radical fuente de luz y me amarro a mi almohada para dar más vueltas en la cama. Las sábanas sueltas y caídas cubren más el suelo que mis pies inquietos. La cubertura de abajo está medio arrancada por la tensión de un cuerpo demasiado activo. Me cubro la cabeza en un intento de enfriar mis pensamientos, pero estos, al igual que fantasmas pueden perseguirme más allá de la tela. Las lágrimas de mi madre, las extrañas palabras de aquella señora, el monstruo, la sonrisa de Soo Jin, el jadeo de Soo Jin, la cara de terror.

La he jodido, ¿verdad? De la misma forma en la que daño todos los aspectos de mi vida, ahora le tocaba al milagro que era haberme encontrado con él. Todos las precauciones en las que pensé y que no tomé, todas las veces que he sido incapaz de morderme la lengua, todos los pasos que di, todas las frases que escupí sin pensar me han traído hasta este momento, como un ritual del que yo participaba sin ser consciente. Hay algo demoledor en la forma en la que esas palabras salieron de mi boca, como un eructo algo tan natural y tan vergonzoso que no puedes negar que sea tuyo. ¿Lo amo? Oh, sí, por supuesto, claro que lo hago. A lo largo del escaso tiempo que ha transcurrido desde que lo conocí, Soo Jin se coló en mi mente como una malware imposible de erradicar, y su influencia fue corrompiéndome la razón poco a poco: desde la mera curiosidad, la lujuria, la atracción, a la devoción, las ganas de protección, el respeto. Y entonces, esa cara vuelve a mí como una pesadilla persistente que me ha cogido cariño, para hacerme temblar como un niño bajo las sábanas nocturnas ante la sola idea de que él ya no vuelva a mí la próxima vez.


Demasiado agotado como para enfrentarme a mi falta de sueño, me atrevo a mirar la hora en mi móvil. Ya son las ocho, demasiado tarde para dormir. Me incorporo y salto de la cama como quien huye de una parrilla en llamas. Me dispongo a abandonar mi cuarto y a prepararme algo que llene el abismo que se lleva abriendo en mis tripas desde hace al menos una hora.

Como es de esperar una calma casi mortecina asola mi casa, regada por la luz rosácea y anaranjada del amanecer, apenas interrumpida por los ronquidos de mi abuela quién debe de estar terminando de devorar esa tarta en sueños. Bueno, ahora ambos conocemos el secreto del otro y la idea me proporciona una calma extraña, cuál delincuente que comprueba su propia cuartada.

La cocina tiene un aspecto muy distinto esta mañana, ya no solo por la distinta altura del sol que baño los azulejos. Está vacía, sin ninguna espalda con delantal anudado que haya empezado a disponer mi desayuno antes de que yo mismo haya empezado a pensar en ello. Tengo que esforzarme en recordar donde mi madre guarda las tazas y escojo una bien grande en la que quepa los litros de café que tengo pensado introducirme por el gaznate. Con un cuidado tan torpe como ruidoso, intento que el resto de tazas no me caigan encima al cerrar el estante y me dirijo hacia la nevera a por un poco de leche. Tras rebuscar entre los restos de maloliente comida coreana en latas a medio consumir de mi hermana, y los litros de leche de almendra, encuentro un brick de leche desnatada normal cuya lejana fecha de caducidad agradezco al dios secreto de los súper mercados. Introduzco la combinación de ambos hallazgos en el microondas esperando que la campanita no suene demasiado fuerte, buscando el café, preparándome para la larga mañana de domingo y confinamiento que me espera. En cierto modo, creo que está bien así. Necesito tiempo para pensar porque tantas cosas se están yendo a la mierda últimamente, qué puedo hacer al respecto, qué es lo quiero hacer a partir de ahora. Si algo me ha quedado claro en estos desastrosos últimos tres días es que ya no puedo ir por la vida dando bandazos. Necesito un guion, necesito pararme a decidir mi proceder hasta de actuar. Con los primeros sorbos del café, mi mente empieza a revigorizarse, envuelta en las mantas de este silencio tan reconfortarte. Tanto es así, que cuando la voz de mi madre invade el pasillo el corazón me da un vuelco.

—¿Pau? —aventura ella, acercándose a la cocina— Ets tu? Ets tu el que fa tant soroll? (¿Eres tú? ¿Eres tú el que hacía tanto ruido?)

Cuando pasa por el vano de la puerta, mi madre se anuda el peculiar kimono que utiliza como bata. Mientras, la luz matinal impacta de lleno en sus ojos verdes, utilizando el cristal de sus gafas como un prisma, obligándola a parpadear. Yo me giro hacia la encimera, incapaz de afrontar su mirada.

—Bon dia, mare, t'he despertat? (Buenos días, mamá, ¿te he despertado?-carraspeo, con la garganta hecha un nudo.

—Ah, no, no. No et preocupis. Em desvetlli i no vaig poder tornar a dormir (No te preocupes. Me he desvelado y no he podido volver a dormirme) — aclara ella conforme avanza por la habitación y se limpia las gafas en el kimono— Què t'estàs fent? Un cafè? Ay, t'he dit que la cafeïna no és bona per al teu cervell. És el millor el te, però ningú m'escolta mai... (¿Qué te estás haciendo? ¿Un café? Ay, te he dicho que la cafeína no es buena para el cerebro. Es mejor el té, pero nadie me escucha.)

—He dormit malament per això m'ho faig (He dormido mal, por eso me lo hago) —explico sin atreverme a mirar la cara de la mujer que se me acerca lenta pero inexorablemente.


—Doncs després et trobes una migdiada, que et sentarà millor … (Entonces después te ehas una siesta, que te sentará mejor)— aconseja mi madre, con las manos pululando en el cajón de sus saquitos de mejunjes.

—Pensava trucar al Jaume per preguntar pels deures (Pensaba llamar a Jaume para preguntarle por los deberes) —comento, observando de reojo como ella pone el agua en el hervidor.

—Ara vols ser responsable, eh? ( Ahora quieres ser responsable, ¿eh?) —chasquea ella la lengua, irritada—. No és el moment, millor descansa que el teu cos t'ho agrairà, i dilluns comences a estudiar seriosament. (No es el momento, mejor descansa que el cuerpo te lo agradecerá y el lunes empiezas a estudiar en serio.)

—Però el pare... (Pero papá) —repongo yo.

—El teu pare té raó però primer està la teva salut ( Tu padre tiene razón pero primera está tu salud) —me interrumpe ella, tras elegir la bolsita que sumergirá en el agua caliente, como quién elige qué perfume ponerse—. Ningú pot estudiar mort de son. Ara descansa i després, si vols, et preparo una infusió de ginseng que et deixarà nou. (Nadie puede estudiar muerto de sueño. Ahora descansa y después, si queires, te preparo una infusión de ginseng que te dejará nuevo.)

Mi madre me da un golpecito en la nariz con el dedo índice, como cuando era pequeño y me quería consolar, para después ir taza en mano hacia un hervidor que ya ha terminado su función. Noto mis labios temblar. El nudo de mi garganta se hace más y más intrincado hasta el punto de no saber si podré deshacerlo. Necesito respirar. En el momento en el que la espalda de mi madre queda a la vista, mi cuerpo ejecuta los movimientos de forma automática, como una suerte de protocolo de supervivencia. La pobre suspira sobresaltada cuando la abrazo. Las lágrimas salen de mí a trompicones, como torpes cascadas improvisadas por la ruptura de un dique, haciendo que mi cuerpo se convulsione en el llanto.

—Ho sento, mare (Lo siento, mamá) —lloro—. Ho sento molt. (Lo siento mucho.)

Mi madre echa la mano hacia atrás para acariciarme los rizos.

—Ay, tontet, ja ho sé, ho sé (Ay, tontito, ya lo sé, lo sé) —me consuela— Jo també sento haver-te bufetejat. No t'ha quedat marca, no? Et va doldre molt? (Yo también siento haberte abofeteado. No te quedado marca, ¿no? ¿Te ha dolido mucho?)

Yo niego restregando la cara contra su pelo castaño.

—Tot és culpa meva (Todo es culpa mía) —sigo llorando—. Sempre ho espatllo tot. (Siempre lo estropeo todo)

—Oh, quant drama! (¡Oh, cuánto drama!) — se ríe mi madre—Vine aquí, ximplet. (Ven aquí, tontorrón.)

Se da la vuelta y me abraza.

—Ho sentim, mare, no volia plorar (Perdona, mamá, no quería llorar) —digo, restregándome la nariz.

—Per què? Si et fa bé... (¿Por qué? Si te hace bien...) —me susurra ella mientras sigue acariciándome el pelo—. Fes-me un moment i et preparo un esmorzar de veritat perquè puguem parlar, d'acord? Sí? (Dame un momento y te preparo un desayuno de verdad para que podamos hablar, ¿de acuerdo?)

Me acaricia la mejilla, ahora completamente curada, con la mano derecha. Yo asiento, todavía embadurnado en lágrimas como un bebé. Nos besamos con la frente. Ella me sonríe. Me seca las lágrimas del rostro, se da la vuelta y termina su té, para a continuación meter dos rebanadas de pan en la tostadora y sacar toda la artillería pesada de mermeladas caseras que tan bien le oculta a mi yaya. La mañana fluye como la charla entre mi madre y yo, hasta que poco a poco, el resto de la familia se va despertando y nos observa desayunar, dubitativos y somnolientos como si la escena formara parte de otro sueño tardío. Eso sí, mi madre se apresura en esconder otra vez los botes de mermelada en cuanto mi yaya da señales de vida. Mientras tanto, las distintas sílabas que brotan de la voz de mi madre se van entrecruzando, entretejiendo entre sí en mi mente, creando poco a poco un tejido fuerte, una tela de significado. Tanto es así que poco a poco una idea se va trenzando en mi cansada cabecita.

—Jo entenc que estiguis enfadat. No creguis que no entenc, Pau. Tens dret a decidir què fer amb la teva vida. El que passa és que estem preocupats per tu i volem que ho facis bé, que no tinguis problemes, que no et penedeixis. I el que em va doldre és que parlessis així de l'àvia Elia. Saps tot el que em va fer mal la seva mort. De veritat creus que estava esperant per agafar els seus diners, com una lladre sense pietat? No pots ni imaginar el molt que em va fer mal sentir-te suggerir alguna cosa així... (Yo entiendo que estés enfadado. No creas que no te entiendo, Pau. Tienes derecho a decidir qué hacer con tu vida. Lo que pasa es que estamos preocupados por ti, que no tengas problemas, que no te arrepientes. Y lo que me duele es que hables así de la abuela Elia. Sabe todo el daño que me hizo su muerte. ¿De verdad crees que estaba esperando para agarrar su dinero como una ladrona sin piedad? No te puedes imaginar lo mucho que me dolió oírte sugerir una cosa así) —Mi madre se detiene cuando me nota ausente—. Pau, m'estàs escoltant? (Pau, ¿me estás escuchando?)

—Sí, mare, tens raó ( Sí, mamá, tienes razón) —le contesto de pronto—. No vaig haver de dir alguna cosa així. Només ho vaig dir perquè estava enfadat. Volia veure el món cremar i no vaig pensar en res més … (No quería haber dicho una cosas así. Solo lo dije porque estaba enfadado. Quería ver el mundo arder y no podía pensar en nada más).

—Doncs si vols que els altres et escoltin i es posin al teu lloc, hauria de importar-te primer els sentiemientos d'altres (Pues si quieres los otros te escuchen y se pongan en tu lugar, debería de importante primero los sentimientos de los demás) —sentencia ella.

—Ho sento (Lo siento) —repito yo impaciente por poder terminar la conversación.

—I jo ho sé i ho aprecio, però no n'hi ha prou (Y yo lo sé y lo aprecio, pero no es suficiente) — dictamina mi madre— Has d'acceptar les conseqüències dels teus actes, com et dic sempre. Escolta, Pau, el teu pare i jo hem parlat i creiem que és bona idea que deixis d'anar a Taekwondo una temporada .... (Tienes que aceptar las consecuencias de tus actos, como digo siempre. Escucha, Pau, tu padre y yo hemos hablado y creemos que es buena idea que dejes de ir a Taekwondo una temporada.

—¡Mare! (¡Mamá!) —me quejo yo.

Noto mi espalda tensarse por la puñalada trapera. Me disculpo de corazón y mira con qué me sale esto. ¡Con las ganas de entrenar que me ha dejado la paliza de Soo Jin!

—Serà només unes setmanes fins que acabin els exàmens del segon trimestre. Si et recuperes i demostres ser digne de confiança, podràs tornar. Res és gratis i que els altres es refiïn de tu, menys... (Serán solo unas semanas hasta que acaben los exámenes del segundo trimestre. Si te recuperas y demuestras ser digno de confianza, podrás volver. Nada es gratis y los demás se fíen de ti, menos)

—Està bé (Está bien) — suspiro yo, resignado.

—De debò? Perquè penso trucar a en Jordi per preguntar si hi vas … (¿De verdad? Porque pienso llamar a Jordi para preguntar si vas) —insiste.

—¡Que sí! -confirmo impaciente.

—Molt bé, ara fes-me un petó i ves a trucar al Jaume (Muy bien, ahora dame un beso y ve a llamar a Jaume) —ordena ella burlona—. O et creus que no sé que això és el que vols fer? (¿O te crees que no sé que eso es lo que quieres hacer?)

—Ets bruixa, mare (Eres bruja, mamá) —río yo.

—No ho saps tu bé (No lo sabes tú bien) —me responde entre risas.

Me voy corriendo a mi habitación. Cojo el móvil con tanto ahínco que casi se me escapa de las manos y marco el número de Jaume. Tras comunicar y el ruido de descolgar, la voz al otro lado de la línea suena titubeante.

—¿Pau? ¿Tronco, eres tú?

—No, soy su espíritu que viene a matarte de un susto como en una peli de terror japonesa —bromeo yo.

Jaume estalla en carcajadas.

—¡Joder, cabrón! ¡Pensé que te había matado o algo y que venías a rondarme!

—Muy pronto me quieres matar tú —río yo.

—¿Qué pasa, crack? ¿Cómo estás? Cuando te dejé en casa de tu padre eres un zombi vomitador.

—Pues ayer con una resaca de mierda y encima mi viejo empezó a darme la tabarra y se me puso la cabeza peor, pero hoy estoy bien. Y eso me lleva a darte las gracias, me contaron que te rayaste mucho por mi culpa. Siento haberte jodido el cumple, tío.


Se crea un silencio incómodo al otro lado de la línea en el que distingo perfectamente como Jaume moquea.

—¡Qué dices, loco! ¡Perdona tú por comerte la oreja para que te vinieras! Yo pensaba que te había matado.

—Ya te digo que muy pronto me quieres matar. Será que aún te lo has pensado y todo – le vacilo.

—Ya te vale, cabrón —me reprocha él— Todo el día de ayer pensando dónde tengo la ropa de negro para ir a tu funeral. Oye, no me vuelvas a dar un susto así, que me tienes que llegar a los dieciocho, nen.

—Pues claro, tío —le prometo yo—, y entonces lo celebraremos por todo lo alto y te compensaré por todo.

—Bueeeeno —ríe él—, primero no te mueras por el camino y luego si quieres hablamos. ¿Nos vemos el lunes en clase, nen?

—Pues a saber, porque me ha dicho mi viejo que me van a expulsar un día. Igual es el lunes y no me he enterado.

—¡No jodas! —exclama Jaume— ¿Por la movida del Jefe de Estudios? ¡Puta mierda, nen! ¡Y al gilipollas del Oriol no le pasará nada! ¡Como si lo viera! Claro, como es un niño de papá y le lame el culo a los profes...

—Pues, sí, tío, sí —le confirmo yo con hastío—. Lo que te iba a decir...¿me puedes pasar los deberes?

—¿Cómo? —se burla Jaume— Creo que se me está yendo el móvil a la mierda y no te he oído bien. ¿Me acabas de preguntar los deberes?

—Que sí, que si me puedes decir que había de deberes y ya si me dices cuándo son los próximos exámenes, lo partes.

—¡No, no, no! —ríe él—. ¡No me vaciles, nen! ¡Tú no eres el Pau! El Pau no me pedía los deberes desde Primaria, tú eres un sustituto de la CIA o un rollo así.

—¡Que no, hostia! —insisto yo— Que soy yo. Mira, si no me los das, paso de tu culo y ya está.

—¡Relaja! —ríe él— No se pueden hacer bromas, ¿o qué? Dame un momento que miro la agenda y te lo paso por whatsapp.

—Vale y ya, de paso te digo cuando vuelvo al instituto y quedamos para que me pases tus apuntes de inglés si no te importa —pido yo.

—Tú me estás vacilando en la puta cara, cabrón. ¿Me acabas de pedir los apuntes y encima de inglés? No, en serio, quién coño eres y qué has hecho con mi colega...

—Tengo mis razones —me excuso—, mis padres me acaban de decir que me voy a quedar sin Taekwondo para siempre.

—¡Hostia, nen! Eso es grave —empatiza él—, como si quieres que te lo pases ahora.

—No te vengas arriba —señalo— primero los deberes.

—Ok, nen, lo que me digas —concede él—. Ahora te los mando y no vuelvas a darme otro susto así que tengo el corazoncito delicado.

—Vale, crack, gracias por todo —digo antes de colgar.

Tras la ventana de este día de finales de febrero el cielo es casi de un color tan anodino y apagado como el de la pizarra. Casi pareciera que el universo quisiera torturarnos para que aceptemos nuestro destino, que nos preparemos mentalmente para los exámenes que nos esperan en junio. Antes mi cerebro hubiera intentado escapar, huir a recuerdos mejores, dibujar alguna tontería en el margen de este saturado e ilegible libro de texto, pero ese era el antiguo Pau. Después de todo lo que ha ocurrido, tengo una razón para centrarme. Necesito volver a Taekwondo y necesito hablar con Soo Jin. Quiero demostrarle que voy en serio, que soy alguien en quien confiar, un hombre de verdad. No mentía cuando dije aquello tan descuidadamente y se lo pienso demostrar con palabras y actos. Por desgracia, aunque en el mundo de los sueños nos entendamos yo no puedo hablar coreano y, por mucho que me fastidie, el único idioma en el que podríamos comunicarnos sería el inglés. Por eso, por primera vez en años, presto atención, incluso a la voz pretenciosa y gangosa de Cristina, mi tutora, en su empeño por creer que entendemos lo que dice.

Quiero ser tu oppa
Quiero tu amor
Quiero ser tu oppa
Te tendré, solo espera

— Ok, students (Ok, alumnos) —explica ella—. Let's correct last rephrasing sentences. Marta, can you write the write answer in the blackboard, please? (Vamos a corregir las frases de rephrasing. Marta, ¿puedes escribir la respusta correcta, por favor?)

Marta pone los ojos en blanco, harta tal vez de que Cristina siempre empiece a preguntar por la primera fila de la izquierda. Se levanta con pesadez y toma su cuaderno.

—The sentence is “The boss gave Paul a lot of responsability” and we must write it in the passive voice —explica ella enfatizando las palabras passive y voice, como si creyera que así van a terminar significando algo para nosotros. (La frase es “The boss gave Paul a lot of responsability” y debemos escribirla en voz pasiva)

Marta toma la tiza y escribe en la pizarra, procurando que la letra sea legible y que su intervención termine cuanto antes.

—Thank you, Marta —agradece Cristina antes de examinar la respuesta—. “A lot of responsability is given to Paul by the boss”. No, that is not the correct solution. Can somebody tell me why? (Gracias, Marta. No, no esa no es la solución correcta. ¿Puede alguien decirme por qué?)

—El tiempo verbal está mal —presume Sandra, inflando su escote como un pavo real—. El verbo to be tiene que ir en pasado, porque gave está en past simple.

—Very good, Sandra (Muy bien, Sandra) —felicita Cristina—. But there is another possibility you may have overloocked. Students, let's read the beginning of the solution. It begins with “Paul”. (Pero hay otra posibilidad que puedes haber pasado por alto. Alumnos, leed el principio de la solución. Empieza por “Paul”.)

—Es que así es muy difícil, profe —se queja alguien desde las filas traseras—. ¿Qué más da si lo hacemos de una forma o de otra si la frase está correcta? No pasa nada, teacher, relax.

—Pues pasa que en Selectividad os lo pueden pedir de las dos maneras y tenéis que estar preparados para ello. Os lo aviso para que luego no vengáis llorando en junio —replica Cristina-. Y pasa que en esta clase se habla IN ENGLISH, PLEASE.

Un nube de resoplidos inunda la clase, tornando el ambiente todavía más grisáceo y denso.

—Come on, students (Vamos, alumnos) —nos anima Cristina impaciente—. Do you remenber? Indirect object... (¿Recordáis? Objeto indirecto...). Venga, chicos, que esto es de 4º ESO.

Un silencio tenso, plagada de miradas huidizas se instala en el aula. Nadie quiere arriesgarse a dar la respuesta cuando otro puede ocuparse de ello. Es más fácil esperar a que la clase finalice y dejar que el tiempo de esta infumable jornada escolar se escurra poco a poco por el reloj del aula.

—Chicos, lo repasamos la semana pasada —insiste Cristina en vano—. No, en serio, ya vale. Tenéis que llevarlo al día. Si no ponéis de vuestra parte, yo no puedo garantizar que …

—Creo que lo sé —digo, alzando la mano por primera vez en todo en los dos años de Bachillerato, yendo en contra de mi propia naturaleza.

—¿Pau? —pregunta Cristina sorprendida— Adelante...

—Creo que es “Paul was given a lot of job by the boss” —resuelvo—. El complemento con to se pone al principio sin preposición como sujeto paciente y el object se deja igual.

—That's rigth! (¡Eso es!) —me felicita ella todavía anodada—. “Paul was given a lot of job by the boss”. Very good job, Pau! And... Welcome back to my classes! (¡Muy buen trabajo, Pau, y bienvenido de nuevo a mis clases!)

Un coro de risitas se escucha a penas, ensordecido por inclemente comando de la campana. Es la hora del primer recreo y un pequeño agujero negro en nuestros estómagos amenaza con tragarnos por dentro.

—Don't forget to finish your writing compositions for Friday! (¡No olvidéis terminar vuestras redacciones para el viernes!) —recuerda Cristina, luchando contra la vorágine de sillas levantadas y conversaciones a voz en grito.

Mis compañeros y yo mismo nos apilamos unos contra otros en los pasillos, como búfalos en avalancha, corriendo por las escaleras que nos llevan hasta la cafetería. Las camareras ya nos esperan con los barras de pan abiertas en canal, preparadas para nuestros pedidos, pero como hoy he llegado pronto, he podido ordenar mi bocadillo personaliza antes de entrar al aula. Me coloco en la barra y en cuestión de segundos tengo entre mis manos un bocadillo de salchicha frankfurt aderezado con ketchup y mostaza, tamaño extra grande. Me siento en una de las mesas disponibles, esperando a que Jaume se abra camino entre la turba de estudiantes hambrientos y consiga su bocadillo de jamón serrano y pan tomaca. Por desgracia, en ese lapso de tiempo, el capullo hediendo de Oriol aprovecha para pasearse ante mí con su ejército personal de retrasados.

—Què passa, Pau? Molt bé, Alimenta't bé a veure si es t'aixeca … (¿Qué pasa, Pau? Muy bien, aliméntate, a ver si así se te levanta.)

Sí, las palabras envenenadas de la víbora de Sandra han debido de llegar hasta él. Seguro que se ha bebido la pócima encantado, el muy cabrón. Su público se deshace en "WOWs" y otras exclamaciones sacadas de una mala representación del Bronx.

—Per què? És que me la vols xuclar, cabró? Sento desil·lusionar, perquè el que es em a aixecar serà el puny com no deixis de tocar-me els collons. (Por qué? Es que me la quieres chupar, cabrón? Siento desilusionarte, porque lo que se me va a levantar va a ser el puño como no dejes de tocarme los cojones.)

—Això és el que tu voldries, marieta (Eso es lo que tú querrías, maricón.) —grita uno de sus acólitos en un exceso de espontaneidad—. Mira-ho, a aquest li agraden les salsitxes (Míralo, a este le gustan las salchichas).

Ese “marieta” inesperado me provoca escalofríos. Todo mi cuerpo se tensa como un animal preparándose a atacar. Pero Oriol, detiene a su protegido con el brazo.

—No us preocupeu, nois, primer ha d'encertar. Ei, Pau? No vagis a donar-li al Cap d'Estudis altra vegada … (No os preocupéis, chicos, primero tiene que acertar. ¿Eh, Pau? No vayas a darle al Jefe de Estudios otra vez...) —dice él.

La broma vuelve a ser celebrada por su grupo de lameculos, mientras yo aprieto fuerte los puños.

—Si vols, practiquem ( Si quieres, practicamos.) —replico yo, con la calma agresiva que me dan las ganas de volver a partirle la puta cara.

Afortunadamente, Jaume llega raudo a socorrerme, sonriendo histérico.

—Ei, Pau, anem fora a que et doni l'aire (Ey, Pau, vamos fuera a que te dé el aire — propone.

Me agarra de la sudadera y me arrastra hasta el patio.

—¡¿Pero qué coño te pasa?! ¡Que acabas de volver de una expulsión, loco! No te pueden ver ostiándote con el Oriol en mitad de la cafetería, joder —me reprende mi colega.

—Le reventaba la jeta todos los putos días —confieso.

—Y yo te ayudaba, pero ahora no viene bien —me recuerda él.— Si aún te quedan ganas, después de la graduación, le ostiamos los dos y punto.

—Demasiadas cosas van a tener que esperar a la graduación —grazno yo.— Encima se ha enterado de lo de la Sandra...

En ese momento, Jaume empieza a masticar más despacio. Su vista se concentra en el hormigón del suelo.

—¿Qué pasa? —pregunto exasperado.

—No te lo quería decir porque ya has tenido mucha movida con la de la borrachera y tal, pero...

—Venga, escúpelo de una vez —le ordeno yo impaciente.

—Lo sabe todo el puto instituto, nen —me informa él, con la voz tétrica de un médico dando malas noticias.

—No me jodas —suspiro yo, limpiándome la salsa de la boca.

—Ya te digo que la Sandra se lo ha contado a todos, hasta por el Insta y todo —prosigue él—. Nen, yo no sabía que iba a ponerse tan en plan zorra, te lo juro.

—No te ralles —le insto yo—, no es culpa tuya.

—Pero todavía no me has contado que te pasó con ella —insiste él preocupado—. Si es una pedazo de tía... Últimamente no hay quién te entienda. Estás más raro que un perro verde, en serio.

Los ojos expectantes de Jaume se clavan en los míos como láseres, intentando escrutar el mayor y único secreto que le he estado ocultando en estos años de amistad.

—¿Y si te dijera que no me gusta la Sandra? —teorizo yo, intentando tantear el terreno.

—Pues, uno: me lo podrías haber dicho antes de hacer el idiota pensando que te ayudaba— me reprocha Jaume—, y dos: si no te gusta esa pedazo de hembra, ya me dirás quién te puede gustar....

Dios, es la primera vez que hablo de estos temas con Jaume, la primera vez que me veo tentado a dejar de fingir. Y todo se lo debo a la aparición de Soo Jin y sus preciosos hoyuelos demoníacos.

—Bueno, puede que sea porque ya me gusta otra persona —me atrevo a confesar.

¿Por qué estás sacudiendo mi corazón?
¿Por qué estás sacudiendo mi corazón?
¿Por qué estás sacudiendo mi corazón?
Sacudiendo mi corazón, sacudiendo mi corazón

Los ojos de Jaume se agrandan como los de un personaje de anime, arrasando parte de su cara, amenazando con salirse de las cuencas como en los dibujos antiguos.

—¿Qué me estás contando, cabronazo? —me pregunta sin poder ocultar su entusiasmo—. ¿Qué me estás contando? ¿Y cómo es esa tía? ¿La conozco? ¿Está buena?

Está claro que no puedo dejar al pobre Jaume sin su ración de cotilleos. En fin, supongo que siempre puedo refugiarme en el femenino.

—No, no la conoces —respondo yo—. Y no, está buena. Está tremenda. Es preciosa, te lo juro, lo más bonito que he visto en la vida.

—No puede ser —tercia Jaume con aire de chulo—. Yo conozco a todas las tías buenas de Barcelona.

—Seguro que sí —me burlo yo—. Pero es que no es de aquí.

—¿Y de dónde es? ¿De Mataró? ¿De L' Hospitalet de Llobregat?

—Sí, crack —miento yo sin poder evitar un cierto tono irónico—, es de Hospitalet.

—Ya me informaré, ya —amenaza él— ¡Pero dime más cosas! ¿Cómo es?

Papá,
cómo exactamente le pediste salir
a Mamá,
¿Debería escribir una carta?
¿Qué es esto?
Me convierto en polvo frente a ti

—Pues es un pibón. Es morena, con un pelo largo y liso súper brillante —empiezo a descubrir yo—. Sus ojos son enormes y negros. Tiene una mirada especial, ¿sabes? Como de picarona, como que va de niña buena pero no lo es. Y tiene la piel preciosa, muy blanca y bonita...

—¡A la mierda su piel! —se impacienta Jaume— ¿Y sus tetas? ¿Las tiene grandes?

—Hombre, es muy delgada —comento yo.

—¡Bah! —suspira Jaume decepcionado.

—Pero tiene un culazo espectacular —objeto yo—. Y sus piernas, nen, son larguísimas, interminables.

—¡Dí que sí! —me premia Jaume, dándome un golpe en el hombro—. ¡Una culona, joder! ¡Como la Shakira!

—Y sus labios, tío... —continuo yo.

—¿Labios? —se inquieta Jaume— Eso es que ya ha habido temita... ¿No?

—Se puede decir que sí —afirmo, antes de darle otro bocada a mi almuerzo.

—¡PERO QUÉ CABRÓN! —exclama Jaume, como si quisiera que todo el recreo lo oyese—. ¡Ven a mi brazos, campeón! ¡Qué callado te lo tenías! ¿Por qué no me has dicho nada?


Porque en vez de ser una chica cañón con tipo de modelo es un adorable chico asiático y tú lo fliparías muy fuertemente si te lo contara sin más.

—Es complicado —admito yo, pretendiendo salvaguardar mi cuartada—. Está el tema de la distancia.

Y de que jamás nos hemos visto en la vida real.

—Lo entiendo, nen, es un marrón —dice él—. Pero míralo así. Después de la Selectividad, te sacas el carné y ya puedes ir dónde quieras. Anda que no vas a presumir de coche...

—No es solo eso -le interrumpo yo-. Es que es mayor, universitaria...

—Pero, ¿qué tiene? ¿dieciocho para diecinueve? —inquiere Jaume.

—No, veintiuno, como mi hermana— respondo yo—. Estudia Económicas.

Jaume se echa hacia atrás, para iluminarme con sus ojos inundados de admiración masculina.

—Pero tú... —se interrumpe entre risas—, TÚ ERES UN CAMPEÓN. ¡Y todos esos gilipollas diciendo que si eres un pichafloja y un maricón! Lo que pasa es que a ti te gusta el paté de calidad, de cinco estrellas, no el del Hacendado —No puedo negar que me cabrea un poco que Jaume tenga la santa manía de comparar a las mujeres con comida, sobre todo si esa mujer es Soo Jin. ¿Y luego se extraña de que no liga? En fin, habrá que quererlo igual—. Nen, te la tendrías que traer al instituto. Lo iban a flipar todos. Al Oriol le explotaba la cabeza de la rabieta y la Sandra... ¡A la Sandra la matas del disgusto! ¡Le iban a salir canas, tú!

—No, no quiero meterla en rollos raros —tercio—. Y además, ya te he dicho que es complicado.

—Pero, ¿complicado por qué? —se extraña él.

—Pues, eso, que es mayor y no me toma en serio.

Haces que me enfade y me enoje sin ninguna razón
Estoy siendo serio, pero me conviertes en un perdedor que busca peleas contigo
¿Por qué me preocupo por ti?
Me haces volverme un niño
Le daré la vuelta a esto, de solo conocernos a ser amantes

—Pero, ¿en qué plan? —insiste Jaume.

—Pues que para un rollo, guay —explico yo—, pero algo más de peso no le sirvo. Soy algo para pasar el rato, un juguete.

—¿Y ella te mola para algo serio? —pregunta Jaume algo asustado.

—Tío, me está volviendo loco —confieso yo, abrumado por el peso de estos sentimientos que llevo reservando para mí mismo tanto tiempo—. No hago más que pensar en ella todo el día. Solo la quiero a ella y a nadie más.

—Estamos jodidos —pronostica Jaume—, te has enamorado de verdad.

—¡Hasta las trancas, chaval! —confirmo yo.

—A ver, no lo flipemos —intenta tranquilizarme él—. ¿Ella te lo ha dicho así?

—No exactamente —corrijo yo—. ¿Cómo te digo? Le gusta mucho picarme, meterse conmigo. Siempre está con pullitas.

—¿Y a ti te sienta mal? —aventura Jaume.

—No, me mola que me provoque, pero no sé, tampoco quiero que piense que soy gilipollas, sobre todo porque, chaval, ella es súper lista, y madura, y sabe un huevo de cosas interesantes...

—¿No me digas que esa pava tiene algo que ver con tu repentina vena empollona? -se burla Jaume.

—Pues, mira, sí — admito yo—. Porque no quiero que piense que soy un niñato de mierda, un pringado sin futuro que no tiene nada que ofrecerle.

Si es contigo, creo que puedo ir a una gran universidad
Oh, A B C D E F G H Hakuna Matata
Oh, tu foto de perfil es la misma pero ¿por qué sigo comprobándolo?
Oh, pero no me malinterpretes. No soy un chico fácil.

Jaume me examina largamente, antes de terminar su bocadillo y volver a hablar.

—Bueno, dejando de lado que te tiene comiendo de su mano como un perrito faldero —comenta con tonito irónico—, igual son todo paranoias de tu cabeza, nen.

—Que no, joder —insisto yo—. Es que pasaron cosas...

—¿Cómo cuáles? —pregunta Jaume impaciente.

—Pues, a ver —empiezo a relatar con dificultad y vergüenza—. Estábamos liándonos... y se me escapó decirle que... la amaba.

Jaume se lleva las manos a la cabeza espeluznado. Ese solo gesto me pone histérico. Al parecer, la situación sí es tan mala como suponía.

—¡Ay, dios! ¡La que has liado!

—¿La he jodido mucho? —pregunto yo, aterrado.

—No nos pongamos en lo peor —aconseja él—. ¿A la chavala esta, le contestas muy seguido al whatsapp?

—No tengo su whatsapp —respondo.

La cabeza de Jaume parece un globo demasiado inflado a punto de explotar.

—¿QUE NO LO TIENES? ¿PERO TÚ ESTÁS TONTO O QUÉ COÑO TE PASA?

—Chaval, te me bajas dos puntos —le advierto yo.

Porque no, entre tanto sueño húmedo extraño, no me se había pasado por la cabeza pedirle el número a Soo Jin. Menos mal que no me dio por pedírselo al monstruo que se disfrazó de él, hubiera sido de traca...

—¡Es que no me extraña que esa pava te tenga cogido por los huevos! ¡Hostia!

—Bueno, pero se podrá hacer algo. ¿No? —insisto yo desesperado.

 

Me estoy poniendo nervioso, estoy nervioso
¿Quién eres tú? ¿Eres tan extraordinaria?
¿Por qué sigues burlándote de mí?
Sólo, detente ahora, espera, espera

—Sí, joder —contesta él algo más sereno—. A ver, era muy pronto para soltar algo así, pero a lo hecho, pecho. A partir de ahora, te tienes que poner en tu sitio. Ir de macho, que se te lo tengo que currar ella, que vea lo que se pierde.

—¿A qué te refieres? —pregunto yo, confuso por el mero hecho de que estar escuchando al tipo que más veces he visto recibir calabazas.

—Para empezar, le pides el móvil de una puta vez —me ordena él—. Y luego cuando te hable, tú te tomas tu tiempo. Que te tenga que esperar. ¿Quién de los dos decide el plan cuando quedáis?

—Ella —respondo yo—, pero es que quiero que se sienta a gusto, que se lo pase bien.

—Mal —Jaume chasque la lengua y se masajea la lengua exasperado—. A partir de ahora, decides tú. Mandas tú, que ella se entere. Y si ella te vacila, pues tu le vacilas más.

—¿Pero así no se va a pensar que soy capullo? —le contradigo yo, horrorizado.

—No, porque cuando se empiece a cabrear, vas tú y tienes un detalle con ella. Le compras una flor o algo, le robas un beso. Hazme caso, esas movidas las desconciertan mogollón. Se puede ser majo, pero en la justa medida Si no, pues te tiene paseando con correa como a un perro.

—Si tú lo dices ... —tercio yo incrédulo.

—¡Que sí, coño! Tú escucha al experto que sé de lo que hablo —insiste Jaume, orgulloso.

—Pero si tú no ligas una mierda —me burlo yo.

—Por eso, tengo la experiencia de muchos fracasos —replica él, haciéndose el interesante—. Lo que te digo: hazte el duro hasta que la tengas a punto y entonces, el detalle. No falla.

Abrázame antes de que te bese,
antes de que mi corazón te deje ir
Di lo que quieras
Di lo que quieras
¿Qué es lo que quieres realmente?

Como si nuestra conversación hubiera sido calculada por el destino, la campana que indica el regreso a las aulas suena justo entonces.

—Lo tendré en cuenta —digo yo a modo de conclusión.

—¡Lo vas a hacer! —me insta él— Y ya me contarás qué tal, Romeo.

Jaume me revuelve el pelo.

—¡Que te calles! —me río yo, pero Jaume no me escucha, sumergido en éxitos amorosos de segunda mano.

—¡Qué cabrón! —murmura para sí— ¡Una universitaria! ¡Qué cabrón!

 

La precoz tarde de invierno se alarga aún más ante la falta del desahogo de tiempo y energía que era el entrenamiento. Tras las clases, retorno al hogar, como el hijo obediente que ahora pretendo ser, sabiendo que estaré bajo la estricta y cabreada mirada de mi padre. El leve tono melocotón que ha adquirido el cielo me recuerdo a los hombros sonrojados de Soo Jin, los cuales me muero de ganas de mordisquear. La noche anterior no apareció ante mí, tal vez, en un intento de huir de mí, incrementando mi ansia por él. Puede que el consejo de Jaume sea horrible, pero en algo sí tiene razón. No puedo dejar que Soo Jin juegue con mis sentimientos de esta forma. Merezco una respuesta en condiciones, aunque no puedo negar que hay algo muy placentero en la manera en la que Soo Jin me moldea a su voluntad, como un hierro candente.

Una chica mala en el exterior
Una chica aún más mala en el interior
Si pierdes a un chico como yo te arrepentirás
Revisaste tus mensajes pero no presionas responder
A medida que el "1" desaparece empiezo a ponerme nervioso

Tengo que empezar a darlo todo, tengo que demostrarle de lo que soy capaz. No voy a dejar que se burle una vez más de mí. La próxima vez que Soo Jin me muestre su graciosos hoyuelos será por una sonrisa de admiración. Sí, él es especial, pero yo también puedo serlo si me lo propongo. Hasta ahora he dado por sentado que él se sentía igual que yo, solo por el mero hecho de que caía en mis brazos cada noche. Pero eso se acabó: ya no volveré a cometer el mismo error. Ya no me contento solo con el cuerpo de Soo Jin, necesito su corazón, y para ello le mostraré al hombre en que puedo llegar a convertirme.

Tal vez me compre un sistema GPS (rápido, rápido, rápido)
Sigo tratando de llamar tu atención (tratando, tratando, tratando)
¿Sentimientos genuinos? (Los tengo)
¿Resistencia? (Los tengo)
La única cosa que no tengo es tu...belleza, belleza, belleza

Pero todavía sigo sin saber qué podría hace exactamente. Entiendo que debo cambiar mi actitud, pero no sé en qué modo. A Soo Jin le gustaba ese tipejo que era amigo suyo. Decía que era maduro y confiable. ¿Qué puedo hacer para que él me vea de la misma manera? Posiblemente, debería mostrarme, no borde o distante como sugería Jaume, pero sí seguro...¿Cómo se hace eso? De todas formas, si quiero que confíe en mí, debo ser sincero. Tal vez lo mejor sea tener una buena charla, decirle que no mentía cuando le dije aquello, que yo no miento sobre algo tan importante, pero que entiendo que él necesite su tiempo para procesarlo, que no voy a presionarle...

¿Cómo debo cambiar para ti?
Espera
¿Jugando juegos mentales? ¿Los dos a la vez?
No sé cómo hacer eso
Pero si alguna vez te enfermas, no llames al 911, llámame a mí.
Si quieres que llore, lloraré, si quieres que sonría, sonreiré, si quieres que ruede, rodaré...

Una cosa está clara: quiero a Soo Jin como nunca he querido nada en todo mi vida. Lo deseo de verdad y necesito que él me quiera como lo quiero a él. Desesperadamente. Nunca pensé que enamorarme, y más en unas circunstancias tan extrañas, revolucionaría mi corazón de estas maneras. Nunca creí que nada ni nadie me haría tambalearme de estas maneras, tanto que me da terror y me fascina a partes iguales. Él es un milagro, una bella joya, en cuerpo y alma y lo necesito. No me rendiré en mi empeño. Lo conquistaré como él me ha conquistado a mí. Lo juro. Por ahora, solo tengo que pasar el resto del día dando lo mejor de mí mismo, intentado ser digno de él, para que cuando llegue la noche poder desplegar todas mis armas.

Quiero ser tu oppa
Quiero ser tu oppa
¿Por qué no sabes que mi corazón solo late por ti?

Incluso si me ignoras
Incluso si actúas frío
No puedo sacarte de mi mente

Ah, ¿qué haré si él no quiere hablar conmigo? No, no debo pensar eso. Darse por vencido no es una opción. Después de todo, según mi abuela y sus amigas, el universo te da lo que le pides. Pues yo quiero a Soo Jin, y no hay más que hablar.

Quiero ser tu oppa
Quiero ser tu oppa
Voy a ser tu hombre, solo mira
Así mi corazón podrá tocar el tuyo
Voy a correr hacia ti ahora mismo

Notas finales:

En primer lugar, quería hacer un par de aclaraciones: 

  • Los barrios de Mataró y L'Hospitalet de Llobregat son pequeñas localidades que quedaron anexionadas a Barcelona con la expansión de su núcleo urbano. Aunque están alejadas del centro de Barcelona, es posible llegar a ellas por medio de los trenes de cercanías. En el caso de L'Hospitalet de Llobregat se puede llegar también por medio de la línea 1 de metro, y eso es algo que sé porque ahí tuvo lugar mucho tiempo el Salón de Manga de Barcelona (¡Qué tiempos aquellos!) 
  • Hacendado es una marca blanca de productos asociados a la cadena de súpermercados Mercadona, que es muy famosa y utilizada en España.

En cuanto a los idiomas, usé el catalán durante la conversación de Pau con su madre, ya que esa es la lengua en la que ambos se comunican. También ocurriría lo mismo con Pau pero entonces pasé más al castellano porque me dio la impresión de que estaba saturando.  En lo que respecta al inglés, intenté hacer la clase realista. Quiero pensar que la mayoría de gente entiende el nivel de inglés utilizado, pero, por si acaso, lo traduje igualmente. Dicho esto, espero no haber cometido alguna falta de ortografía en él XD 

Así mismo, quería pedir perdón por el retraso. Terminé de escribir el capítulo ayer a las 0:35 hora española y creí que no podría corregir y maquetarlo bien. Por eso, pensé en esperar a hacerlo tras levantarme el sábado por la mañana más fresca. 

También me gustaría anunciar que la semana que viene no habrá actualización y que a partir de entonces hasta mediados de Septiembre no sé cuándo podré hacerlo otra vez con normalidad. 

Lo siento, este fic está maldito, pero lo terminaré por mi vida XD 

Finalmente, no me quiero despedir sin agradecer de todo corazón el seguimiento leal que le están dando al fic, así como sus comentarios y sugerencias. 

Espero que el capítulo le guste y que les vaya muy bien. 

 

¡Muchos besos y abrazos!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).