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Cada noche contigo por Korosensei86

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Barcelona se levanta una mañana más, acunada por las cálidas ondas del Mediterráneo, guarecida por el abrazo rocoso y sobreprotector de Montserrat. Por sus venas de asfalto que derivan en ciudades secundarias con nombres de santo, pululan panales enteros de vehículos, apostados en su colosal entrada como abejas dispuestas a abandonar la colmena todas a la vez.

Y la ciudad que nunca se ha apagado, cambia su paleta de colores para adecuarse al cambio de luz, pasando de un inmenso coral rojizo en el fondo marino, a un jardín primaveral. Barcelona se estira violenta en su despertar, pero tras este ajetreo, sus músculos se destensan. Al final, tras el fogonazo enérgico del amanecer, solo queda un silencio blanco y matutino caldeado por la humedad costera.

En uno de sus barrios plagados de células humanas, en la realidad claustrofófica y envasada que es su habitación, Pau también hace rato que está levantado.No es habitual en él. Cualquier persona que conociera a Pau desde pequeño, siendo una muy fidedigna muestra su registro de faltas y retrasos en su antiguo instituto, sabría que este no es precisamente una alondra mañanera.

No, al contrario, se trataría más bien de una marmota en hibernación, recuperándose del supuesto despilfarro de energía que es mover su corpachón de hombre hecho y derecho por el planeta. O al menos, ese había sido el comportamiento habitual de Pau a lo largo de gran parte de su trayectoria vital, porque Pau lleva unos cuantos meses sin ser él mismo del todo. En el mejor de los sentidos.

Hoy, Pau, más que nunca tiene un motivo para estar despierto, un motivo que le hace temblar desde la punta de los dedos hasta cada capilar de su revuelto cuero cabelludo. Y la transcendencia de ese motivo le reseca más la garganta que el primer examen de selectividad, más que enfrentarse a un campeonato nacional. Este es el momento que podría definir su felicidad durante los próximos años de su vida. Por eso mismo, elegir entre una de las muchas camisetas que yacen lánguidamente sobre su maltratado edredón le termina resultando un acto tan determinante como decidir entre el cable rojo o azul de una bomba a punto de explotar. Por eso mismo, cuando alguien llama a la puerta, no puede evitar dar un brinco como un conejo asustadizo.

—Germanet, ¿estás despierto? —aventura la aguda e irritante voz de su hermana mayor.

Inmediatamente y sin mediar petición de permiso previa, su hermana abre la puerta de la habitación, como si la casa entera le perteneciera por su derecho de primogénita, para quedarse clavada bajo el vano, con los ojos como platos. Solo tarda unos segundos más en destornillarse de risa.

—¡¡OMG!! ¡Pero si estás levantadito y todo! —ríe ella—. ¡Las cosas que hacemos por amor!

Pau intenta cubrir la relativa desnudez de su camiseta vieja y calzoncillos con desprecio apurado y mal fingido.

—La gente educada espera a que le den permiso para entrar —le recuerda el joven.

—¿Gente educada? ¿Quién eres tú y qué has hecho con el descerebrado de mi hermano? —continúa burlándose Neus.

—¿Qué coño quieres, Neus? —escupe Pau.

—Mamá quiere saber si quieres café con el desayuno —contesta ella, bamboleándose de risa en su ancho y colorida camisón de unicornios.

—Dile que sí y ahora pírate. Estoy ocupado —le ordena el muchacho, no sin cierta altanería, pero en el último momento la retiene—. ¡Espera! Ya que estás aquí... —la joven se para un momento curiosa, con la luz de la mañana reflejándose cual prisma en el arco iris de su pelo—. ¿Qué camisa crees que me queda mejor? ¿La de rayas azules o la estampada gris?

—¡Qué mono! ¡No sabe qué ponerse! Pues yo creo que todo el mundo sabe esta temporada que el estampado gris denota amooooorrr —se mofa ella, adoptando con sus manos el signo del corazón.

Pau solo puede responder al falso consejo acertándole a su hermana con un cojín en toda la frente. Se trata de un juego instaurado por la propia Neus cuando eran pequeños, pero en el que con el paso de los años, Pau ha demostrado ser el vencedor. Sin embargo, la alegría de la victoria le dura poco.

—¿Qué ocurre aquí? —pregunta su padre—. ¿Se puede hacer por qué estáis haciendo montando escándalo en vez de prepararos?

—¡A mí no me mires! —protesta Neus— Yo solo venía a preguntarle si quería café.

El padre se estruja las sienes, enervado, antes de encararse con su hijo menor.

—¿Y tú? ¿Qué haces perdiendo el tiempo peleando con tu hermana? ¡Tira a desayunar! —ordena él.

—Pero, papá —chista Pau.

—Ni papá ni hostias —le interrumpe—. Te recuerdo que todo este pollo es por ti, así que no nos hagas llegar tarde. ¿Qué va a pensar ese chico si tiene que esperarnos en el aeropuerto? Por cierto, Neus, ¿a qué hora pasaba a recogernos Germán?

—Me ha mandado un mensaje diciendo que ya salía —responde ella.

—¿Lo ves? Tienes hasta al pobre novio de tu hermana detrás de ti y tú aquí— el padre observa con estupor la montaña de prendas caídas en combate que se yergue sobre la cama—, destripando tu pobre armario...

Pau aprovecha que su padre ha bajado la guardia por la pura sorpresa para ir al punto que le importa.

—Papá, ¿la camisa de rayas azules o la gris estampada?

—La gris —dictamina el padre—. ¡Hala! ¡Y ahora te vistes de una puñetera vez! Deberías hacer como tu abuela que lleva una hora vestida como si la fuéramos a llevar de gira mundial.

—¿Lo veeeees? —se regodea Neus— ¡Te lo dijeeee! ¡Y aféitate también! ¡Que pareces un hipster cavernícola!

—¡Neus, colabora, coño! —ruge el padre por el pasillo— ¡Deja de chinchar a tu hermano! ¡Que tú eres la mayor!

—Vaaale —concede Neus con pereza—, le diré a mamá que no haga café. Porque la gente de esta casa está puto histérica hoy...

Por desgracia, Pau no lo tiene tan claro. A estas alturas, su mente sigue siendo un laberinto con demasiadas puertas giratorias en los que los pensamientos se atascan atrapados sin llegar a buen puerto. Por un instantes se limita a agarrar la prenda entre sus temblorosas manos. Jadea profusamente, mientras intenta ordenar sus ideas. Entonces, se pasa una preocupada mano por el mentón.

—Vale, vale, vale —proclama— Pues yo me voy a afeitar.

—¿QUÉ? ¿Cómo que te vas a afeitar justo ahora?— exclama el padre desde la cocina—¡MONTSE! ¡NO LLEGAMOS! ¡NO LLEGAMOS NI DE COÑA!

—¡Cariño! —interviene la madre— ¡Ya te lo he dicho! ¡Respiración abdominal! ¡Abdominal!

 

A través de la ventanilla las escenas de las afueras se van sucediendo las unas a las otras como las primeras notas de una sinfonía. Existe en esta sucesión una belleza callada en la que Pau prefiere centrarse antes que en las trifulcas que agitan el interior del coche de Germán.

—Joder, nen, no entiendo por qué nos tenemos que llevar a tu abuela. Si en el coche de tus padres estaría tan estupenda.

—Era la condición para que tú también pudieras venirte —le recuerda Neus con tono seco, volviéndose desde el asiento del copiloto—. Fue una negociación dura, así que ya puedes estar agradecido. Después de todo, nadie te pedía que te inmiscuyeras en un asunto estrictamente familiar.

—¡Pero qué dices! —tercia Jaume— ¡Que viene Ha Neul! ¡No me lo perdería por nada del mundo! ¡A esa tía tengo que marcarla desde el principio!

Neus ahoga un chillido de frustración.

—Por enésima vez, Jaume —le recrimina— ¡Ni tú eres un perro, ni ella es un árbol del parque! ¡Mira, como te sigas comportando tan baboso, te juro por mi copia firmada de Love Yourself que no te dejo acercarte a ella en lo que dure la visita! ¡Avisado estás!

—¡Niño! ¡Déjate de cuentó shinó y eshate un poquillo hacia la isquierda, que no me dejáh respirá! —exige de pronto Hortensia, retorciéndose en su asiento y dándole golpecitos con las rodillas a las piernas de Jaume.

—¿Un poco más? —se queja Jaume— ¡Señora, que si me pliego más, dejo de existir! ¡Que no puedo! ¿No se podría echar usted un poco más hacia la ventanilla? ¡Con todo el respeto, pero es que yo no tengo la culpa de que usted no quepa!

A aquella mención velada al peso de la anciana, le sigue un cierto resplandor rojizo en la mirada de esta que no puede ser casual.

—Mira, niño. Ehte culo serrano ha sobrevivío a Franco, a sobrevivío a la Transisión y hasta a la Crisí. É un culo que se ha ganao el deresho a ehtá aquí y donde quiera, así que no me vengá disiendo lo que tiene que hasé.

—Señora, que no es eso —implora Jaume—. Por dios, nen, dile algo a tu abuela. ¿Nen, colega, crack? ¿Nada? ¿En serio? Joder, qué largo se va a hacer el viajecito.

Porque Pau tiene ya demasiado asuntos en los que pensar, asuntos en los que prefiere pensar. Y es que estos meses han supuesto todo un nuevo amanecer en su vida, tan brillante y envolvente como esta mañana de incipiente y agradable invierno que acaricia el interior del vehículo.

Tú eres el sol que asciende otra vez en mi vida
Una reencarnación de mis sueños de infancia
No sé lo que son estos sentimientos
Quizá esto también está en un sueño

Cuando regresó de Corea en abril, Pau se llevó un trofeo más importante que una victoria aplastante. El pedazo de papel con la dirección de skype de Soo Jin le palpitaba en el bolsillo como si de un objeto legendario se tratase. De esta forma, nada ni nadie, ni el jet lag, ni el protocolo aéreo ni las largas esperas pudieron robarle la sonrisa. Fue con esa misma sonrisa tontorrona e infantil con la que, nada más llegar, y sin siquiera echarse un rato, encendió el ordenador para agregar a su recién recuperado amado a sus contactos. Una vez hecho esto, aprovechó la excusa del final de curso para acechar el momento en que Soo Jin podría aparecer. La primera videoconferencia hizo que le temblara las rodillas como si se encontrara en mitad de un terremoto. Fue un contacto bochornoso para ambos. Pese a ello, le alivió y encantó constatar que Soo Jin tenía el mismo reparo en mirarle a los ojos que él. Y también porque sabía que ese tenue rubor amelocotonado en sus carnosas mejillas y la forma en la que se mordía inconsciente los labios eran señales de avance.

Con el tiempo, fueron programando sus interacciones con la excusa de adaptarse a la diferencia horario y sus diversas actividades. Por alguna razón, consiguieron reponerse a estos obstáculos de tal forma que sus conversaciones no solo no se dilataron en el tiempo sino que se incrementaron. Excepto, claro está, en la época de exámenes.
Pau recordaría siempre esa regañina, con algo de vergüenza. Los exámenes finales de mayo se agolpaban como un combo de ataques mortales y, él, que nunca se había acostumbrado del todo a la constancia estudiantil, sintió sus fuerzas desfallecer. Así, cuando vio que Soo Jin se había contactado sintió que esa coincidencia le daba la razón. No estaba vagueando, se dijo, era simplemente un pequeño descanso. El bálsamo de la presencia de Soo Jin le vendría genial para ganar energía. No se esperaba que su querido novio a distancia le recibiera con expresión de lechuguino mustio.

—¿Qué hases? —le increpó Soo Jin en su incipiente castellano.

A Pau no le sorprendió lo rápido que Soo Jin se había puesto a aprender español ni lo rápido que este estaba progresando. Con lo listo que era, y dado el escaso talento de Pau para los idiomas, que Jin aprendiera su lengua materna era mucho más práctico y probable que Pau se metiera con el coreano. Por si fuera poco, contaban con la inestimable ayuda de Ha Neul, quien enseguida vio en las videoconferencias una forma de aplicar sus conocimientos. Pese a todo, la mayor parte del tiempo, ambos preferían manejarse en inglés, algo en lo que Pau, ahora más motivado que nunca, había mejorado decentemente. Incluso cuando el gesto de reprobación de Soo Jin le obliga a aclararse la garganta.

—I just wanted to see you (Solo quería verte) —se justificó Pau.

Soo Jin solo alzó una ceja acusatoria.

—Tu hermana me dijo que tienes exámenes. ¡Estudia! —ordenó Soo Jin, haciendo el amago de cerrar la conversación.

—¡Espera! ¡Wait! ¡Wait! —le pidió Pau en un intento de retenerle unos minutos más.

Soo Jin se detuvo unos instantes, tal vez por el beneficio de la duda, instantes que Pau aprovecharía.

—I …have...English test too (También tengo examen de Inglés)—aventuró.
—Is there any Speaking test? (¿Hay examen de conversación)— preguntó un escéptico Soo Jin.

—Emm, nooooo —admitió Pau.

—Good bye, then (Adiós, entonces) —se despidió el coreano sin contemplaciones.

La inflexibilidad de Soo Jin con los estudios no se paró ahí. Más allá de algunos mensajes de ánimo, se negó a volver a establecer contacto con Pau hasta que este le aseguró que no solo había aprobado el examen de acceso sino que incluso había conseguido colarse en la carrera que él quería. Afortunadamente, durante las semanas siguientes el mismo Soo Jin se encargó de premiarlo... a través de sus sueños. Porque, tal y como Pau se encargaría de agradecerle al universo, con el tiempo Soo Jin reanudaría sus reuniones en el mundo onírico. Y cuando lo hizo fue casi como si nada, ninguna de sus desconcertantes desventuras hubiera sucedido. Simplemente, volvieron a fundirse el uno con el otro con la misma pasión y el mismo ardor que la primera vez. Tal solo había una afortunada diferencia y es que ahora sí se conocían. La curiosidad que los movió en un principio había sido sustituida por una intimidad que se iba ahondando más y más con cada nuevo encuentro.


Pero aunque Pau estaba más que agradecido con el estado actual de su vida, también era perfectamente consciente de que no había nada comparable a un Soo Jin en vivo y en directo. Es por esto que en cuanto surgió la idea de este viaje, Pau removió cielo y tierra para hacerlo posible. Sería la oportunidad perfecta para confirma la oficialidad de la relación. Podría presentar a Soo Jin ante su familia como su novio. O tal vez sería el momento en el que Soo Jin se daría cuenta de que todo había sido un gran error y lo borraría para siempre de su vida. No podría descartar que aquello no sucediera, razón por la cual se encontraba temblando como un pollito recién nacido. Por el momento, prefería centrarse en que iba a volver a verlo otra vez. Iban a estar juntos después de tantos meses.

El sueño es un espejismo azul del desierto
Hay un a priori dentro de mí
Me pongo impresionante eufórico
Mi entorno se vuelve cada vez más transparente

Dios, ansía tanto volver besar esos labios rojos de fruta. Tanto que no sabe si podrá controlarse cuando lo tenga delante. En sus recuerdos, los tonos cálidos del rostro de Soo Jin se relacionan con la vida y el amor, algo que contrasta con el azul profundo del mar que se viene adivinando en el horizonte disimulado de asfalto y hormigón. Pera esta vez, el mar no parece separarles como en otras ocasiones, sino que más bien, tal vez demasiado lentamente, los va acercando.

Escucho el océano desde muy lejos...

Poco a poco, la distancia se va haciendo más sensible, más marcada, como si un hilo tirase de ambos con fuerza, como dos imanes compatibles se atrajeran a través del espacio, y del mismo modo, el coche se va acercando al mismo aeropuerto que en su momento lo reunión con Soo Jin. En estos mismos momentos, es él el que hace el camino inverso y el hormigueo magnético que esta idea le provoca le impide concentrarse en nada más. Pronto, su familia se agrupa en el aparcamiento, momento en el que Jaume aprovecha para quitarse la faja involuntaria causada por el escaso espacio en los asientos traseros y respirar profusamente. Pero Pau sigue permaneciendo cruelmente ignorante de las circunstancias de su amigo, pues conforme va cruzando los diversos pasos de cebra, siente la ansiedad acrecentarse como un incendio incontrolable.

Camino por el sueño a través del bosque
Y voy hacia ese lugar que cada vez se pone más claro...

¿Qué es exactamente lo que le diría a Soo Jin cuando lo tuviera delante? Había programado todo un itinerario por Barcelona, comprometido como estaba a cumplir su promesa de compartir con él los recovecos más personales de su ciudad. Sin embargo, no había reparado en algo tan sencillo como un saludo inicial o una mera presentación a su familia. Y por tonto que sonase, aquello le hacía sudar. Después de todo, nadie le pone más nervioso ni le parece más importante que Soo Jin. Tras el largo paseo por el camino de piedras grisáceas que cubría el interior del aeropuerto, la única opción que se le ocurre es la sinceridad:

Toma mis manos ahora
Tú eres la causa de mi euforia.

 

El espacio que un avión deja a sus pasajeros siempre suele considerarse escaso, sobre todo si después de un largo viaje transcontinental, se tiene que hacer transbordo en un avión todavía más pequeño. En lo que respecta a Lee Soo Jin, hacía tiempo que no se sentía tan atrapado y no solo por el comprensible cansancio o la pesadez en los pies. Separada por el pasillo, en un asiento distinto, Ha Neul-noona dormitaba feliz. La duración del viaje había terminado por hacer mella en ella y la había puesto a descansar. Por desgracia para Soo Jin, su cuerpo no era tan sabio como el de su amiga y eso además dificultaba tener con quien compartir la tensión cada vez más acuciante que paradójicamente le mantenía tan despierto. Por otro lado, la madre de Soo Jin tampoco era una buena opción. Sentada en el asiento de la ventana, se afanaba tranquilamente en leer alguna novela ligera para distraerse, ajena a la tribulación de su hijo. Mientras tanto, Soo Jin fingía repasar los apuntes de idioma español que Noona le había dejado. Era inútil. No era solo por su agotamiento, la ebullición de sus neuronas ya imposibilitaba que nada se grabase en ellas. En su lugar, sus dedos se dedican a jugar con el pendiente que le regaló Pau, aquel que había sido escogido para parecerse lo máximo posible al que ideó en ese lejano sueño compartido. Cuando se hizo el agujero, le desagradó aquella sensación de dolor y vacío que dejó la carne tras de sí. Sin embargo, el hormigueo que le provoca el mismo gesto pasadas las semanas le ayuda a relajarse y desviar el cauce de sus pensamientos.

Tras dejar las notas a un lado, su ojos se le fueron directamente a la afable silueta de su madre. Por un instante, tuvo la caprichosa tentación de compartir sus preocupaciones con ella, si bien pronto se percató de que era algo tan inservible como innecesario. Su madre ya había tenido bastante con todo el proceso de divorcio.

A Soo Jin todavía le seguía maravillando lo valiente que había sido de repente, tras una vida de recatada sumisión.

Fue unos días después de que Pau y él acordaran lo del viaje. En su momento, le pareció un paso lógico echaba de menos al chico del que secretamente se estaba enamorando cada vez más, especialmente cuando su despedida lo había dejado en aquella calidez casi termal. Tal vez fuera por esa blandura, por lo bien que estaba yendo todo, que Soo Jin no vio venir una obvia consecuencia de sus actos. Al parecer, aunque había tardado un poco, su padre había descubierto su aventurilla en el motel. Su reacción fue exactamente como Soo Jin la había imaginado, por mucho que el papel impreso que este zaranderaba como un abanico mortal amenazase con rasgarle los ojos.

— ¡LEE SOO JIN, DESGRACIADO! —bramó su padre, al borde de la asfixia—. ¿SE PUEDE SABER QUÉ ES ESTO?

—No lo sé —admitió Soo Jin, fingiendo algo de entereza frente al descontrol de su padre.

—¡Yo te diré lo qué es! ¡Es un extracto bancario de tu tarjeta! ¡Y aquí pone que hace unos meses estuviste en un motel! ¿Se puede saber con quién estuviste?

Soo Jin se limitó a encogerse de hombros y deslizar por el rabillo del ojo una mirada traviesa. Estaba un poco harto de tener que rendirle cuentas a su padre de cada paso que daba. Ya hacía tiempo que conocía su “horrible y repugnante verdadera naturaleza”. A estas alturas, nada de lo que hiciera más allá de fingir absurdamente una heterosexualidad inexistente podría tranquilizarlo. Que pensara lo que quisiera. Su padre reaccionó a esta muda confirmación con un ira reinflamada.

—Así que los rumores son ciertos —siseó—. Eso de que te habían visto besuquearte con un extranjero. Yo sabía que estás enfermo pero nunca creí que quisieras humillarme hasta tal punto... Ni más ni menos que con un asqueroso y repugnante blanco.

Ante su propia sorpresa, aquella última apreciación acabó por indignar a Soo Jin más que cualquier insulto. Estaba acostumbrado a escuchar toda aquella basura reaccionaria por parte de su padre. Con el tiempo había logrado obviarla, que su amor propio no se viera empañado por tantos prejuicios. Sin embargo, una cosa es lo que dijeran de él y otra muy distinta lo que dijera de Pau. No lo podía consentir, no podía aguantar que su padre vertiera sus miserias sobre el chico que amaba.

—¿Y por qué te humilla lo que yo haga, padre? —replicó— ¿Acaso piensas que eres el centro de todo? ¿Que todo lo hago pensando en ti? No es así. Fui a ese lugar porque me apetecía. Y fui con ese chico porque le quiero. No pienses ni por un segundo que tienes derecho a llamarlo asqueroso porque no sabes nada. Se llama Pau y estoy enamorado de él. Es un chico amable y sincero, nada que ver con un cobarde como tú. Es más, acabo de hablar con él por Internet. Estamos planeando que yo vaya a España a visitarlo en octubre. Y pienso hacerlo te guste o no.

Por un instante, el padre soltó una risita cínica. Su boca se cuarteó en una sonrisa burlona y malévola.

—¿Amor? ¿Un desviado como tú se atreve a hablar de amor? De lo único que saben los de tu calaña es de lujuria y decadencia.

—Pues aún se podría decir que sé algo más del tema que tú —se atrevió a espetar Soo Jin—, especialmente por cómo tratas a mamá. Tú no la respetas ni la admiras como yo hago con Pau. Por lo menos, ya no.

El padre de Soo Jin apretó tanto los dientes que Soo Jin casi podía oírlos rechinar. Sus ojos enrojecidos estaban por salirse de las cuencas. No era para menos, Soo Jin nunca se había enfrentado a él de esta manera. No estaba acostumbrado a que lo desafiaran en su propia casa. Soo Jin solo agachó la cabeza para recibir el esperado golpe.

—¡MALDITO DEGENERADO! ¡PERVERTIDO!— escupía el padre de Soo Jin, mientras este evitaba los desatinados ataques con un leve alzar de sus brazos— ¡¿CÓMO SE ATREVE UNA ESCORIA COMO TÚ A RESPONDERME?! ¿EH? DESPUÉS DE TODO EL DINERO QUE ME HE GASTADO EN TI...

—¡Min Hyung, detente de una vez! —interrumpió una firme voz femenina—. ¿Qué le estás haciendo a nuestro hijo?

Soo Jin giró la cabeza para encontrarse con el rostro de su madre. En todos los años que llevaba viviendo jamás había presenciado en ella una expresión tan serena a la par que indignada. Su padre también debía de haberse sorprendido, porque cuando empezó a explicarse su voz temblaba más de lo normal.

—¡Este desagradecido...! —señaló a Soo Jin— ¡Con todo lo que hemos invertido en su educación y en los médicos, va por la ciudad acostándose con hombres! ¡Con extranjeros!

La madre exhaló un ligero suspiro y se volvió hacia su hijo.

—¿Es eso cierto, querido?— preguntó con dulzura.

—Sí, mamá, aunque no del todo —contestó Soo Jin—. Yo no me acuesto con cualquiera. Es que...

Soo Jin se detuvo un momento, esforzándose por deshacer el nudo que se había formado en sus cuerdas vocales. ¿Cómo expresarle a su madre la profundidad de sus descubrimientos?

—Es solo que he conocido a alguien... a alguien especial—. confesó.

—¡Especial! —bufó el padre, pero la madre lo ignoró para acariciar la mejilla de Soo Jin.

—Lo sé, mi amor, lo sé —le susurró amorosamente—. Es ese chico con el que conversas en tu ordenador, ¿verdad? No te sorprendas tanto, una madre se da cuenta de esas cosas.

—No irás a ponerte de su lado. ¿Eh, Eun Mi? —se burló el padre— Siempre fuiste una blanda. Te lo he dicho una y mil veces: has malcriado a nuestro hijo. Por tu culpa, se ha vuelto un asqueroso y débil homosexual que solo nos podrá traer vergüenza. Tengo que ir todos los días al trabajo para soportar cómo todos se burlan de mí. Y eso es por vuestra culpa. ¡Con todo lo que he hecho por vosotros todos estos años para que me paguéis así!

Lejos de intentar tranquilizar a su marido como era habitual en ella, la madre de Soo Jin se limitó a chasquear la lengua.

—Dime, querido esposo. ¿Por qué dices que nuestro hijo es un desagradecido? ¿Acaso no ha sido siempre obediente hasta ahora? ¿No ha sido siempre un chico brillante en todo lo que ha emprendido? Fue uno de los primeros de su clase. Aprobó el examen de acceso a una de las mejores universidad del país y eligió la carrera que tú querías. Incluso practicó el deporte que tú deseabas y fue un campeón en él. Él siempre se ha ajustado a todas tus expectativas, así que no puedo entender qué queja puedes tener de él. Además, es un chico noble y amable. Lo sabrías si te hubieras fijado en él, porque tú nunca lo miraste. Aún a pesar de todos sus esfuerzos, no reparaste en él.

—Vamos, mujer, sé razonable —terció el padre visiblemente incómodo—. Yo trabajo muchas horas como para...

—¡Ah, ya estás otra vez! —se exasperó la madre— Te pasas todo el día proclamando lo mucho que haces por nosotros. Pero, a parte del dinero, ¿qué has hecho exactamente? ¿Sabías que Soo Jin era desgraciado mucho antes de que todo aquello pasara? ¿Y qué hiciste entonces? Te escabulliste con tus excusas. Nunca estuviste para él ni lo apoyaste. Te hiciste el ofendido y te limitaste a llevar a nuestro hijo a charlatanes que sí lo enfermaron de verdad. Si conocieras a tu propio hijo de verdad, tú mismo habrías dejado de pagar a esos timadores. Me culpas de no haber sabido criar a tu hijo, pero reconoce que para ti, nuestro adorable e inteligente Soo Jin no fue más que una molestia.

—Tienes que entender que la empresa... —intentó defenderse el padre, cada vez más acorralado.

—¡Ah, no puedo soportarlo! —exclamó la madre. Soo Jin se vio obligado a parpadear un poco. Jamás su madre había gritado así—. ¡La empresa, la maldita empresa! ¡Te importa más lo que esos chupatintas piensen de ti que lo que sienta tu propia familia! ¡Ya estoy harta! ¡Vas por ahí sacando pecho, cuando ni siquiera ganas tanto! ¿Cuánto hace que no te ascienden? Si en vez de lamerle tanto las botas a tus superiores, te hubieses atrevido a exigir lo que es tuyo, sí podrías habernos dado la vida que merecemos. Mientras tanto, te atreves a llamar débil a tu propio hijo cuando él ha hecho algo de lo que yo me sentía incapaz: decirte la verdad. Tú si que eres débil. ¡Débil y egoísta! En vez de enfadarte y avergonzarte de nuestro hijo, deberías alegrarte de verlo feliz. ¿Es que no te das cuenta de cuánto le brillan los ojos? Está mucho más alegre, sonríe mucho más y no ha vuelto a enfermar del estómago. Seguro que es por ese muchacho, el mismo al que tú osas llamar “asqueroso extranjero”. Es él quien ha curado a Soo Jin, no tus medicuchos. De hecho, lleva así un tiempo ya, pero, claro, tú no te has dado cuenta. ¡Estás demasiado ocupado fingiendo ser la cabeza de esta familia cuando ni siquiera nos entiendes!

Tras el largo parlamento que dejó a todos sin palabras, la madre de Soo Jin se giró hacia él, esta vez con un tono mucho más tranquilo y amoroso.

—Soo Jin, decías que ibas a España a ver a ese chico... ¿Pau, cierto? —Soo Jin esbozó una ligera sonrisa de pura ternura mientras asentía— ¿Te importaría que te acompañase? Me gustaría conocerle y agradecerle a él y a su familia todo lo que ha hecho por nosotros.

—Hablaré con él —respondió Soo Jin—, pero no creo que haya ningún problema. A mí también me gustaría presentártelo.

—Estás loca, Eun Mi —escupió el padre—. ¡Completamente loca! ¿Y cómo vas a hacer ese viaje? Porque yo no pienso daros ni un solo won.

Entonces, la madre de Soo Jin se armó con una amplia y elegante sonrisa antes de volver a dirigirse a su marido.

—Con la pensión que me pases después de que nos divorciemos, por supuesto —contestó ella.

—¿Qué...qué estás diciendo? —se atragantó el padre.

—Lo que oyes. Te dejo —anunció la madre—. Llevo un tiempo pensándolo y creo que es lo mejor. Después de todo, no es como si alguna vez te hubiese querido. Solo eras un tipo agradable que fue volviéndose insoportable con la edad.

—¡Has perdido el juicio! ¿Cómo vas a poder mantenerte a tu edad? ¡Volverás en dos días con el rabo entre las piernas, rogando que te perdone! —presagió el padre.

—¡Oh, no creas! ¡Tengo unos cuántos ahorros por ahí! —afirmó la madre—. Además, si Soo Jin, con todo lo que ha sufrido, ha podido salir adelante, yo, que lo llevé en mi vientre, no puedo ser menos. Soo Jin, hijo mío, ¿te apetece conocer por fin a tus abuelos maternos?

—Sería genial, mamá —rió Soo Jin.

—Muy bien. Haz el equipaje, cariño. Nos marchamos hoy mismo.

Cuando, maleta en mano, Soo Jin y su madre se disponían a salir del apartamento, se toparon con la triste figura del padre, abatido en el sofá. Tenía la mirada perdida, incapaz de comprender lo que le acababa de suceder. Ofrecía un espectáculo tan lamentable que Soo Jin apenas pudo reconocer en él aquel ser furioso al que tanto temía decepcionar.

Tal y como expuso su padre, empezar de cero no fue fácil, pero tal y como prometió su madre, esta sacó una entereza nunca antes conocida. Buscó trabajo, ya fuera en una tienda de conveniencia o en una sauna. Sus abuelos, tíos y primos también fueron de ayuda, con toda esa verdura que les mandaban desde el pueblo. Soo Jin tuvo que reducir el número de asignaturas en las que se matriculaba, ahora que la universidad no corría a cargo de la empresa de su padre. Igualmente, encontró un trabajo parcial en una cafetería y redobló sus esfuerzos en los estudios con el fin de ganarse una beca. Por fortuna y después del buen sabor de boca que dejó su presentación sobre Cataluña, no le fue tan difícil conseguirla como había supuesto en un inicio. Fue gracias toda esa lucha y a la estimable ayuda de la familia de Ha Neul-noona que hoy se encuentran en este agobiante avión.

¿Tú también estabas caminando en busca de un sueño borrado?
Es diferente de la típica definición de destino
Miras el mismo lugar que yo con un dolor en los ojos
Por favor, quédate en mis sueños

He aquí las razones por las que no tienes derecho a protestar, se recuerda Soo Jin. No, es mejor no molestar a su madre con tonterías. Y a pesar de todo, como guiada por un radar misterioso, su madre se gira hacia él.

—¿Ocurre algo, querido? —le pregunta en voz baja.

—No, nada. Es solo la gramática del castellano —disimula Soo Jin—. Sus verbos son muy difíciles. Hay más de diez tiempos verbales distintos. Y tres modos, si contamos el Imperativo...

—Suena complicado —concuerda su madre—. Pero, ¿qué tal si descansas un poco? No estés nervioso. Seguro que Ha Neul será una interprete maravillosa.

—No estoy nervioso —niega Soo Jin, temiendo ser descubierto.

—Oye, Soo Jin. ¿Por qué no me enseñas una foto de ese novio tuyo?

—No es mi...

Soo Jin se interrumpe a sí mismo. Negar la naturaleza de su relación con Pau a estas alturas no solo es un acto sinsentido de cabezonería sino también una soberana estupidez por su parte.

—Vamos —le anima su madre curiosa—. Quiero saber cómo es mi futuro yerno.

—¡Futuro yerno! —ríe Soo Jin, sacando una foto impresa de la cartera— ¿Qué te parece esta?

Los ojos de su madre se agrandan de pura admiración.

—¡Vaya, vaya! —exclama ella, dándole un golpecito en el brazo a su hijo— ¡No me habías dicho que era tan guapo! ¿Y es alto?

—Me saca más de una cabeza —responde Soo Jin.

—Así que sí, ¿eh? ¡Mi hijo tiene buen gusto! Ya tengo ganas de conocerle. Me pregunto cómo será su familia.

—Tiene una hermana mayor —explica Soo Jin—. Es la amiga de Park Ha Neul. Estudia Traducción de coreano. Su padre es ingeniero.

—¡Oh, qué bien! —comenta su madre.

—Su madre tiene una consulta y trabaja desde casa. También viven con la abuela, la madre del padre —continúa Soo Jin.

—Son gente que respeta a los mayores —asiente la madre de Soo Jin—. Eso me gusta.

Entonces, un incomodo silencio se instala de pronto en la conversación. La madre intenta aplacarlo con golpecitos cariñosos y caricias en el brazo de Soo Jin.

—Todo irá bien —le conforta—. No hay nada de qué preocuparse, cariño.

—Ya lo sé, pero no puedo evitar estar algo preocupado —admite Soo Jin— ¿Y si ya no le gusto tanto como antes? ¿Y si no entiendo nada de lo que dicen?

—Hasta ahora os las habéis arreglado muy bien —le consuela ella— ¿Y cómo no podría gustarle mi dulce y guapísimo hijo? Tendría que ser muy idiota. Vamos, anima esa cara. Ya casi hemos llegado. Asómate a la ventana. ¿No ves el mar debajo de nosotros? Seguro que en nada vemos Barcelona.

Soo Jin se incorpora por encima de su madre para poder admirar la vista que se aprecia desde la diminuto y redondo ventanuco. A kilómetros de distancia casi puede apreciar el oleaje. Tanto es así, que en cierto modo siente que ha sido esa lejana marea y no el avión lo que le ha transportado hasta ahí, como un niño elegido que afronta su cometido vital.

Escucho el océano desde muy lejos
Camino por el sueño a través del bosque
Y voy hacia ese lugar que cada vez se pone más claro

—Sí, mamá —se conmueve Soo Jin— Tienes razón. Todo irá bien.

Toma mis manos ahora
Tú eres la razón de mi euforia

La familia Núñez Riquer se agolpa junto con varios desconocidos más en la puerta de salida. A su lado ser ciernen varios guías turísticos y asiáticos con carteles escritos en indescifrables caracteres. Debido a la aglomeración de los que esperan, el espacio dista mucho de sobrar, por lo que la familia casi tiene que acurrucarse sola. En cierto modo, Pau siente como si sus parientes le estuvieran abrazando, algo que agradece y odia a partes iguales. Por una parte, se alegra de no tener que vivir este momento de incertidumbre solo. Por otra, reza por que nadie pueda oír los molestos y ruidosos latidos de su corazón. El ridículo sería demasiado. Menos mal que no es el único que está algo inquieto.

—Oye, ¿es normal que tarden tanto? —pregunta el novio de su hermana— Cuando fui a buscar a mis primos no les costó tanto salir.

—A lo mejor es que no venían desde el otro lado del planeta —replica Neus irónica.

—También es verdad —concede Germán.

—¿No les habrán perdido las maletas? —se pregunta de pronto el padre de Pau.

—Joder, papá —protesta Neus— ¡Tú también!

—Solo digo que es algo muy plausible —se defiende el padre.

—¡Ay, mi Soo Jin! ¡Con lo cansadito que debe de está! ¿Habrá comido bien la criaturita? —se lamenta Hortensia.

—Vamos a tranquilizarnos todos —pide la madre—. A ver, pensamiento positivo y respiración...

—Abdominal, ya me lo has dicho —recuerda el padre.

—Una cosa voy a decir —comenta Jaume—. Si la Ha Neul ha perdido la ropa, yo no tengo ningún problema en cederle una de mis prendas. De hecho, por mi como si no llevara nada.

—¿Y a qué nadie quería escucharle decir eso? ¿A qué no? —dictamina Neus en tono jocoso.

En ese momento, Neus repara en su hermano pequeño, quien está plantado en el corazón del grupo sin decir nada.

—Pau, dí algo, hombre— le exige, intrigada.

Pau tarde unos segundos en enterarse de que le han dirigido la palabra.

—Perdona, ¿qué?

—Estás fatal, germanet —sentencia ella.

—No, no te rayes —asegura él—. Estoy perfectamente.

—Lo que tú digas, pero me lo creería si no estuvieras temblando y con cara de haber visto un fantasma.

—Estoy bien —reitera Pau.

—Como quieras —concluye Neus.

—¡Ey, mirad! —exclama Germán— Parecen que ya salen.

Sin ser consciente de hasta qué punto se está descubriendo, como si un llamado divino se tratase, Pau se adelanta a su familia, buscando en la lejanía el rostro de Soo Jin. No debería ser difícil, solo es el rostro con el que lleva fantaseando meses, el mismo que ve en la pantalla del ordenador, el que se le aparece cada vez que cae en la suave cadencia del sueño. Y sin embargo, en estos momentos de ansiedad se aferra a él como un creyente a un aparente señal milagrosa.

Entonces lo ve y todo se detiene para Pau, de tal modo que se permite el lujo de perderse en la contemplación de Soo Jin. Lleva el pelo algo más corto, con el flequillo solo cubriéndole la parte derecha de la frente hasta las cejas. Viste una sudadera azul verdosa que deja entrever una camiseta caqui, y unos pantalones vaqueros estrechos. En su oreja, destaca el brillo de un regalo que Pau reconoce muy bien y que aprecia poder volver a ver. Así, la cara turgente de Soo Jin sigue pareciéndole deliciosa y bella, si bien logra percibir los restos de un bien conocido y comprensible cansancio y tal vez, sí, tal vez la misma expectación que resuena en el pecho de Pau en estos momentos.

—Ahí está —se acuerda de decir Pau.

—¿Quién es, cariño? —insiste su madre.

—Es él, el chico joven de sudadera —aclara Pau.

—¿Ese? —señala la madre— Vaya, amor. Es una auténtica monería.

—¡Y esa que va al lado es mi colega, Ha Neul! —anuncia Neus, antes de agitar las manos y gritar para llamar la atención— ¡Ey, Ha Neul, guapa!

Pau tiene que parpadear varias veces para poder reparar en Ha Neul, quien obviamente iba al lado de su adorado Jin. Es tal fácil dejarse llevar por este último, que simplemente no podía ver a nadie más.

—Unnie! —exclama la coreana en cuanto reconoce a su amiga.

Ha Neul hace bailar su práctica y poblada cola de caballo hasta llegar hasta ella y abrazarla. Jaume intenta sumarse al abrazo femenino, sin mucho éxito. Pau no puede evitar reírse un poco para sus adentros cuando contempla los pobres intentos de su amigo porque la asiática repare en su presencia.

Pero no olvida que el objetivo principal que lo ha levantado de su cama esta mañana es su anticipado reencuentro con su amado, por lo que no pierde el tiempo y se gira para buscarlo. Una cabecita morena termina justo bajo su punto de mira. Casi se maldice a sí mismo, pues justo en los momentos en los que estaba despistado, su precioso Jin se ha acercado tímidamente hasta él. Con razón resulta imbatible en Taekwondo. Su sigilo es prácticamente el de un ninja, pero lejos de la orgullosa mirada de acero candente que le ha visto en la lucha, Soo Jin no levanta del suelo esas hermosas lagunas negras que son sus ojos. El corazón de Pau se derrite como un helado desatendido en pleno agosto. Se muere de ganas de abrazarlo. Así que sí, al fin ha vuelto a suceder. Como si no tuvieran bastante con el milagro de haberse encontrado a pesar de la separación geográfica y la incomprensión, han conseguido volver a reunirse.

Incluso si la tierra se divide.
Incluso si alguien sacude este mundo
Nunca sueltes mi mano
Por favor, no despiertes de este sueño

Por fin, Soo Jin levanta el rostro con timidez y mira a Pau de reojo, como esperando que este dé el primer paso. Pau empieza a aclararse la garganta para saludarle con la delicadeza que este momento sugiera.

Pero una enorme mole oscura se cierne sobre Soo Jin sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo.

—¡Ay, mi Soo Jin! ¡Mi Soo Jin! —exclama Hortensia entre sofocantes abrazos y besos de abuela que suenan como ventosas— ¡Mi niño bonito! ¡Cuánto tiempo sin vehte! ¿Como há ehtado, lindura?

—¡Yaya, por favor! —le implora Pau, horrorizado— Suéltalo de una vez. ¿No ves que lo estás asustando?

—¿Holtenshia? —consigue vocalizar el pobre Jin entre achuchón y achuchón.

—Venga, madre, que ya le ha saludado —interviene el padre de Pau, separándolos—. Ahora deje a los chicos un poco de espacio. Haga el favor.

Soo Jin, todavía alucinado por el efusivo saludo de Hortensia, se recoloca el pelo y la ropa y vuelve a mirar a Pau. Esa encantadora sonrisa tímida, cuajada de preciosos hoyuelos, le ilumina el rostro una vez más.

—Hola —se atreve a musitar.

—Annyeonghaseyo —se atreve a intentar pronunciar Pau.

Y de esta manera, Pau y Soo Jin se quedan como congelados en el mismo sitio, observándose uno al otro como en un extraño diálogo de obras de arte vivientes. Al margen del recíproco embelesamiento que los ata, el resto del mundo sigue su curso unos instantes más.

—Ven que te presento —le dice Neus a una Ha Neul a la que lleva de la mano como una muñequita encantada—. ¡Este es mi novio Germán!

—Encantada de conoselte —se presenta Ha Neul con un adorable ademán de cabeza.

—¡Igualmente, maja! —responde un campechano Germán— ¡Neus me ha contado un montón de cosas sobre ti!

—¿Ah ssí? —inquiere Ha Neul curiosa.

—Y esta es mi madre, Montserrat —continúa Neus.

Montse se acerca enseguida a darle dos besos a la recién llegada.

—Encantada, cielo. Espero que te lo pases muy bien en Barcelona.

—¡Grachias, mucho gusssto! —contesto—. Estoy muy contenta de estal aquí.

—¿En serio? ¡Me alegro! —responde la madre de Pau.

—¡Oh, disscurpe! —pide Ha Neul, quien parece haber recordado algo. Pronto vuelve al lado de Neus y Montse con la madre de Soo Jin de la mano— Esta es Eun Mi, la madre de Soo Jin.

—¡Oh! —se emociona Montse— ¡ENCANTADA! —comienza a hablar a voz en grito y a una lentitud insultante acompañada de gestos, con la vacua esperanza de que esto la haga más comprensible—. YO SOY MONTSE. ¡MONTSE! ¡LA MADRE DE PAU! Y ESTE DE AAAAQUÍII ES MI MARIDOOO, ¡MANUEEEL!

Al mismo tiempo, la madre de Soo Jin agita la cabeza como si comprendiera lo que le están diciendo, pero sin ser capaz de disimular la confusión y el agobio en su cara.

—Bueno, ahora que estamos todos, será cuestión de irse moviendo- concluye el padre de Pau—. ¿No, campeón?

—¿Eh? ¡Ah, sí! —concede un alucinado Pau. Tiende su mano, todavía demasiado temblorosa y sudada hacia Soo Jin, invitándole a seguirle— ¿Vamos?

—Okay—consiente un Soo Jin aún vacilante.

Pero ya no hay tiempo para dudas, así que al mismo tiempo que el resto del grupo va avanzando a través del poblado aeropuerto, a ellos dos ya no les hacen falta nada. Hasta las palabras sobran cuando sus dedos se entrelazan, como dos penínsulas que nadando en la deriva continental encajan la una con la otra de una forma tan fortuita que parece premeditada. Como siempre debió haber sido.

Toma mi mano.
Tú eres la razón de mi euforia

Porque, es en ese preciso momento, en ese leve pero significativo toque, que Soo Jin y Pau sienten la imperiosa necesidad de mirarse sinceramente a los ojos. Y entonces, lo saben, pues todo lo que han vivido regresa a sus mentes como un metraje rebobinado de una película demasiadas veces rebobinada. Lo saben. Nada de lo que han vivido ha sido un error. Cada una de sus decisiones que han tomado les ha conducido a este aquí y ahora por una razón.

Sí, concluyen sonriéndose en muda comunión, por fin lo entienden todo. Aquí, el uno al lado del otro, es donde siempre debieron estar.

Cierra la puerta ahora
Cuando estoy contigo, estoy en una utopía

Notas finales:

Bueno, pues ya casi hemos terminado. 

La verdad es que me preocupaba un poco el uso de una canción que no es exactamente de BTS pero de uno de sus integrantes, Jungkook. Sin embargo, esta canción es tan bonita que siempre la vinculé a este momento de la historia. 

Igualmente siento si ha quedado muy cursi XD

También, ahora mismo, estoy con un resfriado brutal, así que espero que la maquetación no esté llena de errores, pero no quería dejar pasar una semana más siendo que ya estaba el capítulo escrito. 

 

En fin, muchas gracias por el apoyo que sigue recibiendo este enorme y aparentemente interminable fic. Muchas gracias a todas aquellas personas que leen y/o comentan o eligen este fic de alguna manera. 

Y bueno, nos vemos dentro de poco. Espero que les guste y que pasen un buen fin de semana. 


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