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COLECCIONISTA DE CANCIONES por Adid

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Notas del capitulo:

Canción: Cometas por el cielo- LOVG

Pareja: PacificaxMabel

Notas: Ok, esta pareja no es tan rara. Pero me gusta mucho. No soy realmente muy seguidora del yuri pero cuando hay quimica, hay quimica ;) Esta historia se desarrolla varios años despues del final de la serie.

 

...Qué pequeños nos verán

los que no volaron nunca...

 

-Quédate

 

La primera noche que Mabel dijo eso, fue apenas unos meses después de haberse reencontrado en la universidad. Y Pacifica mentiría si dijera que esa simple palabra no la había hecho inmensamente feliz.

 

Honestamente, el reencuentro había sido sorpresa para ambas. Mabel no creyó que alguien tan “acomodada” como Pacifica  ingresara en una pequeña universidad de California, la escuela era buena sin duda, pero sin mucho prestigio.

 

Pacifica había decidido entrar en esa universidad como una especie de reto a sí misma, pues quería lograr grandes cosas pero por sus propios medios e iniciativa. Aún tenía el apoyo de sus padres, quienes a pesar de la crisis de después del Raromagedón habían logrado recuperar buena parte de su fortuna, pero ella procuraba depender de ellos lo menos posible. Y debía decirlo: estaba orgullosa de lo que, descubrió, podía lograr.

 

La suya había sido una infancia que quizás muchos podían decir que envidiaban, llena de lujos y comodidades, pero también había tenido sus partes terribles. Educada para no ser más que una bella muñeca de decoración, un animal de compañía bien entrenado.  Se le enseñó que, debido a la familia a la que pertenecía, era lo mejor de lo mejor y debía comportarse a la altura. Y en aquel entonces había sido fácil creérselo.

 

Sin embargo, desde que conoció a Mabel, la niña castaña no había hecho más que intrigarla. Tan diferente a ella. Tan simple, tan alegre, tan vulgar… tan libre.

 

En un principio a aquella intriga la había confundido con desagrado, con el menosprecio que se supone tenía derecho de sentir por todo aquel que considerara como un ser inferior.      Pero pronto se dio cuenta que era algo más que eso.

 

Llegó a considerarla, pese a sus creencias, una digna rival, después alguien quizá no tan desagradable, hasta que poco a poco la fue conquistando esa peculiar, torpe y dulce forma de ser.

 

Después el fin del mundo se desató, y entre aquel caos Mabel logró levantarse y alentar a los demás a hacer lo mismo para rebelarse contra el monstruo que había provocado tal destrucción. Convirtiéndose al final en toda una heroína.

 

Una que le había dado a Pacifica la inspiración y el valor de intentar rebelarse también contra todo lo que una vez se le enseñó y tratar de ser ella mima. Mabel no solo había salvado al mundo, también la había salvado a ella de sí misma.  Fue allí cuando se dio cuenta de que sentía por la castaña algo mucho más que simple admiración. Pero jamás pensó en hacer nada al respecto, no se sentía digna. Se conformaba simplemente con intentar seguir su ejemplo y ser una mejor persona.

 

Pero eso no impidió la gran alegría ni la inmensa gratitud hacia su suerte que la invadieron cuando la vio de nuevo.

 

Seguían siendo muy diferentes una de la otra. Incluso las carreras que habían elegido no tenían nada que ver. Y sin embargo, se las habían arreglado para comenzar una amistad alentada en las aventuras que habían tenido cuando eran niñas.

 

Solían salir a pasear, de compras, a tomar algún helado. Platicaban durante horas y a Pacifica ni siquiera le molestaba que el tema favorito de la otra fueran los chicos guapos y galanes que llenaban el campus. No podía sentirse celosa, después de todo aun conservaba algo del orgullo que se le había inculcado durante años. Cuánto amaba el simple hecho de escuchar a la otra chica hablar y hablar de cualquier cosa. Siempre tan alegre. Con sus modos ruidosos, con su estilo algo desaliñado, propio de los grandes artistas;  con su ropa que siempre tenía alguna mancha de barro, o pintura o brillo.

 

La amaba.

 

Se había dado cuenta desde hace tiempo, aunque jamás se creyó posible de ser correspondida.

 

Por eso cuando aquella primera noche, después de haberla acompañado hasta su departamento y ambas estuvieran de pie frente a la blanca puerta, Mabel le pidió que se quedara con ella al tiempo que se inclinaba un poco sobre la rubia y depositaba un pequeño beso en sus labios; Pacifica supo que no había nada en el mundo que no haría por esa chica.

 

Se inclinó  un poco a su vez para regresar el beso y después cruzar la puerta juntas, tomadas de la mano.

Notas finales:

Espero que les esten gustando estas pequeñas historias. Honestamente me sorprende ver que tienen tantas lecturas. 

 

Si alguien tiene alguna sugerencia con alguna pareja y/o canción dejemelo en los comentarios. No prometo nada XD pero sí me gusta la idea tal vez pueda hacer algo ;) 

 

 

Saludos! ;) 


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