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AYÚDAME A SOBREVIVIR por Furuya_Akai

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Notas del capitulo:

¡Holissss!

Siento la tardanza, entre exámenes y la semana santa que no uve el portátil no pude escribir nada :(.

Gracias a los que le habéis dado una oportunidad a este fic, espero no decepcionaros. Y ahora comenzamos con el cappp :)

Los personajes no me pertenecen.

CAPÍTULO 2

Kise corría velozmente por el patio del campus. Su rostro estaba cubierto por un pronunciado rubor cortesía del comentario del moreno.

-Has estado mirándome desde un buen rato, rubia. ¿Tan bueno estoy?

¡¿Acaso ese tipo no sabe lo que es la vergüenza?!.

Iba tan perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta que alguien venía de frente, por lo que ambos chocaron y cayeron al suelo.

-¡Mira por dónde vas!- reprochó alguien en frente suya desde el suelo.

-L-lo si-sient…- sus palabras murieron en su garganta cuando lo reconoció. Da igual cuantos años pasaran, reconocería era cabellera azabache en cualquier sitio.- ¡TAKAOCCHIIII!- el rubio se lanzó a abrazarlo tomando al otro por sorpresa.

-¿Ki-chan?¿Realmente eres tú?- preguntó sorprendido el azabache, abrazando de vuelta al que fue su mejor amigo tiempo atrás.

Rubio y azabache se abrazaban en el suelo mientras lloraban y se decían cuánto se habían echado de menos.

Hasta que una voz ronca los interrumpió.

-Takao, ¿qué se supone que haces?- preguntó un peliverde observando la escena con cara de pocos amigos.

-¡Shin-chan! ¡Ven! Quiero presentarte a Ki-chan.- dijo un muy emocionado Takao aún con lágrimas en los ojos.

El recién llegado dirigió su mirada del azabache al rubio, visiblemente confundido por la forma tan familiar por la que el halcón llama a ese desconocido rubio.

-Sí, Shin-chan, te hablé de él, ¿no lo recuerdas? Ki-chan es mi mejor amigo desde primaria.- aclaró el pelinegro con una radiante sonrisa.

El rubio, quien se había mantenido ajeno a la conversación, alzó la cabeza observando detenidamente a “Shin-chan”.

-Encantado, mi nombre es Kise Ryouta.- se presentó el rubio mientras se levantaba y alzaba la mano para que el de gafas se la estrechara.

-Lo mismo digo, Midorima Shintarou.- contestó Midorima al saludo mientras se subía las gafas con una mano y con la otra estrechaba la que le ofrecía el rubio.

Se quedaron un rato en un silencio incómodo, que fue roto por el sonido del móvil del rubio.

Éste se sobresaltó ya que no esperaba ninguna llamada ya que, obviamente, sus padres no eran y no era que tuviera realmente muchos amigos que se preocuparan por él. Pero al ver el remitente cogió sin vacilar.

-¿Izukicchi?- preguntó confundido el rubio.

-Kise, ¿dónde estás? Se suponía que iba a ayudarme en la mudanza, ¿no?.- habló un tanto molesto desde la otra línea.

¡Mierda! ¡¿Cómo ha podido olvidárseme que Izukicchi se mudaría hoy a mi casa?!- se reprochó mentalmente el rubio.- Waaaa lo siento Izukicchiii, se me pasó por completo.

Desde el otro lado se escuchó un suspiro de cansancio.- Vente anda, que no me apetece estar aquí al frío.

-¡Sí!¡Voy ahora!.- exclamó el rubio en forma de despedida.

Después de colgar se giró para mirar como Takao y Midorima le miraban con una ceja alzada por el numerito que acababa de montar al teléfono. Varias personas se habían quedado mirando al rubio con curiosidad.

Rápidamente se despidió del par- no sin antes haber intercambiado números- y se fue corriendo hacia su apartamento donde el águila estaría esperándolo visiblemente molesto.

 

 

 

Cuando llegó a la puerta del apartamento vislumbró a un joven de cabellera azabache, piel blanca y con piercings en las orejas y en el labio, se acercó corriendo y se lanzó a abrazarlo mientras pedía mil disculpas por haberlo dejado ahí tirado en la puerta durante 30 minutos.

-Si, si, vale. No pasa nada.- intentaba tranquilizar el azabache a su amigo para que dejara de llorar y disculparse.

El rubio después de más de 10 minutos se separó del azabache y abrió la puerta.

El apartamento de Kise era bastante espacioso para ser el de un estudiante universitario y que aún por encima trabaja en una cafetería, pero la verdad era que Kise era algo famoso en Hokkaido, ya que allí había modelado para diferentes compañías y había podido ahorrar bastante para permitirse quedarse en un apartamento como ese.

Kise e Izuki fueron cogiendo las cosas del segundo para llevarlas al que sería su cuarto a partir de ese momento.

Izuki Shun era un omega que no lo parecía por su apariencia, si bien era alguien “delicado”, esos piercings en la cara y los que escondía bajo la ropa con algún que otro tatuaje le daban una apariencia más bien intimidante. En ocasiones algunos omegas se habían acercado a él pensando que era un alfa pero se llevaban una decepción en cuanto descubrían que no era así. Aunque esto a Izuki no le molestaba, más bien ya estaba acostumbrado. Los alfas generalmente se acercaban a él con la intención de pasar una noche con un omega con un piercing en la lengua.

Cuando terminaron de dejarlo todo en la habitación se fueron a la sala a ver un rato la televisión y a charlar.

-Izukicchi.- llamó Kise un poco dudoso.- ¿me dirás ahora que ocurrió para que te quisieras ir tan rápido de casa de tus padres?- era algo que se preguntaba desde ayer, ya que repentinamente el azabache le había preguntado si podía irse a vivir con él un tiempo.

El azabache se giró, mirándolo a los ojos.- Al parecer mis padres querían casarme con un alfa que no conozco, creo que se llamaba Hyuuga Jumpei, y cuando me negué se cabrearon y me echaron a patadas diciendo que era un desagradecido y un mal hijo, que hubiera sido mejor que me hubieran abandonado en un orfanato.- los ojos de Izuki mostraban dolor y enfado.

-Vaya…- Kise estaba un tanto sorprendido ya que, cuando conoció a los padres de Izuki estos no parecía que fueran de “ese” tipo de padres.

Izuki soltó un suspiro de resignación y se levantó.- Ya es hora de que vaya a trabajar, salgo a medianoche así que no me esperes para cenar.

-Vale, pero… ¿mañana vamos juntos a la universidad?.- preguntó Kise con ojos de cachorrito mirando fijamente los ojos grises de Izuki.

Éste lo miró de vuelta y asintió viendo como una gran sonrisa se plasmaba en la cara del rubio, haciendo que él le dedicara una media sonrisa.

Cuando salió de casa pensó- Mañana volveré a la universidad, no dejaré que ese Hyuuga Jumpei se me vuelva a acercar nunca.- y con una sonrisa ladina se dirigió al bar donde trabajaba.


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