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Daku Drabbles por Dakuraita

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Notas del fanfic:

Muchos drabblecines que iré agregando porque soy floja y a veces escribo cosas como de mil palabras y la verdad no doy pa más

Notas del capitulo:

MidoAka

Genero: Shonen-ai

Advertencias: Diferencia de edad

 

“Cuando lo observo, el mundo se vuelve un lugar más hermoso. Cuando lo veo, el mundo tiene color. ¿Hacia dónde miran esos ojos siempre puestos lejos de mí? ¿Qué observan más allá de los cielos? Su mirada en el cielo anhela la libertad. Vivir, es un castigo. Vivir, es un sufrimiento. Como un prófugo que desea escapar de su prisión. Me temo, si no tomo su mano, no volveré a verle… porque temo que se convierta en viento, y escape de mí.”


El hombre suspiró y dejó la pluma de lado. La tinta secó rápidamente y pronto pudo guardar su tesoro, ocultando sus palabras, su sentir. Aquel era otro día en la mansión de los Akashi. Su señor, había partido para comerciar con pueblos vecinos, el viaje duraría unos días, dejándole así con el deber de cuidar al pequeño señorito de la casa, Seijuuro.


—M-Midorima… —llamó una voz femenina, era una sirvienta más de la familia—. Sucedió de nuevo.


Ese era su nombre, Midorima. Midorima Shintaro, sirviente de la familia Akashi. Quien, pronto, calmó a la mujer asegurando que él se encargaría del asunto. ¿Qué había sucedido? El joven amo se había escapado, otra vez. No escapaba muy lejos, sencillamente sabía como esconderse en la mansión. Shintaro sabía que era un inocente capricho, una manera de obligarlo a salir de su habitación para que jugara con él.


—Preparen el almuerzo —ordenó, levantándose, acomodando su vestimenta.


—Sí, en seguida.


Midorima partió de inmediato, a paso tranquilo, ligeramente mal disimulado. Quería correr, quería darse prisa, ir al lado de su pequeño amo. Pero eso sería impropio. Su imagen debía ser pulcra, organizada, adecuada y digna, de lo contrario no podría ser un sirviente de la familia.


No necesitó buscarlo, sabía donde estaba el joven amo, y sabía que este se revelaría ante él tanto pronto como lo viera. Así fue cuando salió de la casa y caminó en dirección a los amplios y hermosos jardines que figuraban parte de la propiedad de la mansión. Se acercó a un árbol en especial, era un árbol que producía maravillosos duraznos cuando era época. Estaban en esa época. Midorima alzó la mirada y ahí encontró a un jovencito de cabello rojo, bien vestido con ropajes tradicionales, que sostenía un durazno entre sus manos, observando a la distancia, como siempre. Parecía, de alguna manera, una preciosa flor que era parte del majestuoso árbol.


—Señorito, ya hemos hablado sobre subirse a los árboles, arruinará su ropa… —dijo Shintaro, sin real intención en sus palabras, siguiendo el protocolo. Observó que las pequeñas sandalias de Akashi estaban en el suelo, y sus pies desnudos se balanceaban traviesamente en el aire.


—Shintaro, no me gusta cuando me llamas así —respondió el joven.


—Es costumbre —replicó Shintaro, sonriendo—. Vamos Akashi, baja de una vez.


—No me apetece, me gusta estar aquí, ¿Por qué no subes, Shintaro?


Hablaba con propiedad, pero de cualquier forma seguía teniendo un toque infantil en la voz. Tenía solo 13 años, que solo eran delatables primariamente por su apariencia, que consistía en un rostro terso y juvenil, aunque sereno que le entregaba un poco de madurez, y, claro, su escasa estatura.  


Shintaro suspiró, accedió y subió un poco de esfuerzo, hasta alcanzar la gruesa y fuerte rama en la que Akashi estaba sentado. Se colocó a su lado, y Akashi le entregó el durazno que sostenía en sus manos, tenía una mordida. El menor lo observó, y el mayor entendió pronto el mensaje, dando otra mordida al durazno. Aquello era “sucio e impensable” para un sirviente. ¡Compartir comida con el amo! Pero, Akashi gustaba de romper las reglas cuando estaban en privado. “Eres más que un sirviente —decía— eres mi amigo, y los amigos comparten cosas”. Shintaro no ponía resistencia a esto, en parte porque su corazón sentía una punzada al recordar que el pobre chico no tenía amigos, había perdido a su madre y su padre era todo menos una figura de afecto, además de que las sirvientas parecían temerle. Así pues, solo quedaba Midorima, ¿Cómo negarle algo?


—¿Qué tal? —preguntó Akashi, observando como Shintaro intentaba limpiar el jugo excedente del fruto, que resbalaba por la comisura de sus labios.


—Delicioso, gracias.


Akashi extendió sus manos, mostrándolas, pegajosas por el juego del durazno. Sus ojos escarlatas se ciñeron a los esmeraldas de Midorima.


—Límpiame —ordenó Akashi, pero, al observar cómo Shintaro iba a sacar un pañuelo, rectificó—. Con eso no.


—Akashi… —Midorima se sentía ridículo, ¿a qué estaba jugando? Era un joven de 23 años, ¿qué diablos se supone que estaba haciendo siguiéndole este tipo de juegos a un niño? No estaba seguro. Pero, entendía perfectamente qué quería su pequeño joven amo. Su corazón pareció dar un brinco. Sentía calor en las mejillas, tal que ni la brisa fresca pudo aplacar el bochorno.


Seguro lo matarían si lo descubrían. Eso no le detuvo, por supuesto, de tomar las manos de Akashi para lamerlas con esmero, saboreando el jugo de la fruta, pero más que nada, a su propio joven amo. Akashi era una fruta prohibida, no obstante, Midorima tenía problemas para resistirse, no podía evitar la tentación, no podía evitar dejarse llevar, y, en el fondo, deseaba ser amado y necesitado. Su pequeño amo, la imagen de la belleza, la elegancia y la fuerza, una flor que soportaba los duros inviernos, las desgracias que pesaban sobre sus pequeños hombros, las injusticias que debía soportar por parte de su estricto padre… Era admirable, era maravilloso, y sus defectos eran meras exquisitas espinas, tan naturales, tan reales, ¿qué es una rosa sin ellas?


Cuando Midorima se detuvo, Akashi tomó la mano de Midorima, la besó con finura y elegancia, la acercó a su mejilla y la dejó reposar ahí unos minutos. Sus ojos, miraban a la distancia, y Shintaro se preguntaba qué era eso que buscaba. Lo sabía, él buscaba la libertad, como un pajarillo que observa el exterior desde su jaula todos los días, añorando el extender sus alas y ver el mundo mientras la vida lo permite. ¿Perecería Akashi en la mansión, encerrado por siempre? ¿Algún día podría irse? Heredaría todo, se le conseguiría una prometida y el linaje continuaría. Ese era el plan del señor, Masaomi.


—Shintaro —llamó Akashi—. ¿Qué hay allá afuera?


—Cosas terribles y cosas maravillosas… ¿Cuáles te gustaría conocer?


—Las terribles —respondió Akashi.


—¿Por qué? ¿No prefieres las maravillas que el mundo puede ofrecer?


—Esas son un sueño, como mi vida lo es aquí, ¿Cuándo podré despertar? ¿Cuándo podré comenzar a vivir? La vida que tengo es una mentira, y lo seguirá siendo… no hay cosa más real que el dolor, la pena, la miseria… todo aquello que es horrible, es la verdad —Akashi suspiró—. Los poetas que escriben sobre su dolor, son aquellos que siento que me están contando la realidad.


—¿Y aquellos que plasmaron sus dichas?


—Eran realidades perfumadas… sólo eso, la felicidad es parte de la vida, pero son pequeñas partes, que hacen soportable el resto…


—¿No eres feliz?  


Akashi negó.


Midorima lo acercó a él, rodeándolo con sus brazos, apegándolo a su pecho. Escuchar a un joven que debería tener fe en el futuro decir cosas tan penosas era doloroso para Shintaro. Él, su pequeño petirrojo, tan joven, tan desgraciado, tan deseoso de la realidad, del mundo. Otros darían lo que sea por conservar para siempre su estatus, su vida simple sin obligaciones, repleta de lujos, con sirvientas, con todo en la palma de la mano. Sin embargo, su joven amo era diferente, era un espíritu libre cuyo corazón añoraba por la inmensidad de la libertad de las posibilidades, dispuesto a pagar sus precios. ¿Qué podría hacer Midorima, un simple sirviente? Sabía que podía cortar la cuerda que le sujetaba, podía hacer que su petirrojo extendiese sus alas, dejarle huir, dejarle volar lejos de todo. Pero no podía hacerlo, ¿cómo ceder tan fácilmente? Ah, era egoísta. Lo deseaba, así, en su preciosa jaula. Deseaba poderlo alimentar y cuidar, mas no dejarle ir, no darle libertad.


Qué despreciable ser humano era.


—Pero seré feliz, si haces algo por mi —dijo Akashi.


—¿Yo? ¿Qué puedo hacer yo por ti? —inquirió Midorima, con una voz tan suave y apagada como un susurro.


—Dame tu vida, y yo te daré la mía.


—… Mi vida ya es tuya, soy tu sirviente, y tú eres mi amado amo.


—No, no así. Quiero tu vida, toda, pero no porque seas mi sirviente.


—¿A cambio me darás la tuya?


Akashi tomó el rostro de Midorima, sus manos eran aun pequeñas, pero un día serían las manos de un hombre fuerte, un hombre que movería al mundo con solo una orden. Midorima sentía que estaba ante un futuro emperador, alguien capaz de ser una deidad. ¿O será que ya era su deidad?, eso pensaba el sirviente, estremeciéndose un poco por el suave tacto. Akashi le dedicó una sonrisa.


—Tu vida es mía, desde siempre —declaró Akashi— pero deseo que me la entregues, por voluntad propia, y a cambio… seré tuyo, sin importar cual sea mi destino, aún si tengo una esposa, seré tuyo, mi vida te pertenecerá.


—Akashi… mi vida es tuya, si la vida te arranca de mí, me uniré a ti, sin dudarlo.


—Hagamos un pacto —el pelirrojo sonrió apacible—, lo leí en un libro.


Akashi extendió su meñique y Midorima lo entrelazó. Akashi cerró los ojos, y dijo:


Yo, Akashi Sejuuro, hago a Shintaro Midorima propietario de mi vida, de mi corazón, y si alma un día con el céfiro vuela, que la suya sea mi compañera. Sin importar el tiempo, sin importar el destino, entrego lo que tengo, lo que soy, lo que seré. Los cielos son mis testigos, y aunque el viento se lleve nuestra promesa, volará tan alto, que quedará fija en las estrellas.


Midorima sonrió, hizo su propio juramento, y guardó silencio.


¿Sus sentimientos tenían nombre?


¿Y si en realidad él influenció a su pequeño amo para tener este sentir?


Midorima se percató de cuan podrido estaba ya, pues encontró que no le importaba si él lo había propiciado, o si aquello había nacido por naturaleza. Akashi sería suyo, sin importar qué, y él se entregaría a su amo, por completo.

Notas finales:

Espero les gustara <3 Habrá más.

¿Tienen alguna OTP de las que les gustaría un drabble? Cuentenme, capaz que les toca suerte y sus sueños se hacen realidad -pose de hada disney-

Preguntas que me hacen mucho: ¿Vas a actualizar tus long-fics algun día?

A lo que yo respondo con: Universidad, te jode la vida, a mí al menos. Los drabbles y one-shots es lo que a lo mucho puedo permitirme. Lo siento, si es que existe gente que dejé esperando.


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