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CAPITULO III: COMIENZOS
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Camina por los pasillos de aquel edificio estilo art deco, con sus baldosas y paredes negras decoradas con algún complejo y limpio ornamento o entramado color dorado.
No se molesta en saludar, ni en mirar a los empleados de aquel despacho, él es abogado independiente, que solo se presenta cuando se presenta un caso… interesante.
Se preguntaba qué tan absurdo es el destino, que tan descarada puede llegar a ser la vida.
Rara vez iba a aquella oficina, y sin embargo, justo aquel día que fue hace un par de años se topó con aquel castaño de ojos miel…le pareció extraño, inseguro, tímido, idiota hasta cierto punto… no sobreviviría en aquel bajo, crudo y cruel mundo que podía ser la política… pensó que esa sería la primera y última vez que le viera… ese joven no sobrevivirá ahí…
¿Cuántas probabilidades habían de volverlo a encontrar?
Prácticamente le parecían nulas.
Y sin embargó lo volvió a encontrar.
Ese día todo parecía estar en su contra, la lluvia, el embotellamiento de la mañana, la fotocopiadora sin tinta y ahora se encontraba encerrado en aquel elevador a causa de la tormenta, con ese chico que creyó no ver nunca más… nuevamente lo observó…
Igual de inseguro, tan inútil como la primera vez, un joven tímido sin experiencia alguna… con un extraño aire de inocencia esperando a ser corrompido… No debía molestarse en siquiera verlo, ninguno estaba en los parámetros ni alcances del otro.
Y a pesar de sus modales, figuras e ideales, le besó, lo acorraló contra la pared del ascensor.
Extrañamente, a pesar de su timidez, su inmadurez e ingenuidad, aquel niño correspondió, enredo sus piernas en las caderas ajenas y le incitó a llegar a más.
Vergonzosamente terminó tomando a ese niño en aquel ascensor, sin haber hablado antes, sin haberse detenido a pensar….
Continuaron viéndose… buscándose, encontrándose… de verdad se sentía atraído e interesado por ese niño….
Hasta que le vio a él…
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Que descarado y sin vergüenza es el destino…
¿Por qué se topó con aquellos ojos verdes?
¿Por qué no se encontraron antes?
Quizá fue la fiereza con la que defendió a esa mujer, o la manera en que se atrevió a hablarle, pudo haber sido el fuego en esos ojos verdes, o lo peligrosas y venenosas que eran sus palabras….
Pero algo… algo en ese hombre lo cautivo esa misma tarde, cuando después de años perdió un caso…
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Aquel casó les dejó un sabor agridulce a ambos abogados… para ellos aquello era una derrota… un empaté les sabía a mierda… pero ese había sido el dictamen, y ahora estaban ahí los dos solos, en aquella sala, tratando de llegar a un acuerdo entre sus clientes, que ni siquiera soportaban verse, un matrimonio desastroso con un final explosivo, con los medios sobre ellos al haber forjado un imperio juntos, con los ojos del mundo y el destino de cientos de trabajadores sobre aquel ex matrimonio compuesto de un hombre infiel y una mujer paranoica.
Dejando con la carga a aquel par de abogados que si bien no se conocían, estaban seguros que se aborrecían
Pelearon, discutieron, ambos se olvidaron de sus modales y se insultaron, los dos perdieron el control, ninguno sabía lidiar con la derrota, ninguno se atrevería a ceder…
Se agredieron hasta que los papeles terminaron en el suelo,
El italiano le gritó al japonés
El japonés arrojó su vaso con agua contra la pared, el agua salpicó el costoso traje del de ojos verdes.
El albino se acercó al azabache, lo empujó y le invitó a responder…
El mayor respondió… lo acorraló contra el escritorio y tomó por la camisa
Se miraron
Se observaron…
Se besaron
Se sintieron
Se tocaron
Cayeron
El japonés empujó al italiano contra el fino mueble hasta obligarlo a sentarse sobre este, le desabrochó el pantalón al albino mientras sentía como este luchaba por retirarle la corbata y su camisa.
Pocos minutos después sus ropas estaban regadas por aquella oficina, dando una extraña y sensual decoración al ambiente, ninguno de los dos recordaban del todo sus nombres, apenas eran conscientes del apellido ajeno, pero tampoco se tomaron la molestia de hablar, ellos no planeaban hacer el amor, no querían mimos ni juegos previos.
Ellos querían sexo
En su más primitiva y cruda manera… lo necesitaban, lo ansiaban
El italiano se hincó, apoyó sus rodillas sobre la alfombra, sin pensarlo tomó aquella erección entre sus manos y la guió hasta sus labios, abarcando cuanto pudo con su boca y el resto se lo dejó a sus habilidosas manos.
Ante los ojos azules se presentaba una vista demasiado excitante y exótica, que creyó no podía mejorar, hasta que se percató de como aquel abogado de cabellos plateados le colocaba un condón que a decir verdad no sabía de donde había sacado.
Sin esperar más tomó aquella exótica melena, le obligó a estar a su altura y por segunda vez en el día le tiró sobre el escritorio, separando aquellas piernas, acomodándose entre ellas.
El italiano se limitó a mirar el techo, esperando la intromisión de aquel miembro, siendo consciente de las dimensiones de la misma, pero en su lugar recibió algo de menor tamaño, húmedo y que se movían con inquietud.
Aquel despiadado y poco paciente abogado se estaba tomando la molestia de prepararle.
Fue cuando sintió el miembro de aquel japonés posicionarse en su entrada, la manera en que le penetró y como esperó unos segundos hasta que su respiración se normalizo… en ese momento se dio cuenta, de que aquel hombre, no era quien creía…
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El azabache tomó al menor, dejó una mordida en su hombro, lo marcó
El italiano arañó aquella espalda, devolviendo aquel primitivo gestó de posesión, y ese fue el momento en que ambos lo entendieron, cuando el la tarde se volvió noche, cuando el calor se volvió frio y se aferraron al cuerpo ajeno que se dieron cuenta…
Esa no sería la última vez…
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Esa noche le fue infiel a ese niño, lo engañó, jugó con sus sentimientos… esa noche se dio cuenta… que no le deseaba más, que ya no se excitaba con la piel de aquel castaño.
Desde esa noche ya no veía esos ojos marrones cuando intimaban… ahora solo imaginaba… solo deseaba que aquellas orbes se volvieran verdes, que esa melena que sentía sobre su abdomen después del sexo fuese plateada, ahora quería a un amante llenó de pasión y fuego en la cama, no más esa ingenuidad e inocencia…